Se salen como moscas del partido varios concejales y alcaldes
El PSC se rompe por Terrassa: “El alcalde le hacía más caso a Twitter que al partido”
Jordi Ballart abandona el partido y abre la puerta para que otros regidores puedan seguirle, descontentos con las decisiones que se adoptan en Madrid
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ALFREDO PASCUAL. TERRASSA
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05.11.2017 – 05:00 H.
En el resto de España, la primera pregunta que se suele hacer al que vuelve de Barcelona es qué tal está el ambiente en la calle. La respuesta es bien, aunque Ferreras anuncie por la tele el juicio final. Al menos más o menos bien, en tanto que los transportes funcionan, las terrazas de los bares están llenas a todas horas y las hordas turistas siguen atracando en el puerto para colapsar la Rambla con sus carritos motorizados. Hay manifestaciones, banderas en los balcones y caceroladas en las noches, y desde luego hay hastío y malestar, pero poco afecta en el día a día de una ciudadanía que ha conseguido sobreponerse al apocalipsis político-identitario con asombrosa normalidad.
Ni siquiera Terrassa, la cuarta ciudad más grande de Cataluña, muestra anomalías tres días después de que su ayuntamiento haya saltado por los aires. Los niños juegan al balón en la Plaça Vella, los jubilados charlan en los bancos del Carrer Gavantxons y desde El Zorito, el bar frente al consistorio, tan solo se ven unas enormes puertas cerradas. El pasado jueves, de un plumazo, el alcalde socialista y cinco concejales dimitieron de sus cargos, dejando el consistorio a la deriva y sin pacto de gobierno. Se trató, confirman fuentes cercanas al PSC, de una decisión personal del ex alcade, Jordi Ballart, en protesta por la aplicación del 155 y el posterior encarcelamiento de varios miembros del Govern. Ballart, junto a otros alcaldes del ‘cinturón rojo’ de Barcelona, llevaba semanas amenazando con la espantada si el PSC no se desmarcaba de la postura del PSOE, favorable a la ejecución del 155.
El ya ex alcalde permaneció en el cargo tras la suspensión del autogobierno, bajo una terrible presión de los sectores independentistas, hasta que estalló con la detención de Junqueras y los ‘consellers’; con él se llevó a cuatro ediles independientes y a la socialista Lluïsa Melgares, que como Ballart ha roto el carnet del partido. Ha asumido la alcaldía en funciones el edil Alfredo Vega, número 8 de la lista del PSC, por un tiempo máximo de diez días.
En el seno del PSC hay preocupación por la situación en Terrassa. La formación no solo corre el riesgo de perder la segunda alcaldía más importante que tiene en Cataluña, después de la de L’Hospitalet, sino que temen que este puede ser el roto por el que se descosa el partido, dividido y particularmente vapuleado a lo largo de todo el ‘procés’ desde sus costados ideológicos. Y, por si la marcha de medio ayuntamiento no fuese suficiente problema, a comienzos de semana Ballart liquidó el pacto de gobierno con el PDeCAT a través de una asamblea exprés y un Whastapp al líder demócrata Miquel Sàmper que dejó a 210.000 egarenses desgobernados. El PDeCAT reaccionó prometiendo que no volverá a pactar con un gobierno socialista.
“Con el PDeCAT rompe él, Ballart, sin consultarlo con nadie ni informar al partido”, relatan fuentes cercanas al PSC, “se ha caracterizado por ser un alcalde muy personalista, refugiado en un grupo muy pequeño de independientes que son los que se han ido con él, sumidos todos en una realidad virtual que no era, ni mucho menos, la de un alcalde socialista en Cataluña”. Criado políticamente en el seno del PSC, Ballart incluso llegó a ser concejal de Terrassa antes que alcalde, cumpliendo con su labor sin sobresaltos ni enfrentamientos. Nada hacía presagiar que sería tan combativo desde la alcaldía: “Su cambio llega cuando obtiene el poder, que es cuando se transfigura”, continúan, “desde entonces ha basado su protagonismo político en explotar la faceta de ‘enfant terrible’, sobre todo dentro de su partido. Se ha caracterizado por hacer siempre declaraciones muy duras en los medios, pero nunca en los órganos del PSC, y al final se ha visto atrapado por sus palabras, ya que prometió cuatro veces que se iba”.
Ballart, junto a Ada Colau durante un evento (EFE)
Ballart, junto a Ada Colau durante un evento (EFE)
Altos cargos socialistas en la región sostienen que Ballart, mucho antes de la dimisión, ya había quemado los puentes con el partido: “Se creó una realidad paralela para gustarle a sus seguidores en Twitter y solo respondía allí, le hacía más caso que al PSC. Ballart era miembro de la Ejecutiva Nacional y ni siquiera iba a las reuniones; ya no digo defender sus posiciones, es que ni siquiera se dejaba ver por allí. Al último Consell Nacional tampoco fue, y se habló expresamente de la aplicación del 155. Tampoco iba a las asambleas de la agrupación en Terrassa, ¡incluso cuando él era primer secretario de la agrupación!”.
Jordi Ballard no ha respondido a las peticiones de este periódico, aunque desde su entorno indican que se encuentra en un periodo de reflexión durante el que no mantendrá contacto con los medios. Mientras, a partir del lunes, el ayuntamiento tendrá que encontrar un equilibrio de fuerzas que le permita funcionar los dos años que restan de legislatura. No será fácil. Sin el PDeCAT en la ecuación, el PSC tendría que buscar socios a su izquierda, en Terrassa en Comú, pero bien los comunes parecen estar más por un bloque junto a ERC, PDeCAT y CUP, que auparía a la alcaldía al común Xavi Matilla y gozaría de mayoría absoluta en el ayuntamiento. Si se consuma el pacto, algo que sabremos antes de dos semanas, será la primera vez desde 1978 que no gobierne un socialista en Terrassa.
El seísmo del 155 se ha extendido por el Vallés hasta Sant Cugat, donde también se ha roto el pacto municipal PSC-PDeCAT por los mismos motivos, “las presiones recibidas tras las cargas policiales del referéndum del 1 de octubre, el encarcelamiento de Jordi Cuixart, de Jordi Sànchez, de parte del Govern y, sobre todo, a raíz del apoyo de los socialistas a la aplicación del artículo 155, que ha llevado a ERC, CUP y entidades soberanistas a reclamar al PDeCAT que diera este paso”.
Dos vías de socialismo catalán
Los ocho kilómetros que separan Terrassa de Rubí, su localidad vecina al sur, se pueden recorrer andando, pero ideológicamente son un abismo. Es también la distancia que separa a socialistas como Jordi Ballart, que se han asomado al independentismo, de otros como Ana María Martínez, que no se mueven un ápice. El pasado 6 de diciembre la regidora de Rubí saltó a la fama por ser la única alcaldía de toda Cataluña que celebró el día de la Constitución. Lo hizo delante del consistorio entre abucheos de los independentistas y una pancarta que decía “Cataluña no tiene rey ni constitución”. Incluso un anciano se acercó, con un bastón en la mano y su vieja constitución en la otra, para quemar el documento delante de la alcaldesa: “Fue un momento difícil, porque no es agradable que quienes te piden respeto por sus ideas luego reaccionen así a las tuyas, pero evidentemente que homenajeé la Constitución, porque es el ordenamiento jurídico que nos hizo libres, aunque necesite modificaciones”, dice Martínez.
Ana María Martínez, alcaldesa de Rubí, en una imagen de archivo (EFE)
Ana María Martínez, alcaldesa de Rubí, en una imagen de archivo (EFE)
Gobernando en minoría, y pese a haberse declarado contraria a la aplicación 155, Martínez no ha cedido ante las presiones del independentismo, ni a las institucionales ni a las de la calle: “Me han insultado, me han calumniado, me han amenazado… ¿Qué cómo lo llevo? Pues echándole… narices, por no decirte una burrada”, dice la socialista, que apuesta por un modelo de estado federal en el que se iguale la balanza fiscal con Cataluña. “Es lo que siempre hemos querido en Cataluña, y es lo que siempre han exigido los independentistas, lo que sucede es que se han dado cuenta de que solo con eso no conseguirían su objetivo, y por eso han recurrido ahora a la vía emocional”.
“El relato emocional tiene el problema de que es eso, emocional. Nadie ha explicado cómo quedaría Cataluña tras una independencia como la que están planteando, ni cuándo duraría la recesión, ni de cómo afectaría a nuestros hijos todo este proceso. Y, por el otro lado, tenemos en Madrid a un PP rancio que fomenta el ‘conmigo o contra mí’, en el que ambas partes están muy cómodas. Y en medio nos hemos quedado los socialistas, en el camino más largo, pero el más efectivo”, concluye Martínez.