Para quienes soñamos el nacimiento de un nuevo mundo, donde de verdad quepan todos los mundos, esa es la única vía que tenemos, por lo que el silencio, el miedo, el machismo y el patriarcado capitalista que nos mal gobiernan son el odio mismo de los poderosos contra la vida. Entonces, hermanos y hermanas, es el momento de tumbar también esos muros, debemos agrietarlos con la lucha y la organización como mujeres que somos, para tomar el papel que nos reclama esta la historia, que inicia desde que nació la vida en el mundo y desde que nace la vida a cada instante.
Palabra de Marichuy en Texcoco
por Admin
Hermanas y hermanos de la región del lago de Texcoco:
Hoy nuestros pasos caminan por estas tierras y no dejan de avisarnos que es la hora de nosotros los pueblos.
En el año 2006, cuando celebrábamos el Cuarto Congreso Nacional Indígena, nos enteramos de la brutal represión que el gobierno del Estado de México y el gobierno federal hicieron en respuesta a la digna resistencia en toda esta región. Desde ese entonces, nosotras y nosotros, que somos parte de este espacio que es el CNI, hemos estado atentas y atentos a sus pasos, y los que dan los malos gobiernos para dividir e imponer el despojo con el terror.
El Nuevo Aeropuerto de la ciudad de México se construye sobre tierras campesinas y las suspensiones judiciales que las comunidades logran con su lucha parecen ser letra muerta para los gobiernos, que imponen con la represión sus proyectos capitalistas, usando grupos de choque que sirven a las empresas constructoras y los gobiernos de todos los niveles.
Este megaproyecto de muerte que Enrique Peña Nieto decidió iniciar nuevamente sobre las tierras de Texcoco y Atenco es el anuncio de un gran despojo, pues como es el modo capitalista están reacomodando toda la región, despojando terrenos ejidales, comunales o particulares para la construcción de autopistas y sacando materiales pétreos provenientes de minas sobreexplotadas para la construcción del aeropuerto. Y es un anuncio también que invita al olvido de la lucha de las mujeres por defender esta tierra, este territorio que quieren seguir aniquilado.
Sacan lodos del fondo del lago, muchos de ellos contaminados, para después depositarlos en socavones, afectando así los mantos freáticos. Los ríos que hoy se usan para la agricultura campesina los quieren reacomodar en redes de tuberías y canales. Todo con obras que están despojando a los pueblos de toda la región, en cuyas tierras quieren hacer también centros comerciales, fraccionamientos y zonas industriales para complementar el robo a los pueblos.
O sea que ya se repartieron estas tierras, condenando a los pueblos que hoy son sus dueños y guardianes a desaparecer. Y así lo hicieron con todo el país, se lo están repartiendo, condenando también a millones de mexicanas y mexicanos a que pierdan todo cuanto tienen, despojandolos de la tierra, de su forma de vida campesina, de su organización colectiva, del agua, de los bosques; para que se pierdan, nos perdamos en el olvido, que es también nuestra muerte como pueblos.
Así como los de arriba se repartieron todo, haciendo una red de despojo, represión y explotación que divide y fragmenta los territorios indígenas, campesinos y urbanos, nosotras y nosotros también tejamos abajo la organización para detener la muerte que nos imponen, para resistir, para crear nuevas formas de organización nacidas de cada colectivo, decidir nuestro destino en lo pequeño y en lo grande y ejercer nuestro gobierno de abajo.
Esa es nuestra apuesta en el Concejo Indígena de Gobierno, es nuestro llamado a los pueblos aledaños al lago de Texcoco, a todo el País y a todo el Mundo a organizarnos, porque los capitalistas no están dispuestos a parar esos planes que tienen sobre nuestros territorios y buscarán imponerlos a costa de todos nosotros sin importar nuestro color o el lugar donde vivimos.
Por eso hermanas y hermanos, les decimos lo que nos encomendó la asamblea del Concejo Indígena de Gobierno y del Congreso Nacional Indígena, que es la hora de los pueblos, de organizarnos para decidir nuestro destino a organizarnos y a gobernarnos.
A 24 de noviembre de 2017
Desde Texcoco, Estado de México
Nunca Mas un México sin Nosotros
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Palabra de Marichuy en Neza. Sobre las mujeres y los feminicidios
por Admin
Hermanas,
Hermanos:
La justicia y la verdad germinan de la resistencia y la rebeldía y desde ellas necesitamos desmontar el poder que nos oprime.
Como mujeres nos queremos vivas, como viva está nuestra madre la tierra y como vivos estamos los pueblos.
Nos queremos libres como libres queremos nuestros territorios y a nuestra gente conciente y solidaria.
Nos queremos sin miedo, porque es el momento de cambiar desde lo que somos como mujeres los tejidos que nos unen como familias, que nos unen como pueblos originarios y como sociedades de la ciudad.
El sistema capitalista está basado en la opresión de nuestros hermanos y hermanas, en las fábricas, en el despojo con violencia de nuestros recursos naturales, de nuestras tierras, en la explotación de hombres y de mujeres en el campo y la ciudad, en acabar con todos los tejidos organizativos para ser el mandón que dice donde destruirá o privatizará, porque antes ya destruyó y privatizó a pueblos enteros e hizo violencia sobre las personas que defienden esos pueblos y las que defienden los acuerdos comunitarios, que no sólo ocurren en nuestras comunidades sino cada vez más en las ciudades, las que defienden su tierra, su trabajo o su familia.
Entonces, destruir o privatizar nuestros cuerpos y nuestras vidas es esa misma opresión que hacen los hombres de todas las esferas de la sociedad contra las mujeres, es ese mismo desprecio y violencia se vive en muchos hogares, en las familias, en las fábricas, en las oficinas y en los campos, porque es la opresión capitalista.
Defender entonces la organización como mujeres y cambiar desde ahí el mundo, es una necesidad que tenemos como humanidad, pues sólo de esa manera podremos romper el tejido que los poderosos hicieron sobe todas y todos, que no solo está poniendo en riesgo la vida de nosotras, sino de nuestra madre tierra y por lo tanto de la vida en su conjunto.
Las miles de mujeres muertas en el país no solo nos hablan de la impunidad que rodea a los criminales cuando pertenecen a las clases privilegiadas, sino que son un espejo de la guerra que hay en contra de la organización de abajo, que busca a costa de todas y todos arrasar los intentos por reconstituirnos como sociedad.
Cuando violan, desaparecen, encarcelan o asesinan a una mujer es como si toda la comunidad, el barrio, el pueblo o la familia hubiera sido violada, desaparecida, encarcelada o asesinada, buscando en medio de ese luto y miedo colonizar y pervertir el tejido que hay en nuestro corazón colectivo, para adueñarse de todo cuanto somos y convertirlo en la mercancía que necesitan para la acumulación insaciable de dinero y poder que hace a los capitalistas lo que son.
Entonces, atentar contra la vida de las mujeres, contras su integridad, su dignidad y sus derechos, es atentar contra la vida misma y para un pueblo es profundamente autodestructivo, pues el colectivo sagrado que imaginamos, ejercemos y luchamos es lo que defendemos fundamentalmente en esta la lucha como mujeres indígenas.
Para quienes soñamos el nacimiento de un nuevo mundo, donde de verdad quepan todos los mundos, esa es la única vía que tenemos, por lo que el silencio, el miedo, el machismo y el patriarcado capitalista que nos mal gobiernan son el odio mismo de los poderosos contra la vida. Entonces, hermanos y hermanas, es el momento de tumbar también esos muros, debemos agrietarlos con la lucha y la organización como mujeres que somos, para tomar el papel que nos reclama esta la historia, que inicia desde que nació la vida en el mundo y desde que nace la vida a cada instante.
Un crimen de odio es un crimen capitalista, entonces no nos callemos ante ello y respondamos con digna rebeldía y organización, porque es cierto que cuando la sangre es de una mujer, la herida es de todas y todos, es de nuestra madre y nuestras hijas, es de nuestras abuelas y es de nuestra madre la tierra, que es la luz que nos guía para hacer parir una nueva civilización autónoma y rebelde, y que hoy nos pide que nos levantemos por los que todavía no nacen.
Entonces, esta no es una lucha solamente de las mujeres o de las víctimas y sus familias, es una lucha que llama también a los hombres con quienes construimos nuestra resistencia diaria y con quienes soñamos la esperanza que ya se dibuja en el horizonte, es una lucha que nos corresponde como colectivos y como colectivos de colectivos para desmontar el poder que es esencialmente machista y patriarcal.
Compañeras, es la hora de las mujeres que luchan y se organizan, es la hora inaplazable de sacudir todos los rincones que tenemos como sociedades del campo y la ciudad rompiendo la opresión, el desprecio, la represión y la explotación en contra de nosotras, pues esa es la guía y la esperanza para millones de personas en México y el Mundo de que un otro mundo nuevo, recién parido, justo, rebelde y organizado, es posible.
A 26 de noviembre de 2017.
Nunca Mas un México sin Nosotras