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Crisis y readecuaciones en Marruecos por la rebelión amazigh en los territorios ancestrales del Rif

Correo Diplomático :: 20.12.17


Está también por ver el papel que, entre bambalinas y desde los tiempos del Movimiento del 20 de febrero de 2011 (M-20F) estaría desempeñando en los actuales acontecimientos el primo del rey, Mulay Hicham el príncipe “rojo”, en una trama al más alto nivel de la que en una primera mirada solo se percibe, como en los icebergs, la parte que sobresale encima del agua.

Con impulso soberano
19/12/2017
José Luis Navazo
Correo Diplomático

JL Navazo / Ceuta. Que el movimiento rifeño (al hirak a chaabi n Rif) ha abierto Marruecos en canal, particularmente el espeso entramado del “Majzén”, a costa de pagar un alto precio personal (los detenidos políticos son más de 400), es un hecho. Los movimientos políticos y administrativos de los últimos meses no dejan de tener un agridulce sabor a Rif: desde el baile del presidente de la región Tánger-Tetuán-Alhucemas, Ilyas El Omari, al frente del PAM (“dimito pero luego vuelvo”) a los reajustes de gobierno (previa la expulsión a patadas del secretario del Istiqlal, Hamid Chabat), pero sobre todo son los ceses, con impulso soberano, de altos cargos y responsables del gobierno y la administración marroquí, primero por sus actuaciones en Alhucemas y luego en el resto de Marruecos, los que han conmocionado el país. Que el Rif se ha convertido, por los clamorosos fallos del aparato majzení, en el gran problema del reinado de Mohamed VI pese a los gestos que el soberano ha ido prodigando desde su ascensión del trono a la región, salta a la vista.

Ejerciendo sus prerrogativas, Mohamed VI originó un “seísmo” político de alta magnitud cesando a finales de octubre a cuatro ministros por las disfunciones y retrasos en el desarrollo del Rif, particularmente en el proyecto Manarat al Motawasit (véase Alhucemas, villa faro del Mediterráneo en El Pueblo de Ceuta, de 22 de octubre de 2015) laminando también a antiguos miembros del gobierno y altos cargos de la administración, a los que se les prohibió incluso ostentar “responsabilidades oficiales” en el futuro. Los afectados fueron los ministros de Educación (y exministro de Interior) Mohamed Hassad (Movimiento Popular), Houcine El Ouardi (Sanidad), Mohamed Nabil Benabdelá (Hábitat y Gestión del Territorio), del Partido Popular Socialista (PPS) y el secretario de Estado de Formación Profesional, Larbi Bencheikh, además del director de la Oficina Nacional de Electricidad y Agua Potable (ONEE), Fassi Fihri. La cólera real alcanzó también a los exministros Lahcen Haddad (Turismo), Rachid Belmokhtar (Educación), el ex responsable de Deportes, Lahcen Sekkouri y Hakima El Haité, ex secretaria de Estado de Energía.

Curiosamente el anterior Jefe de Gobierno, Abdelilah Benkirán (Partido de la Justicia y Desarrollo, PJD), salió en apariencia indemne de la crisis, si bien sobre el papel sería corresponsable de la gestión de sus ministros. En su descargo, Benkirán alegó siempre que no tenía ninguna responsabilidad en la gestión del desarrollo de Alhucemas, cuando sabido es que buena parte del fracaso de los proyectos en la histórica región son achacables al desencuentro entre el PAM (Partido de Autenticidad y Modernidad), quien lleva las riendas del descafeinado Consejo Regional (Ilyas El Omari) así como de la municipalidad de Alhucemas (Mohamed Boudra) y un PJD al frente del gobierno que, según parece, no habría facilitado precisamente la transferencia de fondos e inversiones para el Rif.

Como bien saben los sismólogos, los terremotos tienden a replicar. Si esto ocurre en la naturaleza, en los arcanos de la alta política marroquí no deja de pasar algo parecido. Tras la audiencia real del pasado 11 de diciembre con el presidente de la Corte de Cuentas, el tecnócrata Driss Jettou y el titular de Interior, Abdelouatif Laftit, en su papel de monarca ejecutivo Mohamed VI volvió a mover ficha con una réplica sísmico-política que descabezó a una significativa parte de los cuadros y altos mandos del ministerio de Interior, responsables de la administración en zonas que han sufrido manifestaciones al estilo del “Hirak” rifeño ante graves problemas sociales, notablemente falta de equipamientos y penosa gestión de un recurso escaso como es el agua. Más de 200 agentes de la autoridad han sido sancionados, entre ellos un conocido wali, Abdelfettah Lebjoui y seis gobernadores (Jamal Samti, de Uazzan, Abdelghani Samudi, de Zagora, Saleb Ben Ytto, de Uarzazat, Mustafa Draiss, de Sidi Bennur…), que serán sometidos a consejos de disciplina. Entre los purgados sin contemplaciones se encontrarían también 26 pachás, 122 caídes y 17 jalifas. Ceses que han hecho temblar los cimientos del poderoso ministerio de Interior.

En ambas medidas reales de saneamiento administrativo, llama poderosamente la atención de observadores y analistas que aún no haya sido cesado uno de los mayores responsables del fracaso en la gestión integral del dossier del Rif (desde la gestión de recursos a la dura represión), el influyente y poderoso wali de la región Tánger-Tetuán-Alhucemas, el sinuoso Mohamed El Yacoubi, gran experto en la plantación de árboles en perímetros urbanos (que por cierto no guardan la mínima distancia reglamentaria entre sí) y del que según se dice compagina hábilmente sus responsabilidades políticas con el interés por determinados negocios de índole particular. Según diferentes rumores, contrastados por CORREO DIPLOMÁTICO, Yacoubi ya debería de haber sido cesado en al menos dos ocasiones (la primera vez el pasado 24 de mayo), pero su segundo matrimonio con una hermana del tesorero del rey podría haberle blindado, al menos por el momento, ralentizando una sonora despedida que es solo ya cuestión de tiempo.

Lo adelanté hace años y persisto en ello. Sostenella y no enmendalla: parece que está llegando la hora de “matar” al Majzén para salvar la monarquía. No hay otra.

Si Mohamed V, abuelo del actual rey, fue el sultán (luego monarca) de la Independencia y Hassán II fue el rey de la “integridad territorial”, a Mohamed VI el título que más le cuadra y que se estaría ganando a pulso sería el de rey de las reformas. “Chuia chuia” o a la rifeña, “chuite”. Despacito; suavecito. Que el país podría estar implosionando.

Está también por ver el papel que, entre bambalinas y desde los tiempos del Movimiento del 20 de febrero de 2011 (M-20F) estaría desempeñando en los actuales acontecimientos el primo del rey, Mulay Hicham el príncipe “rojo”, en una trama al más alto nivel de la que en una primera mirada solo se percibe, como en los icebergs, la parte que sobresale encima del agua.

Que Alá-Dios bendiga Marruecos.

Haya salud.

Visto.


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