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Carta a un compañero preocupado del encierro en los territorios

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 11.01.18

Vuelve a casa y deja de volar buscando trincheras.
Te espera el amor y la vida, pero no el amor propietario, sino el pedazo de especie que eres de tu madre, que es más que territorio y no te encierra. Sale con ella a armar una huerta fuera de su casa. No me refiero a tu madre, sino a todas las madres y a toda la juventud que se desarraiga buscando el vellocino de oro que siembra el sistema.

En todas partes existe el conformismo como el inconformismo.

Sobre territorios o localidades no existe en concepto de encierro, a menos que lo veas así, como geografía. Veamos mejor como localidad, donde tú naces y luego por distintas razones te transformas en un explorador del espacio que llevan a la luna a vivir sin respeto al suelo o árboles que te vieron nacer.

Pareciera que ves las cosas desde arriba y no desde tus ojos, tu cuerpo y tu sensibilidad, y eso es resultado de la visión teórica de las cosas que nos lleva a “comprender”, caramba con la palabreja, se parece a concientización, que son los contenidos de las inyecciones ideológicas que nos meten para hacernos caminar para este lado o el otro.
La mirada por arriba y que además ve los recortes administrativos establecidos por el poder en regiones, municipios, barrios, etc, es la mirada vertical que requiere el poder, por ejemplo cuando los reyes mandan a los recaudadores de impuestos, dividen los territorios.

Es claro que debemos mirar así si nuestro objetivo fuese el poder, socialista, alternativo, popular, como lo quieran llamar, como en Venezuela, pero si no es el poder, queda de lado la altura y la verticalidad. Parece que entendiésemos las contradicciones entre buenos y malos y que la pugna debe ser dirimida por los buenos, caramba. Y cómo he sido seleccionado para estar entre los buenos? Ahí hay mucho que discutir.

Pienso que la mirada debe hacerse desde la gente, desde los cuerpos y desde los corazones, como aprieta el zapato y como hago mis relaciones humanas, sociales, afectivas y sexuales con quienes andan por ahí. Si vivo tras una mujer que quiero que sea mi pareja y delicadamente ser el propietario de ella y hablemos de golpeas, dime si sabes cuantas parejas porciento dan y reciben golpes de hegemonía, propiedad y poder dentro de eso? Y ahora dime si es necesario organizarse en parejas o no?

Es claro que los políticos que entienden por política la pugna y la guerra por el poder, no están ni ahí si el guerrillero golpea a la que define como “su” mujer. Caramba, que bien, bella discusión sobre caminos del cambio.

Hay que cambiar, no apoderarse del poder ni hacer otro.
Para cambiar debes empezar contigo mismo, con tu cuerpo y las relaciones de todo tipo en tu casa, familia y barrio, pues si no puedes hacer eso, deja la política y ve a trabajar de cura.

Conversemos primero de eso y luego seguimos, no jugaré tu juego de irnos mentalmente a ver la superestructura, pues eso lo transmiten los partidos que van a dirigir al pueblo desde arriba, claro, desde los sillones, desde los púlpitos.

No gracias, prefiero el cambio real. No me preocupo mucho del “encierro” en el territorio que bien sabes lo hacen los del poder popular comunitario, como le pusieron. No me dejo llevar por las líneas políticas que promueven esos cambios revolucionarios mediante ejércitos profesionales de militantes dirigidos por jefes que luego venden todo, incluso los cuerpos y sentimientos de los combatientes, lo que no es más que parte de los juegos de disputa del poder.

Vuelve a casa y deja de volar buscando trincheras.
Te espera el amor y la vida, pero no el amor propietario, sino el pedazo de especie que eres de tu madre, que es más que territorio y no te encierra. Sale con ella a armar una huerta fuera de su casa. No me refiero a tu madre, sino a todas las madres y a toda la juventud que se desarraiga buscando el vellocino de oro que siembra el sistema.

Abrazos, querido compa.


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