La idea de Pangal es cambiarse a más tardar en mayo y tiene un plan diseñado para que la casa sea completamente autosuficiente. “Si queda la embarrada, quiero ser cien por ciento sustentable e independiente”.
El lector no puede dejar pasar la idea de “si queda la embarrada”, que refleja conciencia del nivel de destrucción al que están llevando el planeta. Podemos imaginar la cantidad de alimentos que se podría producir en los cerros de Valparaíso y la utilización y reciclaje de recursos, en caso de esa “embarrada”, que pueden ser incendios enormes, terremotos o diferentes manifestaciones de la crisis económica y climática.
La familia Astorga es conocida por su lucha para proteger el Cajón del Maipo. A mediados de los 90 se convirtieron en uno de los protagonistas de la “guerra del gaseoducto” y en los últimos años han sido parte del movimiento que se opone al proyecto hidroeléctrico Alto Maipo.
La odisea sustentable de Pangal
Autor: Javiera Sánchez B.
La Tercera
Hace dos años que el ex chico reality y deportista decidió construir su propia casa con barro, neumáticos y fierros reciclados.
La odisea sustentable de Pangal
La familia Astorga es conocida por su lucha para proteger el Cajón del Maipo. A mediados de los 90 se convirtieron en uno de los protagonistas de la “guerra del gaseoducto” y en los últimos años han sido parte del movimiento que se opone al proyecto hidroeléctrico Alto Maipo.
Están instalados al fondo de la Cascada de las ánimas -por el sector de San Alfonso- y tras un puente colgante resguardado por una gran reja comienzan las 3.500 hectáreas familiares por las que han pasado siete generaciones. A los pies del cerro están repartidas las casas de tías, tíos, hermanos y primos. Entre ellas, la de Pangal Andrade Astorga, el ex chico reality que ganó Año 0, participó en el programa La odisea, junto con su tío Ricardo Astorga y es un experimentado kayakista, también conocido porque ha sido pareja con Raquel –Kel- Calderón.
Foto: Marcelo Segura
Foto: Marcelo Segura
En su familia le inculcaron el respeto y cuidado de la naturaleza desde niño. “Siempre le he dicho a mi mamá que es la culpable de que sea tan apasionado y sufra tanto por la Tierra y la destrucción que estamos viendo. Sufro mucho con todo lo que está pasando”, explica Pangal.
Para él la sustentabilidad significa vivir en armonía con el medioambiente y darle una mano a la Tierra. “La gente tira basura y uno lo reutiliza, sacas la contaminación y la usas para construir. Si todos tuviéramos esa lógica no existiría la basura”, remarca Pangal, y, agrega que “es como dejar tu huella verde, aportar algo aunque sea un granito de arena”.
Por eso, decidió que cuando se fuera de la casa de la familia sería a una edificación en esos mismos terrenos, sustentable y diseñada por su padre, Sergio Andrade, artista y artesano, conocido en la zona por sus peculiares diseños con movimiento, como la Casa Bosque, que es la más icónica de todas, y actualmente un centro de eventos, o Casa Chocolate, lugar donde venden sus muebles.
Una de las primeras construcciones que realizó fue la casa donde crecieron sus hijos, que tiene ya 37 años. Recién casado con María Liliana Astorga, y sin mucho presupuesto, tuvo que ingeniárselas para encontrar materiales baratos. Y se le ocurrió usar botellas y neumáticos para la estructura, en una época en la que, recuerda Sergio, no se hablaba de reciclaje. Poco a poco fue recolectando y subiendo los materiales al cerro con la ayuda de una mula y una yegua percherona. Se demoró ocho años en terminarla.
Lo que partió como necesidad terminó siendo una manera de construir a partir de los desechos de otros. La misma fórmula que ahora está usando su hijo Pangal, quien le pidió ayuda para empezar la suya. Tras varias discusiones sobre lo que quería, Sergio le dibujó con su bastón de montañismo un plano directamente en el cerro respetando la curvatura natural del cerro, cuenta con una mezcla de admiración y orgullo Pangal. “Me dan el tema y yo pongo la música. El diseño es lo que menos me cuesta, la gracia es llevarlo a la realidad”, explica el constructor.
De los cimientos al techo
Hace dos años que el joven se puso manos a la obra y terminó de techar el mes pasado. Trabaja de lunes a viernes, de ocho de la mañana a seis y media de la tarde, tal como muestra en sus redes sociales. Una vez finalizada la jornada, en estos días de verano deja la obra para ir a andar en kayak o a hacer alguna otra actividad al aire libre. Sin embargo, la construcción no avanza todo lo rápido que quisiera: ha tenido que parar en algunas ocasiones por falta de presupuesto, y como al terreno familiar no se puede acceder directamente en auto, hay que acarrear los materiales a pie o en su moto 4 x 4.
Foto: Marcelo Segura
Foto: Marcelo Segura
En las faenas trabaja junto a cuatro obreros. “Estudié construcción en el Duoc, pero no aprendí nada. Todo lo que sé es por mi papá”, y añade que desde pequeño se ha dedicado a ayudarlo en sus construcciones. Como es una figura conocida, algunas marcas le han ofrecido productos sustentables a cambio de visibilidad e incluso ha recibido apoyo de seguidores, como la esposa del dueño de una recauchadora que le ofreció cuatro mil forros de neumáticos en desuso para la construcción.
El primer paso fue hacer zonas planas en la ladera, sacar la tierra, poner neumáticos y rellenarlos. Lo importante es clavarlos para que no se desarme la estructura. Una vez lista esa etapa siguieron los muros que sujetaron con estructuras de metal y troncos reciclados y están rellenos con botellas de vidrio y plástico. El espacio con aire en su interior permite aislar y regular la temperatura. Por otra parte, casi toda la madera de la obra ha sido sacada del río y el fierro es de segunda mano. El techo está hecho por capas, la primera de cartón, que cumple la misma función de las botellas, luego barro, una malla y luego otro producto aislante, que finalmente se cubre con una capa de estuco pintado de 10 centímetros de grosor.
Así han levantado los cuatro pisos de la casa. En el primero hay una habitación para –cómo no- ver televisión. En el segundo está la cocina, elliving y el comedor. Más arriba está la pieza de Pangal, su closet, baño y su pasillo de la fama donde estarán enmarcadas las mejores fotos de competencias y medallas deportivas. En el cuarto piso tiene proyectado hacer una torre con una habitación independiente y un quincho para 100 personas donde además quiere poner una cama para poder acostarse a ver las estrellas.
La idea de Pangal es cambiarse a más tardar en mayo y tiene un plan diseñado para que la casa sea completamente autosuficiente. “Si queda la embarrada, quiero ser cien por ciento sustentable e independiente”, dice él.
El agua que va a usar vendrá directamente de la vertiente. En un inicio dependerá del balón de gas para cocinar y calentar el agua, pero planea construir un compost de donde sacará el gas por medio de la descomposición de los vegetales y está intentando conseguir una empresa que le instale un sistema de paneles solares que le provea la electricidad o bien poner una pequeña turbina de agua o molino para obtener energía eólica. El desagüe será por medio de drenes, un sistema a través del cual los desechos llegan al dren, el que alimenta a los árboles plantados. Para que funcione debe usar sólo productos biodegradables y se le pueden poner ciertos químicos o lombrices a los desechos para que se conviertan en compost.
También construirá un invernadero y su propio huerto para cocinar. Para los muebles está negociando con un par de jóvenes que tienen un emprendimiento de confección de muebles con madera y pallets usados.
Por el momento, la casa está pensada para disfrutarla con sus amigos, pero explica que si decide formar una familia, se puede ir agrandando y adaptando. Lo que sí está claro es que Pangal quiere quedarse en esa zona de la precordillera y sabe que su permanencia ahí depende exclusivamente de la existencia del río. “Sin él creo que no podría vivir acá porque es lo que le da vida. Es el último pulmón que le queda a Santiago y lo están matando”, lamenta Pangal, haciéndole honor a la tradición de activismo familiar.