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Matices diferenciales entre elecciones y organización

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 03.02.18

Es una contradicción que este modelo del pensamiento neoliberal, que atrae gente de todo el mundo debido a su éxito económico, puede gobernarse con una mínima parte de la población, habiendo cansado a la mayoría que no es un 51% sino que se mueve entre el 60 y 70%.

Matices diferenciales entre elecciones y organización

En Chile la gran mayoría de la población desconfía del parlamento, partidos políticos, elecciones y las instituciones del poder en general, al punto que este país lidera cifras a nivel mundial.

Es una contradicción que este modelo del pensamiento neoliberal, que atrae gente de todo el mundo debido a su éxito económico, puede gobernarse con una mínima parte de la población, habiendo cansado a la mayoría que no es un 51% sino que se mueve entre el 60 y 70%. Es una extraña contradicción, de la cual algunos pícaros políticos, especialmente jóvenes profesionales universitarios constituyen una nueva política que puede continuar lo mismo nacionalizando el cobre para atraer a los izquierdistas, el litio para atraer empresarios, todo eso con discurso vigoroso y pragmático que atrae a quienes hace rato han abandonado la ruta de las urnas, y que poco a poco van “descubriendo” hacia donde van los hijitos de papá tan rebeldes ellos.

Los anarquistas han entendido esta contradicción hace rato y se mantienen lejos del estado y de las instituciones formando colectivos ideológicos que duran lo que los colectivos hippies ya que se trata de grupos de jóvenes y estudiantes desarraigados que tarde o temprano son atraídos por el arraigo sistémico, no han aprendido nada de las comunidades anarquistas de Ukrania (salvo las discutibles tesis de Makno y los plataformistas) ni del campo de Cataluña de los años 30, de allí que no llegan a la población como tampoco llegan los grupos rebeldes que en su acción contestataria que busca formar y organizar cuadros del futuro ejército popular sólo favorecen el trabajo del partido comunista, como lo demuestra el crecimiento electoral de ese partido en barrios como Villa Francia y Población Santiago.

Atraer a la población irreverente y cada vez más distante de las instituciones hacia la disposición contestataria, es traerla a lo mismo por distintos caminos. Eso es claro, pues se trata de una selección contra la corriente, ya que la gente aprendió a ver que por los dos caminos los quieren llevar a tomar el poder y ya han vivido el poder de todos los modos posibles. Y más aún si esos grupos se articulan con partidos estalinistas y andan para arriba y para abajo como matrimonio, como en la asquerosa llamada Central Clasista de Trabajadores que hace todo lo posible para atraer a las organizaciones troskistas que se dejan pololear pero aún no se colocan el vestido de novia.

Ahora que se ha instalado como marco real la abstención y el rechazo a las instituciones, están las condiciones subjetivas para descubrir modos de pensar e interpretar el mundo desde otras relaciones humanas, familiares y sociales en los barrios, asociaciones, centros de trabajo y estudio. No basta el coleto y la construcción de 10 coletos nuevos cada año en la universidad, mientras se van extinguiendo 9, aunque la racionalidad nos diga que el cálculo matemático es progresivo

¿Qué hacemos entonces?
Organizarnos, pero no en coletos, partidos, grupos ideológicos, corrientes de activistas, etc. pues ellos levantan las esperanzas, las ilusiones, las utopías, los proyectos, las tácticas, las estrategias, o sea, son vanguardia, son los apóstoles, los salvadores de la patria, la élite revolucionaria, la que entiende que los demás no son capaces por si mismos y hay que decirles, hay que mostrarles, o sea, no tienen autonomía para crear, imaginar, soñar, construir, no, ellos deben soñar nuestros sueños.

Esa fase hay que superarla. Las universidades que enseñan a que lo aprendido es único y exclusivo y te dan un título cabrón que te pone por encima de la gente, al mismo tiempo enseñan que puedes dirigir a otros desde la vanguardia a condición de que te entregues a los dirigentes y ellos te entregarán gente para que los mandes, por eso permiten que vengan quinientos partidos diferentes a disputar clientela o feligreses o seguidores o hermanos o camaradas o como les llamen.

Eso no es organizarse, sino que se llama el intelectual colectivo, el Yo pensante de varios que no piensan sino que siguen, aplican y obligan a seguir a determinado autor, ideología o paradigma, y por eso no es la antítesis del individualismo predominante, sino su continuación.

La organización que hablamos es la que permite vivir y compartir, y por eso nos apartamos de las formas que reproducen y legitiman el sistema.

Si estamos por el cambio, entonces cambiemos, pero no en los cambios artificiales que nos exige el desarraigo con la ruptura del circuito o flujo de la energía, del newen, que nos exigen romper con el hilo central de la especie, el amor, sino al contrario, hagamos actividades en los espacios de la vida que eviten la fuga de los hijos y fortalezcan la relación madres-hijos, la interacción mujeres-juventud, y el compartir con los vecinos en la gran familia del barrio, por ejemplo una huerta comunitaria junto al reciclaje integral.

Lo demás es por cuenta suya y de la gente que habita o circula sus espacios cotidianos de convivencia. El cambio está al alcance de sus manos, no lo deje pasar por la maravilla intelectual del intercambio verbal revolucionario en medio de la refrescante cerveza que apaga nuestra sed de tanto hablar y de las piteadas de ganja que nos ayudan a volar y evadir este mundo cruel, ya que aunque artificialmente, necesitamos mucha endorfina.

Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com


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