No todos logran salir de su zona de confort. No sienten ni huelen la tormenta; creen que es una agüita pasajera. Pero abajo se está contagiando otro humor.
Llegó la hora
Gustavo Esteva
La Jornada
No todos logran salir de su zona de confort. No sienten ni huelen la tormenta; creen que es una agüita pasajera. Pero abajo se está contagiando otro humor.
El increíble recorrido que ha realizado la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, un recorrido sin precedente por el número y calidad de los encuentros y por realizarse en muchos casos en comunidades que nadie había visitado jamás para un diálogo político, ha sido lo opuesto al acarreo homogéneo de las campañas en curso. En cada lugar ha sido diferente. No hay discursos acartonados, ni de quienes van ni de quienes reciben. No hay patrones de asistencia o de comportamiento. No hay normas. Pero sí hay algunas constantes. Resaltan dos en particular.
La primera, quizá la más notable, es la presencia y participación de las mujeres. Están siempre en lugar prominente y siempre llenas de firmeza y decisión. Saben lo que están haciendo, lo que enfrentan, la radical anomalía de lo que está ocurriendo. Marichuy es símbolo evidente de una decisión política clara, de intención explícita; el recorrido le ha dado plena justificación. Representa una fuerza que sale de las entrañas profundas de la sociedad mexicana, que reconoce al fin la urgencia de la lucha antipatriarcal.
La segunda constante, particularmente impresionante, es el espíritu gozoso y festivo de los encuentros. No ha habido lugar en que no se mencione el horror. Cada evento es una catarata de denuncias del despojo, la violencia, la continua agresión. No se ocultan las emociones correspondientes: la digna rabia, el dolor, el duelo. Pero no hay lugar en que no se manifieste un espíritu alegre, que no sólo se muestra en las modalidades locales, los zanqueros bailando, los payasos, las bandas… Se muestra sobre todo en la gozosa expresión general, llena de coraje entusiasta. Como que todas y todos se dan cuenta de lo que pasa. Que llegó la hora. Y que estamos juntas, juntos, decididos a echarnos para adelante.
Un artículo de Tamara Pearson para Truthout, publicado el 8 de febrero, The Many Ways México Is Trying to Stop an Indigenous Woman Candidate for President (Las mil maneras en que México trata de detener a una mujer indígena candidata a la Presidencia) (http://www.truth-out.org/news/item/ 43459-the-many-ways-mexico-is- trying-to-stop-an-indigenous-woman-candidate-for-president) denuncia con precisión y rigor, para el público estadunidense, los increíbles obstáculos que se han levantado contra la candidatura de Marichuy. Cuenta también, casi con sorpresa, los ingeniosos caminos que han ido encontrando los grupos de apoyo para sortearlos. Racismo, sexismo y clasismo, una brutal discriminación, no sólo se han manifestado en el aparato electoral, las autoridades y los partidos, sino también en ciertas capas de la sociedad que en general disimulaban lo que infortunadamente está aún en su corazón.
La tormenta arrecia, aunque tantos no quieran verla. Desde que se anunció, la zona económica especial del Istmo de Tehuantepec provocó fuerte resistencia. La gente tiene claro lo que significa, de qué manera se intenta arrasar con sus modos de vida, sus tradiciones y sus territorios para beneficio de unos cuantos. Sabe que con el proyecto están las autoridades, las corporaciones y los partidos, todos. AMLO, por ejemplo, la utilizaría para realizar al fin el proyecto de Porfirio Díaz de crear un complemento del canal de Panamá. Y por eso la gente se prepara. Geocomunes y REMA publicaron hace unos meses un espléndido folleto, que está circulando masivamente, producido por el Comité Ixtepecano en Defensa de la Vida y el Territorio, que también organizó el foro sobre el tema celebrado en Ciudad Ixtepec el 19 y 20 de agosto de 2017 (http://geocomunes.org/Analisis_PDF/ Folder%20Istmo%20ZEE.pdf).
Autoridades que carecen de legitimidad y poder político recurren a la fuerza cuando a pesar de todo quieren imponer su voluntad. Lo acabamos de ver en el Istmo. Podrá comprobarse ahí lo que significa la Ley de Seguridad Interior. Consciente de que la zona económica especial del Istmo no puede cristalizar en forma pacífica y democrática, el gobernador Murat solicitó la intervención del Ejército, que las autoridades federales concedieron de inmediato. El Istmo de Tehuantepec se convirtió ya en zona militarizada especial.
No se trata de cualquier zona. Fue la más duramente afectada por los sismos de septiembre. Hace apenas una semana un huracán con vientos hasta de 250 kilómetros por hora desmanteló muchos albergues provisionales de lona. Todo sigue muy mal, declaró una funcionaria de Oxfam México que visitó el lugar. Las condiciones de los habitantes siguen siendo precarias; no han recibido la ayuda que se les prometió. ( Noticias, 8/2/18). Para quienes realizaron la misión de observación, la recuperación puede requerir 10 años.
Para ahondar el despojo sistemático en el área, como en todo el país, para imponer lo que nadie quiere e impedir que con la reconstrucción se regenere el tejido social y se consigan transformaciones políticas profundas, las autoridades no tienen ya más opción que la fuerza. Así toma forma cada vez más clara el carácter de la tormenta en curso.
Llegó la hora del florecimiento de los pueblos se llama la asociación civil que se formó para apoyar la propuesta del CNI. Es cierto. Llegó.
gustavoesteva@gmail.com