Se trata de descolonizar el pensamiento revolucionario de ese eurocentrismo para empezar a pensar como nosotros y no como ellos, para repensar nuestra región
Desde el antipoder, nacerá el nuevo proyecto civilizatorio
Por: Enrique Contreras Ramirez | Miércoles, 07/03/2018 07:41 AM | Versión para imprimir
Aporrea
Hoy día, en América Latina, desde ese proceso dialéctico del poder y anti poder, viene surgiendo un discurso que aunque no es masivo, está colocando en nuestra historia contemporánea un corpus de ideas críticas y sistematizadas, que nos está indicando caminos distintos de organización social y económica diferentes al socialismo y al capitalismo. Se trata de descolonizar el pensamiento revolucionario de ese eurocentrismo para empezar a pensar como nosotros y no como ellos…
Heurísticamente hablando, en ese espacio de encontrar y descubrir, la prensa ha sido siempre un extraordinario instrumento como fuente histórica para la investigación, siempre y cuando como dice el historiador Pierre Vilar, sepamos leer los periódicos, de allí la responsabilidad ética del periodista, pues nos toca describir a diario, independientemente del género periodístico que utilicemos, el acontecer en todos los planos de la sociedad de lo que podamos considerar como información y como noticia.
Lo que es hoy noticia, mañana es historia y es allí en esa historia cuya dialéctica entre el presente-pasado y futuro no puede ser utilizado para “…halagar vanidades y menos para ocultar crímenes. La historia debe expresar lo sucedido, para que las generaciones venideras tomen experiencia y prevengan sus errores.” (HERRERA, L. Francisco. “Los Amos del Valle”.1979. Pp.135-136).
Y en ese encontrar histórico, surgen las “interpretaciones” de una posible realidad en tiempo y espacio que nos permita comprender el presente y ver el futuro con mayores perspectivas en esa búsqueda de mejorar el mundo en que vivimos.
Desde 1808 año en que naciera la “Gaceta de Caracas”, hasta nuestros días, podemos encontrar en los impresos realidades políticas y económicas que procesándolas nos indican la existencia de la lucha de contrarios en lo ideológico, político y social e incluso desde mucho antes, cuando el propio Bolívar como icono de la revuelta por la independencia se insurreccionara frente al poder del Estado Metropolitano Español, no olvidando que nuestros originarios también resistieron heroicamente frente al invasor, es así, como nace en nuestro continente Abya Yala el anti poder frente al poder establecido.
Ese anti poder, a lo largo de nuestra historia ha producido saltos cualitativos en nuestro modo de vida, independientemente que a estas alturas no hayamos podido sacudirnos la enorme carga ideológica y política dejada en nosotros por el eurocentrismo, producto de los procesos colonizadores que hemos tenido y que nuestros modelos de sociedad hasta ahora conocidos han reproducido.
Contradiciendo el pensamiento de nuestro Simón Rodríguez y no tomando en cuenta su gran advertencia, hemos asumido modelos producto de esos procesos colonizadores y sobre esa carga colonizadora, dejada en nosotros por el eurocentrismo, copiamos por ejemplo esa figura jurídica-política tan malévola que se llama ESTADO.
Ese mismo ESTADO, en esta nuestra historia, ha sembrado esas contradicciones que ha originado confrontaciones de valores, valores que contiene en sí mismo la lucha de clases entre los que lo poseen todo y los que no poseen nada y es allí donde el anti poder ha permanecido, se ha anidado y muchas veces ha salido en el momento indicado en busca de esa justicia social y de ese viejo anhelo del hombre llamado libertad.
Un mundo digno no se puede crear por medio del estado, nos afirma Holloway. “Durante la mayor parte del siglo pasado, los esfuerzos para crear un mundo digno de la humanidad se enfocaron en el estado y en la idea de conquistar el poder estatal. Las polémicas principales (entre “reformistas” y “revolucionarios”) eran acerca de cómo conquistar el poder estatal, sea por la vía parlamentaria o por la vía extra-parlamentaria. La historia del siglo XX sugiere que la cuestión de cómo ganar el poder no era tan importante. En ninguno de los casos la conquista del poder estatal logró realizar los cambios que los militantes esperaban. Ni los gobiernos reformistas ni los gobiernos revolucionarios lograron cambiar el mundo de forma radical (…) El hecho de que hubo tantas traiciones sugiere, sin embargo, que el fracaso de los gobiernos radicales, socialistas o comunistas tiene raíces mucho más profundas. La razón por la cual el estado no se puede usar para llevar a cabo un cambio radical en la sociedad es que el estado mismo es una forma de relaciones sociales que está incrustada en la totalidad de las relaciones sociales capitalistas”. (HOLLOWAY. John. “Doce Tesis sobre el Anti- Poder”.).
Y sobre esa figura del ESTADO tan retorcida que históricamente las clases dominantes de ese eurocentrismo colonizador han inventado e impuesto en América Latina, lo que llaman izquierda sigue insistiendo y diciéndole a nuestra gente, que desde ese ESTADO se pueden hacer revoluciones a sabiendas de que lo que se busca es mantener sus privilegios y sus respectivas cuotas de poder. Venezuela es un claro ejemplo de lo que estoy afirmando.
EL ANTI PODER SIEMPRE PRESENTE
Si hacemos una cohorte histórica a manera de ejemplo, en la historia de Venezuela sobre lo que estamos planteando, encontraremos que desde el 23 de enero de 1958 hasta nuestros días, ese anti poder ha tenido persistencia, ha estado presente y ha permitido continuidad en la lucha por la emancipación definitiva de la patria.
Cuando las clases que dominan utilizan ese poder del Estado, para destruir la naturaleza del ser humano, sus aspiraciones de libertad, sus inclinaciones, su condición de clase, su albedrío, su identidad cultural, siempre programan un discurso y una acción para engañar y después de todo, desde ese discurso no se inventa nada a no ser que sean ideas para y como reprimir.
Podemos indicar entonces, que el poder establecido y ejercido a través de ese ESTADO y que hemos conocido hasta ahora, convierte a la humanidad en cosas, en objetos, en mercancías, en esclavos y necesariamente engendra odio. En el marco de esta lógica equivocada han pasado muchos años, se ha escrito una historia, cuyo objetivo es mantener el poder de una minoría sobre la totalidad de un pueblo en las diferentes formas en que se ha manifestado en el espacio-tiempo de la humanidad.
Para el capitalismo, como para el socialismo real y poder subsistir ha fabricado, han construido ese discurso, discurso falaz, tramposo, el mismo sirve para crear leyes a nombre del Estado, que les permita “legalizarse” y “justificarse” en el poder. De ese mismo discurso surgen las contradicciones cuando los pueblos observan que la democracia prometida no se práctica, que la libertad ofrecida no es tal porque se condiciona, que la igualdad social es inexistente, que los derechos humanos se pisotean, que la justicia que tanto proclaman es letra muerte en las constituciones que elaboran, que se persigue, que se encarcela, se tortura, se asesina cuando no se está de acuerdo con tanta ignominia y es en estos escenarios donde el anti poder comienza a tener fuerza y a fabricar revueltas, rebeliones, protestas que poco a poco van indicando el camino a tomar frente al poder, de esto hay muchos ejemplos en nuestra historia, de allí que el poder y los que lo sustentan, tal y como lo conocemos, la historia tarde o temprano siempre les cobrara tanto opresión y abuso de poder, pues esta historia los tiene sentenciados.
La propia intelectualidad europea, tales como Foucault, Toffler, Morin, Chomsky, Dewey, Nietzsche, entre otros, de una crítica fuerte frente al ejercicio del poder, llámese capitalismo o socialismo, son críticas cuestionadoras de ambos modelos que se vienen dando a lo largo de la historia del pensamiento, Noam Chomsky (2007), por Ej. Parafraseando los escritos de John Dewey acerca del tema, nos comenta que el autor, “…choca con las dos corrientes directrices de la vida intelectual y social moderna. Choca, en efecto, con una corriente muy fuerte en su día -recordemos que Dewey escribía sobre ello en los años 20 y 30-, relacionadas con las economías dirigidas de la Europa occidental; esto es, con los sistemas creados por Lenin y Trotsky y convertidos en una monstruosidad aún mayor por Stalin. La segunda corriente la constituye la sociedad capitalista, industrial y estatal, que se estaba construyendo en los Estados Unidos y numerosos países occidentales, en donde el gobierno efectivo lo detenta el poder privado. Estos dos sistemas se asemejan en varios aspectos esenciales, algunos incluidos ideológicos. Los dos fueron –y uno de ellos lo sigue siendo- terriblemente autoritario en sus principios fundamentales; y los dos se oponían radical y enérgicamente a una tercera tradición de pensamiento: la tradición libertaria de izquierdas”. (CHOMSKY, Noam. (2007) “La (des) educación”. Edit. Biblioteca de Bolsillo. España. Pág., 45-46.).
Es así, como toda forma de Estado, se convierte en espacios panópticos, que se reproducen en las estructuras jurídicas, políticas, religiosas, sociales, militares, ideológicas, culturales y económicas de cualquier modelo de sociedad conocido hasta ahora. Su objetivo es dominar, oprimir, controlar, vigilar, castigar, para conservar el poder, e intentar mantenerlo en el tiempo. De los administradores de ese ESTADO, surge el discurso bien estructurado y omnipresente, donde es la razón económica la que prevalece, es la meta suprema, pues se encuentra por encima de lo político y hablan y enaltecen la democracia para poder organizar y conducir la dominación.
Hoy día, en América Latina, desde ese proceso dialéctico del poder y anti poder, viene surgiendo un discurso que aunque no es masivo, está colocando en nuestra historia contemporánea un corpus de ideas críticas y sistematizadas que nos está indicando caminos distintos de organización social y económica diferentes al socialismo y al capitalismo. Se trata de descolonizar el pensamiento revolucionario de ese eurocentrismo para empezar a pensar como nosotros y no como ellos, para repensar nuestra región, para inventar tal y como lo proponía nuestro Simón Rodríguez en la búsqueda de una sociedad sin esas relaciones de poder, impuestas por los modelos de sociedad conocidos hasta ahora y que desde abajo surjan nuevas formas de vernos realmente como latinoamericanos.
Es por eso que afirmamos, que en esa lucha de contrarios del poder y antipoder, más temprano que tarde surgirá el nuevo proyecto civilizatorio, inspirado en los ideales de los que lo dieron todo por ver nuestra América emancipada.