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Bolivia: El mundo permisible del Mas

Raúl Prada Alcoreza :: 17.03.18

Los humanos se sorprenden de lo que acaece, de los efectos incontrolados e inesperados de sus acciones. Es más, las instituciones, que congregan conjuntos de prácticas, actividades y acciones rutinarias, que pretenden controlar por la canalización de las energías sociales, también se sorprenden de los efectos de masa que se desatan en la sociedad.
El gobierno boliviano favorece la coca excedentaria del Chapare para la industrialización de cocaina, desmereciendo la coca ancestral de Yungas, sin medir lo que se está echando encima, pues cree que la realidad funciona según su ideología, por eso hizo ocupa la sede de los cocaleros tradicionales y levanta una vez más una organización paralela para hacer creer que los cocaleros los apoyan.

Publicado el: 16 marzo, 2018
El mundo permisible del MAS
Raúl Prada Alcoreza

Empujados por brisas y vientos de impulsos, que desconocen y no controlan o, mas bien, generadores de estas brisas, de estos vientos y hasta huracanes de impulsos, por sus múltiples y plurales intervenciones singulares, que al acumularse contingentemente desatan tormentas incontrolables e inesperadas, los humanos se sorprenden de lo que acaece, de los efectos incontrolados e inesperados de sus acciones. Es más, las instituciones, que congregan conjuntos de prácticas, actividades y acciones rutinarias, que pretenden controlar por la canalización de las energías sociales, también se sorprenden de los efectos de masa que se desatan en la sociedad. Ciertamente el Estado tiene como objetivos definidos, medios adecuados para alcanzar esos fines, instrumentos normativos y políticos para coadyuvar en su ejecución, tecnologías de poder para lograrlo, empero, tampoco la fabulosa máquina abstracta del poder, afincada en las máquinas y agenciamientos concretos de poder, puede controlar los efectos de la aplicación de sus propias políticas. ¿Por qué ocurre esto?

La respuesta que dimos a esta pregunta apuntó a la complejidad, sinónimo de realidad, a las dinámicas de la complejidad, es decir, a los múltiples planos y espesores de intensidad articulados e integrados que componen y combinan composiciones en constante devenir. Nadie ni nada controla ni puede controlar la complejidad, en otras palabras, la pluralidad innumerable de las variables intervinientes. Si bien es esta una pretensión, es un a pretensión imposible de viabilizarse. Respecto a los aparatos, instrumentos y máquinas de las sociedades humanas, el mundo efectivo las desborda, de tal manera, que a ojos humanos resultan como contingencias abrumadoras que desvían los efectos, alejando los resultados de los objetivos buscados. Sin embargo, los efectos de las acciones humanas responden a sincronizaciones complejas planetarias. Lo que pasa es que se desconoce los complejos funcionamientos de la integralidad de los ciclos vitales. Sin embargo, nadie podría sustituir ni controlar la sincronización compleja de las dinámicas ecológicas, donde se encuentran las dinámicas complejas sociales.

De lo que se trata, obviamente, no es de controlar esta sincronización, sino reinsertarse coherentemente a los ciclos vitales planetarios . Empero, mientras no ocurra esto, las sociedades humanas se encontrarán con efectos masivos desatados, no controlados ni esperados, hasta incluso, muchas veces inexplicados. Lo que asombra, en todo caso, es la persistencia en lo mismo, la recurrencia a lo mismo, a las mismas prácticas y pretensiones, a pesar de los repetidos fracasos en lograr no solo las finalidades perseguidas sino el control de los procesos mismos. Esta tenacidad no parece coherente, pues choca, por así decirlo, con la pared de la realidad. Entonces, la segunda pregunta es: ¿A qué se debe esta persistencia en lo mismo, en vez de cambiar los métodos, los objetivos, las estrategias y los instrumentos?

La otra respuesta, a la segunda pregunta, apuntó a la ideología, es decir, a las prácticas de fetichización que envuelven a las sociedades humanas. Fetichización de las instituciones, fetichización del Estado, fetichización del capital, por lo tanto, de la mercancía, fetichización de los símbolos, así como de los signos, fetichización de las ideas, fetichización de las teorías; es decir, encantamiento de todas las producciones humanas. La ideología, en todas sus formas y profusiones, en todos sus estilos y formaciones discursivas, sustituye a la realidad efectiva por las narrativas ideológicas. En consecuencia, los humanos actúan y efectúan sus prácticas dentro de los ámbitos ideológicos, como si la realidad efectiva se circunscribiera en esos límites, los que la ideología otorga.

También hemos hablando de cómo se da, paradójicamente, la restricción de la sociedad humana, su repliegue sobre sí misma, aunque tesis de la historia digan lo contrario, repitiendo en los contextos sociales lo que las tesis de la evolución interpretaron para la biología. Las sociedades modernas al cerrarse ante la complejidad, sinónimo de realidad, la acotaron a sus entornos controlados; es más, al situarse en el centro ilusorio de la evolución o convertirse en el eje del mentado desarrollo, se encerraron en un mundo dominado por el hombre, sin entender que este mundo es apenas una parte vulnerable del mundo efectivo. El hombre, perfil dominante de las sociedades modernas, no se dio cuenta o no quiso entender que sus acciones en el mundo dominado generaban efectos incontrolables en el mundo efectivo, sobre todo, en el planeta. Como su ciencia, sobre todo, la relativa a las ciencias sociales y humanas, se clausuró para comprender el mundo efectivo al cual nunca ha dejado de pertenecer, no se encontraba en condiciones de corregir los errores de información y de interpretación, tampoco, por lo tanto, los errores prácticos del funcionamiento del conjunto de sus instituciones, respecto a dinámicas complejas de la constelación de las sociedades orgánicas. El error se convirtió en drama, después en tragedia, cuando elevó a filosofía su pretensión; el enunciado que expresa elocuentemente esto es el de la dominación del hombre sobre la naturaleza, incluso, en algunas versiones concebidas como el destino del hombre.

En el mismo sentido, propusimos hipótesis sobre el funcionamiento de la ideología en las sociedades humanas. Partimos de la tesis de Arthur Schopenhauer de que el mundo es tomado como representación, es decir, que las sociedades se sitúan en el mundo de las representaciones, disociandose del mundo efectivo. De esta tesis pasamos a la crítica de la economía política del fetichismo, no solo de la mercancía, sugiriendo una economía política generalizada. Después pasamos a describir y analizar algunos casos concretos donde se puede observar la incidencia de la ideología en las llamadas revoluciones de la historia política de la modernidad. Estos casos nos develaron lo que denominamos las paradojas de la revolución . Una de las conclusiones de estos análisis fue que la ideología revolucionaria sustituye al proceso efectivo histórico-político en el que se encuentra la revolución como acontecimiento. Los revolucionarios actúan de acuerdo a la ideología y no en correspondencia con las dinámicas inherentes al acontecimiento político.

Hemos reconocido que estas interpretaciones son generales, que se requiere de interpretaciones más detalladas, minuciosas, singulares, que respondan a situaciones singulares, específicas y diferenciadas. Por eso tratamos de adentrarnos a los funcionamientos de las máquinas de poder, las máquinas económicas, las máquinas políticas, las máquinas de guerra, las máquinas del chantaje, en contextos específicos y coyunturas concretas. Sabemos que toda esta hermenéutica operativa es hipotética, que se requiere de investigaciones en profundidad, de casos, comparativas e históricas. Sin embargo, en espera de estas investigaciones no se puede detener las interpretaciones prospectivas y auscultadoras. En todo caso, es el procedimiento de adelantar hipótesis que serán contrastadas por las investigaciones.

Conflicto coca tradicional-coca excedentaria

En consecuencia, siguiendo los decursos nuestras interpretaciones, ahora vamos a intentar interpretar el conflicto sintomático entre los productores de la hoja de coca de los Yungas y los productores de la hoja de coca del Chapare; la primera coca está catalogada como “tradicional”, en tanto que la segunda está catalogada de “excedentaria”. La última ley sobre la coca que promulgó el “gobierno progresista” favorece al Chapare y reduce a los Yungas, en lo que respecta a la proyección de las cuotas o espacios de cultivo de la hoja de coca, teniendo en cuenta la expansión definida por el gobierno hasta las 22 mil hectáreas. Los productores de coca de los Yungas ya hicieron anteriormente sendas movilizaciones en defensa de la coca tradicional, increpando a la coca excedentaria, que, según su calificación, debe transitar hacia su desaparición sustituyéndose por el cultivo de otros bienes. Sin embargo, lejos de ocurrir esto, el “gobierno progresista” ha incentivado la producción y la expansión del cultivo de la hoja de coca excedentaria. El conflicto ha llegado a mayores con la intervención gubernamental a las instalaciones de ADEPCOCA. ADEPCOCA fue tomada; el dirigente de la institución, Franclin Gutiérrez acusa al gobierno de promover intervención. Como es de costumbre gubernamental, se ha conformado un organismo paralelo, para sustituir a ADEPCOCA y expulsar a la dirigencia que enfrenta al gobierno y a su ley de la coca. Según la noticia difundida surge paralelismo en la Asociación Departamental de Productores de Coca (ADEPCOCA) de los Yungas de La Paz. Las oficinas de esta entidad fueron tomadas físicamente este lunes por miembros de un Comité Ad Hoc, que se atribuye la representatividad de esta organización. Entretanto, en la otra vereda, el dirigente Franclin Gutiérrez aseguró que sigue como presidente de ADEPCOCA y denunció que el Gobierno está detrás de la toma de la institución. El problema surgió el sábado en la Asamblea de ADEPCOCA que se realizó en Coripata. En el evento, Gutiérrez presentó su informe y fue ratificado por aclamación como presidente de la Asociación. Sin embargo, dirigentes vinculados al Consejo de Federaciones Campesinas de los Yungas (COFECAY), acusada de favorecer al Gobierno, se subieron a la tarima y cuestionaron el informe económico de Gutiérrez y proclamaron al Comité Ad Hoc, encargado de llamar a elecciones. El Comité Ad Hoc había advertido que tomaría la sede de ADEPCOCA y este lunes al medio día cumplió su palabra. El dirigente del Comité, Édgar Burgoa, aseveró que el informe económico de Gutiérrez no satisfizo a los cocaleros e incluso señaló que hay indicios de corrupción, por lo cual las bases mandaron a que se tome la ADEPCOCA .

¿Qué hay detrás de este conflicto y su reciente desenlace? Si partimos de que la coca para el consumo tradicional requiere no más de 12 mil hectáreas, como establecen las estimaciones de los organismos especializados de Naciones Unidas, entonces, tenemos, por lo menos, 10 mil hectáreas excedentarias. Según estimaciones la extensión de los cultivos alcanza a las 25 mil hectáreas, lo que significa que se tienen 13 mil hectáreas de cultivo excedentarias. Siguiendo otro reporte de noticias, se dice, como haciendo una evaluación que consciente del error cometido por la clase política al buscar la erradicación total (o coca cero), en 2004 el presidente Carlos Mesa aprobó una disposición solo semiilegal que autorizó a cada familia cocalera del Chapare a tener una parcela de coca. Esto sumó alrededor de 3.000 hectáreas a las 12.000 autorizadas en los Yungas de La Paz, que es la región tradicional de producción. Todo esto en los papeles, porque en la realidad había como unas 10.000 hectáreas demás. Finalmente, el Gobierno de Morales preparó un proyecto de ley para que el Chapare tuviera su propia cuota de coca autorizada. La oferta produjo la protesta de los cocaleros de los Yungas, que hasta entonces habían sido los poseedores del monopolio de la coca legal. Estos cocaleros no son dirigidos por Evo Morales. Luego de una semana de fuertes enfrentamientos con la policía en La Paz, el sindicato de los Yungas y el presidente llegaron a un acuerdo. El primero apoyaría la nueva ley y, a cambio, recibiría más hectáreas legales para sí. El acuerdo exigió que Morales mejorara también su oferta a los cocaleros del Chapare, los cuales se llevan muy mal con sus competidores del norte del país. Para que las cuentas cuadren, la torta de las hectáreas legales tuvo que incrementarse, de las 20.000 que el Gobierno pensaba aprobar inicialmente, a 22.000, que se dividieron así: 14.300 para los Yungas y 7.700 para el Chapare. Múltiples expresiones de indignación por la aprobación de esta ley se han publicado durante los últimos días en la prensa y las redes sociales bolivianas. Según se dice en ellas, la ley aumentará el volumen del narcotráfico. El gobierno ha explicado que su norma solo regularizará lo que ya se da en la práctica .

Lo primero que se observa es que el “gobierno progresista” no está dispuesto a disminuir el cultivo de la coca excedentaria, menos a concluirla. Al contrario, se observa que está dispuesto no solo a mantenerla, sino también a incrementarla. Hay que anotar que el problema de la coca excedentaria también atañe a los Yungas, no solo al Chapare; sin hablar de otras zonas donde se cultiva coca excedentaria, con la excepción de los Yungas de Vandiola, que es donde se cultiva coca desde antes incluso que se lo hacía en los Yungas. ¿Qué es lo que empuja al gobierno hacer esto, a tomar esta opción, a arriesgar políticas en torno a la coca que van a ser observadas por los organismos internacionales pertinentes? No es un secreto, todo el mundo lo sabe, que la coca excedentaria está destinada a la “industrialización” de la coca como cocaína; aunque el gobierno se haga al desentendido, también la Federación Campesina del Trópico de Cochabamba. ¿Entonces, es la economía política de la cocaína la que impide que el gobierno cumpla con los convenios internacionales respecto al cultivo de la hoja de coca? Lo que equivaldría a decir que la economía política de la cocaína juega cada vez un papel de mayor incidencia en el conjunto de la economía nacional, fuera de comprometer a la propia institucionalidad del Estado.

Esta reacción y esta estrategia de conformar organizaciones paralelas afines al gobierno nos ha llevado a escribir un texto irónico: El mundo paralelo del MAS . Dijimos en el texto que parece ciencia ficción, pero no es, deberíamos llamarla política ficción. Afligido por los conflictos sociales, que, obviamente no los entiende, desde la ideología estrecha de un populismo trasnochado, el Movimiento al Socialismo (MAS), partido de gobierno, no solamente ha atinado a recurrir a la invención política de la realidad, sino para darle como cuerpo, aunque sea un cuerpo insostenible y no vital, conformar desesperadamente organizaciones sociales paralelas. Cree que, con esto, eso de crear un mundo paralelo, mundo que pertenece al mundo de las representaciones, muy lejos del mundo efectivo, puede escapar como el avestruz, que oculta su cabeza en un hueco ante el peligro, para no mirar. Sea o no sea adecuada esta interpretación de la conducta del avestruz, que se ha hecho común, lo cierto es que, en el MAS, que no es un avestruz, es una conducta constatada. La actitud de refugiarse en el mundo paralelo se ha vuelto compulsiva; ahora le toca a ADEPCOCA. Ya se ha visto que las organizaciones paralelas son apócrifas, que no representan a nadie, salvo al propio gobierno. Con esta actitud no se resuelve el problema en cuestión, puesto en mesa por la interpelación de los movimientos y organizaciones sociales demandantes. El problema persiste, en el mejor de los casos, a ojos oficiales, se hace latente. Tarde o temprano va a volver a reaparecer con mayor intensidad. La problemática de la hoja de coca excedentaria es patente e ineludible. Lo que hace el gobierno, en todo caso, es diferir el tratamiento, a no ser que crea que puede lograr su preservación indefinida, además de la ampliación de la frontera agrícola de la coca. Lo segundo tiene un costo social, político, cultural y ecológico muy grande. Lo primero es una astucia, si se quiere, criolla, de alas cortas; no puede prolongarse muy lejos.

Independiente de cualquier consideración moral, es más, en contra de la doble moral de los organismos internacionales especializados y las agencias de interdicción, también de los gobiernos y Estados, la economía política de la cocaína, siendo una de las economías políticas del chantaje, de lo que hemos llamado el lado oscuro de la economía, no es, obviamente, sustentable ni sostenible . Es un fenómeno económico en plena crisis de la economía-mundo, evolucionado o involucionado, al capitalismo financiero y especulativo; se trata de redes y circuitos de corto o de mediano alcance. Sus estructuras y sus articulaciones en el sistema-mundo no pueden sostener un largo plazo. Mientras tanto, la apropiación del excedente mediante los tráficos, que logran una alta rentabilidad de las inversiones, a costa de la descohesión social, la corrosión institucional y el derrumbe ético-moral, cobra su espeluznante población de víctimas y muertos, de comunidades destruidas y de sociedades devastadas. En todo caso la burguesía de la economía política de la cocaína es una minoría privilegiada, asentada en la cúspide de una pirámide jerárquica, donde la mayoría de los ilusos incorporados padecen la tragedia de los tráficos; la base amplia, que aporta el pellejo o muere o es encarcelada.

En este caso, el de la problemática de la coca excedentaria, los involucrados, las organizaciones, instituciones, gobiernos involucrados, desatan efectos de masa que no controlan. Es posible que los estrategas de semejante involucramiento crean que pueden hacerlo, que pueden controlar las máquinas de la economía política del chantaje, sobre todo, los efectos que desencadenan; esta creencia es una sobrevaloración de lo que son, de lo que hacen, de lo que pueden. Están afectados por las burbujas de poder, han perdido el sentido de realidad. Las contingencias de esta economía política de la cocaína son desbordantes y despiadadas. Se trata de una guerra declarada; no hablamos solo de la pantomima de los gobiernos y organismos internacionales que declararon la “guerra al narcotráfico”; sino de la guerra de los Cárteles a la misma sociedad. No exactamente al Estado, pues lo atraviesan y lo utilizan de distintas maneras. La estrategia del terror empleada por los Cárteles habla fehacientemente de ello.

La toma gubernamental, mediante los dispositivos organizacionales afines, parece mostrarnos que el “gobierno progresista” ha escogido el camino peligroso de preservar esta economía política del chantaje, cuyo núcleo orgánico es la economía política de la cocaína, creyendo que puede controlar las máquinas económicas y las máquinas de guerra del lado oscuro de la economía. Nada menos sensato. En este caso, lo que le queda es moverse conmovedoramente en la espiral de violencia, que antecede y que sobreviene.

Hablando de límites, hay un punto que se cruza, a partir del cual ya no se puede retroceder, todo es irreversible. ¿Ya lo ha cruzado el gobierno? ¿Recién lo va a cruzar? Es algo que no podemos saber a ciencia cierta. Si es lo primero, no hay donde perderse; o la sociedad asume la declaración de guerra y se defiende, o se queda atrapada en una suerte de inanición, asombrada por lo que ocurre, inhibida, peor aún aterrorizada. En este caso, lo que viene es la experiencia de la desolación más funesta y vacía. Si es lo segundo, la sociedad puede movilizarse para hacer retroceder al gobierno en toda la política económica comprometida con el lado oscuro de la economía.

Puntualizaciones

Amerita hacer algunas puntualizaciones. La primera; no es un tipo de gobierno o de forma de gubernamentalidad, por ejemplo, el populista o la clientelar, la que está asociada a la economía política del chantaje y al lado oscuro del poder; son todos los gobiernos, todas las formas de gubernamentalidad, salvo las excepciones que confirman la regla. En relación a la economía política del chantaje no se distingue si se trata de un gobierno de “izquierda” o de “derecha”; ambas modalidades de gobierno están atravesadas por las redes, circuitos y estructuras de la economía política del chantaje.

La segunda, la economía política del chantaje es parte importante de la economía-mundo capitalista, aunque no sea del todo visible; precisamente el lado oscuro de la economía se complementa con el lado luminoso de la economía. En consecuencia, si las sociedades y los pueblos se plantean y proponen liberarse del lado oscuro de la economía, también tendrían que hacerlo del lado luminoso de la economía.

La tercera, la economía política de la cocaína no solo se explica por las inestimables rentabilidades que otorgan los tráficos “ilícitos”, sino por las características del capitalismo financiero y especulativo, dominante en la etapa de clausura del ciclo largo capitalista vigente. La apropiación del excedente que deja la sobreproducción del sistema-mundo capitalista, que ingresa, desde la década de los setenta del siglo pasado, a la crisis de sobreproducción, se realiza mediante manipulaciones financieras, que difieren la crisis de sobreproducción, convirtiéndola en crisis intermitentes diferidas financieras. Los tráficos son los negocios más rentables del mundo precisamente porque son los mecanismos perversos de la apropiación del excedente.

En Sud América los cultivos excedentarios de la hoja de coca se han venido expandiendo en la medida que el lado oscuro del poder y el lado oscuro de la economía han venido cobrando importancia, incidiendo con mayor determinación en el lado luminoso del poder y en el lado luminoso de la economía. Hay pues una correlación entre la expansión de los tráficos “ilícitos” y la expansión de la frontera agrícola de la coca excedentaria. En la medida que esta economía, la del chantaje y la de la cocaína, adquiere mayor peso, los gobiernos, del tipo que sean, caen en el campo gravitatorio de las formas paralelas del poder y de las formas perversas de apropiación del excedente.

El conflicto Yungas-Chapare es, en gran parte un conflicto entre los cultivadores de la hoja de coca “tradicional” y los cultivadores de la hoja de coca “excedentaria” y su “industrialización”. ADEPCOCA es una institución legal fundada el 20 de julio de 1983, con el objetivo de concentrar a todos los productores de coca de la región de los Yungas de La Paz, además de defender la producción de “coca originaria, ancestral y tradicional”. De acuerdo a sus estatutos, su misión es defender y proteger la producción de “coca originaria, ancestral y tradicional” de los Yungas de La Paz – Bolivia. ADEPCOCA es la Institución legalmente establecida y representativa de los productores de hoja de coca “tradicional”, de las tres provincias del departamento de La Paz: Nor Yungas, Sud Yungas e Inquisivi, constituidos en 13 regionales, los mismos acreditados con carnets de productores legales. Al gobierno le afecta la existencia y presencia de esta institución, pues el solo hecho de su funcionamiento institucional y legal cuestiona las políticas gubernamentales en torno a la coca excedentaria.

El gobierno no solo requiere de organizaciones paralelas para moverse en su mundo paralelo, que, por cierto, es ficticio o mediático, no real, en el sentido de la representación genuina, sino que no soporta instituciones y organizaciones que preservan la hoja de coca “tradicional” para el consumo del acullico u otros usos culturales y medicinales. El gobierno no solo quiere refugiarse en su mundo paralelo, sino que quiere un mundo permisible, un mundo donde pueda moverse sin obstáculos, sin interpelaciones ni cuestionamientos, un mundo donde no escuche demandas sino solo halagos. Este es un mundo de cómplices con lo que se hace.


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