Me siento en la consulta popular. Por algo soy el rey.
La sociedad tarijeña está movilizada contra la exploración y explotación hidrocarburífera que el Gobierno pretende realizar en el área protegida de Tariquía, una hermosa región de 246 mil hectáreas.
El sábado, en un evento en Bermejo, Tarija, el presidente Evo Morales promulgó la ley que permite la exploración de la Reserva Nacional de la Flora y Fauna de Tariquía por parte de Petrobras, en sociedad con YPFB. Las áreas a ser explotadas son Astillero y San Telmo.
El Gobierno aprobó la ley sin realizar una consulta previa a los habitantes de la reserva, pese a que es obligatorio según la CPE y los acuerdos internacionales suscritos por el país, y a las críticas de comunidades indígenas y de activistas ambientalistas.
Imprescindible defensa de Tariquía
Página Siete
viernes, 13 de abril de 2018 · 00:00
La sociedad tarijeña está movilizada contra la exploración y explotación hidrocarburífera que el Gobierno pretende realizar en el área protegida de Tariquía, una hermosa región de 246 mil hectáreas.
El sábado, en un evento en Bermejo, Tarija, el presidente Evo Morales promulgó la ley que permite la exploración de la Reserva Nacional de la Flora y Fauna de Tariquía por parte de Petrobras, en sociedad con YPFB. Las áreas a ser explotadas son Astillero y San Telmo.
El Gobierno aprobó la ley sin realizar una consulta previa a los habitantes de la reserva, pese a que es obligatorio según la CPE y los acuerdos internacionales suscritos por el país, y a las críticas de comunidades indígenas y de activistas ambientalistas.
En los años 80 y 90 creció en Bolivia la conciencia ambientalista. Durante la administración de Jaime Paz, por ejemplo, se creó el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, el famoso TIPNIS (en realidad, originado en un decreto de 1965). El primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada hizo importantes avances en la creación de otros parques nacionales y áreas protegidas, entre ellos el Madidi, el parque nacional más biodiverso del mundo.
La idea de los parques nacionales, surgida en EEUU hace casi dos siglos, se basa en el objetivo de proteger la naturaleza de las acciones de las personas y evitar la privatización de la tierra. Aunque la naturaleza les provee a los humanos productos invaluables, su explotación puede terminar siendo dañina. Por ello, debe tratarse al medioambiente con respeto. Si no se lo hace, las consecuencias son fatales para la vida de la sociedad.
Esos avances se vieron truncados por el Gobierno actual. Pese a que el presidente Evo Morales se autodenomina defensor de la Pachamama, en realidad hace todo lo contrario. Los ejemplos son numerosos, desde el intento de atravesar el núcleo del TIPNIS con una carretera hasta ampliar sin límite los proyectos extractivistas.
Una de sus acciones más criticables, en mayo de 2015, fue la aprobación del decreto que permite la penetración a las áreas protegidas para realizar tareas de exploración y explotación de recursos hidrocarburíferos y mineros. Como el Gobierno tiene como único horizonte el extractivismo, es prioritario para ellos ingresar a esos parques.
Actualmente, varias áreas protegidas están bajo ese riesgo, con lo que volvemos al asunto de Tariquía. Esa área es parte del bosque húmedo montañoso tucumano-boliviano, ubicado entre el sur boliviano y el norte argentino. La topografía es maravillosa allí, existen serranías, profundos valles, numerosos ríos y bosques nublados. Su altitud va desde los 400 hasta los 3.000 metros sobre el nivel del mar.
Su biodiversidad es importante, ya que tiene registradas 808 especies de flora, pero se estima que su número total en realidad es de 1.500. Las de fauna son más de 406 especies, algunas de ellas amenazadas, como el oso jukumari, el puma, el venado andino, el jaguar, el quirquincho y el mono silbador; las aves también son variadas, con más de 400 especies estimadas, como el tucán, la pava del monte y el tero-tero.
Por ello ese parque debe ser protegido. Los especialistas han señalado que los riesgos principales son los daños que pueden causar las tareas de exploración y explotación en las fuentes de agua del área protegida, además de la deforestación. También las tareas sísmicas, es decir el uso de dinamita para generar reacciones que logren detectar dónde están los campos gasíferos, afectan gravemente a los animales, que se desorientan y atemorizan.
La lucha de Tarija a favor de Tariquía es similar a la de los benianos para proteger al TIPNIS y la que los paceños están empezando para impedir que dos represas arruinen el estrecho del Bala, uno de los lugares más hermosos de Bolivia. La sociedad no puede quedarse como silenciosa espectadora de la depredación del único patrimonio realmente irrecuperable: la biodiversidad, que es también la garantía de nuestra propia sostenibilidad.