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Ante el fin de la izquierda ¿Acaso acabando la izquierda no acaba también la derecha?

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 04.05.18

Parece tontería imaginar que porque acaba la izquierda ahora todo es derecha. ¿Podrá la derecha cantar victoria ante el fin de la izquierda?
Hace falta un estudio más profundo del poder social de la propiedad patriarcal y su antagonismo con la especie, la mujer, la madre, los hijos, la familia, el barrio y el despliegue de la potencia en el protagonismo autónomo del encaminamiento de la resistencia hacia el cambio civilizatorio.

Ante el fin de la izquierda ¿Acaso acabando la izquierda no acaba también la derecha?

Jaime Yovanovic (Profesor J)

Parece tontería imaginar que porque acaba la izquierda ahora todo es derecha. ¿Podrá la derecha cantar victoria ante el fin de la izquierda?

El aniquilamiento de la derecha en los países izquierdistas donde todos parecían ser de izquierda y en pocos días todos pasan a ser de derecha, suena extraño y poco razonable, como en la URSS, donde de un día para otro se retira la izquierda y abre paso a elecciones al estilo occidental y arrasan las derechas en los países ex socialistas. Podemos imaginar si acaso se retira o cae la burocracia izquierdista en China que los votos irán masivamente a la derecha y pocos votarán izquierda. Resulta impresionarte ver como en países como China o mejor como Nicaragua, la población abrumadoramente mayoritaria pasó a renegar … alto, no del izquierdismo, sino del gobierno, que mueve sus huestes organizadas militarmente, aunque con los militares nunca se sabe, pues la obediencia debida hace que cuando hablamos de militares en realidad nos estamos refiriendo a los mandos, a los oficiales.

Para este análisis vamos a facilitar la reflexión declarando como hipótesis al hecho que podemos pensar de otra manera para evaluar, comparar y diagnosticar los hechos, esto es, pensaremos como que no hay izquierda y derecha, así imaginando eso sólo como posibilidad, pueda facilitarse el encaminamiento analítico para quienes asumen las reflexiones sólo bajo el prisma de un determinado paradigma, que etimológicamente significa patrón o modelo, o tipo, como trabajó Weber el diseño del tipo ideal, desenmascarándose como idealista kantiano, el sintetizador intelectual de lo preconcebido, que requiere creer en un modelo previo que le da confiabilidad y con el cual compara los hechos, como el juez que examina los hechos para designar su relación con el tipo normativo, el deber ser de la norma, tipo que ha sido diseñado por la llamada racionalidad procedimental entre la polvareda de las patadas y los puñetazos de la batalla campal entre los partidos políticos que dan sentido -la voluntad del legislador- al aparato legislativo del poder, lo que significa que debemos someter nuestras conductas y relaciones sociales a esa polvareda que debe seguir el ritmo del proceso de acumulación de ganancias. He ahí develado el misterio de las izquierdas y derechas, ya que si se afecta ese proceso, sus gestores o propietarios -los detentores del poder social- accionan otros instrumentos derivados de dicho poder, que son distintos de los derivados del poder público y del poder político, que se dibujan idealmente en modos sociales de falsa armonización como, la democracia, en cambio el poder social de propietarios y gestores -empresarios- se mueve por otros circuitos que no son aquellos a que se someten los ciudadanos para conservar el orden, sino que son abiertamente ilegales, como las drogas que introdujo masivamente el gobierno militar chileno siguiendo el “modelo Río” que se aplicó posteriormente en otros lugares como Johannesburgo y actualmente en todas las ciudades y regiones de México. También se consideran parte del poder social las fuerzas armadas de todos los países llamados democráticos que no responden a los mecanismos desarrollados por el poder público y el poder político. La lucha de clases en realidad se presenta en la contradicción generada por el ejercicio del poder social y no del poder público o político, donde esta lucha ha quedado circunscrita a las reglas del juego de la dominación del poder social.

En los diversos tinglados y coreografías armados por el poder político y el poder público, los actores se distribuyen funciones y máscaras de izquierda y de derecha acordes con las reglas y lineamientos del rayado de cancha y del desarrollo del juego que contiene buenos y malos, y ganadores y vencedores, bien perfilados en la mejor tradición maniqueísta del cielo y la tierra incorporados ambos conceptos en los paradigmas o ideologías de estos dos poderes en función de las necesidades del re-ligare, o sea, de cohesionar a los fragmentados de las antiguas comunidades reventadas por el patriarcado que establece las formas del poder social desde su fundamento de creación de la unidad reproductiva funcional a la unidad productiva exclusiva y excluyente, pero que necesitan re-cohesionar ideológicamente a los subordinados que habían perdido y había que borrar de la memoria histórica las formas de vida comunitaria, re-ligando a partir de la figura fantasmal de un macho patriarca barbudo y sentado en un trono al que había que adorar, todo ello en lo que los primeros ideólogos de ese poder llamaron de re-ligión con cierto aire de misticismo y espiritualidad que acabara con la espiritualidad del común, que es lo mismo que necesitaban los reyes al mandar a millones a morir a las colonias con los zapadores de la vanguardia que enarbolaban la cruz concientizadora del viejo re-ligare, o sea, romper las formas del compartir y suturar las heridas con ideología.

De esa manera, si usted ha aplicado la hipótesis de la no existencia de izquierda-derecha, podrá detectar y descubrir que el antagonismo es otro, derivado del poder social que nace con la estructura patriarcal instalada en los fragmentos del común, en el sometimiento de la mujer que era el eje de la especie, aunque no se sorprenda que hayan mujeres en puestos de ese poder, pero si observa bien, verá que más bien ellas están colocadas en las piezas del mecano patriarcal del poder político y del poder público, o sea, la no-realidad, la parte ficticia o aparente de la sociedad y del mundo de la vida que se ha ido construyendo y donde los héroes del eje binario izquierda-derecha han sido quienes han ganado las batallas internas de las máquinas de poder político y público, como niños jugando al pillarse en el patio de la prisión, digo de la escuela, mientras los gendarmes, digo, los profesores observan desde el atalaya del segundo piso o desde las ventanas de la dirección, la secretaría y la inspectoría.

La familia Angelini y la familia Luksic siempre han sabido hacer una empresa tras la otra y ya han llegado a decenas -más de 30 o 40 países y me quedo corto- donde montan sus empresas y sacan la leche de las vacas y la lana de las ovejas de esos otros países y se han llevado muy bien con todos los gobiernos de la Concertación donde han llegado todos los partidos que formaban la Unidad Popular de Allende. Ellos -empresarios y dirigentes partidarios- han salido campeones y nosotros los boludos nos agarramos entre los rojos y los momios, cambiamos parlamentarios, etc. Celebramos victorias y sufrimos derrotas, mientras los empresarios -amos del poder social- y los partidos -amos del poder político y del público- todos juntos como jauría de perros rabiosos, los perlas alimentados por el rayo divino del Olimpo, siguen acumulando como locos en el más fino ejercicio del poder social patriarcal y la población chilena con más quejas o menos quejas ni parece darse cuenta que se va acrecentado la pobreza, la miseria y la tristeza. Todos pobres y de ropas rasgadas, vamos igual a las marchas de la izquierda de la concerta, de la NM y del Frente Amplio, y a misa los fines de semana para que nos den un baño de esperanza estéril y esterilizante. Decenas y decenas de grupos partidarios reparten discursos maravillosos mientras decenas y decenas de iglesias nos machacan con cruces, rezos y exorcismos. Como conclusión nos tienen super ultra divididos, peleando entre nosotros y tienen varios cientos de años llamándonos a la unidad mientras nos meten drogas y guerras hasta por las orejas.

Siguiendo con las hipótesis supongamos ahora, que si estamos aprendiendo a analizar los hechos sin el divisionismo izquierda-derecha ni ateos-creyentes, que la contradicción no se da entre esos polos aparentes del debate o de la lucha de clases, sino entre propietarios y no propietarios, el lugar donde se ejerce el poder social, que es el que nos interesa, ya que las pugnas políticas por el control del aparato público son muy secundarias y con efec to diversionista mientras nos clavan el puñal del poder social entre los omóplatos.

Los seguidores del marxismo, un invento ideológico que recoge pensamiento y obra de Marx solamente hasta que descubre en 1872 que el estado no sirve para los cambios, no puede ni quiere hablar del poder social, pues su interés está en el poder político y especialmente en el poder público, ya que su ausencia del club de los propietarios los comprime solamente a las batallas de ganar cargos en la máquina de moler carne. Ya escribía Cornelius Castoriadis que la burocracia era una nueva clase, pues pasaba del control administrativo al ejercicio de la propiedad y por ende del poder social.
Esos seguidores del marxismo no entienden el poder social y lo camuflan por ejemplo escondiendo que las fábricas ocupadas deberían estar bajo el control del protagonismo social y no de la mercancía fuerza de trabajo.

Loa conceptualización del poder social la hace con maestría el brasileño Florestán Fernández, fundador del PT junto a los sectores troskistas que se aliaron a los guevaristas y a los lulistas que denunciaban comunistas en las automotrices de Sao Bernardo do Campo. Varios grupos troskistas se fueron retirando de ese partido tras la muerte de Florestán en tanto los que ocupaban cargos fueron los paladines del modelo neoliberal de Lula.

Florestán decía que el poder social lo ejerce el propietario del medio de producción sobre todos los demás, pues podía dar trabajo o no dar trabajo, con lo que ejercía funciones de dominio sobre la vida y la muerte de la gente, llegase o no a ser mercancía productora de plusvalía. Este concepto no necesita ser un trabajador de izquierda o de derecha, bastando que forme parte del circuito de producción de ganancias y de acumulación de ganancia, por ello vemos la posibilidad de la lucha en el campo político, de la lucha política por los cargos o puestos determinantes para el funcionamiento de la máquina pública con todos sus detalles que hoy día la derecha descubrió que se habían hecho más de 40 mil puestos solamente políticos en el sector público y habrá limpieza, que por su ves es aprovechada por los partidos de izquierda para atacar al malvado gobierno de derecha, o sea, hacen aparecer las batallas como una lucha ideológica, de conceptos, de posturas, cuando en realidad se trata del funcionamiento adecuado del proceso de acumulación de ganancia, proceso que caminó muy bien en los gobiernos izquierdistas y progresistas del continente en la época de bonanza del boom de exportaciones de commodities y de destrucción depredadora de la madre tierra por el extractivismo, la espada del capital globalizado, muy bien utilizada por los diferentes tipos de gobiernos que ni por asomo querían cambiar la matriz productiva, a lo más la transición de la matriz petrolera a la matriz minera como en el Arco Minero del Orinoco en Venezuela.

Hoy día los trabajadores están volviendo hacia las familias, los barrios y las comunas para asumir junto a las mujeres y los hijos la organización y potenciación del mundo de la vida en huertas que les pueden dar alimentos y medicinas entre las marañas transgénicas que se han apoderado de gobiernos y legisladores que apoyan y defienden a Monsanto mientras los partidos nos hacen marchar contra esa empresa que luego suelta chorros de buen billete en los lobies como hicieron las empresas pesqueras para producir leyes que acrecentaran las ganancias, la destrucción de la biomasa marina y el acorralamiento de los pescadores artesanales.

Volvernos a la tierra no es sólo disputarla como medio de producción a los empresarios del poder social, sino también es recuperar nuestras raíces y la autogestión, donde esas tierras aunque sea a pedacitos y luego las fábricas, pasan a manos del común, las formas de vida comunitaria, que no sólo hacen resistencia contra el extractivismo, sino que también van diseñando el cambio civilizatorio, hasta el punto que ya no tendrá importancia ser o haber sido de izquierda o de derecha, pues la comprensión del mundo que emana de la vida compartida supera y va más allá de esas divisiones artificiales y el poder social de los propietarios llamado también del poder-sobre se va sustituyendo por el despliegue de la potencia del ser y del protagonismo en el hacer, esto es en el poder-hacer. La disciplina es sustituida por la libertad y la propiedad es sustituida por el amor, o sea que hablamos del instinto de la especie grabado en la memoria corporal.

Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com


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