En el que probablemente será su último discurso de calado, el primer ministro italiano ha arremetido contra un posible Gobierno de la Lega y el Movimiento 5 Estrellas. No es el único preocupado.
El temor a que Italia cause un nuevo terremoto en Europa ha flotado en el ambiente durante los dos días en los que la “intelectualidad” europea se ha reunido en Florencia para debatir sobre “el Estado de la Unión”, de la mano del European University Institute. Nadie lo dice en voz alta, porque todos lo saben: La Unión Europea no está preparada para hacer frente ni a una Italia obstructora, ni a una pérdida de confianza en torno a la tercera economía de la eurozona.
Réquiem por Italia: Paolo Gentiloni advierte del peligro de la ’supercoalición populista’
En el que probablemente será su último discurso de calado, el primer ministro italiano ha arremetido contra un posible Gobierno de la Lega y el Movimiento 5 Estrellas. No es el único preocupado
El Confidencial
11.05.2018 – 19:52 H.
A media tarde de este viernes, quizás el último que Paolo Gentiloni pasa como primer ministro de Italia, las campanas comenzaron a resonar en la Plaza de la Señoría de Florencia. El repicar, que se colaba a través del almohadillado de los gruesos muros del Palazzo Vecchio, reforzó la sensación de que las palabras de Gentiloni eran más una despedida que un discurso: un réquiem por una Italia que espera con resignación el comienzo de una nueva era incierta.
Nadie sabe aún en qué quedarán las negociaciones que, ‘in extremis’, con las que este fin de semana el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y La Lega tratan de encontrar un difícil entendimiento que les permita formar gobierno. Sus programas son tan rupturistas como incompatibles, pero predomina la idea de que el paso dado a un lado por Silvio Berlusconi y la presión de las urnas les llevarán a lograr un precario consenso. “Estamos haciendo avances notables en el programa de gobierno”, aseguraba este viernes Luigi di Maio, líder de M5S.
El temor a que Italia cause un nuevo terremoto en Europa ha flotado en el ambiente durante los dos días en los que la “intelectualidad” europea se ha reunido en Florencia para debatir sobre “el Estado de la Unión”, de la mano del European University Institute. Nadie lo dice en voz alta, porque todos lo saben: La Unión Europea no está preparada para hacer frente ni a una Italia obstructora, ni a una pérdida de confianza en torno a la tercera economía de la eurozona.
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“En la campaña electoral italiana, he escuchado consignas ilusorias y peligrosas. Es importante recordar a todos los riesgos que corremos todos, los europeos pero, sobre todo, los italianos, si tratamos de ir por libre”, ha avisado Gentiloni en Florencia. Los resultados electorales, tal y como ha contestado hoy su predecesor, Matteo Renzi, son los que son y corresponde a las viejas fuerzas pasar a la oposición. “Debemos respetar las promesas locas e irrealizables que han hecho (…) Les pediremos cuentas de sus mentiras electorales cada día”, ha dicho.
Pero antes de dar el paso atrás, Gentiloni ha dejado varios “mensajes en una botella” a sus sucesores, que se pueden resumir en una idea: “continuidad”. Las consecuencias para el país, considera el primer ministro, pueden ser desastrosas si M5S y La Lega asumen ahora una agenda radicalmente rupturista. Como quien pide un último deseo, Gentiloni ha abogado por “continuidad en el crecimiento, en la reducción del déficit y en la puesta en orden de las cuentas”.
Los temores de Gentiloni, compartidos en la UE, no se limitan al programa económico de estos dos partidos que van a enfrentarse por primera vez a la difícil tarea de pasar de las palabras a los hechos a nivel nacional. Defensores de programas difícilmente compatibles, el choque entre M5S y La Lega parece inevitable. La cuestión es qué harán para tratar de compensar la frustración que, previsiblemente, surgirá en su electorado cuando constaten que el cambio es difícil de aplicar de la noche a la mañana.
Los “irresponsables” que quieren salir del euro
Alexis Tsipras, que quiso épica y se encontró con más drama, aún trata de resolver esta cuestión. Pero Di Maio se muestra convencido de que serán capaces de cambiar el sistema. “Nos llaman un gobierno populista, dicen que somos una amenaza para el mundo… pero seremos un gobierno que sabrá demostrar que las cosas que los italianos esperaban pueden hacerse”, ha asegurado.
Gentiloni, en cambio, se ha mostrado escéptico y no ha escondido su preocupación. “Estoy convencido de que la gran mayoría de los italianos no quiere que descarrile uno de los pilares de nuestro país, que es el esfuerzo europeo, que nos ha dado sesenta años de paz y prosperidad”, ha dicho el primer ministro, quien considera que si Italia emprende otra senda alejada de la UE “sería una novedad con un impacto muy grave y peligroso en el contexto europeo”.
Más rotundo se ha mostrado el presidente del Parlamento Europeo y político de confianza de Berlusconi, Antonio Tajani, quien ha llamado “irresponsables” a aquellos que propugnan salir del euro, una de las amenazas constantes de Matteo Salvini, líder de La Lega. “Salir de Europa no tiene sentido, no tiene sentido salir de la moneda única, sería una elección autodestructiva”, ha dicho.
Otro poderoso italiano, Mario Draghi, también ha utilizado el altavoz de Florencia para defender el euro y el proyecto europeo. “Cuando se pide a la gente [en la UE] que nombren los elementos más importantes de la identidad europea, el euro es el segundo elemento nombrado, solo después de los valores de la democracia y la libertad”. Draghi también ha vuelto a leer la cartilla a los líderes europeos por su falta de acción y, muy especialmente, a los que se amparan en la discusión de la reducción de riesgos bancarios para no avanzar (un recado a Alemania, Holanda y compañía).
No sabemos si Salvini y Di Maio han tomado nota de los deberes que Draghi prescribe a los gobiernos de la eurozona, ya que andan muy ocupados estos días discutiendo, entre otras cosas, el nombre de un primer ministro de consenso. Pero al líder del M5S sí le han llegado los ecos de Florencia, a los que no ha dudado contestar: “Quizás somos una amenaza para las poltronas, pero no para Europa”. Un mensaje relativamente tranquilizador. O no.