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Rebelión feminista en Chile

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 13.05.18

Decenas de escuelas y facultades universitarias han sido tomadas por chicas que denuncian el acoso y abuso sexual, lo que tiene varias connotaciones que deben ser analizadas con prudencia y no con prepotencia como un comentarista que señaló muy suelto de cuerpo que las que protestaban son solteras, sin hijos y de buena condición económica, lo que generó una ola de rechazo entre las chicas y obligó al personaje a escribir un nuevo artículo.

Rebelión feminista en Chile

Por Jaime Yovanovic (Profesor J)
Universidad Libre de la Tierra y del Común

Decenas de escuelas y facultades universitarias han sido tomadas por chicas que denuncian el acoso y abuso sexual, lo que tiene varias connotaciones que deben ser analizadas con prudencia y no con prepotencia como un comentarista que señaló muy suelto de cuerpo que las que protestaban son solteras, sin hijos y de buena condición económica, lo que generó una ola de rechazo entre las chicas y obligó al personaje a escribir un nuevo artículo que elogia la película donde las mujeres del pueblo violan a dos connotados, con lo que pretende decir que la sangre en el ojo debe correr hacia el río. Con esas burradas aspira a ganar simpatía en las izquierdas y medios que le publican, lo que tampoco ha sido bien recibido por las protagonistas, poco interesadas en una vendetta contra presuntos culpables, los machos, que son tan víctimas del patriarcado como ellas mismas y mucho más.

De nada sirve azuzar a las muchachas contra los machos estimulando el odio del maniqueísmo buenos y malos transferido a la cuestión de género y a la situación concreta que se vive en las universidades tal como se vive en los barrios, centros de trabajo, asociaciones, etc. Ellas mismas han dicho que los chicos han estado ayudando y les cocinan mientras ellas debaten, o sea, el fuego o la puntería del francotirador que incentiva la lucha de género, se ha ido por las nubes, pero que eso no sorprenda, pues forma parte de la estructura y la cultura patriarcal, dividir para reinar mientras se reparten o disputan los sillones del poder.

Dos chicas que fueron entrevistadas como voceras, dijeron muertas de risa que su lucha no era para ir tras los asientos mullidos de las altas esferas, pues dijeron que no se ven como diputadas. Esa sola situación sumada al rechazo del comentarista que comentamos y otras actitudes, hechos y decires, van perfilando un tipo de movimiento que va dibujando sus propios perfiles, que serán interpretados de una u otra manera según los intereses de cada cual y veremos el juego de capacidades de ir desplegando la potencia de las chicas con el manejo del discurso oportunista interesado y el tirar de hilos desde el poder y sus instrumentos oficiales, políticos, religiosos, etc.

Por ejemplo, desde los ministerios ya ha llegado el abrazo cariñoso del ministerio de la mujer y del ministerio de educación, que obviamente no tienen interés ninguno en la mujer ni en la educación, pues siendo secretarías de gobierno, deben velar por la cohesión institucional. Ya explicaba Iván Illich en su precioso libro sobre “Némesis médica”, que el ministerio de salud no tiene como eje la salud de la población sino la institución estado.

Esta situación abre dos polémicas:
Primero. Causas del acoso y abusos,
Segundo. Modos de poner coto a esas actitudes.

Primero. Estudio de causas.
No cabe duda que la causa de estas actitudes están implícitas en la sociedad patriarcal, que nació del fin de la vida en común o vida compartida en comunidades, que fue destruida por los patriarcas que necesitaron dejar de vivir en común para ser propietario de una mujer que le diese un hijo propio primogénito que diese continuidad a la unidad productiva -ganado o agricultura, esto es la ruptura histórica de los lazos de equilibrio y armonía con la madre tierra-. El estudio de las primeras leyes del patriarcado romano, el codex, muestra ese proceso.

La cultura patriarcal, que nos atraviesa en todos los modelos socio-económicos que ha establecido en la historia -esclavista, feudal, capitalista y socialista- gira en torno a la propiedad del macho sobre la madre del hijo propio y la distribución de roles, el rol masculino al proveedor (sea hombre o mujer), y el rol femenino a la dependencia del proveedor, lo que ha llevado a extremos idealistas o fantasiosos de esa relación de subordinación mediante trucos, imágenes o fetiches como el beso al final de la película en que el jovencito se queda con la rubia estilo Barbie tras haberse echado al plato a cuanta se le ha cruzado por el camino como un buen James Bond, o como el príncipe azul que además de estar super-bueno, tiene castillo y poder para que la afortunada doncella elegida se siente a su lado mientras el jefe manda a matar a los gigantes que aterrorizan al reino. Plop, ahora a correr a comprar las entradas del festival de Viña para ver a Perales sacando letra de una cebolla o a aquel otro o el otro, etc.

No es la maldad lo que lleva a efectuar a algunas -bastantes- personas, hombres y mujeres, tocamientos o invitaciones insistentes para realizar actos que puedan culminar con orgasmo y lluvia de endorfinas recorriendo el cuerpo o la cuerpa como gotas de felicidad o islas de la fantasía y la cara se pone roja y a veces se aprieta como debe ser la cara del monstruo de la laguna negra. Es la soledad, la falta de afecto y los fetiches que nos venden a diario.

No se trata de poner carteles de “no toque aquí” o no toque allá, ni de llenar cárceles de violadores que por su vez los someten a lo mismo en la jaula de la ley, como para llenar los corazones de sentimientos de culpa o de jueces impecables en esta sociedad hipócrita que no vacila en llenar los bolsillos y las narices de muchachos y muchachas de falopa u otras cosas mientras beben jarra tras jarra de cerveza criticando el capitalismo y atacando a los enemigos como que fuéramos valientes soldados de la verdad golpeando la mesa ante los ojos rojos de los demás comensales que aplauden al héroe acariciándole el ego hasta decir basta.

Ninguno es malo, sino que esta sociedad cierra las puertas del amor, del compartir y del afecto, abriendo puertas de porquería por donde se abalanzan los hambrientos de calor humano y son atrapados en el cepo para seguir después arrastrando culpas y aceptando las migajas que reparte el sistema.

Vivimos en la sociedad del desamor, del desafecto, de la carencia. Ese es nuestro contexto y lo hemos evadido algunos para transformarnos en jueces de los demás? Vamos aponer las reglas del juego reprimiendo a la gente que se pasa de la raya para un mayor disciplinamiento social? O vamos a contribuir en algo a la modificación del contexto que genera a diario conductas inadecuadas por muchos carteles, policías y soldados que nos pongan por delante?

Modificaciones del contexto social en que nos tienen

Mal haríamos en conformarnos con nuevas reglas de convivencia universitaria si estamos descubriendo que eso ocurre en todas partes, a menos que seamos egoístas y sólo nos interesa el reglamento en la U.

Podemos avanzar un milímetro en la denuncia y solución social si vamos a los barrios y cerros y formamos comités de mujeres que en alianza con la juventud constituyan una especie de familia del barrio realizando actividades de compartir y recuperar progresivamente el espíritu comunitario, lo que hará que la comunicación y el respeto puedan recuperarse socialmente hablando.

Hay que estimular la relación madre-hijos, aunque el gurú diga que no tenemos hijos, pues somos hijos e hijas de una madre.

Ahí rescatamos a Gabriela Mistral y su ronda donde seremos todos una sola flor y danzaremos.

Por eso, una vez que terminemos de estudiar el feminismo de Silvia Federici y su libro “Calibán y la bruja” los días viernes a las 15h. en calle Blanco 1054, tomaremos la poesía y el legado de Gabriela Mistral, tal como saludamos a las mujeres que están en las tomas y las que están mostrando su ser femenino a nivel mundial como Anita Tijoux, Mon Laferte y muy especialmente Daniela Vega, que ha sabido ser mujer en cuerpo de hombre.

unlibre@gmail.com


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