En el presente artículo reflexionamos sobre varios problemas de las -mal llamadas- “ciencias económicas”.
Partimos de las múltiples dimensiones concretas de la crisis civilizatoria del capital, frente a la cual las “ciencias económicas” -en tanto cómplices del sistema- no han dado respuestas pues están atrapadas en sus aspiraciones de describir “mundos ideales” (sea con libre mercado o con participación estatal o con dogmatismos). Luego revisamos otras graves falencias -como la falta de identidad o su envidia de las ciencias exactas y naturales- y profundizamos en la gran ruptura de la economía política y su transformación en pseudociencia, ruptura hecha a fin de que la investigación económica no choque con los intereses de los beneficiarios del capitalismo. Finalmente, planteamos que una solución a los vacíos de la economía actual podría ser la construcción de una post-economía: una economía pensada desde la transdisciplinariedad para una sociedad post-capitalista, en donde la acumulación de capital -y de poder- sea reemplazada por relaciones armoniosas de los seres humanos entre sí, y de estos con la Naturaleza, poniendo en el centro de la atención a la reproducción material y espiritual de la vida.
De las “ciencias económicas” a la posteconomía
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
Alberto Acosta, 1 John Cajas Guijarro2
En el presente artículo reflexionamos sobre varios problemas de las -mal llamadas- “ciencias económicas”.
Partimos de las múltiples dimensiones concretas de la crisis civilizatoria del capital, frente a la cual
las “ciencias económicas” -en tanto cómplices del sistema- no han dado respuestas pues están atrapadas
en sus aspiraciones de describir “mundos ideales” (sea con libre mercado o con participación estatal
o con dogmatismos). Luego revisamos otras graves falencias -como la falta de identidad o su envidia
de las ciencias exactas y naturales- y profundizamos en la gran ruptura de la economía política y su
transformación en pseudociencia, ruptura hecha a fin de que la investigación económica no choque
con los intereses de los beneficiarios del capitalismo. Finalmente, planteamos que una solución a los
vacíos de la economía actual podría ser la construcción de una post-economía: una economía pensada
desde la transdisciplinariedad para una sociedad post-capitalista, en donde la acumulación de capital
-y de poder- sea reemplazada por relaciones armoniosas de los seres humanos entre sí, y de estos con
la Naturaleza, poniendo en el centro de la atención a la reproducción material y espiritual de la vida.
Las ideas de los economistas y filósofos políticos,
tanto cuando son correctas como erróneas, tienen
más poder de lo que comúnmente se entiende.
De hecho, el mundo está dominado por ellas.
Los hombres prácticos, que se creen exentos de
cualquier influencia intelectual, son usualmente
esclavos de algún economista muerto.
John Maynard Keynes (1936, p.337)
1. Economista ecuatoriano. Profesor universitario. Ex-ministro de Energía y Minas. Ex-presidente de la Asamblea Constituyente.
Ex-candidato a la Presidencia de la República del Ecuador.
2. Economista ecuatoriano. Profesor de la Universidad Central del Ecuador. Estudiante de doctorado en economía de FLACSO-Ecuador.
38 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
Entre una crisis civilizatoria
y una crisis del pensamiento
Una ciencia social desinteresada no existe
y, por razones lógicas, no puede existir…
nuestros propios conceptos están cargados de valor…
y no pueden ser definidos sino en términos de valoraciones políticas.
Gunnar Myrdal
Solidaridad o Desintegración (1962)
El capitalismo -en tanto sistema-mundo3 y civilización dominante, vive una crisis
civilizatoria, que la podemos entender como una situación en la cual perecen
todas las estructuras sociales4 (económicas, políticas, culturales, institucionales,
etcétera), a más del “sistema de valores que configura y da sentido” a la civilización
(cfr. Fernández, 2009: 41), una crisis en donde no acaba de morir lo viejo y lo nuevo
no puede nacer como diría Antonio Gramsci (1930: 37). En efecto, el capitalismo
está infectado por un “virus mutante” (Sapir, 2004), difundido más allá de la economía,
mostrando efectos políticos, éticos, energéticos, alimentarios y, por supuesto,
culturales. Pero a más de afectar a la realidad social, la crisis de la civilización capitalista
–en realidad el propio capitalismo– también golpea a la realidad natural, generando
efectos ambientales inocultables.
Como resultado de la crisis multifacética de la civilización capitalista, se vuelve
cada vez más violenta la propia existencia humana. Basta mirar algunas de las violencias
creadas por el capitalismo en el mundo para comprender cuán grave es la
situación:
• Crisis económicas recurrentes: El capitalismo posee contradicciones estructurales
que generan ciclos en la acumulación de capital (Marx, 1867: cap.23).
Dentro de esos ciclos surgen crisis económicas recurrentes donde se estanca la
acumulación de capital, la cual busca recuperarse acentuando la explotación a
seres humanos –y Naturaleza–, haciendo que miles paguen los costos (tanto a
escala global como local).5 Ejemplos de esto son las grandes crisis de 1929 o de
2009, en donde las “ciencias económicas” fueron incapaces de dar respuestas
oportunas.6
3. Por sistema-mundo podemos entender a “una zona espacio temporal que atraviesa múltiples unidades políticas y culturales,
una que representa una zona integrada de actividad e instituciones que obedecen a ciertas reglas sistémicas”
(Wallerstein, 2004: 17).
4. Las estructuras sociales las podemos interpretar de forma similar a la caracterización que hace Émile Durkheim (1912) sobre
los hechos sociales al verlos como condicionantes (limitan/condicionan a las acciones humanas), externos (tienen a “independizarse”
de los individuos aislados) y generales (socialmente aceptadas e irreducibles a características individuales).
5. En el caso ecuatoriano se puede encontrar información de los ciclos capitalistas tanto en el trabajo de Silvia Noroña y John
Cajas-Guijarro (2014) como en el trabajo de John Cajas-Guijarro y Alberto Acosta (2017).
6. Para ilustrar los problemas de las “ciencias económicas” frente a las crisis se puede recordar el caso de Irving Fisher. En
septiembre 3 de 1929, Fisher –entonces afamado economista norteamericano– afirmó que las cotizaciones bursátiles han
alcanzado lo que parece un permanente y alto nivel de estabilización (citado por Galbraith, 1991); apenas unas semanas
Ecuador Debate 103 / tema central 39
• Problemas distributivos: Según Oxfam (a través de datos de Credit Suisse), en
2017 apenas 42 personas tuvieron en su poder la misma riqueza que la mitad
más pobre de la población mundial (Oxfam, 2018: 12). En contraste, según la
misma fuente (a partir de datos del Banco Mundial), alrededor de 2.400 millones
de personas vivirían en condiciones de pobreza (Oxfam, 2018: 39).
• Asfixia financiera: Se requeriría más de 3,5 veces el PIB mundial para cubrir los
stocks financieros disponibles en el planeta (Wild, 2015), al mismo tiempo las
ganancias financieras van superando a las ganancias productivas, especialmente
desde la gran arremetida neoliberal de la década del 80.7
• Crisis de deuda: Según información del Fondo Monetario Internacional (FMI) y
del Instituto de Finanzas Internacionales, la deuda mundial pasó del 200% del
PIB mundial en 2002, al 318% al tercer trimestre de 2017, momento en que la
deuda mundial alcanzó los 233 billones (millones de millones), de dólares. Además,
la deuda externa de los países subdesarrollados aumentó de 2,1 a 6,8 billones
de dólares entre 2000-2015. De hecho, las proporciones totales con respecto
al PIB ya alcanzan en varios países más del 120% y en algunos incluso más de
200%.8 Y en varios casos la deuda sigue creciendo…
• Intercambio desigual: Mientras que los flujos anuales de ayuda al desarrollo, que
los “países ricos” envían a los “países pobres”, son de alrededor de 130 mil millones
de dólares, en cambio los “pobres” terminan enviando a los “ricos” alrededor
de 2 billones de dólares cada año; intercambio desigual causado, entre
otras cosas, por las reglas injustas del comercio internacional, los flujos de capitales,
la deuda, etcétera.9
• Crisis ambiental: Según datos de la NASA, los niveles de emisión de dióxido de
carbono están llegando a máximos no registrados, desde hace más de 650.000
años.10 Igualmente, la temperatura global ha llegado a máximos históricos.11 Es
más, no se pueden consumir todas las reservas mundiales de combustibles fósiles
si no se quiere seguir carbonizando la atmósfera: la Agencia Internacional
después, en octubre 24 aconteció el “jueves negro” en el cual Wall Street cayó 11%, siguió luego el “lunes negro” con una
caída de 13% y el “martes negro” con una caída de 12%. Aparte de fallar drásticamente en sus predicciones, Fisher tenía
inversiones financieras que terminaron en grandes pérdidas (hasta perdió su casa). Un papel similar, pero para la crisis de
2008-2009, tuvieron los Modelos de Equilibrio General Dinámico Estocástico (DSGE por sus siglas en inglés), modelos
macroeconómicos actualmente dominantes. Según Joseph Stiglitz, dichos modelos no solo que no predijeron la crisis, sino
que llegaban a decir que esta simplemente no era posible (Stiglitz, 2008: 76).
7. Como escribió Karl Marx en el tercer tomo de El Capital, citando a un banquero: “todo lo que facilita el negocio, facilita la
especulación, los dos en muchos casos están tan interrelacionados, que es difícil decir, dónde termina el negocio y empieza
la especulación” (Marx, 1894: 403, traducción propia).
8. Información del FMI presentada en su reunión anual celebrada en Washington del 7 al 9 de octubre de 2016, junto con
información del Instituto de Finanzas Internacionales disponible en el artículo de Bloomberg: “Global debt hits record
$233 trillion”, enero 4 de 2018, disponible en: ‹https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-01-05/global-debt-hitsrecord-233-trillion-but-debt-to-gdp-is-falling›.
9. Al respecto se puede revisar el trabajo presentado por el sitio TheRules.org como, por ejemplo, el siguiente video sobre
desigualdad a nivel mundial: ‹http://therules.org/campaign/inequality-video/›.
10. Véase el sitio Global Climate Change de NASA: ‹http://climate.nasa.gov/evidence/›.
11. Al respecto revisar nota de El Comercio: “Temperaturas, efecto invernadero y nivel del mar en niveles récord en 2015”,
agosto 2 de 2016: ‹http://www.elcomercio.com/tendencias/record-2015-indicadores-cambioclimatico-calentamientoglobal.html›.
40 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
de Energía (AIE)12 indica que, si no cambia significativamente la tecnología de
captura y almacenamiento de carbono, solo un tercio de las reservas probadas
de combustibles fósiles puede consumirse sin superar en 2° el incremento de la
temperatura global al 2050 (22 puntos porcentuales de reservas son petróleo, 15
gas y el resto carbón). Sobre la crisis ambiental los datos sobran (más allá de los
discursos del poder mundial).13
• Crisis alimentaria: Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura FAO (Schuldt, 2013: 10), en un mundo donde la obesidad
y el hambre conviven, al año se desperdician más de 1,3 mil millones de toneladas
de alimentos perfectamente comestibles, que pueden nutrir a 3 mil millones
de personas. Sorprendentemente ese desperdicio se distribuye equilibradamente:
670 millones en el Norte global y 630 millones en el Sur global, incluyendo los
países más pobres del planeta. El 70% de los cereales negociados en el mundo
están determinados por lógicas especulativas. Se produce alimentos para autos y
no para seres humanos, llámeselos agro o biocombustibles. Cada vez se destinan
más y más extensiones de tierra para una agricultura de monocultivos, ocasionando
la pérdida acelerada de biodiversidad. Los organismos genéticamente modificados
(OGM) y sus paquetes tecnológicos hacen también lo suyo.
• Peso económico del crimen organizado: Para 2009 un estudio de Naciones Unidas
estimó que, el monto de dinero lavado en el sistema financiero internacional
representaría entre el 2,1% al 4% del PIB mundial (1,6 billones de dólares).
En el mismo estudio se muestra cómo los flujos de dinero del crimen organizado
salen de los “países pobres” hacia los “países ricos”.14 Y nada indica que esto se
habría reducido en esta última década, todo lo contrario.
• Entre la guerra y el negocio de la violencia: Entre las invasiones a Afganistán
(afectando también a Paquistán), Irak y Libia, así como los conflictos en Yemen,
Palestina y, sobre todo, Siria, se contabilizan más de un millón de personas fallecidas.
Por el lado norteamericano, desde el ataque terrorista del 11 de septiembre
habrían perecido alrededor de 5.000 soldados (datos observados a mediados
de 2016).15 Y a todo esto cabría agregar el negocio de la venta de armas, el
negocio de las drogas, del crimen organizado, etcétera.16 Solo en el caso del comercio
de armas, según información del Instituto Internacional de Estudios para
12. Véase el informe de la Agencia Internacional de Energía (2012) “Panorama Mundial de Energía”: https://www.iea.org/
publications/freepublications/publication/Spanish.pdf
13. Un ejemplo de cómo los discursos del poder mundial se contraponen con las evidencias científicas sobre el cambio climático
es el caso de Estados Unidos y su presidente Donald Trump. Sobre este tema puede revisarse, por ejemplo, el artículo
noticioso presentado en Nature: “US government report says that climate change is real – and humans are to blame”,
noviembre 3 de 2017, disponible en: https://www.nature.com/news/us-government-report-says-that-climate-change-is-real-and-humans-are-to-blame-1.22958
14. Véase el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (2011): Estimating illicit financial
flows resulting from drug trafficking and other transnational organized crimes: https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/Studies/Illicit_financial_flows_2011_web.pdf
15. Cifras tomadas de uno de los sitios con el nombre Anonymous, junio 5 de 2016: http://anonhq.com/deaths-toll-since-911-
u-s-5000-middle-east-1160521/
16. Todas estas entendidas como formas de “lumpen-acumulación” del capital (ver Rosero, 2017, p.172).
Ecuador Debate 103 / tema central 41
la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2015 el mismo habría representado 91.300 millones
de dólares (SIPRI, 2017:15).
• Crisis migratoria: Solo en 2015 más de un millón de migrantes y refugiados se
trasladaron a Europa (principalmente escapando de los conflictos armados), la
cual internamente ha mostrado posiciones divididas sobre el ingreso de los migrantes,
incluso a pesar de su responsabilidad en la violencia generada en Medio
Oriente.17
• Y la lista no se detiene aquí…
A las múltiples dimensiones que la crisis civilizatoria del capital posee sobre la realidad
humana y natural, se agrega una crisis del pensamiento: se ha menoscabado la
construcción –o siquiera discusión– de las grandes soluciones que el mundo necesita
(Acosta, 2017). Y quizá entre las mayores exponentes de esa crisis del pensamiento
son las mal llamadas “ciencias económicas” –tanto en sus versiones (neo)clásicas,
keynesianas y hasta marxistas–, las cuales han sido incapaces de explicar –peor de
resolver– los problemas del capitalismo, la “civilización de la desigualdad” en palabras
de Joseph Schumpeter (1949: 419).
¿Por qué decimos que las “ciencias económicas” reflejan una crisis del pensamiento?
Pues dichas “ciencias”, ya desde sus raíces, están infestadas por una ambición
propia del mundo occidental: la búsqueda permanente de un supuesto “bienestar”
y “progreso”, que construyó –en el discurso del “desarrollo”– “una envoltura
engañosa” favorable a la “explotación capitalista” (Escobar y Esteva, 2016: 22); o
construyó –igualmente desde el “progreso”, padre del “desarrollo”– un discurso
dogmático útil para estructuras de poder burocráticas y autoritarias.
Así, en vez de enfocarse en comprender las realidades desagradables del mundo
(que, como hemos visto, son múltiples y urgentes), las “ciencias económicas” se han
empecinado en describir mundos ideales: sea desde el “libre mercado”, proponiendo
que al dejar hacer y dejar pasar18 se alcanza un equilibrio general que generaría
“óptimos” en el sentido deVilfredo Pareto (considerado “el Marx de la burguesía”);19
o con la “razonable” intervención del Estado, sugiriendo aquel recetario simplón
del “keynesianismo bastardo”20 de que el gobierno genera “efectos multiplicadores”
con cualquier aumento de su gasto autónomo;21 o con aquellas versiones marxistas
17. Véase al respecto nota de la BBC: “Migrant crisis: Migration to Europe explained in seven charts”, marzo 4 de 2016: http://
www.bbc.com/news/world-europe-34131911
18. Dicho sea de paso, cabe recordar que la idea del dejar hacer-dejar pasar fue propuesta por François Quesnay, posiblemente
inspirado en las ideas de Jean Baptiste Colbert.
19. Al hablar de optimalidad en el sentido de Pareto nos referimos a una situación en donde no es posible mejorar la condición
de una persona sin empeorar la condición de otra. El hecho de que el equilibrio general lleve al óptimo de Pareto es
recogido en el llamado “primer teorema del bienestar” propuesto inicialmente de forma intuitiva por Oskar Lange (1938,
1942) y Abba Lerner (1944).
20. El término “keynesianismo bastardo” sería utilizado por Joan Robinson (1971: 90) como una forma de describir a la síntesis
neoclásica-keynesiana que sería impulsada principalmente por John Hicks (1937).
21. Llamamos “simplón” al enfoque del “multiplicador” pues, de hecho, omite buena parte de la complejidad propia de las
estructuras económicas. Apenas un ejemplo: nunca tendrá el mismo “efecto multiplicador” el gasto que haga el gobierno
en la construcción de infraestructura productiva versus el gasto que haga en “elefantes blancos”. Para una breve crítica a
estos problemas y su potencial efecto en el caso ecuatoriano ver el libro de Acosta y Cajas Guijarro (2018: 182-184).
42 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
que más se preocupan en repetir –cual Biblia– a El Capital en vez de estudiar críticamente
la obra de Marx (quien, por cierto, no era marxista).22 Todos estos afanes, sea
de optimización permanente de resultados privados, o de planificación estatal centralizadora,
o de dogmatismo extremo (con mayor o menor intensidad), simplemente
no ayudan a alcanzar quizá el único “equilibrio” que importa: el “equilibrio” en
las relaciones entre seres humanos y de estos con la Naturaleza y la vida en general.
Más bien los inocentes “mundos ideales”, creados por las “ciencias económicas”
y los “economistas vulgares” –recordando como Marx calificó a los seguidores de
David Ricardo–, sea con más mercado o más Estado, terminan siendo “perros guardianes”
del capitalismo23 o de otras formas de concentración de poder (por su inocultable
posición política más que por los instrumentos que proponen y defienden).
Como resultado, “la economía” sirve de apología del capitalismo o del autoritarismo…
con lo cual esa “ciencia” y esos economistas se vuelven parte del problema.
Una situación perversa, pues “con una pulsión necrológica, los economistas ‘ortodoxos’
actuales [y hasta algunos heterodoxos, NDA] buscan orientación e inspiración
en un cementerio de hace ciento cincuenta años; como si nada hubiera sucedido
desde entonces” (Max-Neef, 2017: 153).
El caso particular de las “ciencias económicas” del dejar hacer y dejar pasar merece
una mención especial, pues estas han asumido una racionalidad y una ética
atadas al mercado, llevado este casi a la categoría mítica de fin último. Esta fe en el
mercado dio lugar, como constató Karl Polanyi (1944), a la más violenta y extendida
de las explosiones de fervor religioso que ha conocido la humanidad. Tan fuerte
es esa fe que, si la economía quiere considerarse “ciencia”, tal como pretenden los
economistas serios y pragmáticos, debería marginar de sus reflexiones a temas como
la justicia y la injusticia, el dolor y los costos sociales, incluso aquellas complicaciones
ambientales creadas por el propio manejo económico, enmarcado en pretendidas
“leyes universales”.24 En el mejor de los casos se contentan con decir que esos
son los costos inevitables del “progreso” y que “el sistema es así y no hay otra opción”.
Por ello, en su enfoque, cabría permitir que funcione la sociedad como una
máquina… y ahí “la economía” hasta se degenera en ingeniería. Y así estos economistas
se concentran en una especie de club de expertos, al que recurren quienes
buscan generar riqueza, mientras quienes critican o incluso plantean salidas a la
dura e insostenible realidad capitalista son considerados “poco serios”, “utópicos”
o incluso “infantiles”.
Cuestionar y pensar más allá de las “ciencias económicas” es urgente, incluso
para superar uno de los pilares de la Modernidad Occidental: la idea del “progre22.
Friedrich Engels mencionó, en carta a Konrad Schmidt del 5 de agosto de 1890, que Marx llegaría a decir que “todo lo que
sé es que no soy marxista”.
23. Semejante posición de las “ciencias económicas” es similar a la de aquellos “técnicos del saber práctico” que, según
Sartre, devienen en “perros guardianes de la burguesía” (ver Cajas-Guijarro, 2012: 2-3).
24. No olvidemos que “las así llamadas leyes económicas no son leyes eternas de la Naturaleza, sino leyes históricas que
aparecen y desaparecen” (Friedrich Engels en carta a Albert Lange, 29 de marzo de 1865).
Ecuador Debate 103 / tema central 43
so” sin fin que, en realidad, implica una imposible e innecesaria acumulación ad
infinitum (sea de capital o de otras formas de poder). Tal cuestionamiento siempre
debe considerar los límites materiales que condicionan la reproducción de la vida,
cuestión crucial para la supervivencia de la Humanidad y de la Naturaleza. Límites
materiales que, de hecho, fueron los que dieron vida en sus inicios a la economía
cuando esta todavía era economía política, antes de degenerarse en esas mal llamadas
“ciencias económicas” modernas.
¿Cuándo la economía perdió su rumbo?
Los economistas ortodoxos se han preocupado mucho
por hacer exposiciones elegantes
acerca de problemas de menor importancia,
lo que distrae la atención de sus discípulos
de las realidades desagradables del mundo moderno
y el desarrollo de la argumentación abstracta
ha ido más allá de la posible comprobación empírica.
Joan Robinson (1942, p.22)
La economía, como una rama más del pensamiento humano, tiene una historia
intensa y atribulada. Ha evolucionado –y sigue haciéndolo– a través de diversas escuelas
y teorías de forma compleja y, a ratos, contradictoria. Dentro de esa evolución
del pensamiento económico encontramos un subconjunto peculiar: las autoproclamadas
“ciencias económicas”, sobre todo aquellas que actualmente detentan
el puesto de dominantes o mainstream (neoclásicas y neokeynesianas, principalmente).
Dichas “ciencias económicas” dominantes, muestran una obcecada tendencia a
legitimarse, distanciándose de las demás corrientes del pensamiento económico e
incluso de otras “ciencias sociales”. En vez de comprender lo social desde lo social,
buscan parecerse a las ciencias formales y naturales. Tales ciencias –a veces saturadas
de positivismo y funcionalismo– son la envidia de economistas cegados, quienes
emulan sus métodos usando una matemática (como otro leguaje formal y abstracto),25
que ni siquiera se desarrolló originalmente para entender la complejidad
de lo social (lo cual tampoco niega el posible uso de la matemática en economía,
pero siempre limitado).
Incluso se podría plantear que las “ciencias económicas” dominantes, sufren de
varias patologías como la llamada “envidia de la física”, en donde se cree que el
accionar de los economistas es “más científico” cuanto más se parezca a la física26
25. “Para ser objetivo, dicen, debemos aportar ante todo datos que no estén al arbitrio del investigador. Mientras más cuantitativos
sean los datos, menos dependen de la subjetividad del estudioso y más comparables son en situaciones diversas.”
(Wallerstein, 1995).
26. El físico teórico Lee Smolin ve a la “envidia de la física” como una posible razón por la cual las “ciencias económicas” no
44 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
(ejemplos sobran27). Esa y otras patologías similares, evidencian que las “ciencias
económicas” sufren un grave trastorno de identidad que han intentado tranquilizar,
inventando un “Premio en Ciencias Económicas en memoria a Alfred Nobel” (el
cual ni siquiera fue legado por Nobel, sino que es otorgado por el Banco de Suecia).
Ante tal falta de identidad, terminan buscando imposibles equilibrios, exactitud y
mensurabilidad en un sistema, el capitalista, tremendamente inestable y vital; mientras
que otros buscan salidas en el caos, la complejidad, las redes, etcétera; y otros
terminan rendidos en prosas a ratos inútiles.
En medio de esta falta de identidad, las diferentes corrientes que surgen desde la
ortodoxia –e incluso desde cierta heterodoxia–, casi siempre están sumidas en agudas
confusiones pues siguen discutiendo “el problema económico” envuelto en un
inútil análisis sobre cuánto mercado y cuánto Estado es necesario, asumiendo ingenuamente
que esa sería la dicotomía entre capitalismo y socialismo… Así, unas
corrientes contradicen a otras pero; casi siempre en la superficie pues solo se disputan
medidas para sostener el sistema capitalista de acumulación (sin siquiera cuestionarlo).
En definitiva, terminan empantanados en debates insolubles (y hasta olvidados
a pesar de la relevancia que deberían tener en la economía),28 mientras que
el capitalismo sigue cayendo en su crisis civilizatoria, sin que los capitalistas dejen
de acumular en todo momento.
Ante la penosa situación actual de la economía, cabría preguntarse: ¿cuándo esta
perdió rumbo?, ¿cuándo la economía abandonó el estudio de la reproducción material
de la vida, para volverse un mero estudio crematístico, con delirantes envidias
y aspiraciones “científicas” iguales a la física u a otras ciencias alejadas del mundo
social? Para responder tales preguntas quizá ayude revisar, dentro del pensamiento
económico, cuándo se dio ese “salto” de la economía política a las “ciencias económicas”
hoy dominantes.
logran entender fenómenos como las crisis financieras. En particular, Smolin plantea el ejemplo del “arbitraje”, es decir, de
la acción de ganar negociando de forma circular entre bienes o monedas (por ejemplo, obtener ganancias intercambiando
A por B, luego B por C y luego C por aprovechando variaciones de precios en el tiempo); teóricamente el arbitraje no es
viable si los mercados alcanzan el equilibrio según las “ciencias económicas” dominantes, sin embargo, es una práctica
común en el mundo financiero moderno. Al respecto se recomienda ver el video disponible en: https://www.youtube.com/
watch?v=cWn86ESze6M.
27. Quizá un ejemplo célebre de la “envidia de la física” en economía es el caso de Irving Fisher quien, en sus Investigaciones
matemáticas sobre la teoría del valor y del precio (1892) hizo varias copias directas de la física a la economía, término a
término. Al respecto se recomienda el artículo de Oscar Valdes-Viera (2017).
28. Entre los debates económicos que mejor reflejan la existencia de corrientes antagónicas, podemos mencionar -en el caso
norteamericano-europeo- a la controversia de Cambridge en la cual se enfrentaron la teoría del capital de Cambridge-Massachussets
(defendida por ganadores del premio Nobel como Paul Samuelson y Robert Solow), contra las críticas hechas
desde Cambridge-Inglaterra (planteadas por alumnos y amigos directos de John Maynard Keynes como Joan Robinson
(1953-54) y Piero Sraffa (1960)). A pesar de que el debate fue muy potente -llevando incluso a Samuelson a aceptar que el
enfoque marginalista neoclásico podría estar equivocado (ver Samuelson, 1966)-, sin embargo, el debate quedó olvidado
y ni siquiera llega a mencionarse en las aulas de clase. Para una mirada panorámica al respecto se recomienda el trabajo
de Cohen y Harcourt (2003).Y, por cierto, en Nuestra América también hay potentes debates económicos olvidados, como
los que desplegaron Celso Furtado y André Gunder Franck (Macías, 2010), o el de Agustín Cueva con Ruy Mauro Marini,
Theotonio dos Santos y Vania Bambirra (Katz, 2016), por citar apenas un par de casos. Incluso existen vínculos olvidados
entre los pensamientos económicos latinoamericano y europeo que deberían rescatarse, como es el caso del diálogo entre
Celso Furtado y Nicolás Kaldor (Meireles, 2016).
Ecuador Debate 103 / tema central 45
Para hacer dicha revisión, podemos partir de las intuiciones sobre el vínculo entre
economía y política, planteadas por el mercantilista Antoine de Montchrestien (de
los primeros pensadores en escribir explícitamente sobre economía política), quien
–bajo la influencia de la Ética nicomáquea de Aristóteles– mencionaría que:
La casa es antes que la ciudad. La ciudad antes que la provincia. La provincia antes que
el reino. Por lo tanto, el arte de la política depende inmediatamente de la economía [entendida
como administración del hogar según el enfoque aristotélico, NDA] y al tener mucho
en común, deberá así mismo tomar su ejemplo. El buen gobierno doméstico sirve de
patrón y modelo para el gobierno público; ya sea que miremos el buen comando, sea que
miremos la obediencia fiel, enlaces principales de la una y la otra [economía y política,
NDA] (Montchrestien, 1615: 17-18, traducción propia).
Este enfoque puede complementarse con aquellas intuiciones de pensadores clásicos
como Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill, quienes plantearían lo siguiente
sobre el objeto de estudio de la economía política:
Dos objetos son los que presenta la Economía política considerada como uno de los ramos
de la Ciencia de un legislador, y que debe cultivar un Estadista: el primero suministrar al
pueblo o nación respectivamente abundante subsistencia, o hablando con más propiedad,
habilitar a sus individuos, y ponerles en estado de poder surtirse por sí mismos de todo lo
necesario; y el segundo proveer al Estado o República de rentas suficientes para los servicios
públicos, y las expensas, o gastos comunes, dirigiéndose en ambos objetos a enriquecer
al Soberano y al pueblo como tales (Smith, 1776: 161).
El producto de la tierra –todo lo que se obtiene de su superficie mediante la aplicación aunada
de trabajo, de la maquinaria y del capital- se reparte entre tres clases de la comunidad,
a saber: el propietario de la tierra, el dueño del capital necesario para su cultivo, y
los trabajadores por cuya actividad se cultiva. […] La determinación de las leyes que rigen
esta distribución es el problema primordial de la Economía Política: a pesar de los grandes
avances de esta ciencia, gracias a las obras de Turgot, Stuart, Smith, Say, Sismondi y otros,
dichos autores aportan muy poca información satisfactoria con respecto al curso natural
de la renta, de la utilidad y de los salarios (Ricardo, 1817: 5).
[La economía política es] la ciencia que traza las leyes de los fenómenos sociales que derivan
de las operaciones combinadas de los seres humanos para la producción de riqueza,
en la medida que esos fenómenos no resulten modificados por la preocupación de ningún
otro objetivo (Mill, 1844: 323, traducción propia).
Juntando estas intuiciones, se nota que mercantilistas y clásicos veían a la economía
política como “ciencia” (posiblemente usando el término de forma superficial),
encaminada a buscar “leyes” que describan las regularidades de un objeto de estudio
muy concreto: el manejo de la sociedad (sea un hogar o un Estado) (Montchrestien),
particularmente aquel manejo asociado a la producción (Mill) y distribución
(Ricardo), necesarios para proveer a dicha sociedad de lo necesario para alcanzar
una abundante subsistencia (Smith).
Vemos que tales intuiciones no se contradicen unas a otras en su esencia, ni se
enfocan en objetos diametralmente opuestos, sino que se complementan entre sí. Es
46 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
más, tal interpretación mercantilista-clásica, de la economía política, es muy similar
a la propuesta cercana a Marx;29 basta ver la siguiente intuición de Friedrich Engels
al respecto:
La economía política es, en su más amplio sentido, la ciencia de las leyes que rigen la producción
y el intercambio de los medios materiales de vida en la sociedad humana [es decir,
subsistencia, NDA] (Engels, 1878: 139).
Se nota que ni siquiera el marxismo generó una ruptura radical en el objeto de estudio
de la economía política, sino que más bien hubo una suerte de evolución de
dicho objeto.30 En esa evolución se ve que el problema de la reproducción material
de la vida es central: precisamente esa es la razón de ser de los procesos de producción,
distribución, circulación y consumo.31 Entonces, ¿cuándo cambió de rumbo
el pensamiento económico y por qué lo hizo? Quizá tal duda se la puede despejar
considerando la siguiente percepción de Marx:
En el dominio de la economía política, la investigación científica libre no solamente enfrenta
al mismo enemigo que en todos los demás campos. La naturaleza peculiar de su objeto
convoca a la lid contra ella a las más violentas, mezquinas y aborrecibles pasiones del
corazón humano: las furias del interés privado (Marx, 1867: 8-9).
Desde una lectura de lo planteado por Marx, al parecer cuando se ahonda en el
estudio de los procesos de producción, distribución, circulación y consumo necesarios
para reproducir la vida, se termina chocando con los intereses privados de quienes
ejercen poder en esos procesos. Dentro del capitalismo, ese choque es indeseable
para las clases dominantes que sustentan su poder explotando tanto a la fuerza
de trabajo como a la Naturaleza.
En efecto, si la economía política profundizara su análisis, develaría un sinfín de
cosas desagradables como que en el capitalismo la aspiración a un crecimiento económico
ad infinitum en realidad es el resultado de la reproducción a escala ampliada
empujada por la acumulación del capital (ver Marx, 1885). Semejante error se
nota incluso en la crítica al capitalismo, pues Marx sostenía muchas de sus tesis en
la creencia de un crecimiento ilimitado y en la victoria de la humanidad sobre la Naturaleza
(Max Neef, 2017:17).32 Igualmente se develaría que es por medio de sofocar
toda vida y todo lo que tiene que ver con ella –tal como entendió con claridad
el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría (2010)-, que el capital se acumula;33 es de29.
Véase, por ejemplo, la propuesta de definición de la economía política recogida en el “Diccionario del pensamiento marxista”
de Tom Bottomore et al. (2001: 246).
30. Eso no quita que entre mercantilistas, clásicos y marxistas existan abordajes teóricos muy diferentes.
31. A los que Marx prestaría particular atención en su Introducción a la crítica de la economía política (1857).
32. Vale recordar que su compañero de luchas, Friedrich Engels, anticipó los riesgos de este crecimiento ilimitado cuando afirmó
que “no debemos lisonjearnos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Esta se venga de nosotros
por cada una de las derrotas que le inferimos” (Engels, 1863).
33. A manera de ejemplo de cómo la acumulación capitalista sofoca la vida, se puede recordar las palabras de Rosa Luxemburg:
“El militarismo ejerce en la historia del capital una función perfectamente determinada. Acompaña los pasos de la
acumulación en todas sus fases históricas […] El militarismo es también, en lo puramente económico, para el capital, un
medio de primer orden para la realización de la plusvalía, esto es, un campo de acumulación” (Luxemburg, 1912: 225).
Ecuador Debate 103 / tema central 47
cir, se sofoca a la vida para acumular un poder34 cuya representación simbólica se
da a través del dinero que se incrementa explotando al ser humano y a la Naturaleza.
Así, la vida es arrojada bajo las ruedas del “Zhaganat35 capitalista” (Marx, 1867,
p.338): Humanidad y Naturaleza se sacrifican, es decir se mercantilizan, y se transforman
en poder -monetario- en beneficio de los dueños del capital y sus acólitos.
El hecho de que la economía política –juntamente con la ecología política, podríamos
añadir– devele semejantes “realidades desagradables del mundo moderno”
es justo la razón de fondo, por la cual se dio la gran ruptura dentro del pensamiento
económico. En efecto, apenas unos años después de que Marx (con sus aciertos
y errores) presentara, en 1867, cómo el capital se acumula explotando, el pensamiento
económico dio un giro radical y comenzó a abandonar su contenido político.
Un ejemplo ilustre es el surgimiento del “marginalismo”36 con expositores como
William Stanley Jevons quien, en su obra de 1871, plantearía que:
En este trabajo he intentado tratar a la Economía como un cálculo de Placer y Dolor (Jevons,
1871: vi).
Incluso las teorías de los moralistas han reconocido el carácter cuantitativo de la materia. La
Introducción a los principios de moral y legislación [1789, NDA] de Bentham es exhaustivamente
matemática en el carácter del método. Él nos llama a estimar la tendencia de una
acción así: “Suma todos los valores de todos los placeres por un lado, y aquellos de todos
los dolores por el otro lado. El balance, si está en el lado del placer, nos dará la buena tendencia
del acto sobre el conjunto, con respecto a los intereses de la persona individual; si
se tiende al lado del dolor, la mala tendencia del acto sobre el conjunto” (Jevons, 1871: 10).
En otras palabras, para Jevons el objeto de estudio ya no era la subsistencia sino el
cálculo (matemático) y el balance –cuasi hedonista– entre “placer” y “dolor”: un enfoque
subjetivo a todas luces, pues lo que para unos genera placer, para otros puede
generar dolor, cosa que no sucede al pensar en la subsistencia material de la vida.37
De esa manera, es gracias al marginalismo –que a más de Jevons tuvo el impulso de
Carl Menger y Léon Walras38– que la economía empezó a perder su elemento polí34.
Interpretar al capital como un tipo de poder no es un capricho. Tanto en Marx (1844, 1848) como en autores posteriores
(por ejemplo, ver Nitzan y Bichler, 2009) existen justificaciones para esa interpretación.
35. Durante el festival del Razaiatra, en la ciudad de Puri o Zhaganat en la India se pasea en procesión la imagen de la deidad,
instalada sobre un carro de ruedas gigantescas; no era infrecuente otrora que algunos fieles adoradores de Vishnú-Krishná
se arrojaran bajo las ruedas y perecieran aplastados.
36. La teoría neoclásica (revolución marginalista) abrió la puerta al análisis centrado en los mercados. Se aplicaron nuevas
herramientas de análisis, como las matemáticas. Sin embargo, los aportes de esta corriente no transgreden profundamente
el pensamiento clásico. Desarrollan el modelo de equilibrio general (Léon Walras), que ya lo enunció Francois Quesnay (y
a su modo Karl Marx); la economía del bienestar y las reglas del ceteris paribus (Alfred Marshall); el papel del Estado en la
economía de mercado (Arthur Cecil Pigou); los costos de oportunidad… entre muchos otros de los elementos básicos de
la “ciencia económica” actual.
37. Por ejemplo, es muy probable que un asesino sienta placer al matar a otra persona, tema que evidentemente no tiene
nada que ver con la búsqueda de la subsistencia social. Otro ejemplo extremo: una persona puede sentir gran placer en el
consumo de droga, pero eso podría a la larga reducir su propia capacidad de sobrevivir.
38. En el caso de Walras, si bien sus aportes teóricos contribuyeron más hacia el marginalismo, cabe reconocer que sus posturas
políticas fueron mucho más próximas incluso al socialismo. Sobre dichas posturas de Walras se recomienda el artículo
de Renato Cirillo (1980).
48 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
tico (expresado claramente por Marx al mencionar el choque entre la investigación
económica y los intereses privados); componente político que fue reemplazado por
una “introspección” entre placer y dolor mediada por el uso de un cálculo matemático
que había sido desarrollado más bien para entender a los fenómenos físicos antes
que a los fenómenos sociales. El propio William Stanley Jevons lo diría de forma
explícita: la economía, si ha de ser en absoluto una ciencia, deberá ser una ciencia
matemática (citado por Galbraith 1989: 139).
Si el marginalismo dio el primer paso en la gran ruptura de la economía política,
quien marcaría el camino hacia las modernas “ciencias económicas” neoclásicas
sería Alfred Marshall. Él tenía muy claro hacia dónde debía avanzar la economía,
al intentar combinar parcialmente las sugerencias clásicas sobre subsistencia –viéndola
él como bienestar– con las sugerencias marginalistas del cálculo placer-dolor,
pero dejando de lado la pugna de intereses –y, por ende, la discusión del poder.
Como resultado, Marshall concluiría que:
La Economía política [political economy, NDA] o Economía [economics, NDA], es el estudio
de la humanidad en las ocupaciones ordinarias de la vida; examina esa parte de la acción
individual y social que está más estrechamente conectada con la obtención y uso de
los requisitos materiales del bienestar […] Así, por un lado, es el estudio de la riqueza; y
por otro lado, el más importante, una parte del estudio del hombre [como individuo, NDA]
(Marshall, 1890, citado en Backhouse y Medema, 2009: 224).
La Economía es así tomada como un estudio de los aspectos y condiciones económicas de
la vida política, social y privada de las personas; pero más especialmente de su vida social
[…]. Pero a pesar de estar direccionada a las necesidades prácticas, la economía evita
lo más que puede la discusión de aquellas exigencias de organización partidista, y aquellas
diplomacias de la política interna y externa […] evita varios asuntos políticos, que las
personas prácticas no pueden ignorar: por tanto, es una ciencia, pura y aplicada, más que
una ciencia y un arte. Y esta es descrita mejor por el amplio término “Economía” [economics,
NDA] que por el término más estrecho de “Economía Política” [political economy,
NDA] (Marshall, 1890: 32).
Luego de que Marshall –y su propuesta neoclásica– abandonara el componente
político y se centrara en estudiar oferta y demanda, el camino quedó listo para crear
a las “ciencias económicas” modernas. Y así sucedió. Solo pensemos, por ejemplo,
en la famosa definición ya no de la economía política sino de las “ciencias económicas”
planteada por Lionel Robbins, en donde la escasez vista desde una perspectiva
subjetiva desplaza por completo a las propuestas mercantilistas-clásicas-marxistas
de la supervivencia alcanzable desde la producción, distribución, circulación y
consumo:
La Economía es la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre
fines y medios escasos que tienen usos alternativos (Robbins, 1932: 16).
Propuesta que sería explícitamente seguida por personajes como Milton Friedman:
Ecuador Debate 103 / tema central 49
[Economía] es la ciencia de cómo una sociedad particular resuelve sus problemas económicos
[…] Un problema económico existe cuando se usan medios escasos para satisfacer
usos alternativos (Friedman, 1962: 6).
La economía positiva es, en principio, independiente de cualquier postura ética o juicio de
valor […] lidia con lo ‘que es’ y no con lo ‘que debería ser’ (Friedman, 1953: 4).
Siguiendo a Friedman, George Stigler, otro de los economistas destacados de la Escuela
de Chicago, también sostuvo que “la economía como ciencia positiva es éticamente
neutral, y por lo tanto políticamente neutral” (1959: 522). En consecuencia,
las valoraciones éticas de la vida se excluyen de la economía tratada como una
ciencia exacta (que, en el caso más ortodoxo, asume la ética del mercado). Por lo
tanto, la tarea del economista –vulgar– sería la de hacerse a un lado de los problemas
sociales y políticos, para aplicar un manejo económico indiscutible, que para
sí mismo sería el único posible. El economista, entonces, debería analizar, describir,
de ser posible sintetizar en cálculos matemáticos su trabajo, sin pronunciar juicios
morales, ni comprometerse en ningún otro aspecto. El profesional de la economía
no se ocuparía, entonces, de la justicia ni de la bondad de la estructura social imperante,
si lo hace estaría negando su razón científica.
Eludir responsabilidades sociales –e incluso ambientales– es el resultado de esa
aproximación autodefinida como “científica”. Eso se percibe cada vez más en el
mundo académico, en donde a nombre de “la ciencia” se excluye cualquier compromiso
concreto con miras a superar de raíz las inequidades, las desigualdades, las
injusticias, las violaciones de derechos, la insostenibilidad del sistema y, en definitiva,
su crisis civilizatoria. Esto sirve para que muchos economistas –y otros profesionales
de las “ciencias sociales”– tengan “una vida profesional tranquila y libre de
controversias” (Galbraith, 1989: 139-140). No sería de su incumbencia haber asumido,
como de hecho sucede, el papel de oficiosos legitimadores del poder de la
economía mundo (Raúl Prada, 2015).
Pero no se quedan allí. Quienes incluso podrían contribuir a construir alternativas
no solo se enconchan en “su ciencia”, sino que hacen todo lo posible para bloquear
dicha construcción. En ese empeño pontifican que intentar una alternativa económica
demoraría la aplicación de los cambios demandados por la economía ortodoxa,
que es asumida casi como la única posible. Por eso se escucha con frecuencia, por
ejemplo, que transitar por otra senda retrasaría el “desarrollo”. Así, el permanente
chantaje del retraso cobra fuerza como forma invertida de la ideología del progreso.
Si el camino económico es conocido y el pensamiento económico es único, ¿por
qué perder tiempo en construir alternativas?, concluyen.
Este vigoroso mensaje es determinante en el mundo contemporáneo. Tal pensamiento,
especialmente el de quienes toman las decisiones, está influenciado
permanentemente por los conceptos que manipulan los economistas; la formulación misma
de los problemas está condicionada por las palabras claves que estos han forjado. [Sus]
conclusiones tienen la fuerza que antaño tuviera la Verdad revelada. Se transforman en
fuente de un verdadero fanatismo, tan radical como el de ciertas sectas religiosas: el fanatismo
económico, ‘el economicismo’ (Jacquard, 1995: 35-36).
50 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
Así, la economía termina como un dispositivo de dominación, a través del cual se
pretende orientar el destino del mundo. Y desde esas visiones totalitarias, por ejemplo,
se deriva la aceptación indiscutible del extractivismo por gobiernos progresistas
o neoliberales.
Frente a estas pretensiones teóricas surge la fuerza de la realidad. La economía,
en tanto ingeniería con demanda de ciencia exacta, comprendida como un ejercicio
de lógica matemática, encuentra sus límites. En ocasiones, al ser asumida como
una ingeniería, a la economía le resulta difícil, y en ocasiones imposible, explicar
sus propias hipótesis, sus supuestos. Así, con frecuencia, esta economía “moderna”
sintetiza una serie de teorías, con algún atractivo lógico, pero muchas veces no verificables
a la luz de los hechos observables.
Más que objetividad, muchas de estas teorías demuestran una clara distancia con
la realidad, a la cual hasta pretenden deformarla para que se aproxime a sus requisitos
teóricos. Este cuestionamiento no menosprecia la gran importancia que tienen
las matemáticas. Sabemos que dos piernas, al menos, son indispensables para caminar.Y
en el caso de la economía estas piernas son las matemáticas y la historia, pero
que nunca podrán suplantar al cerebro, lo conceptual, y al corazón, lo vivencial.
Y quizá ese distanciamiento con la realidad alcanzó su clímax cuando las “ciencias
económicas” modernas –dejando de preocuparse de los procesos necesarios
para alcanzar la subsistencia social– pasaron a preocuparse del comportamiento de
los individuos frente a la escasez; escasez que se podría estudiar en términos generales,
sin importar la necesidad específica a satisfacer.39 Pero dicho enfoque de la escasez
no es de cualquier tipo, sino que es un enfoque combinado con la propuesta
del cálculo -matemático- del placer y el dolor, la “envidia por la física” y demás patologías
de las “ciencias económicas”, las cuales al combinarse crearon el escenario
perfecto para que Gary Becker40 proponga que:
Los supuestos combinados de comportamiento maximizador, equilibrio de mercado, y
preferencias estables, usadas sin descanso ni vacilaciones, forman el corazón del enfoque
económico (Becker, 1976: 5).
Como diría Joan Robinson, las “ciencias económicas” modernas crearon una serie
de exposiciones elegantes… pero acerca de problemas de menor importancia
(englobados dentro del comportamiento humano general frente a cualquier tipo de
escasez), distrayendo a quienes estudien economía de las desagradables realidades
del mundo capitalista (solo recordemos las dimensiones de la crisis civilizatoria con
las que iniciamos este artículo).
39. Dándose casi igual tratamiento analítico a la escasez de hamburguesas, la escasez de gaseosas, la escasez de ropa de
marca, la escasez de “afecto”, la escasez de… en fin, la escasez de cualquier tontería que se le ocurra al economista (como
es típico observar en los textos escolares de microeconomía moderna).
40. Becker fue uno de los principales pensadores que construyeron la interpretación microeconómica moderna sobre el comportamiento
del individuo como agente optimizador.
Ecuador Debate 103 / tema central 51
De esa forma, por medio de sus inocentes “mundos ideales” (sea con más mercado
o con más Estado, sea con los eufemismos de “macro-equilibrios”, “óptimos de Pareto”
o “leyes generales”…), las “ciencias económicas” modernas rompieron con el objeto
de estudio que florecía desde la economía política mercantilista-clásica-marxista,
y hasta han devenido en “perros guardianes” del capitalismo y de sus estructuras
represivas. Y es justo a ese tipo de “perros guardianes” que debemos enfrentarnos si
deseamos superar, de una vez por todas, al capital y a su crisis civilizatoria.
Hacia una posteconomía para un postcapitalismo
Hoy en día es más fácil imaginar el fin del mundo
que el fin del capitalismo
Frederic Jameson
Ante la ruptura en el pensamiento económico que significó el abandono de la
economía política (abandono que terminó siendo funcional a la acumulación de capital),
ante tantas teorías fallidas y prácticas perversas, ante las pretensiones científicas
carentes de identidad, quizá es hora de dar paso a un epistemicidio de las “ciencias
económicas” modernas. Y en su reemplazo, es hora de empezar a construir una
post-economía, entendida no como una corriente económica más, sino como un intento
sincero –a través de la transdisciplinariedad41– por superar todas las corrientes
económicas, recogiendo de estas solo aquello que garantice la vida en armonía entre
los seres humanos y de estos con la Naturaleza.
Podemos ver a la post-economía como una economía para otra civilización, que
no se sostenga más en el antropocentrismo, ni en ningún otro centro que no sea la
vida misma. Tal post-economía no es una anti-economía; al contrario, la post-economía
debe aceptar que las sociedades necesitan de la producción, distribución, circulación
y consumo para reproducir su vida material y social (recuperando las raíces
de la economía política).42 Sin embargo, tales procesos deben regirse por una racionalidad
humanista y socioambiental, y no por la racionalidad del capital ni por la racionalidad
del progreso, un “huracán” que debe superarse según Walter Benjamin.43
Al construir tal enfoque sin centros diferentes a la vida misma, la post-economía
debe aceptar que todos los seres tienen igual valor ontológico sin importar ni su “utilidad”
ni el “trabajo” requerido para existir (liberándose así de las nociones de valor
de uso y de cambio, vistas apenas como punto de partida pero no de llegada de la
41. Ver, a modo de ejemplo, la aproximación que hace sobre este tema Max-Neef (2017: 117-130).
42. Una tarea que demanda nuevas y revolucionarias visiones que, por ejemplo, planteen como tema central la redistribución
del trabajo como paso para construir otras formas de vida no centradas en el consumismo y el productivismo (Paech, 2012)
o que propongan respuestas concretas desde dentro del mundo empresarial capitalista de cómo construir otra economía
(Felber, 2012).
43. “La idea de un progreso del género humano en la historia es inseparable de la representación de su movimiento como un
avanzar por un tiempo homogéneo y vacío. La crítica de esta representación del movimiento histórico debe constituir el
fundamento de la crítica de la idea de progreso en general” (Benjamin, 1940).
52 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
reflexión económica); asimismo debe reconocer que toda vida humana tiene igual
valor, indistintamente del trabajo que la suerte decida para cada uno, a más de reconocer
valores no-instrumentales en lo no-humano.
Para construir esa post-economía se requiere crear paradigmas, lenguajes y metodologías
que –desde sus orígenes– entiendan a la realidad social y natural con un
claro objetivo en mente: construir teorías y prácticas holísticas que comprendan a la
sociedad humana y ecológica, al mismo tiempo que ayuden a superar al capitalismo,
antes de que este destruya toda vida en el planeta como resultado de su propia
lógica de acumulación, que está conduciendo a una crisis civilizatoria.
A fin de llegar a la post-economía, como aquí la planteamos, los esfuerzos deben
ser transdisciplinarios, construyendo un conocimiento lo más completo y global
posible de la realidad social y natural, dialogando con diversos saberes. Esta
post-economía debe aprender de las otras “ciencias sociales”, así como de las ciencias
naturales, pero siempre de forma crítica y sin envidias, buscando construir un
enfoque sistémico que las integre más allá de ellas mismas, pero sin afanes de superioridad;
es decir sin colonizarlas, pues casi se podría considerar que en la actualidad
las “ciencias sociales” giran, cual satélites, alrededor de las “ciencias económicas”
(Acosta, 2015).
La transdisciplinariedad abre el camino. Sobre todo, la economía –una nueva
economía para otra civilización–, así como cada una de las “ciencias sociales” están
conminadas a aprender de las otras, a estudiar con las otras, a investigar con las
otras, a ser parte de las otras. Cabe dar paso al “reencantamiento del mundo”, 44 es
decir, como recomienda Immanuel Wallerstein:
a derribar barreras artificiales entre los seres humanos y la Naturaleza, a reconocer que
ambas forman parte de un universo único enmarcado por la flecha del tiempo. El reencantamiento
del mundo se propone liberar aún más el pensamiento humano. El problema
fue que, en el intento de liberar el espíritu humano, el concepto del científico neutral
(propuesto no por Weber sino por la ciencia social positivista) ofrecía una solución imposible
al laudable objetivo de liberar a los estudios de cualquier ortodoxia arbitraria. Ningún
científico puede ser separado de su contexto físico y social. Toda medición modifica
la realidad en el intento de registrarla. Toda conceptualización se basa en compromisos filosóficos.
(I. Wallerstein 1996, pp. 81-83).
Más adelante Wallerstein (1996: 81-83), propone reinsertar en las ciencias sociales,
“el tiempo y el espacio como variables constitutivas internas en nuestros análisis
y no meramente como realidades físicas invariables dentro de las cuales existe el
universo social”. Y, en tercer lugar, pide superar las separaciones artificiales erigidas
entre lo político, y lo económico (recordando, a nuestro parecer, que ambas dimensiones
están necesariamente supeditadas a la realidad social).
44. Tal como lo plantea en su libro Morris Berman (1987), cuyo aporte sirve para rectificar la epistemología dominante y
también para construir un nuevo paradigma que entienda en la práctica que los seres humanos formamos parte integral de
la vida de la Madre Tierra y del Universo.
Ecuador Debate 103 / tema central 53
Todo eso es importante, pero no suficiente. Las “ciencias sociales”, especialmente
en sus lógicas de escolaridad individualizante y alienante, tendrán que dar paso a
procesos de descolarización, como los que proponía Ivan Illich. Y, por cierto, es indispensable
que se dé paso a un acelerado proceso de des-colonialidad de las “ciencias
sociales”.
Además, tratar de explicar el mundo para transformarlo, fallará en su empeño
quien no combine los ingredientes y las reflexiones de distintos enfoques de las
“ciencias sociales” y los aportes procedentes de las culturas y pueblos en toda su
gran diversidad. En ese sentido, urge recuperar e integrar formas de conocimiento
diferentes a las academicistas, más cercanas a un conocimiento vivencial, en especial
de quienes típicamente han sido olvidados por la Historia. Habrá que reflexionar
sobre las posibilidades del surgimiento de epistemes alternativos, que nos
permitan superar la colonialidad, a partir del “caos ecléctico”, en los términos planteados
por Elmar Altvater (2001: 191).
Junto con la transdisciplinariedad, la post-economía debería alimentarse de aquellos
principios provenientes de visiones que ya han intentado imaginar mundos diferentes
a la barbarie capitalista.45 Entre aquellas visiones se debe recuperar al Buen
Vivir (como propuesta post-desarrollista pensada especialmente desde la cosmovisión
indígena) (ver Acosta, 2013), al Ubuntu, el eco-svarag e incluso el comunitarismo.46
Mencionemos algunos de esos principios que podrían ser la base de la
post-economía: solidaridad, reciprocidad, complementariedad, relacionalidad, correspondencia,
responsabilidad, integralidad (todos los seres vivos somos necesarios),
sustentabilidad, suficiencia (y también la eficiencia, pero visualizada en términos
de comunidad y no en función del capital o el poder), diversidad e identidad
cultural, equidades. Y todo esto para garantizar la vida digna de humanos y no humanos;
un proceso inmerso en una permanente radicalización de la democracia en
todos los ámbitos de la actividad humana, sin marginar para nada el económico.
Respecto a la solidaridad, la post-economía debería construir otro tipo de relaciones
de producción, distribución, circulación y consumo, en donde surjan nuevas
lógicas de cooperación y de acumulación de recursos y de distribución democrática
del ingreso y la riqueza, tanto como de los medios de producción. Para lograrlo,
se deben construir relaciones armoniosas y solidarias de la colectividad y no solo
de individualidades sumadas arbitrariamente, recordando que aquellas sociedades
afincadas en la competitividad solo nos empujan a una cacotopia.47 El objetivo final
es construir una economía comunitaria y sustentable, orientada por principios diferentes
a los valores del capitalismo.
Respecto a la sustentabilidad y la autosuficiencia, la post-economía debería asegurar
siempre que los procesos económicos respeten los ciclos ecológicos, y que los
45. Entre las propuestas para pensar caminos hacia la superación del capitalismo -y que podrían servir para dar más contenido
a una post-economía- se recomienda el trabajo de Alberto Acosta y John Cajas-Guijarro (2015).
46. Una referencia recomendable al respecto es el trabajo de Kothari, Demaria y Acosta (2014).
47. Una utopía negativa.
54 Alberto Acosta • John Cajas Guijarro / De las “ciencias económicas” a la posteconomía.
Reflexiones sobre el sin-rumbo de la economía
procesos económicos puedan mantenerse en el tiempo sin ayuda externa. Respecto
a la diversidad e identidad cultural, la post-economía debería superar aquellos patrones
culturales asumidos por amplios segmentos de la población, enfocados a una
permanente y creciente acumulación de bienes materiales y de poder. Esa búsqueda
no asegura un creciente bienestar de individuos y colectividades, tal como se ha
demostrado en los países “desarrollados”.48
También urge que una post-economía de muerte al fetiche del crecimiento económico,
pues recordemos que un mundo finito no admite un crecimiento infinito. Así,
el llamado es a conjugar un decrecimiento sobre todo en los actuales países capitalistas
centrales, con un post-extractivismo en los países periféricos (lo cual de ninguna
forma puede implicar un deterioro en las condiciones de vida de la periferia)
(Acosta y Brand, 2017).
Igualmente, la post-economía debería demandar: el reconocimiento de los Derechos
de la Naturaleza que conduzca a la desmercantilización de la Naturaleza
y de los bienes comunes; el uso de criterios comunitarios para valorar los objetos;
la desconcentración y democratización de las relaciones de producción; un cambio
profundo en los patrones de consumo (dando punto final al “chip consumista”
que el capitalismo ha insertado en grandes segmentos de la sociedad); una redistribución
radical de la riqueza y del poder; fomentar la relacionalidad a todo nivel,
comprendiendo que es imposible entender a la sociedad desde el individuo aislado,
sin que esto signifique en ningún momento que las estructuras sociales puedan sobreponerse
a las individualidades;49 relaciones comunitarias, no individualistas, no
unidimensionales ni monoculturales; así como una profunda descolonización;50 entre
muchísimas otras demandas que deberán irse decidiendo de manera colectiva.
En definitiva, no solo hay que transformar la producción, distribución, circulación
y consumo, sino también los paradigmas dominantes. Hay que construir otra lógica
económica, que no busque ampliar permanentemente producción y consumo.
Nos guste o no, eso implica pensar en una sociedad donde la acumulación de capital,
y el propio capital, simplemente ya no existen. Recordemos que el capital no es
una cosa, es una relación social, una forma de poder que busca más poder por medio
de la explotación, y que se expresa en el dinero que “genera” más dinero. Una
economía sin capital sí es posible si cambiamos las relaciones sociales y la forma
como se maneja el poder.
En consecuencia, la construcción de una post-economía, deberá enfrentar poderosos
intereses de todo tipo (a más de los prejuicios de los defensores de las “ciencias
económicas”), tal como ya lo decía Marx en 1867; debe consolidarse particularmente
superando el consumismo e incluso el productivismo, sobre bases de
creciente autodependencia comunitaria en todos los ámbitos.
48. Basta recordar la paradoja de Easterlin (1974): mayores ingresos no implican una mayor felicidad.
49. Individuos y estructuras sociales como una totalidad concreta dialéctica, en palabras de Karel Kosik (1967).
50. Aquí amerita hacer mención del aporte de Aníbal Quijano (2014).
Ecuador Debate 103 / tema central 55
El afán no es solo de defender la fuerza de trabajo y de recuperar el tiempo de
trabajo excedente para los trabajadores, es decir de oponerse a su explotación. Eso
es muy importante, pero hay algo más: la defensa de la vida. La destrucción que
produce la acumulación capitalista en su forma de crecimiento económico lleva
a un despeñadero. Por tanto, construir otras lógicas económicas –que den muerte
a las “ciencias económicas” modernas– es un tema de supervivencia (tal como
lo planteaba, en sus orígenes, la economía política, que ahora debe enriquecerse
con aportes de la ecología política y por cierto del Buen Vivir, así como de muchas
otras vertientes del pensamiento –conocimientos y saberes– y práctica humana).
Esta post-economía deberá emerger desde la búsqueda y construcción de alternativas
pensadas transdisciplinariamente51 y aplicadas con una visión holística y sistémica,
como parte de transiciones dialécticas en donde pensamiento y acción van a
la par;52 emancipación que, por cierto, debe empezar liberando a los estudiosos de
la economía.
Todo esto para caminar hacia el pluriverso,53 entendido como un mundo donde
caben muchos mundos, pero todos coexistiendo con dignidad, sin que la miseria y
la explotación asegure la dolce vita de pocos. Algo posible construyendo, sin dogmatismos,
estrategias que permitan alcanzar transiciones civilizatorias, generando
así grandes transformaciones. Necesitamos nuevos horizontes no más atados al crecimiento
económico, al “desarrollo”, al “progreso”; horizontes que superen el patriarcado,
la explotación de los seres humanos y la Naturaleza, la colonialidad, la
acumulación de poder por medio de la succión de la vida…
La discusión está planteada. Debemos pasar de la esterilidad de las supuestas certezas,
a la creatividad que provocan los procesos de cambio. No caben dogmas
ni imposiciones. O seguimos dominados por esas falsas “ciencias económicas” o
construimos una post-economía, es decir, una economía para otra civilización, una
civilización post-capitalista, la cual nacerá desde una permanente subversión del
pensamiento único del capitalismo totalitario; vinculada siempre a las luchas de resistencia
y a la concomitante construcción de alternativas concretas.
Bibliografía
51. Para superar los estrechos límites de la disciplinariedad que agobian a las “ciencias económicas” y a las otras “ciencias
sociales” no bastan la interdisciplinariedad y multidisciplinariedad, se precisa transitar hacia la transdisciplinariedad abordando
la complejidad del mundo desde un pensamiento complejo.
52. En línea con la visión emancipadora de gente como Orlando Fals Borda.
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