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Aníbal Quijano y los movimientos anti-sistémicos


Raúl Zibechi :: 11.06.18

Esta ha sido la imagen dominante en el pensamiento crítico, que suponía que la revolución consistía en la derrota definitiva del capitalismo como una totalidad y el comienzo de la construcción de una sociedad diferente, socialista en camino hacia el comunismo.
Los revolucionarios tienen dos caminos: o trabajan para potenciar la homogeneidad de sus sociedades, cuestión que a menudo han intentado hacer desde arriba, con lo que se comportan de modo despótico y neo-colonial, o bien aceptan la heterogeneidad y aceptan que cada pueblo camine según su propio ritmo y sus modos. No habrá una salida conjunta de todos los sectores de la sociedad del capitalismo actual, sino procesos diferentes en cada región y en cada pueblo, que no pueden ser encorsetados en procesos idénticos de cambio.
Si la primera actitud fue la que practicaron los partidos comunistas, en particular bajo el estalinismo, la segunda es la que promueven los zapatistas. Por ese motivo (entre otros) no quieren hacerse cargo del Estado, que sería la herramienta para la uniformización del campo popular. Rechazan la posibilidad de gobernar o “liberar” a otros pueblos, porque sería tanto como imponerles sus propios modos, que trasladarían mecánicamente a otras realidades que siempre serán resistentes a cualquier tipo de dominación.


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