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Como la crisis venezolana divide a la izquierda latinoamericana

The Guardian :: 06.07.18

Y hoy día como la crisis en Nicaragua la divide más.

Dom Phillips / Sibylla Brodzinsky / David Agren / Dan Collyns / Uki Goñi
Cómo la crisis venezolana divide a la izquierda latinoamericana
Traducción de Lucía Balducci.
(theguardian/eldiario.es, 13 de agosto de 2017).

En su primer discurso internacional como presidenta del poderoso Partido de los
Trabajadores de Brasil, Gleisi Hoffmann se metió de lleno en la polémica al manifestar
apoyo incondicional al presidente venezolano Nicolás Maduro.
Frente al Foro de San Pablo, una conferencia anual de los partidos de izquierda en
Managua el pasado julio, Hoffmann dijo que Venezuela se enfrentaba a una “violenta
ofensiva de la derecha”, y apoyó la Asamblea Constituyente que los críticos de
Maduro han descrito como una flagrante apropiación de poder.
Hoffmann dijo que el nuevo cuerpo, que entró en funciones la semana pasada entre
las protestas de hasta 40 países, “contribuirá a consolidar aún más la revolución
bolivariana”.
En un continente cuya historia reciente está repleta de golpes de estado de la
derecha, dictaduras militares y intervenciones de Estados Unidos, a muchas personas
de la izquierda les parece bien ese apoyo. Para ellos, Venezuela es el símbolo de la
resistencia anti-imperialista, como alguna vez lo fue Cuba.
Pero para otros, el discurso de Hoffmann apoyó indefendiblemente a un gobierno
acusado de autoritario y de ejercer la violencia contra su propio pueblo.
Esta semana la ONU dijo que 5.000 personas han sido detenidas arbitrariamente en
Venezuela desde abril y habló de “informes creíbles de trato degradante, cruel e
inhumano” por parte de las fuerzas de seguridad. La economía del país está en caída
libre, mientras el desabastecimiento de comida y medicamentos ha desatado una
crisis humanitaria.
Después de cuatro meses de agitación política, Venezuela ha descolocado a la
izquierda latinoamericana, que alguna vez estuvo unida en respaldo al carismático
líder Hugo Chávez. “La izquierda está absolutamente dividida”, dice Leonardo Valente,
profesor de relaciones internacionales de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Lucha de clases sin solución democrática
Valente describe una corriente dura que cree que “Venezuela hoy es un ejemplo de la
lucha abierta de clases, para la que no hay solución democrática”. Sin embargo, otros
están horrorizados por la represión violenta a la oposición. “Esos están más enfocados
en la cuestión humanitaria,” señala.
El coro de críticos ha dejado a Maduro cada vez más aislado. Venezuela fue
suspendida del bloque de comercio sudamericano Mercosur y el martes pasado 17
países –incluidos Brasil, Argentina, México y Colombia– condenaron “la ruptura del
orden democrático”.
Incluso el Vaticano ha pedido la suspensión de la nueva Asamblea, aunque el papa
Francisco –nacido en Argentina– también ha sido criticado por no hablar abiertamente
contra el presidente venezolano.
En Brasil, los comentarios de Hoffmann han sido criticados sobre todo por la derecha.
Pero no únicamente por ella. “La Asamblea Constituyente de Maduro es la última
locura de un régimen que hace tiempo que está podrido”, asegura en una publicación
de Facebook Jean Wyllys, abogado perteneciente al Partido Socialismo y Libertad de
Brasil. “La situación en Venezuela es catastrófica, es una tragedia humanitaria de
verdad”.
Wyllys dijo que fue atacado en Internet por sus comentarios. “Hubo una campaña de
odio contra mí en las redes sociales, especialmente de sectores de la izquierda que
todavía defienden el viejo estalinismo del siglo pasado”, le dijo a the Guardian.
Wagner Mourão, profesor de ciencia política de la Universidad Estatal de Campinas y
miembro del Partido de los Trabajadores, dice que Venezuela ha perdido el encanto
que alguna vez tuvo.
“Venezuela fue un caso ejemplar”, señala, apuntando que el fundador del Partido de
los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva, apoyó a Chávez luego de un golpe de
estado fallido en 2003.
Muchos miembros del Partido de los Trabajadores establecen paralelismos entre las
protestas contra Maduro y la destitución de la ex presidente brasilera Dilma Rousseff,
que describen como un golpe de estado armado por la “élite” del país.
Mónica Valente, secretaria del partido para las relaciones internacionales, acusa a las
clases altas venezolanas de “jugar en contra del país” y exacerbar la crisis política y
económica para hacer caer al régimen.
El problema de la dependencia del petróleo
Valente asegura que el colapso económico de Venezuela es consecuencia de su
enorme dependencia de las reservas de petróleo, y compara a los miles de
venezolanos que han huido a países vecinos con las olas migratorias que buscan
entrar a Estados Unidos o la Unión Europea. “Esto es un fenómeno que sucede no
solo en Venezuela,” dice.
El martes pasado, un grupo de aliados de Venezuela –incluidos Cuba, Bolivia y
Ecuador– declaró su apoyo a Maduro y declaró que las sanciones impuestas por
Estados Unidos son una “interferencia imperialista”.
El presidente boliviano, Evo Morales, ya ha defendido la nueva Asamblea. “La
agresión a la democracia venezolana es una agresión a toda América Latina”, tuiteó.
Y, bajo el nuevo gobierno del presidente de izquierda Lenin Moreno, el Ministerio de
Relaciones Exteriores de Ecuador apoyó la nueva Asamblea venezolana, diciendo que
“ratifica su apoyo hacia cualquier proceso que busque la paz en Venezuela”.
Durante algunos de los años más oscuros de la guerra civil colombiana, Venezuela fue
refugio de los rebeldes de las FARC, pero también jugó un importante papel en las
negociaciones para la liberación de rehenes.
Y Chávez fue fundamental para convencer a las FARC de que se sienten a negociar la
paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, que eventualmente llevó a la
desmovilización del mayor grupo insurgente de América Latina
A su vez, las FARC han apoyado sin miramientos al atribulado sucesor de Chávez.
El líder de los rebeldes, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, ha dicho que
si bien el gobierno de Venezuela ha cometido errores, son las fuerzas del
“neoliberalismo” las que están intentando desestabilizar a un gobierno democrático.
“Apoyamos a Nicolás Maduro Moros y a la revolución bolivariana. Denunciamos la
violenta arremetida de la que son víctimas”, escribió en abril.
Después de la elección de la Asamblea Constituyente a principios de este mes,
Andrés París, otro líder de las FARC, afirmó: “Estamos muy felices de que el pueblo
venezolano haya triunfado, que haya triunfado la paz y que haya ganado la
democracia”.
Sin embargo, Gustavo Petro, exalcalde de Bogotá por el Movimiento Progresista de
izquierda –y antes de eso, exmilitante del ya disuelto grupo guerrillero M19– se
distanció de las políticas de Maduro. “Venezuela, como país petrolero, padece los
problemas de la distribución de la renta y la crisis de la caída del precio del petróleo,
pero amplificados por una pésima política económica. Venezuela puede rehacerse a
partir del diálogo de su sociedad o seguir el camino de Siria e Irak”, dijo.
En Argentina, la izquierda también tiene sentimientos encontrados, y no apoya
abiertamente ni a Maduro ni a oposición. “El gobierno de Maduro ha perdido el apoyo
popular y se está apoyando en las fuerzas armadas, con medidas cada vez más
antidemocráticas”, explica a The Guardian Myriam Bregman, excandidata a
vicepresidenta, cuyo Frente de Izquierda salió cuarto en las elecciones argentinas de
2015.
Pero Bregman también criticó a Estados Unidos, al papa Francisco y a los gobiernos
de derecha de América Latina por “presionar al gobierno de Maduro a que negocie
una solución con la derecha”.
Mientras se acercan las elecciones del año que viene en México, Andrés Manuel
López Obrador –candidato socialista que actualmente lidera los sondeos– no se ha
manifestado respecto de Venezuela, aunque algunos miembros de su partido, Morena,
han apoyado abiertamente a Maduro.
Por el contrario, la crisis venezolana ha sido muy comentada por el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), actualmente en el poder, cuyas políticas
tecnocráticas ahora tapan las raíces de esta corriente populista en la revolución
mexicana. Si bien el PRI ha apoyado incondicionalmente a Cuba, el gobierno del
presidente Enrique Peña Nieto ha condenado firmemente a Maduro, aunque eso
puede deberse a cuestiones internas, argumenta Federico Estévez, profesor de
ciencia política del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
“Es una cuestión de política interna. El PRI está haciendo campaña contra López
Obrador, adaptándose a las políticas dominantes de la región”, dice.
Lula, en Brasil, también se ha quedado inesperadamente callado a medida que la
crisis fue empeorando. Lula tiene planes de presentarse a un tercer mandato en las
elecciones presidenciales del año próximo, si no es antes encarcelado por los cargos
de corrupción y lavado de dinero, y no quiso realizar comentarios para este artículo.
“No tiene sentido que Lula haga ningún comentario. Él quiere ver qué va a pasar con
su propia candidatura”, asegura Oliver Stuenkel, profesor de relaciones
internacionales de la Fundación Getulio Vargas de San Pablo.
A medida que empeora la crisis en Venezuela, es probable que más representantes
de la izquierda de América Latina –especialmente aquellos que están por presentarse
a elecciones– adopten una actitud similar.
“Es una situación en la que no hay forma de salir ganando”, dice Stuenkel.


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