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Sin dios, ni patrones: Historia, diversidad y conflictos del anarquismo en la región chilena (1890-1990) (3)

Víctor Muñoz Cortés :: 12.07.18

Tercera parte del libro.
La educación por fuera del estado. Experiencias de pedagogía libertaria. Y otros capítulos.

I.- La educación por fuera del Estado. Experiencias de pedagogía libertaria.

“Por esto se habla de boicotear las escuelas del Estado y formar escuelas libres, sin local si es posible, en el medio de la naturaleza, gozando del sol, donde los niños corran y canten como las aves y vivan sanos como las flores de los campos”.
Manuel Márquez, 1922.
Dominaba en los anarquistas el deseo de saber. Pues el pensamien-
to libertario no involucraba solo un cambio de autoridad o sistema de organización económica. También significaba la transformación total del individuo y la invitación a su desarrollo integral. Un punto de partida que provocaba a quienes simpatizaban con estas ideas a educarse, a ilustrarse y hacerse de los conocimientos particulares afines a sus individuales impulsos. Como la mayoría de los anarquistas de entonces eran obreros y artesanos ajenos a las escuelas y la educación formal estatal, el cultivo de los distintos saberes iba por su propia cuenta, y la mayoría se auto-educaba687. Así lo recuerda José Santos González Vera:
“Dominaba en los anarquistas el deseo de saber, el anhelo de sobresalir en los oficios, el afán de ser personales. El individuo lo era todo. Cada uno buscaba su acento propio y era raro encontrar dos semejantes. Se tendía a la diferenciación hasta con perjuicio del buen sentido. Uno suprimía del lenguaje todo término que sugiriera la idea de propiedad; otro consagrabase a la oratoria; éste encarnaba a Zarathustra; ése adoptaba el régimen vegetariano; aquél hacíase escritor; tal optaba por la música; cual convertiase en vagabundo para predicar la gran palabra; zutano echaba sobre sí la tarea de ser un ejemplo humano; mengano se entregaba a la tarea de organizar sociedades de resistencia para interesar al pueblo en sus ideas; perengano ejercitó el valor vendiendo periódicos Sin Dios ni Ley en las puertas de la iglesia o irrumpiendo con discursos cáusticos en asambleas conservadoras”688
El auto-didactismo será el principal motor de difusión cultural entre las anarquistas. Por lo mismo no era extraño encontrar libertarios versados en varios idiomas, por ejemplo. El mismo González Vera, que convivió y fue parte de ellos, señaló alguna vez:
“Estos hombres tenían sobre mí una gran superioridad. Sabían mucho, ocupaban palabras escogidas y expresaban ideas que no se oyen a menudo. Vestían de artesanos, sus cuerpos estaban formados por el trabajo y, no dejaba de sorprenderme, hablaban en el tono de los caballeros de gris; ocupábanse de asuntos ajenos a su oficio, de problemas”689.
Históricamente el anarquismo ha colocado un interés prioritario en el cultivo de la cultura y por extensión de la educación al considerarlas herramientas y espacios urgentes para la liberación de los individuos y las sociedades. Múltiples experiencias y opiniones expuestas a lo largo y ancho de la Tierra y del tiempo han permitido a los anarquistas la configuración de un heterogéneo cuerpo teórico y práctico en donde se agrupan sus ideas educacionales. Ese sistema informal de propuestas se conoce como la Pedagogía Libertaria, la cual busca que la educación (sus espacios, métodos y fines) esté libre de autoridades coercitivas, facilitándose así el conocimiento en función a las aspiraciones y capacidades de las personas, en donde se eliminen el castigo y los premios, reemplazando el dogma de la competencia por las prácticas de solidaridad. Aspiraciones que dentro de la lógica antiautoritaria deben vivirse al margen del Estado, sostenidas mediante la autogestión y con el objetivo prioritario de contribuir al desarrollo interno e integral de cada participante, es decir, lejos de la lógica capitalista y estatal que, según ellos, solo crea técnicos o ciudadanos adiestrados en la sumisión690.
En la prensa libertaria constantemente se criticó la educación formal. Uno de sus principales fustigadores fue el profesor Manuel Márquez691 quien, en una de sus tantas colaboraciones sobre el tema anotó: “Las escuelas actuales son incubadoras de lacayos y dementes. Ahí se forman los esclavos modernos que se llaman ciudadanos. La escuela de hoy, lo mismo que la iglesia y el ejército, es un sostén de la burguesía canalla. Al hombre inteligente le cuesta mucho limpiarse de las farsas que le inyecta el maestro de escuela (…) El profesor está condenado a ser un déspota para asegurar el resultado del curso, porque si no, peligra el sueldo, miserable cantidad de metales o papeles, que no alcanzan para vivir! Los padres de familias ignorantes o llenos de prejuicios, mandan a aprender a plazo a sus hijos (…)
No se usan métodos racionales y casi todo se enseña de memoria, no se toman en cuenta los sentidos, ni las capacidades, ni la utilidad de las materias!”692.
En la región chilena y durante las primeras décadas del siglo XX los anarquistas fueron un vertical actor en los movimientos de reivindicación social. Y en su quehacer no podían dejar de lado sus ideas sobre pedagogía y autodidactismo. Para ello crearon ateneos culturales y escuelas nocturnas, centros de estudios sociales y grupos de difusión y distensión cultural tales como las filarmónicas y los cuadros artísticos y teatrales. Dieron conferencias y organizaron variados, dinámicos y muchas veces fugaces, espacios de difusión cultural. Mas, aquel interés por la educación entre los trabajadores no les era exclusivo, pues socialistas y reformistas también lo practicaban. Las escuelas nocturnas para trabajadores son un ejemplo de ello. Sin embargo las instancias libertarias contenían particularidades que les vuelven interesantes de ser abordadas en particularidad.
Mientras los sindicatos canalizaban la lucha anticapitalista los anarquistas se preocupaban de perfeccionarse y autoeducarse cultural y políticamente. Y para ello formularon varios espacios con esos fines. Quizás el más recurrente y significativo fueron los llamados centros de estudios sociales693. Se trataba primordialmente de grupos de afines reunidos para difundir las ideas y compartir diversos conocimientos. En varias ocasiones contaban con un espacio físico en donde realizaban conferencias, debates, veladas culturales, integrando en sus actividades a un público más amplio que el de los propios libertarios694. Uno de los centros de estudios sociales más activos y significativos que tuvieron los ácratas fue el Francisco Ferrer de Santiago, que funcionó entre 1912 y 1915. En 1913 su sede estaba en Tocornal 638 (local de los zapateros) y sus secretarios eran José Domingo Gómez Rojas y Francisco Valenzuela. Un periódico socialista describe así parte de sus conferencias:
“Son actos interesantísimos, en los que lo útil y lo agradable van en íntimo y armónico consorcio. Junto a las disertaciones sobre los más diversos tópicos sociales, desarrollados con sencillez y sin pretensiones, van las recitaciones de trozos literarios selectos, la lectura de cuentos y poesías originales, la correcta ejecución de los más agradables números de música y canto coral, y las calurosas peroraciones de los más apasionados. Se ha planteado la discusión de los temas más interesantes como la propiedad, el gobierno, la religión, la idea de Dios, el individualismo y el socialismo, la moral positiva, el progreso y la revolución, la organización obrera sindical y política, etc.
Las ideas han sido expuestas con imparcialidad y escuchadas con interés. Los relatores de los temas, simples trabajadores manuales, han vulgarizado todos aquellos conocimientos, demasiados áridos por lo general para ser estudiados en el texto frío del sociólogo comunicándoles todo ese caluroso encanto característico de las disertaciones orales”695.
En ese centro de estudios sociales se hacían dos reuniones semanales. Una para asuntos internos el martes y una los viernes para realizar “una pequeña fiesta de instrucción”696. Hubo decenas de centros de estudios sociales en Iquique, Alto San Antonio, Antofagasta, Viña del Mar, Valparaíso, San Antonio, Santiago, Rancagua, Talca, Linares, Chillán, Concepción, Talcahuano, Curanilahue, Temuco, Valdivia, Osorno y otras ciudades más pequeñas. En una época en que el analfabetismo era muy extenso y el Estado no estaba presente en el mundo educacional de los sectores populares chilenos, estas organizaciones fueron importantes correas de difusión y transmisión cultural.
Las escuelas racionalistas (o libres) fueron otro de los espacios de educación reivindicado por los anarquistas. Si bien no pudieron levantar muchas, a diferencia de lo que ocurrió en Argentina por ejemplo, en este lado de la frontera si hubo algunas experiencias de este tipo. Para hacernos una idea de lo que buscaban insertamos el programa que al respecto elaboró la libertaria Unión Sindical de Panificadores en 1926.
1. La USP se interesará por la creación de escuelas libres para los trabajadores en todas las localidades cuyos sindicatos cuenten con los medios necesarios.
2. La enseñanza de estos planteles estará basada en los principios y las normas pedagógicas de Francisco Ferrer.
3. Las escuelas contarán con los tres cursos siguientes:
a. Cursos de primeras letras, para los compañeros que no posean conocimientos primarios.
b. Curso elemental, para los que sólo posean los primeros rudimentos de instrucción.
c. Curso superior, distribuido en serie de lecciones que comprenden todo género de conocimientos humanos: castellano, contabilidad, higiene, geografía, historia y nociones sobre el universo.
4. Estos cursos serán organizados por profesores de acuerdo con la capacidad y aficiones especiales de los alumnos.
5. Habrá una matrícula especial para cada curso y para cada serie de lecciones del curso superior.
6. Se establecerá el horario de estas clases según las condiciones que reúna cada sindicato.
7. Los sindicatos estudiarán los medios económicos adecuados para el sostenimiento de estas escuelas.
8. A la fecha de fundarse una escuela los sindicatos comunicarán esta obra a la Junta Relacionadora para que ésta aporte su concurso intelectual y material al nuevo plantel”697.
En 1915 el anarquista trasandino Daniel Antuñano, colaborador del Centro Defensa y Despertar de la Mujer, fundó en Viña del Mar una escuela racionalista698. Manuel Rojas recrea a Daniel en uno de sus personajes novelescos y en su boca pone estas palabras:
“Si los camaradas fundan una escuela moderna, por pobre que sea, yo seré el profesor, enseñaré lo que sé y lo que vaya aprendiendo, no un profesor propiamente dicho sino un estudioso más, uno que estudia al mismo paso que sus alumnos”699.
Por su parte, desde Iquique los anarquistas de El Surco recordaban un
par de años más tarde la pujante actividad de aquel impulsor de la educación racionalista:
“Y eso que no era un Pedagogo, no era un catedrático; era un simple obrero estudioso como los hay muchos entre nosotros”700.
La Escuela Racionalista de Viña del Mar, emplazada en calle Limache
n°493, alcanzó a tener, entre mujeres y niños, a veinte alumnos. Lamentablemente la iniciativa no duró demasiado puesto que su inspirador murió tiempo después atropellado por un tren en Caleta Abarca701. Sin embargo, en junio de ese mismo 1915, la escuela se reabrió a cargo de José Pica, con tres turnos de clases, en la mañana, a mediodía, y en la noche. El 1 de junio se armó un comité con los mismos fines en Santiago702. En Iquique, mientras tanto, se creó un Centro de Instrucción Popular703.
En octubre de 1919 y en una salida al campo en las cercanías de Santiago quedó constituida la organización educacional libertaria Generaciones Nuevas. La tesorera de esta iniciativa (que también lo era del Comité Pro presos) Isabel Morales, nos cuenta al respecto:
“Esta institución tiene como objetivo principal el instruir a los niños de los compañeros y los trabajadores en general en el entretenimiento y la sana alegría, dando lecciones al aire libre. Se enseñarán declamaciones, gimnasia sueca y canciones de la Escuela Moderna. Se publicará además un boletín de orientación racionalista para que así las madres, puedan educarse e instruir a sus hijos dentro del mayor respeto para con la personalidad de los mismos, sin prejuicios ni falsedades”704.
En los años veinte hubo varios impulsos orientados a satisfacer los deseos de generar espacios acordes a la educación racionalista. En el norte, en Iquique, entre 1922 y 1923, Justo Goicochea, antes cercano a los socialistas y ahora partícipe de las actividades culturales del Centro Anárquico La Brecha, editó cinco números del periódico La Escuela Moderna. Allí si publicaban temas de carácter científico al tiempo que su redactor ofrecía sus servicios de instrucción cultural y racionalista a los gremios obreros705. La IWW difundió también los beneficios de la educación sin intervención estatal o religiosa. Su departamento de Educación indicó en 1923: “Esta comisión tomando en cuenta la deficiente educación que hoy se da a los niños, y lo poco que se les enseña en las escuelas del Estado, que en realidad no sirven para nada, ha creído conveniente organizar una “Escuela Diurna” para niños de ambos sexos”706. A fines de marzo de 1925 la Liga de Arrendatarios en Resistencia realizó una función en el Teatro Palace de Valparaíso para financiar una escuela racionalista en el cerro Toro de ese puerto707. Según constata el historiador Manuel Lagos, en esa misma ciudad, pero años atrás, el activo anarquista Juan Onofre Chamorrro habría iniciado varias iniciativas afines. Una de ellas fue una escuela entre los estibadores en 1911708. Cuando el mencionado agitador fue apresado en el montaje policial contra la IWW de 1920, recordaría:
“…la escuela nocturna que fundé hace años en el Cerro Cordillera, Callejón Largo, es una manifestación evidente de mis propósitos de sacar del analfabetismo al pueblo trabajador. Yo mismo era el profesor de ese establecimiento de enseñanza y tenía más o menos ciento veinte alumnos, con un costo total de mil quinientos pesos anuales, que pagaba en arriendo de local, útiles de educación, portero, etc., todo de mi bolsillo”709.
Todas estas iniciativas y otras que surgirán en los años treinta y cua-
renta serán bien fugaces. Mejor suerte tendría la Federación Obrera de Chile con sus numerosas escuelas racionalistas en Santiago en la década del veinte. Los anarquistas serían sus principales teóricos y sus primeros difusores, pero a los comunistas les correspondería masificar las escuelas racionalistas en el movimiento obrero chileno710.
II.- Arte y Libertad. Esbozo del anarquismo en las Letras chilenas.
“Yo la siento venir como un ladrido de volcanes
Caerán las banderas, caerán los países como frutos podridos de los mapas” Óscar Castro, Rancagua.
Las ideas libertarias tuvieron eco en el mundo cultural de este país. Y no solo entre los trabajadores y artesanos, sus principales portadores y difusores, sino que hasta incluso llegaron a incidir en algunos de los principales exponentes de la narrativa y la poesía de la región chilena. El cultivo de todo tipo de manifestaciones artísticas (literatura, pintura, teatro) era característico del anarquismo y de su afán de autodidactismo y ello les unió en aquellas décadas a las vanguardias culturales que entonces también implicaban renovación o revolución de valores sociales. De esa forma varios artistas que luego alcanzaron “renombre” en los espacios culturales institucionales chilenos, se encontraron estrechamente vinculados con algunos circuitos e individualidades del campo libertario.
En los primeros años del siglo XX compartieron sus días con los anar-
quistas los escritores Víctor Soto Román, Carlos Pezoa Véliz711, Fernando Santiván, Augusto D`Halmar y los pintores Benito Rebolledo712 y Julio Ortiz de Zárate713, entre otros. Un punto de encuentro clave fue el Ateneo Obrero de Santiago y el periódico La Campaña, ambos en actividad entre 1898 y 1899714. Influenció mucho en ese aspecto la común lectura y simpatía por varios escritores de novelas sociales tales como León Tolstoy, Émile Zolá, y Máximo Gorki, por ejemplo. De hecho, utilizando como referencia la lectura de Tolstoy estos artistas y un grupo de anarquistas participaron en dos colonias comunistas, una a los pies del cerro San Cristóbal en Santiago (1903) y otra en San Bernardo (1905). En ellas ponían la propiedad y la vida en común y cultivaban el arte y la vida bajo el régimen vegetariano715.
En la segunda década del siglo XX se produjo el nacimiento artístico
en medio de la escena libertaria, de nuevas individualidades que se consagrarían mas tarde a nivel nacional. José Santos González Vera y Manuel Rojas, premios nacionales de Literatura en 1950 y 1957, respectivamente, comenzarán su escritura en el periódico anarquista La Batalla de Santiago (1912-1916)716. Aunque por su obra y círculos de amigos estarán relacionados al campo ácrata hasta sus últimos días, Rojas abandonará su participación pública entre los libertarios unos años más tarde717, y González Vera, en cambio, seguirá activo políticamente hasta los años treinta718. Otro que hizo sus primeras letras entre los libertarios fue el posteriormente célebre dramaturgo nacional Antonio Acevedo Hernández719. Estas tres individualidades (Rojas, González y Acevedo) fueron impulsadas a la escritura por el carismático poeta ácrata José Domingo Gómez Rojas, muerto fatídicamente en prisión –psiquiátrica– en medio del Proceso Judicial contra los IWW de 1920.
En los años veinte el pensamiento libertario estaba bien en boga entre
los estudiantes. Y por lo mismo no es extraño que algunos artistas vinculados a los círculos de influencia de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH) hayan compartido ideas e historias comunes con los anarquistas. Es el caso, sin ir más lejos, de los célebres poetas Pablo Neruda y Pablo De Rokha y del escritor Eugenio González Rojas720. Por su parte, el destacado dirigente del profesorado organizado Carlos Sepúlveda Leyton, que también se dedicó a la literatura, reflejó en sus obras su contacto con los ácratas721. En Valparaíso, el joven escritor Luís Enrique Délano (Premio Nacional de Periodismo en 1970) estrenó sus letras en la prensa anarquista gracias a su contacto con el grabador anarco-individualista Germán Baltra722. La mayoría de estos artistas compartieron jornadas con los ácratas, pero temprano algunos, más tarde otros, acabaron distanciándose de ellos por distintas razones, ya por rencillas personales o bien por su propia integración a los circuitos culturales institucionales del país.
En los años treinta otros artistas estuvieron relacionados con el cam-
po libertario. En Iquique el escritor Luís González Zenteno, quien había participado en el Cuadro Dramático José Domingo Gómez Rojas, inmortalizó a los anarquistas en algunas de sus novelas. En Valparaíso el escritor Luís Felipe Villegas se unió a los obreros de la FOIC723. En Rancagua el poeta Óscar Castro reunió al grupo literario Los Inútiles con el Grupo anarquista Amor y Libertad en las campañas culturales y antifascistas de la ciudad minera. Años más tarde el Grupo Babel, coordinador de la revista del mismo nombre, colaboraba con escritos y dinero a la publicación El Libertario (1954-1956).
Ciertamente pudieron existir muchos más casos724. Y aunque no podemos olvidar que la mayoría de las relaciones recién mencionadas se esfumaron con el tiempo, la conexión entre el anarquismo criollo y algunos importantes exponentes de la literatura del país es un hecho, aunque poco se sepa de ello.
Queda la deuda pendiente en torno a los artesanos y obreros que cul-
tivaron las artes de forma autodidacta y que no se sumaron a los circuitos culturales institucionales. Y es que hubo varios poetas, escritores, autores teatrales y músicos venidos desde “los bajos fondos” que compartieron sus saberes en las veladas libertarias o mediante la autoedición de folletos, cancioneros y libros. De entre ellos el cigarrero y poeta Francisco Pezoa fue probablemente el que más destacó. Su “Canto a la pampa” se difundió por todo el país, desde el desierto a los campos del sur. El conocido grupo Quilapayún realizó una versión de esa obra que perdura hasta nuestros días. El empleado de farmacia e ilustrador Germán Baltra, los escritores Víctor Yáñez y Federico Serrano, el profesor y autor teatral Eulogio Larraín, fueron otros libertarios autodidactas que destacaron en las artes.
Con la idea de profundizar un poco la conexión entre los ácratas y los escritores locales expondremos ahora la experiencia del poeta rancagüino Óscar Castro Zúñiga (1910-1947) y su desconocida faceta libertaria. A través de su particular historia esperamos entregar una imagen, no genérica, pero sí sintomática, del tipo de conexiones que hubo entre el mundo político libertario y el mundo cultural chileno.
De Inútiles y anárquicos: Rostros incómodos de Óscar Castro, el poeta de la Tierra (1910-1947)
“Yo os digo: es preciso tener todavía caos dentro de sí para poder dar a luz una estrella danzarina”
F. Nietzsche.
La frase arriba señalada, acompañaba y desafiaba el escritorio del poeta Óscar Castro. Esas palabras serán hoy el punto de partida para pensar de una forma distinta al poeta hermano de las flores. No seré yo quien diga que Castro fue anarquista. Me interesa, eso sí, rescatar y exponer algunos datos sobre su olvidada vinculación con los libertarios, pues pienso que aquello nos permitirá complejizar un poco más la imagen que de él se conserva.
Nació en la Rancagua de 1910 y murió en el Santiago de 1947. Su corta vida y su prolija obra están ligadas a la ciudad minera y sobre todo al mundo campesino que le circunda. Ante todo fue un impulsor cultural y un poeta, uno que además de versos escribió novelas, cuentos, artículos periodísticos y obras de teatro. Y “ser buen cuentista, buen novelista y buen poeta, no es hazaña común” –dirá por su obra Manuel Rojas725. Camino en el alba (1938), Viaje del alba hasta la noche (1940), Las Alas del Fénix (1943), Reconquista del Hombre (1944), Rocío en el trébol (1950) y Glosario gongorino (1948), son sus libros de poemas; Huellas en la tierra (1940), Comarca del jazmín (1945), La sombra de las cumbres (1956) corresponden a cuentos; en la novela encontramos Llampo de sangre (1950), La vida simplemente (1951) y Lina y su sombra (1958). Seres y sombras y Política fueron sus obras de teatro, supuestamente no estrenadas.
24 años tenía cuando creó junto a sus afines el Grupo Los Inútiles de Rancagua, entidad cultural compuesta por periodistas y escritores, precursora de innumerables iniciativas literarias y políticas en aquella ciudad. Era el año 1934726. Además de libros publicados por ellos mismos (Talamí) y por las diversas casas editoriales del país, Los Inútiles dieron vida a las revistas Verbo (1934), Nada (1936) y Actitud (1943). Realizaron ferias de libros, revistas radiales, levantaron un liceo nocturno y organizaron numerosas conferencias en Rancagua y sus alrededores. Lucharon contra la indiferencia cultural de la ciudad a fuerza de una tesonera labor, y en esos años treinta, su causa también fue la del antifascismo. Ahora es tiempo de conocer a los anárquicos que hicieron contacto con Los Inútiles.
Aun cuando ya existían sociedades de resistencia en esa ciudad, es en la década de 1920 cuando el anarquismo de Rancagua comenzó a dejarnos registros de su presencia orgánica, en materia sindical y cultural. Según narra el historiador “inútil” Félix Miranda, tras el congreso de 1921 en que la Federación Obrera de Chile se adhirió a la III Internacional bolchevique, los Consejos federales nº2 y 6 se pasaron a la versión chilena de la central anarcosindicalista IWW (Trabajadores Industriales del Mundo)727. Desde entonces y por varias décadas también hubo presencia en la ciudad de las secciones locales de otros sindicatos libertarios, tales como la Unión en Resistencia de Estucadores (fundada en 1917) y la Federación de Obreros de Imprenta (fundada en 1921). Desde los treinta y hasta finales de los cuarenta igualmente existirá la Federación Obrera Local de la Confederación General de Trabajadores CGT (1931-1953), la última central libertaria.
De forma paralela a la actividad anárquica en el terreno sindical se de-
sarrollaba la acción específica de cultura y propaganda. En ese campo un personaje clave fue Julio Barrientos Ruz728. Y probablemente aquel debió ser el puente vital entre los anarcos y Óscar Castro. Barrientos estuvo en casi todas las iniciativas libertarias que hubo en Rancagua desde los años veinte hasta finales de la década del 40. Y por lo mismo seré algo insistente con su persona. Pero volvamos al relato.
Un puñado de anarquistas creó en 1923 el Grupo Barricada, que al año siguiente se convirtió en Grupo Adelante. Con ese último nombre bautizaron una revista publicada en 1924 y 1926. En 1927 comenzó la Dictadura del general Carlos Ibáñez de Campo y con ella toda una era de represión al movimiento revolucionario. Tras algunas maniobras de protesta, el Grupo Adelante fue descubierto y Barrientos, su cara más visible, fue detenido y relegado a la isla Más Afuera. Se le torturó de tal forma que quedó lisiado por el resto de su vida729.
En 1931 cayó la Dictadura y los antiguos miembros del Grupo Adelante se reorganizaron y crearon la Agrupación Anarquista Amor y Libertad. La entidad sostuvo un boletín homónimo. Un folleto publicado en 1945 es la última noticia que tenemos del grupo, por ahora.
Muchas de las iniciativas libertarias de Rancagua circularon en torno a la librería “Ideal” de los hermanos Barrientos, ubicada en Calle Carrera
Pinto n°1075. En ese lugar se surtían de libros los miembros del Grupo Los Inútiles a precios minúsculos. Esa librería, por lo demás, fue la única institución que apoyó al Grupo desde el principio, mucho antes de que la organización alcanzara el reconocimiento que llegó a tener730. Y por allí es donde comienza el vínculo entre Óscar Castro y los anarquistas731.
Hemos dicho que la cercanía entre los libertarios y Castro se relegó a un último plano, pues la importancia de su vida fue centrada en su acción cultural y sobre todo en su prolífera pluma (¿Hizo falta una confesión explícita de su parte sobre el particular?). Pero nosotros decimos que ese paisaje está incompleto, ya que habría que agregar su anticlericalismo732, sus viajes por la masonería y el espiritismo, su afición al póker, sus contradicciones amorosas, y todos esos pequeños caos interiores que le permitieron crear “estrellas danzarinas”.
Su amigo y compañero, el escritor Gonzalo Drago, fue casi el único que fijó la filiación política de Castro para la posterioridad. Señaló al respecto que Óscar “abominaba de los políticos y los calificaba duramente. Era anarquista sin militancia activa. Había leído a los clásicos del anarquismo: Malatesta, Kropotkin, Mella, Reclús, Nicolai, entre otros…”733. Y en otra ocasión reiteró que aun apoyando momentáneamente la candidatura de Aguirre Cerda, jamás participó en un partido y que “su ingreso a la masonería tampoco restó independencia a su espíritu fuertemente libertario, nutrido con la lectura de los teóricos del anarquismo”. Por último –y para no saturar de citas– Isolda Pradel, su compañera, señaló que cuando alguna vez le preguntaron al poeta si acaso era socialista o del Partido Radical (el de Aguirre Cerda), éste respondió: “Yo soy pueblo ¿partidos políticos?
¡Jamás!”734.
Gonzalo Drago señaló que en medio del desorden inmediatamen-
te posterior a la Dictadura de Ibáñez “muchos intelectuales y escritores comenzaron a nutrirse de literatura anarquista, buscando una alternativa o una “terapia interna” en un periodo de incertidumbres y angustiosa búsqueda de un camino político decente”735. Con el Grupo Los Inútiles –especialmente en los treinta– tal expresión encuentra bastante sentido. De hecho, se sabe que el historiador Félix Miranda Salas736 y el grabador y poeta Gustavo Martínez Sotomayor, otros dos “inútiles” de la primera camada, eran libertarios declarados737.
Óscar Castro se sintió uno más en la causa de la revolución social. Así lo confirman varios de sus escritos publicados e inéditos (sobre todo estos últimos), aunque como hemos dicho, este aspecto de su vida quedó marginado a segundo plano (cuando no lisa y llanamente olvidado) en comparación a su legado puramente literario. Poemas como “Hora de Justicia” en donde amenaza y anuncia la “Hora del rojo barro que manchará las calles”, no aparecen en las numerosas antologías que de su obra hubo738. Tampoco hay espacio allí para “Silueta de un luchador”, en donde canta lleno de admiración a la vida de Julio Barrientos Ruz, el anarquista de la librería El Ideal739.
Buscando y buscando también nos encontramos con un seudónimo del poeta utilizado para firmar en hojas anarquistas una de sus creaciones supuestamente inédita. Se hizo llamar allí Manuel González Rojo y el poema es “Mensaje al hermano campesino”, una clara exposición de contrastes entre los amos y siervos de la tierra, en donde acaba invitando a sus hermanos a entonar “con nosotros, en actitud de guerra, el canto libertario de estrofas inmortales!”740. También habría que recordar que Castro dedicó varios poemas y escritos a la Revolución Española al tiempo en que participó de diversas organizaciones antifascistas, como su propio grupo y la sección rancagüina de la Alianza de Intelectuales de Chile para la Defensa de la Cultura, de la cual fue su primer presidente (1938-1940)741. Otro tanto al respecto dicen sus columnas en La Tribuna de Rancagua, el diario que dirigió entre 1936 y 1939.
Pero no solo en la poesía se canalizaron sus aportes. También ocurrió en el teatro. Y de hecho, en ese terreno ocurren cosas interesantes. El 1º de Mayo de 1942 el Conjunto Artístico Luz y Armonía celebró sus 24 años de vida. Este grupo cultural anarquista era uno de los más antiguos exponentes del teatro obrero que existía en Santiago. Había sido fundado en 1918. Para la conmemoración se puso en escena la obra “Política” de Óscar Castro742. Esta información es muy desconocida o bien muy olvidada por sus pares, pues todos concuerdan en señalar que Óscar no estrenó sus obras743. Hoy sabemos que sí ocurrió y que el privilegio (si es menester usar el término) lo tuvieron los libertarios.
Ciertamente no era la primera vez que inútiles y anárquicos se encontraban en escenarios comunes. De hecho, vale la pena señalar algunas referencias anteriores. El 6 de febrero de 1938, es decir, cuando la Guerra civil española estaba en pleno curso, el Grupo Los Inútiles y la sección local de la CGT organizaron una jornada solidaria en favor del llamado bando leal. En el “American Stadium” de la ciudad del cobre se presentó la Compañía de Arte Social Camilo Berneri de Santiago con la obra “España en sangre. Antorcha del porvenir”744. Dos meses después el Grupo Los Inútiles y el Grupo Amor y Libertad “los dos núcleos culturales más importantes de Rancagua”, según La Tribuna, organizaron una nueva jornada antifascista que contó con el concurso del anarquista Félix López, recién llegado de la Iberia en guerra. En aquella ocasión nuestro poeta presentó su “España Eterna” y “Hora de Justicia”745.
Junto a personalidades de renombre entre la literatura nacional, Los Inútiles también llevaron a Rancagua al científico pacifista George Nicolai, al refugiado español Solano Palacio, a los escritores Manuel Rojas y José Santos González Vera, y otras individualidades relacionadas con el mundo libertario.
Pequeño retorno al futuro. En 1943 apareció el siguiente anuncio en el
periódico Acción Directa, publicación de la IWW en Santiago:
“El miércoles 29 del presente (septiembre), en el Salón Social de esta organización y con motivo del 23º aniversario de la muerte del poeta José Domingo Gómez Rojas, se efectuará una velada recordatoria; en esta ocasión el poeta Óscar Castro Z., tendrá a su cargo una síntesis biográfica del extinto y su aporte al movimiento reivindicativo y social de aquella época. El conjunto Luz y Armonía pondrá en escena el drama “El Secreto”. Habrá numerosas variedades dándose a conocer varias de las poesías de Gómez Rojas. Como siempre, la entrada será libre y el acto empezará a las 21 horas, en San Francisco 1113”746.
Se cruzaban así las vidas de dos poetas libertarios.
Dos años después, en 1945, apareció la colaboración con seudónimo en la publicación del Grupo Amor y Libertad antes mencionada. Por esas mismas fechas el poeta fue diagnosticado de tuberculosis. Desde entonces el tiempo cayó en picada.
Vino de Rancagua (“el puerto sin barcos”) a Santiago. El ambiente y
las penas previas le ayudaron a morir un poco. Finalmente la llamada “peste blanca” dio su golpe de gracia el 1º de noviembre de 1947. Allí paró su vuelo un “corazón de abeja”, hermano de flores, compañero de anarquistas.
Tenía 37 años.
Tras la muerte varios de sus cuentos, novelas y poemas que permane-
cían inéditos fueron publicados. Con los años se le “consagró”. De hecho, en las escuelas públicas algunos de sus libros como La vida simplemente son hoy lectura recurrente. Pero el Óscar Castro anarquista, el Óscar Castro anticlerical, el Óscar Castro incómodo, simplemente fue olvidado.
Un libertario de Talca señaló a tres semanas de la muerte del poeta: “Ó. Castro no solo escribió versos, sino que también luchó por la superación societaria de su pueblo, fue ardiente partidario de las ideas libertarias, colaboró con la Agrupación Anarquista Amor y Libertad de Rancagua; por tanto, fue de los nuestros”747.
No hemos pretendido etiquetarlo a la fuerza. Solo quisimos aportar unos datos que bien pueden pasar por detalles, aunque nosotros no los entendamos así. Sin duda Óscar Castro fue mucho más que esto. Y queda hecha la invitación a conocerle. Quizás entonces sus cuentos de bandidos y sus cantos contra el asfalto cobren un poco más de sentido.
III.- Por la tierra y la libertad. Los anarquistas y el movimiento campesino y mapuche.
“¡Escucha campesino, mísero peón! Tu vives las penurias más amargas del siglo. ¿De quién es la culpa? ¡Tuya, tuya, porque te dejas engañar! ¡Detente campesino, recapacita y reincorpórate a la lucha! ¡Todavía es tiempo, junto al grano fecundo, lanza también la semilla ideológica del comunismo anárquico y recojamos todos el fruto de la revolución social!”.
Juan Segundo Montoya, Osorno, 1934.
Desde los años treinta y hasta los cincuenta el anarquismo criollo va complejizando su discurso ante el nuevo contexto signado por la expansión del Estado de Bienestar y el asenso de los partidos de izquierda. Comienzan a preocuparse con intensidad por diversos sectores que hasta entonces no se habían considerado demasiado dada la hegemonía del proletariado urbano en sus organizaciones y aspiraciones. Uno de esos nuevos sectores fue el campesinado. La denuncia de sus precarias condiciones de vida, y la organización libertaria para enfrentar sus luchas particulares se hicieron temas trascendentales dentro del anarcosindicalismo chileno. Cuestión que trataremos a continuación.
En general los episodios y fenómenos relacionados con las luchas del
campesinado en la región chilena encuentran sus albores en la tercera década del siglo XX, es decir, notoriamente después del desarrollo del movimiento sindical urbano. De hecho, no debe extrañar que dichos procesos (movimiento sindical urbano – movimiento campesino) estén en muchas ocasiones estrechamente vinculados. No hay que olvidar que: 1) la mayoría de los trabajadores urbanos provienen del campo o eran hijos de campesinos; 2) el movimiento obrero urbano denunció tempranamente la situación del campesinado (a veces con algún dejo de paternalismo) y muchos de sus activistas dedicaron esfuerzos de propaganda revolucionaria en zonas rurales; y 3) tras las crisis de la industria salitrera en los años veinte y treinta miles de obreros que habían trabajado en ese sector productivo en la zona norte de la región chilena, migraron o volvieron a sus campos de origen en la zona centro y sur. Varios de ellos llevaban consigo experiencias y conocimientos políticos que habían sido exóticos en el mundo del latifundio del que habían escapado décadas atrás.
El problema de la tierra fue abordado casi exclusivamente en torno a la
propiedad748. Como en toda América Latina su distribución era muy desigual y se concentraban grandes extensiones en manos de pocas familias latifundistas. Desde los primeros años de la invasión española comenzaron a gestarse y consolidarse los latifundios de la zona central de la región chilena, modo de organización de la propiedad que a partir de las últimas décadas del siglo XIX se extendió del río Bío Bío al sur con el ingreso de la Araucanía (ocupada militarmente) al horizonte económico del país. Por otra parte, desde las tres primeras décadas del siglo XX también hay que sumar el problema de los colonos, es decir, de aquellas familias a las cuales el Estado les otorgaba tierras “fiscales” para vivir en ellas y hacerlas producir (construcción de la nación por medio de la economía). En este terreno fueron numerosos los casos en que los latifundistas usaron la fuerza (privada o estatal) y la Ley para despojar de hectáreas a colonos y pequeños agricultores, chilenos o mapuche.
Este escenario debemos complejizarlo en la zona centro sur del Es-
tado, agregando la situación del pueblo mapuche que como sabemos fue intensamente despojado durante la Ocupación Militar de la Araucanía. En el extremo austral de la región, en Magallanes, la propiedad de la tierra también se concentraba en un pequeño grupo de empresarios, pero como la agricultura no podía desarrollarse por el clima adverso, la economía en el campo se basaba principalmente en la crianza de millones de ovejas destinadas a la producción y exportación de lana. Allí trabajaban miles de “afuerinos” en la esquila, muchos de ellos provenientes de la isla de Chiloé.
En suma, los actores del campo afectados por el capitalismo y a quie-
nes estaba dirigido el llamado de los anarquistas, fueron bien diversos; variando desde las zonas geográficas en que vivían, la forma de propiedad en que lo hacían, y sus oficios (Inquilinos, medieros, peones y pequeños propietarios).
La agitación anarquista en el campo si se le compara a la ciudad fue bastante tardía no obstante que la preocupación por el tema es temprano y trasversal a todo su desarrollo749. Son los años treinta cuando aquellas luchas aparecieron sistemáticamente entre las organizaciones anarcosindicalistas750. Desde entonces el interés de los libertarios por el mundo rural apareció recurrentemente en los Congresos de la Confederación General de Trabajadores751. En enero de 1933 y en Talca la central nacional anarcosindicalista declaraba:
“La Segunda Convención Nacional de la CGT, considerando que la vida actual del campesino de nuestro país se desarrolla en las más trágicas condiciones de hambre y de horrible miseria debido exclusivamente a la miserable explotación de la que son víctimas por parte de los terratenientes, estima de imprescindible acción inmediata: 1) Organización desde luego de oficinas jurídicas para la defensa del campesino, contra los atropellos de los patrones. Estarán a cargo de organismos profesionales e intelectuales afines a la CGT.
2) Organizar propaganda por centros de estudios sociales, conjuntos artísticos y grupos. Editar folletos, volantes y periódicos especiales, exposición grafica con estadísticas de lo producido en la tierra y lo consumido.
3) Organizar un gran congreso campesino752.
Una de las secciones locales que más se preocupó de la voluntad rura-
lista de la CGT fue la de Osorno en el sur lluvioso de la región chilena. Tempranamente esa unidad señaló abiertamente que “su principal preocupación será la organización de los campesinos753. El periódico anarcosindicalista y naturista Vida Nueva de esa ciudad denunció en innumerables ocasiones los abusos de los terratenientes contra los campesinos pobres, chilenos y mapuche754. Allí y en otras zonas del país, Juan Segundo Montoya fue un activo promotor de la organización rural, tanto en la gestación misma de los sindicatos agrarios, como a través de sus escritos en Vida Nueva y en varios folletos exclusivamente redactados para el mundo campesino755. Propaganda que en numerosas ocasiones le costó multas y encarcelamientos.
Pero la voluntad de accionar en beneficio de los hombres y mujeres de la tierra no se quedó meramente en La Protesta impresa. Desde la propia CGT se elaboró todo un plan de acción inmediata que, haciendo un paréntesis con el antiestatismo libertario, involucraba las siguientes demandas:

1) Revalorizar la moneda y evitar la especulación.
2) Colonizar las tierras fiscales con obreros criollos.
3) Incentivar la colectivización como forma de organización social y económica campesina.
4) Erradicar el analfabetismo.
5) Mejoramiento de salarios y viviendas de inquilinos.
6) Exigir a terratenientes, parcelas de tierra para el autocultivo.
7) Rebajar y/o abolir los impuestos.
8) Exigir la disminución de los arriendos y la construcción por parte del Estado, de casas para obreros y campesinos en el sur.
9) Exigir la construcción de caminos y vías de comunicación.
10) Luchar por la expropiación y posterior colectivización de los grandes latifundios.
11) Erradicar la enseñanza religiosa de las escuelas públicas.
12) Luchar por la reforma educacional.
13) Erradicar el alcoholismo756.
En el terreno de la organización social la CGT fundó en esa zona varios sindicatos de campesinos: Osorno, 1932; Maipué, 1935; Purranque, 1936; Fresia, 1937; Trumao, 1937 (60 miembros); Frutillar Alto (40 miembros), 1937; Los Pellines, 1938; Chan Chan, 1940757. Una experiencia a todas luces inédita. En la zona central mientras tanto, en noviembre de 1939, se creó un Sindicato de Obreros y Campesinos CGT en Maipo, que el 9 de junio del año siguiente, inauguró su propio local social758. En Talca, en las cercanías de Pelarco, los cegetistas fundaron en 1940 otro Sindicato de
Obreros Campesinos759.
Desde luego toda esta actividad no pasaba desapercibida y los enfren-
tamientos con los latifundistas no fueron escasos. De hecho, el 20 de junio de 1938 apareció muerto Domingo Caro, secretario general del sindicato campesino de Frutillar Alto. Nunca se hallaron responsables. Sus compañeros, no obstante, apuntaban los dardos contra los nacis del lugar760.
En cuanto a la cuestión mapuche cabe indicar que la actividad anar-
quista no fue demasiado intensa, quizás porque nunca pudieron arraigar bien en la Araucanía. Hubo giras de propaganda libertaria entre ellos, pero salvo el tema de la explotación campesina, pocos puntos de encuentro tuvieron. En diciembre de 1931, por ejemplo, una delegación de la CGT pasó por Temuco difundiendo los métodos libertarios. Según la revista estudiantil Claridad:
“Llamó particularmente la atención el enorme interés de los indígenas por conocer hasta en detalle lo que sería una sociedad con el régimen del comunismo anarquista, viéndose instados los delegados a responder a innumerables preguntas que sobre tan importante tópico les hacían”761.
A ese encuentro habrían acudido unas cuatro mil personas destacán-
dose la presencia aproximada de quinientos indígenas y muchas mujeres. Ciertamente la CGT difundió folletos y escritos y organizó charlas para denunciar la situación del pueblo mapuche762, al igual que envió delegados a los encuentros que éstos auspiciaban, pero salvo la organización sindical en el sur, la unión entre anarquistas e indígenas no perduró demasiado en el tiempo763.
Otros sectores políticos fueron más constantes en la organización del mundo campesino. Sobre todo desde las iniciativas emprendidas por la Federación Obrera de Chile (FOCH) en los años veinte y la Central de Trabajadores de Chile (CTCH) en los treinta y cuarenta, así como desde los Partidos Socialista y Comunista764. Pero la experiencia libertaria nos habla de otro tipo de coordinación rural más allá de los partidos políticos y la mediación estatal. Los anarquistas no fueron los primeros ni los mayoritarios en llegar al campo. No obstante en zonas como Osorno, fueron los principales precursores de la organización rural.
El movimiento campesino, sus luchas y su sindicalización, se desarrollarán muy lentamente debido a diversos factores adversos como la oposición estatal, el analfabetismo rural o el gran poder del latifundio. De hecho, recién en los últimos años de la década de 1960 explosionarán sus luchas de forma masiva, desbordándose muchas de ellas por medio de la acción directa en tiempos de la Unidad Popular. Quién sabe si acaso las organizaciones campesinas libertarias de los años treinta aportaron a la experiencia de quienes acabaron momentáneamente con el latifundio e impulsaron el socialismo en los campos del sur chileno. 
IV.- La vivienda popular y el movimiento barrial libertario.
“Que nadie pague los arriendos y que se forme el firme propósito de impedir los lanzamientos, vengan de donde vengan. La tierra es nuestra madre común, todos tenemos derecho a vivir en ella, aunque le pese a quienes desde milenios ya vienen explotándola, sin más titulo que el de usurpadores de ella”
El Andamio, Santiago, noviembre 1931.
En la anarquía todo el mundo tendría viviendas salubres y sin costo monetario. Eso se anunciaba de vez en vez en la prensa libertaria. Pero estas demandas “finalistas” debieron relativizarse y condicionarse al desarrollo particular del movimiento popular de la región chilena. Con sus contradicciones y logros, los anarquistas se hicieron parte de las luchas por la habitación popular logrando en algunos momentos un manifiesto protagonismo en comparación a otras ideologías de avanzada.
La acción libertaria en torno al problema de la vivienda popular tuvo
tres demandas principales: la reducción del costo de arriendo, la higienización de las moradas765 y la creación de nuevos conjuntos habitacionales. Mientras que las primeras dos se desarrollaron elementalmente entre 1914 y 1927, la tercera comenzó a manifestarse recién a partir de los años treinta.
Es importante señalar que los anarquistas pusieron especial énfasis en remarcar que para conquistar esas demandas se debía utilizar la acción directa y no esperar del Estado o de los políticos una respuesta. He aquí algunas expresiones históricas de esa aportación.
Desde abril de 1914 los anarquistas impulsaron la creación de Ligas de Arrendatarios para exigir el abaratamiento y la higienización de las habitaciones. El 27 de septiembre movilizaron a más de 10 mil personas en Santiago. También había seccionales en Valparaíso y Viña del Mar. La mayoría de las manifestaciones terminaron violentamente. Los resultados no son del todo claros, salvo la evidencia de que dichas orgánicas y demandas contaron con un amplio apoyo popular. Al parecer el impulso se agotó a finales de ese año766.
Entre 1921 y 1922 hubo un pasajero resurgir. José Santos González Vera señaló entonces en la revista estudiantil Claridad que “a fines del año 1921, una compañera, también anarquista, organizó un Comité Pro Abaratamiento y Higienización de las Habitaciones. Gracias a su constancia los conventillos fueron inundados de carteles en los que se indicaba el modo de hacer la huelga contra los propietarios de casas. También pareció en esta ocasión que la propaganda había caído en un surco estéril; el Comité no fue suficientemente apoyado por los sindicatos ni por los que debían beneficiarse con su obra. Se produjo un aletargamiento”767. Pero pronto vendría la reorganización.
En 1925 reaparecieron con fuerza las Ligas de Arrendatarios. Comen-
zaron en enero de ese año en el puerto de Valparaíso con un mitin al que llegaron treinta mil personas. La principal demanda era la reducción del 50% del costo del arriendo y la cancelación de los desalojos (“lanzamientos”) de los morosos768. Días después se sumaron a la campaña los libertarios de Santiago. Si bien no solo los anarquistas apoyaron la iniciativa, aquellos tuvieron un rol protagónico769.
Al ser un movimiento multi-ideológico, las luchas de los arrendatarios fueron bien heterodoxas en sus formas de organización y en la orientación de sus demandas. Por ello es posible entender que si bien elegían los métodos libertarios de organización y formas de lucha por medio de algunos tipos de acción directa, al mismo tiempo pedían que el Estado consagrase legalmente sus victorias.
Las manifestaciones callejeras continuaron y cada día fueron más concurridas. El 30 de enero de 1925 setenta mil personas desfilaron por Valparaíso y el 8 de febrero ochenta mil lo hicieron por Santiago. Una semana después, el 13, las ligas de la capital y el puerto convocaron una huelga general para imponer la medida legislativamente. Ese día la Junta Militar que temporalmente gobernaba el país creó los Tribunales de Vivienda, una institución donde los dueños de los conventillos, el Estado y los arrendatarios se reunirían para analizar caso por caso los problemas existentes. Esta corporación, según sus críticos, demostró ser burocrática e ineficaz770.
La intromisión del Estado acabó con la ola de protestas y el movi-
miento comenzó a ser anulado. Al mismo tiempo se produjo una ruptura en su interior. A principios de marzo de fracción libertaria de la organización en Valparaíso creó la Liga de Arrendatarios en Resistencia. La Liga en Resistencia estaba compuesta por inquilinos y contó con la adhesión del Comité Nacional de Obreros y Empleados, Consejo n°6 de Tranviarios, Unión de Empleados de Chile, Sindicato de Conductores de Vehículos, Centro Alborada, Federación de Obreros de Imprenta, Gremios de Lancheros de la IWW, Sindicato de Oficios Varios FOCH, Trabajadores al día en resistencia, Unión Local de la IWW, Estibadores IWW, Transporte Marítimo IWW, Unión de Pintores en Resistencia, Fideeros de la FOCH, Federación de Carpinteros, Tabacaleros de la FOCH, Unión de Electricistas de Viña y Valparaíso771. La otra fracción de la Liga apoyaba –aunque con “críticas”– el proyecto del gobierno. El Estado legalizó la segunda, la mutualista, para desprestigiar a la otra. Las mismas divisiones se replicaron en otras ciudades.
El 17 de marzo entró en vigencia la Ley de Tribunales de Vivienda. El 8 de abril los anarquistas de Santiago coordinaron una huelga general por los arriendos. Los comunistas no participaron y crearon un “Consejo federal de arrendatarios” que se manejó en los términos de la Ley. Los libertarios señalaron que los grupos políticos intentaban levantar caudillos electorales al buscar conquistar los cargos representativos de los inquilinos en los Tribunales de Vivienda.

1914. Santiago Liga de Arrendatarios
Ciertamente hubo victorias parciales en varios términos (congelamien-
to de arriendos, detención de desalojos, mejoras higiénicas) pero al final todos, comunistas, anarquistas y otros sectores, fueron debilitados. Ligas de Arrendatarios en Resistencia hubo hasta comienzos de 1927, especialmente en Valparaíso, Santiago y Concepción, pero no tuvieron mucha fuerza para imponerse ante los propietarios772. La Dictadura de Ibáñez que comenzó en febrero de ese último año, terminó de sepultar esta nueva oleada de protesta.
Con la caída de la Dictadura en 1931 se reactivaron las luchas. En noviembre de ese año había quienes se planteaban incluso no pagar nada debido a la aguda crisis económica imperante. Y los anarquistas advertían que no había que repetir los errores del pasado.
“Muchas lecciones tenemos que deducir del pasado movimiento popular de arrendatarios, porque toda la lucha y el fervor ilegal puesto en ella, toda esa prédica de que el propietario debiera entenderse directamente en la rebaja lisa y llana del 50 por ciento se estrelló contra el espíritu leguyesco y oportunista de aquellos que a cada paso sacan a relucir las frases hechas de que hay que ser “prácticos” y de que hay que mirar la “realidad” (…) Sepamos sacar experiencia del pasado. Si nada ganamos con la lucha por el 50% fue porque el Estado astuto y sagaz metió la ley de por medio, embrolló el asunto, lo complicó y cogió al arrendatario en sus redes y éste perdió todo lo que había conquistado”773.
El 5º Congreso Nacional de la libertaria Confederación General de Trabajadores en octubre de 1938 acordó poner entre sus demandas al Estado, la expropiación y destrucción de conventillos insalubres y la compra de terrenos para edificar viviendas desde las municipalidades. La Caja del Seguro Obrero debía construirlas, pero la operación y ejecución del proceso correría bajo la administración de los arrendatarios, vecinos y trabajadores. En 1942 un pleno de la misma CGT exigía al Estado construir poblaciones obreras774. La IWW realizó una pequeña pero intensa campaña –con mítines diarios– en octubre de 1940 para exigir las viejas demandas de los arrendatarios775.
En los años treinta y cuarenta el abogado anarquista Augusto Ara-
ya Ochoa fue un activo colaborador de algunas iniciativas de pobladores como el Comité de dueños de mejoras de la población El Carmen, los compradores de sitios de la población El Salto776 y la Federación Nacional de la Vivienda. Esta última entidad fue bien importante en este campo, y Araya fue su principal asesor jurídico. Sus demandas, sin embargo, se centraron en la petición al Estado de la solución a los diversos problemas habitacionales777. Como se ve, en la mayoría de estas experiencias ya los métodos de acción directa se habían quedado en el pasado.
Finalmente, desde los años treinta, los libertarios participaron del movimiento proto-poblacional por medio de la creación de numerosos centros de estudios sociales en los barrios populares de Santiago. Los nuevos barrios pobres de la capital que recibieron miles y miles de migrantes desde el sur campesino y desde las cerradas oficinas salitreras del norte, se convirtieron en hervideros de protesta. Y los libertarios intentaron organizarse sistemáticamente en ese terreno:
“Los grupos de barrios deben darse la importancia que merecen, ellos son los que pueden penetrar en los conventillos y citées, como ráfagas de luz alumbrando la obscura mentalidad de los arrendatarios. Los militantes de grupos deben ser todo dinamismo y actividad; ellos deben ser el fuego del barrio, seguros que todo el vecindario estará con ellos cuando se dé cuenta que son los artesanos del porvenir”778.
En una reunión del centro de estudios sociales Luz y Acción el 10 de marzo de 1932, por ejemplo, se “acordó celebrar una convención de todos los centros sociales de la capital, a fin de encauzar la ideología anarquista y establecer otros medios de propaganda más efectiva, fundando centros netamente anarquistas en los barrios obreros en donde aún no existen”779.
Los centros de estudios sociales colaboraron en varias luchas específi-
cas de los barrios en que operaban, pero sobre todo impulsaron iniciativas culturales como el teatro obrero y las bibliotecas populares.
Por último, no está demás indicar que en los años treinta los anar-
quistas influenciaban en la Junta de Vecinos de la población El Salto y de la población Gellona, también en la Unión de Vecinos de Población El Carmen y contaban con grupos en la Población La Legua, en Lo Franco y otras zonas de la capital780.
El movimiento de pobladores y las luchas por la vivienda creció, se
expandió y consolidó por todo el país desde los últimos años de la década del cincuenta. Sobre todo con las tomas de terreno y la creación de campamentos. Al igual que ocurrió con los campesinos, ya los anarquistas no estaban muy presentes en las luchas sociales de estos nuevos tiempos. Pero es probable que sus tempranas incursiones en las movilizaciones por la vivienda o por la organización cultural y política en los barrios, hayan servido a parte de las nuevas generaciones de pobladores en sus propias y nuevas reivindicaciones.
V.- De la naturaleza, el cuerpo, la salud y la anarquía.
“¡Menos litro y mas revolución social!” El Andamio, Santiago, febrero 1932.
La salud también fue preocupación para los grupos anarquistas de la región chilena. La nueva sociedad exigía el nacimiento y el desarrollo de seres sanos en armonía con sus cuerpos y con la naturaleza de la cual no deberían sentirse ajenos. Expresiones prácticas de esa voluntad fueron el naturismo, el vegetarianismo, la anticoncepción y el neomaltusianismo, el deporte y la autogestión de la salud. Sobre estas temáticas nos detendremos a continuación, esperando que esta muestra introductoria complejice la imagen que se guarda del anarquismo en tanto este ideario no solo fue canalizado por medio del sindicalismo. La Rebelión era integral.
El naturismo constituye una reacción ante el industrialismo depredador que degrada la especie humana y destruye el planeta. Según Josep Maria Roselló:
“La piedra angular del pensamiento naturista la constituye la idea de orden natural, conjunto o suma de las leyes naturales. Dicho orden, común para el individuo, la sociedad y la naturaleza, se caracteriza por el principio de equidad, considerando bueno todo lo que potencia la vida y malo todo lo que la merma o destruye. El naturismo es una reacción contra el industrialismo inmoral –hoy, desarrollismo– iniciada a finales del XIX, el cual nos aparta de dicho orden natural al crear un tipo de vida artificial o artificialismo que, ajeno al principio de equidad, origina la degeneración de la especie humana y el expolio de la naturaleza. (…) Por tanto, los tres ejes que constituyen el conjunto del pensamiento naturista o naturismo, son la existencia de un orden natural, la necesidad inminente de retornar al mismo y el individuo como punto de partida del retorno regenerativo”781.
El naturismo se introdujo de forma transversal en la prensa libertaria de la región chilena. Pero además hubo organizaciones que se formaron específicamente para difundir sus bondades. El 17 de agosto de 1904, por ejemplo, se fundó en Santiago un Grupo Harmonista Naturista que proponía “la vuelta progresiva al estado comunista i libre de la Naturaleza”. Se trataba de una organización “sin jefes” preocupada de propagar el vegetarianismo, una nueva ciencia sin medicamentos ni operaciones, las terapias naturales, el amor libre y la libre maternidad para acabar el matrimonio esclavizado y la prostitución. También impulsaban la castidad sexual para detener la degeneración humana, el derecho al trabajo para proteger la salud del cuerpo, y, naturalmente, el derecho al descanso782.
Prácticas relacionadas con el naturismo son el vegetarianismo y el antialcoholismo783. La lucha contra el consumo de alcohol fue agitada con intensidad en los medios libertarios784. Y el vegetarianismo, en tanto, fue una costumbre bastante extendida entre los anarquistas chilenos de principios del siglo XX, cuestión que llamó poderosamente la atención de sus contemporáneos785. Existieron varios libertarios criollos que emprendieron iniciativas especialmente enfocadas al naturismo y el vegetarianismo. Probablemente quien más hizo escuela en este sentido fue Juan Segundo Montoya, primero a través de las páginas del periódico anarcosindicalista Vida Nueva de Osorno, en los años treinta, y luego en diferentes espacios, folletos y organizaciones de ese tipo hasta su muerte, acaecida en Talca, en los años ochenta786. En 1983, sin ir más lejos, este octogenario libertario fue el principal precursor de un Congreso Nacional Naturista.
Los anarquistas, al igual que varios miembros de otras corrientes progresistas, socialistas y liberales, entendieron que una de las razones inmediatas de la miseria de las clases populares estaba relacionada con la irresponsable reproducción sexual entre trabajadores y trabajadoras787. Las numerosas proles se adherían a un círculo vicioso que condenaba a los pobres a seguir siéndolo. Se tenían hijos e hijas sin planificarlo porque no había cultura de control de natalidad y porque los padres y madres asumían que los niños vendrían a colaborar con los ingresos económicos familiares, puesto que el trabajo infantil estaba bien extendido y legitimado. Los altos niveles de mortalidad infantil por la ausencia de condiciones higiénicas mínimas en los conventillos, también contribuía al fenómeno. El mismo hecho sumado al limitado salario recibido dificultaba a los padres ahorrar y con ello salir de sus miserables condiciones de vida. Los anarquistas creían que todo lo anterior condenaba a los pobres a mantenerse en ese estado. Tanto porque no podían escapar de la pobreza, como porque esa situación –según ellos– solo beneficiaba al capitalismo. Los cesantes, se entendía desde los sectores revolucionarios, eran el ejército de reserva del capital. Gracias a ello, los empresarios podían reducir los sueldos y despreocuparse de las condiciones en que se desarrollaba el trabajo. La cesantía era una de las amenazas que tenían para mantener en orden a quienes laboraban. Un fantasma contra sindicatos y luchas sociales. Tener muchos hijos, entonces, contribuía sumando individuos al ejército de reserva, y retrasando con ello, los procesos revolucionarios que acabarían con el capitalismo y la sociedad autoritaria. Haciendo eco de teorías maltusianas se entendía que el exceso de población contribuía a la perpetuación de la miseria788. El profesor y activo propagandista de las ideas libertarias Manuel Márquez señalaba al respecto:
“Casi todos los anarquistas recomiendan estudiar las teorías para limitar los hijos. Los pobres son esclavizados por las familias numerosas, pues no pueden separarse cuando el casamiento los aburre, ni pueden sostener una huelga larga. Verdad es que la familia disminuye sola al aumentar la inteligencia y la comodidad (…). Pero en todo caso la procreación debe ser consciente y es urgente que hombres y mujeres estudien y dominen sus cuerpos (…). Hay folletos con remedios eficaces para limitar o suprimir la familia, que todos los luchadores debemos dar a conocer a las mujeres especialmente, porque los maridos son ignorantes y desean inconscientemente tener muchos hijos. Estas ideas se llaman el neo-maltusianismo”789.
La solución libertaria a los problemas derivados de la reproducción “irresponsable” fue la llamada “procreación consciente”. Esta consistía en planificar y controlar la tenencia de hijos e hijas hacia la reducción numérica de los mismos. Un método de apoyo era la educación sexual y el uso de anticonceptivos. Para cubrir ambos aspectos se desarrollaba una especie de pedagogía de carácter sexual que se concretaba mediante escritos en la prensa libertaria, charlas en los centros obreros, y en la constante edición de libros y folletos790. Algunos cuadernillos distribuidos en esta región fueron Huelga de Vientres, de Luís Bulffi y Generación Consciente de Frank Sutor791. Estas dos publicaciones “destinadas a impedir el embarazo no deseado o a limitar la procreación de los hijos”, según señalaban sus porteños editores, le costaron una advertencia y amonestación por parte de la Junta de Sanidad de Valparaíso, siendo amenazados con dos mil pesos de multa si insistían en mantenerlo a la venta792. Otra noticia que nos llega, y que nos habla también de la importancia del asunto entre los libertarios criollos, es la resolución de la Cuarta Convención Regional de la IWW, de enero de 1926, en donde se recomienda a los trabajadores y sus familias estudiar y asumir la procreación consciente793.

1943. Deportivo Andamio, Picnic en Concepción.
Otro espacio relacionado con la salud del cuerpo y en donde los li-
bertarios se inmiscuyeron es el deporte. Las primeras décadas del siglo XX fueron testigos del auge del deporte a nivel masivo, siendo el box y el fútbol los más populares. Los pocos relatos que la prensa libertaria dedicó en aquel tiempo a estas disciplinas son en su mayoría críticas. En el box se observaba el embrutecimiento de la humanidad, mientras que el fútbol se atacaba por la alienación que provocada en las masas, e incluso porque las desviaba de la organización sindical794.
No obstante y a pesar de algunas objeciones el deporte fue ganando terreno en las organizaciones sindicalistas y libertarias795. El 3 de enero de 1915, por ejemplo, se realizó en Santiago un picnic familiar entre anarquistas en donde se disputó la copa “La Batalla”796. Es un caso puntual en todo caso, puesto que solo a partir de la década del veinte comenzaron a proliferar clubes de fútbol ligados a los sindicatos libertarios. Entidades como la Federación de Obreros de Imprenta y la Unión en Resistencia de Estucadores no escaparon al fenómeno y periódicamente realizaban ligas y torneos en donde se encontraban los equipos de cada empresa o faena, que por lo general tomaban el nombre de las mismas.
El deporte tenía finalidades libertarias. De hecho, desde la propia FOIC se indicaba que “en la hora actual no se debe hacer el deporte por el deporte, que muchas veces es aprovechado por elementos reaccionarios o confucionistas, sino que por el contrario el deporte debe estar al servicio de nuestra causa de mejoramiento económico y de redención de nosotros mismos”797. Y haciendo eco del mismo pensamiento advertían:
“Los deportes obreros no solo están llamados a ser un almácigo purificador de nuestra salud, sino que también ellos deben ser una luminosa antorcha de nuestra mutua y sincera unión”798.
Los obreros de imprenta desarrollaron varias iniciativas deportivas, so-
bre todo en las décadas del treinta y cuarenta799. Un punto particularmente interesante en este proceso fue la fundación en 1938 de la Asociación Deportiva Gráfica800. La Asociación tuvo departamentos de fútbol, básquetbol, rayuela, atletismo, ajedrez y brisca801. Contó con locales, periódicos y con el entusiasmo de toda la familia grafica del país. El fútbol en este sindicato libertario siguió desarrollándose por varios años. En 1943 tenían una liga compuesta por siete equipos en primera división y once en segunda802. Y por lo menos hasta la década del cincuenta casi todas las fiestas de aniversario de la FOIC eran amenizadas con fútbol803. Uno de los cuadros más célebres del balompié libertario fue el Deportivo Kegan, fundado el 1º de mayo de 1932. En 1944 ese club pasó a denominarse Pedro Ortúzar F.C., en recuerdo de un viejo anarquista porteño804.
Entre los trabajadores de la construcción los equipos también se formaban según las diversas empresas en que laboraban sus afiliados. Algunos conocidos clubes de estucadores fueron el Deportivo Rojo y Negro (1939) y el Deportivo Andamio (1942)805.
Como se habrá notado el desarrollo del deporte libertario está estre-
chamente vinculado a sus sindicatos. Al igual que en el arte los anarquistas no quisieron concebir y difundir el deporte por el deporte. Todo tenía una finalidad. El futbol era para divertirse y compartir, pero sobre todo para mantener unido al sindicato más allá de las huelgas y conservar y estrechar lazos en toda la comunidad libertaria. También se pretendió que a través de él la juventud se acercaría más a los sindicatos y se alejaría de los llamados vicios denigrantes del cuerpo.
Este breve recuento de visiones y prácticas libertarias en torno a la
salud quisiéramos acabarlo con la mención de un exitoso caso de autogestión originado y desarrollado por los anarquistas, cual fue la vida del Policlínico de la IWW. Se fundó en 1923 y en 1954, treinta años después, seguía existiendo. Se trató de un caso único en su tipo que nos habla de las capacidades del anarquismo más allá de la escena estrictamente sindical y de las potencialidades prácticas de la autogestión.
Un grupo de estudiantes de medicina de la Universidad de Chile re-
lacionados con la central libertaria IWW pusieron en funcionamiento a partir del 12 de junio de 1923, un policlínico en calle Nataniel n°1057, en el popular Barrio Matta de Santiago806. Durante esa primera década el local contaba con dos médicos y un grupo de ayudantes que atendían diversos aspectos de medicina general. Como el policlínico estaba orientado a cubrir necesidades de salud entre las familias populares, sus precios, según operaciones, eran sumamente bajos o bien gratuitos807.
El policlínico también se había auto asignado una tarea de difusión. Y para ello editó durante años una Hoja Sanitaria IWW, publicación sin costo de dos mil ejemplares orientada a propagar la higiene y evitar las enfermedades a los trabajadores y sus familias808. El policlínico y la publicación eran coordinadas por un Comité Sanitario IWW. Esa organización ayudaba financiando parte de los gastos. Los médicos por lo general no cobraban por su trabajo.

1940. Policlinico IWW.

1940. Policlinico IWW.
El policlínico era una entidad auto-gestionada. No solicitaba ni con-
taba con ayuda oficial. En febrero de 1925, por ejemplo, Juan Gandulfo809, principal precursor de esta iniciativa, hacía un llamado a los trabajadores para que colaborasen con el Policlínico y señalaba: “contamos con su ayuda, ya que no podemos mendigar nada del Estado, ni de la Iglesia, puesto que estamos luchando por destruirlos”810. Y al celebrar sus tres años de vida reafirmaban:
“En este tiempo hemos creído probar con hechos que los obreros somos capaces de organizar nuestros servicios médicos sin la ayuda del Estado, ni de las instituciones filantrópicas, gracias a la iniciativa libre”811.
Durante la Dictadura de Ibáñez (1927-1931) el policlínico cesó por algunos años sus actividades. En la década del treinta resurgió. La IWW ya no era una gran central de trabajadores, pero aún así sus pequeños núcleos santiaguinos mantuvieron el policlínico como una muestra de su propio potencial. En 1940 la entidad seguía firme y su concurrencia era numerosa812. Por aquellos años el Policlínico se denominaba “Juan Gandulfo” en recuerdo de su fundador, muerto trágicamente en 1931. Las últimas referencias al viejo policlínico se encuentran en la publicación El Libertario, del año 1954 en donde se le destaca como todo un ejemplo a seguir813.
La salud del cuerpo y la mente fue un tema central en el discurso
libertario. Es bastante probable que muchos de sus afines no se preocuparan mayormente de estas temáticas y también puede ser cierto que otros definitivamente las contrariaran en sus vidas cotidianas. Pero eso no desmiente el hecho de que los anarquistas fueron precursores en estas tierras de muchas ideas sobre el consumo de la carne o de la relación con la naturaleza, por ejemplo, que hasta el día de hoy se practican.
VI.- Luz y Armonía. Una historia del teatro anarquista en Chile.
A Pedro Bravo-Elizondo.
Pocos son los temas específicos sobre el anarquismo criollo que han concitado mayor interés historiográfico que el teatro. Un par de libros y varios artículos en revistas académicas dan testimonio de ello814. ¿Cuál es el sentido entonces de volver sobre este asunto aparentemente tan trabajado? Hay varias razones. La primera y más grave es la constatación de que a pesar de las muchas páginas dedicadas a la cuestión, poco sabemos de la actividad concreta de los grupos de teatro anarquista. Poco conocemos de sus características orgánicas, de su financiamiento, o sus motivaciones, de sus circuitos de acción, o sobre las obras que representaban, o de la recepción que tuvieron815. Esto se debe principalmente a que el interés sobre el teatro anarquista se ha centrado en las obras dramáticas (y solo una minúscula porción) y su carácter discursivo-político, antes que en los individuos, espacios y situaciones que lo hicieron posible.
Se ha hecho hincapié en su retórica rupturista e innovadora816. Pero el “teatro anarquista”, no es solo la obra, que perfectamente puede tener o no contenido peculiar de esas ideas en su argumento, sino también un espacio de relaciones sociales únicas. Este capítulo aborda el “teatro anarquista” entendiéndolo sobre todo como una amalgama dinámica pero no siempre armónica de situaciones, actores, nexos y espacios. Pues una historia del “teatro anarquista”, no puede olvidar a sus protagonistas, ni a sus públicos, ni a sus gestores, ni las tensiones que en su ejecución pudieron germinar.
El teatro anarquista, como manifestación peculiar dentro del llamado “teatro obrero”817, lo entendemos como el espacio en donde el campo libertario y la población en general se encuentran con las representaciones dramáticas de obras producidas y puestas en escena por obreros anarquistas, y cuyo contenido es generalmente de protesta, expuesto usualmente en eventos solidarios, y entendido por sus ejecutores, como una herramienta de instrucción cultural y propaganda ideológica.
El teatro anarquista se desarrolla en directa relación con el movimiento
libertario, surge de sus organizaciones de afinidad o sindicales, está conectado con sus circuitos culturales, y su ejecución está “al servicio de la Idea”. Por lo mismo no debe resultar extraño que la actividad teatral libertaria, entre 1900 y 1940, se contrae y expande al son del desarrollo del anarquismo.
Lo que impulsaba a la creación de los grupos o cuadros dramáticos
era principalmente una voluntad propagandista. Según el testimonio entregado en la prensa libertaria estaban completamente conscientes de la labor de difusión cultural que realizaban. Creían que estaban regenerando al pueblo y que el teatro bien encauzado (es decir, bajo finalidades libertarias) podía ayudar a su emancipación. La expresión “el arte por el arte” no tenía lugar allí.
Los cuadros dramáticos anarquistas surgían de la iniciativa de un grupo particular o bien desde un sindicato de tendencia libertaria. En el primer caso los cuadros podían contar con más autonomía y hasta podían converger en él individuos de otras “clases”, que cultivasen de forma más profesional el oficio, aumentando potencialmente (no necesariamente) la calidad de la interpretación. En el segundo caso, los cuadros tenían el apoyo del sindicato, lo que les podía asegurar fondos y público, pero no obstante la ausencia de completa autonomía podía generar roces. Y ocurrieron.
Los cuadros dramáticos libertarios estaban compuestos por trabajado-
res y trabajadoras. De hecho, pocos son los espacios anarquistas en donde las mujeres destacaban tanto como en éste. No hay grupo en que estén ausentes. E incluso hubo cuadros dramáticos dirigidos por ellas. Este dato no es menor para un movimiento que si bien puso el tema de la “emancipación de la mujer” como una de sus reivindicaciones claves, no se destacó en demasía por la participación efectiva de aquellas.
Esos hombres y mujeres que tras el trabajo cotidiano se dedicaban al teatro, eran acompañados en ocasiones por jóvenes de clases mesocráticas que se identificaban con el mundo popular criollo y las ideas políticas comunes. Y ambos, en un proceso de simbiosis, compartían y producían cultura libertaria. Para los primeros se trató primordialmente de un espacio construido a partir del autodidactismo.
¿Cuándo y para qué actuaban? Las representaciones teatrales se realizaban principalmente en eventos solidarios, y también en fechas conmemorativas. El primero de Mayo, por ejemplo, era un día de actividad fija desde los primeros años del siglo XX. Allí luego de la jornada de manifestaciones públicas, llenas de cantos y discursos en las plazas de la ciudad, solían culminar la fecha con veladas en donde los libertarios se reunían con sus familias en torno al teatro obrero. También actuaban constantemente en eventos levantados para ayudar monetariamente a sus periódicos, a sus compañeros enfermos, cesantes o perseguidos por razones políticas.
La mayoría de los cuadros dramáticos libertarios se autofinanciaban. Por lo mismo, los utensilios, los trajes, el escenario, todo tenía que ser obtenido por la propia cuenta del grupo. En ocasiones hicieron funciones solo para obtener fondos para pagar la utilería.
El espacio también era un asunto a solucionar. Durante los primeros
años del siglo XX, cuando comenzaron las iniciativas de este tipo, los trabajadores arrendaban algunos teatros establecidos. Más tarde los gremios obreros construyeron en sus locales sindicales espacios destinados específicamente para esta actividad.
¿Cuáles eran las motivaciones para asistir al teatro anarquista? ¿Cómo se vivía la experiencia? Ir al teatro y estar dispuesto a pagar por el mismo, aunque sea a precios muy bajos, era un acto voluntario. A nadie se le obligaba a acudir al evento. Este dato, que puede parecer secundario, resulta bastante importante si consideramos la experiencia del teatro anarquista como una práctica de auto-educación popular. Al igual que los grupos de teatro no creían en “el arte por el arte”, es de suponer que quienes acudían a ver la representación de las obras tampoco iban meramente a “divertirse”.
Acudir a las funciones elaboradas por “compañeros” y “compañeras”
puede entenderse como un acto de reafirmación de identidades. Allí aparecían los símbolos libertarios y se ejecutaban los rituales laicos de sus colectividades. Se alzaban las banderas, se recordaba a los caídos, se prometía un porvenir de amor, se cantaban las canciones y los himnos de la guerra social. En esos espacios, y aunque sea por unas cuantas horas, se concretaba el ideal anárquico, en tanto predominaba, según los relatos, una atmósfera de fraternidad y complicidad en las ideas.
La función era una fiesta familiar, acudían los hombres y sus com-
pañeras, con sus numerosas familias. ¿Cómo vivieron los niños el teatro social? Hay notas en la prensa anarquista en la que se aconseja a los padres y madres mantener en “orden” a sus hijos pues en medio de las representaciones teatrales, sus juegos, llantos y gritos a veces entorpecían el normal desarrollo de la obra. Por otra parte, también hay testimonios, como los del profesor Pedro Bravo-Elizondo, hijo y sobrino de obreros anarquistas relacionados con el teatro ácrata, que recuerdan la inclusión de niños en las obras. Él mismo fue sumado en escenas que necesitaban pequeños.
La primera manifestación de teatro anarquista se remonta al 1° de mayo de 1902818. Es una velada a beneficio del periódico La Ajitación en el Teatro Erasmo Escala de Santiago. Allí el grupo Regeneración interpretó la obra “Primero de Mayo” del anarquista italiano Pietro Gori, una pieza que con los años se convertiría en la más recreada dentro de la región chilena, incluso por simpatizantes de otras tendencias revolucionarias819. El 31 de Mayo, el grupo editor del periódico anarquista La Luz realizó otra velada en la que se presentó nuevamente la misma obra820. El propio Grupo Regeneración representará un año más tarde –y nuevamente en beneficio de La Ajitación– “Fin de fiesta” de Palmiro de Lidia821.
La experiencia del grupo Rejeneración sin embargo, no fue continuada sistemáticamente en los años inmediatos. Además del cuadro dramático Máximo Gorki (1911-1913) y del grupo teatral del periódico La Protesta (1908), ambos de la capital, no hay registros de otras instancias similares. Será en la segunda década del siglo XX donde comenzará el verdadero auge del teatro obrero y anarquista. Un primer hito en ese sentido fue la fundación del Grupo Los Nuevos en 1913, entidad levantada bajo la dirección del obrero autodidacta y posteriormente célebre autor teatral Antonio Acevedo Hernández en compañía del joven poeta libertario José Domingo Gómez Rojas. Entre 1913 y 1915 el Grupo Los Nuevos actuó en numerosas veladas solidarias, expandiendo este arte entre trabajadores y artesanos que pronto comenzarían similares impulsos822. Paralelo y tras Los Nuevos, hay registros de los cuadros Francisco Ferrer en Antofagasta (1913), del Grupo musical Los Raros de Valparaíso (1913), la Estudiantina Primero de Mayo en la capital (1915) y otros que aparecieron esporádicamente vinculados a los periódicos anarquistas. Un segundo hito, en la misma década fue la fundación de los cuadros dramáticos “El Arte” y “Luz y Armonía” en la capital. El primero, surgido en el seno de los zapateros organizados, será un activo actor en el campo del teatro obrero entre 1918 y 1920. El “Luz y Armonía” en tanto, será el más significativo y longevo de los cuadros dramáticos anarquistas y posiblemente de todo el teatro obrero de la región chilena. Se fundó el 1° de Mayo de 1918, y hay registros de su actividad aún en 1943.
En la década del veinte, además del “Luz y Armonía”, aparecieron activos grupos de teatro anarquista tanto en Santiago como en diversas y distantes localidades de la región chilena. Uno de los proyectos más contantes fue el Cuadro Dramático José Domingo Gómez Rojas de Iquique. Compuesto por trabajadores portuarios en su mayoría, este grupo, en conjunto con el Centro musical Los Bohemios (fundado en 1926), actuó en los teatros obreros y comerciales de Tarapacá, entre 1921 y 1934, al menos.
Otros cuadros dramáticos libertarios fueron el León Tolstoy (Valpa-
raíso, 1917), la Academia Artística Francisco Ferrer (Valparaíso, 1918), el Cuadro Dramático Joaquín Dicenta (Valparaíso, 1922), Cuadro Alborada (Santiago, 1922), Cuadro Artístico Progreso (Valparaíso, 1924), Conjunto Artístico Hugo Donoso (Valparaíso, 1926) y el Cuadro Artístico Máximo Gorki (Santiago, 1926). Esta lista, en todo caso, no considera a los numerosos centros de estudios sociales que en ciertas ocasiones ensayaban y estrenaban alguna obra de forma aislada.
Desde los sindicatos libertarios aparecieron grupos de teatro y estudiantinas vinculados a los proyectos anárquicos. Los zapateros de la capital en conjunto con la IWW crearon en 1922 una Escuela Musical. Con el tiempo aquella se transformó en la Estudiantina Libertad, compañera por años del Cuadro Luz y Armonía en sus actuaciones. La Estudiantina sobrevivió al menos hasta 1947. En el seno de la Unión General de Obreros Metalúrgicos apareció un cuadro artístico en 1922 que al año siguiente pasó a denominarse Joaquín Dicenta (Santiago, 1923-1924). Y la Unión Sindical de Panificadores contó con el Conjunto Artístico Tierra y Libertad en 1926. En Valparaíso también los sindicatos libertarios se movilizaban por el arte. El Departamento del Transporte Marítimo de los IWW levantó el Cuadro Artístico Francisco Ferrer (1925-1926) y la Federación de Obreros de Imprenta también tuvo estudiantinas allí (1926).
La Dictadura de Ibáñez, entre 1927 y 1931, detuvo momentáneamente el auge del teatro libertario. Sin embargo, otros factores, como la masificación del cine y de nuevos espacios de distención y consumo cultural comenzaron a desplazar la importancia de este arte. La década del treinta sería inusitadamente activa para el teatro anarquista de la región chilena, pero la historia tomaba otro curso, y ya en los años cuarenta comienza el declive que pronto devendrá en su desaparición.
En los años treinta, además del viejo Luz y Armonía en Santiago y
el Gómez Rojas en Iquique, aparecieron el Conjunto teatral Tierra y Libertad (Santiago, 1932), Conjunto artístico Pedro Gori (Santiago, 1932), Grupo y Cuadro Artístico La Antorcha (Santiago, 1931-1935), Conjunto Artístico Arte y Rebelión (Osorno, 1933), Conjunto Artístico Amor y Libertad (Santiago, 1934-1936, 1941), CES y Conjunto artístico José Do-

1940. Cuadro Dramático Luz y Armonía.
mingo Gómez Rojas (Santiago, 1935), Conjunto Artístico Libertario de Estucadores (Santiago, 1935), Conjunto Artístico Lux (Santiago, 1935), Conjunto Teatral Minerva (Santiago, 1935-1947), Grupo Teatral España Nueva (Santiago, 1937), Cuadro Artístico Federica Montseny (Santiago, 1937-1938), Conjunto Hijos del Pueblo (Osorno, 1937-1939), Compañía de Arte Social Camilo Berneri (Santiago, 1938-1940), Conjunto Rosa Roja (Santiago, 1936-1941), Conjunto Artístico Pasionaria (Santiago, 1938), Conjunto Artístico La Lira-IWW (Santiago, 1938), Orfeón Hijos del Pueblo (Santiago, 1939), Escuela Musical Libertad (Santiago, 19401943), Conjunto Artístico Libertad (Santiago, 1940-1941), Conjunto Artístico Juan Gandulfo (Santiago, 1941), Conjunto Carlos Barella-URE (Valparaíso, 1941) y el Conjunto Artístico Zapateros CGT (Santiago, 1941).
Como se ha dicho más arriba, el rol del Cuadro Artístico Luz y Ar-
monía es realmente destacado dentro del campo obrero. La revista Vea afirmaba en 1940 que “en Santiago no tenía parangón en edad y fuerza”. Había sido premiado con el máximo galardón en cuatro concursos. De sus filas habían salido Romilio Romo823, Jorge Quevedo, Humberto Veas, Osvaldo Armijo y otros famosos actores de la época824.
Sintomático de la intensidad de la actividad teatral libertaria es la ex-
periencia del Cuadro Artístico Minerva (1935-1947), que en 1942 decía haber actuado en promedio cien veces por año825. En el sur, en la lluviosa Osorno, bien persistente era la diligencia del Conjunto Artístico Hijos del
Pueblo826.
Otro espacio notable fue la Compañía Camilo Berneri, fundada el 20
noviembre 1937 por obreros y obreras de imprenta. La entidad, compuesta por una treintena de “jóvenes entusiastas” suprimía en sus actuaciones “los beneficios personales y el consumo de alcohol”. En 1940 la Compañía contaba también con un Centro de Estudios Sociales y una biblioteca en el local de la IWW (San Francisco 1113). Biblioteca sostenida por 25 socios activos y concurrida diariamente por unas 40 personas827. La Compañía Camilo Berneri era dirigida por el profesor Eulogio Larraín.
Destacados impulsores, autores y directores del teatro libertario fueron Ramón Contreras, Humberto Soto828, Eulogio Larraín829, Carlos Collao, Frutos Llorens830, Hejobina Barahona831, Osvaldo Armijo, Leopoldo Conejeros832, Armando Triviño, Raúl Jordán, Luís Ponce. Entre los actores y las actrices autodidactas se cuentan Haydee Rojas, Francisco Valenzuela, Armonía Cañas, Luis Román, Floreal Pardo, José Arratia, Aurora Ibáñez, Armonía González y las hermanitas Sonia y Lelita Moya (6 años en
1940)833.
Los anarquistas, por lo demás, fieles a sus ideas de acción directa, levantaron por estos años algunas escuelas de educación cultural autofinanciadas y ajenas a las órbitas de las ayudas estatales. En 1940 la antigua Estudiantina Libertad (fundada en 1922) abrió una Escuela Musical y un Conjunto Teatral en Avenida Matta n°832. Su animador fundamental fue el zapatero Luis Leiva. La escuela musical era mixta (mujeres y hombres) y estaba abierta para adultos y niños834. Según Vea la Estudiantina “agrupa en su seno a más de 300 jóvenes proletarios aficionados a la música y deseosos de aumentar sus conocimientos”. Había cursos de teoría y solfeo, piano, violín, viola, flauta, mandolina y guitarra. Y en el espíritu de la autogestión señalaban que “La Estudiantina está costeada por el centro de alumnos obreros, que ya hace un año funciona sin haber recibido nunca ayuda del Estado. Ejemplo que debe imitarse. Los mismos profesores y alumnos contribuyen en el arriendo de los violines, piano, piezas de música, local, etc.”835. Ese espíritu antiestatista llamaba la atención de la prensa de masas y fue reafirmado numerosas veces836. La escuela musical funcionó hasta 1943 al menos.
La gran cantidad de grupos de teatro anarquista incentivó la creación de federaciones. Durante los años treinta y cuarenta los libertarios fueron activos precursores de varias instancias de unión de cuadros dramáticos obreros en la capital. En plena República Socialista, el 10 de junio de 1932, crearon la Compañía Nacional Obrera para dar a conocer al pueblo las reformas en curso837. El rápido fin del gobierno socialista acabó con ese primer intento. Durante los años siguientes se producirán nuevos ensayos. Por 1936 los grupos de teatro libertarios estaban relacionados con el Círculo General de Aficionados Teatrales838. En octubre de 1936 se fundó la Federación de Artistas Obreros de Chile (FAOCH), que alegaba autonomía del Estado y su extensión cultural839. La IWW, cuyos cuadros sindicales disminuían estrepitosamente, fue un activo impulsor del teatro obrero de la capital. En 1939 habilitó su local gremial (San Francisco 1113) y creó el Hogar del Artista Obrero de Santiago. La Confederación General de Trabajadores, también hará lo propio840. En octubre de 1941 se fundó la Unión de Conjuntos Artísticos de Santiago (UCAS), que funcionaba en el local de la CGT841.
El auge del teatro libertario y de las estudiantinas y escuelas musicales
impulsadas por ellos en la década del 30 y principios del 40, fue un fenómeno bien particular del terreno antiautoritario. De las páginas de revistas de circulación nacional como Vea, o del periódico La Hora, se desprende que no hubo otra tendencia política que se preocupara tanto del campo teatral obrero en esos días como el anarquismo. Ni aún desde el Partido Comunista o el Partido Socialista, que iban en acelerado ascenso en detrimento de las influencias libertarias en el movimiento sindical842.
En la década del cuarenta se registra un último y pequeño impulso teatral libertario, sobre todo en regiones. De esos años son el Conjunto Artístico Tierra Libre de Chillán (1942), el Conjunto Artístico Mar y Tierra de Talcahuano (1942), el Conjunto Artístico Juan A. González de Santiago (1941-1942), el Conjunto Artístico Nueva Aurora de Talca (1943), la Academia Artística Los Bohemios (Santiago, 1946-1947), Conjunto Hijos del Pueblo (Osorno, 1947) y el Conjunto Artístico José Domingo Gómez Rojas (Santiago, 1948). La Federación de Obreros de Imprenta mantiene una Estudiantina entre 1941 y 1945. Las últimas noticias del viejo Luz y Armonía son de 1943 y de la Estudiantina Libertad, así como del Cuadro Minerva son de 1947843. En ese último año funcionaba en Santiago una Federación de Artistas Aficionados en donde los grupos libertarios y de otras tendencias autodidactas contaban con el apoyo del viejo y célebre artista Pedro Sienna844.
La última noticia que tenemos de un cuadro dramático ácrata es la del Conjunto Artístico José Domingo Gómez Rojas (Santiago, 1954). Tras ello no se registran mayores movimientos en el campo artístico obrero libertario. El teatro anarquista cierra entonces medio siglo de fructífera actividad en la región chilena.
VII.- El Antifascismo, la Guerra Civil Española y la solidaridad de los libertarios criollos.
La conquista del poder estatal por los fascistas en Italia y Alemania
trajo varias consecuencias que incluso se hicieron sentir en la lejana región chilena y sus apartados pueblos del interior. Entre aquellas podemos mencionar el auge de los movimientos totalitaristas en todo el mundo, y la creación de grupos antifascistas entre los simpatizantes de la democracia y las tendencias revolucionarias de izquierda.
En este país el Partido Nacional Socialista fundado en 1932 y com-
puesto principalmente por empleados (aunque también tenía grupos de trabajadores y algunos oligarcas en el sur) llegó a tener representación parlamentaria. Al igual que sus pares europeos, los nacistas (así se diferenciaban de los germanos) chilenos formaron grupos paramilitares o Tropas Nacistas de Asalto. Los socialistas y comunistas hicieron lo propio para hacerles frente. A pesar de ciertas protestas internas, los anarquistas no quisieron sumarse a lo que consideraban un proceso de militarización. Con todo, los libertarios protagonizaron numerosos choques con los nacistas criollos, especialmente en el sur del país, en la zona aledaña a Osorno, en donde había bastantes colonos alemanes. En varios momentos hubo agresiones y respuestas violentas845. Y es que el antifascismo en aquella lluviosa tierra se vivía cotidianamente por la cercanía de sus rivales846.
Los anarquistas participaron en numerosas iniciativas antifascistas, de forma autónoma o en unión con otros sectores políticos. Si bien nos centraremos en los años treinta, cabe mencionar que ya en 1923 y 1924 hicieron una breve campaña de agitación pública antifascista a propósito de la visita al país del Italia, un barco al servicio del régimen de Benito
Mussolini847.
Una de las formas de canalizar la acción antifascista fue la participa-
ción libertaria en numerosas coordinaciones con otros grupos políticos y sindicales. En 1933, por ejemplo, existía en Santiago el Frente Único Contra el Fascio, cuyo secretario general fue el libertario Luis Heredia848. Al año siguiente apareció, también en la capital, un Frente Sindical Proletario con voluntad antifascista, que reunía a comunistas hidalguistas y anarquistas849.
En la tercera Convención Nacional de la Confederación General de Trabajadores (CGT), en abril de 1935, se acordó crear sub comités antiguerreros y antifascistas. Meses después apareció el Comité Libertario Anti-Guerrero en Santiago, que proponía el boicot a los productos italianos y alemanes, es decir, atentar contra la economía de los simpatizantes de esos regímenes negándose a comprar, servir, o trabajar en sus establecimientos. Otras medidas eran extender el boicot a la prensa fascista, resistir al Servicio Militar Obligatorio, agitar públicamente para que el Estado dejara de exportar yodo a los fascistas, e impedir el tránsito de armas, buques o tropas fascistas por la región chilena850.
Con la animosidad en el ambiente los choques fueron inevitables. En octubre de 1935 y en Talcahuano hubo una conferencia contra el fascismo de Félix López en el local del Transporte Marítimo que fue atacada por los nacis del lugar851. Un mes después, la sede de la CGT en Osorno fue asaltada por tropas nacistas. Nuevamente Félix López se encontraba dando una charla852. Otros ataques de grupos de nacistas a locales obreros se repitieron por todo el país853.
Periódicamente los grupos libertarios y sus sindicatos realizaban cam-
pañas públicas antifascistas854. De hecho, el 19 de julio de 1936, hubo un mitin de ese carácter auspiciado por la Unión en Resistencia de Estucadores. Sin saberlo ellos, ese mismo día y por los azares del destino, había comenzado la Guerra Civil española (1936-1939). Desde entonces las campañas se hicieron más intensas y constantes.
La lucha libertaria antifascista tuvo su principal espacio de convergen-
cia en la solidaridad generada con el bando leal que luchaba en la Guerra civil española y particularmente con los anarquistas de la CNT y la FAI que intentaban hacer la revolución al mismo tiempo en que aspiraban ganar la guerra.
Por esos años los ojos de la izquierda en general se posaron sobre las tierras ibéricas. La prensa reproducía todos los días los pormenores del conflicto. Los anarquistas también lo hacían. Y es que sus esperanzas eran grandes. Sobre todo en cuando a creer en la gestación durante la guerra de la verdadera revolución, que según ellos, aún no llegaba. Los medios de la Federación de Obreros de Imprenta, por ejemplo, indicaban en agosto de 1936:
“La tercera gran revolución mundial será el fecundo ensayo del socialismo libre, sin Estado, sin gobernantes, sin leyes, que serán reemplazados con enormes ventajas por el libre acuerdo y los nuevos organismos de cooperación y de coordinación del trabajo en todas sus manifestaciones”855.
La CGT y los variados gremios libertarios hicieron largas campañas
antifascistas a nivel nacional para reunir dinero en ayuda de sus compañeros en España. Los estibadores de San Antonio, los obreros de imprenta y obreros de la construcción, los zapateros, y varios otros gremios, realizaban constantemente picnics y actividades culturales con ese objetivo856.
Otra forma de solidaridad fueron los actos públicos en donde se ac-
tualizaban los pormenores de la Guerra, se expresaba el apoyo y la unidad antifascista, y se recaudaban recursos. Estos actos podían ser mítines o bien concentraciones masivas en teatros. En una de las manifestaciones de la Federación Juvenil Libertaria, el 11 de noviembre del 36, cayeron tres presos anarquistas: Ramón Domínguez, Gilberto Romero y Olga Muñoz. Fueron condenados a 61 días de prisión y 500 pesos de multa857.
La CGT, la IWW, y algunos grupos libertarios, financiaron el viaje del anarquista Félix López a la propia España, para informar mejor de la situación. López, que además ofició de corresponsal para el diario La Hora, visitó Barcelona, Valencia y alrededores, estudiando las condiciones del frente de batalla y las colectividades que se estaban realizando. Conoció a Cipriano Mera y otros dirigentes libertarios. De vuelta a Chile, realizó una gira de conferencias a lo largo del país: el 5 de marzo en la Sala México de Santiago, el 8 en el Sindicato de Panificadores de Puente Alto, el 11 en el Teatro Condell de Valparaíso, el 13 y 14 en Talca en el Salón Teatro de la CGT local, el 16 en Concepción, el 23 en Valdivia en el Teatro de la Cervecería Adwenter, el 27 en Osorno y el 30 en Temuco en la vieja Casa del Pueblo, el 6 de abril en Rancagua y el 10 en San Antonio. Luego repitió conferencias en la zona central y se dirigió con los mismos fines al norte, pasando por las ciudades de Iquique, Antofagasta, Copiapó, Coquimbo, y La Serena858.
El 20 de noviembre de 1937, los anarquistas de Santiago conmemo-
raron el primer año de la muerte –durante la Guerra– de Buenaventura Durruti, uno de los rostros libertarios más carismáticos de ese entonces859. Para ello hicieron un acto en el Centro Republicano Español (San Diego 244, actual Teatro Cariola). Mil personas acudieron al homenaje. La prensa dijo que colgaban grandes pendones rojos y negros y que en medio del Teatro había una imagen gigante del extinto, especialmente traída desde España. Hubo numerosos actos de variedades: oradores, poesía, canciones, y promesas antifascistas. Punto central de la noche fue la puesta en escena de la obra “España en sangre. Antorcha del porvenir” del profesor normalista e impulsor teatral Eulogio Larraín (León Gris). La Compañía de Arte Social Camilo Berneri fue la encargada de ejecutarla. Dicen que fue largamente ovacionada y que el público, de pie y sin parar de aplaudir, exigió que se presentara el autor del drama, hombre que minutos antes se había retirado presuroso del lugar de los hechos. Tuvo que volver. Otros “20 de noviembre” se repitieron en los años siguientes860.
Durante mucho tiempo el 19 de Julio, fecha de la contraofensiva re-
volucionaria al golpe fascista, fue recordado en la región chilena con actos masivos. En ellos los libertarios reivindicaban la lucha de sus pares en Europa e invitaban a otros sectores ideológicos y a los trabajadores en general a sumarse a la solidaridad internacionalista. El 19 de Julio de 1938, por ejemplo, 8 mil personas acudieron a una velada anarquista en Santiago. Según los gráficos:
“En el proscenio se destacaban dos grandes banderas rojinegras, colores que simbolizan el anarcosindicalismo; a un lado se exhibía un cuadro que simbolizaba la España revolucionaria atacada por un monstruo fascista”861.
La Confederación General de Trabajadores estuvo en estrecho contac-
to con su par en la España revolucionaria: la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Por medio de ella y de la Federación Anarquista Ibérica se canalizaba el apoyo desde el país862.
En diciembre de 1937 la CGT, conforme a un llamado hecho desde Barcelona, convocó a los miembros de su comité Pro Presos y a otras individualidades y creó la sección criolla de Solidaridad Internacional Antifascista (SIA) que llegó a tener secciones locales en Iquique, Chuquicamata, Valparaíso, Santiago, Talca, Curicó, Concepción, Temuco, Valdivia y Osorno. SIA fue una federación de grupos de apoyo a los revolucionarios de España, Chile y otros confines de la Tierra. La sección chilena inició campañas en solidaridad con los ibéricos en guerra, con los presos de Bragado en Argentina, con las víctimas del terremoto en Chile (1939), con los sindicalistas criollos863 y con otros sectores864.
Las campañas antifascistas se desarrollaban también en otras ciudades. En Rancagua, por ejemplo, la CGT actuaba en conjunto con el Grupo Amor y Libertad y el Grupo Los Inútiles para tales efectos865.
Para los anarquistas chilenos la Guerra Civil Española no era solo un enfrentamiento militar, pues eran indisociables los esfuerzos por hacer la revolución al mismo tiempo en que se luchaba contra el fascismo internacional. El ejemplo de sus pares en la península Ibérica les animó sobremanera y tras ellos se cuadraron casi uniformemente866. Después de todo “España en sangre” era “la antorcha del porvenir”. La victoria del fascismo en abril de 1939 desanimó momentáneamente a los sectores revolucionarios del mundo, pero eso no les impidió canalizar su afinidad a través de la solidaridad, que ahora tendría que vivirse de otra manera.
Como es relativamente conocido, tras la victoria franquista en la pe-
nínsula, en 1939 el frente-populista gobierno de Chile implementó un barco (el Winnipeg) para traer refugiados españoles desde las costas francesas867. Uno de los principales gestores y administradores de la iniciativa fue el poeta Pablo Neruda. Según los informes del SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos españoles) emitidos desde la CNT de España a los libertarios chilenos, los cupos del barco debían distribuirse de forma proporcional para todas las agrupaciones políticas y sindicales del bando antifascista, pero Neruda, en complicidad con el Partido Comunista (en el que militaba) marginó al 86% de los nombres sugeridos por los anarcosindicalistas. La nave trajo cerca de 2200 refugiados. Al sector libertario le correspondía el 24%, es decir, unas 500 personas, pero los comunistas solo permitieron el ingreso de 19, incluyendo a niños y familiares868. Entre ellos venían los Nogués (Azucena, Floreal, Helios y Francisco), Manuel y Francisco Vallejo Jiménez, Víctor Pey, Fructuoso Rebull y sus hijos Liberto y Palmiro, Antonio Soler Cuadrat, Cesar Flores (66 años) y Solano Palacio. Este último se embarcó de polizonte. Los pocos libertarios del Winnipeg fueron recibidos en la rada de Valparaíso por una lanchita de compañeros que agitaban banderas rojinegras869. El acto oficial de recepción a los refugiados españoles en Santiago fue auspiciado por la anarcosindicalista CGT870.
Como el movimiento anarcosindicalista chileno –vinculado entonces a la Confederación General de Trabajadores (1931-1953) y también a la sección local de la IWW (1919-1951)– había seguido de cerca el proceso español, solidarizando de distintas formas con el campo libertario durante la guerra, ahora en la derrota, el apoyo tampoco se hizo esperar. Esas entidades, en conjunto con Solidaridad Internacional Antifascista crearon a partir de 1939, un Comité Pro Refugiados españoles.
La primera oleada de anarquistas refugiados en este territorio, como
indicamos, llegó en el Winnipeg, el 3 de septiembre de 1939. Luego vendrían varios más. Muchos de los que se avecinaron habían padecido penosas jornadas en los campos de concentración para antifascistas en el sur de Francia. Algunos de ellos se establecieron acá para siempre, otros solo estuvieron de paso. Hubo quienes abandonaron las ideas y hasta se enriquecieron, mientras que otros siguieron en el anarquismo871.
La mayoría de los cenetistas refugiados se reagruparon en esta región y desde 1939 y hasta 1973 (fecha del inicio de la dictadura de Pinochet), colaboraron en las secciones locales de CNT, instancias levantadas para mantener vivo al llamado Movimiento Libertario Español en el Exilio, ayudar a los compañeros que luchaban clandestinamente en la Península, conservar el recuerdo de la gesta del 36 y colaborar con cada iniciativa que surgiera para derrocar la dictadura franquista872.
Cabe señalar también que varios libertarios españoles se sumaron al
movimiento local. Cuestión que no era fácil pues –y como recuerdan algunos viejos anarcosindicalistas criollos– en caso de represión, aquellos no contaban con un respaldo sindical como el que tenían varios de sus pares criollos. Solano Palacio873, Raúl Vicencio López874, Cesar Flores875, Francisco Pauner Sospreda, Fructuoso Rebull876, Cosme Paules del Toro877, Manuel González Inestal, Servet Martínez878, Manuel Escorza del Val879, fueron algunos de ellos.
Una interesante experiencia en común entre refugiados libertarios españoles y revolucionarios locales fue el Grupo Socialismo y Libertad que funcionó en Santiago a mediados de la década de 1940. El Grupo reunió a miembros de la Confederación Nacional del Trabajo y la Unión General de Trabajadores de España, con elementos del Partido Socialista y de la Federación Anarquista de Chile. Ellos animaron en el Centro Republicano Español jornadas de estudio y conmemoración de la Primera Internacional (1864) y de las revoluciones rusa y española. El 16 de abril de 1944, por ejemplo, se trató el tema “La organización colectiva de España durante la Guerra Civil”. Servet Martínez, de la CNT, habló de “Los acontecimientos de Aragón” y Félix López, del grupo de los anarquistas criollos, se refirió a “La colectivización Industrial y Agrícola en las provincias de Levante”. Según una nota de prensa, “socialistas revolucionarios y sindicalistas libertarios, colaboran en plena simpatía en el esfuerzo de libre investigación y de síntesis de los resultados experimentados bajo el lema de Socialismo y Libertad”. Por sus constantes críticas al estalinismo esta iniciativa fue combatida por el Partido Comunista880.
El aporte de los libertarios españoles al movimiento anarquista local fue muy variado y no pasó desapercibido. Y además de la colaboración humana, que no fue poca, no debemos olvidar la contribución de la propia experiencia española al universo ideológico de los anarquistas criollos. Pues aún cuando los españoles fueron derrotados, en el ambiente quedó la idea de que el anarquismo no era una utopía. La colectivización y la vida sin autoridad, eran posibles. El ejemplo español desde entonces fue utilizado como argumento en ese sentido por los anarquistas de todo el mundo y hasta muchas décadas después.
VIII.- El movimiento anarquista específico, discusiones e intentos de unidad.
“¿Me contradigo?
Pues muy bien… me contradigo; Soy inmenso… contengo multitudes”.
Walt Whitman, Hojas de Hierba, 1855.
Conscientes de su paulatino retroceso como foco irradiador de ideas, y de la reducción también progresiva de afines, el campo libertario comenzó en los años treinta a buscar con mayor intensidad que en décadas anteriores, formas de coordinar sus diversos grupos. El tema de las federaciones tomó fuerza, pues antes, salvo un intento en Santiago entre 1922 y 1923, no fue mayormente considerado881. Este capítulo hará una revisión sucinta de los impulsos federativos y de las discusiones en el interior del horizonte libertario.
En los días previos a la Dictadura de Ibáñez, algunas voces hacían sentir la necesidad de una organización específicamente anarquista que detuviera la crisis que dividía a los sindicalistas libertarios de la FORCH y la IWW, crisis que a su juicio, solo beneficiaba al Partido Comunista que sólidamente entraba en los sindicatos882. En estos días también se comenzó a agudizar la discusión en torno a las prioridades del individuo en tanto a centrar su activismo en los sindicatos, o bien en los grupos específicamente anarquistas. Los encuentros y desencuentros fueron constantes. Los unos solían acusar a los otros de puristas y los otros señalaban que los primeros eran meros pancistas y que solo disputaban mejoras inmediatas. Hay que señalar, en todo caso, que no es exacto caricaturizar y establecer posturas duales, pues, y por ejemplo, había sindicalistas que eran bien “puristas” dentro del anarquismo883.
Ciertamente la discusión no era nueva, pero la exposición de la misma
a partir de 1931 fue más recurrente en la prensa y en las actividades políticas que los elementos libertarios levantaban884. En 1932 el grupo Nueva
Lid de Valparaíso editorializaba sobre el asunto tomando como modelo orgánico la FAI española y como referente teórico la Plataforma de los libertarios rusos exiliados en París tras la revolución, planteando la necesidad de crear una federación nacional que difundiera específicamente el anarquismo885. Dos años más tarde, en una de conferencia denominada “El anarquismo organizado y el movimiento obrero”, en agosto de 1934, se señalaba que no solo se debía realizar propaganda entre los trabajadores y por lo mismo era urgente crear grupos específicos886. El debate interno era permanente, puesto que en la misma Confederación General de Trabajadores había elementos destacados que señalaban que el anarquismo solo se podía encausar efectivamente por medio del sindicalismo887. Una editorial del principal periódico anarquista chileno en esos años señalaba:
“Bien es cierto que hay diferencias de apreciación respecto de la lucha inmediata y aun puntos de marcada divergencia sobre realizaciones futuras. Es cierto también que muchos militantes le dan demasiado valor al ejercicio sindical y al movimiento obrero, descuidando la propaganda preferente de las ideas y a menudo son casi absorbidos por el sindicato, lo cual debilita el movimiento esencial del anarquismo en su aspecto ideológico. Es verdad, así mismo, que muchos camaradas se desviven en la valoración exclusiva del “idealismo puro”, llegando a las lindes del solipsismo desesperante…”888.
Otros motivos que influían en la división del campo libertario eran las disputas que se arrastraban desde los años veinte. Sobre todo esas peleas que separaron a la IWW de los demás sindicatos libertarios. En los 30 y 40 seguían existiendo los industrialistas, y a pesar de que su presencia en el mundo laboral era bien escasa, un sector no despreciable de grupos culturales anarquistas, aún estaba estrechamente vinculado a esa entidad.
Derrocada la Dictadura de Ibáñez se creó la Federación de Agrupacio-
nes Anarquistas (1931), que como muchas venideras, desapareció al poco andar889. A partir de la iniciativa de las agrupaciones de Santiago en 1933 se creó luego la Federación Anarquista de Chile (FACH), que si bien tuvo simpatizantes en ciudades tan distantes como Puerto Varas en el sur, nunca pudo arraigar demasiado en regiones, quedando relegada en la capital hasta que murió poco después890.
Más sólidos en esos días fueron los intentos realizados por la juventud anarquista, probablemente menos comprometidos con las divisiones que existían entre los viejos. El 19 de julio de 1935 apareció la Federación Juvenil Libertaria (FJL), por iniciativa de algunos anarquistas de la CGT y sobre todo, por un grupo de estucadores denominado Vanguardia Roja Socialista891. La FJL tuvo secciones en La Serena, Santiago, Talca, Concepción, Temuco, Valdivia y Osorno. En 1939 contaba con el periódico El Ariete. Entre sus actividades destacamos la realización de cursos de capacitación para sus miembros, diversas campañas solidarias –a favor de los anarquistas españoles que luchaban contra el fascismo, por ejemplo– y manifestaciones contra la guerra mundial que se acercaba892.
Mientras la FJL se extendía a regiones, el 27 de junio de 1937 quedó constituida la Federación Anarquista de Santiago (FAS), en base a los grupos Antorcha, Acción, Alfa, El Salto, Los Afines, Lux, Recapacitación Social, Luz y Acción, Estucadores, FOIC y Zapateros893. La Federación publicó Antorcha en 1938. A pesar de los buenos augurios de su fundación, la entidad pronto pasó a receso y en 1937 contaba solo con siete grupos y algunas individualidades, cifra que fue decreciendo rápidamente. La última noticia de la FAS es de 1940894.
Un año después apareció una Acción Socialista Libertaria Americana,
compuesta por individualidades y grupos provenientes de la CGT, y hasta algunos refugiados de la CNT. Pretendían constituir una organización sólida para el anarquismo, pero pronto esta experiencia corrió la misma suerte que las anteriores895.
Tras una conferencia convocada por miembros de la CGT en febrero
de 1941 se constituyó un Comité de Relaciones Anarquistas que se propuso trabajar en la generación de un Congreso de elementos libertarios896. Encuentro que se ejecutó efectivamente entre el 19 y el 21 de septiembre. Acudieron grupos de Iquique, Chuquicamata, Oficina Pedro de Valdivia, Valparaíso, Santiago, Rancagua, Osorno y otras ciudades897. De esa instancia, catalogada por sus impulsores como el “Primer Congreso Anarquista Nacional” surgió una nueva Federación Anarquista de Chile. La publicación Vida Nueva de Osorno fue su vocero en un primer momento. Sin embargo, una serie de conflictos, como la discusión del problema español (colaboración anarquista en el gobierno), así como diferencias surgidas entre el grupo relacionador y el periódico Vida Nueva (acusado de tergiversar los acuerdos del congreso), echaron por el borde la nueva iniciativa. El grupo relacionador utilizó desde entonces las páginas de Acción Directa, de los IWW de Santiago. La falta de colaboración desde provincias acabó con la FACH en 1942898. Un encuentro postrero se concretó desde el 10 al 12 de octubre de 1942, en Santiago899. Allí señalaron que estaban siendo ineficaces para hacer propaganda entre los trabajadores. Las razones de ello pasaban por:
a) “Falta de unificación de criterio, en cuanto a la misión presente y futura de los sindicatos.
b) Falta de unificación de criterio en cuanto a interpretación de las doc-trinas libertarias.
c) No tener un criterio cristalizado que convenza a la mayoría del pueblo de que nuestra doctrina y nuestras formas orgánicas y las que se puedan dar a la colectividad chilena en un posible periodo de transformación social, aseguren una mejor distribución de nuestra riqueza y prosperidad.
d) Falta numérica de compañeros que sean capaces de responsabilizarse para las labores que nos planteará la realidad de hoy y de mañana”900.
Entre el 23 y 26 de diciembre de 1943 hubo un nuevo congreso anar-
quista en Talca. De allí salió otra Federación Anarquista de Chile. Varios círculos de Santiago y del norte criticaron bastante tal orgánica pues, según ellos, allí estuvo representado un porcentaje muy escaso de los grupos libertarios de la región, y por otra parte, varios de ellos se “inventaron” para el encuentro901. Desde el viejo grupo Amor y Libertad de Rancagua, uno de los asistentes a Talca, reconocieron que faltó “un apreciable contingente de valores libertarios” que rechazó la invitación, pero señalaban que era un paso adelante en la reorganización902. Tras ello hubo una pausa en los fracasados intentos de unidad hasta que en octubre de 1947 algunos sectores que intentaban reanimar a la CGT generaron una nueva Federación Anarquista.
Desde los últimos años de la década del cincuenta y hasta los inicios de la Unidad Popular, las diversas corrientes que convergían en el interior del movimiento anarquista se aglutinaron de forma más o menos homogénea (siempre hay excepciones) en dos bloques. Uno más cercano al anarquismo como movimiento específico, y otro más cercano al pragmatismo sindical. El primero estuvo ligado durante varios años a la Federación Anarquista Internacional FAI-Chile, y el segundo a un grupo coordinado por algunos viejos sindicalistas del calzado como Ernesto Miranda.
Es incorrecto señalar que se trata de una disputa de específicos contra anarco-sindicalistas, pues de éstos últimos, los hubo en los dos bandos. Además varios elementos del sector mirandista estuvieron en la FAI903. Y en la FAI hubo otros dirigentes sindicales activos.
Probablemente la FAI surgió del congreso libertario realizado el 19 de
octubre de 1947904. Era una organización federal que podríamos denominar de tipo “sintetista”, es decir, daba espacio a la convivencia crítica en su interior de las diversas tendencias del ideario905. Su composición era bastante heterogénea: desde viejos cuadros del anarquismo de los años veinte, hasta la juventud naciente; anarcosindicalistas, individualistas, estudiantes, intelectuales, refugiados españoles y trabajadores de diversos oficios. Entre sus miembros se contaban también dirigentes de la Federación de Obreros de Imprenta, de la FONACC, de la Unión en Resistencia de Estucadores, y de los portuarios de San Antonio y Talcahuano906. No era una organización uniforme. Y en casi todo su desarrollo estuvo atravesada por discusiones internas907. La FAI tuvo presencia, esporádica o prolongada, en algunas ciudades de la región chilena, tales como Arica, Iquique, Antofagasta, La Serena, Ovalle, Valparaíso, La Calera, Santiago, San Antonio, Curicó, Talca, Linares, Concepción, Osorno y Puerto Montt. Estaba compuesta por grupos e individualidades. Ignoramos la cantidad total de sus miembros908.
Orgánicamente funcionaba como una entidad relacionadora, sin una
dirección central que impusiera directrices estrictas, aunque hubo momentos en que intentó señalar “posiciones” de toda la entidad frente a ciertos temas. Las tareas de conexiones se canalizaban principalmente a través de un Comité Nacional (CN) elegido periódicamente. Ese Comité estaba compuesto por un secretario (general, al parecer) y por un secretario de organización y relaciones. Los miembros de la FAI (que pagaban cuotas mensuales y ocasionales para gastos de propaganda) participaban en grupos anarquistas, en el interior de sindicatos y también los había entre médicos, profesores y estudiantes universitarios. Como los libertarios “controlaban” entonces muy pocos gremios, disminuyendo también su número con respecto a otras tendencias, desde la FAI se fomentó la creación de Vanguardias Sindicalistas Libertarias para revertir esa situación. Entre 1954 y 1956, publicaron un periódico denominado El Libertario. Tras haber reunido a casi todo el espectro libertario, a mediados de los 50´s varios sindicalistas abandonaron la FAI porque en su interior había hegemonizado la posición contraria a la participación libertaria en la Central Única de Trabajadores. Sobre todo tras su Tercer Congreso, entre el 8 y el 10 de abril de 1955, donde se condenó duramente la actuación de dirigentes como Ernesto Miranda909. Varios de los que se retiraban reconocían el alto nivel cultural de los miembros de la FAI que se quedaban, pero advertían que se estaban convirtiendo en una élite intelectual.
En medio de las tensiones entre las fracciones antiautoritarias, desde el 14 al 21 de abril de 1957 un delegado de la FAI-Chile participó en la Primera Conferencia Anarquista Americana que se congregó en la ciudad de Montevideo910.
Pero volvamos al territorio. Desde el 15 al 17 de abril de 1960 y en el local de la FOIC, se llevó a cabo una Conferencia Nacional Anarquista bajo la orientación faísta. El objetivo era claro:
“Se hace necesario que sin claudicar de nuestros principios y finalidades revolucionarias, adoptemos nuevos métodos y procedimientos que nos permitan abarcar mas e intensificar nuestra zona de influencia revolucionaria en el país”.
Al encuentro llegaron delegaciones de La Serena, Ovalle, Valparaíso, La Calera, Santiago, San Antonio, Curicó, Talca, Linares, Concepción y Puerto Montt. Hubo saludos de Arica, Iquique y Antofagasta911. Además de reafirmar la crítica a la participación anarquista en la CUT por estar “maniatada” por los partidos políticos de izquierda, la Conferencia sugería la creación de Grupos de Orientación Sindical. Finalmente, la FAI señaló haberse reestructurado para relacionar mejor a los grupos del interior912.
En agosto de 1960 los miembros de la FAI publicaron un “Manifiesto
de los anarquistas de Chile ante la Revolución Cubana” en donde criticaban el imperialismo ruso y estadounidense, señalando a Cuba, la joven república revolucionaria, como a una pieza más de ese juego913. En sus últimos años, sobre todo luego de la marginación de los libertarios de la CUT, la FAI se caracterizó por sostener una postura marcadamente anticomunista y levantar una posición enemiga de cualquier unión con otros sectores de izquierda. Lo cual aceleró la división con otros sectores libertarios, sobre todo del campo sindical, más heterodoxos en esa materia.
Finalmente la Federación desapareció en la década del sesenta al igual
que sus rivales del campo sindicalista. Por algunos años había logrado reunir a casi la totalidad del horizonte libertario pero las disputas internas la mermaron paulatinamente. Esas disputas son el reflejo a su vez de varias divisiones que a lo largo de su cronología acompañó al movimiento anarquista. Los debates entre individualistas antiorganizadores y sindicalistas no arraigaron demasiado en este país. Más bien habría que indicar que las principales razones de divergencia tenían que ver con la centralidad del sindicato en la lucha libertaria. Ciertamente no faltaron los que enfocaron su actividad más allá de las luchas económicas, pero los anarquistas locales, al menos hasta los años ochenta, fueron casi en su totalidad sindicalistas. Entre estos últimos algunos apostaron por el pragmatismo y las alianzas con los demás sectores políticos de izquierda, mientras que otros pujaron para conservar los valores ácratas en los sindicatos aún a costa del consciente aislamiento. Teórica y prácticamente estas últimas fueron las principales causas de la división libertaria. Pero no se puede olvidar que el componente humano jugó también un importante rol en esas disputas.
Los caudillismos y resentimientos personales no escasearon.

1990. Manifestación del 4 de septiembre.
Con todo hay que señalar que la unidad de los anarquistas no siempre fue un tema trascendental para el heterogéneo movimiento libertario. Más bien apareció al tiempo en que su actividad iba en retroceso frente a los partidos políticos que con sus estructuras centralizadas tenían más éxito que los anarquistas para mantener posturas uniformes. Las divergencias de opinión y acción son propias al anarquismo. Ello les dio dinamismo en varios contextos, puesto que al ser cada esfuerzo autónomo había más espacio para la libre iniciativa, por ejemplo. Pero eso mismo les jugó en contra para sostener su influencia en los sindicatos, puesto que no poseían una organización duradera que les sirviera de apoyo frente a las disputas con los partidos políticos de izquierda.
En definitiva, las historias narradas anteriormente nos confirman que jamás hubo un movimiento anarquista unificado totalmente. Y que de esa forma, diverso y hasta contradictorio, el pensamiento y la práctica libertaria hicieron carne en el movimiento social chileno.

Pág. 234 – Víctor Muñoz Cortés
Colofón
Los cien años de presencia anarquista en la región chilena abordados en este libro son los cien años de una minoría política accionando en el interior de las luchas sociales del país. Estimados y atacados, incomprendidos y sobredimensionados, admirados y vilipendiados, distorsionados y olvidados, su rostro tornó en mil formas. Y aunque el hilo negro que anudaba sus diversas y hasta incompatibles prácticas con la cronología del Estado chileno no siempre fue visto, siempre estuvo allí.
Es cierto que las contradicciones les persiguieron. Que en varios momentos sus sindicatos tranzaron con el Estado y que no siempre se practicó todo lo que se predicó. Pero no se puede negar que ellos fueron la principal fuerza que luchó por la independencia y la autonomía de los trabajadores frente al gobierno y los partidos políticos en su lucha por una sociedad mejor.
Nunca fueron un polo uniforme. El norte estaba claro, un mundo sin
autoridades, libre y fraterno, pero los caminos para llegar a él eran diversos. Y los desencuentros eran inevitables.
Probablemente fueron sectarios y hasta no faltaron momentos en que
recurrieron a bajos métodos para mantenerse en la conducción de sus históricos sindicatos, pero en sus filas no escasearon valores realmente admirables por su tesonera actividad y sus pulcras conductas.
Acabaron desplazados de las luchas sociales del país por otras tendencias revolucionarias de izquierda, pero sin los libertarios no se podría escribir la historia del movimiento obrero chileno. Gracias a su tesonera acción apareció y se radicalizó el sindicalismo moderno. Innumerables conquistas inmediatas, la conmemoración del Primero de Mayo, y la propia extensión del pensamiento revolucionario en el mundo de los trabajadores y trabajadoras, son algunas de sus desconocidas obras.
Sus huellas fueron borradas por el tiempo y por historiadores ene-
migos de sus ideas. Y muchos de sus logros, como el policlínico obrero y el cuadro teatral más longevo del país, fueron definitivamente olvidados. Tenían que “volver a la historia” para que comenzase el paulatino desvelamiento de su pasado.
Hoy el hilo negro está allí. Nunca se cortó. Viejos prejuicios y dinámi-
cas siguen operando en sus prácticas, discursos y en la imagen que sobre ellos la sociedad se ha generado. Pero otros actores y otras luchas están en movimiento. Solo el tiempo nos dirá si serán nuevamente acabados, o si bien sabrán abrirse paso en medio de los pliegues del saber y la búsqueda de la libertad en todos sus sentidos. Pues y como dijo un viejo hombre que vio la Anarquía a los ojos en la España revolucionaria de 1936 y acabó sus días en la lluviosa ciudad de Temuco, al sur del país en 1993:

“Será el futuro quien diga
Si a la roja sementera
La secó la fría escarcha
O permanece a la espera”

Víctor Muñoz Cortés,
Cerro Cordillera
Valparaíso, invierno de 2013.


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