Lo que pretenden es desmovilizar a los zapatistas y los indígenas que defienden su autonomía en el CIG y el CNI, al igual que lo intentaron todos los gobiernos priístas y panistas en el pasado; Solalinde es la cara “amable y diplomática” de la contrainsurgencia.
14 julio, 2018
México: Pronunciamiento ante las mentiras y ceguera política de Alejandro Solalinde
Por Comisión de Comunicación de la Coordinación Metropolitana Anticapitalista y Antipatriarcal con el CIG
En realidad lo que pretenden es desmovilizar a los zapatistas y los indígenas que defienden su autonomía en el CIG y el CNI, al igual que lo intentaron todos los gobiernos priístas y panistas en el pasado
Desde el momento en que, sin avisar a los padres y madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Alejandro Solalinde decidió unilateralmente hacer pública una versión según la cual los desaparecidos ya habrían sido asesinados y cremados para desaparecer sus cuerpos, ya comenzaba a portarse como vocero del poder y trataba de presionar a las víctimas a suspender su movimiento porque su causa, la presentación con vida de los desaparecidos, habría sido “resuelta”.
El gobierno de Peña Nieto, Murillo Karam y Osorio Chong, después de usar a Solalinde para difundir esa mentira, refutada por las investigaciones de la comisión de expertos internacional, usó a Rigoberta Menchú con el mismo fin, presionar a las víctimas tratando de que ya “aceptaran la verdad”. Como su mentira no prosperó, finalmente el propio gobierno federal la presentó como “verdad histórica” en boca de Murillo Karam, tratando de dar carpetazo al caso. Es mentira y en ella Solalinde fue el primero en esparcirla.
Después de dedicarse a defender las políticas del PRD en estados como Veracruz y Oaxaca, Solalinde derivó en ser propagandista del proselitismo electoral de Andrés Manuel López Obrador, haciendo giras incluso en el extranjero, en los Estados Unidos, para llamar a votar por él.
Ahora que López Obrador es “virtualmente presidente electo” y está comportándose como gobierno de manera anticipada en una suerte de transición del poder anticipada y pactada desde arriba, Solalinde, ¿el vocero?, se ha dedicado a “invitar” al Ejército Zapatista de Liberación Nacional a sentarse a dialogar con el vicepresidente de facto Alfonso Romo.
Antes, trató de contactar a la vocera del Concejo Indígena de Gobierno, María de Jesús Patricio Martínez para integrarla en el gobierno de un candidato que al llegar al poder (de hecho ya comienza a ejercerlo) ha prometido la continuidad del neoliberalismo, tanto en sus propias palabras como en las de su ministro plenipotenciario Alfonso Romo: libre mercado, respeto a las reformas estructurales ya logradas (especialmente la energética), respeto a todos los pilares del neoliberalismo: autonomía del Banco de México, los 43 tratados de libre comercio internacionales y la garantía de que se respetarán los privilegios del capital financiero: “gobernar no con atención a las encuestas de opinión sino al peso (la moneda)”, ha dicho Romo.
Alejandro Solalinde ha rebasado y traicionado lo que pudieran parecer buenos oficios diplomáticos como mediador que intenta dialogar con los zapatistas: se ha arrogado el derecho de hablar en nombre de las bases zapatistas diciendo que las bases sí se reunirían con AMLO pero que no lo permiten sus líderes “mestizos”. Antes ya había declarado lo mismo respecto a Marichuy y el CIG, que mediadores “mestizos” impedían el diálogo.
Es la misma tesis racista que ha manejado la derecha contrainsurgente: los indígenas son “mal influenciados” por líderes no indígenas. Esa tesis es ahora enarbolada por Solalinde en nombre de un gobierno supuestamente progresista.
Tratar de dialogar con interlocutor a quien estás desacreditando no es una estrategia diplomática, es una estrategia de contrainsurgencia, con la cual Solalinde está tomando la estafeta que en el pasado han tenido personajes de nefasta memoria como Esteban Moctezuma, Dante Delgado, Luis H. Álvarez y Rosario Robles.
Además, es realmente una ofensa invitarlos a dialogar con un personaje de derecha como Alfonso Romo, empresario integrante de la oligarquía, financiador de la campaña de Vicente Fox, lavador de dinero del dictador Augusto Pinochet, simpatizante de los Legionarios de Cristo y el Opus Dei y operador de la integración en el gabinete de Obrador de personajes siniestros como Víctor Villalobos, personero de Monsanto, ni más ni menos que en la secretaría de Agricultura.
Solalinde se había ganado un prestigio como defensor de los migrantes centroamericanos en el sureste de México, algunos lo siguen considerando “candidato al Nobel”. Sin embargo, Alfonso Durazo, nuevo secretario en materia de seguridad, ha declarado que habrá una patrulla fronteriza que impedirá el tránsito de los migrantes centroamericanos por territorio nacional y Solalinde no ha hecho reclamo alguno conocido en nombre de los derechos humanos de los migrantes.
En lugar de ello el ahora operador político de Obrador está desacreditando a los zapatistas. Ya el nuevo gobierno está convocando a formar una organización indígena nacional para tratar de hacer el contrapeso al Concejo Indígena de Gobierno, al Congreso Nacional Indígena y al EZLN. Pretenden arrebatarle “la bandera” de los acuerdos de San Andrés cuando el gobierno que representan ya ha anunciado medidas colonialistas, desarrollistas y extractivistas como las Zonas Económicas de Desarrollo en estados con fuerte presencia de comunidades indígenas como Chiapas, Oaxaca y Guerrero; han anunciado desde su campaña a mineras canadienses cuyo comportamiento criminal destruye comunidades y territorios, en cuyo aspecto la política neoliberal anticipa que continuará, pues a pesar de las más de 1500 concesiones a mineras canadienses -al estar incorporado el tema en el proyecto de nación del virtual presidente electo-, se prevé que se incrementen dicho número y en este tema el proyecto solo contempla integrar un régimen fiscal según favorable al Estado y no así a las comunidades y pueblos. Es más que claro que este aspecto se verá impulsado además con el hecho de que Napoleón Gómez Urrutia, será Senador de la República, lo que implica que las mineras de aquel país contarán con un personero en el congreso; tienen compromisos con empresas de la oligarquía nacional y la plutocracia internacional (como Monsanto) que hacen inverosímil que, de aprobar los acuerdos de San Andrés, pasen de ser letra muerta.
En realidad lo que pretenden es desmovilizar a los zapatistas y los indígenas que defienden su autonomía en el CIG y el CNI, al igual que lo intentaron todos los gobiernos priístas y panistas en el pasado; Solalinde es la cara “amable y diplomática” de la contrainsurgencia contra una de las pocas oposiciones que quedan, dada la luna de miel entre el gobierno que está operando antes de asumir el cargo y la derecha empresarial.
Como Coordinación Metropolitana Anticapitalista y Antipatriarcal con el CIG rechazamos tajantemente las insidiosas maniobras de Alejandro Solalinde, Alfonso Romo y el gobierno electo que está operando anticipadamente.
Desconocemos a un gobierno que si bien ha ganado una “elección limpia”, como en el pasado lo hicieran Ernesto Zedillo y Vicente Fox, se está perfilando como defensor de los mismos intereses del capitalismo neoliberal y los megaproyectos que defendieron los gobiernos del PRI, el PAN y el PRD.
Incluso, en el ámbito más cercano a los zapatistas, en Chiapas, Morena operó en alianza con el Partido Verde, el único partido verde desconocido por sus pares a nivel internacional y el único en tener paramilitares, precisamente en Chiapas. En la elección en Chiapas, Morena y el Partido Verde compraron votos, como ha mostrado en una columna, en La Jornada, Luis Hernández Navarro. Y para colmo en dicha elección resulto electo Rutilio Escandón Cárdenas (candidato de Morena), uno de los 16 senadores del PRD que votaron a favor de la reforma Constitucional del año 2000, con la que el gobierno de Fox, simuló reconocer los derechos los pueblos indígenas.
La resistencia de las comunidades indígenas zapatistas ante los megaproyectos (que representan explotación, despojo, reprensión y desprecios), y las empresas y gobiernos que los impulsan es legítima y cuenta con todo nuestro apoyo.
Las autonomías y autogobiernos de las comunidades zapatistas y comunidades indígenas del CNI son legítimas y no deben seguir siendo objeto de acosos contrainsurgentes.
ATENTAMENTE.
Disculpen las molestias, que nuestra alegre rebeldía provoca, pero estamos construyendo comunidad, autonomía y organización
Por la constitución integral de nuestros pueblos
Viva el #CIG, Viva, el #CNI, Viva el #EZLN
Comisión de Comunicación de la Coordinación Metropolitana
Anticapitalista y Antipatriarcal con el CIG