Observatorio Venezolano de Conflictividad Social informa que el promedio es de 30 protestas diarias y que ayer miércoles Caracas fue un hervidero de descontento.
La enfermera líder Ana Rosario Contreras: El único golpe que queremos dar es al hambre
Por: Contrapunto / Jacklyn Arazi | Jueves, 19/07/2018 11:53 AM | Versión para imprimir
19 de julio de 2018.-
La presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital ratifica que acudirán al Palacio de Miraflores, como ciudadanos, para exigir respuestas del presidente Maduro. Siguen a la espera de la reunión con el ministro de Salud, Carlos Alvarado
Ana Rosario Contreras es licenciada en Enfermería. Tiene 54 años de edad, de los cuales 32 se los ha dedicado a su profesión. Desde el año 2013 preside el Colegio de Enfermeras del Distrito Capital y se ha convertido en una de las voceras de más peso del paro indefinido iniciado por su gremio en busca de un mejor salario.
Para Contreras, esta semana es “decisiva”. Las enfermeras le dan un plazo al presidente Maduro para que responda a sus peticiones. De lo contrario, más de 80% del personal de enfermería que trabaja en el sistema público de salud está dispuesto a renunciar. “Vamos a decidir finalizar nuestra relación laboral con el Estado venezolano”, advierte.
La enfermería fue una profesión “bien pagada” hace unos años, señala, pero, “hoy, lamentablemente, con el sueldo que yo gano, no puedo ni siquiera garantizar en mi casa una comida para tres días”.
—¿Qué los llevó a tomar la decisión de iniciar un paro?
—Nosotros decidimos, el 25 de junio, iniciar una acción de protesta indefinida, un paro indefinido convocado en primer lugar por el Colegio de Enfermeras del Distrito Capital. Este llamado se hizo para Caracas. ¿Por qué lo hicimos? Y creo que eso es importante que se sepa: en la quincena del 15 de junio una enfermera cobró Bs 600.000 de salario. Si nosotros llevamos eso a dólares, eso es 0,66 centavos de dólar. Nos estábamos enfrentando a una cesta básica que estaba superando los 200 millones de bolívares.
Contreras señala que, en un primer momento, no pensaron que sería tan contundente la respuesta del gremio. “El primer día de paro lo asumieron en Caracas 17 hospitales, pero la sorpresa nuestra fue que 17 estados del país se sumaron a esta protesta, 17 colegios de enfermeros, que en ese momento –pues la Federación nuestra no estaba– se había pronunciado sobre el paro y se sumaron”.
El Gobierno no respondió…
El día 26 de junio, segundo día del paro, “la respuesta del Gobierno fue empezar a regalar cajas de comida (CLAP)”. En ese momento, relata, enfermería se declaró en la “misión agarre”: “Vamos a agarrar todo lo que nos den, nos dieron la cajita de comida”.
Contreras sostiene que, el 29 de junio, “el Gobierno comenzó a utilizar otra estrategia: las enfermeras fueron agredidas por unos colectivos, que pensaron que se estaban enfrentando nuevamente a un gremio cobarde, y que con un ataque que nos hicieron, todos nos íbamos a asustar”. Pero, ¿qué lograron?, se pregunta. “El lunes 2 de julio hicimos una gran asamblea en la Maternidad Concepción Palacios, a la que concurrieron representaciones de los otros hospitales en protesta para darles apoyo a nuestros compañeros de la Maternidad, y les mandamos un mensaje a través de los medios de comunicación a estos señores colectivos: que si iba otro ataque violento en contra de los que estamos en esta justa lucha, simplemente, dejamos los hospitales solos, porque quiero decir que el carácter de este paro ha sido presencial”.
La dirigente gremial cita un tercer elemento. “El día 30 de junio fuimos invadidas a través del las redes sociales por unas actas que firmó Fenasirtrasalud –un sindicato que es de corte estrictamente oficialista–, porque ellos firmaron actas en octubre, firmaron actas en febrero, y ahora firmaron actas en junio para tratar de sofocar este movimiento. Ellos firmaron en un acta en febrero que se iba a cancelar un bono de 20 salarios mínimos. En ese momento, el salario mínimo era de Bs 1 millón. Sube el salario a 3 millones de bolívares, y si ese bono de 20 salarios mínimos se mantuviera en vigencia, ¿cuánto teníamos que haber cobrado? Bs 60 millones. Pues ellos pretendieron que nos iban a engolosinar con Bs 20 millones, que fue lo que nos pagaron el 6 de julio”, detalla.
Calcula que, con el monto negociado por Fenasirtrasalud, los ajustes quedan así: “Para un técnico superior diurno queda un aproximado de Bs 30 millones. Este mismo técnico superior, con bono nocturno, queda con un aproximado de Bs 45 millones. Una licenciada en Enfermería está quedando entre Bs 34 millones, con prima, y una licenciada nocturna en Bs 51 millones”.
—El salario de un militar oscila entre Bs 250 y 300 millones. El artículo 91 de la CRBV dice que el sueldo está determinado por el costo de la canasta básica, pero ustedes siempre han estado por debajo.
—Nosotros como profesionales de la enfermería consideramos que cada venezolano debería ganar por lo menos Bs 600 millones. Nos estamos enfrentando a una cesta básica dolarizada y, por supuesto, nuestro sueldo debería estar a ese nivel. Lo que debería hacer el Gobierno es lo que dice el artículo 91: tomar en cuenta el costo de la cesta básica.
En su opinión, “el sector salud tiene que ser también privilegiado como lo ha sido el sector militar. ¿Que ellos nos garantizan seguridad? Nosotros también somos soldados que combatimos la muerte y la enfermedad en nuestros hospitales. Yo creo que por eso estamos en pie de lucha, a pesar de que nos hicieron unos pagos que creo que pudieron haber sido mayores”.
—¿Usted, en sus 32 años de servicio como enfermera, se ha sentido alguna vez bien pagada?
—Sí, yo te puedo decir que hubo épocas de nosotros en que yo, con mi sueldo de enfermera, tuve carro, pude comprar mi apartamento, comía bien, podía darme unas vacaciones en Mérida o en Margarita, pude salir del país, pude darle a mi hija mayor una educación en instituciones privadas. Hoy, lamentablemente, con el sueldo que yo gano como enfermera, no puedo ni siquiera garantizar una comida para tres días.
—¿Hasta qué fecha podría decir que dejó de ser “bien pagada”?
—Hasta el año 2013. Pudiera decir que trabajando doble, podíamos mantenernos más o menos. Creo que a partir del año 2015 comenzó una recesión económica que empezó a afectarnos y que se hizo muy grave a partir del último trimestre del año 2017.
Ana Rosario Contreras resume así la situación: “Hoy puedo decir que una enfermera no está ni siquiera en capacidad de comprarse un par de medias. Aunque el Presidente decretó el aumento del salario, que era de menos de Bs 4.000.000, a Bs 30.000.000, esto no es suficiente.
Como venezolana, llama al mandatario a reactivar el aparato económico y a sincerar la economía. “Si los venezolanos estamos expuestos a una canasta básica dolarizada, creo que lo justo es que los sueldos de nosotros sean dolarizados. Cuando nosotros nos enfrentamos a la adquisición de la cesta básica, sabemos que los precios están en dólares, incluyendo estas bolsas CLAP que ellos reparten. Nosotros aspiramos a que, por lo menos, nuestro salario de arranque sea de Bs 60.000.000 y de ahí calcularnos todas nuestras primas para poder alcanzar, en salario integral, por lo menos los Bs 300.000.000″.
Contrasta la delgadez de los trabajadores con la robustez de los funcionarios: “Vemos como nuestros gobernantes están más robustos, más simpáticos, usan prendas muy costosas. Mientras yo, enfermera, que debo cuidar a los pacientes sin insumos, ando con mis zapatos rotos; mientras yo ya no puedo adquirir una buena cartera, veo cómo mis gobernantes exhiben aquí zapatos de marca, relojes de marca”.
Lamentablemente “veo cómo compañeros militares, compañeros venezolanos, trabajadores venezolanos lucen yates, mientras que yo tengo que pasar tres y hasta cuatro horas en una cola para poder montarme en un autobús de transporte público para que me traiga a Caracas, al igual que mis compañeras que se tienen que meter en estas llamadas ‘perreras’ para poder llegar a sus sitios de trabajo”, condena. Contreras asegura que no se corresponde el nivel de vida de los gobernantes con el nivel de vida de la población.
—Ustedes advirtieron que realizarían una “toma de Miraflores” de no recibir respuesta de parte del nuevo ministro de Salud, Carlos Alvarado. Pero, ¿no es arriesgado?
—Te voy a decir algo: aquí todo el mundo dice “hay que ir a protestar al Palacio de Miraflores”. No. Nosotros no vamos a ir a protestar. Por eso yo quiero decir que yo no voy a protestar a Miraflores, yo voy a ir como ciudadana venezolana que cree en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; que cree que en Venezuela existe un Estado social, de justicia y de derecho, que es democrático, participativo y protagónico, donde los gobernantes tienen que escuchar al pueblo. Fíjate que no voy a protestar. Yo voy, simplemente, a que el gobernante, la persona que en este momento ejerce la presidencia de la República, nos escuche.
Aclara que, si el ministro de Salud las llama, le harán estos planteamientos: “Queremos que se nos dote de insumos y medicamentos en nuestros hospitales para nosotros ejercer nuestras prácticas como profesionales. Pero también queremos que se nos den los salarios dignos para poder decidir quedarnos en el país, porque si aquí nos van a tener con estos sueldos simbólicos, particularmente, estamos pensando cambiar de actividad”.
Tal como lo denuncia, “muchas compañeras están ahorita ejerciendo como taxistas porque tienen vehículos y su sueldo como enfermeras no les da para alimentarse; mucho menos, para mantener su vehículo”.
Las enfermeras se han visto obligadas a buscar dinero haciendo de todo, relata: “Muchas están vendiendo cafecitos. Algunas venden chucherías en el bulevar de Sabana Grande, otras han montado puestos de venta de empanadas, otras están haciendo cursos de peluquería, otras están haciendo cursos de masajista, porque lamentablemente la carrera que amamos, la profesión que decidimos hacer y que lo hicimos por vocación -porque amamos a nuestros pacientes, los amamos tanto que no los hemos dejado solos- no la podemos ejercer. En 20 días de conflicto estamos allí, seguimos cuidándolos, como una buena madre: damos una vueltita, vemos, cumplimos y salimos”.
—¿Cuándo van a tomar esa decisión de ir a Miraflores? ¿Hasta qué día van a esperar?
—De hecho, ya el jueves (12 de julio) se venció el plazo. Ya se empezó a organizar la asistencia a Miraflores, que yo no la quiero llamar “marcha de protesta”, yo quiero ser clara allí. En nuestra visita al Palacio de Miraflores, queremos saber si el Presidente que rige nuestro país es democrático. Yo quiero retar al Presidente, y yo creo que ese será un día para demostrar si vivimos en una dictadura o en una democracia, porque si el Presidente nos manda a reprimir con las Fuerza Armadas, y si las Fuerzas Armadas se prestan para reprimirnos, yo tendría entonces que decir que yo no estoy frente a un Estado democrático, que yo estoy frente a un estado dictatorial, porque solo en una dictadura no se permite que el pueblo hable. Solo en un Estado totalitario, anárquico y que se apartó del sistema democrático, se va a cercenar el derecho a través de la violencia.
—El Colegio de Bioanalistas y Fetrasalud, entre otros, están dispuestos a apoyarlas a ustedes a ir a Miraflores. Ellos dicen “si hay que ir a Miraflores, hay que ir”. ¿Ustedes qué opinan? Desde que se desató esta ola de protestas se fueron sumando otros sectores, incluyendo el universitario y el eléctrico. ¿Estarían entonces dispuestas a hacerlo en conjunto?
—Por supuesto. Nosotros hemos sido muy claros, porque no sé si de laboratorios del Gobierno -o no sé de dónde- han surgido algunas versiones que dicen que a mí me está pagando un partido político. Yo quiero decir que nosotros nos convertimos en la voz del que no tenía voz, y que es la de un paciente que tiene –y lo vemos a través de los medios de comunicación–, suplicándole al Gobierno que cumpla con su trabajo, que garantice el derecho a la vida, a la salud. Somos la voz de las enfermeras que hemos visto día a día el trabajo del médico, de la bioanalista, del nutricionista y del obrero por un sueldo simbólico, muchas veces pasando hambre.
Insiste en que no forma parte de partidos. “Yo, particularmente, Ana Rosario Contreras, no formo parte de ningún partido político. Esta lucha, quiero yo estar muy clara, es de tipo social: es una lucha para que el Gobierno entienda que tiene que mejorar nuestro sueldo, que tiene que mejorar el servicio y no hemos descartado si tenemos que ir a Miraflores con otros sectores como el eléctrico, y ya el Metro también dijo que se está sumando. Porque resulta ser que cada venezolano merece que el Gobierno entienda”, enfatiza. Pero “¿qué necesitamos nosotros? Que ese pueblo también se sume a esta lucha”, agrega.
Contreras retoma los motivos de la protesta: “Aquí nosotros el único golpe que le queremos dar es al hambre que tenemos en nuestras casas y al fantasma de desabastecimiento de medicamentos e insumos que tenemos en nuestros hospitales. Que todos nos sumemos en nuestra lucha, porque el Gobierno tiene que entender que no puede seguir privilegiando a un sector por encima de otro. Porque si el sector eléctrico necesita, pues tenemos también a los que trabajan en Hidrocapital, nuestros compañeros del Metro, nuestros compañeros los bomberos, nuestros compañeros que trabajan en las fábricas, las enfermeras que trabajan en las clínicas, porque no son solamente las enfermeras del sector público. También tenemos compañeras, las compañeras del Hospital Militar, las compañeras de la Misión Barrio Adentro”.
Según la presidenta del colegio, “esta lucha no es para tumbar un Gobierno. Esta lucha es que queremos que el Gobierno asuma su responsabilidad. Y si el Gobierno no asume su responsabilidad, bueno, mira, ¿qué vamos a visitarlo en Miraflores? Sí, lo vamos a visitar.
—¿Creen que los escuchen?
—Bueno, yo aspiro a que se nos crea. Yo aspiro a que él crea que tiene que escucharnos, que el Presidente no puede seguir siendo sordo al clamor del pueblo. Aquí no podemos seguir siendo… Porque la historia no miente: cuando los gobernantes se han apartado del pueblo, el pueblo retira el apoyo. Y un gobernante sin apoyo del pueblo dejó de ser una democracia. Entonces ¿en qué se va a sostener? En el terror, en el temor.
“Somos en este momento”, argumenta, “un gremio de vanguardia, que dio un plazo al frente en la lucha por su derecho a la salud, por el pueblo venezolano, por un salario digno, y no vamos a retroceder”. En su criterio, “el Gobierno tendrá que entender que si fuese o si pensara en el pueblo, yo trataría de resolver este problema lo más rápido posible”.
Para Contreras, si Carlos Alvarado las recibiera y las escuchara, “podría evitarle al Presidente una visita”, porque “después de una reunión con un ministro pues este tendría una semana para ver si nosotros radicalizamos nuestra medida de protesta. Repito, cada gremio tomará su decisión; en el caso del de enfermería, nosotros estamos planteando poner fin a nuestra relación laboral con el ministerio”.
—¿Cuál es la situación en los hospitales? Al menos en el Distrito Capital.
—Existe una unidad a la que se le conoce como Unidad de satélites. Personeros del Gobierno, que por razones obvias no quieren dar sus nombres, nos dicen que allí hay material, que hay insumos. La pregunta es: ¿por qué hay en la Unidad de satélites y no llegan a los hospitales? Hay hospitales a los que llegan jeringas, pero no tenemos el antibiótico.
Contreras hace un recuento del caso del enfermero Alfonso Román, preso por supuesto hurto de material médico. Pero, como lo relata, “era una conducta muy típica nuestra, que dada esta crisis que hay, uno siempre guardaba una inyectadora para, en caso de emergencia, poder resolver, o un poquito de adhesivo”. No descarta que se trate de un montaje del Ejecutivo. “Creemos que fue una manipulación para que el Gobierno no asumiera que vivimos una grave crisis y echarle la culpa a los enfermeros en este caso”, expone.
Por lo pronto, ya acudieron ante el Ministerio Público.
—¿Han tenido respuesta del Ministerio Público?
—Ya tenemos respuesta. Ya nos redirigieron con el fiscal que tenía el caso. Esta próxima semana vamos a formalizar la denuncia. Sin embargo, no hemos obtenido respuesta en otras oportunidades, donde hemos denunciado ante la Fiscalía que no tenemos insumos para trabajar, que la vida de los pacientes corre riesgo, que tenemos malos sueldos. También lo hemos denunciado ante la Defensoría del Pueblo, con el doctor Alfredo Ruiz; es decir, que el Gobierno se ha mantenido silencioso. No pueden decir que no tenían conocimiento de este paro indefinido que asumió el gremio de enfermería.
La dirigente no quiere irse de Venezuela: “A mí no me gustaría tener que ejercer mi enfermería en otro país, cuando yo quiero hacerlo aquí con mis venezolanos”. Maduro dice que ama a Venezuela, pero “aquí el amor se tiene que demostrar, el afecto se tiene que demostrar. ¿Cómo lo vamos a demostrar? Yo cada día mas flaca y el Presidente cada día más gordo. No puede ser esa diferencia. Si él tiene derecho a comer bien, yo también tengo ese derecho”.
Repite lo que se ha convertido en una frase de batalla: “Nuestro eslogan es: ‘Señor Presidente, a usted lo invitamos, a que viva un mes con el sueldo que ganamos’. Yo también lo invito, señor Presidente, véngase. Él dice que es un Presidente obrero, alguien dijo que él fue un dirigente sindical. Un dirigente sindical siempre tiene que velar por los intereses de la clase trabajadora y buscar darle satisfacción, ¿pero parece que es dirigente sindical de qué? ¿Del patrono? ¿O él era dirigente sindical de los patronos del Metro? Porque cuando uno es dirigente sindical, no puede plegarse o ponerse en las posiciones del patrono”.
Para Contreras, “es grave la situación de salud, pero más grave es la indiferencia. Como decía Luther King: ‘No me duele la maldad de los malos, sino la indiferencia de los buenos’. Creo que eso es lo que nos está pasando en Venezuela. El Presidente debería ver con mucha preocupación que nos estamos molestando”.
—Si el Gobierno no asume, ¿cómo ven la situación de aquí a un año?
—Si el Gobierno no quiere entender -porque ya esto dejó de ser una crisis humanitaria, ya esto de acuerdo con algunos estándares es una emergencia compleja- creo que los venezolanos nos vamos a ver muy mal. Vamos a tener hospitales con un retraso de unos 100 años, cuando en el pasado fuimos vanguardia.
Si el Presidente “tiene el concepto de que una enfermera lo que hace es poner vacunas y curitas, y tomar la tensión, para él 4 meses de formación es suficiente. Si por el contrario, el Presidente se asesora acerca de cuál es la labor de una enfermera, se va a encontrar con que el profesional de enfermería es un profesional universitario que tiene una formación sólida en cuanto a diversos tópicos”.
Admite que, si no logran los objetivos, “yo podría decir que me voy a ver la cara en el espejo y decir que el sector salud llegó a un deterioro muy grave, quizá en un año, pero yo hice lo que tenía que hacer. Ya el responsable sería él, que pudiendo hacer algo no lo hizo”.
—¿Qué han logrado en estos más de 20 días? Además de los pagos de bonos, entregas de cajas CLAP y la unión de otros sectores…
—Vencer el miedo. Logramos vencer el miedo. Logramos que, como gremio, nos consolidáramos, cuando la primera actuación del Gobierno fue pensar que por una cajita nosotras nos íbamos a quedar tranquilas. Y nosotras el mensaje que le mandamos fue declararnos en la “misión agarre”: agarramos la cajita, pero también le dijimos que la lucha era porque queríamos un sueldo, que yo particularmente decida dónde comprar mis alimentos.
Contreras lo sintetiza así: “Yo no quería recibir una caja empaquetada por otro para que yo la coma. Yo quería escoger mi comida, yo quería una leche que en lugar de perjudicarme me dé beneficios. Yo quiero escoger la leche que van a tomar mis hijos, la harina que van a comer mis hijos, el arroz que van a comer mis hijos. Yo quiero un buen jabón para bañarme, una pintura de uñas, una cartera. Yo no quiero que me regalen nada, yo no quiero que me den un bono. Yo lo que quiero es que mi trabajo, o mi profesión, los ejerza con buenas prácticas profesionales y que eso me permita vivir como vivía hace 32 años”.
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Observatorio Venezolano de Conflictividad Social
Venezuela: 30 protestas diarias
Por: Agencias | Jueves, 19/07/2018 07:03 AM | Versión para imprimir
Caracas, julio 19 Este miércoles Caracas fue un hervidero de descontento.
Los pensionistas protestaron frente a las agencias bancarias en reclamo porque recibieron su remuneración incompleta por la escasez de billetes.
La molestia de los ancianos se sumó a los de vecinos que trancaron las calles por las fallas en el suministro de agua en La Vega, El Paraíso y la avenida Andrés Bello.
Investigadores del IVIC, trabajadores de las empresas estatales de electricidad y telecomunicaciones y de los hospitales también salieron en otros siete puntos de la ciudad para exigir salarios dignos.
Por lo menos 15 focos complicaron la rutina de la capital venezolana.
En los últimos meses la conflictividad se ha multiplicado en todo el país hasta alcanzar una cifra récord: en el primer semestre de 2018 se contabilizaron 5.315 protestas, un número que supera las 4.930 registradas en el mismo período del convulso 2017, cuando el país se encendió en marchas contra los ataques del Supremo, adosado al gobierno de Nicolás Maduro, a la opositora y en desacato Asamblea Nacional.
“El año pasado fue el de más protestas, hubo un poco más de 9.000, pero este 2018 podría romper ese récord tal como vamos en el primer semestre. Cada día se producen 30 protestas en Venezuela y 8 de cada 10 tienen que ver con derechos sociales. Aumento de los precios, escasez y desabastecimiento de alimentos, crisis de los servicios y del sistema de salud y ahora los bajos salarios son los principales motivos. Hemos visto a enfermos crónicos como los pacientes con párkinson que han tenido que salir a la calle a exigir medicinas. Esto habla de un colapso del Estado y de una posición indolente del gobierno frente a la situación de los venezolanos”.
Lo anterior lo señaló Marco Antonio Ponce, coordinador del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.
Ponce señala que el panorama que se vive en Venezuela es el de una emergencia humanitaria compleja, distinto en sus detonantes al de una crisis humanitaria.
“El venezolano está muy desamparado. Hay un Estado que no responde y los partidos de oposición no hay podido hacer ningún tipo de conducción política del descontento ni ha acompañado a la gente en sus exigencias democráticas”.
“El gobierno sigue adelante con sus decisiones políticas y toda Venezuela va para otro lado. Están en su dinámica de atornillarse y dar cuotas de poder, mientras el venezolano común está exigiendo sus derechos y tratando de sobrevivir. Al gobierno la criminalización y judicialización de la protesta se les ha convertido en un búmeran, porque los números indican que la gente no ha dejado las calles y que ahí va a seguir”.