Ayer, caminaNdo por la ciudad donde vivo, de repente me hallé con una marcha pacífica, muy ordenada, pero enérgica y llena de descontento, de trabajadores del sector salud. Al mismo tiempo que gritaban sus consignas, alguien a través de un parlante, recordaba a quienes iban en la marcha y las personas todas que le escuchaban, que al día siguiente, o sea hoy, debían concentrarse en su sitio con los trabajadores de Corpoelec o del sector eléctrico. Ambos actos están movidos por el mismo motivo, la lucha por el salario y la mejora sustancial de los servicios.
Lucha por salario toma cuerpo y se une a marcha campesina. ¡Cuidado con el peine represivo!
Por: Armando Lafragua | Jueves, 26/07/2018 10:30 AM
Aporrea
Ayer, caminado por la ciudad donde vivo, de repente me hallé con una marcha pacífica, muy ordenada, pero enérgica y llena de descontento, de trabajadores del sector salud. Al mismo tiempo que gritaban sus consignas, alguien a través de un parlante, recordaba a quienes iban en la marcha y las personas todas que le escuchaban, que al día siguiente, o sea hoy, debían concentrarse en su sitio con los trabajadores de Corpoelec o del sector eléctrico. Ambos actos están movidos por el mismo motivo, la lucha por el salario y la mejora sustancial de los servicios.
Estas acciones tienen un carácter muy particular en la reciente historia de Venezuela. El gobierno, por su definición, lo que revela que eso no es suficiente, se considera de hecho al servicio de los trabajadores y en la práctica no es así. El funcionamiento de la economía venezolana ha pulverizado el salario, ha sumado más miseria y al mismo tiempo ha intensificado la acumulación de beneficios y capital en pocas manos. Dicho de otra manera, aunque parezca paradójico, durante este gobierno, el de Maduro, el Estado ha “contribuido”, por acción u omisión, a intensificar las desigualdades sociales. Ahora, más que nunca, los grupos privilegiados de siempre han hallado en el Estado un aliado sustantivo. Maduro ha terminado por creer que sus bonos sirven para enviar un mensaje a los pobres de su consecuencia, mientras en lo sustancial sucede lo contrario.
Las luchas anteriores contra el gobierno, las de la MUD, sus aliados y mentores foráneos, se distinguieron por ignorar por completo los intereses populares, como el salario, la especulación desmedida, favorecida por sus acciones y la inflación, hoy sin duda una hiperinflación, estimulada por factores que ayudan a ese universo político. Los grupos económicos que se favorecen por el funcionamiento dislocado del mercado, son en esencia, partidarios de políticas ajenas a las que el gobierno pareciera defender, como la soberanía en todos sus órdenes. Pues la dominante, que impone sus reglas a todos, está vinculada a factores externos a su vez interesados en los intereses y riquezas nacionales. Pero parte de ella vive una contradicción, si bien por los intereses globales en juego, estaría interesada en deshacerse del gobierno, no obstante la realidad le dice que éste le calza a perfección para aumentar sus riquezas o acumulación. No es extraño que al margen de otros factores, esto esté vinculado con el cambio que se ha producido en el bando opositor. Dicho de otra manera, es pertinente pensar que entre los grupos económicos haya surgido una discrepancia. Un factor, hasta vinculado a esa “5ta. Columna” dentro del gobierno que ahora están denunciando algunas figuras del chavismo, pudiera haberse distanciado de quienes privilegian los intereses foráneos. Pues hay a quienes este gobierno se ajusta a su medida y al nivel de sus desmedidas apetencias.
Por mucho que factores del chavismo disimulen, lo que parece incoherente, hasta con sus propios llamados a la paz, y sigan descalificando a Falcón y los otros grupos que se fueron de la MUD, es evidente que han asumido la posición que antes reclamaron de ellos. Hay entre ambos bandos una coincidencia que pudieran no reconocer públicamente por muchos factores.
La consigna o fórmula de lucha que hoy unifica en Venezuela es justamente la lucha por el salario, porque demanda establecer una relación equilibrada con los precios. Pero al mismo tiempo, pondría en manos de los trabajadores una herramienta que, por incompetencia y servilismo de una clase sindical burocratizada, empezando por la del gobierno y completando con la del bando opositor, entregada a intereses ajenos, había quedado en manos de la burocracia gubernamental y particularmente en manos del presidente y con este el Estado. Es decir, un ente y una persona que deberían atender y actuar en función de los reclamos del colectivo, se convierten en los dadivosos de los trabajadores y paralizantes de toda lucha para evitar que aquellas se movilicen y hagan lo pertinente.
El GGP y dentro de este el PSUV, llamado hasta a rebelarse contra el control estatal, deben prestarle mucha atención a este movimiento de la lucha pro salarios que esta expandiéndose por todo el país. Los grupos económicos beneficiados por la operatividad de la economía de ahora, el gobierno con sus anuncios incumplidos y temerosos como los P-50, la entrada del nuevo cono monetario que no será más que cohete para distraer como ya lo ha sido antes y que ineluctablemente llevará al aumento de la gasolina y de varios servicios, justificados o no, pero que en fin de cuentas elevarán más la inflación, no se deben estar sintiendo bien ante esta nueva ola que crece. El PCV, por su parte, parece haber entendido a cabalidad el asunto y le está dando su respaldo, como a la marcha campesina que desde Guanare viene hacia Caracas a reclamar por políticas gubernamentales que favorezcan la producción y saquen al campo y los campesinos de la ruina y la improductividad, lo que significaría también favorecer a la población toda.
Ante el crecimiento de la organización del descontento popular, atendiendo sólo a los intereses concernientes al sector, el movimiento, de hecho, distanciado del bando opositor pondría a quienes manejan el Estado “a correr o encaramarse”. Deberá el Estado definir con quien está y eso significa asumir políticas no a lo loco, extremistas y desbastadoras de la economía, tampoco en función de sueños irrealizables sino estimular a quienes de verdad quieren y están en capacidad de producir y participar activamente en el proceso económico atendiendo a las reglas que hagan posible reconstruir la economía y abatir la hiperinflación que esta aniquilando a los venezolanos.
No se trata de tumbar al gobierno; éste tendrá que definir su destino. No se trata de generar violencia y ocasionar daños. Se trata de favorecer la vida de la mayoría, como que podamos aumentar, a las cifras deseadas, la producción en todos los frentes y la relación entre precios y salarios se mantenga en los mejores niveles. De esa manera los oportunistas de la política, los mercenarios y los deseosos de riqueza fácil serían arrinconados.
Desde el Caracazo, pese toda la tragedia que aquello significó, no habíase manifestado nada mejor que esto que ahora acumula fuerzas, la lucha en defensa del salario. Ella va contra la derecha, por motivos fácilmente entendibles, por razones de clase, contra los políticos que juegan con el hambre popular por el solo afán de llegar al poder para saquear lo que puedan y contra un Estado inerte por la falta de ideas de quienes lo conducen y hasta de voluntad para reventar murallas y deshacerse de la “5ta. Columna”, para decirlo a la manera de quienes “quieren mucho” a Maduro. Pero también encierra una enorme aspiración de soberanía, más si a este unimos, porque forman parte de un mismo proceso, la marcha campesina.
Hay que alertar a los factores revolucionarios, incluso dentro del Psuv y el gobierno, para que eviten que los “5ta. Columna”, no hagan a éste pisar un peine y se dé un trato a quienes protestan que favorezcan la violencia y los planes imperiales.