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La estrategia del caracol


Hermann Bellinghausen :: 06.08.18

Quince años hace que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional anunció la creación de los caracoles y las juntas de Buen Gobierno (JBG),
Hoy, cuando el gobierno entrante enuncia como meta suya cumplir dichos acuerdos, sería bueno que se enterara de que ya se cumplieron. Ahora hace falta más, los ASA eran sólo la primera de cuatro etapas de una negociación interrumpida para negociar la paz con los rebeldes y cumplir las demandas históricas de los pueblos originarios de la nación.

Lento, callado y eficaz, el caracol rebelde lleva 15 años en función, se acomoda y mueve, se actualiza, contrae y ensancha, y al parecer se divierte. Sus demandas no pasan por las colas de Sedesol. Además, su estrategia llegó más lejos y adentro, encarna una cultura que el Estado está obligado a respetar.
Andrés Aubry, gran intérprete del movimiento rebelde de Chiapas, escribía en Ojarasca que “la fiesta de los caracoles manifestó que los rebeldes tomaron en serio la ruptura del silencio proclamada por 30 mil zapatistas y sus comandantes el primero de enero de 2003 en San Cristóbal.
“Ahora sabemos que lo que llenó este largo silencio en clandestinidad no fue otra cosa que un disciplinado y progresivo cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés”. Ante las pesadas omisiones de la clase política y los poderes oficiales, los zapatistas proclamaron que de aquí en adelante esta rebeldía abierta ya no se practicará en el silencio sino con los medios de una resistencia transparente.


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