Aunque la ocupación esparció la violencia en Afrin –reconocida como la región más pacífica de Siria en lo que va del conflicto interno-, las tropas turcas y sus aliados no llevan todas las de ganar. Las YPG/YPJ continúan operando a través de la guerra de guerrillas con la finalidad de desbaratar los planes de Ankara. En el último informe difundido por las YPG/YPJ, el 6 de julio, se destacó que desde el 20 de enero 2502 soldados turcos y mercenarios fueron ultimados.
10-08-2018
Las cifras escalofriantes de la ocupación turca de Afrin
Leandro Albani
La tinta
Casas derruidas, calles abarrotadas de escombros y suciedad, esquinas vigiladas por quienes hace poco tiempo le juraban lealtad a Abu Bark Al Baghdadi -el misterioso líder del Estado Islámico (ISIS)-, y una población diezmada que si no huyó ahora vive bajo un sistema de terror custodiado por el ejército turco. Hogares y negocios saqueados, secuestros masivos de hombres y mujeres, muertes en cualquier momento del día, y un plan sistemático de reemplazo poblacional como pocas veces se vio en el siglo XXI. Estas postales desgarradoras forman parte de la realidad de Afrin, la región kurda del norte de Siria que fue invadida por Turquía en marzo de este año, causando la muerte de más de doscientas personas por los bombardeos aéreos que duraron dos meses y el desplazamiento de más de 150 mil habitantes que se refugiaron, en su mayoría, en la región de Shebha.
Afrin es uno de los tres cantones que conforman la Federación Democrática del Norte de Siria, territorio fronterizo con Turquía que fue liberado en 2012, cuando se proclamó el inició de la revolución de Rojava, encabezada por el pueblo kurdo y sus fuerzas de autodefensa (YPG/YPJ). La región de Afrin está conformada por alrededor de 380 aldeas y pueblos, y se ubica a 40 kilómetros de la ciudad de Alepo, la capital económica de Siria.
El martes pasado, la agencia de noticias Firat News publicó un extenso informe en el que muestra la situación en Afrin, en la cual se habían refugiado unas 500 mil personas desplazadas de todo el territorio sirio en casi siete años de guerra. La investigación, titulada “Aniquilación cultural y cambio demográfico en Afrin”, confirmó que en esa región rica en agricultura y agua dulce se produce “una tragedia de proporciones dantescas ante el silencio del mundo”.
“Torturas, asesinatos, violaciones, destrucción del patrimonio cultural y aniquilación de pueblos forman parte de las estrategias de los ocupantes turco y sus aliados terroristas”, es el resumen que se presentó en el informe.
La presencia del ejército turco, el Ejército Libre Sirio (ELS), ISIS y el Frente Al Nusra (brazo sirio de Al Qaeda) –bajo la Operación Rama de Olivo- genera hasta el día de hoy un panorama crítico, donde la población civil es el blanco principal. Ante esta situación, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no dudó en llamar a estos grupos terroristas como “Fuerzas Nacionales” que llevan la “libertad” a Afrin.
Como parte de este plan, “el idioma kurdo ha sido prohibido y las personas son obligadas a usar el árabe o el turco –reveló el informe-. Las banderas turcas ondean y las imágenes de Erdogan son obligatorias. En particular, los asentamientos alevíes y yezidíes han sido completamente destruidos”.
Los distritos donde más pobladores fueron desplazados son Jindires, Sherawa y Mabata. En esos lugares, familias enteras en las cuales los hombres integran grupos terroristas son trasladadas e instaladas en las casas abandonadas a las fuerza por sus propietarios.
Destruir y robar el patrimonio
Desde enero pasado, cuando la aviación turca inició los bombardeos entre sus objetivos también estaba la destrucción del patrimonio cultural. El 27 de enero los ataques aéreos destrozaron un asentamiento construido en el año 1300 antes de Cristo (a.C.) cerca de la aldea de Girê Darê. Los restos arqueológicos del asentamiento incluían un templo Ishtar con más de 3.000 años de antigüedad, declarado como uno de los lugares históricos más importantes de Siria por la UNCESCO.
El yacimiento de Hurrian, construido en el año 2.500 a.C y reconocido por la UNESCO como lugar de especial protección en Medio Oriente, fue bombardeado en tres ocasiones. El lugar era denominado Nebî Hûrî por los kurdos y Cyrrhus por los griegos. En ese lugar fueron construidas las iglesias de Santa Kozma y Demianos. Otras zonas atacadas por la aviación y las tropas turcas son las iglesias romanas en la aldea de Kalutê y el castillo de la aldea de Elbîzka, también de la época romana. Como si fuera poco, los bombardeos alcanzaron los edificios del período mitanni en la aldea de aldea de Kolpe.
En el informe además se reveló que objetos y reliquias fueron robados por miembros del ELS y vendidos en Turquía. “La mayoría de objetos fueron llevados a Estambul, Ankara e Izmir. Hasta ahora 16.000 objetos históricos de Afrin han sido llevados a Turquía”, puntualizó la investigación. Según el director del Museo de Siria, Mehmud Hemûd, la piezas robadas son muchas más que la cifra conocida ya que no se pudo hacer un recuento completo.
Ni los muertos tienen paz
Cementerios saqueados y tumbas destruidas. Esto sucedió en Şêx Zêd, en el distrito de Zêdiyê, y en Şehîd Seydo, en Jindires. Además, las fuerzas de ocupación demolieron con maquinaria pesada el cementerio de Rajo. A estos hechos se suma que al menos 12 cementerios yezidíes quedaron diezmados por los terroristas. En el cementerio de Şêx Berekat no solo se profanaron tumbas y la memoria del pueblo yezidí, sino que el Estado turco construyó una base militar.
Entre los métodos utilizados por la ocupación se encuentra también la conversión forzada al Islam sunita más conservador, que ISIS enarbola como bandera. En la investigación se señaló que “los yezidíes y alevíes que han permanecido en Afrin están siendo obligados a convertirse al Islam. Aquellos que se niegan son atacados, torturados, insultados y robados”. Los yezidíes, kurdos que profesan una religión que tiene el sincretismo como una de sus características y tiene una fuerte influencia del zoroastrismo, son una de las principales víctimas de la ocupación. Se calcula que 22 aldeas de mayoría yezidí fueron destruidas y declaradas zonas restringidas. Según el informe, el ejército turco construyó bases militares en las aldeas de Elî Qîna y Qestel Cindo.
Crecen las denuncias, se mantiene el silencio
El jueves 2 de agosto, Amnistía Internacional (AI) publicó el reporte “Turquía debe acabar con las graves violaciones de derechos humanos cometidas por grupos aliados y sus propias fuerzas en Afrin”, en el que denunció que las “fuerzas turcas están dando a grupos armados sirios libertad absoluta para cometer graves abusos contra los derechos humanos de la población civil en la ciudad norteña de Afrin”.
Según la investigación difundida por AI, “la ofensiva y la ocupación militar de Turquía han agravado el sufrimiento de los habitantes de Afrin, que ya llevan años soportando un sangriento conflicto. Oímos relatos espantosos de personas detenidas, torturadas o sometidas a desaparición forzada por grupos armados sirios, que siguen causando estragos en la población civil sin el control de las fuerzas turcas”.
En el informe se manifestó que “Turquía es la potencia ocupante en Afrin, y por tanto es responsable del bienestar de la población civil y del mantenimiento del orden público. Hasta ahora, sus fuerzas armadas han fracasado estrepitosamente en el cumplimiento de estas obligaciones. No pueden eludir su responsabilidad usando a los grupos armados sirios para que les hagan el trabajo sucio. Sin mayor dilación, Turquía debe poner fin a las violaciones de derechos humanos cometidas por los grupos armados pro-turcos, obligar a sus autores a rendir cuentas y comprometerse a ayudar a los residentes de Afrin a rehacer sus vidas”.
Aunque la ocupación esparció la violencia en Afrin –reconocida como la región más pacífica de Siria en lo que va del conflicto interno-, las tropas turcas y sus aliados no llevan todas las de ganar. Las YPG/YPJ continúan operando a través de la guerra de guerrillas con la finalidad de desbaratar los planes de Ankara. En el último informe difundido por las YPG/YPJ, el 6 de julio, se destacó que desde el 20 de enero 2502 soldados turcos y mercenarios fueron ultimados.
Pese a que Erdogan intenta moverse con comodidad en Afrin, envalentonado por el respaldo de Estados Unidos y Rusia a la ocupación, el mandatario turco parece que no tener todas las de ganar: una resistencia silenciosa pero permanente crece rompiendo el sonido de las bombas.
Fuente original: https://latinta.com.ar/2018/08/las-cifras-escalofriantes-de-la-ocupacion-turca-de-afrin/