Revueltas operó un giro en su reflexión teórica al pasar de la inquietud estrictamente leninista-luxemburguista sobre el partido de vanguardia a asumir la autogestión como horizonte estratégico y como opción emancipatoria.
Revueltas en 68: la autogestión como alternativa democrática
El principio antagonista
Massimo Modonesi
13 agosto 2018
Desinformémonos
La juventud, así, recogió todas las banderas pisoteadas, desgarradas, escarnecidas. Todas eras banderas rojas. Siguen siendo banderas rojas. Tomó otra vez del brazo y la condujo entre millones de manifestantes a la delicada, dulce, enérgica Rosa Luxemburgo; llevó consigo a Carlos Liebknecht; rescató a Trotsky del frío silencio de una historia falsificada y fementida; el rostro noble y la hermosa cabeza de Ho Chi Minh, presidían aquí y allá todas las asambleas en todos los puntos cardinales. Lo mismo la imagen de Mao como la de los comunistas checos de la primavera de Praga. ¿Qué significaba esto? Que la juventud tomaba por sí misma y la restituía en la acción, con el más creador y viviente contenido, la democracia socialista, suprimida por la burocracia mundial de todos los partidos. La antigua democracia del cuestionamiento libre, del juego de tendencias, del derecho a discrepar en el seno de todos los partidos obreros y revolucionarios, cualquiera sea la plataforma política de éstos. Tal es el extraordinario contenido teórico de 1968 en todas partes, en Tokio, en Berlín, en París, en México.
José Revueltas
En tiempos en los que la institucionalidad democrática y sus aparatos inhiben o reprimen el surgimiento y desarrollo de perspectivas de autodeterminación, vale la pena voltear hacia momentos y autores que pensaron la democracia a contracorriente, de abajo hacia arriba.
En medio del florecimiento izquierdista del 68, destaca la estatura intelectual de José “Pepe” Revueltas, no tanto por su influencia política, sino por la sutileza de su lectura del movimiento estudiantil y por la originalidad de teorizaciones sobre la autogestión como posibilidad de realización de una democracia socialista.
La compleja y larga trayectoria intelectual y militante de Revueltas, según el historiador Carlos Illades, resume la historia del marxismo en México.[1] En efecto, el escritor duranguense transitó por distintas cárceles y varias organizaciones y corrientes políticas entre los años 20 y los 70: entrando y saliendo del PCM, pasando por el lombardismo y desestalinizándose al punto de acercarse al trotskismo y el anarquismo desde el 68 hasta su muerte. Desde los años 40 Revueltas, ya convertido en un punto de referencia político intelectual, se enfrascó en ásperas polémicas con los grupos dirigentes del PCM, del cual fue expulsado por segunda ocasión en 1960, mismo año en que funda la Liga Leninista Espartaco (LLE) y empieza a desarrollar su famosa tesis de la inexistencia del PCM como cabeza del proletariado.[2] En 68, Revueltas participó activamente del movimiento estudiantil -instalado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM- y por ello fue detenido y encerrado en Lecumberri. Además de escribir, en medio del conflicto estudiantil, algunos textos muy sugerentes sobre el movimiento, Revueltas operó un giro en su reflexión teórica al pasar de la inquietud estrictamente leninista-luxemburguista sobre el partido de vanguardia a asumir la autogestión como horizonte estratégico y como opción emancipatoria.
En los textos de Revueltas sobre la autogestión, más que un desarrollo teórico y un proyecto político acabados[3], destacan la intuición y la tempestividad que lo conectan con debates y cuestiones emergentes a nivel mundial en los movimientos y los intelectuales marxistas más sensibles a los temas de la democracia y las libertades y más adversos a las desviaciones burocráticas y autoritarias del comunismo soviético y sus corifeos. Revueltas captó y desarrolló una veta fundamental del espíritu rebelde de los sesenta y, por ello, amén de sus antecedentes político-ideológicos, terminó siendo plenamente sesentayochero, posiblemente el más sesentayochero de los intelectuales marxistas mexicanos o, por lo menos, el que reaccionó más rápidamente a tendencias como la autogestionaria y a acontecimientos icónicos como las barricadas en París y los tanques soviéticos en Praga.
La corriente autogestionaria se desarrollará con particular vigor en Francia, donde Revueltas encuentra una evidente inspiración[4] -procesada creativamente, conforme a su estilo siempre irreverente. Reconocerá la influencia francesa al señalar su simpatía -tan deliberadamente pluralista que resulta ecléctica- por el humanismo comunista y los intelectuales marxistas franceses (en particular Lefevbre, Sartre, pero también Althusser) junto a una serie de otras referencias que circulaban entre la nueva izquierda movimientista: el socialismo autogestivo yugoslavo, la revolución cultural china, los movimientos en el este europeo (en particular la primavera de Praga), la revolución cubana y el trotskismo.[5]
En una serie de escritos y de esquemas de conferencias, redactados en el incandescente mes de septiembre de 68, Revueltas propone una acepción vasta, experiencial y no procedimental del concepto de autogestión.
Revueltas empieza atribuyendo al movimiento estudiantil de 68 una contribución fundamental en el “acto teórico” de haber colocado la cuestión de la autonomía y la autogestión:
“El Movimiento de la generación 68 fue –y lo sigue siendo en las nuevas condiciones del presente- el ejercicio práctico de la autonomía de los centros de educación superior, como una extensión del aprender y del saber académico a los planos del cuestionamiento político de la sociedad y de sus estructuras”. (…) “Aunque el concepto de autogestión no fue explícitamente desplegado como tal por el Movimiento de la generación 68, la autogestión constituye, no obstante, su conquista telúrica esencial y uno de los más grandes logros obtenidos. La autogestión fue, sin duda, la práctica misma del movimiento, su forma existencial de ser. (..) Esto era poner en marcha la democracia como forma operativa de la libertad, sustituir la democracia aritmética, cuantitativa, por la democracia cualitativa”.[6]
Calidad que para Revueltas es propia de una “democracia cognoscitiva”, un ejercicio político centrado en el conocimiento crítico “mediante el ejercicio militante, activo, destructor y creador, de una conciencia colectiva en perpetua inquietud.”[7] Esta modalidad democrática era la base de una forma de organización política construida por medio del libre juego de tendencias, corrientes y posturas[8] que se realiza a través de una toma de conciencia colectiva: un acto de “desajenación de la conciencia”[9].
En esta insistencia respecto de la necesidad de organizar la conciencia corresponde a la preocupación teórica y política más profunda y constante en la vida intelectual de Revueltas[10] y es un elemento de continuidad respecto del planteamiento original, de clara inspiración leninista, del Revueltas que funda el espartaquismo mexicano sobre una lectura centrada en dos problemas subjetivos fundamentales: la enajenación de la clase obrera y la inexistencia del partido comunista. Es posible que en 68 haya renunciado a la teoría leninista del partido como solución, pero no dejó de insistir en la necesidad de la desalienación como acto político emancipador y siguió en la búsqueda de su formulación organizativa, encontrando un camino alternativo en la autogestión.[11]
En pleno conflicto estudiantil, en particular en un escrito de septiembre, Revueltas bosqueja su concepción de la autogestión partiendo del piso concreto inmediato de las prácticas del movimiento como lo fueron las brigadas, los comités, el Consejo Nacional de Huelga pero también la producción de documentos, volantes y manifiestos. Formas que define espontáneas y primitivas, pero potentes y que prefiguran otros niveles más avanzados de elaboración. En primer lugar, una reforma educativa y cultural que elimine a las cátedras e implique la conducción de las actividades académicas por parte de colegios de profesores y alumnos en el formato de seminarios.[12] Propone esto, antes de que, a finales del 68, se lance un experimento académico en Francia, el Centre Universitaire de Vincennes (que en los 70 fue integrado a la estructura universitaria como Paris VIII), impregnado de espíritu sesentayochero.
Para Revueltas, la autogestión académica sería solo el primer paso para una autogestión social generalizada, un primer paso indispensable en la medida en que socializa y politiza a las universidades y las vuelve la parte “autocrítica” de la sociedad, que formula una crítica desde adentro que la subvierte.[13]
El esbozo de esta veta subversiva y radical de pensar la democracia que Revueltas vierte en el 68 mexicano se inscribe en la historia intelectual del movimiento estudiantil aunque quedara desfasada de la historia política del conflicto -que, como señala Álvarez Garín[14], se movía en un terreno político mucho más inmediato y concreto respecto de las teorizaciones abstractas del escritor duranguense. Tampoco tendrá mucho eco en los años sucesivos,[15] sin embargo, como sucedió con planteamiento similares en otras latitudes del 68 global, dejó una huella que enriqueció al acervo del pensamiento marxista democrático y libertario y, en su seno, de una veta autonomista que se prolonga hasta nuestros días.
[1] Carlos Illades, El marxismo en México. Una historia intelectual, Taurus, México, 2018, p. 98
[2] Francisco González Gómez (2017). “Recordando a Revueltas” en Autores varios, Más Revueltas. Cinco aproximaciones a la vida de Pepe, Brigada para leer en libertad, México, 2017.
[3] Para un acercamiento al debate al respecto que sostuvo al respecto su camarada-discípulo-rival espartaquista Enrique González Rojo, véase, además de su ensayo citado anteriormente, Jaime Ortega Reyna, “Para deletrear la revolución: Enrique González Rojo, crítico de José Revueltas”, Cotidiano, núm. 210, UAM-Xochimilco, México, 2018.
[4] Este punto no es aclarado por sus biógrafos. ¿Hasta donde conocía estos debates? ¿qué textos leyó y qué otros ignoró? ¿Conocía la revista Autogestión que empezó a salir en 1966 en Francia? Hay que registrar que no menciona a la experiencia argelina impulsada por Ben Bella y a la corriente trotskista-autogestionaria de Michel Pablo mientras entre sus referentes solo Lefevbre fue miembro de la revista y tangencialmente incursionó en la temática autogestionaria. Sobre las teorizaciones pioneras respecto del concepto de autonomía en el grupo Socialisme ou Barbarie de los años 50 ver Massimo Modonesi, Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismo y subjetivación política, Prometeo-CLACSO, Buenos Aires, 2010, cap. 3; para un panorama del movimiento autogestionario francés de los años 60 y 70 ver Franck Georgi (coord.), Autogestión. La dernière utopie?, La Sorbonne, París, 2003.
[5] Citado en Jorge Fuentes Morúa, José Revueltas. Una biografía intelectual. Porrúa-UAM I, México, 2001, pp. 112-113.
[6] José Revueltas, “Un movimiento, una bandera, una revolución” en José Revueltas, México 68: juventud y revolución, ERA, México, 1978, pp. 133 y 137.
[7] José Revueltas, “¿Qué es la autogestión académica?” en op. cit., p. 102.
[8] José Revueltas, “Esquema de conferencia para autogestión académica” en op. cit., p. 96.
[9] José Revueltas, “Consideraciones sobre la autogestión académica” en op. cit., p. 117.
[10] Como lo rastrea magistralmente Fuentes Morúa, desde antes del 68, y sobre la base de una lectura de los Manuscritos del 44 de Marx, Revueltas desarrolla su reflexión en torno a la cuestión de la alienación y formula su propuesta de democracia cognoscitiva.
[11] Es materia de debate si Revueltas abandona o no la idea leninista del partido de vanguardia. Su compañero y rival espartaquista Enrique González Rojo considera que Revueltas pasa de un espartaquismo-luxemburguismo leninista a espartaquismo-luxemburguismo-consejista-autonomista pero que no abandonó del todo la teoría leninista del partido, Enrique González Rojo, Ensayo sobre las ideas políticas de José Revueltas, Premia. México, 1986. Anguiano sostiene lo mismo (extrañamente sin mencionar la anterior opinión de González Rojo), Arturo Anguiano, José Revueltas, un rebelde melancólico. Democracia bárbara, revueltas sociales y emancipación, Pensamiento Crítico, México, 2018, pp. 195 y 252.
[12] José Revueltas, “Esquema…”, op. cit., pp. 96, 97 y 101.
[13] “¿Qué es la autogestión académica?”, op. cit., p. 108. Escribe Revueltas: “La autogestión lleva al seno de la Universidad el proceso histórico para cuestionarlo teóricamente y promover su crisis interna”, “Consideraciones sobre la autogestión académica”, op. cit., p. 120.
[14] Raúl Alvarez Garín, La estela de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil de 1968, Grijalbo, México, 1998, pp. 152-153.
[15] Influencia limitada pero que se expresará en la revista Autogestión que surgió en 1976 y en el Partido Mexicano del Proletariado y su programa de los 13 puntos, impulsados por Guillermo Rousset Banda, quien había transitado por el espartaquismo siguiendo los pasos de Revueltas en su salida del PCM en 1960 y había conocido a las izquierdas autogestionarias francesas en su exilio. Pedro Echeverría señala también la influencia del presidente argelino Ben Bella, de su asesor Michel Pablo y la tendencia trotskista autogestionaria que impulsaba. Pedro Echeverría V., “México: Ben bella, Raptis, la revista autogestión y los izquierdistas en la Unam” en Kaos en la Red, 17 abril, 2012,https://libertadyconcordia.wordpress.com/2012/04/17/mexico-ben-bella-raptis-la-revista-autogestion-y-los-izquierdistas-en-la-unam/