Lla preocupación del empresario Bastianello, cuyo malestar, esta semana, se disparó con la aprobación del llamado ‘decreto Dignidad’, un paquete de medidas promovido por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), aunque también apoyado por su socio gubernamental, la Liga de Matteo Salvini. Una reforma que, entre otros, ha establecido mayores costos para las empresas en caso de despidos injustos, redujo de 36 a 24 meses la duración máxima de los contratos temporales — bajo la esperanza de animar el contratante a brindar estabilidad laboral a sus trabajadores— y sube hasta los 36 meses la indemnización máxima en caso de despido improcedente (anteriormente era de 24 meses).
‘Decreto Dignidad’: la primera victoria de los ‘indignados’ de Italia (y un varapalo a la Liga)
La aprobación de una de las promesas electorales del M5S, que pretende consolidar el empleo, ha generado malestar entre los empresarios partidarios de sus socios de Gobierno
El Confidencial
13/08/2018 11:55
Por una carretera secundaria en las afueras de la ciudad véneta de Padua, en una de las zonas más productivas de Italia, se llega a la compañía textil GTA Moda, que regenta Paolo Bastianello. En su compañía, que es una pyme —como el 81% de las 145.000 empresas que hay en el país transalpino—, trabajan unos veinte empleados. Se suman a los otros quince de TG Services, empresa de productos congelados también de propiedad de Bastianello; una plantilla que, sin embargo, quizá no engordará en tiempos breves. La razón: las nuevas políticas socio-económicas del flamante Gobierno italiano.
Bastianello no tiene muchas dudas. Es de los que han sobrevivido a la Gran Recesión económica que aquí, dicen los indicadores, últimamente ha retrocedido a marchas forzadas. Así es el noreste de Italia. Donde el endeudamiento de las pequeñas y medianas empresas ha bajado, su natalidad ha vuelto a crecer y sus beneficios, entre 2015 y 2016, han crecido un 2,9%, el mejor resultado del país. Un bastión rico y conservador, donde la última vez que se acudió a votar en unos comicios —era junio—, el candidato de esa misma Liga que ahora gobierna el país, Massimiliano Fedriga, ganó con un resultado de más del 57% de los votos, haciéndose así con la presidencia de Véneto. Algo no sorprendente, en una región en la que a menudo la Liga ha cosechado buenos resultados.
Una panorama que ahora choca con la preocupación del empresario Bastianello, cuyo malestar, esta semana, se disparó con la aprobación del llamado ‘decreto Dignidad’, un paquete de medidas promovido por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), aunque también apoyado por su socio gubernamental, la Liga de Matteo Salvini. Una reforma que, entre otros, ha establecido mayores costos para las empresas en caso de despidos injustos, redujo de 36 a 24 meses la duración máxima de los contratos temporales — bajo la esperanza de animar el contratante a brindar estabilidad laboral a sus trabajadores— y sube hasta los 36 meses la indemnización máxima en caso de despido improcedente (anteriormente era de 24 meses).
Otras normas, en cambio, prevén multas para las empresas que reciben ayuda estatal y luego deslocalizan su producción antes de que transcurran los cinco años tras haber recibido el fondo. Y, en contropartida, se estableció que contratar indefinidamente a menores de 35 años garantizará al empleador un 50% de descuento en los impuestos que pagará por el empleado durante los siguientes 3 años, hasta un máximo de 3.000 euros por año.
— ¿Que si hay empresarios contrarios al ‘decreto Dignidad’? No es difícil encontrarlos. Somos muchos. Lo han aprobado sin siquiera consultarnos.
El empresario no miente. El gremio de industriales del cual es miembro, la Confederación General de la Industria Italiana (Confindustria), ha expresado desde el principio su contrariedad ante unas medidas que ha llegado a calificar, en una nota oficial, como “una señal muy negativa para el mundo de la empresa”. “No se crea empleo endureciendo las normas”, dijo el presidente de Confindustria, Vincenzo Boccia.
Un trabajador empuja un carrito en Roma, en junio de 2018. (Reuters)Un trabajador empuja un carrito en Roma, en junio de 2018. (Reuters)
‘Terrorismo psicológico’: todos descontentos
La primera vez que Luigi Di Maio, el hoy ministro de Desarrollo Económico y líder del M5S, habló con convicción del tema fue durante la campaña electoral que llevó a su partido, en las elecciones de marzo pasado, a ser el más votado del país. “Por fin acabaremos con la precariedad laboral”, repetía entonces el jefe de los ‘indignados’ italianos. Su objetivo, decía, era responder a los reclamos de los trabajadores italianos —muchos de los cuales soportan la carga de los contratos a tiempo determinado, renovados múltiples veces de forma fraudulenta—, sin entorpecer el negocio de los empresarios. No obstante, al menos de momento, la realidad se ha presentado bastante distinta de la imaginada.
El pasado martes, con el ‘decreto Dignidad’ aprobado definitivamente por el Parlamento —donde los populistas italianos tienen la mayoría—, Di Maio festejaba su gran apuesta, la primera gran legislación aprobada por su Gobierno, y la primera victoria de importancia frente a una Liga que, en los dos meses que ambas formaciones llevan en el poder, ha monopolizado la escena pública de la política italiana. Pero, en su escalada hacia este triunfo, Di Maio también se dejaba en la orilla un reguero de nuevos enemigos, en un país donde los recursos no abundan —el PIB per cápita de Italia en 2018 es alrededor del 8% inferior al nivel de 2007— y la economía sí ha vuelto a crecer, pero a ritmos inferiores que el promedio de los países de la Unión Europea.
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Con la aprobación de la nueva ley, Di Maio no ha encolerizado solo a los empresarios —a los que respondió que lo suyo era ‘terrorismo psicológico’— y, como era de esperar, a la oposición política del país. También levantó críticas entre los trabajadores, en los sindicatos e incluso en el Instituto Nacional de Previsión Social (INPS). Cada uno por sus razones. “Se perderán 8.000 puestos de trabajo al año durante la próxima década. Esto es lo que nos dicen los cálculos”, estimó el INPS. Por su parte, el mayor sindicato del país, la CGIL, criticó normas como la que permite que los empresarios del sector de la hotelería y del turismo paguen a algunos de sus trabajadores con cupones para hacer las compras.
Simone, un joven de Turín, resumió el daño hecho, en un tuit que, poco antes de la votación parlamentaria, se hizo viral en las redes sociales. “Buenas tardes, ministro @luigidimaio, quiero informarla que gracias a usted y su ‘decreto Dignidad’, hoy me han confirmado que a partir de septiembre ya seré un desocupado más”, escribió, al explicar que su empresa optó por no renovarle el contrato.
“Mi jefa me ha explicado que, además de asuntos relacionados con algunas medidas de reorganización laboral de la empresa, esta medida ha creado un clima de incertidumbre”, precisó posteriormente el joven, en declaraciones a la prensa italiana. “Por eso, la oficina de recursos humanos de la empresa quiere ser muy prudente y no correr el riesgo [de tener que asumirse el coste] de un contrato por tiempo indeterminado”, añadió.
Partidarios del Movimiento 5 Estrellas protestan frente al Palacio de Gobierno en Roma, en octubre de 2017, cuando el partido aún estaba en la oposición. (Reuters)Partidarios del Movimiento 5 Estrellas protestan frente al Palacio de Gobierno en Roma, en octubre de 2017, cuando el partido aún estaba en la oposición. (Reuters)
La inversión extranjera peligra
“El problema de la precariedad laboral existe en Italia como en otros países. El tema es cuáles son las mejores herramientas para frenar el trabajo en negro y los abusos”, cuestionó Elsa Fornero, antigua ministra del Trabajo del gobierno técnico liderado por Mario Monti (2011-2013). Más catastrófico fue el Partido Democrático, que presentó 700 enmiendas sin que ninguna fuera aprobada. “Lo han llamado decreto dignidad, pero debería llamarlo decreto desocupación”, consideró el secretario de la formación, Maurizio Martina. Las empresas dejarán de contratar, los trabajadores acabarán en el paro y los inversores huirán”, añadió alarmado el político.
Porque esa es la otra campana que ha empezado a sonar: la de los inversores extranjeros que han empezado a irse del país. Tan solo en mayo, también por el temor ante la remota idea de que Italia pueda salirse del euro, se deshicieron de 25.000 millones de euros en títulos de Estado y de 7.000 de obligaciones bancarias. Algo que se ha sumado al empeoramiento de la prima de riesgo —el diferencial con el bono alemán— que el viernes alcanzaba los 255 puntos básicos.
De ahí también el malestar de los comerciantes. “Este decreto es fruto de errores de método y mérito”, afirmó Nicola Baldo, directivo de la asociación de comerciantes Confcommercio. “Los contratos a tiempo determinado no pueden ser considerados como sinónimos de mala ocupación (…), así como no se puede no tomar en consideración que el sector económico está sujeto también a factores externos”, añadió Baldo, cuya zona de trabajo se encuentra en la también norteña ciudad de Verona.
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Es allí donde el malestar por la nueva legislación puede convertirse en un ‘boomerang’ político sobre la cabeza de la Liga. “Muchos empresarios del norte que votaron a la Liga, también aquellos que lo hicieron por la pérdida de influencia de Forza Italia [el partido de Silvio Berlusconi], se preguntan ahora cómo puede ser que Salvini haya cedido toda la política económica al M5S”, afirma Bastianello. “Los empresarios no somos criminales. No nos gusta despedir”, añade, al agregar que él mismo ahora lo pensará dos veces antes de contratar a nuevos empleados.
Por el contrario, nadie, ni los empresarios ni los sindicatos ni los expertos, han cuestionado otra medida del decreto, la de prohibir la publicidad de los juegos de azar y apuestas, una pasión que, en este país, ya ha enfermado a 15.000 personas que en la actualidad reciben tratamientos médicos por haber dilapidado fortunas. Eso sí, más allá de esto, la vista ahora está puesta en la próxima cita económica importante que tiene en la agenda de Italia: el borrador de sus presupuestos, previsto para finales de septiembre.