La historia de las rebeliones populares confirma que no hay individuos, ni política de terror, que puedan detener el torrente popular en movimiento.
“Bendito momento aquel en que un pueblo se yergue.
Ya no es el rebaño de lomos tostados por el sol,
ya no es la muchedumbre sórdida de resignados y de sumisos,
sino la hueste de rebeldes que se lanza a la
conquista de la tierra ennoblecida
porque al fin la pisan hombres”
Ricardo Flores Magón.
Sublevación no es Golpismo
La historia de las rebeliones populares confirma que no hay individuos, ni política de terror, que puedan detener el torrente popular en movimiento
Mónica Baltodano
13 de agosto 2018
“Bendito momento aquel en que un pueblo se yergue.
Ya no es el rebaño de lomos tostados por el sol,
ya no es la muchedumbre sórdida de resignados y de sumisos,
sino la hueste de rebeldes que se lanza a la
conquista de la tierra ennoblecida
porque al fin la pisan hombres”
Ricardo Flores Magón.
Una de las mentiras del régimen dictatorial de Daniel Ortega es que el formidable movimiento popular anti dictatorial que inició el 18 de abril, es una conspiración golpista.
Si nos atenemos a la definición clásica, “Golpe de Estado es la toma del poder político de un modo repentino y violento, por parte de un grupo de poder, vulnerando la legitimidad establecida en un Estado es decir, las normas legales de sucesión en el poder vigente con anterioridad nacidas del sufragio universal (voto) y propias de un Estado de derecho.
La sublevación de abril, no reúne ninguna de estas características. Para comenzar, la legitimidad de la presidencia de Ortega ha estado en cuestión desde su reelección en el año 2011 pues, en esa ocasión, se presentó violando doblemente la Constitución que prohibía la reelección presidencial en períodos continuos y por más de dos períodos. La reelección del año 2017 se hizo además realizando un descarado fraude electoral.
La “legitimidad” de Ortega es la misma que tenía el derrocado Somoza en 1979, reelecto fraudulentamente en el año 1974. Hasta el último momento Somoza alegó que era presidente constitucional. La voluntad del pueblo exigiendo su destitución se manifestó en la incorporación a las insurrecciones armadas que le acortaron su período.
El movimiento sublevado, por otra parte, no es ningún grupo de poder. En general los golpes de estado son practicados por grupos militares. Debemos recordar que inicialmente la protesta tuvo un origen social, el repudio a la reforma a las cuotas de la Seguridad Social. El nivel de radicalidad alcanzado, hasta convertirse en una verdadera insurrección cívica, estuvo directamente ligada a la acción represiva del gobierno. Es decir, sin el uso de francotiradores y encapuchados que dispararon a matar a manifestantes en distintas partes del territorio, la protesta no hubiera escalado. Si la represión estuvo directamente ligada al levantamiento de barricadas, tranques, se debe concluir que el responsable de esta sublevación fue el mismo gobierno, por sus actos criminales.
El mundo y Nicaragua entera ha visto que se trata de un levantamiento masivo, no armado. Que se ha extendido por todo el territorio nacional, e incorporado a todos los sectores de la nación. Si revisamos los lugares que se insurreccionaron contra Somoza en 1979, podremos notar que la sublevación pacífica que estamos viviendo hoy, tiene una extensión superior a aquella. Los tranques y barricadas se extendieron por todo el país, y en zonas donde el pueblo nunca se insurreccionó en 79. Y más aún, las manifestaciones se continúan efectuando, pese al terror impuesto, hasta en los últimos pueblitos de Nicaragua. Adicionalmente y de forma sin precedente, en las distintas trincheras se han incorporado liberales, conservadores, socialcristianos, sandinistas, socialistas, bases de la antigua contra y pueblo sin partidos, que sigue siendo la mayoría.
El artículo 2 CN dice que “La soberanía nacional reside en el pueblo y la ejerce a través de instrumentos democráticos decidiendo y participando libremente en la construcción y perfeccionamiento del sistema económico, político, cultural y social de la nación” En Nicaragua el Estado ha violado de forma recurrente este principio básico junto a los derechos establecidos en los artículos 5, 23, 25, 26,26,28,29,30,31,32,33,34.35,36,37,38. 39,40, 44, 45, entre otros. El Arto 23 dice que el derecho a la vida es inviolable e inherente a la persona humana. En Nicaragua no hay pena de muerte, pero desde hace años se practican las ejecuciones extrajudiciales. Los nicaragüenses, como lo ha atestiguado la CIDH, hemos sido víctimas de toda suerte de brutales atropellos por el Estado.
Frente a ese estado de cosas, la Rebelión es un derecho. Este derecho a la resistencia frente a la opresión fue incluido de forma explícita en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución francesa:
“Artículo 35. Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es, para el pueblo y para cada una de sus porciones, el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”.
En el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 se afirma “Es esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Cuando un gobierno violenta los derechos humanos, asesina, oprime a su pueblo, la rebelión es no solo un derecho, sino un supremo deber.
La rebelión de abril, fue la respuesta legítima del pueblo recurriendo a la resistencia cívica que forma parte de los derechos inmanentes de cualquier sociedad política organizada.
¿Quién es el golpista? ¿Quién se sostiene a base de la fuerza bruta, la represión, el crimen, la cárcel, la tortura desplegada contra la población desarmada?
En América Latina encontramos suficientes ejemplos exitosos de Sublevaciones y de levantamientos cívicos, no armados. Algunas obligaron a los gobiernos a hacer cambios, otras consiguieron la salida de gobernantes autoritarios y corruptos. Fueron rebeliones que usaron el corte de carreteras, levantamiento de barricadas, movilizaciones continuas del pueblo. Solo mencionaremos las que consiguieron salida de gobernantes.
1992 Brasil: Cayó Collor de Mello: El movimiento estudiantil que se conoció como “caras Pintadas” realizó multitudinarias manifestaciones exigiendo la renuncia de Collor de Mello, por su claro proceder corrupto. La pérdida de respaldo popular impuso su salida el 29 de septiembre, en medio de resoluciones del Congreso por escándalos de corrupción.
1997 Ecuador: Cayó Abdalah Bucaram .Después de numerosas manifestaciones populares en el país, el 5 de febrero de 1997 una serie de organizaciones sociales convocan a una marcha en todas las ciudades del país, para expresar su repudio a la administración Bucaram. Esa presión popular llevó al Congreso a sacar a Bucaram bajo la figura de incapacidad mental.
1999. Paraguay. Cayó Raul Cubas Grau. Luego del asesinato del vicepresidente Luis María Agaña, se produjeron grandes manifestaciones contra el gobierno. Los primeros fueron los estudiantes, pero también se movilizaron los sindicatos y luego se sumó el movimiento campesino. Cubas Grau tuvo que irse.
2000. Ecuador. Yamil Mahuad, fue depuesto al cabo de seis días de intensos combates callejeros y manifestaciones multitudinarias.
2000 PERU: 117 días después de asumir su tercer mandato, el dictador Alberto Fujimori tuvo que huir. Resultado de las masivas movilizaciones populares y las evidencias de corrupción y autoritarismo.
2001 diciembre, Argentina. Cayó Fernando de la Rúa y luego Rodriguez Saa. La sublevación popular depuso al presidente neoliberal Fernando De la Rúa. Inicialmente fueron los desocupados, conocidos como “piqueteros”, pero se sumaron todos los movimientos sociales y luego la clase media, cuando el gobierno impuso el famoso “corralito” a los depósitos. De la Rúa tuvo que renunciar, estableciéndose el adelanto de las elecciones. Pero la falta de respuesta a las demandas de los sublevados hizo que también cayera el sucesor Adolfo Rodríguez Saa tan solo ¡7 días después!
2002 junio, Argentina. Después que cae Rodríguez Saa. Asume Eduardo Duhalde. Supuestamente debía gobernar completando el periodo de Fernando de la Rúa. Paro las protestas continuaron y en 26 de junio se produjo la masacre de Avellanada o del Puente Pueyrredón, contra una manifestación de piqueteros Asesinaron a 2 activistas del movimiento y se dieron 33 heridos. El impacto y repudio generado obligó a Duhalde a irse y anticipar seis meses las elecciones presidenciales.
2005 Bolivia: Cayó Gonzalo Sanchez de Lozada. El país fue convulsionado con sublevaciones populares. La “guerra del agua” contra la privatización de este recurso (2000). Luego los obreros vanguardizaron la “guerra del gas” contra la depredación exportadora de hidrocarburos (2003). En septiembre y octubre de 2003 se sucedieron manifestaciones, cortes de carreteras, y se realizó un paro general indefinido. El gobierno militarizó el país. Quiso parar la insurrección con balas, y como resultado 80 personas fueron muertas. Sánchez de Lozada tuvo que dimitir el 17 de octubre.
2005 Ecuador. Nueva sublevación, que se llamó “rebelión de los forajidos” que puso fin al gobierno de Lucio Gutiérrez. Forajidos fue el epíteto con que Lucio intentó desacreditar a los sublevados.
2015 Guatemala. Otto Perez tuvo que renunciar ante el Congreso después que grandes movilizaciones populares demandan su renuncia al comprobarse la corrupción de su gobierno.
La historia de las rebeliones populares confirma que no hay individuos, ni política de terror, que puedan detener el torrente popular en movimiento. Por ello, sostener la actual sublevación masiva, desarmada y en lucha no violenta frente al régimen de Ortega, es el gran desafío de nuestro pueblo y sus organizaciones. Más concertación y más unidad nos hará más fuertes, en una estrategia de asedio sin descanso, a un Ortega sin legitimidad y estratégicamente derrotado. De que se van….se van.