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La estrategia de Córcega (Corsica) para la independencia

Gara :: 30.08.18

La alianza de nacionalistas e independentistas gobierna la isla, colonia francesa

GILLES SIMEONI
PRESIDENTE DE LA COLECTIVIDAD TERRITORIAL CORSA
Hijo del histórico dirigente Edmond Simeoni, uno de los protagonistas de la ocupación de Aleria (1975), acción rebelde que marcó el resurgir del movimiento nacional, el líder de la alianza entre nacionalistas e independentistas, Pè a Corsica, pilota una transición «no exenta de dificultades, pero rica en esperanzas».

«Pese a quien pese, Corsica va a seguir su travesía democrática»
MAITE UBIRIA BEAUMONT|BAIONA
INPRIMATU
BIDALI
Gara

El presidente del Ejecutivo corso vino la pasada semana a Baiona para participar en el congreso de Régions et Peuples Solidaires (RPS), y en ese marco ofreció a Mediabask y GARA esta entrevista conjunt. Desgrana en ella los retos principales que encara esa mayoría inédita que hoy gobierna la isla, en un momento de «preocupante bloqueo» en el diálogo abierto con París.

¿Cómo se encuentra la relación de su gobierno con París?
Estamos lamentablemente en un impasse, ya que, pese a la mayoría clara que nos otorgó nuestro pueblo, nos encontramos con una falta de voluntad de diálogo a cargo de un presidente, Emmanuel Macron, que se niega a asumir la dimensión política de la cuestión corsa.

No parece el mejor clima con vistas al próximo debate sobre la reforma constitucional…
El proceso de revisión constitucional es hoy un tanto incierto en razón del clima político que rodea a Macron [se refiere al escándalo Benalla que salpicó al Elíseo antes de verano, aunque con posterioridad a esta entrevista Simeoni ha abundado en esa valoración ya en relación a la dimisión del ministro de Ecología, Nicolas Hulot]. En todo caso, de lo actuado hasta la fecha nosotros entendemos que lo que se nos propone es del todo insuficiente. Nuestra demanda de reconocimiento de Corsica y su insularidad no es una iniciativa meramente ideológica, ya que de lo que se trata es de dotarnos de los medios necesarios para aplicar políticas públicas en los aspectos que afectan a la vida cotidiana de la gente.

Sin embargo, usted identificó en su día ese horizonte de revisión constitucional como una oportunidad a no desperdiciar.
Ciertamente. Por eso, cuando conocimos el proyecto inicial nuestro ejecutivo trabajó una propuesta alternativa, que la asamblea territorial (Parlamento insular) ratificó por amplia mayoría, no solamente ya con apoyo nacionalista sino incluso también de la mayoría que sostiene al presidente Macron. El 80% de electos y electas de Corsica apoyaron ese texto alternativo que resume la voluntad de gobierno y fuerzas de oposición de la isla. París despreció totalmente esa propuesta y esa resolución parlamentaria.

¿Cuáles son las bases de ese diálogo y cuál es la discrepancia principal?
Cuando ganamos las últimas elecciones, en diciembre de 2017, lo hicimos tras una campaña en la que por una parte defendimos una solución política global que tras medio siglo ininterrumpido de lucha asentara una situación de paz, y por otra, presentamos una alternativa política en todos los dominios que afectan a la sociedad, porque no estamos en una dinámica de mera confrontación con el Estado sino de construcción de una sociedad desarrollada, emancipada y en paz. Me parece importante recordar cuál fue el mandato que recibimos de nuestro pueblo. Máxime cuando, a mi entender, nuestros adversarios políticos contribuyeron a convertir los comicios en una suerte de referéndum, ya que basaron su campaña en el mensaje de que quien votaba por nuestra lista votaba por la autonomía y el reconocimiento del pueblo corso. En consecuencia, no hay ambigüedad al respecto de lo que los electores esperan de nosotros. El pueblo nos ha dado una misión clara: lograr en este mandato un estatuto de autonomía a desarrollar en un periodo de diez años.

El Ejecutivo de Macron rechaza que Corsica pueda disponer de un poder legislativo efectivo…
El Gobierno consideró que nuestra demanda de autonomía iba demasiado lejos y eso que aceptamos abordar la discusión sobre un proceso gradual, aunque siempre partiendo de la base de que Corsica debe dotarse de mecanismos para poder actuar en los dominios que la Colectividad tiene atribuidos, para lo que es esencial disponer de potestad legislativa. Tampoco ese planteamiento ha sido aceptado.

Se quejan ustedes de que, como alternativa, el Ejecutivo estatal les ofrece un modelo caduco.
Corsica se rige actualmente, en tanto que territorio con estatus particular, por el artículo 72 de la Constitución. Además existe el 73 –aplicado a los llamados territorios/departamentos de ultramar o DOM– y el 74, que abre perspectivas más amplias. Y efectivamente, París propone a Corsica enmarcar su realidad institucional en una especie de réplica del artículo 73 que, según el Gobierno ha hecho saber a los DOM, debe cambiar por entender que la experiencia de su desarrollo demuestra que es del todo inoperante. ¿Porqué nos presentan a los corsos como alternativa algo que ha fracasado en otros territorios?

¿Cuáles serían los cambios sustanciales, de darse esa reforma, respecto a la formulación institucional actual de Corsica?
En enero pasado se da una fusión de las entidades administrativas ya existentes, y en tanto que Colectividad Territorial con estatus particular, recuperamos sus competencias, pero no se da una extensión competencial ni se amplía nuestra capacidad de intervención. En la propuesta del Gobierno se nos plantea ese sistema ineficaz del que hablaba. A modo de ejemplo, según ese modelo el Parlamento (estatal) debe autorizar a Corsica para modificar una ley y cuando la asamblea parlamentaria corsa ejerce esa competencia debe volver a someter a autorización del legislativo francés dicha norma. Solo en términos de tiempo, estariamos abocados a unos plazos de tramitación largos y, por supuesto, sin garantía de que al final tengamos una norma propia, ya que el Estado tiene siempre la última palabra. Y todo eso sobre el marco de competencias existente, sin que podamos acceder a potestades nuevas, principalmente en materia de fiscalidad, un instrumento clave para atajar el grave problema de la especulación inmobiliaria.

La cuestión es cómo se proponen superar ese bloqueo…
Creo que estamos a la vez al final de un camino y en el inicio de una nueva fase. Nosotros nos situamos en la perspectiva de una secuencia que arranca con la victoria en la elección de marzo de 2014 en Bastia [ciudad de la que Simeoni es alcalde], sigue con el anuncio unilateral de fin de la lucha clandestina del FLNC, y luego con la doble victoria en las urnas, en 2015 en las elecciones territoriales (36,5%) y en 2017 en los comicios para la asamblea de la nueva colectividad (56%). Con esa secuencia muy presente, le decimos a París que estamos en la perspectiva de pasar la página a 50 años de conflicto y de construir una solución política conjunta que estableza una nueva relación Corsica-Estado. El problema es que Macron hace hoy lo contrario de lo que dijo en campaña. Desde que es presidente cierra todas las puertas.

Una situación que tiene similitudes con otros procesos…
Con todas las diferencias, las dificultades que encontramos se parecen bastante a las que pueden darse en otros pueblos o naciones sin Estado, y pienso en Catalunya pero especialmente en el País Vasco. Porque a nosotros también nos dijo el Estado que si la violencia cesaba se podría hablar de todo. Pero eso ya ha ocurrido y constatamos que no sólo no se puede hablar de nada aquí y ahora, sino que se nos trata de convencer de que nunca se podrá hablar de ciertas cuestiones. Es el famoso concepto de las líneas rojas: los presos políticos son una línea roja, la autonomía es una línea roja, la cooficialidad de la lengua corsa es una línea roja… por resumir, el pueblo corso es una línea roja. Todo lo que forma parte del compromiso politico que asumimos hace ya décadas y que es esencial para nuestro país es una línea roja. Alguien tiene un problema, ¿no?

¿Político o administrativo?
Más bien de negación de la democracia. ¿Qué se puede hacer cuando el interlocutor no toma en cuenta las implicaciones de una vía democrática que nosotros entendemos irreversible? Pues bien, cuando tienes ante tí un muro, lo derribas o lo rodeas. Como no tenemos fuerza suficiente para derribar el muro, debemos buscar el modo de sortearlo, lo que quiere decir hacer lo mejor posible el trabajo cotidiano de mejorar la vida de la gente, pese a lo reducido del ámbito competencial, y al tiempo mantener el hilo conductor de nuestro combate histórico. Sabremos esperar, ir paso a paso, pero no aceptaremos que nos pidan renunciar a nuestro propio ser. Si la Constitución francesa no permite el reconocimiento del pueblo corso, la salida es cambiarla, no hacer desaparecer un pueblo que, pese a quien pese, seguirá su travesía democrática.

«Aquarius», una urgencia política y humana

La crisis del «Aquarius» le situó en primer plano, por su oferta de abrir los puertos corsos a esos migrantes.
Con el «Aquarius» actuamos en un contexto de urgencia, de proximidad, guiados por una exigencia politica y humana. En esa situación concreta, lo extraordinario no era actuar, sino quedarse de brazos cruzados.

En todo caso, por oposición al silencio de Macron, usted puso sobre la mesa una alternativa propia.
Dimos un paso coherente con nuestra visión global. Postulamos una alternativa de soberanía que se construye sobre valores progresistas. También nos guía, claro está, la solidaridad intermediterránea y nuestra historia. En la I Guerra Mundial Corsica acogió a 2.000 judios sirios que sufrían persecución, luego a rusos, griegos, italianos… Para construir el futuro hay que aprender del pasado.

Dado que la competencia en materia migratoria es exclusivamente estatal, ¿no buscó más bien un golpe de efecto?
El «Aquarius» nos hizo saber que no entraría en puerto corso sin el acuerdo de París, pero también es cierto que mi respuesta fue que, si ellos nos pedían atracar, con permiso o no del Estado, les daríamos puerto. Al margen de esa cuestión, a raíz de dicha crisis hemos creado una comisión en la Asamblea Corsa para preparar nuestra aportación en materia de acogida de refugiados. M.U.


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