Argentina tiene tres destinos: seguir ahondado la crisis y profundizando el autoritarismo, volver al peronismo para seguir avanzando el reformismo coexistiendo con el capital, o la caída del gobierno y ruptura (o no) de la izquierda, unos con el peronismo y otros sumándose a las experiencias autónomas, comunitarias y autogestionarias en pos de los autogobiernos locales .
Las experiencias alternativas y de base deben prepararse para una nueva eclosión social profundizando sus experiencias, ampliándoles lentamente y preparar territorios de autosostenimiento pacífico, no confrontacional que se muestren como referentes hacia sectores periféricos urbanos. No hay que preocuparse de la hegemonía, sino de asegurar la presencia de los bolsones y experiencias de gérmenes de la nueva sociedad. La izquierda hay que olvidarla, pues sus sectores más honestos tenderán a acercarse a las dinámicas autónomas, en tanto los más cochinos se acercarán a las posibilidades de compartir el aparato del poder, en tanto los del medio (troskistas, lucha armada, etc) seguirán sobreviviendo en sus modos de ghetos perennes. Si seguimos estimulando la alianza con sectores izquierdistas, estaremos apoyando la enajenación popular. Los nuevos territorios de resistencia no pueden diferenciar a las izquierdas de las derechas en el seno del pueblo.
03 septiembre 2018 - 22H20
Crisis económica en Argentina; crónica de una desilusión
BUENOS AIRES (AFP) -
La llegada al poder del presidente Mauricio Macri en 2015 fue recibida con entusiasmo por los mercados, que veían cómo Argentina pasaba la página de políticas proteccionistas de la época Kirchner. Pero tres años más tarde, el balance es negativo, con una amenazante crisis financiera.
- Cambio de modelo -
Apenas asumió, Macri eliminó el control de cambios, quitó o redujo impuestos a las exportaciones agrícolas y mineras, suavizó las restricciones a la importación y saldó la deuda con fondos tildados de de “buitres” que todavía se arrastraba desde la crisis de 2001. Para lograrlo, se endeudó en los mercados internacionales.
- Metas ambiciosas -
Alfonso Prat-Gay, primer ministro de Economía de Macri, se fijó ambiciosas metas para la reducción de la inflación, mal crónico de Argentina.
Prometió reducir el índice de aumento de precios al consumidor a un rango entre 12% y 17% para 2017, de 8% a 12% para 2018 y alrededor de 5% para 2019. Pero la suba fue de 25% el año pasado y para este se proyecta entre 30% y 40%.
Macri contaba con que lloverían las inversiones extranjeras, punta de lanza de su proyecto económico, pero las empresas extranjeras mostraron prudencia y han invertido muy pocos fondos en Argentina.
- Fin de la luna de miel -
Después de las legislativas de medio término de 2017, ganadas por la coalición oficialista Cambiemos aunque no logró la mayoría absoluta, Macri parecía encaminarse hacia la reelección presidencial en 2019.
Con una oposición peronista dividida entre el sector de centro-izquierda de Cristina Kirchner y otros grupos más centristas, no aparecía un adversario capaz de amenazar la continuidad.
Pero la crisis cambiaria y su correlato de alta inflación puso fin a la luna de miel y ya se especula que podría ser otra figura de su coalición la que se lance a las elecciones del año próximo.
- La mano del FMI -
Al ver cómo, atraídos por el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, se escapaban los capitales golondrina, Macri decidió acudir al Fondo Monetario Internacional, entidad con la peor de las reputaciones en Argentina, traumatizada, entre otras, por la crisis de 2001.
El FMI concedió en junio un auxilio de 50.000 millones de dólares a tres años, el mayor en su historia. Desde enero, la moneda argentina perdió más de 50% de su valor frente al dólar, pese al incremento espectacular de las tasas de interés decidido por el Banco Central, hasta 60% anual.
La crisis de confianza en el peso llevó a los argentinos y a los inversores a comprar dólares, tradicional moneda-refugio de ahorristas en el país sudamericano.
- Admitir errores -
Argentina anunció este lunes un plan de austeridad extremadamente ambicioso poniendo el objetivo en lograr el déficit cero en 2019. Se considera al déficit fiscal primario como el principal problema de la economía argentina y reducirlo se volvió una prioridad.
“Debemos reconocer que hemos cometidos errores”, admitió el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, sin por eso atribuírselos. “Argentina arrastra un déficit fiscal crónico en los últimos 70 años. La única salida es sanear nuestras cuentas públicas”, afirmó.
¿Argentina logrará cumplir sus compromisos? ¿Deberá golpear otra vez la puerta del FMI si fracasa en su plan de austeridad? El horizonte luce incierto.