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Conversaciones en las montañas de Kurdistán


Desinformémonos :: 23.09.18

Gulan tomó la determinación de salvarse de la esclavitud que su nueva vida matrimonial le deparaba y buscó apoyo en su padre. Al considerar sus consejos previos y que los unía una linda relación de compañerismo, vio en el hombre de su familia a la única persona capaz de sacarla de aquel tormento. Pero el padre se negó. Casarse había sido su deseo, a pesar de todo, y tendría que soportar las consecuencias.

Fue entonces cuando su madre juntó a las hermanas, a las tías, a las primas y formaron un bloque de trece mujeres para rescatarla. Gulan se fugó de la casa matrimonial con la colaboración y protección de las mujeres más queridas de su clan.
Esta historia, que sólo se separa por miles de kilómetros en el mapa de muchas historias en América Latina, representa una de las razones que mueven la lucha por la libertad de las mujeres. Aún en el seno de familias progresistas, que siguen la lucha del PKK, el liderazgo de Abdullah Öcalan y que adhieren a los principios del Confederalismo Democrático, la dominación del hombre está lejos de superarse. Como dicen ellas, no sólo se trata de quitarse el velo de la cara y vestirse con pantalones.
Amanece en Qandil y la noticia del bombardeo arroja el saldo de cuatro civiles y dos guerrilleros muertos en una aldea a 24 kilómetros del campamento, que ahora es un hormiguero, mientras la responsable toma medidas de seguridad. Gulan se saca el uniforme de miliciana y se viste de jeans y camisa. Mochila al hombro, le espera una semana de caminata por las montañas del norte de Irak, varias noches en campamentos guerrilleros o aldeas campesinas, hasta cruzar la frontera con Turquía y volver a Amed, sin que los servicios de inteligencia detecten que sus pisadas y sus palabras ya son ejemplo de revolución.


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