Clajadep :: Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular

Imprimir

Experiencia y narración

Raúl Prada Alcoreza :: 01.10.18

¿Qué es narrar? ¿Relatar lo ocurrido? Que es pasado, de acuerdo con el sentido común. ¿O interpretar lo acontecido? Pero, también se puede narrar el presente, ¿y el futuro? ¿Pronosticar el futuro, en el mejor de los casos imaginarlo? Puede darse la narración escrita, sobre todo literaria, pero, la narración no se restringe a los signos lingüísticos, sino que se abre a los signos semiológicos, es decir, a toda clase de signos, marcas, señales y hasta huellas. Entonces se puede narrar en distintos planos de intensidad con diferentes recursos. ¿Se puede decir entonces que la narración corresponde a la interpretación del acontecimiento, en los términos que efectúa toda representación?
Experiencia, memoria, interpretación y narración. Donde la experiencia es el substrato dinámico de las huellas impresas en el cuerpo; la memoria corresponde al registro, mejor dicho, al registrar dinámico del cuerpo; la interpretación corresponde a la codificación-decodificación dinámicas del cuerpo; la narración corresponde a la producción expresiva del cuerpo.

septiembre 30, 2018
Experiencia y narración
Raúl Prada Alcoreza

¿Qué es narrar? ¿Relatar lo ocurrido? Que es pasado, de acuerdo con el sentido común. ¿O interpretar lo acontecido? Pero, también se puede narrar el presente, ¿y el futuro? ¿Pronosticar el futuro, en el mejor de los casos imaginarlo? Puede darse la narración escrita, sobre todo literaria, pero, la narración no se restringe a los signos lingüísticos, sino que se abre a los signos semiológicos, es decir, a toda clase de signos, marcas, señales y hasta huellas. Entonces se puede narrar en distintos planos de intensidad con diferentes recursos. ¿Se puede decir entonces que la narración corresponde a la interpretación del acontecimiento, en los términos que efectúa toda representación? Para responder estas preguntas vamos a repasar algunas consideraciones, que llamaremos comunes, sobre la narración, pero, sobre todo, volveremos, ya lo hicimos antes, a la teoría de la narración de Paul Ricoeur.

Se dice que la narración, en el género literario, se entiende como relatar una historia. Se denomina narración a la práctica de contar en forma de secuencia, hechos realizados por unos personajes, en un lugar determinado a lo largo de un lapso; en otras palabras, se refiere lingüística, así como figurativamente, a una sucesión de hechos. Tanto las acciones, como los personajes, así como el lugar. Que se trate de una referencia real o ficticia no afecta al carácter de la narración; el autor narra y se vincula con el lector a través de la imaginación, los sucesos se reproducen imaginariamente. Si para la perspectiva semiológica la narración se puede efectuar con cualquier clase de signos, la lingüística considera que un texto narrativo responde a una clasificación basada en la estructura interna, donde se despliegan las secuencias narrativas que usan composiciones de signos[1].

Lo que queda claro es que la narración está asociada al tiempo o a la idea del tiempo; ¿se puede decir que la narración corresponde a la invención del tiempo o, al contrario, que el tiempo inventa la narración? Lo primero tiene que ver con las tesis de Paul Ricoeur, lo segundo es más abstracto, podría implicar a la hipótesis de una teoría especulativa, en el buen sentido de la palabra. O, en el mejor de los casos, podría implicar una relación, por así decirlo, dialéctica; para narrar se inventa el tiempo y el tiempo inventado termina configurando la narración. Cualquiera de estas alternativas nos pone en claro la importancia de la narración.

La narración expone entonces la experiencia singular, asumida como memoria sensible, sobre todo como memoria elaborada, la que construye un sentido. Desde esta perspectiva, podemos decir que la narración construye un sentido; la narración da sentido a la experiencia singular. ¿Cómo es que da sentido? ¿Acaso se trata del destino o algo parecido como el principio y la finalidad? Puede ser, pero, no solamente; el sentido es algo más, para empezar. Es, si se quiere, la significación atribuida a una experiencia singular.

Para la lingüística y la semiótica el significado es el contenido mental, que se le atribuye a un signo lingüístico. Es el concepto que se asocia a la forma sensible (significante) del signo y al objeto que representa (su referente), asociación que se da en toda clase de comunicación. Hablamos entonces de su significado denotativo; el significado se realiza a través de una vivencia subjetiva, connotación. El significado es convencional; de este se pueda realizar una comunicación óptima; se supone que esto acontece en la ciencia física, la que tiende a la monosemia, a diferencia de lo que ocurre en las ciencias sociales y humanas, así como en el arte y la literatura, que tienden a la polisemia[2].

Darle sentido a la experiencia singular es convertir las huellas de la experiencia en marcas y signos; se trata entonces de interpretar estas huellas. Ahora bien, ¿cómo se interpretan las huellas de la experiencia? Desde la experiencia misma, desde la memoria, desde lo aprendido, desde los instrumentos de interpretación, que se tiene a mano. ¿Por qué se interpreta? Se interpreta porque se decodifica la información que se recibe de lo que se puede llamar, siguiendo una tradición, el entorno. La interpretación es innata a los seres orgánicos; la decodificación puede darse químicamente, como en el caso del genoma, puede darse biológicamente, como en todos los seres orgánicos, puede darse lingüísticamente, como en el caso de los seres humanos. La narrativa entonces, de la que hablamos, tiene que ver con las interpretaciones que han desarrollado las sociedades humanas.

Ahora bien, la narración supone un arquetipo, configurado en el mito; hablamos de la trama, que está estructurada por el principio o comienzo de la narración, que en el mito se remite al origen, por la mediación o transición, si se quiere de los hechos o sucesos, para derivar en el desenlace. Toda narración supone, entonces, una trama. El sentido, entonces, emerge de esa relación entre principio u origen y desenlace, mediado por sucesos trágicos o cosmológicos. Ahora bien, el sentido puede emerger por la transición de sucesos dramáticos; un ejemplo es la novela.

Una conclusión de esta exposición es que la narración, más que ser una techné que inventa el tiempo es, mas bien, una techné que produce el sentido. Ahora bien, ¿qué es el sentido? El sentido no se restringe al arquetipo configurado por el mito y repetido por la historia de la narración. Hay sentido incluso cuando no hay desenlace, es decir, cuando esta ausente la estructura iniciada por el mito, es decir, la trama. Cuando, mas bien, nos encontramos ante entramados en constante devenir. Se puede decir que el sentido emerge del orden de relaciones de los seres humanos con sus entornos, incluso se podría ampliar la connotación y decir que el sentido emerge de la constelación de relaciones de los seres orgánicos con los entornos, incluso con el universo. Enunciándolo mejor, recurriendo a la teoría de sistemas auto-poiética, se podría decir que el sentido emerge de la interpretación efectuada por los sistemas auto-poiéticos respecto a sus entornos.

Hablamos del sentido inmanente, inmanente al acontecimiento. ¿Qué tiene que ver la narración con el sentido inmanente? La narración está íntimamente ligada la composición de la trama; hay narración cuando hay trama. Entonces, ¿cómo se expresa el sentido inmanente al acontecimiento? El sentido inmanente ha sido mencionado en la teoría fenomenológica; en este caso se lo ha señalado, se ha elucubrado, si se quiere, una tesis especulativa sobre el sentido inmanente. Entonces el sentido inmanente es alumbrado por la teoría fenomenológica, se convierte como en horizonte y a la vez el núcleo de la teoría fenomenológica. Empero, ¿cómo emerge el sentido inmanente del acontecimiento y como se expresa? Esta es la pregunta que pone a prueba la tesis sobre el sentido inmanente. Si el sentido inmanente no encuentra expresión y solo aparece como una intuición teórica, la fenomenología se encuentra en problemas.

Hay escrituras, hay documentos, que no contienen una trama, por lo tanto, un desenlace, como, por ejemplo, los informes, registros, documentos de archivos; aunque las noticias terminen conformando como una trama provisional, de todas maneras, estas fuentes expresivas no suponen, de por sí, una trama. Ahora bien, ¿la escritura científica contiene trama? En un ensayo anterior, Más acá y más allá de la mirada humana, dijimos que, aunque la escritura científica no se constituya a partir de la trama, de todas maneras, al narrar sus explicaciones, como que no deja de aludir un origen, el big bang, incluso un final del universo, el big crunch. Sin embargo, estos parecidos no confirman una relación estrecha de la escritura científica con la narrativa, por lo menos literaria. Puede haber relaciones a distancias, por analogías.

Ahora bien, ¿en la escritura científica se expresa el sentido inmanente del acontecimiento? ¿Por ejemplo, una ley física es la expresión del sentido inmanente del acontecimiento físico? Aunque no se exprese la teoría científica de esa manera, parece que es la pretensión subyacente de la teoría científica, al querer explicar no solo el fenómeno físico sino el acontecimiento físico. Si la ley física fuera, no necesariamente el sentido inmanente del acontecimiento físico, sino una aproximación buena, entonces la fenomenología empieza a salir del problema mentado.
Pero, volvamos a la narración. ¿Puede darse una narración sin trama? En otros ensayos, dedicados a la novela de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, dijimos que estamos ante una prosa que parece no construirse en una trama, sino en varias; es más, que se mueve en entramados sin desenlaces. Como se podrá ver, la novela, que es como el modelo de la narrativa moderna, puede desplazarse, hasta convertirse en una “novela” sin trama, sino mas bien, entramados. Con esto habríamos llegado a no solo la posibilidad sino a la realización de una narrativa que ha roto con el arquetipo inicial del mito.

Paul Ricoeur nos expone, en los tres tomos de Tiempo y narración, la teoría de la narración, partiendo de la teoría aristotélica del mito, es decir, de la composición de la trama, además de considerar la teoría del tiempo de San Agustín. Aunque en Tiempo y narración se complejiza el manejo de la trama, sobre todo respecto a la problemática del tiempo, hasta el punto de poner en cuestión la trama misma, avanzando, en el estudio de la narrativa moderna, a composiciones complejas de tramas entrelazadas y movedizas, además de desplazarse a manejos alternativos y casi simultáneos del tiempo, de todas maneras, se tiene como referencia el nacimiento mismo de la narrativa, el mito. El sentido inmanente, incluso como eventualidad, plantea otras posibilidades de realización de la construcción de la narración. Por eso, puede ser sugerente volverse a preguntar ¿qué es la narración?

Para responder a la pregunta debemos considerar no solamente las narrativas escritas, sino las narrativas visuales y audiovisuales, además de lo que hemos llamado las pre-narrativas fácticas. Por otra parte, es menester también considerar los registros no solo humanos, documentados o no, sino los registros biológicos y geológicos, aunque no sean narrativas.
Hipótesis prospectivas sobre las narrativas inherentes

1. Todo ser orgánico interpreta su propio acontecer, incluyéndose como parte de los entornos, en un juego dinámico de autorreferencia y hetero-referencia. Desde la perspectiva de la teoría de sistemas, los sistemas se relacionan, se interpretan, se auto-penetran, prestando uno su propia complejidad para ser interpretado.

2. Los seres humanos, además de interpretar, narran sus interpretaciones. Construyen sentido relativas a sus experiencias singulares recurriendo al arquetipo del mito, que supone un origen y una finalidad, incluso un fin.

3. Se han clasificado distintos tipos de narraciones, sobre todo en literatura, tragedia, drama, comedia, epopeya, novela, atribuyéndoles distintas configuraciones y características, dependiendo de lo estructuralmente conforman. Podemos ampliar la clasificación, sobre todo si salimos del campo literario y entramos a otros campos donde se despliegan otras narraciones. Pero, lo que importa es qué es lo que se busca al narrar. Si decimos que se busca el sentido y después construir el sentido, sobre todo expresarlo, entonces la narración resulta ser un instrumento hermenéutico por excelencia.

4. En parte, la búsqueda del sentido aparece como búsqueda del tiempo perdido, como lo hace Marcel Proust, entonces, en este caso, la búsqueda del sentido es como un viaje por el pasado, es decir, por la experiencia sedimentada, a través de las dinámicas de la memoria.
5. En la narrativa que deviene del arquetipo del mito, es decir, de la trama, el tiempo se convierte en el substrato donde ocurren los hechos. La narración, entonces, es como un viaje por el tiempo. La narración fija el tiempo, por así decirlo, en la escritura; lo retiene, para trabajarlo en sus flujos y desplazamientos, detenidos como fotografías.

6. Considerando provisionalmente, la tesis de Emmanuel Kant de que el a priori del tiempo corresponde a la experiencia de la interioridad y el a priori del espacio corresponde a la experiencia de la exterioridad, podemos conjeturar que la narración narra la experiencia de la interioridad recurriendo a las huellas que imprime la experiencia de la exterioridad.

7. Para decirlo con metáforas fuertes e ilustrativas, podemos enunciar que la narración es experiencia concentrada. Experiencia expresada en la escritura que conforma su arquitectura a partir del arquetipo del mito. Pero también, considerando otras alternativas de modelo, se entiende que la narración expresa la experiencia, convertida en escritura enlazada a entramados alternativos.

8. Si hablamos de otras materialidades narrativas, más acá y más allá de la escritura, los distintos recursos narrativos siempre tienen como substrato la experiencia. No dejan de ser concentraciones o coagulaciones de la experiencia.

9. Resumiendo, estamos ante el siguiente cuadro: experiencia, memoria, interpretación y narración. Donde la experiencia es el substrato dinámico de las huellas impresas en el cuerpo; la memoria corresponde al registro, mejor dicho, al registrar dinámico del cuerpo; la interpretación corresponde a la codificación-decodificación dinámicas del cuerpo; la narración corresponde a la producción expresiva del cuerpo.

[1] Bibliografía: Martínez Jiménez, José Antonio; Muñoz Marquina, Francisco; Sarrión Mora, Miguel Ángel (2011). «La narración (I). La acción narrativa». Lengua Castellana y Literatura (Akal edición). Madrid: Akal Sociedad Anónima. p. 343. https://es.wikipedia.org/wiki/Narraci%C3%B3n.

[2] Bibliografía: F. de Saussure,curso de lingüística general, éd. Payot, (1913)1995. Fodor, Jerry A.; & Katz, Jerrold J. (Eds.). (1964). The structure of language. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall. Lakoff, George. (1971). On generative semantics. In D. D. Steinberg & L. A. Jakobovits (Eds.), Semantics: An interdisciplinary reader in philosophy, linguistics and psychology (pp. 232-296). Cambridge: Cambridge University Press. Pustejovsky, James. «The generative lexicon». Computational linguistics (MIT press) 17 (4): 409-441. https://es.wikipedia.org/wiki/Significado.


https://clajadep.lahaine.org