Se esperaba multitudinaria, pero ni los más optimistas habrían apostado un euro por que ayer la vieja Edimburgo se mostrara como se mostró: abarrotada, efervescente, llena de banderas escocesas, catalanas e ikurriñas –en menor medida–, entre otras
Gara
2018/10/07
MANIFESTACIÓN INDEPENDENTISTA EN EDIMBURGO
«HAY APETITO Y MANDATO PARA UN SEGUNDO REFERÉNDUM, ¡HAGÁMOSLO!»
LA VIEJA EDIMBURGO FUE TESTIGO AYER DE LA MARCHA MÁS MULTITUDINARIA NUNCA ANTES VISTA EN EL PAÍS A FAVOR DE LA INDEPENDENCIA, DONDE UNAS 100.000 VOCES INSTARON AL SNP A CONVOCAR SIN MÁS DEMORA LA SEGUNDA CONSULTA. «NOS PEDISTEIS APOYO Y OS LO DIMOS. TENÉIS EL MANDATO PARA ELLO, ¡UTILIZADLO!».
«Escoceses, catalanes, flamencos, corsos, vascos… Tenemos que sincronizar nuestros relojes, juntos somos mucho más fuertes», apremió López de Lacalle, que intervino en el acto final
«¿Qué vamos a responder cuando los unionistas nos digan que no podemos convocar un nuevo referéndum? ¡Sí, claro que podemos!», exclamó el vicepresidente del SNP
Se esperaba multitudinaria, pero ni los más optimistas habrían apostado un euro por que ayer la vieja Edimburgo se mostrara como se mostró: abarrotada, efervescente, llena de banderas escocesas, catalanas e ikurriñas –en menor medida–, entre otras. En unas latitudes en las que la movilización social tiene una traducción práctica diferente a la nuestra, que una manifestación llegue a congregar a unas 100.000 personas –según datos confirmados por la Policía escocesa– exige una reflexión. Más cuando uno empieza a acostumbrarse mal: fueron 60.000 en Glasgow el pasado mes de mayo los que se manifestaron por la independencia, 10.000 en Dumfries a comienzos de junio, 20.000 en Bannockburn a finales del mencionado mes, 14.000 en Inverness en julio y 16.000 en Dundee en agosto.
La organización responsable de todas esas movilizaciones, All Under One Banner –todos bajo una misma bandera– llegó a afirmar que la de ayer fue la movilización más multitudinaria jamás realizada en Escocia a favor de la independencia, que es mucho decir. Lo cierto es que los manifestantes colapsaron por completo la Royal Mile de Edimburgo –arteria central de la Parte Vieja de la ciudad–, desde donde transcurrió la marcha.
Con puntualidad británica –si se me permite la expresión–, y tras un silencio ensordecedor, las primeras notas de Flower of Scotland –la flor de Escocia, himno nacional del país–, anunciaron el inicio de la manifestación. Los asistentes, parados en un punto entre el Castillo de Edimburgo y la catedral de St Giles, emprendieron la marcha hacia el Parlamento escocés, desde donde accederían a Holyrood Park –parque que da nombre a su vez al Parlamento–.
Durante el transcurso de la marcha apenas se escucharon gritos o proclamas; eran los gaiteros quienes con sus notas difundían el mensaje de los asistentes. Pocas melodías como las de Scotland the Brave –la brava Escocia– tienen tanto significado político. Cuando intermitentemente estos dejaban de sonar, se alzaban voces que decían: «¿Qué es lo que queremos? !Independencia!». Pocas palabras y mensaje de calado en la manifestación de ayer.
«Casi independientes»
A pesar de la prohibición de Historic Environment Scotland –responsable de la gestión del parque– de usar Holyrood Park para el acto final, los organizadores de la marcha contaron con el beneplácito de la Policía y del Ayuntamiento de Edimburgo para ello. Cabe destacar que la capital de Escocia apenas cuenta con espacios abiertos en los que decenas de miles de personas puedan congregarse, y Holyrood Park es uno de los pocos.
Los actos finales en Escocia se parecen a un micrófono abierto, donde cada uno puede expresarse tanto y como quiere –o al menos hasta que uno de los organizadores intervenga–. Por suerte, el de ayer fue un acto más organizado, en el que las intervenciones políticas se entrelazaron con actuaciones musicales. Los manifestantes, por su parte, se relajaron en el verde del parque, en plan picnic, mientras escuchaban las alocuciones de los protagonistas.
Entre los que intervinieron se alternaron políticos de carrera como Keith Brown o Tommy Shepard –ambos del SNP– con activistas sociales, que entre otros temas denunciaron la tasa de pobreza infantil en Escocia –del 24% según apuntaron– o el impacto negativo del Brexit en el porcentaje de enfermeros europeos que trabajan en la NSH escocesa: «No les importamos y tampoco les importa la Unión [de Gran Bretaña]. ¿Por qué a nosotros nos debería de importar? [A causa del Brexit] Estamos perdiendo enfermeros, no se sienten bienvenidos aquí». La misma voz añadió que la movilización de ayer no convierte los noes del referéndum de 2014 en síes, «pero la energía que se palpa aquí debemos emplearla para hablar con la gente, y hablar de manera educada».
Keith Brown, vicepresidente del SNP, hizo un discurso partidista, pero acabó metiéndose a la multitud en el bolsillo cuando se preguntó qué harán en caso de que desde Westminster se vete una futura convocatoria de referéndum de independencia: «Les diremos que sí, que lo podemos hacer». El del SNP sentenció su intervención con un «somos casi independientes».
Pero también hubo quien no fue condescendiente con la formación gobernante en Escocia: «Sabemos que el SNP no es el movimiento independentista, pero tenemos que reconocer que es suyo el liderazgo político. Por eso les hago un llamamiento. Nos pedisteis apoyo y os lo dimos. El momento está llegando y tenéis el mandato para ello [convocar la segunda consulta]; !utilizadlo! Éramos un 23% cuando empezamos, y al referéndum llegamos con el apoyo del 45%. Ahora rondamos el 50%, y si hacemos una campaña energética tendremos el apoyo del 60% para marzo del año que viene. Hagámoslo, hagámoslo en marzo del año que viene».
Hasta una representante vasca intervino en el acto final de la manifestación. Fue Lorena López de Lacalle, responsable de Política Internacional de EA, que llamó a los pueblos escocés, catalán, flamenco, corso y vasco a «sincronizar relojes. Juntos somos mucho más fuertes»