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Argentina, crisis económica y pobreza: el regreso del trueque

La Tercera :: 08.10.18

Pantalones por arroz o “remeras” por azúcar. Un pack de leche en polvo, más cereales, puré en caja o hierba mate a cambio de un par de zapatillas. Todo eso y mucho más es lo que se permuta por estos días en las ferias de trueque en Argentina. Una práctica que día a día recobra fuerza, en medio de los problemas económicos que impactan a los transandinos, tal como ocurrió durante la crisis de 2001.
“Antes iba poco porque estábamos más o menos bien, incluso lo hacía para husmear por si encontraba cosas lindas, pero ahora que estamos necesitados voy mucho más seguido”, cuenta a La Tercera Romina Mansilla, dueña de casa de 37 años y residente de Guernica, en la zona sur de Buenos Aires. “Está mal el país, aunque no quieran reconocerlo los que gobiernan, y esto no va a mejorar.

El retorno del trueque a la Argentina de Macri

Autor: Catalina Göpel
La Tercera
LUN 8 OCT 2018

LUNES Y VIERNES, CIENTOS DE PERSONAS LLEGAN HASTA LA PLAZA LA YAYA, CON EL OBJETIVO DE PERMUTAR ROPA O ALIMENTOS.
Si bien muchos insisten en que nunca desapareció, la práctica recobra popularidad impulsada por la necesidad frente a los desórdenes económicos, tal como ocurrió durante la crisis de 2001.
Pantalones por arroz o “remeras” por azúcar. Un pack de leche en polvo, más cereales, puré en caja o hierba mate a cambio de un par de zapatillas. Todo eso y mucho más es lo que se permuta por estos días en las ferias de trueque en Argentina. Una práctica que día a día recobra fuerza, en medio de los problemas económicos que impactan a los transandinos, tal como ocurrió durante la crisis de 2001.

“Antes iba poco porque estábamos más o menos bien, incluso lo hacía para husmear por si encontraba cosas lindas, pero ahora que estamos necesitados voy mucho más seguido”, cuenta a La Tercera Romina Mansilla, dueña de casa de 37 años y residente de Guernica, en la zona sur de Buenos Aires. “Está mal el país, aunque no quieran reconocerlo los que gobiernan, y esto no va a mejorar. Antes vivía mejor, y no es porque defienda a Cristina (Fernández), pero me podía dar unos gustos”, agrega.

Todos los días, a las 6.00, Romina se levanta para preparar el desayuno y acompañar a sus cuatro hijos -de entre 10 y 17 años- al paradero a tomar el colectivo para ir a la escuela. Si bien su esposo, Bruno Mendoza, de 36 años, trabaja como guardia de seguridad, con su sueldo no les alcanza para pagar las cuentas y menos para comprar los productos básicos en el supermercado. Utiliza, además, gas envasado porque no puede pagar el servicio de gas natural y desde hace unos meses vive “enganchada” al sistema eléctrico porque le cortaron la luz por impago.

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“Hago las cosas en mi casa y a las 14.00 empiezan los trueques. Tengo uno todos los lunes. Agarro la bicicleta y cargo las cosas para canjear. Después tengo otro los viernes en la plaza de al frente. Entonces cruzo y pongo mi puestito con una sabanita en el pasto con todas las cosas que tengo para cambiar”, dice Romina.

Las ferias de las que habla Romina son organizadas por su cuñada, Verónica Mendoza, quien hace dos años se transformó en administradora del trueque. Lo más novedoso de esta antigua práctica de intercambio de bienes materiales o servicios, es que ahora se estructura a través de Facebook. “Canje por mercadería Plaza La Yaya” es el nombre del grupo, que ya cuenta con 370 miembros, donde algunos ofrecen sus productos y otros se inscriben y luego los van a buscar los lunes o viernes, de 14.00 a 16.00, en la misma plaza del barrio La Yaya en Guernica.

De crisis en crisis
De niña, Verónica Mendoza (39 años) acompañaba a su madre a las ferias de trueque en Buenos Aires. Las necesidades frente a los problemas económicos de la época la llevaban a utilizar este sistema para conseguir alimentos, ropa y cualquier otra cosa que les faltara en casa. Años más tarde, y luego de perder su trabajo, Verónica encontró en este nicho una nueva oportunidad para salir adelante.

“Cuando comencé, tenía feria una vez por semana, pero como ahora hay más familias que vienen tuve que agregar otro día, y así pasamos de los viernes también a los lunes”, explica Verónica a La Tercera, y agrega que además coordina otra feria cerca del centro los martes, frente al edificio gubernamental de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses), en la plaza Díaz Vélez.

“La gente tiene millones de problemas. Por ejemplo, mi marido hace un año que está sin trabajo en la Argentina, y yo me quedé sin ingreso social. Ahora vivo de los trueques todas las semanas”, cuenta.

Los reiterados tarifazos a los servicio básicos, la inflación que podría alcanzar un 42% en 2018, el desempleo que toca el 9,1%, y una cifra de pobreza que afecta al 27,3% de la población, son solo algunos de los problemas que enfrentan los argentinos, al tiempo que el gobierno del Presidente Mauricio Macri insiste en que podrá contener la tormenta.

“No da para más”
“Con la situación actual, llegan personas que a veces no tienen ni para un paquete de azúcar o un pañal para sus hijos. Entonces, muchas veces juntamos algunos productos o un poco de dinero y les ayudamos, porque no solamente venimos, ponemos las mantas, canjeamos y nos vamos”, comenta Verónica.

Tanto Romina como Verónica cuentan que cuando comenzaron, las ferias en Guernica convocaban cerca de 30 mujeres. Sin embargo, durante las últimas semanas han superado las 150 e incluso 200 personas, entre madres, jóvenes, e incluso hombres que se han quedado sin trabajo y han tenido que comenzar a permutar.

“Para que el trato sea justo, por ejemplo, si llevan una cama piden el equivalente en mercadería, verduras, un poco de pollo o carne y con eso tienen”, cuenta Verónica Mendoza.

Claudia Chanampa, de 48 años, es madre de 11 hijos, a los que cuenta ha criado sola y casi sin ayuda ya que desde hace “muchísimos años” es cartonera -como ella misma se define-, y eso le ha permitido salir adelante. “La situación viene muy mala. Todo carísimo y tratamos de sobrevivir”, comenta a La Tercera.

De lunes a viernes, su rutina se centra en la zona de San Telmo, donde recoge ropa, calzado, alfombras o televisores. Todo lo que los porteros de los edificios que la conocen le dejan en el camino. “Esas cosas las cambio por alimentos, porque hoy la gente le da un valor mayor al azúcar, por ejemplo. Ahora no solo hay un interés, es una obligación, porque ya no sabes si pagar luz, gas o comer”, concluyó.


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