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Venezuela desde adentro. Comentarios

Varios autores :: 23.10.18

Diversos analistas comentan el libro, entre ellos Maristella Svampa.

ÍNDICE
Contenido
Comentarios a los trabajos sobre conflictos socioambientales y minería
Laura Rodríguez 4
Leonardo Luna 6
Maristella Svampa 8
Karin Gabbert 12

Comentarios a las investigaciones sobre poder popular
Klaus Meschkat 16
Alejandro Mantilla Quijano 19
Miriam Lang 24
Mario Rodríguez 28
Raúl Zelik 34
Comentarios al estudio sobre mujeres y políticas públicas
Kristina Dietz 44
Uli Brand 46
COMENTARIOS A
LOS TRABAJOS SOBRE CONFLICTOS
SOCIOAMBIENTALES Y MINERÍA

Laura Rodríguez
Maristella Svampa
Leonardo Luna
Karin Gabbert

E
l texto presenta una cartografía de los conflictos socio-ambientales en Vene-
zuela. El autor mapea geográficamente 21 conflictos, distinguiendo las poblaciones implicadas y el commodity sobre el cual se plantean disputas ecológico-distributivas. Las actividades mineras subyacen a la mitad de los conflictos identificados, doblando en cantidad a aquellos vinculados con la explotación petrolera. En todos, el Estado es el actor clave que impulsa las actividades que generan rechazo y resistencias de parte de los llamados ecologismos populares venezolanos. Prontamente, la lectura del texto nos enfrenta con una conclusión tajante: existe una marcada injusticia ambiental en el proceso bolivariano. Quiero destacar cuatro aspectos:
a) En primer lugar, el trabajo plantea que la Revolución Bolivariana estaría atravesada por un “dilema ecológico” planteado por la presencia simultánea, por un lado, de un conjunto de principios y derechos alemanes en la Constitución de 1999, en políticas públicas y en el discurso sobre el “ecosocialismo” y, por otro lado, por la intensificación del extractivismo. No obstante, el balance de los conflictos ecológicos que presenta el
Sobre la investigación
“Naturalezas y territorialidades en disputa”*
Por Laura Rodríguez
texto apunta más bien a una abierta contradicción que deja atrás tal dilema y que por el contrario evidencia una decidida opción por el desarrollo entendido como crecimiento económico sustentado en la extracción de materias primas. En este punto, considero importante asumir las derivas neoextractivistas y desarrollistas del proyecto bolivariano en su fase “caotizante”.

* Naturalezas y territorialidades en disputa: Los ecologismos populares venezolanos y el eco-socialismo realmente existente en la Revolución Bolivariana, de Emiliano Teran Montovani, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
b) Un segundo punto es que tal resolución en favor de una ampliación de la frontera extractiva amenaza con terminar de socavar definitivamente la base territorial y los modos de vida de los pueblos indígenas. Ya Edgardo Lander se ha referido a esto como un “etnocidio indígena” refiriéndose a las previsibles consecuencias de la implementación del Arco Minero del Orinoco (aquí vuelvo a preguntarme si hablar de un dilema ecológico en la revolución bolivariana tiene realmente sentido). Este es un hecho revelador en varios planos. Por un lado, interpela sobre las subjetividades transformadoras, por aquellas involucradas en los conflictos, pero también sobre las ausencias. El artículo señala una significativa participación indígena en los 21 conflictos identificados: en casi la mitad,
Laura Rodríguez
como protagonistas y también en articulación con otros grupos. Es decir, solo 2% de la población venezolana que se autoidentifica como indígena resulta en el grupo social que más demanda justicia ambiental a pesar de ser invisibilizado tanto por la gran mayoría de los medios de comunicación estatales y privados, como por el propio gobierno que despliega ingentes recursos públicos para cooptar y dividir a los pueblos indígenas, o persuadirlos a través de comida, bloques, techos de zinc o maquinaria agrícola para de esta forma asimilarlos e incorporarlos a las valoraciones hegemónicas en el país, como bien señala el autor en su texto. Ciertamente este hecho interpela sobre los sentidos comunes en la Venezuela petrolera y las posibilidades de construcción de una subjetividad alternativa y verdaderamente ecosocialista. Trabajos complementarios en esta dirección podrían aportar mucho en la construcción de futuras estrategias políticas contrahegemónicas en este sentido.
c) Un tercer aspecto tiene que ver con
la dimensión de la territorialidad. Considerando el objetivo de estudiar las dinámicas de distribución ecológica en la producción de territorios y territorialidades, me parece fundamental hacer un puente más explícito entre los dispositivos de asimilación de conflictos de parte de las instancias de gobierno y sus implicaciones para las territorialidades locales. ¿Qué significan los proyectos extractivos en conjugación con el despliegue de dispositivos estatales de neutralización de conflictos y las dinámicas de extractivismos paraestatales ilegales y violentos para los territorios entendidos como espacios de reproducción cultural que incluyen dimensiones espirituales, de comunidad y cuidado mutuo? Uno de los dramas de la Revolución Bolivariana es probablemente haber fallado en la superación de la concepción colonial del subsuelo, por un lado, y de la noción monocultural y homogeneizante de pueblo, elementos enlazados de manera mortífera en el caso de los pueblos indígenas. Esto en abierta contradicción con el reconocimiento constitucional de su derecho como pueblo a obtener la propiedad colectiva de sus “tierras y hábitat ancestrales” como sanciona el artículo 19 de la Constitución a través de un proceso de demarcación saboteado por las instancias gubernamentales durante los últimos 18 años.
d) Un cuarto punto que quisiera resaltar es el esfuerzo simultáneo de este trabajo por explorar los llamados ecologismos populares, en un movimiento analítico que conjuga preocupaciones de “rojos” y “verdes”, y que concretamente aporta en la dirección de ecologizar a la izquierda. El texto muestra conocimiento de la complejidad social venezolana, al tiempo que indaga en las valoraciones de la llamada naturaleza que exhiben los diversos actores, sus métodos de acción y territorialización desde una aproximación que rescata elementos de la teoría de movimientos sociales. Un abordaje complementario de tipo etnográfico sobre los diversos casos presentados enriquecería el análisis en el sentido de la antropología de los ecologismos populares venezolanos que plantea el título del artículo.
Finalmente, plantearía una pregunta en relación con las particulares características del petroestado en el periodo de la Revolución Bolivariana: ¿qué implicaciones tiene entonces el análisis de las luchas subyacentes a los 21 conflictos en nuestra mirada sobre el petroestado venezolano?
U
n agradecimiento especial a Emiliano por la construcción de un documento
cargado de investigación profunda y rigurosa que me permite, como ignorante de la situación venezolana, entenderla desde una óptica crítica y a su vez propositiva del escenario nacional en los debates de los ecologismos. Sin desapegarme de mi terruño de país pude ir comparando nuestras realidades, desde una lógica que atraviesa los sueños y utopías más apasionadas, descarnadas y racionales de los otros mundos posibles y por qué no, de un mundo socialista.
Enarbolar esta consigna, sobre este texto, tiene sentido solamente en la lógica de “todos los pueblos del mundo”, no como una particularidad, varias particularidades o la solidaridad altruista y asistencial de un pueblo con otro desde lejos que “ayuda” a los demás, sino desde la identidad revolucionaria que nos hermana en un solo pueblo, y que ve el bienestar de toda la población en el papel geoestratégico de nuestros países a contramano de la acumulación capitalista de los países imperialistas y que como bien señala Emilio, nos hace a todos “defensores de la vida”. Así, cobra vital importancia el
Comentario al texto
“Naturalezas y territorialidades en disputa”*
Por Leonardo Luna
propósito de este encuentro para entender de forma crítica y autocrítica los aprendizajes para caminar por las sendas de la liberación popular.
En tal sentido, tengo que aportar más en forma de preguntas, que de afirmaciones.
Considero que, aunque el texto toca someramente el no autoabastecimiento alimentario de Venezuela, por no ser su propósito de investigación, sí me parece clave entender: ¿Qué ha pasado con las apuestas de activación del agro en este país y cómo sostener en el corto plazo al país que no posee una cultura de producción alimentaria y de otros productos de la canasta básica familiar? Más aún por la complejidad del momento y lo que podría ser una política agroalimentaria que confronte el modelo rentista y civilizatorio, así lo vivimos desde Colombia desde los Territorios Campesinos Agroalimentarios.

* La investigación Naturalezas y territorialidades en disputa: Los ecologismos populares venezolanos y el eco-socialismo realmente existente en la Revolución Bolivariana, de Emiliano Teran Montovani, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf.
Al final del texto se menciona que el mayor porcentaje de resistencia en las injusticias ambientales desarrolladas son las de la población indígena (3 % de la población del país), se resalta que cuentan con otra cosmogonía y que pueden ofrecer alternativas al modelo civilizatorio y rentista petrolero.
Leonardo Luna
¿Esto cómo se entiende para el grueso de la población? ¿Cómo potencializarlo en un consumo urbano desaforado que nos da cuenta de unas lógicas de consumo que vienen de consolidarse históricamente? Como un ejemplo cercano tenemos la migración en Colombia donde todos los días en los transmilenios hay personas venezolanas diciendo “que se van para Colombia porque no pueden comprar todo lo que allí sí”, es decir, lo que el capitalismo nos ofrece y que también consumimos los de izquierda. ¿Es el “Patrón desarrollista que permeó el ideal revolucionario”? o ¿el ideal revolucionario no se ha desarrollado con otras lógicas de consumo y sobre todo de producción?
En tal sentido, ¿estos proyectos son un “asalto final a los pueblos indígenas y las últimas áreas protegidas en el país” como una afectación para la vida del conjunto del pueblo venezolano y del mundo por ser áreas estratégicas que defender, o porque no logran incluir a los pueblos indígenas en las lógicas desarrollistas de explotación comunitaria para un desarrollo propio como el ejemplo del pueblo indígena que ocupó la mina de Tonoro para una explotación autónoma? ¿Este tipo de ejercicios autónomos entran dentro de la lógica de minería ilegal que denuncia el artículo, pero que son una posibilidad legítima de las comunidades?
Entiendo que la guerra económica de Venezuela no sucede por variables económicas sino por variables políticas, dadas las sanciones económicas de los Estados Unidos, en tal sentido ¿cuál sería la mejor forma de salir de la crisis?, ¿qué alternativa hay a las Zonas de Desarrollo Estratégico Nacional (ZDEN)?
Sumada a la pregunta anterior, sobre las sanciones norteamericanas y una posible intervención militar gringa, ¿cuál es el problema de las “lógicas de militarización y securitización” del país? Este elemento y el de la violencia ¿cómo juega en la defensa del territorio y los bienes comunes? Citando el mismo ejemplo de la ocupación de la mina y la retención de 22 militares.
Al ser este un tema complejo, pero muy importante en las lógicas del poder, se requiere entender de la manera más detallada, por la geopolítica y la matriz energética mundial, al respecto pregunto: ¿Cómo es la alianza directa y formal del sector militar con las transnacionales, en términos de participación porcentual en la empresa Camimpeg u otras y la participación del Estado? ¿Cuándo se mencionan los grupos armados (aparte del Estado)?, ¿cuáles son y a qué intereses favorecen?, ¿qué otros ejércitos existen?, ¿hay guerrillas y paramilitares?
En Colombia han venido funcionando las consultas populares para que las comunidades locales se pronuncien mayoritariamente en contra de los proyectos extractivos. ¿Cuál es el comportamiento de las localidades venezolanas alrededor de estas matrices de poder territorial? Y ¿cómo se entiende el problema del extractivismo en los poderes regionales a partir de las últimas elecciones? En el entendido de que en varias ocasiones han sido las autoridades locales quienes han facilitado las consultas populares, a veces por intereses particulares y a veces plegados a los intereses del pueblo ¿qué papel han jugado las Comunas en este escenario?
Finalmente, me parece muy interesante el comparativo de los impactos de explotación minera y petrolera. Agradezco nuevamente al autor el esfuerzo tan grande para ubicar contradicciones y potencialidades del actual Gobierno en Venezuela.
A
ntes que nada, quisiera subrayar la calidad de ambas investigaciones, tanto
desde el punto de vista analítico como empírico. Sin duda, constituyen un aporte valioso a la comprensión de un fenómeno de carácter complejo y aluvional, a saber, la evolución de la minería artesanal, su relación con el aumento de la violencia y la emergencia de estructuras criminales paraestatales.
Agradezco la oportunidad de leer y comentar estos trabajos, pues no sólo nos iluminan sobre dinámicas puntuales (la minería artesanal/ilegal, a pequeña escala), sino también sobre dinámicas sociales más generales, aún si lo hacen a través del análisis de los “márgenes” y no del “centro”.
Ambos textos se proponen explicar el fenómeno de la violencia asociado a la minería artesanal/ilegal. En ello presentan varios puntos comunes: • Función instrumental de la violencia.
• Análisis de un proceso de reconfiguración territorial que va más allá de la desorganización social y la destrucción de lazos comunitarios.

Sobre los artículos
“Dinámica de la minería a pequeña escala como sistema emergente”* y “No todo lo que mata es oro”**
Por Maristella Svampa
• Emergencia de un nuevo orden, expresado en estructuras criminales paraestatales similares a las del narcotráfico.
En función de esta consideración, quisiera hacer algunos comentarios generales y puntuales sobre la relación minería-violencia.
Dinámica de la minería a pequeña escala como sistema emergente. Dislocaciones y ramificaciones entre lo local y lo nacional
Considero muy interesante el análisis sobre la consolidación de estructuras criminales paraestatales, que tienen como contracara la incompetencia del Estado, en su incapacidad de regular y de proteger a las poblaciones (por déficit) y por exceso (abuso, agresiones, despojo). Asimismo, aunque no lo desarrolle, el trabajo establece la diferencia entre explotación petrolera (mayor presencia estatal) y la minería (que circula por redes más desreguladas).
1. Si bien el trabajo realiza un excelente ejercicio etnográfico, creo que hubiera sido interesante hacer alguna referencia a

* La investigación “Dinámica de la minería a pequeña escala como sistema emergente. Dislocaciones y ramificaciones entre lo local y lo nacional”, de César Romero y Francisco Ruiz, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
** La investigación “No todo lo que mata es oro. La relación entre violencia y rentas mineras en el sur del estado Bolívar”, de Andrés Antillano, José Luis Fernández-Shaw y Damelys Castro, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).

la cadena de comercialización, en relación a la minería artesanal, para dar cuenta de modo más global de los actores presentes en el conjunto del proceso. En el análisis están presentes los trabajadores mineros (se alude a las diferentes procedencias geográficas), se analiza el tipo de control moral y territorial instalado por la banda criminal: ¿Quiénes son los compradores?, ¿cuál es el rol de los municipios y de los estados?, ¿cuáles son los circuitos y los actores sociales y económicos por los cuales ese mineral se compra y exporta a otros países? Como se señala, no están presentes las compañías megamineras; pero ¿existe presencia de capital transnacional en este proceso?
b) Sería interesante profundizar en las
transformaciones de la subjetividad popular en un contexto de consolidación de una territorialidad criminal, asociada a un “orden moral”. Hay elementos de valoración positiva respecto del orden impuesto por la banda criminal en el caso que se analiza. ¿Hay otras opciones de disputa de la subjetividad? –una es el Estado, pero éste no aparece si no por exceso o por defecto–. ¿Algún otro tipo de organización social y/o religiosa?
c) Si bien el trabajo enfatiza el rol de la
renta extraordinaria y las desigualdades sociales, para explicar el fenómeno de la violencia, en contrapartida minimiza la relación entre violencia y extractivismo. En esa línea, pese a que solo se lo menciona al final, de modo crítico, considero que hay una lectura reduccionista de aquellas interpretaciones que plantean una relación “inherente” entre extractivismo y minería. En realidad, entiendo que se están eliminando las mediaciones conceptuales de este planteo. Dicho de otro modo; en general no se afirma que “la minería sea causa de la violencia”, lo que se afirma es que “sí lo es el tipo de territorialidad que la minería genera”. Los territorios extractivos adoptan una configuración propia (cadenas de violencia), diferente a los territorios no extractivos. Los enclaves extractivos muestran la exacerbación de problemáticas sociales ya existentes en la sociedad (disparidades salariales, precios altos, diferentes adicciones, criminalidad, prostitución, a lo que hay que añadir, más recientemente, la trata). En otros términos, este tipo de configuración socio-territorial puede ser leída como una “figura extrema”, caracterizada por la desorganización social, por la desigualdad, por la sobreapropiación máxima, por el reforzamiento de la matriz de dominación patriarcal, lo cual potencia las cadenas de violencia ya existentes en la sociedad.
De todas maneras, el caso analizado implica un escalón, un cambio cualitativo, que se instala más allá de lo que denominamos como cadena de violencia. Queda claro que el tipo de violencia que analizan los autores “no es subsidiaria de la organización social y del quiebre de los vínculos comunitarios, sino una dirigida a imponer un orden criminal y controlar los territorios y las poblaciones que lo ocupan y explotan”. Es un orden social en sí mismo.
Sobre “No todo lo que mata es oro. La relación entre violencia y rentas mineras en el sur del estado Bolívar”:
A diferencia del primer trabajo, que es de carácter etnográfico, esta segunda investigación presenta otras aristas, de tipo más histórico y comparativo. Aparecen así comparaciones con otros países (Colombia, Perú, Guatemala), a la hora de leer las características de los grupos criminales y el tipo de orden social instituido. Hay mucha e interesante bibliografía incluida sobre otros casos, así como referencias más precisas a los procesos de captura y transformaciones del Estado. Asimismo, al principio se plantea una lectura que enfatiza el desdibujamiento y pérdida de la tradición minera, en función de la emergencia de un nuevo orden, que va acompañado de nuevas prácticas, mas depredadoras en lo ambiental.
a) ¿Cuán presente está en el discurso del Gobierno la idea de que la minería a gran escala viene asociada a mejores condiciones laborales y ambientales que la minería artesanal? Por ejemplo, en Ecuador y en Perú, esto aparece de manera constante a la hora de justificar la megaminería y el cambio de normativa para la misma.
b) No queda claro de qué modo aparece la vinculación con el capital transnacional en la construcción de este nuevo orden, si es que lo hay.
c) Aparece mencionada (en ambos tra-
bajos) la expulsión de las transnacionales y el rol desestabilizador que tuvo el Plan Caura durante la primera fase del Gobierno chavista (antes de la crisis). Aún si se mencionan sus consecuencias, habría tal vez que incluir más información sobre las características de la política chavista en relación a la minería.
Tradicionalmente América Latina ha presentado el doble rostro de Jano: es territorio de grandes solidaridades, por la vía de la auto organización colectiva y la resistencia social, pero también es territorio de violencias extremas, bajo sus diferentes formas, muy especialmente a partir de la expansión de las redes del narcotráfico y la economía informal/ilegal. Cuando leía información sobre las concesiones mineras otorgadas a las grandes corporaciones transnacionales en el llamado Arco minero del Orinoco, entendía que la apuesta del actual Gobierno de Maduro a la explotación minera a gran escala, en manos de grandes corporaciones, se insertaba en una línea más clásica de ampliación de la frontera extractivista, por la vía de la incorporación de nuevas fuentes de divisas (en clave de renta extraordinaria), la diversificación del modelo extractivista; a lo cual hay que añadir, por supuesto, como elemento diferencial respecto de otra situación, el contexto de la enorme crisis –no solo económica y financiera– que atraviesa el país.
Leyendo los dos trabajos, nos encontramos con que los estados que el Arco minero del Orinoco abarca, lejos de ser territorios en los cuales se preservan modos y estilos de vida, economías otras, cosmogonías y prácticas culturales ligadas a pueblos originarios y campesinos, más bien son, desde hace varios años, el escenario de un intenso y violento proceso de reconfiguración territorial. Este proceso aparece completamente desligado a la emergencia –más o menos débil o fuerte, según los casos– de territorios de solidaridad, para acercarse mucho más al de un contexto de colonización de la sociedad por la violencia y la economía criminal, como es el caso de México, país que en los últimos años ha sufrido un proceso de descomposición por la vía de la violencia en manos de poderosos sectores del narcotráfico.
Es cierto que la emergencia de estructuras criminales ligadas a la minería artesanal/ilegal, no es una figura específica de Venezuela, pues algo similar –como dicen los autores del segundo trabajo– podemos encontrar en la frontera amazónica, en Perú, o también en Colombia. Sin embargo, pareciera ser que en Venezuela asumen rasgos más contundentes, pues están ligados al proceso de descomposición del Estado (lo cual no es el caso ni de Colombia ni de Perú) y a la inmersión en una crisis económica que exige el desarrollo de nuevas estrategias de refugio o de sobrevivencia por parte de la población más vulnerable. Al mismo tiempo se convierten en territorios de conquista, por parte de “buscadores de renta”, como bien señalan ambos trabajos. Sin embargo, lo específico del caso es lo primero (la crisis y descomposición del Estado), no lo segundo (los buscadores de renta extraordinaria).
A partir de la transformación de los “márgenes” o las “periferias”, ambos trabajos revelan los contornos escalofriantes de una nueva territorialidad, una territorialidad violenta, que tiene como contracara un Estado fallido, el cual tiene escasa capacidad de regulación y de control territorial, aún si presenta vinculaciones/articulaciones con las bandas armadas/pranario minero.
Una conclusión a la que nos enfrentan estos dos trabajos es la existencia de un cambio cualitativo, a partir de la emergencia y consolidaciones de las redes criminales paraestatales. No se trata solo de cadenas de violencia, las que tradicionalmente y con rasgos específicos según los países y períodos históricos, se asocian a los enclaves extractivos (desorganización social, mayor desigualdad, subida de precios, masculinización de los territorios, exacerbación de problemáticas ligadas al alcohol, la droga y la prostitución). Lo que describen los trabajos es la emergencia de una esfera paraestatal, desde abajo, que involucra un gran número de actores económicos, legales e ilegales, y sujetos sociales.
¿Es la colonización de la subjetividad el corolario del nuevo orden social, la emergencia de una “soberanía criminal”? ¿Cuánto de esta territorialidad violenta que se consolida en los márgenes como “nuevo orden”, forma parte del centro mismo –las grandes ciudades–, al calor de la crisis económica-política, de la crisis del modelo rentista y la descomposición social? En todo caso, en los márgenes pareciera que no hay instituciones u organizaciones capaces de disputar la construcción de una subjetividad diferente, alternativa o contrahegemónica, lo cual constituye un golpe importante para cualquier tentativa de reconstrucción de un proyecto democrático.
Agradezco nuevamente a los/as autores/ as de ambas investigaciones.

L
as dos investigaciones tratan el mismo tema y el mismo territorio geográfico: la minería artesanal en el sur de Venezuela en un territorio inmenso, muy poco conocido, al “margen” y fronterizo. Se complementan muy bien, coincidiendo en datos básicos, por ejemplo, en que la violencia en el territorio explotó alrededor del año 2005, cuando los precios del oro estallaron y que la actividad minera hasta hoy se sustenta en aproximadamente 100.000 mineros ilegales y no en empresas grandes, sean nacionales o trasnacionales.
Además, las investigaciones tienen enfoques distintos que enriquecen mucho nuestra mirada. Los trabajos aportan conocimientos minuciosos y sustentados, históricos, etnográficos, políticos, económicos y comparativos.
Lo que más me llama la atención es el escalofriante análisis de una zona muy grande del territorio venezolano que se ha convertido prácticamente en un territorio

*
Comentario a las investigaciones “No todo lo que mata es oro”* y “Dinámica de la minería a pequeña escala como sistema emergente”**
Por Karin Gabbert
controlado por organizaciones mafiosas – paraestatales y criminales–, con una economía ilegal con ganancias muy altas a base de una explotación brutal de las personas y la naturaleza y con una disputa mafiosa de los territorios, con un nivel de violencia que se parece al que conocemos de México actualmente. También la economía en la zona es transnacional, como nos explica sobre todo el segundo trabajo, que da el ejemplo sobre las reservas de oro en el Banco Central, que están subiendo considerablemente desde que se instaló esta nueva estructura de poder en el sur de Venezuela. El Estado venezolano está involucrado muy a fondo en esto –algo que describen muy bien ambos análisis–.
En este sentido, me pregunto sobre la utilidad del término “Estado fallido” que se está aplicando y que nunca me ha parecido muy útil en los casos de Colombia, México o países africanos en donde se tiende a aplicar –teniendo como referencia o ideal

Andrés Antillano, José Luis Fernández-Shaw y Damelys Castro, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
** La investigación “Dinámica de la minería a pequeña escala como sistema emergente”, de César Romero y Francisco Ruiz, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
Karin Gabbert
Comentarios a los estudios sobre minería

al Estado burgués de Europa, que no funciona para explicar lo que sucede en Estados involucrados en violencias endémicas y economías criminales donde los Estados actuaron de manera muy eficiente y racional y más bien en algunos casos ha servido para legitimar intervenciones externas.
Otra pregunta que me planteo es cuánto de este análisis compartido de los dos textos se puede generalizar para el Estado venezolano. Los dos textos parecen indicar que los mecanismos analizados dan cuenta de que sí se puede generalizar, que el Estado venezolano se está volviendo el territorio disputado por poderes criminales que producen y usan la violencia masiva.
Eso es a lo que me refiero como escalofriante y que además nos ubica en otro lugar completamente fuera del discurso del Estado socialista que todavía se está usando en Europa desde una izquierda dogmática y también desde la opinión masiva. Esta última culpando de todos los elementos de la crisis venezolana al supuesto “socialismo de Estado”.
Aclaro que esta interpretación es mía, no de los dos análisis. Los dos textos analizan minuciosamente y muy concretamente los mecanismos mediante los cuales se ha llegado a esta complicidad del Estado con la mafia; muestran cómo altos funcionarios del Estado están involucrados.
El texto de Romero y Ruiz analiza muy bien cómo se forman los pranatos mineros, las mafias, estructuras paraestatales que cobran (impuestos) a todo lo que llaman “sindicatos” y con eso ocupan un lugar desde los trabajadores y es aceptado desde el Estado.
El estudio de Antillano, Fernández-Shaw y Castro analiza específicamente las violencias y prueba la conexión entre la minería, la desigualdad y los homicidios por armas de fuego. Tiene unas gráficas muy interesantes en donde se prueba que:
a) La violencia en los territorios mineros
ha aumentado al nivel de las grandes ciudades venezolanas.
b) La desigualdad es relevante. En la
gráfica 4 muestran que donde hay ingresos muy arriba de los promedios y pobreza muy marcada la violencia también es mucho más alta.
c) La gráfica 5 muestra que hay más vio-
lencia –muertos– cuando los precios del oro suben.
El texto llega a la conclusión sustentada de que la violencia se ha convertido en sí misma en una empresa económica que sustrae ganancias de la población.
Preguntas
No queda clara la relación entre la violencia y las estructuras mafiosas con el rentismo y con el extractivismo. Ni se define bien qué se entiende por rentismo o por extractivismo.
Los dos textos dicen que la situación es una respuesta a la crisis del modelo rentista basado en el petróleo: que por un lado la mafia se apropia de las estructuras sindicales y crea los pranatos, y, por otro, el Gobierno chavista crea el Arco minero del Orinoco que, en contraste con los pranatos, todavía no está funcionando. Ambos textos no encontraron datos de si empresas transnacionales ni nacionales están realmente llevando a cabo actividades.
El estudio de Antillano, Fernández-Shaw y Castro afirma que la renta asociada con la actividad extractiva se basa en el monopolio del suelo considerado legal (la soberanía estatal sobre el suelo o subsuelo). En el caso de la renta asociada a la minería ilegal se basa en el ejercicio monopólico de la fuerza y la coacción.
Karin Gabbert

Hay un elemento mencionado en este texto que es necesario indagar más para entender mejor la relación entre el rentismo y la violencia (para)estatal y criminal. En la página 2 se habla de un trabajo etnográfico que encontró evidencias de que el crecimiento de las rentas y la violencia pueden ser consecuencia de los efectos sociales de las políticas redistributivas propias del rentismo (la expansión del gasto sin aumento de productividad y las desigualdades intraclase originadas por el acceso diferencial a las rentas) por los efectos de la economía rentista sobre el Estado y su capacidad regulatoria y por el uso de la violencia como medio de acumulación económica.
Me parece que sería importante seguir esas evidencias para entender mejor la relación entre el Estado rentista y lo que nos presentan los dos textos sobre la conexión con la economía mafiosa de la minería ilegal.
Un elemento que me parece que hace falta en los análisis es el despojo de otros tejidos sociales más allá de los mineros. ¿Cómo todo esto afecta a familias, municipios y comunidades indígenas en la región? ¿Cómo se está transformando la naturaleza con las actividades de despojo? Solo en el texto de Romero y Ruiz hay un párrafo sobre las comunidades indígenas, pero me parece que es muy importante desarrollar más para entender las dinámicas en la zona con el Estado y con el extractivismo.
Como nota final quiero mencionar una irritación personal: los dos textos se basan en la minería ilegal tradicional –la que todavía es mayoría, pero ahora se encuentra subordinada a las estructuras mafiosas criminales–, y ambas perspectivas afirman que las culturas y morales de los mineros ilegales pueden funcionar como posible salida. Esa misma visión tuvo el chavismo con
Comentarios a los estudios sobre minería
la promesa de legalizar, regular e integrar la minería ilegal y la cultura de los mineros en contra de las mineras transnacionales. El texto de Antillano, Fernández-Shaw y Castro incluso usa la palabra “antiimperialista” para referirse a la minería artesanal, lo que me parece tan extraño como la consideración de que existe una minería “buena”, si tomamos en cuenta la destrucción de la naturaleza, el socavamiento de las comunidades con las violencias contra mujeres y contra los propios cuerpos de los mineros. Claro que, posiblemente, podría ser menos negativa que la minería transnacional.

COMENTARIOS
A LAS INVESTIGACIONES
SOBRE PODER POPULAR

Klaus Meschkat Miriam Lang
Alejandro Mantilla Quijano
Mario Rodríguez Raúl Zelik

L
os dos estudios presentan materiales muy valiosos sobre la conciencia política de voceros y militantes chavistas de base, como resultado de investigaciones empíricas en un número de Consejos Comunales de varios barrios de Caracas. Las entrevistas permiten entrar en el mundo ideológico de los entrevistados y entrevistadas, especialmente incluyendo la lectura del Anexo 3 con sus 96 páginas que vale la pena estudiar en detalle para entender, por ejemplo, la relación casi religiosa con la figura de Hugo Chávez.
A pesar de la importancia de las manifestaciones ideológicas registradas en las entrevistas, ellas no permiten sacar conclusiones directas con respecto al funcionamiento real de las nuevas instituciones de democracia de base (Consejos Comunales y Comunas) que surgieron a partir de 2006. Pero hay muchas afirmaciones de los entrevistados y también observaciones de los autores de los estudios que se refieren al desarrollo real de estas instituciones. Me

Sobre los estudios
“Poder popular: Una mirada desde las bases”* y “Poder popular territorial”**
Por Klaus Meschkat
parece preferible examinar más exhaustivamente algunos aspectos de esta realidad (en base a los estudios presentados) antes de evaluar la validez de un concepto tan amplio y ambiguo como “poder popular”.
En ambos textos se percibe una gran diferencia entre el diseño muy atrayente de los Consejos Comunales y las Comunas en las Leyes de Poder Popular y su funcionamiento real en tiempos recientes. “Durante los últimos tres años, caracterizados por una grave crisis/guerra económica, la efervescencia y voluntad política con que se impulsaron los Consejos Comunales y las Comunas han venido en franco retroceso” (colectivo Surgentes p. 32). Como los Consejos Comunales pretenden ser la expresión organizativa del poder popular desde las bases, a primera vista parece sorprendente que pierdan este papel en una situación de confrontación agudizada con una derecha agresiva, y que ahora se presentan otras organizaciones como los CLAP para resolver los problemas de escasez a nivel comunal.

* La investigación “Poder popular: Una mirada desde las bases. Representaciones, valoraciones y prácticas en torno al poder popular de voceros que participan en Comunas de los sectores populares”, de Jesús Machado, Betty Núñez y Nanciely Arraiz, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
** La investigación “Poder popular territorial. Logros y retos de las prácticas organizativas de 7 comunidades populares”, de Ana Graciela Barrios Benatuil, Martha Lía Grajales Pineda y Antonio González Plessman, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
Klaus Meschkat

Comentarios a las investigaciones sobre poder popular

“El Estado ha privilegiado como respuesta la creación de una nueva estructura organizativa, centralizada y directamente controlada por el PSUV (los CLAP), por sobre los Consejos Comunales” (colectivo Surgentes p. 32).
Tal vez esta situación actual indica cuál fue la realidad de los Consejos Comunales desde sus inicios. Ellos, identificados por los entrevistados como “poder popular”, fueron:
(…) la forma de organización y ejercicio del poder como medio para ofrecer y recibir ayuda social. Esta ayuda se traduce en la obtención de beneficios sociales tales como: alimentación, salud, vivienda, arreglo de infraestructura, ejecución de proyectos, recursos dinerarios accesibles mediante instrumentos bancarios como tarjetas, entre otras. Se explica por lo tanto que la actividad central del poder popular gira en torno a la gestión y administración de dichos beneficios en la comunidad (Machado, Núñez y Arraiz p. 10).
“Un 60 % de las respuestas asocian al Consejo Comunal con alguna cuestión de orden material que depende fundamentalmente de recursos del Estado” (colectivo Surgentes p. 20). Con estas prioridades reales en las actividades de los Consejos Comunales, parece lógico que pierden importancia cuando la crisis económica reduce los flujos de subsidios desde el Estado central. ¿Aparecen los CLAP como una nueva encarnación del poder popular? Su autorrepresentación lo deja sospechar: su página web tiene la consigna ¡Todo el poder a los CLAP!
Según el estudio del colectivo Surgentes, los CLAP se distinguen esencialmente de los Consejos Comunales: representan el principio de la centralización y del control directo por el partido estatal. Si eso es cierto, su auge significa una reducción de la democracia directa al nivel comunal. Vale observar que en los dos estudios el papel del PSUV se menciona solamente en muy pocos lugares, casi siempre en el contexto de una deseable formación ideológica de los miembros del Consejo Comunal. Pero ¿cómo interviene el partido en el funcionamiento normal de los Consejos Comunales? La pregunta surge, porque fue el mismo Hugo Chávez quien habló de la necesidad de mantener la autonomía de los Consejos Comunales contra cualquier manipulación por parte del partido. Recordemos su lectura de la carta de Kropotkin a Lenin del año 1920 y la advertencia de Chávez sobre que el partido nunca debe adueñarse de los Consejos Comunales . Pero ¿qué pasó con esta relación en los últimos años de Chávez y después de su muerte?
El estudio de Machado, Núñez y Arraiz tiene un anexo intitulado “Aproximaciones conceptuales al poder popular”, cuya parte central es una presentación del pensamiento de Chávez alrededor de esta temática. Este esfuerzo se justifica porque todos los entrevistados en los dos estudios se refieren constantemente a las ideas del líder difunto. Se admite que el pensamiento de Chávez “evolucionaba y por eso pueden notarse contradicciones, avances, ampliaciones, complejizaciones y hasta retrocesos en las formulaciones acerca del poder popular” (Anexo 1, p. 3). “En algunos casos sus discursos apuntaban a una subordinación del poder popular al poder constituido (formulación de leyes por los parlamentos

Klaus Meschkat
comunales), en otros, a la colaboración con los otros poderes y algunos más, que el poder constituyente del pueblo en acto permanente expresada en el poder popular, fuera progresivamente arropando al Estado-nación y se constituyera en un sistema socialista de Estado Comunal” (Anexo 1, p.14).
A mi modo de ver, se puede mostrar una ambigüedad básica en el pensamiento de Chávez alrededor del poder popular. Hay un concepto más pragmático y realista que quiere mantener las instituciones bajo la órbita de la democracia representativa, basada en el sufragio universal, pero al mismo tiempo, busca ampliar cada vez más el espacio de una democracia directa en unidades pequeñas tipo Consejos Comunales que permiten una participación activa de las clases populares en todos los asuntos de sus comunidades, con poder de decisión a este nivel. Se trata de una coexistencia entre un Gobierno y una Asamblea Nacional encargados de las decisiones para todo el pueblo de Venezuela y un poder popular de las bases organizadas en Consejos Comunales y Comunas. El grado de autonomía de este nivel depende de la capacidad de organizar una economía propia con empresas comunales que ponga fin a la dependencia de subsidios permanentes desde arriba.
El otro concepto va en la dirección de ampliar el poder popular desde abajo hacia arriba, para eliminar el Estado central existente y reemplazarlo por un “Estado Comunal”. Al respecto Chávez afirmaba: “Ahora se me ha ocurrido otra idea, el Consejo Comunal, que es parte del proceso, un paso más adelante, debe trascender lo local. Por lo tanto, estoy pensando en una especie de federaciones regionales de Consejos Comunales para que se unan los Consejos Comunales y tengan instancias de coordinación en espacios mayores al espacio de su propia comunidad” (Anexo 1, p. 8). Obviamente, esta línea de pensamiento se puede prolongar hasta llegar a un poder popular al nivel nacional, en la forma de un Consejo Supremo. En todo caso, queda la pregunta de a qué nivel y por quiénes se toman las decisiones que finalmente determinan también la vida cotidiana del pueblo en su ámbito local. Parece evidente que un poder popular real no se puede limitar a procedimientos más democráticos al nivel comunal.
En el Anexo 1, se logra una buena aproximación al pensamiento de Chávez sobre poder popular. Lo que sigue como “otras miradas” me parece una selección un poco arbitraria de algunos autores latinoamericanos que muestra solamente “que no existe un consenso en torno a lo que es el poder popular. Cada autor examinado muestra, a veces en coincidencia en otras divergente o totalmente nueva, variantes en cuanto a sujetos, mediaciones y finalidades” (Anexo 1, p. 21). Tal vez el mismo Hugo Chávez, que confiesa ser alumno del teórico marxista húngaro István Mészáros, muestra el camino a seguir para profundizar el estudio del poder popular en la tradición del pensamiento socialista libertario: me parece extraordinaria su referencia positiva a la carta del anarquista Kropotkin a Lenin. Creo que conviene vincular el debate en Venezuela con los debates rusos y europeos después de la Revolución rusa de 1917, especialmente con los concernientes a los Soviets y Consejos Obreros y su relación con los partidos.
E
n un momento marcado por la incertidumbre y por nuevas preguntas de los movimientos emancipatorios en nuestra América, tengo la fortuna de comentar dos textos resultado de investigaciones colectivas en torno a la cuestión del poder popular en los procesos bolivarianos de Venezuela. El primer texto fue escrito por Ana Graciela Barrios, Martha Lía Grajales y Antonio González, integrantes del colectivo Surgentes, quienes analizaron las prácticas de 7 consejos comunales en Caracas, en 7 barrios que pertenecen a una parroquia. El segundo fue elaborado por Jesús Machado, Betty Núñez y Nanciely Arraiz, tres profesionales de la sociología que han trabajado con diversos procesos populares, quienes analizaron las representaciones, valoraciones y prácticas de voceros de Comunas y Consejos Comunales en 22 parroquias del Distrito Capital.
1. La relevancia de la pregunta por el poder popular. Tres ámbitos.
La pregunta por cómo caracterizar el ejercicio del poder desde los sectores populares, a
Comentario a las investigaciones “Poder popular territorial”* y “Poder popular: Una mirada desde las bases”**
Por Alejandro Mantilla Quijano
propósito del proceso bolivariano, tiene mucha pertinencia para nuestro tiempo. Máxime si tenemos en cuenta que tal caracterización podría permitir abordar tres cuestiones cruciales para el momento actual:
1.1. El ámbito de lo institucional: La posibilidad de indagar sobre la construcción de alternativas desde los sectores populares y su compleja relación con el Estado, una cuestión que ha generado muchos debates a propósito de los gobiernos alternativos en América Latina.
1.2. El ámbito de la elaboración política propia: La cuestión del poder popular como una perspectiva de la política emancipadora que ha sido una constante en algunos sectores de las izquierdas de nuestra América, y que en la Revolución Bolivariana ha estado muy presente como concepto y como referente de sentido. Lo anterior incluye la pregunta por la relación entre socialismo, democracia y poder popular.

* La investigación “Poder popular territorial. Logros y retos de las prácticas organizativas de 7 comunidades populares”, de Ana Graciela Barrios Benatuil, Martha Lía Grajales Pineda y Antonio González Plessman, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
** La investigación“Poder popular: Una mirada desde las bases. Representaciones, valoraciones y prácticas en torno al poder popular de voceros que participan en Comunas de los sectores populares”, de Jesús Machado, Betty Núñez y Nanciely Arraiz, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
1.3. La cuestión de la articulación de campos de la lucha política: La reflexión sobre las brechas y las articulaciones entre diversos campos de la acción política: a) El
ejercicio del poder desde abajo; b) El tejido de procesos comunitarios y sus diversos niveles de autonomía; c) La gestión de la política social en un gobierno alternativo y su aplicación en ámbitos comunitarios; d) La construcción de organización política (llámese partido u otro similar) y los complementos o tensiones con lo comunitario-popular; e) Las posibilidades de una nueva economía que supere los procesos de la acumulación de capital; y f) La expresión de creencias y expresiones afectivas (sentimientos, emociones y estados de ánimo) asociados con la organización política y las luchas sociales (que enmarca la cuestión de la hegemonía, en el viejo sentido gramsciano del término).
Por lo anterior, planteo estos tres ámbitos como una manera de aproximarme a las preguntas formuladas en las dos investigaciones. En el ámbito institucional, volviendo a un problema constante en los procesos revolucionarios o de las izquierdas en los siglos XX y XXI. En el ámbito de la elaboración política, preguntando por cómo podemos comprender al poder popular como una perspectiva de la emancipación muy propia de América Latina, e incluso como la fuente de una teoría política propia para la emancipación. En el ámbito de la articulación de campos de la lucha política, preguntándome por cómo el ejercicio del poder popular puede generar cambios en diversos aspectos de la vida diaria de las comunidades y los individuos. Estos tres ámbitos son mi primer prisma para leer los textos.
2. Tendencias y procesos planteados en las investigaciones
En los trabajos encuentro la descripción de ciertas tendencias en la construcción de poder popular:
• Los dos trabajos toman como punto de partida la cuestión de poder popular como emanación del Estado y sus políticas, por un lado, y del ideario de Chávez, por otro.
• Con base en lo anterior, se concibe un proceso impulsor de formas organizativas populares como condición necesaria en la construcción del socialismo. Los dos documentos plantean una necesaria imbricación entre socialismo y poder popular. En ese orden, los Consejos Comunales se conciben como la forma organizativa privilegiada de expresión del poder popular (aunque se resaltan otros antecedentes: comités de tierras urbanas o las mesas técnicas de agua o energía).
• Una paradoja original: El impulso de los procesos organizativos se gesta desde el Estado, a través de su derecho y sus instituciones (en especial la Comisión Nacional del Poder Popular). Es decir, construir desde abajo, pero jalando desde arriba.
• De acuerdo a lo planteado en los textos, el concepto de Poder Popular pasa a ser, desde 2006, el principal horizonte de sentido del proceso bolivariano. Los Consejos Comunales van a ser la columna vertebral de las formas organizativas del proceso. Con el tiempo, el “poder popular” va a ser el adjetivo que acompaña un amplio conjunto de instituciones del Estado.
• Los dos documentos coinciden al plantear que en los últimos años encontramos un debilitamiento del proceso de construcción de poder popular. O bien por la reducción de los ingresos públicos, ocasionados por los problemas fiscales y la crisis económica; por la centralidad que adquieren los Comités Locales

de Abastecimiento y Producción (CLAP) que reducen el espectro de la participación. O bien por un declive en la participación popular en los Consejos Comunales, expresado en un debilitamiento organizativo.
• Las dos investigaciones parten de señalar que el haber acudido a la construcción de poder popular como referente de sentido es un acierto histórico (Machado, Núñez, Arraiz), o que procuraba poner “a los sectores populares en mejores condiciones para la disputa política, cultural y económica” (colectivo Surgentes).
• En el transcurso de las dos exposiciones se expresan los problemas en la aplicación del Programa Bolivariano del Poder Popular. Aunque parten de perspectivas distintas (Machado, Núñez y Arraiz se preguntan por la representación social, mientras los integrantes de Surgentes tienen más presentes los avances organizativos), los textos coinciden al plantear una serie de dificultades que atraviesan tanto las comunidades sujeto del programa del poder popular, como el programa mismo en su implementación. Las dos investigaciones coinciden al plantear problemas como:
a) Una baja y por momentos decreciente
participación.
b) Un énfasis del programa en la asigna-
ción de beneficios sociales, por encima del autogobierno o el ejercicio del poder desde abajo.
c) Un excesivo protagonismo de las voce-
rías, por encima del tejido colectivo.
d) Las dificultades para adelantar expe-
riencias de economía propia, autogestión o producción socializada.
e) Prácticas de discriminación y corrupción dentro de los promotores del programa y de las vocerías de los consejos.
f) La pérdida de vigor de los Consejos Comunales ante la emergencia de la crisis económica y la fortaleza de los CLAP.
g) Una baja cohesión comunitaria, ex-
presada en conflictos permanentes.
h) Un bajo impacto de las iniciativas de
autogobierno.
i) Un bajo ejercicio de contraloría social.
j) Un déficit en formación política, ideo-
lógica y ética que reduce las capacidades de acción política.
A pesar de las limitaciones y obstáculos, se ubican aciertos y acumulados políticos como resultado del programa:
a) La promoción/construcción del poder popular es vista como una apuesta positiva y acertada.
b) El programa ha permitido la forma-
ción de lazos comunitarios y nuevas formas de relacionamiento social.
c) La figura de Chávez y su legado se expresa como un motivador de la acción política.
d) La mejora “inmaterial” en la vida de los barrios y los sectores populares, que se expresa en sentimientos y actitudes positivas hacia la construcción de poder popular.
e) La mejora material de las condiciones de vida gracias a que el Consejo Comunal facilita la aplicación de políticas sociales.
3. Retomando el prisma: El Estado, el poder y lo popular.
En ese marco, los dos trabajos contribuyen a la comprensión de un desarrollo crucial para el proceso bolivariano. Sin embargo, aunque aporten interesantes diagnósticos descriptivos (incluyendo la descripción de actitudes, representaciones, afectos y valoraciones, la estadística sobre los perfiles de respuestas a preguntas realizadas o la evaluación testimonial de los liderazgos), hay algunos asuntos que merecen la pena poner en discusión.
En primer lugar, no es claro cuál es el perfil conceptual de lo que podemos entender por “poder popular”. El perfil de las investigaciones asume como marco la concepción defendida por la justificación del programa estatal y por el pensamiento de Hugo Chávez. Aunque Machado, Núñez y Arraiz hacen un intento muy interesante por caracterizar un estado del arte de la discusión, su elaboración (en forma de anexo) es más una presentación de algunas concepciones del poder popular, antes que una justificación de un posible marco conceptual, o una posible toma de posición para hacer una lectura del proceso bolivariano.
En segundo término, los dos trabajos muestran muy bien cómo el origen de la construcción de poder popular se deriva del Estado, el derecho y la política pública “desde arriba”, y muestran que tal origen es una limitación objetiva de ese proceso de construcción. No obstante, aunque tal paradoja original (el poder de abajo es jalado desde arriba) se señale en ambos textos, falta profundizar más en las posibilidades y las dificultades de este origen paradójico del poder popular bolivariano. Cuando se leen los textos, parece que la construcción de poder popular no depende de lo popular, sino de los funcionarios del Estado. El colectivo Surgentes muestra que aquí hay una tensión fundamental, pero soluciona el problema aludiendo a la fórmula de las tensiones creativas entre lo comunitario-popular como espacio que podría forjar nuevas formas de vida y el Estado como campo de la relación de fuerzas entre clases. Explorar en esa tensión puede ser una clave para pensar en una institucionalidad emancipadora más potente.
En ese orden, me atrevo a establecer una distinción para dialogar con los autores y autoras. Creo que es crucial distinguir entre ejercicio del poder y construcción organizativa para ejercer el poder. Me parece que los trabajos indagan por lo segundo, por una política de Estado para estimular la organización popular, y que esa política buscaba potenciar eventualmente el ejercicio del poder desde abajo. Sin embargo, los textos muestran los problemas para ejercer el poder desde las comunidades. Lo anterior permite afianzar la pregunta por la pertinencia de formas organizativas que no emanan directamente de los tejidos de la gente, aunque sí busquen propiciar la fortaleza política de las comunidades.
Lo anterior permite plantear, nuevamente, una pregunta clave: ¿Cuál sería la configuración de un tipo de Estado que propicie que fluya lo comunitario y lo popular? Esto es, que construya dinámicas organizativas, pero que no limite los ejercicios de autogobierno, autonomía o autogestión. ¿De qué manera el Estado puede construir, permitir, respetar, fortalecer o integrar los acumulados populares?
Lo mismo puede decirse de la relación entre el partido y los líderes comunitarios, o de los relevos entre la construcción organizativa desde abajo y la lucha electoral.
De ahí que fuera tan importante la elaboración conceptual que permitiera salir de esa sospecha, según la cual “el poder popular se dice de muchas maneras”, pues se expresa de muchas formas. En el estudio de Machado, Nuñez y Arraiz, se parte de un presupuesto que enmarca la paradoja, al definir el poder popular de varias maneras que pueden entrar en tensión:
a) Pueblo - Comunidad: el poder popular somos nosotros mismos; b) Beneficios a la comunidad: concepciones del poder popular como instancia que facilita la obtención de ayudas y beneficios para la comunidad; c) Comunidad organizada: participamos y nos organizamos. La organización y participación de la comunidad elementales para la construcción del poder popular; d) La razón de ser del poder popular: alejarse del papá Estado. Las consideraciones de los entrevistados en torno al para qué del poder popular.
Parece claro que los textos apuntan a que la expresión más constante del poder popular en el proceso bolivariano se muestra en la obtención de “beneficios” o “ayudas sociales”. Sin embargo, me llama la atención que la gramática usada en las dos investigaciones (al aludir a “ayudas” y “beneficios”) no alude a una política redistributiva universal, a un enfoque socialista de los derechos, o a un proceso de democratización de la riqueza. Encontramos así que el poder popular parece mostrar un campo de una mediación entre el Estado y las comunidades para garantizar la efectividad de la política social, pero con problemas para fortalecer las capacidades productivas y el poder autogestionario de las comunidades.
En el caso de Machado, Núñez y Arraiz me llama la atención su concepción de la valoración con base en actitudes afectivas (sentimientos, emociones y estados de ánimo). No obstante, me pregunto cómo ligar la expresión valorativa en el ámbito de lo afectivo con la reproducción material de la vida, y cómo se puede ligar esa afectividad con el ejercicio del poder. Llama la atención cómo en medio de las dificultades que atraviesan

los Consejos Comunales, la evaluación en el plano de lo afectivo no da cuenta de tales dificultades, más bien muestra una afectividad que expresa confianza en el proceso social a pesar de los apuros2. Lo mismo puede decirse frente a las condiciones inmateriales de vida relatadas en el estudio del colectivo Surgentes; no obstante, aquí no queda tan clara la distinción entre lo material y lo inmaterial, máxime cuando este segundo concepto luce muy amplio, comprendiendo desde la construcción de lazos de solidaridad y convivencia hasta la creación de formas autogestionarias de organización.
En el trabajo del colectivo Surgentes no me queda claro por qué acudieron a la teoría de Foucault sobre las instituciones; no se explicita la pertinencia de ese enfoque, ni cómo aporta a la investigación. Resultan más problemáticas las conclusiones del estudio al plantear una serie de retos que parten de una posición muy clásica: el esquema individuo-partido-Estado, quitándole fuerza a la potencial novedad de la institucionalidad popular derivada del trabajo organizativo.

2. A esto me refería con el posible desajuste entre diversos campos de la acción política.

Mi lugar de enunciación/desde donde intento dialogar con el trabajo:
• Visitas repetidas a Cecosesola que me ayudaron a entender mucho mejor tanto la situación venezolana como el texto en cuestión.
• Conocí la economía de crisis en Cuba y los efectos sociales que ha tenido en cuanto a producción de desigualdad entre gente que accedía a USD y otra que no, durante los años 2002 y 2003.
• Trabajo de reflexión sobre pobreza y ampliación del concepto de calidad de vida hacia otras dimensiones que las de acceso a dinero y consumo, sobre alternativas multidimensionales que se centren en la sostenibilidad de la vida y no en la acumulación de capital.
En primer lugar, considero que el trabajo es muy valioso y sin duda necesario en la situación actual. El material etnográfico es excelente, tomando en cuenta que las condiciones de su compilación fueron extremadamente difíciles. El levantamiento del
Comentario a la investigación “Entre la resolución del día a día y la administración de lo común”*
Por Miriam Lang
material empírico cualitativo es significativo y las citas de apoyo muy esclarecedoras.
La investigación establece premisas importantes:
a) Ubica la crisis venezolana como parte de una crisis civilizatoria y consecuencia del rentismo petrolero.
b) Imbricación/articulación de múltiples
sistemas de dominación capitalista moderno colonial patriarcal.
c) Definición de política amplia.
d) Pueblo como sujeto que construye
poder.
e) Aunque se limita a mirar las condicio-
nes materiales de reproducción de la vida dejando por fuera la dimensión simbólica/cultural que tiene esta reproducción, sí toma en cuenta la dimensión biológica/psicológica/cultural/ecológica (p. 3).
f) Busca indagar en formas de adminis-
tración de lo común.
g) Busca proponer caminos y aportar a la
discusión pública en Venezuela.

* La investigación “Poder popular: Una mirada desde las bases. Representaciones, valoraciones y prácticas en torno al poder popular de voceros que participan en Comunas de los sectores populares”, de Jesús Machado, Betty Núñez y Nanciely Arraiz, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
h) Indaga en tácticas cotidianas y en la reconfiguración de subjetividades.
Asimismo, podemos puntualizar los aportes de la investigación para comprender la actual situación venezolana:
a) Analiza cambios en prioridades de la
gente.
b) Muestra cómo factores materiales importantes en una sociedad capitalista común y corriente pierden valor en la economía de crisis que atraviesa Venezuela, como el trabajo formal y el patrimonio personal o familiar.
c) Permite comprender cómo el abastecimiento material más básico salta al frente de la vida cotidiana y ocupa mucho más tiempo que antes.
d) Muestra la emergencia de una vasta economía informal y el rol clave que tiene la tecnología de comunicación en esta: qué producto apareció, dónde.
e) Nos hace entender cómo las lógicas y dinámicas de mercado son ampliamente desplazadas y la economía es reconfigurada en lo que yo llamaría un capitalismo de Estado a ultranza:
• Los sectores más dinámicos de la economía capitalista/rentista anterior (construcción y consumo) son mermados.
• Buena parte del consumo –muy reducido de por si– no obedece a la oferta y demanda sino a un acaparamiento centralizado de los productos por estructuras del Estado y su distribución a través de redes configuradas bajo las lógicas de la lealtad política. Lo que si se rige por oferta y demanda en buena proporción es el mini-bachaqueo al interior de las comunidades urbanas, que no acumula, sino que apoya la subsistencia (distribución de bolsas CLAP –alimentos básicos que son los más escasos– discrecionalidad, falta de criterios transparentes, condicionamien-
to al carnet de la patria, intereses egoístas de las personas que distribuyen).
La crisis genera múltiples cambios culturales en las comunidades populares urbanas:
a) Se incrementa la violencia alrededor
de las colas y la pugna para acceder a productos escasos.
b) Se pierden saberes en la comunidad
alrededor de la autoconstrucción.
c) Se conforman comunidades de abastecimiento frente a la emergencia (la mayoría familiares) mientras otras formas comunitarias/organizativas parecen perder importancia.
d) Corrosión de las relaciones comunita-
rias por bachaqueo y la generación masiva de dependencias a través del sistema CLAP.
e) Financiarización de la vida cotidiana –todo el mundo está endeudado– (no se ahonda más en este punto: con quiénes, bajo qué condiciones se da esta deuda y si tal vez es también un escenario de solidaridades o al contrario).
f) Tensiones intrafamiliares por las leal-
tades políticas y los efectos avasallantes de la crisis misma.
g) Cambios importantes en el uso del tiempo –menos sociabilidad o la que hay es alrededor del abastecimiento–.
h) Se intuye que hay cambios en la distri-
bución sexual del trabajo, pero las autoras no ahondan en esto (moler maíz, hacer la masa, levantarse a las 4:30 am, etc.)
Según las autoras y el autor, esto incluye algunas dimensiones que apuntarían a caminos alternativos que marcan cierta distancia de la cultura del capitalismo rentista –aunque esto no es necesariamente vivido subjetivamente como una mejora por los actores involucrados– lo cual resulta muy interesante:

Comentarios a las investigaciones sobre poder popular
a) Se cambian los hábitos alimenticios y se innova en la cocina (teniendo efectos positivos, pero también de desnutrición).
b) Se cambia la cultura del derroche y de
la obsolescencia programada (reparar y reciclar), aunque desde la crisis y en tensión con la falta de posibilidades en muchos casos.
c) Menos basura.
d) Se regresa al sistema de educación
pública en muchos casos.
e) Actividades recreativas menos consu-
mistas/corporativas.
f) Huertas urbanas (esto es poco desarrollado en el trabajo, no se conoce si genera cohesión social o lo hace cada quien por su parte).
g) Lo más importante: amplio consenso
popular alrededor de la necesidad de superar la dependencia del petróleo.
Al mismo tiempo se exacerban las subjetividades individualistas y las lógicas mercantiles y especulativas dentro de la comunidad por la omnipresencia de las reventas y del bachaqueo: tipo de cambio, juegos de azar –capitalismo de casino, alejado de la relación capital-trabajo–.
Algunos puntos para el debate:
1. Rol de las remesas y consecuencias de la escisión de la sociedad en gente que accede a dólares y otra que no. Este tema es poco indagado en el estudio.
2. No sé si es correcto llamar a esto economía capitalista, me parece que va más allá, tanto en la dimensión de la especulación como en las estructuras mafiosas a gran escala que la organizan y en cuanto al rol que desempeña el aparato del Estado y los militares. Los actores capitalistas tradicionales están bastante desdibujados. Ni la categoría del rentismo parece abarcarlo adecuadamente. Hay una producción acelerada de desigualdad por otros medios que los comúnmente entendidos por capitalismo.
3. ¿Qué se entiende por lo común en la investigación? Para los autores el Estado, el mercado y la comunidad juegan un papel fundamental en la gestión de lo común. A mi modo de ver se desdibuja la diferencia entre lo público y lo común. Hay una suerte de superposición entre lo comunal, lo comunitario y lo común. Aunque desde mi experiencia reciente lo comunal más bien ha sido secuestrado por el Estado, más allá de los motivos de la gente de los CLAP que sin duda brindan un servicio a la comunidad. Yo entiendo lo común como concepto-horizonte transformador que designa lo que está más allá del mercado y del Estado. Un criterio importante a desarrollar: autonomía.
• Sería útil diferenciar la muestra a partir de su grado de autonomía. ¿Autonomía del sistema de los CLAP? No creo pues genera dependencia, humillación (p. 39). Me parece discutible que sea una forma de distribución comunitaria más allá de la especulación (p. 41), sin intermediación especulativa sí, pero pareciera que hay mucha facilidad para que la especulación esté en la cúspide de la pirámide de distribución. “Doble rol del Estado” –ahondar más–. Ninguna transparencia, ningún control social, etc. Me da más la impresión de que es una extensión del control del Estado sobre la comunidad a través de agentes selectos y un sistema que despoja a la gente de su capacidad autónoma de hacer y de autodeterminar su vida, hasta en lo más básico de la vida cotidiana, imponiendo condicionamientos políticos hasta a los alimentos más sencillos (¡cultura rentista!).
• Probablemente tengamos visiones di-vergentes en cuanto a la responsabilidad
de la cúpula del Estado venezolano (Gobierno, militares, etc.) en la generación de la crisis y de la escasez de alimentos.
• Explicar el sistema con el ejemplo de la pasta: 70 % a precios regulados.
• ¿Consejos Comunales? También actúan como estructura estatal en la situación actual: su horizonte emancipador en términos de lo común al menos no aparece como algo tangible en la investigación y tampoco en mis conversaciones de los últimos días. Habría que mostrarlo más con ejemplos concretos
• ¿Huertas urbanas colectivas? ¿Otro tipo de producción colectiva autónoma? ¿Comunidades/organizaciones más allá de la estructura del PSUV y del Estado?
• Cecosesola por ejemplo produce y re-produce lo común –espacios de ferias, espacio de salud autónomo, circuitos independientes de ahorro y crédito, servicios funerarios, pero sobre todo relaciones de amparo colectivas. Entiendo que el Movimiento Pobladores también hace esto en múltiples sentidos. Pero esto es muy distinto a lo que hacen los CLAP, por ejemplo, a mi manera de ver.
d) Retomar más sistemáticamente el marco conceptual planteado al principio en términos de analizar los efectos desde diferentes relaciones de dominación o desde su combinación a partir del material empírico.

E
l presente documento constituye apenas algunos apuntes, a modo de comentario, de la investigación realizada por Pineda, García-Sojo y Vargas a partir de lo que ellas mismas plantean como el sentido de su trabajo: “Este texto pretende aportar algunas claves sobre cómo las comunidades populares urbanas resuelven la materialidad de la vida y cómo son las formas de administración de lo común, analizando algunas de sus principales tensiones y re-configuraciones. La intención final es formular algunas ideas fuerza sobre cómo abordar la crisis en la perspectiva de garantizar la reproducción social de la vida de la población”.
A partir de lo leído en el documento e incorporando mis propias experiencias y reflexiones, anoto algunos puntos clave o nudos problemáticos que no tratan de cerrar los temas, sino más bien buscan ampliar las interrogantes. Dos elementos me parecen claves para estas reflexiones:
a) Mis vivencias personales en mi juventud temprana de estudiante de secundaria, sistematizadas y reflexionadas posteriormente, sobre el proceso del gobierno de la Unidad Democrática y Popular (UDP)
Comentario a la investigación “Entre la resolución del día a día y la administración de lo común”*
Por Mario Rodríguez
en Bolivia (1982 – 1985), donde vivimos situaciones parecidas de hiperinflación, dólar paralelo, escases de alimentos, especulación y muchas de las situaciones y prácticas desde el Estado y las poblaciones urbanas populares descritas en la presente investigación.
b) Mis propias experiencias y reflexio-
nes sobre la comunidad, lo comunitario y la gestión de los bienes comunes, sin duda bastante influenciadas por las prácticas ancestrales de las naciones originarias o indígenas de Bolivia, pero desde sus continuidades, tensiones y contradicciones en contextos urbanos.
Veamos esos nudos centrales que me ha provocado la lectura de la presente investigación.
1. Las relaciones de los procesos populares con el Estado y el mercado son complejas y abigarradas

* La invetigación “Entre la resolución del día a día y la administración de lo común. Tensiones y posibilidades en contextos populares urbanos frente a la crisis venezolana”, de Edith Pineda, Mariana García-Sojo y Hernán Vargas, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
Los sectores populares, que no siempre viven procesos comunitarios, establecen complejas relaciones con el Estado y el mercado que les lleva, cotidianamente, tanto en tiempo de “estabilidad” como de
“crisis”, a relaciones múltiples. Unas veces son relaciones de complementariedad rítmica aprovechando los intersticios y las “ofertas” de esta institucionalidad para garantizar y/o ampliar la reproducción de su vida, otras son relaciones de dependencia y subordinación, otras son de ampliación de su capacidad de gestión y autonomía en colaboración con esa posibilidad que se van encontrando, otras son de tensiones y contradicciones, e incluso hay aquellas que producen transformaciones en estas esferas. Sin duda el Estado y el mercado no son lo mismo, no nos detendremos en esa aclaración, pero, sin embargo, ambos operan como institucionalidades originadas y ejercidas en su constitución dominante y hegemónica por fuera del mundo de lo popular, pero que se interpenetran con eso que va produciendo la vida de la “gente” de los barrios configurando complejidades abigarradas. Eso ocurre siempre, o casi siempre. La capacidad está en comprender e interpretar los desplazamientos, las trayectorias, los recorridos que ocurren en esas relaciones para entender la factibilidad de las alternativas.
2. La organización como mediación entre las políticas de Estado y la población buscando satisfacer sus necesidades de la población: El camino a contramano de lo comunitario
Lo comunitario puede tener diferentes expresiones y maneras de constituirse, pero al menos podemos colocar como elementos claves algunos aspectos vitales:
• Configura un nosotros colectivo, un sentido de pertenencia que tiene al menos dos vertientes centrales. Por un lado, una funcionalidad pragmática que conforma una red de amparo y cuidado que permite que las personas integrantes de la red necesiten de ella para reproducir su vida. Por otro lado, una afectividad y subjetividad que genera pertenencia y adhesión compartida, fruto de las relaciones simbólicas que se establecen en ella.
• Lo comunitario recontextualiza las relaciones entre lo colectivo y lo individual, produciendo procesos de singularización respetada, pero que es capaz de ceder en privilegio del bien común máximo como garantía de la regeneración permanente de la vida bajo el cuidado de la red de amparo.
• Así la red de amparo y cuidado, que es una comunidad, juega el rol central en las decisiones y los acuerdos de convivencia del grupo o comunidad. Incluso desde esa capacidad de autonomía, que podríamos denominar gestión corresponsable de lo público, se establecen los vínculos y acuerdos con entidades e institucionalidades surgidas externamente a la comunidad: Estado o mercado.
• La comunidad para sostenerse en el tiempo, requiere regular sus mecanismos de concentración del beneficio (riqueza, poder o simbólico), porque al desequilibrarse pone en duda el horizonte organizador del bien común máximo para todos y todas. Por tanto, suele generar, bajo diversas estrategias, formas de regulación de los excesos.
Estos elementos, entre otros, colocan como importante que el lugar básico o de origen desde donde se negocia con el Estado y el mercado, es la propia comunidad y sus normas (llamadas costumbres).
La investigación nos muestra cómo las organizaciones que se implementan y desarrollan, ganando fuerza, como mediadoras entre las políticas de gobierno y la población, no potencian las estructuras comunitarias que pueden estar presentes incluso embrionariamente, y terminan subordinando las mismas a las organizaciones ligadas al poder que, en sus formas de liderazgo, concentran beneficios, quebrando elementos claves de la configuración de una subjetividad comunitaria. Si a ello añadimos que los liderazgos de esta organización tienden a concentrar el beneficio, quebrando un mínimo de igualación requerida por la comunidad, el mecanismo, incluso por la experiencia boliviana, solo se torna sostenible mientras la política de gobierno exista, no generando condiciones de sostenibilidad organizativa en la gente.
No se trata de que estas organizaciones desparezcan necesariamente, pero al subordinar ellas los procesos de cuidado y amparo de las redes propias, le quitan potencial comunitario a la gestión de la sobrevivencia y la reproducción social de la vida. Tal vez por ello se puede evidenciar una erosión de las estructuras organizativas propias, en la medida que la gestión de la distribución de los alimentos queda más concentrada en las organizaciones funcionales al gobierno como los CLAP.
En síntesis, no todo proceso organizativo y colectivo genera procesos comunitarios.
3. Se hace visible un sistema de relaciones basadas en el vínculo de confianza, el amparo y la reciprocidad
Cuando la investigación explica estrategias de reproducción de la vida incluso ligadas al malandraje, el bachaqueo y el rebusque en sus distintas formas, deja entrever que incluso lo que se considera negativo o malo como el bachaqueo, pasa a ser aceptado y valorado, si el mismo es realizado por gente próxima y en beneficio de la red de amparo y cuidado: vecinos de confianza, familiares y otros. Lo que podríamos atrevernos a conjeturar, es que eso ocurre porque dichas personas hacen parte de redes de cuidado y amparo, base de los procesos comunitarios y que generan esta subjetividad de pertenencia, cuidado y confianza.
Podemos intuir, por los testimonios recolectados, que los favores recibidos en esas condiciones, incluso como parte del bachaqueo o el “trabajo” de malandros, se acepta positivamente y se debe retribuir. Esto va fortaleciendo lazos de reciprocidad fundamentales en los tejidos comunitarios. La reciprocidad requiere de cierta igualación de quienes hacen parte de la red, para no generar desequilibrios como puede pasar con la intervención de la mafia o de iglesias, por ejemplo, que obliga a generar siempre nueva circulación de “favores” y “deudas” que posibiliten que la red se mueva ayudándose para tratar de reestablecer el equilibrio, un equilibrio efímero que volverá a provocar procesos de reciprocidad porque circulan nuevos favores.
Este es un potencial existente, que habría que ver si está suficientemente arraigado en la gente, más allá de esta temporada de “crisis”.
4. La estrategia de diversificación más allá de la formalidad:
¿Emergencia o modo de vida?
La investigación nos ofrece, sin duda alguna, muestras de cómo los sectores populares de barrios de Caracas han diversificado sus fuentes de ingresos, especialmente más allá de los mecanismos formales y oficiales: el empleo y el patrimonio material acumulado. Si bien podemos colocar en debate la noción de informalidad utilizada en la investigación, podemos coincidir en que parte importante de esa diversificación ocurre en formas de economía paralela, “popular”, que desborda la institucionalidad y construye y reconstruye permanentemente las relaciones con el mercado y con el Estado. La duda que surge es si esta estrategia de diversificación ha estado ausente antes del periodo de “crisis” que señala el equipo investigador, o se trata de una ampliación y/o modificación de un modo de vida ya presente en esta población. Mi experiencia me enseña que tanto la fuente rural de mucha de esta población, así como su “sobrevivencia” urbana, suele empujar y sostener formas de diversificación económica personal y familiar que generan posibilidades reales de reproducir su vida. En comunidades tradicionales, incluso, la diversificación es la forma de sintonizar con la reproducción de la vida toda (de los seres humanos, la naturaleza, lo sagrado y lo ancestral), y por ello se vigoriza la biodiversidad y la diversidad cultural, porque se entiende que esa es la manera de tomar previsiones para que la vida garantice su regeneración. Por tanto, la diversificación hace parte de un modo de vida que va en contrasentido de la expansión del capital.
5. Una interesante irrupción de las redes digitales como operadoras de sistemas de colaboración, cuidado, amparo y reciprocidad
La investigación deja entrever un interesante rol de medios y plataformas digitales como Whatsapp y Facebook, principalmente, para posibilitar el funcionamiento de redes de colaboración, cuidado, amparo y reciprocidad. Se necesitaría un estudio más detallado sobre su real importancia e impacto en la configuración de tejidos en sectores populares urbanos de Caracas.
6. Memoria campesina y relación campo-ciudad
Me pareció observar una dimensión un poco contradictoria en la investigación sobre la tendencia de la producción de alimentos en los barrios estudiados. Por un lado, se menciona que la misma es solo marginal en las estrategias de reproducción de su vida, y que en general son aliños para los alimentos. Por el otro lado, al final se señala una tendencia creciente y valorada de la producción de alimentos en las ciudades.
Sea como fuere, este es un tema clave en la reconfiguración de las ciudades. Mucho de lo que se realiza, como señala la investigación, para resolver la emergencia de la vida, se desarrolla en la oferta de servicios y la especulación, ligada a la circulación de alimentos, bienes y servicios. Por tanto, se observan pocas estrategias ligadas a la producción propiamente dicha. Las estrategias reproducen las formas de especulación del mercado y del propio Estado. La vigorización de la producción local de alimentos puede ser clave para resignificar nuestros sentidos de vida, los modos de vivir y la propia ciudad como mero espacio de consumo, para reencontrarse con formas básicas de producción, generando también otra manera de relacionarse con el alimento.
La investigación nos muestra cómo el consumo algo más saludable de alimentos y el acceso a alimentos locales no muy valorados en el sistema de consumo imperante en Caracas, se liga en el imaginario a la situación de crisis y es hasta visto con vergüenza. La vuelta a la experiencia productora propia, de crianza, genera nuevas afectividades que pueden contribuir a una recontextualización de los sentidos y modos de vida.
7. La riqueza en circulación: más allá de lo monetario
La investigación nos muestra que las estrategias desarrolladas buscan básicamente dos cosas: garantizar las mínimas condiciones de reproducción de la vida, para lo cual se aceptan insumos y alimentos a cambio de servicios, sin necesidad de la mediación del dinero; y por el otro acceder a dinero efectivo para ampliar las posibilidades de esa satisfacción.
Lo que no aparece en la investigación es si además la gente empieza a sentir una valoración por otros elementos que suelen aparecer en tiempos de crisis: creatividad e innovación, redes de colaboración y cuidado, sistemas de información y alerta que optimizan las acciones de cada integrante del colectivo, saberes que permiten mejorar el uso y variabilidad de lo poco que se consigue, la propia diversificación de estrategias… Finalmente, en condiciones tan precarias, la vida es capaz de seguir y regenerarse, e incluso generar cierto excedente para el disfrute, la fiesta o la alegría. En mi experiencia en Bolivia de la década de los 80, las colas y el rebusque no solo eran estrategias de sobrevivencia, sino también un campo intenso de retejido de relaciones, vínculos y subjetividades afectuosas.
Es decir, finalmente las estrategias de reproducción de la vida están posibilitando la circulación del beneficio y la riqueza. Lo problemático está en que esa riqueza no puede ser vigorizada ni por el Estado ni por las estructuras organizativas funcionales a las políticas de gobierno, que más bien tienden a erosionarlas, sino que emerge con más fuerza cuando lo comunitario es asumido y gestionado desde las necesidades comunes, y más allá de la satisfacción de lo urgente, como potencial articulador de lo estratégico (“sentido y modos de vida”, “horizonte civilizatorio”) y del valor del encuentro, de lo compartido, de la afectividad y la fiesta. Es decir, de la cohesión simbólica del nosotros, de la pertenencia. Se trata de una ruptura clave: la riqueza no medida por el consumo, sino por la capacidad de establecer vínculos y relaciones de mayor reciprocidad.
8. El peligro del hampa y de las iglesias (ausentes en la investigación)
Cuando las redes de cuidado y amparo empiezan a ser gestionadas por el grupo de manera autónoma, estamos hablando de la vigorización de las formas comunitarias de gestión de lo común y de la propia vida. Avizoramos esperanzas en la regeneración de la vida, pero también germinación de sujetos políticos, porque hacen de la acción política una práctica de gestión de lo público y lo común.
Sin embargo, si las redes o tejidos comunitarios son débiles, el cuidado y el amparo pueden trasladarse fácilmente al rol paternal o de padrinazgo del Estado a través de los gobiernos o del mercado como esperanza de accesibilidad a lo negado. Pero incluso, cuando el Estado y el mercado parecen carecer de capacidad para resolver la reproducción de la vida cotidiana de las personas, suelen aparecer salidas aún más paternales, coloniales y patriarcales, como el hampa y las iglesias (ausentes en los referentes de la investigación).
9. Frente a la triada del mal:
Hampa-Ley-Mercado, no vislumbro como alternativa la triada del bien: Estado-Organización comunal-Comunidad
Por lo antes anotado, no avizoro que manteniendo esta triada: Estado-Organización comunal-Comunidad, ocurra un proceso en que el tejido comunitario sea capaz de gestionar lo común y plantearse alternativas civilizatorias al modelo hegemónico dominante en el mundo. El Estado es lo contrario a la comunidad, y si lo comunitario depende de lo que impulsa el Estado, los resultados terminan siendo los de una mayor erosión del tejido autónomo.
Solo es posible sentir que hay alternativas, si efectivamente es el tejido comunitario, –todavía difuso, no claramente estructurado, como suele ser porque es una organicidad viva no subordinada a la instiEstado, más comunidad y menos mercado, o al menos, menos del mercado capitalista global, porque hay muchos mercados.
La pregunta es si las experiencias comunales en Caracas están constituyendo sujetos capaces de transformar esas prácticas cotidianas en fuerza política, en gestión de lo público y los bienes comunes como horizonte de sentido para una transformación más profunda de nuestros modos de vida. Si el valor de lo propio, lo local, la producción, el reuso, lo artesanal, los saberes como se menciona en las conclusiones de la investigación, están ayudando a resignificar nuestros sentidos de vida, rehabitar las ciudades desde otros modos de vida, que sean capaces de hacer sostenibles las transformaciones y la materialidad de la fuerza política de los sujetos. ¿Hay sujeto comunitario en los barrios populares de Caracas?

tucionalidad–, quien se haga cargo de lo común, con experiencias que se van criando y cultivando pacientemente. Y que desde esa capacidad de lo propio negocie alianzas con la estructura organizativa existente descrita en la investigación, el Estado e incluso bolsones del mercado susceptibles de alianzas. Mientras ocurra al revés, mientras se mantenga este orden que coloca al Estado primero –las organizaciones sociales (mediadoras de la implementación de las políticas de gobierno)– que producen experiencias de comunidad, sucederán cosas parecidas a las ocurridas con las Comunas: caída la política se produce la erosión sentida de la experiencia.
Por tanto, no hay Estado comunal posible, creo yo, sino tejido comunitario que negocia y resignifica las tareas y roles del Estado, para generar más comunidad y menos

Q
uisiera entrar en una discusión menos concreta sobre los textos en sí y más bien reflexionar sobre el debate político en general.
Me parece muy positivo y creo que hay que resaltar que Venezuela, hoy en día, es el en único país en el mundo o de los pocos países en el mundo donde se discute sobre el poder popular, además como una estrategia de Estado. Esto ya es digno de mencionar, es un elemento que hay que reconocer y que hay que valorar.
También me parece muy interesante en el debate que los trabajos traten de analizar las posibilidades del empoderamiento, es decir, que no simplemente realizan una descripción que muestre si se fracasó o no, sino que los trabajos buscan identificar posibilidades de empoderamiento y de profundización de un proceso de poder popular, en este sentido, es una forma de plantearse una pregunta con la que me identifico plenamente.
Sin embargo, tengo cierto escepticismo con los resultados de los dos trabajos por-
Comentario a los textos
“Poder popular territorial”* y “Poder popular: Una mirada desde las bases”**
Por Raúl Zelik
que siento una fuerte voluntad política en cómo cambiar el desarrollo y las prácticas existentes. Los textos buscan reescribir la historia o rehacer las prácticas existentes del poder popular, pero lo hacen desde un análisis basado en la necesidad de fortalecer la conciencia y la voluntad política. No voy a negar que esto también es un elemento importante, pero me parece que es insuficiente.

* La investigación “Entre la resolución del día a día y la administración de lo común. Tensiones y posibilidades en contextos populares urbanos frente a la crisis venezolana”, de Edith Pineda, Mariana García-Sojo y Hernán Vargas, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
** La investigación “Poder popular: Una mirada desde las bases. Representaciones, valoraciones y prácticas en torno al poder popular de voceros que participan en Comunas de los sectores populares”, de Jesús Machado, Betty Núñez y Nanciely Arraiz, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www.rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
Creo que como izquierda es un poco extraño que hablemos tanto de voluntades y de conciencias cuando el principal aporte de la izquierda al debate filosófico ha sido buscar un análisis materialista de la realidad. Creo que ese acercamiento material también lo tendríamos que buscar hacia el tema del poder popular, de sus problemas o de sus fracasos, de sus bloqueos. ¿Cuáles son las razones materiales para que no avance el proceso? Y cuando digo materiales no solo me refiero a un materialismo tradicional marxista que trata de explicar todos los fenómenos con intereses económicos sino a un concepto más amplio que es la materialidad de cosas.
Deberíamos incluir elementos de una materialidad basada en Michel Foucault, o también en un análisis de los mecanismos de las burocracias, de sus propias reglas, de cómo funcionan, cómo van más allá de los intereses económicos de las personas. Me pareció positivo cuando en el texto de Surgentes (p. 26) se menciona a Foucault tratando de hacer un análisis de las instituciones donde se diferencia entre el programa de la institución y el uso de las instituciones, en ese sentido deberíamos profundizar mucho más, deberíamos preguntarnos por qué las instituciones funcionan de cierta manera y no de otra. Y justamente a la pregunta de por qué se está burocratizando un proceso de construcción de poder popular de manera tan dramática. Yo creo que es importante saber cuáles son los propios modos de funcionamiento, los propios modos de uso y las propias lógicas de esos aparatos y no solamente los aparatos burocráticos estatales sino también los aparatos burocráticos del poder popular, del espacio pequeño; ahí también tenemos lógicas de aparato que se construyen, no solo que se reproducen sino que se construyen desde abajo y sería importante entender cómo funcionan estos mecanismos para poder cambiar el proceso o cambiar la ruta del desarrollo de estas organizaciones.
Para mí es un poco insatisfactorio que se constata una crisis en la construcción del poder popular pero los textos no llegan realmente a plantear el debate del porqué, yo no creo que podamos dar respuestas, pero al menos podríamos plantear las preguntas del porqué de alguna manera más insistente. Creo que deberíamos constatar la forma en cómo funcionan muchas Comunas. Muchos espacios del poder popular indican que hay al menos un proceso de empoderamiento y más un proceso de democratización de las prácticas clientelares y de la corrupción.
En general es una observación que haría a la realidad venezolana, que lo que ha hecho es abrir el acceso de las clases populares a las prácticas clientelares y corruptas del Estado. En ese sentido, ha sido una democratización y quizás también un avance también de cierto empoderamiento, pero es muy evidente que esto en absoluto es el proceso de trasformación con el que todos soñamos o que se prometió, es más un proceso de apertura que permite a más personas y a nuevos grupos acceder a los recursos manejados por el Estado.
A la vez también he dicho que es un proceso de democratización del clientelismo pues hay una interrelación: por un lado, las clases populares buscan tener más acceso a esos recursos, pero, por otro lado, las nuevas clases burocráticas que han surgido tratan de democratizar la distribución de alguna forma para ampliar su base legitimadora. La gran pregunta que debemos plantear es: ¿Porque es así? y ¿cómo podrían impedirse estos procesos clientelares y corruptos de manera real y eficaz?
Entiendo que en el debate de los últimos años se ha insistido mucho en la crítica del extractivismo, esto es un elemento interesante en el debate, pero me da la impresión de que lo llevamos de manera muy reducida porque muchas veces se limita a una crítica ecologista y ambiental y no se puede negar que eso es un aspecto importante, pero yo creo que el drama de la sociedad venezolana actual no tiene que ver con este aspecto, los problemas ecológicos se van a profundizar en el futuro pero hasta el momento actual el problema central de la sociedad venezolana es que no existen estructuras productivas y que no existe en sí una cultura productiva. Los textos lo señalan varias veces: la construcción del poder popular y las Comunas hasta el momento carece casi totalmente de estructuras socioproductivas. Creo que ese es el eje central sobre el cual deberíamos debatir. No es que no se hayan hecho esfuerzos, porque todos nos acordamos seguramente de las campañas a favor de las cooperativas en el año 2005 cuando se crearon 200.000 cooperativas en pocos días, pero que luego no existieron mucho más que algunos días. Yo creo que ese es el gran tema sobre el cual deberíamos discutir, de cómo es posible construir una base productiva, una estructura productiva basada en propiedades comunes, eso es un reto, no solo para Venezuela, es un reto para el mundo.
Sin base socioeconómica el poder popular siempre va a ser una cosa meramente reivindicativa, esta problemática debería ser el eje central del debate. Se debería constatar que el Estado venezolano históricamente, pero más el Estado venezolano del chavismo, lo que ha creado es fuertes incentivos para no trabajar, es un poco duro decirlo desde fuera, pero creo que hay fuertes incentivos económicos para no trabajar, para no crear estructuras productivas sino para dedicarse a la distribución de recursos dentro del Estado o para dedicarse a la especulación. Todos sabemos que trabajando te mueres de hambre, pero especulando con productos escasos se vive o con divisas y eso no solo se debe a una “guerra económica”, sino a la forma en cómo se ha hecho la política económica y cómo se han generado incentivos para la no productividad. Eso deberíamos discutirlo y deberíamos reconocer y señalar las continuidades que existen en el modelo bolivariano actual, esas líneas de continuidad que existen hacia los estados petroleros de antes, porque yo creo que a pesar de la ruptura en lo político, de la ruptura en lo discursivo y simbólico, hay una fuerte continuidad en las estructuras socioeconómicas y no solamente por la cuestión del extractivismo como una forma de explotar los recursos naturales sino también, en la forma de cómo organizar el Estado, claro que esto esta interconectado, pero también se podría imaginar un modelo extractivo que hace otro uso de la riqueza petrolera, eso perfectamente sería pensable, no voy a decir que este es el tipo de modelo que yo aspiro, pero habría por lo menos que diferenciar entre las dos cosas, habría que preguntarse si sería posible una política desarrollista o simplemente una política de desarrollo de la base productiva, que para mí no es lo mismo porque para mí el desarrollismo es una ideología y el desarrollo de una base productiva es algo que se plantea también para los críticos del desarrollismo y, eso perfectamente se podría compaginar en la explotación de recursos naturales por el Estado.
En otras palabras, habría que diferenciar estos tres debates: una crítica al extractivismo, una crítica al desarrollismo y el debate sobre estrategias de cómo desarrollar bases productivas haciendo un uso eficaz de los recursos manejados por el Estado. Son tres debates que no deberían mezclarse tan fuertemente y deberíamos dar respuestas concretas, no nos podemos quedar simplemente en una crítica ecologista o una crítica democrática de la situación actual, deberíamos debatir sobre cómo dar respuestas a este modelo antiproductivo –del Estado y la sociedad– venezolano.
Sobre el debate del poder popular, la gente va a desarrollar formas de autogobierno y formas de poder propio solamente cuando no dependan económicamente del Estado, todo lo demás es discurso político y discurso de conciencia, lo cual es importante, no lo voy a negar, pero el problema verdadero, el tema crucial, está en la base socioeconómica y productiva. En este sentido, la pregunta es: ¿Cómo podría generarse un proceso donde sea un incentivo la productividad en vez de dar incentivos a la no productividad? Ahí hay que plantearse un poco el problema fundamental, estructural de los países socialistas y de los conceptos socialistas. Foucault ha dicho que el socialismo real fracasó porque no logró desarrollar un concepto de gubernamentalidad propio; recordemos qué es gubernamentalidad para Foucault, es la capacidad del Estado, sobre todo los Estados nacientes, liberales, mercantiles de aprender a decir sí en vez de decir no a sus sujetos o subalternos, esto quiere decir que el soberano tradicional gobernaba sometiendo, el soberano más moderno, liberal aprende a incentivar la productividad, la producción de la sociedad por sus subalternos, en ese sentido aprende a decir sí, en vez de comandar, en vez de ordenar, en vez de someter, en vez de dar órdenes, lo que hace es generar un clima, un ambiente favorable para que los subalternos sean productivos y aporten a la construcción de una comunidad nacional fuerte.
Evidentemente esta idea es histórica y está completamente vinculada con el liberalismo y el capitalismo y los conceptos de la burguesía. Al respecto, un problema fundamental de los conceptos socialistas, tal como los conocemos, es que siempre han pensado que el socialismo es una construcción desde el Estado y lo que deberíamos haber aprendido con el derrumbe de la Unión Soviética es que el socialismo real solamente puede ser fruto, como lo señala la palabra “social”, de un proceso de producción desde la sociedad. Siempre he interpretado el concepto de “poder popular” en ese sentido y, sin embargo, no hubo una posición clara al respecto porque para muchos el poder popular sigue siendo el poder del Estado que representa los intereses del pueblo.
La sociedad socialista de propiedad común solamente puede ser construida desde la sociedad, el Estado evidentemente juega un rol allí, pero no en el sentido de que él construye, o de que él lidera ese proceso, sino de que él debería tener la tarea de generar incentivos para este proceso social, esto sería un cambio de enfoque total en lo que son los debates socialistas.
En el proceso bolivariano existe una perspectiva de sociedad y existe una perspectiva desde el Estado y lo que siempre me ha gustado del proceso de las Comunas es que ahí se articulaba un proceso desde la sociedad, pero creo que siempre fue sometido al proceso del Estado e incluso Chávez representaba también eso, en su discurso quizás era más social, pero en la práctica siguió siendo un proceso muy comandado, muy dirigido desde el Estado y desde arriba. Debemos recordar que para un análisis de izquierda más gramsciana, pulanciana, el Estado debería ser interpretado como una materialización de correlación de fuerzas, es un agente, pero más que un agente es un campo de disputa y es una materialización de correlación de fuerzas. En ese sentido, deberíamos, a pesar de nuestro enfoque extra institucional, antiestatal y extraestatal, tener claro que evidentemente nuestros esfuerzos también deben reflejarse, deben articularse dentro del campo estatal, en ese sentido no han sido negativos los esfuerzos de construir algo dentro del Estado, pero yo creo que el enfoque debe basarse en la construcción de un poder popular extraestatal e incluso yo diría antiestatal.
Esto resulta más atrevido, porque la alianza bolivariana era mantener los dos elementos con una afirmación de la importancia en la sociedad del poder popular de las Comunas, de los barrios, pero en realidad siempre se imponía la lógica estatal.
El punto crucial para el debate es fortalecer esta otra organización en lo económico, las campañas en favor de las cooperativas han sido un intento en esa dirección, pero un intento muy improvisado y además ha faltado un debate de análisis del por qué han fracasado. Casi todas las 200.000 cooperativas desaparecieron, no conozco ningún estudio que explique las razones. Yo creo que nuevamente fue un proceso de democratización de las lógicas clientelares y corruptas.
¿Cómo se hubiera podido evitar? Creo que la gran paradoja es que el Estado venezolano no tomó en cuenta las experiencias de auto organización socioeconómica popular existentes, o las tomó en cuenta de manera muy superficial.
Entiendo que Cecosesola es una cooperativa que está funcionando desde hace 40 años, yo no sé cómo se han posicionado los conflictos políticos allí, seguramente también hay críticas válidas frente a Cecosesola, pero creo que proyectos así deberían ser la base para la construcción de un poder popular socioeconómico. También al respecto de las economías comunitarias, seguramente existen economías comunitarias afros y campesinas que tienen elementos de supervivencia interesantes; me han dicho también que en los llanos fronterizos con Colombia, hubo cooperativas que funcionaron muy bien, porque se trajo cierta cultura de productividad campesina colombiana de los emigrados y estos fueron capaces de hacer un uso más productivo de los recursos ofrecidos por el Estado venezolano y que por eso algunas cooperativas en Apure funcionaban muy bien. Valdría la pena investigar, mirar ejemplos de gobernanza buena y mirar hasta qué punto estas cooperativas podrían fortalecerse y hasta qué punto podrían reproducirse propuestas similares, claro que esto sería un proceso de mucha más duración, mucho más a largo plazo, en ese sentido quizás hubiera valido la pena menos retórica revolucionaria y más práctica reformista con un proyecto de trasformación a más largo plazo. En lo concreto, es muy difícil porque el chavismo logró movilizar a partir de esa retórica fuerte, pero para poner a andar un proyecto, para la propuesta de la construcción de un poder popular, es un elemento muy válido para tenerlo en cuenta.
Hay que construir estrategias mucho más de largo plazo y mucho más sostenibles en el tiempo, lo que también choca fuertemente con la mentalidad venezolana que yo creo es muy cortoplacista. Justamente es un proceso de enseñanza colectiva o de aprendizaje colectivo que hay que plantearse en ese contexto, que hay que pensar en las Comunas en las que se trabaja para construir hechos de muy largo plazo y quizás de menos cobertura, que llegue a menos gente. Una cooperativa que funcione con 20 familias y que logre perpetuase en el tiempo, yo creo que es un aporte a un proceso socialista y un proceso de poder popular más válido e importante que estas construcciones cortoplacistas que son superadas fácilmente por las prácticas clientelares.
Todo eso es muy difícil plantearlo en la situación concreta venezolana, tal como el texto ya lo señala: el chavismo siempre estaba sometido a la necesidad de ganar elecciones y de construir mayorías y evidentemente una estrategia de hacer otro uso de los recursos petroleros muy rápidamente hubiera chocado con los deseos de la población. Justamente estas ofertas de democratizar lo clientelar fueron lo que permitieron en cierta medida ganar las elecciones. Distribuir riqueza fue lo que movilizó votos y eso habría que plantearse reconocerlo como una conclusión. Quizás también recordar lo que hizo el Estado en Noruega, tanto los socialdemócratas como los conservadores. El Gobierno noruego siempre trató que los ingresos petroleros no llegaran a la economía nacional, justamente para no crear estructuras consumistas del Estado y no dañar los espacios productivos de la economía, porque todos sabemos de la enfermedad holandesa, entonces lo que hicieron fue incorporar los ingresos petroleros a fondos de inversión a largo plazo, claro es un Estado capitalista, pero el Estado socialista o en transición al socialismo, hubiera podido hacer otro uso de un fondo estatal de ese carácter, por ejemplo hubiera podido invertir en una reconversión cooperativista y también ecologista de la economía.
Los usos que se han dado a favor de la formación, la salud y de la educación son incuestionables. Al menos durante un tiempo mejoraron las condiciones de vida de las clases populares. Yo creo que eso fue un buen uso que hicieron de los ingresos petroleros, pero pudo haber sido mucho más estratégico y con una mejor distribución, pero con más sentido y no en el sentido de dar los recursos simplemente sino pagarle bien a los que realmente producen, o sea enfocar los incentivos para la productividad. Ojalá se hiciera en muchos espacios, pero empezando por lo agrícola, pues ahí es donde está la situación más dramática en Venezuela: ¿Cómo se explica que un país con tanto campesino, con reforma agraria, no es capaz de producir sus alimentos en casa? y ¿cómo no es posible implementar un modelo de cooperativas desde abajo que realmente se convierta en un factor económico? Yo creo que a través de un Estado que genere de manera estructural y no solamente a través del Gobierno.
Ahí también vemos el problema del personalismo, que se encuentra también en los textos, pues los autores hablan mucho de Chávez. La personalización del poder y del proyecto bolivariano venezolano ha sido totalmente nefasta, porque pareciera que el líder diera los recursos para construir cosas alternativas y eso no debería ser así, deberían existir leyes y estructuras que sistemáticamente, con un cambio de Gobierno, sean capaces de garantizarle los incentivos económicos a estas producciones alternativas. Aquí me refiero a que, por ejemplo, unas cooperativas agrícolas o unas cooperativas energéticas pudieran implementar un modelo de reconversión energética donde las Comunas mismas produzcan electricidad en sus espacios mediante energías alternativas, tal como lo hace Alemania ahora. Claro que esto lleva una gran inversión, pero esa es la inversión que el Estado venezolano tenía que haber hecho y además tenían los recursos para este tipo de inversiones, hubiera podido invertir estratégicamente y no de una forma clientelar, sino que desarrollara leyes y estructuras basadas en cierto consenso social, generando incentivos para la productividad y para producciones alternativas de lo energético, de servicios básicos, pero también de alimentos y ojalá de industrias básicas.
Quizás con menos retórica revolucionaria y con más práctica trasformadora se hubiera podido ampliar una base de consenso para que proyectos así también aguanten en tiempos de crisis de un Gobierno chavista o de cambios dentro del chavismo, o sea un proyecto de trasformación más inscrito de manera material en las instituciones. Lo que hizo el chavismo fue construir otra clase burocrática dentro del Estado que reproduce mucho de los errores, de los vicios de las viejas capas burocráticas, en vez de crear estructuras sólidas que no son unificadas con personas sino con leyes e instituciones. Hay que admitir que eso es sumamente utópico pues todos sabemos cómo funciona la política venezolana, el Estado venezolano, las instituciones venezolanas donde todo es muy improvisado y cortoplacista, en ese sentido. No estoy construyendo ningún modelo, simplemente estoy planteando cómo deberíamos reenfocar un debate sobre el poder popular, reenfocado en la construcción desde la sociedad con una demanda hacia el Estado, de que el Estado dé incentivos y garantías para las construcciones autónomas. Son cosas que no necesariamente están vinculadas con gobiernos de izquierda, bueno en el caso venezolano ahora con la polarización, es muy difícil imaginarse algo diferente, o sea imaginarse que un gobierno de la oposición mantendría algunos programas a favor de cooperativas o de vivienda, pero en la realidad de muchos países todavía existen programas que dan incentivos para cooperativas de vivienda y lo dan, no porque los gobiernos o los Estados seas muy buenos, sino porque son demandas y conquistas populares.
En Alemania tenemos la paradoja de que hubo ciertos incentivos limitados para la formación de cooperativas ciudadanas energéticas, para alcanzar nuevas producciones energéticas, porque ustedes saben que nosotros tratamos de salir de la energía nuclear, a mí me llama mucho la atención eso, un gobierno de centro-derecha ha creado incentivos para que gente desarrolle su cooperativa energética para la autoproducción energética en su municipio. Estas son conquistas populares que deberían interesarnos mucho más, porque son construcciones de muy largo plazo, seguramente no son anticapitalistas todavía, pero son formas donde se materializa un germen de poder popular importante y que Venezuela tendría mucha más capacidad con un Estado chavista de fomentar.
Me hubiera gustado que los textos hicieran más referencia a modelos de buena gobernanza en la construcción del poder popular. Seguramente entre las 200.000 cooperativas hay unas 20 que han funcionado con problemas o de manera muy buena y son estos ejemplos los que hay que mirar para ver qué se puede aprender de estos casos.
Los textos hablan de la construcción de Comunas, pero hubo también cosas interesantes de empoderamiento popular de la construcción de viviendas.
Recuerdo muy bien cerca de la estación del Metro La California de Caracas, hubo un barrio entero que fue levantado por la misma comunidad, seguramente también ahí tenemos problemas clientelares, problemas de confrontación entre los habitantes, procesos de despolitización, seguramente es un fracaso o al menos un medio fracaso, ustedes lo deben saber mejor que yo, pues no tengo noticias actuales, pero de eso se dejó de hablar y el silencio siempre es sospechoso, cuando los izquierdistas dejamos de hablar de cosas es porque algo no anda muy bien, pero deberíamos aprender a hablar más de los medio fracasos para ver hasta dónde hicimos bien y hasta dónde hicimos mal o cómo surgieron los problemas. El proyecto como tal era muy interesante y vimos que realmente se construyeron los bloques y se construyó una comunidad, es un proceso de empoderamiento popular muy concreto, socioeconómico además y productivo hasta cierto punto porque es una producción colectiva de un espacio de vivienda.
Hay que hablar más de estos casos concretos y hablar más de construcciones materiales y no tanto de lo que dice la gente sobre la participación, sino sobre la participación que trae fruto. Este es otro punto que tenemos que tener claro, las clases populares y sobre todo los que trabajan mucho, no tienen interés en la participación democrática como tal, cobran interés cuando esto les permite mejorar sus condiciones de vida materiales, en ese sentido todo el discurso de la izquierda sobre la democratización de la vida es súper aburrido cuando no conlleva también a solucionar problemas con respuestas concretas. Todos los que somos padres y tenemos hijos nos alegramos cuando no hay asamblea, cuando no hay discusión, porque el debate constante de democracia de base es bonito para los que están experimentando con eso, es una fase de vida o varias fases de vida, quizás cuando sea mayor volverá a gustarme mucho pero en situaciones en las que trabajas mucho o tus hijos necesitan mucho cuidado, lo que queremos es menos participación democrática, queremos horizontalización de las relaciones de poder, pero no queremos necesariamente participar en la toma de decisiones, estamos completamente de acuerdo con que otros tomen las decisiones cuando sentimos que esas decisiones son razonables y democráticamente legitimadas.
Deberíamos reenfocar nuestro concepto de poder popular, pues sentí en los textos que no se aclara bien qué es el poder popular, hay que preguntarse ¿si es verdad que la gente quiere más democracia y más participación? Hasta cierto punto, deberíamos contestar: ¿La democracia para qué? ¿Para solucionar problemas e incluirnos como sujetos? Sí, pero si simplemente es para participar en cosas que perfectamente una persona podría decidir, no. Si una persona toma una decisión con la que me identifico perfectamente, me parecerá maravilloso que otro haya tomado esa decisión. Entonces ¿el poder popular es solamente eso, la participación democrática? yo lo dudo, evidentemente tiene un fuerte componente de la horizontalización del poder, es lo que siempre exigían los anarquistas y los zapatistas, cuestionar las formas de pensar el poder, de colectivizar el poder, pero sobre todo yo creo que es el empoderamiento de las clases subalternas y el empoderamiento necesariamente es socioeconómico pues una buena parte de la base del poder de hoy día es socioeconómico aunque también tiene aspectos institucionales, aspectos simbólicos. En este sentido el marxismo tradicional es bastante reduccionista, pero lo que llama la atención es que nosotros que nos reivindicamos fuertemente marxistas, cuando hablamos de socialismo y de la construcción del socialismo, hablamos muy poco de la base socioeconómica y de las muchas bases socioeconómicas que hace falta construir. Sería muy necesario reenfocar el debate del poder popular sobre este eje socioeconómico.
Una última cosa que quería cuestionar es que en el debate sobre el poder popular falta una diferenciación pues para unos es simplemente la ampliación de la participación y para otros es el fortalecimiento de las clases populares contra los otros (los “escuálidos”, que sabemos que no son tan pocos, sino que son amplias partes de las clases medias) y esto es mucho más cuestionable pues, por una parte, tiene que ver con el empoderamiento de la clase trabajadora contra las clases medias altas y altas. Sin embargo, en la práctica sabemos que el poder popular ha sido identificado con el fortalecimiento del chavismo, pero también hay clases populares que nos son chavistas, en ese sentido, creo que no habría que mezclar esos términos pues si realmente se trata de profundizar la democracia se trata de ampliar, si realmente se trata de empoderar clases populares, se trata de fortalecer estructuras socioeconómicas y socio productivas desde la sociedad y basadas en la propiedad común. El fortalecimiento de la propiedad común, que para mí también está vinculado con el proyecto del poder popular, también podría perfectamente darse en barrios de clase media y de clase alta. Es un poco el argumento que usó Edgardo Lander hace unos diez años en el que decía que era un error solamente fortalecer los Consejos de planificación chavistas o las Comunas chavistas y no entender que las Comunas también son ofertas para todos y todas.
Sé que es un debate un poco complicado, pues, por un lado, me parece positivo un enfoque clasista, de clases populares, de fortalecimiento de las clases populares contra las clases altas, pero, por otro lado, deberíamos tener un enfoque de democratización para toda la sociedad, de horizontalización de poder para toda la sociedad, entonces a veces el debate del poder popular mezcla estos términos en un solo concepto y quizás nos ayuda cuando diferenciamos y decimos más claramente a qué nos referimos.

COMENTARIOS
AL ESTUDIO
SOBRE MUJERES
Y POLÍTICAS PÚBLICAS

Kristina Dietz Uli Brand

E
l texto de Anais López Caldera hace un detallado análisis de la situación de las mujeres en Venezuela en tiempos de crisis. El análisis se basa en documentos y estadísticas oficiales y datos empíricos generados en una exploración en campo a través de entrevistas a profundidad con 64 mujeres residentes en el Área Metropolitana de Caracas. El texto tiene un excelente estilo y una estructura clara. Sin embargo, hay algunos aspectos que pudieran ser más destacados en el texto. En los siguientes comentarios voy a nombrar aquellos que más me llamaron la atención.
López Caldera subraya de manera excelente que la crisis económica, política, social y yo añadiría ambiental, en la cual se encuentra la sociedad y el Estado venezolana/o desde hace varios años tiene sexo, clase e etnicidad. Además, las repercusiones de esta crisis tienen una expresión territorial, dado que el análisis demuestra desigualdades socio-espaciales en el nivel de afectación.
El argumento central del texto afirma que son las mujeres de clases populares

Acerca del texto
“Situación, derechos y garantías para las mujeres en la Venezuela bolivariana”*
Por Kristina Dietz
(sectores pobres) e indígenas las particularmente afectadas por las consecuencias nefastas de la crisis. También muestra que la alta vulnerabilidad de estos sectores de la población no solo es un resultado directo de la crisis actual, sino que está mediado por las políticas públicas de género de las décadas anteriores, es decir de las décadas antes y después de la Constitución de 1999. Mientras en la Venezuela bolivariana oficialmente se formularon políticas de género, en realidad en los programas que derivaron de estas políticas se confundió género con mujeres, familia y maternidad. A pesar de que con la Constitución de 1999 hubo avances en términos de justicia de género y del reconocimiento de derechos específicos de mujeres, en la práctica, se perpetuaron los roles tradicionales entre hombres y mujeres, reproduciendo y profundizando de esta manera las condiciones socio-políticas de la alta vulnerabilidad de las mujeres pobres y/o indígenas frente a la crisis que vive el país.
De la institucionalidad del Estado venezolano y del Gobierno actual parece que

* La investigación “Situación, derechos y garantías para las mujeres en la Venezuela bolivariana. Alcances de la Política Pública de Género en medio de la crisis”, de Anais López Caldera, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www. rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf).
Kristina Dietz

Comentarios al estudio sobre mujeres y políticas públicas

ya no se puede esperar nada para mejorar la situación. En vez de dar respuestas concretas a los altos niveles de mortalidad materna y de maternidad juvenil, reduce aún más los gastos públicos dirigidos hacía estas problemáticas preocupantes o aún peor crea políticas absurdas, como lo es el Plan Nacional para el Parto Humanizado.
Todo esto muestra que una posible salida a la cada vez más difícil situación para las mujeres venezolanas en el contexto de la crisis probablemente solo puede ser desarrollada desde abajo, es decir, desde organizaciones feministas, grupos de mujeres, etc.
Recomendaciones:
a) Añadido a lo anterior, he extrañado un
párrafo sobre el estado actual de los movimientos feministas, organizaciones de mujeres etc., en el texto. Aunque se menciona algo sobre esto en las conclusiones, siento que sería mejor darle a este tema un apartado propio, para después en las conclusiones y aprendizajes discutir las potencialidades de estos movimientos.
b) En las conclusiones sería bueno se-
ñalar algunas ideas o quizás visiones sobre qué –desde una izquierda feminista progresista– se debería hacer ante la situación analizada.
c) Propongo enfatizar más la intersec-cionalidad entre clase, género, edad y etnicidad que produce el alto nivel de vulnerabilidad de ciertos grupos de mujeres en el país.
d) Propongo también enfatizar más las desigualdades campo-ciudad y reflexionar sobre ellas (por ejemplo: ¿qué nos dicen sobre las políticas públicas que buscan el equilibrio entre campo y ciudad?).
e) Para evitar una victimización de las mujeres (lo que el texto no hace), se puede enfatizar aún más que la situación actual de las mujeres en Venezuela está política y socialmente producida.
f) El tema del texto es claramente muje-res y no género, y está bien así. Quizás, sería mejor definir el enfoque de manera muy clara en la introducción y pensar si sería mejor quitar el término género del título. Algunas (pocas) veces creo que se confunden los términos.
g) Un enfoque en mujeres para mí no significa no hablar sobre la situación de mujeres transgender, queer y/o lesbianas. Eso lo he extrañado. A mí me gustaría saber algo sobre la situación de este grupo en el contexto de la crisis. Sabemos que el tema del femicidio también está relacionado a la discriminación de los derechos de este sector, una fuerte y violenta reacción de la derecha/ultra-derecha contra él y un discurso reaccionario: la llamada ideología de género. ¿Cómo se encuentra esta situación en Venezuela actualmente?
E
l trabajo de Anais López Caldera es un trabajo extenso sobre un tema pesado (las cifras son increíbles); he aprendido muchísimo. La estructura es clara (tengo una sugerencia con respecto a ésta al final de mi comentario), las fuentes son ricas, la metodología es adecuada. Además, me parece positivo tener una perspectiva histórica de las políticas públicas.
Me parece de gran importancia destacar del texto:
• Una perspectiva analítica que enfoca la calidad de vida de las mujeres. En muchas investigaciones se pone énfasis en las luchas, demandas, correlaciones de fuerza asumiendo (implícitamente) que las políticas de izquierda mejoran las condiciones de vida, pero en la mayoría de los casos, la calidad de vida no es un tema explícito.
• Un punto clave del análisis de López es que el Gobierno actual pretende tratar los efectos negativos de la crisis igualando “mujer” con “familia” y creando, de esta manera, un mecanismo para amortiguar los efectos negativos de la crisis.

Comentario al texto
“Situación, derechos y garantías para las mujeres en la
Venezuela bolivariana”*
Por Uli Brand
Sugerencias
a) Sería útil describir con más detalle en notas al pie las Misiones. Y un cuadro y una sinopsis con las diferentes leyes que están mencionadas en el texto.
b) En mis trabajos sobre políticas medioambientales, hago la distinción entre “políticas explícitas” (leyes, aparatos que tratan el tema de mujeres, género) e “implícitas” (mujeres y género no son tema, pero las leyes etc., las afectan).
c) Los puntos sobre el Sistema de salud (págs. 28-29) son interesantes, pero no se enlazan bien con la estructura. ¿Por qué no hacer una lista como esta sobre otros temas?
d) La investigación es una descripción
de un nivel muy alto de lo que está pasando con respecto a mujeres y políticas de género en Venezuela. Hay explicaciones concretas en ciertas partes del texto (de algunos fenómenos descritos, de la debilidad del movimiento feminista/de mujeres etc.). Pero no hay explicaciones concretas estructurales y coyunturales –o, tal vez, no las he encontrado– de la brecha entre

* La investigación “Situación, derechos y garantías para las mujeres en la Venezuela bolivariana. Alcances de la Política Pública de Género en medio de la crisis”, de Anais López Caldera, se encuentra disponible en la versión digital del libro impreso (http://www. rosalux.org.ec/pdfs/VENEZUELA-DESDE-ADENTRO_12.pdf.
Uli Brand

Comentarios al estudio sobre mujeres y políticas públicas

Constitución/programas progresistas y la poca o no-implementación. En otras palabras: ¿Cómo surgieron ciertas políticas a partir de luchas concretas? ¿Por qué las políticas concretas no funcionan o no son implementadas? Tal vez, tiene que ver con el hecho de que en el texto la noción de las políticas públicas es más positivista. Las políticas públicas son efectos y partes de relaciones sociales y relaciones de fuerza en determinados momentos históricos (o sea, situaciones de cierta estabilidad socio-económica o de crisis). El Estado es un terreno asimétrico de lucha.
e) Vinculado con esto: Sería interesante presentar dos o tres casos emblemáticos de la formulación de políticas públicas, si había en el proceso de la formulación propuestas más concretas, y por qué las políticas públicas fracasaron (cómo fracasaron está en el texto, pero no tanto el por qué). Significaría observar las razones estructurales y coyunturales y las contingencias en los procesos.
f) Presentar algo más sobre los movi-
mientos feministas, de mujeres, lesbianas, transgenser etc., actuales –y, sobre todo, su balance de la situación actual (con enfoque de los ejes de análisis)–. En el texto las mujeres se muestran sobre todo como objetos y víctimas (la excepción es la crítica de Nancy Bello al sistema de salud; pero en general faltan los sujetos). Me imagino –pero no lo sé– que ciertos actores demandan otras políticas púbicas, una amplificación de la infraestructura social, una economía solidaria para enfrentar la crisis.
g) Acerca de la violencia de género: Una amiga argentina, Verónica Gago, hace en sus estudios un punto interesante acerca del crecimiento de la violencia en general y de género en los barrios pobres. Con la llegada de dinero mediante planes sociales ocurrió una individualización/familiarización de la recepción de beneficios y la monetarización de las relaciones sociales. Los tejidos existentes para vivir y sobrevivir fueron reducidos y en una situación de crisis no se re-establecen fácilmente. Esta constelación causa, junto con otras cosas, frustración y violencia.
h) En la parte “aprendizajes/conclusio-
nes”, López abre otros temas que son muy interesantes e importantes (la fragmentación de los movimientos feministas, de mujeres por la polarización social y la no-critica del Estado chavista). Pero los puntos no son “preparados” en la parte principal del texto. Tal vez, se pueden poner algunos argumentos de la última sección al principio del texto como hilo conductor del análisis (en la parte dos del “contexto”). Tengo la impresión de que la autora quiere decir más de lo que el estudio pretende ser y lo pone al final. Pero son argumentos tan importantes y ricos que podrían abrir y guiar el análisis.


https://clajadep.lahaine.org