La construcción comunitaria de una utopía autogestionada
Resistencia cultural, autogobierno y descolonialidad
Servindi,
13 de diciembre, 2018.-
El día viernes 14 de diciembre se llevará a cabo el encuentro de “Resistencia Cultural, Autogobierno Comunal y Descolonialidad del Poder”, donde confluirán fundadores de las Comunidades Urbanas Autogestionarias Villa El Salvador (CUAVES) y juventudes de Villa El Salvador.
El encuentro busca aprerturar un diálogo que aborde temas sobre resistencia cultural, autogobierno y descolonialidad del poder y el saber.
En el evento se presentará un torneo deportivo de vóley juvenil, Danza de Tijeras y Huaylías.
Asimismo, se contará con la presencia de Rómulo Huamaní, Juan Dios Flores y Concepción Magdalena Rimachi Coronado, quienes expondrán el origen y la vestimenta sobre la Danza de Tijeras y la Danza del Cóndor, Chunka, Pastores y Huaylías.
Para exponer los temas de “Historia del poder comunal, cultural y deportivo” y “Descolonialidad del poder y saber” se contará con la participación de Pedro Chamber Chambilla y Danilo de Assís Clímaco, respectivamente.
Más información:
Día: Viernes 14 de diciembre de 2018
Hora: De 2:00 pm a 5:00 pm
Lugar: Complejo Deportivo Siglo XXI (Entre la Av. Revolución y la Av. Los Ángeles, Sector I, Grupo Residencial 10, Villa El Salvador)
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LA COMUNIDAD URBANA AUTOGESTIONARIA DE VILLA EL SALVADOR (CUAVES)
o la construcción comunitaria de una utopía autogestionada
La cuestión que hoy vamos a abordar, la historia de La Comunidad Urbana
Autogestionada de Villa El Salvador (CUAVES), tuvo lugar entre 1973 y 1983, en
plena capital urbana de Perú, y es una maravillosa experiencia bastante desconocida por
estos lares, pero de la que creemos que hay mucho que aprender. Por eso con estas
líneas intentamos aproximarnos a ella. Pero sin pretender profundizar en las múltiples
aportaciones y aprendizajes de esta experiencia, sino intentando poner la miel en los
labios para que, quien quiera pueda hacerlo a través de los documentos y fuentes que
aportamos porque nos parecen esenciales para ello, que son a su vez los que nos
servirán de guías para esta aproximación. Todo ello, siendo conscientes de que nuestro
remoto conocimiento de lo sucedido, puede trasladar una idea parcial o desfigurada de
lo que allá y entonces se vivió. A pesar de esas necesarias prevenciones, esperemos que
el conocimiento de esta experiencia os resulte tan sabroso como a nosotras. En cualquier
caso, y hablando de poner la miel en los labios, valga como cebo para capturar lectoras
éste párrafo del texto de Rodrigo Montoya Rojas titulado Villa El Salvador: del sueño
de una comunidad urbana autogestionaria y socialista a un distrito más de Lima, (que
es el capítulo I de su obra Porvenir de la cultura quechua en Perú. Desde Lima, Villa El
Salvador y Puquio ) como intento sintetizador de esta experiencia histórica:
Todo estaba por hacer en Villa El Salvador, era posible comenzar de nuevo,
sobre otras bases, a partir de la comunidad y lo colectivo y contra el
individualismo del sistema capitalista. La iniciativa de buscar una “sociedad de
participación plena”, propuesta por el gobierno militar, abría una puerta para
lo nuevo. Bastaba tener imaginación y rechazar a los funcionarios de
SINAMOS. Los dirigentes de la CUAVES, de los sectores, grupos residenciales
y manzanas, con Apolinario Rojas, primer Secretario general de la CUAVES a
la cabeza, asumieron la responsabilidad de administrar los dos grifos
comunales, la caja comunal, la ferretería comunal, la empresa comunal de
confecciones, la empresa bloquetera comunal, la empresa comunal de
carpintería y la farmacia comunal. La CUAVES tuvo un plan de desarrollo
socio económico para que los pobladores de Villa El Salvador construyeran sus
casas, se beneficiaran con el saber andino de la reciprocidad, crearan fuentes
de trabajo, economizaran todo lo posible sin perder su dinero en el comercio
capitalista, se prestaran dinero con intereses muy bajos, participaran y
dirigieran ellas y ellos mismos sus empresas, sus asambleas, y sintieran que
socializaban el poder. Con esos ingredientes nació la mística de la CUAVES, la
personalidad de Villa El Salvador entre 1971 y 1983. Se trataba de ir contra el
viento, de navegar río arriba.
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La historia del surgimiento de la CUAVES
Pero antes de comenzar con la historia de CUAVES, intentemos recoger muy
brevemente el contexto del momento, imprescindible para comprender lo ocurrido, y
hagámoslo de la mano de uno de los textos básicos que recomendamos para profundizar
en esta preciosa experiencia autogestionaria. Nos referimos a “L a Comunidad Urbana
Autogestionaria de Villa El Salvador y transformación societal. Discursos y prácticas
seminales de la descolonialidad del poder.” de Boris Marañón Pimentel
(Capítulo del libro: Descolonialidad y cambio societal. Experiencias de solidaridad
económica en América Latina.
(…) la experiencia de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El
Salvador(CUAVES), en una etapa crucial en la historia política del Perú que
puede ubicarse entre 1971 y 1983. La CUAVES surgió con el impulso inicial del
gobierno militar del general Velasco (1968-1975), el mismo que proponía una
tercera vía, no capitalista ni socialista, sino participativa y autogestionaria;
pretendía convertir Villa El Salvador en una ciudad “cooperativa”
autogestionaria modelo, mediante el apoyo a la organización de empresas
comunales orientadas a satisfacer las necesidades básicas de la gente, pero
bajo la conducción (y control) del gobierno militar. Si bien la mayoría de las
fuerzas políticas de izquierda rechazó tal iniciativa –por considerarla
corporativa y procapitalista– y empujó a la CUAVES por una vía de autonomía
respecto del gobierno militar, en el interior de las izquierdas pronto se
manifestaría una fuerte discusión sobre la pertinencia de la autogestión y de las
propias empresas comunales. Por un lado, el grupo denominado “clasista” –
conformado sobre todo por el Partido Comunista del Perú Patria Roja y
Vanguardia Revolucionaria (VR)– sostenía que tales empresas eran una
distracción, un paliativo y que, dada la precariedad de condiciones de vida
existentes en Villa El Salvador, la autogestión no era otra cosa que
autoexplotación; por tanto, se debía exigir al Estado que atendiera las
necesidades centrales de la gente, en la perspectiva de la acumulación de
fuerzas para el cambio revolucionario de la sociedad bajo la dirección de las
vanguardias partidarias a partir de la toma del poder (Mucha, 1983; Azcueta,
1983). Por otro lado, surgía la propuesta del Movimiento Revolucionario
Socialista (MRS) –fundado en 1976 luego de debates desde 1974, por iniciativa
de Aníbal Quijano, Apolinario Rojas y otros líderes populares– que rescataba
una idea central de Marx a partir de su análisis de la Comuna de París: la
necesidad y posibilidad de que los trabajadores se autoorganicen y construyan
un poder desde la sociedad, pues no se trataba de poner en otras manos el
poder burocrático y militar materializado en el Estado sino de “diluirlo y
socializarlo” creando las bases de otro poder reinsertado en la sociedad.
Pero aunque la lectura del párrafo anterior pueda darnos la impresión de que todo
respondió a “los dictados” de un movimiento político (el MRS) que decidió impulsar
esta iniciativa, nada más lejos de la realidad. Como el propio Marañón Pimentel recoge
el MRS surgió en 1976, esto es, 5 años después y fue como resultado de la iniciativa, y
no su origen. Porque la historia de Villa El Salvador comenzó en mayo de 1971, y la
forma de organizarse fue algo que tuvieron que ir improvisando, como nos relata el
propio autor (los resaltados son nuestros):
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La historia de Villa El Salvador y de la CUAVES se inició el 27 de abril de 1971
cuando se produjo una ocupación más de tierras urbanas en Lima, en la zona
conocida como Pamplona, al sur de la ciudad, cerca de un barrio residencial y
del colegio jesuita La Inmaculada. El primer día llegaron 200 familias; dos días
después, había ya más de mil; y a la semana siguiente serían 5 o 10 mil, en su
mayoría provincianos y serranos, en busca de un techo propio para salir de los
tugurios, de los alquileres caros, de la estrechez y del mal trato. La intervención
del ala izquierda de la Iglesia Católica logró que se evitara una acción
represiva de gran envergadura por parte del gobierno; en su lugar, se negoció
el traslado de los pobladores al desértico arenal de la Tablada de Lurín, a 20
kilómetros del centro de Lima, que desde el 11 de mayo se llamaría Villa El
Salvador
(…) En el arenal de la Tablada de Turín, los miles de recién llegados solo
contaban con un terreno para vivienda. El resto era un conjunto de
necesidades: agua, luz, transporte, escuelas (de educación primaria y
secundaria) para los hijos y servicios de salud para los enfermos. Cada quien
guardaba el trabajo pleno o a medias que tenía, o su simple condición de
desocupado a tiempo completo. El sacrificio de vivir todas esas carencias tenía
sentido porque desde el 11 de mayo serían dueños de sus lotes. Con el tiempo
construirían sus casas, ladrillo por ladrillo, e irían y solucionarían sus
dificultades, paso a paso, hasta el límite de sus fuerzas. La esperanza estaba
ahí, al alcance de sus manos. Para resolver sus problemas podían esperar el
apoyo oficial prometido, contar con su propio esfuerzo o recurrir a ambos
caminos. La tarea número uno era organizarse. El contingente andino,
mayoritario de todos los recién llegados, disponía de un arma propia: la
tradición comunal de las faenas, el principio andino de reciprocidad de
ofrecer un día de trabajo a cambio de un día de trabajo, sin necesidad de
pagar salarios
Los primeros pasos de esa organización de lo cotidiano nos los relata Rodrigo Montoya:
Durante los ocho meses del año 1971, 24 familias se organizaron en cada
“manzana”; 16 manzanas con 384 familias formaron un “grupo residencial”, y
24 ó 26 grupos residenciales formaron un “sector”. (…) En diciembre de 1971,
existían ya los sectores primero y segundo con 50 grupos residenciales y 800
manzanas, 19.200 lotes familiares, y un total de 96.000 personas. En 1973 Villa
El Salvador creció con los sectores tercero y sexto.
Para acercar la mirada a la situación a la que tuvieron que hacer frente esos miles de
familias recurrimos ahora a otro de los textos recomendados, el de alguien que ha hecho
un gran esfuerzo por interpretar esa realidad a partir de la tarea de consulta y análisis de
las actas de las reuniones de las familias pobladoras y sus diversos espacios de
organización. Hablamos del texto de Jaime Coronado del Valle titulado “La estructura
de autoridad y representación en una comunidad urbana: la experiencia de las
CUAVES 1971-1990”, primera parte de un libro más extenso “Villa El Salvador: Poder
y Comunidad” que pone a nuestra disposición el nutrido blog de CUAVES.
Tal y como relata Jaime Coronado lo que desde el inicio surge en Villa El Salvador:
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No es meramente una “aglomeración urbana” ni un “nuevo movimiento social”
lo que se constituye en la experiencia de Villa El Salvador. Se constituye un
espacio donde comienzan a estructurarse las “biografía individuales y las
formas de vida intersubjetivamente compartidas” de los pobladores, que tienen,
como horizonte y trasfondo de sus prácticas, la percepción de los dominados y
explotados dentro de la historia del poder.
(…) ese espacio social se halla determinado contextualmente por necesidades
de autoconservación, es decir, por necesidades de vivienda y alimentación, de
empleo y trabajo (…) ellos perciben que están “en un arenal, sin alumbrado, sin
agua potable, con calles sin pavimentar, pistas sin asfaltar, sin transporte
adecuado, carentes de protección policial, sin centros de recreación para los
niños, víctimas de enfermedades, víctimas de las crisis y políticas económicas
de todos los gobiernos”. Esta autopercepción constituye el piso de la
generación de la autoconciencia y la búsqueda de la autorrealización colectiva
e individual.
Pero ¿cómo se organizó la VES (Villa El Salvador)? ¿qué había en la base de esa
organización? Una respuesta conocedora al respecto nos la aporta uno de los principales
difusores de la importancia de esta experiencia, Aníbal Quijano, en su texto ¿Del “polo
marginal” a la “economía alternativa”? que podemos encontrar en la “Antología
esencial” Cuestiones y Horizontes De la Dependencia Histórico-Estructural a la
Colonialidad/Descolonialidad del Poder (editada por CLACSO, Buenos Aires 2014)
(…) se formó y se sostiene en algo que no se ha desintegrado del mismo modo
que la instancia central de la autoridad comunal: una textura social cuya
formación, consistencia y reproducción remiten a la estructura de autogobierno
comunal.
Dicha estructura partía de la organización de los habitantes de cada bloque de
viviendas o “manzana”. Ellos se organizaban en una Asamblea y elegían a los
miembros del Comité de Manzana y sus delegados o representantes. Los
delegados de todas las “manzanas” formaban la Asamblea del Grupo
Residencial y elegían un Comité del Grupo Residencial. Y finalmente todos los
representantes de esos sectores se organizaban en la Asamblea Comunal que
elegía a los miembros del Concejo Ejecutivo Comunal, al Concejo de
Vigilancia, a los Concejos de Línea (seis en total: producción, servicios,
comercialización, educación, salud y previsión social); a los Organismos de
Apoyo (planificación, unidad económico-financiera, unidad de administración,
comité de asesoramiento) y a los Comités Especiales. Cada teniente de un
cargo, de cualquier nivel, provenía pues de la asamblea de una de las
manzanas, su conducta y sus acciones en el cargo eran evaluadas allí y en el
conjunto de la comunidad, y podía ser removido por acuerdo de su asamblea de
origen.
Esta fue, claramente, una democracia directa, donde los representantes, las
autoridades y sus actos y decisiones en el ejercicio de esas responsabilidades,
quedaban sujetos al control directo de los miembros de la comunidad.
Semejante estructura reclamaba y estimulaba la participación de todos los
pobladores en los debates y en las acciones acordadas en las asambleas. Pero
también permitía a las gentes establecer entre sí relaciones directas, desde las
comunales, de grupos, hasta las plenamente individuales. En un sentido, de una
parte se estableció una urdimbre entre la vida comunal y la familiar e
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individual. Pero eran gentes de heterogéneas procedencias e identidades, que se
relacionaban entre sí como individualidades.
Pudieron confluir, por lo tanto, múltiples y heterogéneas identidades y
subjetividades. Articularse y diferenciarse intereses diversos. Consentir y
disentir ideas y orientaciones. No era la memoria de los mayores o la tradición
y las jerarquías tradicionales lo que regia la vida de la comunidad, sino el
debate, la decisión, la elección. La solidaridad no era, por lo mismo, una
voluntariosa decisión, o un discurso, sino el tejido mismo de la vida diaria entre
las gentes de la comunidad. Y algo extremadamente importante de ser tenido en
cuenta para esta discusión: toda acción era no sólo producto de debates y
decisiones colectivas, sino que era ella misma colectiva, tenía siempre y
necesariamente el carácter de una movilización colectiva de una parte o del
conjunto de la población, en cada caso.
Los planteamientos de la CUAVES
Hemos señalado hasta ahora el comienzo de la VES en 1971, pero la CUAVES (la
Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador) no nacería hasta dos años
después, en 1973. Nos acerca los pormenores de ese surgimiento otro de los textos que
recomendamos consultar para conocer la historia; nos referimos en esta ocasión al ya en
la introducción utilizado texto de Rodrigo Montoya Rojas titulado Villa El Salvador:
del sueño de una comunidad urbana autogestionaria y socialista a un distrito más de
Lima, que es el capítulo I de su obra Porvenir de la cultura quechua en Perú. Desde
Lima, Villa El Salvador y Puquio. (Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas,
Lima 2010):
En 1973, dos años después de una masiva labor organizativa para tratar de
resolver los problemas de agua, luz y servicios de transporte, educación y salud,
se produjo en Villa El Salvador un extraordinario debate. El gobierno militar
propuso crear una Cooperativa Integral Comunal Autogestionaria, CICA,
directamente controlada por el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización
Social, SINAMOS, la oficina surgida para organizar controlar la movilización
popular. Desde el lado de las organizaciones populares en manzanas, grupos
residenciales y sectores se propuso la creación de una Comunidad Urbana
Autogestionada de Villa El Salvador, CUAVES, en su primera convención en
julio de 1973. Perdió la tesis del gobierno, su agencia SINAMOS y sus
organizaciones políticas aliadas: Partido Comunista y Partido Socialista ML
(marxista leninista). Ganó el Movimiento Revolucionario Socialista, MRS,
primer núcleo socialista autónomo del país, independiente del gobierno militar
y de todos los partidos comunistas, maoístas y trotskistas.
El resumen de las ideas principales que se dieron en ese debate nos las resume Boris
Marañón:
(…) en el interior de las izquierdas pronto se manifestaría una fuerte discusión
sobre la pertinencia de la autogestión y de las propias empresas comunales. Por
un lado, el grupo denominado “clasista” –conformado sobre todo por el
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Partido Comunista del Perú Patria Roja y Vanguardia Revolucionaria (VR)–
sostenía que tales empresas eran una distracción, un paliativo y que, dada la
precariedad de condiciones de vida existentes en Villa El Salvador, la
autogestión no era otra cosa que autoexplotación; por tanto, se debía exigir al
Estado que atendiera las necesidades centrales de la gente, en la perspectiva de
la acumulación de fuerzas para el cambio revolucionario de la sociedad bajo la
dirección de las vanguardias partidarias a partir de la toma del poder (Mucha,
1983; Azcueta, 1983). Por otro lado, surgía la propuesta del Movimiento
Revolucionario Socialista (MRS) –fundado en 1976 luego de debates desde
1974, por iniciativa de Aníbal Quijano, Apolinario Rojas y otros líderes
populares– que rescataba una idea central de Marx a partir de su análisis de la
Comuna de París: la necesidad y posibilidad de que los trabajadores se
autoorganicen y construyan un poder desde la sociedad, pues no se trataba de
poner en otras manos el poder burocrático y militar materializado en el Estado
sino de “diluirlo y socializarlo” creando las bases de otro poder reinsertado en
la sociedad.
Según Marañón, las organizaciones populares en manzana, grupos residenciales y
sectores entendían el proyecto de la CUAVES:
(…) concebida no solo como un ente económico, sino como una institución de
autogobierno, democracia directa y poder comunal, que debía regular la vida
social en su conjunto y contribuir a solucionar las necesidades básicas de la
gente a partir de la autogestión, mediante el impulso de empresas y servicios
comunales. Coronado (1996:30) enfatiza que la CUAVES se planteó como una
estructura de autoridad y representación basada en la democracia directa, pues
en las elecciones podían participar todos los miembros de la comunidad
mayores de 18 años; los dirigentes del Comité Ejecutivo Comunal debían ser,
necesariamente, secretarios generales de manzana o de grupo residencial. En
todas sus instancias no estaba permitida la reelección de dirigentes en un
mismo cargo, más allá del periodo establecido de dos años. Se estableció el
principio de revocabilidad, es decir, que cuando lo determinara la mayoría en
una asamblea, previo debate y sustentación, cualquier dirigente podía ser
obligado a dejar el cargo que detentaba.
(…) se planteó que en la práctica social se iban tejiendo relaciones de
solidaridad-reciprocidad, se iba desplegando un poder comunal y se iban
haciendo esfuerzos por producir la existencia social de manera autónoma, de
organizar la producción de bienes y servicios básicos, con lo cual se forjaban
las bases de otras relaciones sociales, orientadas a la desmercantilización del
trabajo y de la vida.
Para conocer la filosofía o ideario que podía subyacer al planteamiento de CUAVES,
puede que uno de los mejores modos sea el de atender a sus estatutos, aprobados en
Asamblea General en Noviembre de 1973 y de los que en, el Anexo que ofrecemos al
final de estas líneas, recogemos algunos artículos que sirven para caracterizar el
proyecto:
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De la teoría a la práctica
Los estatutos de la CUAVES nos permiten conocer qué pretendía hacer y, sobre todo,
cómo conseguirlo. Sin embargo nos interesa saber qué traslado a la realidad tuvo esa
declaración de intenciones. Acudamos para ello al texto de Quijano:
La CUAVES, ya estructura comunal de autoridad, llegó al acuerdo de ir hacia
la organización comunal de la economía y de la sociedad. Con esa perspectiva,
presionaba por un planeamiento integral del espacio, sobre la base de que el
Estado admitiera que se trataba del espacio de una comunidad y que estaría
bajo el control de ésta. El planeamiento fue proyectado así, en efecto, aunque
no se realizó sino en sus primeras etapas. La distribución de las aéreas y
edificaciones públicas, así como la distribución de las áreas de viviendas, siguió
ese planeamiento.
(…) CUAVES no logró en cambio que el Estado admitiera que ella fuera la
dueña del territorio de la comunidad y que la población decidiera en asambleas
dónde, a quiénes y por qué razones se adjudicarían las viviendas.
Especialmente, que el precio de los terrenos para viviendas no fuera pagado o,
en todo caso, no al Estado, sino a la propia CUAVES. Y en consecuencia, que la
producción de las viviendas fuera una tarea y una responsabilidad comunal con
sus miembros.
A pesar de esta derrota (en buena parte debida a quienes desde el interior de CUAVES
apostaban por una postura más reformista), las realidades construidas en esos años
fueron muchas y de gran importancia. El propio Quijano nos resume algunas de ellas:
Entre 1974 y 1975, CUAVES negoció también con el Estado la creación de una
estructura básica de financiamiento de las actividades de producción, incluida
la vivienda, de sus pobladores.
El 18 de agosto de 1974 fue establecida la primera Caja Comunal, con fondos
iniciales del Banco Popular del Perú (expropiado y pasado a la propiedad
estatal). El propósito de la Caja Comunal era establecer un sistema de ahorros
y de créditos de los pobladores, para las necesidades individuales y colectivas.
Para los gastos familiares en salud, educación, vivienda, ante todo. Y en
segundo lugar, para la organización de “empresas autogestionarias” pensadas
para producir, en adelante, de manera comunal sus bienes y servicios.
La Caja Comunal tuvo vida activa durante una primera etapa. Recibió ahorros
y otorgó créditos. Con éstos se inició la formación de pequeños talleres
artesanales y la organización de un servicio comunal de expendio de kerosene,
que era entonces y aún es hoy, el recurso energético doméstico de las cocinas
de la mayor parte de los pobres de Lima.
CUAVES formó una comisión de proyectos públicos, a la que encargó estudiar
y proyectar la factibilidad de unas 20 empresas autogestionarias en VES. Los
proyectos no prosperaron, entre otras cosas debido a que los conflictos con el
Estado entraron en una fase más aguda. Pero los planes no se licuaron. Fueron
debatidos una y otra vez, entre 1974 y 1975. Los proyectos incluían una Granja
Agrícola, Talleres de Panificación, de Carpintería, de Vidrio Soplado, la
creación de una Empresa Comunal de Trasporte, otra de Construcción Civil; la
habilitación de una Zona Industrial. Entonces se inició la formación del Parque
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Industrial de VES, con pequeños talleres formados bajo el patrocinio de la
comunidad.
Comentábamos antes que entre las personas que habitaban CUAVES no existía un
planteamiento unánime, y la especial coyuntura política que atravesó Perú durante esos
años tuvo su reflejo en Villa El Salvador:
Las relaciones con el Estado no podían ser sino contradictorias, y los conflictos
en el Estado atravesaban a toda la población de VES.
Tras el golpe de Estado de 1975 y el cambio del carácter del régimen militar,
una de las tendencias políticas dentro de la comunidad gana las elecciones al
Concejo Comunal e intenta desmantelar todas las entidades de producción, de
distribución y de financiamiento de la CUAVES.
Duró un año. La amplia mayoría de la población levantó de nuevo el proyecto
comunal. Eligió esta vez a una dirección para la cual era explícito un proyecto
comunal de autogobierno y de autoproducción de la economía, de la sociedad,
de la cultura.
Recomenzó entonces, con toda su fuerza, la movilización organizada de la
comunidad exigiendo al Estado la dotación de servicios faltantes, de luz, de
asfalto de trasportes, de agua y desagüe, de limpieza pública, de centros de
educación, de salud. Y se inició la reorganización de las empresas comunales,
que la administración anterior había logrado desmantelar casi totalmente: la
Caja Comunal, la Farmacia Comunal, la Ferretería Comunal, los Grifos de
Kerosene, el Parque Industrial. Muchos de esos pedidos fueron atendidos, no
por el Estado, pero sí por agencias internacionales, como UNICEF, UNESCO,
en las áreas de educación y de salud. Por un tiempo, también las empresas
comunales se reactivaron.
A pesar de esa “intervención” de las agencias internacionales, CUAVES no permitió
que condicionaran su proyecto. Nos lo aclara Jaime Coronado:
En lo que respecta a sus relaciones con la “sociedad civil”, la CUAVES logró
establecer una serie de convenios y proyectos con diversas instituciones,
universidades y organismos no gubernamentales, locales, nacionales e
internacionales, que muestran su extraordinaria capacidad para gestionar y
generar nuevos recursos en beneficio de la comunidad. La creación de sus
Entes Económico Comunales, la creación del sistema de la Red de Salud, la
creación de sus modelos educativos, etc., no podrían explicarse al margen de
ello. Pero nunca la comunidad permitió que el producto tangible de tales
relaciones fueran condicionados. Por el contrario, una vez establecidos, fueron
reivindicados y directamente administrados por la autoridad comunal y bajo sus
parámetros normativos de carácter colectivo. Es decir, fueron puestos bajo la
autoridad de lo comunal.
El final de la CUAVES originaria y del modelo de autogobierno
Pero la inestabilidad política de la mano de una dictadura militar y una grave crisis
económica a la que se vio sometida toda la población peruana llevaron consigo que, a
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pesar de resistir en esa situación durante varios años, finalmente a primeros de la década
de los 80 las corrientes internas que cuestionaban la autogestión se impusieran y
abrieran el camino para que CUAVES se convirtiera en un distrito electoral dando paso
a la elección de un Concejo Municipal:
La segunda mitad de la década fue ocupada por grandes confrontaciones
sociales y políticas entre el gobierno militar y los trabajadores, sobre todo, pero
también entre el gobierno y sectores de la burguesía. El régimen militar asume
un carácter dictatorial más abierto frente a los trabajadores, logra contener y
dispersar las fuerzas organizadas más radicales, derrotando el Paro Nacional
de 1977, y sobre esa base reabre desde 1978 una nueva institucionalidad
liberal, que se ha mantenido hasta el “fujimorismo”.
CUAVES se constituyó en esos años, especialmente entre 1975 y 1978, en uno
de los bastiones organizados de la resistencia popular contra la dictadura. Aún
en esas circunstancias, manejando las contradicciones internas del régimen
militar, CUAVES logra acuerdos con entidades estatales (Oficina Nacional de
Apoyo Alimentario, Instituto Nacional Forestal), y con organismos de ayuda
internacional (CARE), para la conservación de sus áreas forestadas, y para dar
empleo y salarios a pobladores de VES en esas actividades.
Entre 1980 y 1983 en la CUAVES crecen, como en la izquierda de todo el país,
las tendencias políticas adversas a las ideas de autogobierno y de
autoproducción de la sociedad. Casi todas ellas van también dejando atrás sus
propias ideas favorables al “socialismo realmente existente” y van adoptando
el discurso social-liberal, los más, y socialdemócrata los menos. El
“barrantismo” (por Alfonso Barrantes) fue la ajustada expresión política de
esas tendencias, juntas conquistan una amplia hegemonía en el Concejo
Comunal de CUAVES, presionan por la conversión de VES en un distrito y la
elección de un Concejo Municipal. El Estado decreta en 1983 la creación del
Distrito de Villa El Salvador y, en las elecciones municipales de ese mismo año,
las fuerzas hegemónicas en CUAVES obtienen también una amplia victoria.
Ello llevó a que, a pesar de que en un inicio el municipio no lo impusiera, su inercia
supusiera el final del periodo en el que CUAVES fue realmente una comunidad urbana
autogestionada. Lo expresa con contundencia Boris Marañón (los destacados son
nuestros):
Sin embargo, desde principios de los ochenta, al reinstaurarse la democracia
representativa en el país, como resultado de las masivas luchas populares, el
proyecto autogestionario fue enfrentado y desarticulado sistemáticamente por
las corrientes hegemónicas de la izquierda peruana, las que propusieron y
celebraron la creación por el gobierno central del distrito de Villa El Salvador,
lo que propició la quiebra y privatización de las empresas comunales y supeditó
a la CUAVES al gobierno municipal, hasta convertirla en una asociación civil
carente de poder, de un poder emanado de la sociedad.
(…)
[con] el anuncio de elecciones generales en 1980, el escenario político de
principios de la década de los setenta cambiaría radicalmente, y el destino de la
CUAVES en tanto democracia directa sería su progresivo agotamiento, ya que
el “clasismo” agrupado en la Izquierda Unida, al instaurarse la democracia
representativa en los ochenta, optó por la política “institucionalista” y, al
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convertirse en una importante fuerza electoral, se inclinó por el
fortalecimiento de los gobiernos locales, de manera que llevó a la práctica un
proyecto de intenciones de supuesta cogestión política administrativa en el
ámbito municipal. De este modo, según Germaná (1994:72), “la naturaleza
específi ca del autogobierno desaparece, pues en su lugar surge una
organización mediadora entre la población marginal y el sistema político
dominante”. Así, en Villa El Salvador, si bien la Izquierda Unida, al asumir la
conducción del municipio a consecuencia de su triunfo en las elecciones
municipales de 1983, propuso que la “ley comunal era también ley municipal”,
en los hechos optó por quitarle a la CUAVES su poder político y concentrarlo
en el gobierno municipal, como un poder burocrático
El breve resumen de lo ocurrido después no lo ofrece Quijano:
(…) Y es, en verdad, sorprendente el que haya podido, en esas condiciones,
establecerse y perdurar por más de una década, hasta su virtual eclipse desde la
segunda mitad de los años ochenta, primero sometido por el Estado, que lo
convirtió en un Distrito y le creó un Concejo Municipal Distrital, para
incorporar esa población, finalmente, a su propia y vertical estructura de
autoridad. Y luego, cubierto por las tendencias de fragmentación social y de
reclasificación de la población que las actuales tendencias del capital producen
y que una versión extrema del “neoliberalismo” logró imponer abruptamente en
el país, desde 1990.
A pesar de ello, en la “historia oficial” lo que ha desparecido es precisamente la
experiencia autogestionaria de esa década larga (1971-1983). La CUAVES que hoy
protagoniza los principales documentos, análisis y reflexiones es la CUAVES posterior,
la que una vez perdida su autonomía y capacidad de autogobierno (y sólo entonces)
comenzó a ponerse como ejemplo a seguir y a recibir premios y reconocimientos. Así
nos lo analizan, primero con tanta síntesis como contundencia Rodrigo Montoya, y
posteiromente Boris Marañón:
La lectura del pasado es siempre interesada a partir de intereses concretos.
Quienes convirtieron a la CUAVES en una ONG tratan de reducir la historia de
la villa, como si comenzase con su conversión en distrito en 1983
En la actualidad, Villa El Salvador alberga a 382 mil habitantes (según datos
del Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú para 2010) y es
presentado como un caso excepcional en el que los “pobres”, organizados y
tomando decisiones de manera participativa, han logrado importantes mejoras
en su bienestar.
(…) Al mismo tiempo, ha recibido importantes reconocimientos, entre ellos el
“Premio Príncipe de Asturias a la Concordia” (1987) y la designación de
“Ciudad Mensajera de la Paz” (1987), por la Asamblea General de las
Naciones Unidas. Así, el derrotero histórico de Villa El Salvador es presentado
como un logro popular enmarcado en los límites institucionales del capitalismo
moderno y colonial.
No obstante esta imagen predominante, Villa El Salvador es un caso en la
historia social contemporánea que requiere un estudio en el que se recuperen
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los planteamientos políticos primigenios de un segmento de sus fundadores que
apuntaban hacia la transformación socialista y anticapitalista de la sociedad
Nuestra pretensión no es abordar ese estudio pendiente, pero sí recapitular algunas de
las conclusiones sobre el proceso que extraen nuestros “guías” durante todo el
documento.
Algunas conclusiones
Rodrigo Montoya es también de quienes piensan que hace falta investigar más para
sacar todas las posibles consecuencias, aunque el se atreve a aportarnos su reflexión:
En este breve recorrido por la historia de Villa El Salvador he ofrecido algunos
elementos de respuesta a la pregunta ¿por qué acabó el sueño político de la
Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador CUAVES? Falta
investigar más, cuestionar la realidad y buscar más y nuevos elementos de
respuesta. Con lo que tengo a mi disposición me atrevo a sugerir tres hipótesis.
1) a partir de la respuesta comunal de los migrantes ante el desafío de poblar
un arenal el Movimiento Revolucionario Socialista MRS, tuvo la audacia y la
imaginación de proponer el sueño utópico de crear otro poder a partir de las
condiciones específicas creadas por el Gobierno militar. Al mismo tiempo, no
tuvo la fuerza para sostener su iniciativa y hacerle frente con éxito a los
adversarios comunistas prosoviéticos y maoístas de la izquierda y al Gobierno
militar y sus aliados; 2) a pesar de su identificación con las luchas populares de
los vecinos, los dirigentes y militantes de las organizaciones de la izquierda,
habrían funcionado a favor de los intereses de las direcciones, de las
organizaciones populares y sindicatos diversos, con el propósito de acumular
fuerzas, sin saber en última instancia para qué; 3) el reemplazo del General
Velasco Alvarado por el General Morales Bermúdez en 1975, habría
significado el final del apoyo oficial realmente existente con la CUAVES, a
pesar de las discrepancias de fondo sobre la autonomía de las bases populares
y sobre el fuerte control del régimen militar.
Nos parecen especialmente nutritivas las conclusiones de Jaime Coronado del Valle:
(…) a la luz de la experiencia estudiada de la CUAVES, se puede mostrar que el
autogobierno y el ejercicio de la democracia directa responden a un proceso de
democratización, no orientado prioritariamente hacia el Estado, que va más
allá de colocar su principio de representación en la figura del ciudadano.
Es un proyecto donde se recompone y entremezclan las relaciones materiales y
políticas de la existencia social, lo característicamente importante es que la
capacidad del ejercicio de la autoridad no se funda en el “individuo”, sino en la
relaciones e interacciones colectivas y en un “reconocimiento entre iguales”, y
que por tanto tiene la capacidad de articular sujetos a múltiples y heterogéneos
“sujetos”, que reclaman una representación institucional conflictivamente
diferente a la de la ciudadanía liberal y el Estado.
La experiencia de la CUAVES muestra otra manera de redefinir la ciudadanía.
Esta es vista, no como derechos formalmente atribuidos, sino como
11
prerrogativas y prácticas concretas que deben ser apropiadas y ejercidas por
los propios individuos. Para ello, tales prerrogativas deben ser conquistadas
como parte de un proceso de transformación global de la sociedad.
(…) La historia de la CUAVES está cruzada de conflictos y desacuerdos, tanto
ideológicos como políticos, de diferentes interpretaciones y sentidos del
proyecto comunal, pero sus valores colectivos y socialistas, sus mecanismos de
debate y participación democráticos, sus formas de ejercicio de la autoridad y
de la representación, constituyeron parámetros que no fueron rebasados por
ningún estilo o matiz de su condición. Esto es, en suma, lo que constituyó la
fortaleza de la experiencia del autogobierno y de la democracia directa, y por
tanto, de su estructura de representación y autoridad.
Finalmente la importancia histórica de esta experiencia, en el contexto de
sociedades complejas y heterogéneas como las de América Latina, es que
muestra el surgimiento de una esfera institucional pública, que a diferencia de
la esfera pública “oficial”, no se convierte en “un aparato institucional se
parado de las prácticas sociales y de la vida cotidiana de la sociedad y se
coloca por sobre ella”, sino una esfera “pública-social” que, como expresión
de relaciones e interacciones, solidarias y democráticas, “no se constituye como
poder estatal, sino como un poder en la sociedad”.
Y de una importancia mayúscula este breve apunte de Quijano:
[todos los logros de CUAVES] fueron resultado de largas y con frecuencia
conflictivas negociaciones con el Estado central, con la presión de miles de
pobladores movilizados en las calles adyacentes a la respectivas oficinas
públicas. Es notable que todo eso pudiera ser logrado por una entidad que
nunca fue legalmente reconocida, aunque en el contexto político de ese período
pudiera ser un interlocutor de facto para el Estado.
Desde un contexto de reflexión amplio, Boris Marañón nos ofrece su punto de vista:
(…) Para los fines de la reflexión que aquí interesa, es indispensable discutir en
qué medida las propuestas políticas y las prácticas sociales desplegadas en esta
experiencia se alejan del eurocentrismo, en tanto una racionalidad que subyace
a la producción de conocimiento, para explicar la realidad y transformarla. En
ese sentido, el análisis de la experiencia de la CUAVES puede dar luces sobre
la manera en que las propuestas de solidaridad económica que aspiran a la
transformación societal tendrían que pensar el problema de la relación entre la
economía, la política, el Estado y el poder (Marañón y López, 2010). En la
CUAVES de los setenta, las posiciones teóricopolíticas y prácticas sobre la
transformación societal se abrían en dos vertientes: por un lado, la que
planteaba la “captura del Estado” como eje de la disputa por el poder y el
lugar desde donde se debían impulsar los cambios revolucionarios; por otro, la
que sostenía la “socialización del poder”, inspirada en las propuestas y
experiencias, desde Marx y la Comuna de París, pasando por los teóricos rusos
en 1917, y continuando por la tensión, en todos los procesos revolucionarios
posteriores, entre el impulso al autogobierno y su posterior cooptación y
castración estatalista.
Desde esta perspectiva, debería replantearse la relación inmediata entre lo
social y lo político, de modo que lo político retornase a lo social cotidiano y que
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la toma de decisiones se cristalizara en una estructura de autoridad y
representación asociada a la democracia directa, en un Estado que
paulatinamente dejaría de serlo.
La experiencia de la CUAVES es propicia para entender cómo para unos el
partido estaba fuera de la clase, fuera de la sociedad, mientras que para otros
el partido debía estar en la clase, en la sociedad. Para los de la primera
orientación, además, las decisiones debían tomarse por una vanguardia, la
misma que, por su lectura de la teoría revolucionaria, estaba legitimada y
autorizada para tomar las decisiones encaminadas al cambio revolucionario
por los trabajadores en su conjunto, y que la lucha revolucionaria debía estar
centrada en la toma, en la ocupación del Estado. En cambio, los vinculados a la
segunda vertiente sostenían que el camino revolucionario consistía en
acompañar, en estimular, las tendencias organizativas que surgían desde la
sociedad y que condujeran hacia una reinserción del poder político en la
sociedad, mediante mecanismos deliberativos, de estructuras de autoridad y
representación basadas en la democracia directa, en la revocabilidad y
rotación de los cargos.
Esta segunda visión, además, sostenía la importancia de que los trabajadores se
autoorganizaran y desarrollasen esfuerzos en busca de la solución de sus
problemas cotidianos, desde la totalidad social, con el impulso a empresas
comunales de producción, comercialización, finanzas, salud; además de atender
los problemas de seguridad, transporte, agua y desagüe, electricidad y
forestación.
En esta perspectiva, se juntaban la autogestión, en tanto actividad económica,
con el autogobierno, como modo de regulación de la vida social a partir del
control de un territorio físico, en una relación de autonomía política respecto
del Estado.
Más contundente es el último análisis que os ofrecemos, el de Roberto Espinoza que
recoge Boris Marañón:
Por su parte, Roberto Espinoza sostiene que la experiencia de la CUAVES
muestra las dificultades teóricas de la izquierda peruana respecto al Estado y al
poder:
El estatalismo de la izquierda es la principal causa de la crisis de la CUAVES.
Y lo demás son explicaciones complementarias o secundarias.
La CUAVES fue tomada, el local de la CUAVES fue asaltado por militantes de
Izquierda Unida. Eso es, ahí termina la CUAVES. No fue asaltada ni por
fascistas ni por apristas, fue por una parte de la propia izquierda porque ya
estábamos en esta etapa invertida, en que los partidos de izquierda ya no eran
tan obedientes a lo que venía desde abajo. El punto central es ideológico. Desde
la CUAVES hasta hoy, la izquierda no puede limpiarse el trauma de la
colonialidad del poder que significa la trampa e ilusión de que solo a través del
Estado y del mercado se puede hacer algo. Ese es el punto central.
Y por eso destruyeron la CUAVES. Por eso destruyeron muchas otras
organizaciones […] Petardearon ideológicamente a la población con el
mensaje –hay que modernizarse, el municipio nos va a traer presupuesto, nos va
a traer fondos–. Y entonces una población que estaba participando activamente
en su autogobierno, de pronto se pasmó, para ilusionarse en el municipio que es
la última rueda del coche de este viejo Estado-nación, que ya no funciona, ni
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con presupuesto “participativo” y todo… (…)En el caso Villa El Salvador fue
autoorganización comunal, CUAVES-municipio. ¿Quién ganó? Ganó el
municipio. Los petardearon ideológicamente y dijeron: “Hay que modernizarse,
el municipio nos va a traer presupuesto, nos va a traer fondos”. Y entonces una
población que estaba participando activamente, de pronto se pasmó… ¿Y qué es
el municipio? El municipio es la última rueda del coche de este viejo Estadonación que no funciona, ¿ya?, con presupuesto operativo y todo. (…)¿Imposible
esto? ¿No era posible la coyuntura, la historia? No sé, yo creo que no.
Seguimos eludiendo, porque los de la izquierda y los intelectuales y los que
investigan quieren eludir esta discusión de fondo. ¿Tiene sentido hoy persistir
en la reingeniería del Estado-nación? ¿Eso es una herencia de la colonialidad
del poder, o no?” (Roberto Espinoza, Lima, noviembre, 2012)
Así, estas enseñanzas pueden ser importantes para contribuir a la expansión de
las propuestas de solidaridad económica en América Latina, pues se trata no
solo de impulsar “otras economías” basadas en la solidaridad, sino de impulsar
al mismo tiempo formas de autogobierno que modifiquen las relaciones de
fuerza, en la sociedad en su conjunto, y se orienten a la socialización del poder.
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ANEXO:
ALGUNOS DE LOS ARTÍCULOS MÁS DESTACADOS DEL ESTATUTO DE LA
COMUNIDAD URBANA AUTOGESTIONARIA VILLA EL SALVADOR
CUAVES
TITULO II
DE LOS FINES, OBJETIVOS Y MEDIOS
ART. 9º.- Son fines de la CUAVES :
• Procurar el desarrollo humano y social de acuerdo, a valores solidarios de libertad y
justicia.
• Generar una base productiva y soporte económico, mediante empresas comunales y
de propiedad social de producción y de servicios.
• Perfeccionar sus mecanismos de autogobierno local como expresión revolucionaria de
una democracia social de participación plena.
• Contribuir permanentemente, para alcanzar y consolidar una sociedad socialista,
humanista y solidaria.
ART. 10º.- Son objetivos de la Comunidad Urbana Autogestionaria “Villa El
Salvador”:
• Plena participación de los vecinos-comuneros en la creación y goce del producto
social, concordante con el proceso de desarrollo integral del país.
• Dinamizar y modernizar las empresas comunales de propiedad social generando y
reinvirtiendo parte de la renta social, mediante nuevas unidades de producción y de
servicios.
• Preservar la integridad territorial de la Comunidad y el buen uso de sus recursos.
• Revitalizar las normas y valores comunales tradicionales del Perú, fortaleciendo la
organización de la población, para que su aporte al trabajo comunitario impulse el
desarrollo nacional.
• Promover el desarrollo de diferentes formas de ayuda mutua y cooperación,
tendientes a la ejecución, programación y control de las unidades de producción y de
servicios.
• Respetar los principios de igualdad en las atribuciones y derechos de todos los
pobladores de “Villa El Salvador”.
• Canalizar los recursos económicos y técnicos, para la capacitación de los comuneros y
para las actividades integrales para el desarrollo económico-social de la Comunidad.
• Siendo el legado más preciado las nuevas generaciones, la CUAVES , orientará sus
recursos y su acción en forma PRIORITARIA al único sector PRIVILEGIADO, que
son los niños integrando a la juventud en todos los mecanismos organizativos.
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• Consecuentes con el principio de solidaridad, procuraremos impulsar, apoyar y
contribuir con los medios humanos y materiales posibles para el desarrollo económicosocial de las otras comunidades marginales como son los Pueblos Jóvenes del Cono Sur:
Mariano Melgar, Micaela Bastidas. Hogar Policial, Tablada de Lurín, Villa María,
Ciudad de Dios, José Carlos Mariátegui, Nueva Esperanza, etc. etc.
Art. 11º.- Para alcanzar sus fines y objetivos la CUAVES deberá:
• Constituir sus unidades de producción, servicios, comercialización, educación, salud,
así como las de carácter económico-financiero, administración, relaciones,
planificaciones y todo cuanto abarque a toda la comunidad urbana.
• Organizar los sistemas de trabajo en función del pleno empleo de los comuneros.
• Coordinar con las instituciones públicas la formulación de planes y proyectos de
interés comunal, debiendo controlar, ejecutar y evaluar las acciones correspondientes.
TITULO III
DE LOS POBLADORES COMUNEROS
ART. 12º.- Para ser considerado poblador-comunero se requiere los siguientes
requisitos:
• Residir en un lote de vivienda ocupándolo personalmente te y con su familia si es
casado; residencia que debe ser permanente, salvo el caso de permiso otorgado por la
Comunidad.
• Ser mayor de 18 años.
• No ser adjudicatario de lote de vivienda en ningún otro lugar de Lima.
• Conocer y cumplir el presente Estatuto y respetar los acuerdos de las Asambleas
Comunales.
ART. 13º.- Se, podrá adquirir la calidad de comuneros por asimilación con los
siguientes requisitos:
• Ser aceptado por mayoría absoluta de votos de la Asamblea General de Delegados.
• Ser trabajador de alguna unidad de producción o de servicios de la Comunidad.
DE LOS DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS POBLADORES -
COMUNEROS
ART. 14º.- Los derechos de los comuneros son:
• Participar de los bienes y servicios comunales en forma establecida.
• Elegir y ser elegido por cargos propios de la comunidad.
• Intervenir con voz y voto en las Asambleas Generales de su Grupo Residencial o de
Manzana.
• Denunciar ante la Asamblea de su Manzana, o ante la Asamblea General de su Grupo
o ante la Asamblea General de Delegados, sobre actos cometidos en perjuicio de los
intereses de la Comunidad.
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• Solicitar al Comité Directivo de Manzana o a la Junta Directiva Central de su Grupo,
la convocatoria a Asamblea General Extraordinaria sujetándola a las disposiciones al
respecto.
• Participar militantemente en las tareas de desarrollo económico, social, cultural de la
Comunidad.
ART. 15º.- Son obligaciones de los pobladores comuneros:
• Participar en las tareas de desarrollo integral de la Comunidad.
• Integrar las Unidades de producción y de servicios que promueva la Comunidad
conforme a sus fines y objetivos.
• Asistir a las Asambleas de su Manzana, Asamblea de Grupo y otros actos de la
Comunidad.
• Cumplir con las normas establecidas en el presente Estatuto y los Reglamentos de la
Comunidad.
• Emitir su voto en las elecciones vecinales o en referéndum.
• Aceptar los cargos y comisiones que se le encomiende con el máximo de dedicación y
esfuerzo para bien de la Comunidad.
• Acatar las resoluciones de su Manzana y de su Asamblea General de Grupo y los
mandatos de los consejos Directivos de la Comunidad adoptados de conformidad con
las disposiciones estatutarias y comunales.
• Abonar puntualmente las cuotas y otras obligaciones debidamente aprobadas por
Asamblea General y cumplir las tareas comunales que se acuerden.
(…)
TITULO IV
DE LA ORGANIZACIÓN VECINAL – COMUNAL
ART. 20.- La Comunidad Urbana Autogestionaria “Villa El Salvador”, tiene tres
niveles de organización funcional de los pobladores correspondientes a los organismos
de autogobierno local y son:
• El Comité de Desarrollo Socio-Económico de Manzana.
• El Grupo Residencial, y
• La Asamblea General de Delegados de todo Villa El Salvador.
DE LA ASAMBLEA DE MANZANA
ART. 21º.- El Comité de Desarrollo socio-económico de Manzana es la organización de
primer nivel y como tal de importancia básica para la soberanía y el desarrollo comunal
y garantía de participación plena. Esto se desprende por estar actualmente nuestra
Comunidad formada por Grupos Residenciales, cada uno de los cuales tiene
generalmente 16 manzanas, y cada manzana constituida por 24 familias que ocupan
igual número de lotes.
ART. 22º.- Una vez por quincena se reunirán todos los pobladores-comuneros de una
Manzana, constituyendo la ASAMBLEA DE MANZANA de carácter ordinario. En
dicha Asamblea los dirigentes de manzana darán cuenta de sus actividades sobre todos
los aspectos de la vida comunal y se tomarán los acuerdos por mayoría de votos.
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Los acuerdos de Asambleas obligan a los dirigentes de manzana a cumplirlos o llevarlos
al seno de las reuniones de nivel superior correspondiente.
ART. 23º.- El quórum de la Asamblea se establece con la concurrencia de la mitad más
uno de los pobladores-comuneros mayores de 18 años inscritos en el padrón de
manzana. En segunda citación se establece el quórum con los asistentes.
ART 24º.- Los Secretarios de Educación y Salud, son los responsables de citar a
Asamblea de Manzana, con la debida anticipación, salvo casos de emergencia.
ART. 25º.- En caso que los dirigentes de Manzana no cumplieran con realizar las
Asambleas de Manzana, tres pobladores-comuneros bajo responsabilidad pueden
convocar a Asamblea poniendo en conocimiento del Secretario General del Grupo
Residencial. Los acuerdos así tomados son válidos, conforme lo establecido en los
artículos respectivos y sólo cabe revisión por dos Asambleas consecutivas de Manzana
o por acuerdo de Asamblea General de Grupo.
ART. 26º.- Los pobladores-comuneros conforme al Estatuto y al Reglamento interno,
pueden suspender, censurar o cambiar a los dirigentes de su Manzana con el acuerdo de
la mayoría conforme a los principios de amplia democracia representativa, la soberanía
y el poder reside en las bases.
(…)
TITULO V
DE LOS ORGANISMOS DE AUTOGOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN
GENERAL
ART. 70º.- LOS ÓRGANOS DE Autogobierno Comunal y de Administración de la
COMUNIDAD URBANA AUTOGESTIONARIA “VILLA EL SALVADOR”, son:
• La ASAMBLEA GENERAL DE DELEGADOS
• El CONSEJO EJECUTIVO COMUNAL
• El CONSEJO DE VIGILANCIA
• Los CONSEJOS DEL AREA ECONOMICA: PRODUCCION, SERVICIOS,
COMERCIALIZACION
• Los CONSEJOS DEL AREA SOCIAL: CONSEJO DE EDUCACIÓN Y CONSEJO
DE SALUD Y PREVISION SOCIAL.
• Los ORGANISMOS DE APOYO: COMITÉ DE PLANIFICACIÓN CON SU
OFICINA TECNICA DE APOYO (ODEP), Y OFICINA DE INGIENERIA (OI),
UNIDAD ECONOMICA FINANCIERA CON SU OFICINA DE APOYO (CAJA
COMUNAL), UNIDAD DE ADMINISTRACIÓN GENERAL, COMITÉ DE
ASESORAMIENTO Y COMITES ESPECIALES.
ART. 71º.- Los miembros de estos organismos que provengan de la organización
comunal funcional, serán elegidos para un período de dos años, no pudiendo ser
reelegidos en el mismo cargo en un periodo siguiente y en ningún cargo en el periodo
subsiguiente.
18
(…)
ART. 88º.- EL SER INTEGRANTE DEL CONSEJO EJECUTIVO ES UN HONOR Y
NO DA DERECHO A REMUNERACIÓN ESPECIAL NI BENEFICIOS
ADICIONALES, DEBIENDO EL ELEGIDO CONTINUAR EJERCIENDO EL
TRABAJO QUE LE CORRESPONDE, en su respectivo centro de Trabajo.
(…
TITULO VIII
DEL CONSEJO DE VIGILANCIA
ART. 111º.- El Consejo de Vigilancia de la Comunidad Urbana Autogestionaria de
Villa El Salvador, es el órgano encargado de supervisar y fiscalizar las actividades del
Consejo Ejecutivo Comunal y de los demás Consejos y Comités especiales en todo lo
relativo a la marcha política, económica, y administrativa de la Comunidad con cargo de
dar cuenta a la Asamblea General de Delegados o Asamblea Plenaria.
(…)
ART. 113º.- Son funciones del Consejo de Vigilancia:
a) Fiscalizar y supervisar las actividades del Consejo Ejecutivo Comunal de los
Consejos del Área Social, del Área Económica y de los Comités Especiales.
b) Controlar la contabilidad.
c) Conocer de las relaciones de los comuneros y emitir su opinión ante el Consejo
Ejecutivo Comunal y ante la Asamblea General de Delegados.
d) Conocer las reclamaciones que le hagan llegar los trabajadores de las Empresas de
Propiedad Social-Comunal y emitir su opinión ante el Consejo Ejecutivo Comunal y
ante la Asamblea General de Delegados por escrito.
e) Proponer a la Asamblea General de Delegados las sanciones aplicables a los
comuneros que infrinjan sus obligaciones.
f) En los casos que así lo resuelva la Asamblea General de Delegados o el Consejo
Ejecutivo Comunal denunciará ante la autoridad competente las infracciones al presente
Estatuto a las Leyes del Gobierno Central.
ART. 114º.- Las sesiones del Comité Directivo del Consejo de Vigilancia son
ordinarias y extraordinarias. Las ordinarias se realizarán cada quince días y
extraordinarias a pedido de uno de los miembros. El quórum estará dado por la mayoría.
ART. 115º.- La Asamblea General de Secretarios de Vigilancia con su Comité
Directivo se realizará una vez cada dos meses en forma ordinaria y extraordinaria
cuando sea necesario.
(…