La lucha por la tierra es mucho más que la lucha por un medio de producción: es también la lucha por un determinado horizonte de sentido para la vida con la tierra, finalmente, como territorio. Más aún, es la lucha por la Tierra cuyo colapso ambiental manifiesta, en el fondo, la ruptura metabólica a la que la racionalidad tecno-científica, subordinada a la acumulación incesante del capital y de su productivismo, está llevando a la humanidad y al planeta.
Este artículo se inspira en estas ideas.
Carlos Walter Porto-Gonçalves*
LUCHA POR LA TIERRA
RUPTURA METABÓLICA Y REAPROPIACIÓN SOCIAL DE LA NATURALEZA
Nosotros conquistamos, nosotros administramos
Cacique Babau - Tupinambá
INSPIRACIÓN
Entre los días 12 y 17 de julio de 2015 se reunieron en Porto Velho, la
capital del Estado de Rondonia, en la Amazonia brasileña, cerca de
820 campesinos/as, afrodescendientes e indígenas de diversos pueblos
por ocasión del IV Congreso Nacional de la Comisión Pastoral de la
Tierra – CPT, con el objetivo de reflexionar sobre los 40 años de sus
Memorias, sus Rebeldías y sus Esperanzas de lucha por la tierra. En
una de las intervenciones, ya al final del Congreso, un campesino de
Maranhão reflexionaba sobre aquellas iniciativas que se destacaban
como esperanza de las luchas, como la Agroecología y las Semillas
Criollas, y afirmó: “La principal semilla criolla que está desapareciendo son las comunidades. No servirán de nada la agroecología y las
semillas criollas sin unas comunidades fuertes. Hemos formado muchos líderes, pero pocas comunidades”. Con esa afirmación tan contundente se consagraba una de las principales evaluaciones de estos
40 años de Memorias y Rebeldías, afirmando que la lucha por la tierra
es mucho más que la lucha por un medio de producción: es también
* Programa de Pós-Graduação em Geografía - PPGEO / UFF (Brasil). Instituto de
Ciências, Campus da Praia Vermelha, Departamento de Geografia - Universidade
Federal Fluminense.
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la lucha por un determinado horizonte de sentido para la vida con la
tierra, finalmente, como territorio. Más aún, es la lucha por la Tierra
cuyo colapso ambiental manifiesta, en el fondo, la ruptura metabólica
a la que la racionalidad tecno-científica, subordinada a la acumulación incesante del capital y de su productivismo, está llevando a la humanidad y al planeta. Este artículo se inspira en estas ideas, recogidas
durante la construcción colectiva de conocimiento que se produjo en
el IV Congreso Nacional de la CPT1
.
INTRODUCCIÓN
Vivimos un tiempo de profundas transformaciones que implican, a su
vez, tiempos de duraciones múltiples que nos habitan. Comenzamos a
darnos cuenta de un tiempo cósmico, un tiempo geológico-geomorfológico, de un tiempo ancestral, así como de tiempos históricos de larga, media y corta duración que, como había alertado Milton Santos,
configuran “el espacio como acumulación desigual de los tiempos”.
Hablamos ya de Antropoceno –tal es el efecto de la acción humana en
el metabolismo planetario– en el cual el homo sapiens sapiens aparece como agente geológico-geomorfológico.
En toda la historia de la Humanidad, ¡nunca tuvimos un período
de 50 años en el que tantas comunidades étnicas y campesinas hubiesen sido destruidas! Aunque de un modo diferente según las regiones,
ese proceso ha sido permanente y podemos tomar el año 2007 como
un marco geográfico planetario porque, por primera vez, ese año registramos que la población urbana mundial era mayor que la población rural. Al mismo tiempo, en 2010 había un 64% más de habitantes
rurales que en 1960; es decir, ¡nunca tuvimos tantos campesinos y
comunidades étnicas sobre la faz de la Tierra! En ese mismo período, la población urbana creció un 352%, pasando de 995 millones de
personas para 3.510 millones de habitantes. Estos acontecimientos
tienen enormes implicaciones teórico-políticas, porque traen a la luz
la ruptura metabólica olvidada por la tradición eurocéntrica del conocimiento que, con su idea maestra de “dominación de la naturaleza”,
colonizó el mundo con su antropocentrismo.
Esta urbanización intensa se presenta, por primera vez, como
un fenómeno global, aunque 2/3 partes de la población urbana viva
en América Latina/Abya Yala, en África y en Asia, lejos, por tanto, de la ciudad-luz prometida por la colonialidad del poder/saber
1 Este ensayo se desarrolló como parte del Post-Doctorado en el Programa de
Post-Graduación Interdisciplinar en Ciencias Humanas de la Universidad Federal de
Santa Catarina del Centro de Filosofía y Ciencias Humanas, bajo orientación del Dr.
Luiz Fernando Scheibe.
Carlos Walter Porto-Gonçalves
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eeuurocéntrico2
característico del proceso moderno-colonizador con
base en la acumulación incesante del capital. El escritor uruguayo
Ángel Rama (1926-1983) ya nos había alertado que las primeras ciudades modernas y planificadas fueron construidas en América Latina
como ciudades para el control territorial y la dominación. Fue también en América Latina donde se introdujeron las primeras grandes
extensiones de monocultivos con la caña de azúcar en Cuba, Haití y
Brasil. Subrayemos lo que normalmente no se destaca: el monocultivo no es apenas una técnica de producción, que lo es; pero también
se configura, y sobre todo, como una técnica de poder pues nadie,
hasta inicios del siglo XVI, plantaba un único producto en grandes
extensiones, lo cual significaba, en realidad, dejar de producir para
sí mismo. Cambio de escala y cambio en las relaciones sociales y de
poder, por tanto. El monocultivo en grandes extensiones (latifundios)
implica que se produce para terceros que no son de ese lugar y eso es
lo que se hizo sobre todo en las áreas coloniales. Y como nadie haría
esto de forma espontánea, se impuso el trabajo esclavo y con él el racismo, puesto que el trabajo esclavo era exclusivo para los pueblos de
color, entiéndase contra los otros, los no-blancos, los no-europeos3
. Y
como era necesario beneficiar las grandes producciones de estas áreas
extensas (latifundios) con monocultivos, se introdujeron los ingenios
que, como su propio nombre indica, fueron tecnologías modernas, ingeniosas, en el mismo sentido que hasta hace poco nos referíamos a la
industria como una habilidad y un talento humano (ser ingenioso, ser
industrioso). Como se ve, monocultivo, latifundio, esclavitud, racismo
y tecnología de punta llegaron juntos con la instalación del sistema
mundo capitalista moderno-colonial patriarcal.
OPOSICIÓN CAMPO-CIUDAD Y LA COLONIALIDAD
DEL SABER/PODER
El fenómeno urbano no es propiamente europeo si miramos a Uhr,
al sur de Mesopotamia; la civilización de Caral, al norte del actual
Perú; Tenochtitlán, en América Central; Cuzco, en el centro del
Tawantynsuyu, en el mundo andino; entre otras muchas experiencias.
2 ‘Eeuurocéntrico’ es un neologismo que proponemos para describir la hegemonía
europea/estadounidense que está colonizando el mundo desde 1492 a partir de centros imperiales variables: Ibérico, Europeo Noroccidental y Estados Unidos, todas en
el Atlántico Norte. Todo indica que ahora hay un giro geográfico que está en curso en
dirección al Océano Pacífico.
3 Todavía es común afirmar que el proceso histórico-colonial en América Latina/
Abya Yala se construyó con base en el trípode latifundio, monocultivo y esclavitud.
Se olvida así que la esclavitud era racializada, ocultándose así el cuarto pilar de dominación colonial que aún nos atormenta: el racismo.
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Sin embargo, la lectura de la ciudad como locus de una vida superior
se nos impuso sobre todo a partir de la colonización europea, que
silenció otras lecturas4
del mundo (epistemicidio, diría Boaventura
Sousa Santos).
Hay una tensión filosófica-política que atraviesa el debate acerca
de la buena vida en la ciudad y/o en el campo. La tradición de origen
helénico, que Europa va a reivindicar tardíamente como suya, afirma
la ciudad como cuna de la democracia y la civilización, aunque sea
enorme la deuda que los europeos occidentales tienen con los árabes,
como lo demuestra el hecho de que la obra de Aristóteles (384 a.C.-
322 d.C.), por ejemplo, solo llegó a París en el siglo XII gracias a una
traducción realizada en Toledo (actual España) que estaba entonces
bajo dominio árabe, como nos recuerda Enrique Dussel (Dussel en
Lander, 2006).
La lectura que se hace de la vida urbana como una vida superior
–Civilización– se elaboró con la afirmación de un conocimiento que se
reivindica como Racional –la Ciencia, la Filosofía– el cual sería superior a la Religión y a los Mitos. Habría incluso una evolución del Mito
a la Ciencia y a la Filosofía, según el filósofo alemán Ernest Cassirer
(1874-1945). La Ciencia y la Filosofía serían obras de la Razón humana, razón ésta que se expresaría en lenguaje escrito, de modo que escaparían y sobrevivirían a los cuerpos de los mortales que escriben. Es
cierto que hubo aquellos que, como Sócrates5
, percibieron que por ese
camino la verdad podría abandonar el mundo mundano y quedar en
algún libro sagrado, sea religioso, filosófico o científico. Quedarían los
hermeneutas para elaborar las interpretaciones correctas de los textos
sagrados, fuesen ellos religiosos o no, y que comunicarían después la
verdadera opinión (ortodoxia) a los iletrados6
.
El miedo de que cualquiera pudiese decir su verdad llegó a estigmatizar el arte de argumentar, la Retórica, como algo peligroso.
La democracia correría así un riesgo por el uso de la Retórica, que
se entendía como el arte de engañar al pueblo sobre la verdad, cosa
4 Cuando decimos lectura es necesario tomar en serio la invención del lenguaje
escrito asociado a las ciudades y los escribas.
5 Fue Platón quien registró los diálogos con Sócrates. Algunos dicen que solamente
así pudimos conocer a Sócrates, o sea, a través de los escritos de Platón. Sin embargo, ironías de la vida, muchos saben lo que es el “amor platónico” aunque nunca
hayan leído a Platón. La expresión “amor platónico” sintetiza bien la tesis atribuida
a Platón de que solamente la idea es perfecta, como el amor idealizado, platónico,
perfecto. Nos queda la duda de si conocemos a Sócrates porque Platón escribió lo
que dijo o si lo conocemos porque las ideas se transmiten por otros caminos más allá
de la escrita.
6 Los ortodoxos de Orto (correcto) + Doxa (opinión).
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propia de los sofistas, palabra que aunque derivaba de sofia –sabiduría– también quedó descalificada pues el verdadero conocimiento requería del rigor de aquellos que dominaban el método racional. Solo
los doctores estarían autorizados para hablar, dirían los aristócratas,
para quienes el pueblo (Demos) estaría desautorizado a gobernarse
(Cracia). La Demo+Cracia, para ellos, sería cosa propia de gente de
escuela7
, entiéndase, de las élites; en fin, una contradicción en los términos, por lo menos después de 1789 (Chauí, 1982).
No faltaron, a lo largo de la historia de las ciudades, las luchas de
los communards para que las comunas fuesen liberadas. “El aire de
la ciudad torna al hombre libre”, se decía en Europa durante su Edad
Media, según el historiador Henry Pirenne. Las ciudades en la Edad
Media europea eran islas en un océano rural de opresión servil campesina bajo el yugo de los señores feudales. Y la burguesía, que dependía de una riqueza móvil –el dinero– y no de bienes de raíz –como la
tierra para los señores feudales– lucharía por libertar las comunas, los
burgos, del yugo señorial. Los communards tienen una larga historia
que enseñarnos en la lucha por la libertad, por la justicia, aunque sea
limitado pensar/sentir la libertad en una isla urbana en medio de un
océano de opresión rural.
Lo que, posiblemente, los griegos nos hayan dejado como su mayor contribución a la historia de la humanidad es esa idea de que los
hombres son los que inventan sus propias (Auto) reglas (Nomos) afirmando su autonomía, siempre en el contexto e independientemente
de cualquier texto. En definitiva, al principio está la acción y no el
verbo. Los textos son, en la mejor de las hipótesis, buenos pretextos,
pero no pueden actuar si no es por medio de hombres y mujeres de
carne y hueso, como diría Edward P. Thompson. Lo que los griegos
no sabían es que las mujeres no solamente sienten sino que también
piensan, y que los hombres tienen sentimientos que atraviesan sus
pensamientos8
. Y no solo el Hombre con mayúsculas, sino también
los hombres en general incluso siendo esclavos, siervos o trabajadores
manuales, en definitiva siendo otros (étnico-racialmente y culturalmente). Es preciso reconocer que los griegos inventaron una forma
específica de pensar, la Filosofía, pero no inventaron el pensamiento
como tal, como nos muestra Walter Mignolo. Es necesario descolonizar el pensamiento que piensa que “solo es posible filosofar en alemán
o en griego”, como apuntase Martin Heidegger (1889-1976)9
.
7 Para eso estarían las escuelas.
8 “El corazón tiene razones que la propia razón no entiende”, como dijo el filósofo
Blaise Pascal (1623-1662).
9 Caetano Veloso, en su canción “Língua”, se refiere a Heidegger: “Se você tem uma
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De este modo, la Ciudad colonizó el mundo. La ciudad sería como
el locus por excelencia de la vida civilizada y obra propia de los hombres, más que de las mujeres, dicho sea de paso. La razón, masculina,
permitiría salir del reino de la Naturaleza a través de un artefacto, una
obra de los hombres: las ciudades. Y las ciudades, lugares de las artes
y del saber y loci del poder, estarían autorizadas a dominar el mundo
tout court, tanto el mundo rural y sus campesinos como los mundos
de los pueblos/etnias/nacionalidades asociadas a la naturaleza, los
otros, los salvajes (de selva) o bárbaros (palabra que deriva del canto
desarticulado de las aves, por tanto, de la naturaleza). La ciudad-capital manda, así como la cabeza –capita– manda en el cuerpo aunque
el pensamiento no pueda dispensar el cuerpo/cerebro que siente/piensa10 como diría el sensualista Etienne Condillac (1715-1780), fuente de
la inspiración materialista de Karl Marx (1818-1883). Son profundas
las implicaciones de la oposición Ciudad-Razón, de un lado; CampoNaturaleza, del otro.
Toda esa tensión de larga duración nos habita. Pero las ciudades de
nuestros días ya no son más unas islas en medio de sociedades rurales.
Desde el siglo XVI se formaron ciudades cada vez mayores, aunque
fuesen inicialmente ciudades de dominación al servicio de intereses
mercantiles, bendecidas por la Cruz de la Iglesia Católica Romana que
dividió el mundo entre españoles y portugueses con el Meridiano papel de Tordesillas. Ya estaba allí la Ciencia –Cartografía, Matemática,
Arquitectura– junto con la fe. La coca sagrada de los quechuas y aymaras será substituida por el Dios del dinero para producir plata en la
mayor ciudad del mundo en aquella época (Horacio Machado Araoz),
construida alrededor del Cerro Rico de Potosí, actual Bolivia, en la primera guerra con opio del mundo capitalista moderno-colonial.
LA RUPTURA METABÓLICA DE LA REVOLUCIÓN (EN LAS
RELACIONES SOCIALES Y DE PODER) INDUSTRIAL
Así como Prometeo robó el fuego de los dioses y se lo entregó a los
hombres para que dominasen el frío y pudiesen cocinar los alimentos
siendo, así, dueños de sí mismos, el dominio de la fuente de energía
fósil –carbón, petróleo y gas– se configuraría como la nueva revolución
prometeica en el siglo XVIII. Y así como Zeus castigó a Prometeo, permanece el eterno antagonismo entre los dioses y los hombres.
La máquina de vapor va a hacer creíble el mito de la técnica para
el dominio de la naturaleza. El mito de la dominación de la naturaleza
idéia incrível / É melhor fazer uma canção / Está provado que só é possível filosofar em
alemão”. Fina ironía sobre el potencial creativo de cada lengua.
10 El sociólogo colombiano Orlando Fals Borda nos habla de sentipensamiento.
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que la máquina a vapor torna creíble desarrolla a nivel práctico la
idea de que no existen límites para la acumulación incesante de capital. Pero el mundo de la vida, como nos enseñan los naturalistas
chilenos Francisco Varela (1946-2001) y Humberto Maturana (1928-),
es el mundo de la autopoeisis11, “un sistema capaz de reproducirse y
mantenerse por sí mismo”, una especie de entropía negativa (neguentropía). Según las leyes de la termodinámica de la física, la entropía12,
“la energía térmica no puede ser completamente convertida en trabajo” y no solo se disipa bajo la forma de calor, y al mismo tiempo la
materia se desagrega –durante el proceso de trabajo– bajo la forma
de efluentes no aprovechables (basura, gases, contaminaciones). Los
efectos (no solo el efecto estufa), de esa disipación de calor y desagregación de la materia, no son reversibles, y tampoco lo es el tiempo,
como pensara el antropocentrismo con su concepción de un hombre
que controla, desde fuera, la naturaleza13.
Esa energía fósil no está dispersa en el planeta, sino que se encuentra concentrada en yacimientos de carbón, petróleo o gas. Basta
cercarla, dominarla, y como no hay trabajo sin energía, como nos enseñan los físicos, ningún lugar del mundo donde haya concentración
de fuentes de energía tendrá paz, porque es estratégico controlar estos
espacios geográficos. Con la aplicación del principio de la máquina
de vapor a los medios de transportes –ferrovías y navegación transoceánica– la capacidad de trabajo proporcionada por esa revolución
en las relaciones sociales y de poder por medio de la tecnología de
la máquina de vapor promoverá una auténtica ruptura metabólica
de alcance planetario. Posiblemente, la gran novedad que nos trajo
la revolución (en las relaciones sociales y de poder) por medio de la
11 Con el concepto de autopoiesis Maturana y Varela (1973) designan la química de
auto-manutención de las células vivas. En fin, la autopoiesis sería la condición de
existencia de los seres vivos en la continua producción de sí mismos.
12 “La entropía es una grandeza termodinámica que indica el grado de irreversibilidad de un sistema, encontrándose normalmente asociada a lo que se denomina
por “desorden” de un sistema termodinámico. De acuerdo con la segunda ley de
la termodinámica, el trabajo puede ser convertido completamente en calos y, como
tal, en energía térmica. Mientras tanto, según esta misma ley, la energía térmica no
puede ser completamente convertida en trabajo. Con la entropía se busca medir la
parte de energía que no se puede transformar más en trabajo en transformaciones
termodinámicas a una temperatura dada”,
13 De ese modo, la máxima “Time is Money” solamente tiene sentido si pensamos el
tiempo como algo abstracto sin materialidad y el dinero como equivalente general,
abstracto. Sin embargo, el tiempo, como el espacio, es un atributo de la materia, es
algo concreto, así como la riqueza no es algo abstracto, como el dinero, y sí lo que
beneficia concretamente, como defienden los buenos economistas. En fin, la riqueza
es el tiempo y lo que se disfruta, y no dinero.
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tecnología industrial con la máquina de vapor, haya sido la percepción
de que se liberaría de las plantas y de los animales, seres que mueren y
de los cuales tenemos que cuidar para producir energía. Todo llevaba
a pensar que con el carbón, primero, y el petróleo y el gas después, y
su uso con una máquina que estaba bajo el control de aquel que protagoniza la acción (poder), la velocidad y la intensidad en el proceso de
trabajo adquirirían el ritmo que quisiéramos. Para aquellos que creen
que la tecnología implica solamente la relación sociedad-naturaleza,
ignorando la naturaleza de la propia sociedad, basta recordar las memorables imágenes de Los tiempos modernos, de Charles Chaplin,
que muestran claramente quién mueve el ritmo de las máquinas y
cuáles son los efectos sobre aquellos que viven, en las fábricas, bajo el
yugo del Capital; y hoy añadimos, sobre los que viven también fuera
de ellas (contaminación sonora, del aire, del agua…). Lo que no sabíamos entonces es que la máquina de vapor no solamente consigue un
mayor control del Capital sobre el proceso de trabajo, permitiendo así
el aumento de la productividad y de los productos, sino que produce
además valor y vapor, energía disipada bajo la forma de calor; y que,
lo que se pensaba que eran “externalidades”, olvidaba que el Planeta
Tierra debía re-trabajar en su metabolismo todo aquello que excreta,
elimina.
LA MECANIZACIÓN Y LA UTILIZACIÓN DE LA QUÍMICA:
PRIMEROS PASOS EN LA URBANO-INDUSTRIALIZACIÓN DE LA
AGRICULTURA
Poco a poco, el mundo industrial con sus laboratorios técnico-científicos, comenzará a invadir el mundo rural, con todas las implicaciones
epistémicas y políticas ya señaladas. Los diversos saberes ancestrales tejidos por múltiples comunidades étnicas y campesinas, que nos
dieron tantos sabores y curas a partir de tantos y diversos contextos
sociogeográficos y culturales, no solamente serán descalificados sino
que sus portadores serán violentados y desterritorializados. La química pasaría a ganar destaque con Justis von Liebig (1803-1873) que
llegaría más tarde, incluso, a la fórmula NPK de los fertilizantes.
El locus de la producción de conocimiento agrícola comienza a
desplazarse desde el campo y las comunidades étnicas y campesinas
para los laboratorios vinculados a la industria; es decir, para el capital
industrial. El mundo rural comienza a ser metabólicamente gobernado por una razón tecnocientífica urbana, gestorial-burguesa, de abastecer las ciudades con alimentos y materias primas como mercancías
subordinadas a la lógica de la acumulación de capital, ahora con el
uso de máquinas (de vapor) y de la química. Crece así la tensión entre
lo que emerge como el tiempo de la modernización –que, como se ve,
Carlos Walter Porto-Gonçalves
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significa colonizar el mundo rural– y los tiempos de las comunidades
étnicas y campesinas. Hay que subrayar que nadie coloniza a quien
es igual a él, por lo que modernizar/colonizar implica previamente
inferiorizar al otro, al diferente. Se profundiza la supresión de los paisajes, iniciada con las grandes extensiones (latifundios) y sus monocultivos. Los monocultivos que se pierden en el horizonte implican la
supresión de la diversidad de lugares (pays), de los que allí habitan
(paysan) y de las múltiples formas de producir y admirar el paisaje
(paysage)14.
El hambre que asoló Europa en el siglo XIX se superó con la
emigración a las Américas, a Australia y África del Sur, y también
con la química orgánica científica que se comenzó a desarrollar en
los laboratorios industriales y que encontró en el guano –los excrementos de las aves que se alimentaron durante milenios de cardúmenes del Pacífico Sur– la fuente de la química orgánica natural. Los
ingleses15 habían descubierto, alrededor de 1840, las extraordinarias
propiedades fertilizantes del guano (nitrógeno, amoníaco, fosfatos y
sales alcalinas). Las montañas de guano localizadas en las islas y en el
litoral boliviano-peruano-chileno, se fueron agotando poco a poco por
la voracidad de la demanda por una riqueza que dependía, no sólo de
la vida de los pájaros y de los cardúmenes, sino también de un tiempo de larga duración que se materializó geográficamente de un modo
concentrado en aquellas plagas. Lo que sucedió fue que la materia –el
guano– fruto de un tiempo de larga duración era consumida ahora
por un tiempo de corta duración gobernado por la lógica de la acumulación incesante de capital. Dos químicos, Fritz Haber (1868-1934)
y Carl Bosch (1874-1940)16, abrieron nuevos horizontes para que el
capital industrial dominase el mundo rural, al desarrollar la patente y
comercialización del proceso Haber-Bosch, por el cual se obtiene nitrógeno del aire y se produce amoníaco a nivel industrial que, al oxidarse,
forma nitritos y nitratos, esenciales en la producción de fertilizantes,
proceso sin competidores hasta hoy.
Junto con la invasión del mundo rural por la química, bajo el
yugo del capital industrial, vino la creciente mecanización de la agricultura, la máquina de vapor invadiendo el campo. La industrialización de la agricultura implica la ampliación de la ruptura metabólica
con la imposición del tiempo de la industria, sometido al tiempo de la
14 La lengua francesa relaciona estas tres expresiones: pays, paysan e paysage.
15 Los ingleses apoyaron a Chile en la guerra contra Bolivia y Perú con el fin de garantizar su beneficio de ese fertilizante. La geografía política de nuestro continente
fue alterada en este entonces.
16 Ambos recibieron el Premio Nobel de Química, Haber en 1918 y Bosch en 1931.
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competitividad entre capitales por aumentar sus lucros, medido cuantitativamente por un plus (valía) que implica el aumento de la productividad de las cosas materiales, con el uso de la energía de origen
fósil y la consecuente disipación bajo la forma de calor y de efluentes
sólidos, líquidos y gaseosos (basuras y contaminación)17.
Aunque la agricultura continúe dependiendo del Sol nuestro de
cada día, con el uso de fertilizantes químicos y del Sol mineralizado
durante un tiempo geológico de millones de años –carbón, petróleo y
gas– utilizado en tractores y otras máquinas, pasó a someter a la naturaleza a un ritmo cuya reproducción depende cada vez más de esas
fuentes no renovables. Una agricultura fosilista que ya no depende de
la energía que incide sobre un determinado espacio geográfico y que
anima las complejas relaciones biocinéticas.
De nuevo, tensión entre tiempos distintos. Como los tiempos no
son meras categorías a priori del pensamiento, sino que se materializan en las geografías o, si se prefiere, en los espacio-tiempos concretos
(pacha, como se dice en el mundo andino), lo que se profundiza es el
colapso ambiental. El tiempo del capital industrial, con su obsesión
de acumulación incesante para desarrollarse, mira a los otros tiempos
como atrasados. La diferencia, la diversidad –sea natural o cultural–
debe ser eliminada y de ese modo, con violencia epistémica y política, se crean vastos espacios de monocultivos. Se olvida así: (1) que el
Planeta, en su inestable equilibrio dinámico, necesita de las tierras
calientes, templadas y heladas, de las áreas húmedas y desérticas; (2)
que la humanidad es culturalmente diversa y ese es un atributo de la
especie humana que le permite inventar diversos modos de relacionarse con las condiciones de la vida (tierra, aire, agua, fuego, la propia
vida bajo la forma de planta y de animal).
Recordemos que agricultura es cultura del campo (agri+cultura) y
que cultura tiene el mismo origen de cultivar, cultuar y coger. La agricultura, más que una técnica, es también horizonte de sentido para
la vida, mundos de vida. Esa racionalidad técnico-científica se impuso con violencia epistémica y política a través del Estado Territorial
Moderno, que se atribuyó la prerrogativa de legislar sobre todo un
sistema de pesos y de medidas con una métrica propia que ignoró que
en aquellos territorios de los Estados habitaban múltiples territorialidades. Por detrás del carácter nacional de los Estados encontramos
17 El tiempo de la industria es un tiempo que se concibe abstrayéndose de la materialidad. Es un tiempo matemático, que es el más abstracto de los lenguajes, que
tienden a confundir las cosas de la lógica con la lógica de las cosas. Las Ciencias
Naturales se creían objetivas, entre otras cosas, por basarse en el lenguaje matemático. El filósofo brasileño Gerd Bornheim, designó “idiotas de la objetividad” a aquellos que practican ese logocentrismo (Bornheim, 1983).
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violencia epistémica (Boaventura Sousa Santos) y colonialismo interno (Pablo González Casanova). Lo que es propio de las comunidades
étnicas y campesinas es el hecho de pesar y medir su espacio y su
tiempo –en definitiva, sus horizontes para la vida– de modo original
aunque en diálogo permanente.
LAS R-E(X)SISTENCIAS DE LAS COMUNIDADES ÉTNICAS Y
CAMPESINAS
En el contexto de estas tensiones, muchos conflictos, rebeliones y revoluciones de las comunidades étnicas y campesinas se diseminan por
todos lados. Los revolucionarios rusos le preguntaron a Karl Marx
(Carta de Vera Zasulich) qué debían hacer con la obschina18 –comunidades campesinas ampliamente diseminadas en la Rusia rural– y,
para su sorpresa, recibieron de Marx una respuesta positiva sobre el
lugar que esas comunidades podrían tener en una sociedad comunista
(Respuesta de Marx a Vera Zasulich). Marx rechaza el evolucionismo
lineal e indica que el pasado/presente puede ser el horizonte de sentido para una nueva sociedad, como nos enseñan Teodor Shanin y
Edward Thompson.
En América Latina, en 1910 detonó la primera revolución del siglo
XX, en México, con Pancho Villa (1878-1923) y Emiliano Zapata (1879-
1919). En la Rusia de 1917, los campesinos también tuvieron un papel
protagonista en la Revolución de Abril-Octubre. En Centroamérica,
Augusto César Sandino (1895-1934) y Farabundo Martí (1893-1932)
protagonizaron importantes insurrecciones de campesinos étnicamente diferenciados (indigenato, según Darcy Ribeiro, y campesindios, según Armando Bartra), cuya relevancia política fue osadamente
analizada por José Carlos Mariátegui (1894-1930).
La centralidad política que tomó la cuestión de la concentración
de la tierra está claramente demostrada en regiones como América
Latina /Abya Yala, cuya construcción socio-espacial fue marcada por
la colonialidad del poder (racializado) inherente a la heterogeneidad
histórico-estructural del sistema mundo capitalista, moderno y patriarcal (Aníbal Quijano). Las “repúblicas de indios”, los “cabildos”,
los espacios que jamás fueron conquistados por el invasor colonial
–como la Araucanía-Mapuche, buena parte de la Amazonia y, sobre
todo, de la Amazonia-Andina– los espacios de libertad en medio de
la esclavitud/servidumbre como los quilombos, palenques y cumbes,
van a servir como bastiones de r-existencia; es decir, una resistencia
que no es simplemente una reacción al invasor, sino una forma de
18 Donde se practicaba el artel, trabajo comunitario que se asemeja a la minga andina.
ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II
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r-existencia porque incorporan nuevos horizontes de sentidos propios
reinventados en las circunstancias. Resisten porque existen; por tanto,
r-existen.
Y esta r-existencia no es de ahora. En Europa, en la actual
Alemania, la Guerra Campesina de 1525 liderada por Thomas Müntzer
(1490-1525) ya reveló la debida importancia del sentido político de
justicia que reinaba entre las comunidades campesinas. En el continente que posteriormente se afirmaría con el nombre de América
Latina, la r-e(x)sistencia con/contra el invasor/colonizador se expresó:
en la Grande rebelión de 1781 en el altiplano andino, liderada por
Tupak Amaru II (1742-1781), Tupak Katari (1750-1781) y Bartolina
Sissa (1753-1782), que contribuyó a debilitar el imperio español; en la
revolución haitiana, la única de aquel tiempo (1804) comandada por
negros; en la amplia Revuelta de los cabanos, la Cabanagem (1835-
1838), en la actual Amazonia brasileña, donde se produjo la mayor
masacre de la historia de Brasil con 35 mil muertos; en la masacre
contra los campesinos en Canudos (1897) en el nordeste brasileño; o
en la Guerra del Contestado en el Sur de Brasil (1912-1916).
Se produce, además, una amplia ocupación silenciosa del espacio de nuestras sociedades, donde áreas extensas fueron ocupadas
de buena fe sin que hubiese reconocimiento de facto por parte del
Estado, aunque de jure sí conste ese reconocimiento desde el período
colonial, como en el caso de la ley de prescripción administrativa
(usucapión). Son los faxinais19, los fondos de pasto20, las tierras de
uso común, que se van configurando como derechos que vienen de
la gente (derecho consuetudinario) y que exigen pluralismo jurídico
y plurinacionalidad con interculturalidad (Catherine Walsh) y transmodernidad (Enrique Dussell).
Un momento de gran repercusión mundial de esas luchas étnicas y campesinas será la Revolución china de 1949. En ella encontramos una tensión entre el mundo campesino y la visión eurocéntrica
urbano-industrializante que tendrá su cima en la llamada revolución
cultural. Debemos prestar atención al carácter cultural de esa revolución política, que va a traer importantes efectos en la crítica al desarrollismo urbano-industrializante de inspiración eeuurocéntrica. Con
la derrota de la Revolución Cultural en China, en 1970, se va a producir una de las más sorprendentes restauraciones capitalistas que
19 Referencia a comunidades rurales que se establecieron en la región centro-sur del
actual estado de Paraná, al sur de Brasil, como mecanismo de defensa del campesinado local (Nota del traductor).
20 Nombre dado al modo tradicional de producción y uso de la tierra en la región
nordeste de Brasil, en el cual se articulan terrenos familiares con áreas de uso común.
Carlos Walter Porto-Gonçalves
65
el mundo va a conocer bajo el comando de un Partido Comunista.
Estábamos delante de una segunda onda descolonizadora mundial
que ya no será obra exclusivamente de la élite blanco-criolla, como en
el siglo XVI en América. En esta nueva onda descolonizadora, los pueblos de color y los campesinos/indigenatos van a tener un papel muy
relevante. La negritud, como movimiento político-cultural de origen
caribeño (C.R.L. James) trajo las marcas de la herida colonial en las
luchas de liberación nacional en África. Se destacan varios intelectuales negros, como Franz Fanon (1915-1961), Aimé Césaire (1913-2008)
y C.R.L. James (1901-1989). Es más: ese movimiento descolonizador
protagonizado por aquellos que fueron sometidos por la racialidad
sistémica no se quedó en el mundo periférico según una geografía
convencional cartesiana – no es restricto a África, Asia y América
Latina. También se desarrolla en los Estados Unidos con Malcom X
(1925-1965), Ángela Davis (1944-), las Panteras Negras y con Martin
Luther King (1929-1968). La colonialidad y su racismo constitutivo
anidan en el centro del sistema en el sentido más profundo de la expresión; es decir, a través del sistema, en-el-Centro-y-en-la-Periferia.
La lucha del campesinado y su reivindicación siempre actualizada por la reforma agraria, se van a hacer presentes sorprendentemente en el Caribe, en Cuba (1959), reafirmando los ensayos que se habían
dado anteriormente en otros países como Bolivia (1952), Guatemala
(1954) y Colombia (desde el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, 1898-
1948). Las vicisitudes de la Guerra Fría impusieron limitaciones a
los cubanos, como denunció más tarde Fidel Castro sobre la falta de
respeto de los soviéticos por los cubanos (Castro y Ramonet, 2009).
Recordemos la contradicción de un país como Cuba, de amplia mayoría negra y con un amplio predominio de una élite masculina y blanca
en el Comité Central21. Y no solo eso, sino la dificultad de la izquierda
de matriz eurocéntrica de comprender el fenómeno de la colonialidad,
no solamente como lo denunciaron Franz Fanon y Aimé Césaire, sino
también como se pudo ver claramente en la Revolución boliviana de
1952 en la que la izquierda en el poder procedió a la división de las
tierras comunitarias de los ayllus andinos en pequeñas propiedades
campesinas en una reforma agraria que no supo leer el fundamento
comunitario que existía en aquel lugar desde tiempos ancestrales. Una
vez más, José Carlos Mariátegui era olvidado.
21 Este hecho sería intensificado en el “período especial”, cuando los efectos derivados de la caída del muro y del permanente bloqueo estadounidense se abatieron
sobre todo en la población negra. Pude asistir de cerca, en 2010, al debate abierto
en Cuba donde intelectuales negros reconocían que, aunque en ninguna otra época
histórica los negros habían tenido tantos beneficios como después de la revolución,
el racismo aún prevalecía.
ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II
66
LA REVOLUCIÓN VERDE: NUEVOS PASOS EN LA URBANOINDUSTRIALIZACIÓN DE LA AGRICULTURA
La segunda onda descolonizadora, a la que hacíamos referencia anteriormente, colocó en escena a los negros, los asiáticos (Revolución
china, guerras de Corea, Vietnam y Camboya, la no-violencia activa
de Ghandi en India), los pueblos de Oriente Medio, los campesinos y
comunidades indígenas de América; es decir, los “extraños del nido”,
por apropiarme del título de la película Un Extraño en el Nido de
Milos Forman (1975). Josué de Castro rompió el tabú sobre el tema
del hambre y la geografía del hambre; no fue solo un libro, sino una
lucha contra la desigualdad y la injusticia que los “pueblos de color”
reivindicaban en todas las geografías del mundo.
La Reforma Agraria ganó destaque por el protagonismo de los
pueblos en lucha. En Brasil, las Ligas Campesinas tuvieron un impulso a nivel nacional, espacio que hasta entonces los campesinos no
habían alcanzado. En esos años 1950/1960, el fenómeno del hambre
en cuanto lucha contra la injusticia y la colonialidad provocó que sectores conservadores resucitasen al reverendo Thomas Malthus (1766-
1834) y su ecuación simplista entre crecimiento demográfico en escala
exponencial y la producción de alimentos en una escala aritmética.
Comenzaba a destacar un discurso del terror: “explosión demográfica”, “population bomb”, “baby boom”, explosiones y bombas por
todos lados. Y en el fondo, el fantasma de las banderas rojas de los
campesinos en revolución en la Gran Marcha en China (1949). Con
la Revolución Verde se produce un nuevo desplazamiento epistémico-político, que va a abordar la superación del hambre no como una
cuestión social y política sino como un problema técnico: la revolución
verde. Los colores son ideologizados. Aprovechando los avances de la
industria química desde la Segunda Guerra Mundial y su continuidad
en Vietnam, el uso de agrotóxicos alcanza niveles cada vez mayores.
Las semillas pasaron a ser industrializadas como semillas híbridas y,
como se producían en laboratorios bajo control del capital industrial
como mercancías, se deberían garantizar las condiciones para que
fuesen adquiridas. De este modo, aquello que constituye la llave de la
reproducción de las comunidades étnicas y campesinas, es decir, ser
capaces de reproducir sus propias condiciones de reproducción con
las semillas, comienza a ser visto como algo técnicamente superado y
atrasado (¿según qué reloj?). Se trata de una nueva expropiación epistémica, porque la semilla no es apenas una fuente de reproducción
de la vida, que lo es; sino que en la semilla hay conocimiento y, por
tanto, el alimento/energía necesario para la reproducción de la vida;
hace parte del saber que las comunidades étnicas y campesinas desarrollan desde que el mundo es mundo de vida. Semilla/conocimiento
Carlos Walter Porto-Gonçalves
67
son fuentes de autonomía, de reproducción. Muchos intelectuales que
se posicionan a la izquierda del espectro político también compartían/
comparten esta visión eeuurocéntrica al combatir el latifundio improductivo. A esa crítica, los ideólogos de la revolución verde respondieron transformando el latifundio productivo, como si el problema fuese
la producción y no el latifundio. Para ellos, la reforma agraria era una
cuestión de producción, de economía, y no política o de justicia social,
de democracia, incluso, de la tierra. Ernest Borlaug (1914-2009), botánico estadounidense considerado uno de los científicos más importantes de la Revolución Verde y consagrado como Premio Nobel de la
Paz en 1970 por sus descubrimientos genéticos para el aumento de la
producción y la superación del problema del hambre, afirmaría años
más tarde su incomprensión al respecto de las complejas relaciones
sociales y de poder que atraviesan el mundo de la tecnociencia. Sus
hallazgos sirvieron más a los negocios del agro que a los campesinos.
Toda una parafernalia institucional fue instalada por los think
tanks del Banco Mundial y otras instituciones multilaterales para que
el desarrollo llegase a los cuatro rincones del mundo con el fin de
superar el atraso (Oliveira, 2010). No fueron pocas las Misiones y los
Misioneros del Banco Mundial y otros que llegaron para medir la pobreza y ofrecer la tecnología necesaria para superar el atraso (Escobar,
2014). De este modo, después de los intentos de catequizar, colonizar y
civilizar el mundo no-europeo, ahora tenemos los Nuevos Misioneros
en nombre del desarrollo, nuevo mito colonial. Violencia epistémica y
política que promoverá, en 50 años, la mayor expulsión de comunidades étnicas y campesinas de toda la historia de la humanidad.
La urbano-industrialización capitalista del mundo rural –mecanización, uso generalizado de la química y de las semillas híbridas
y/o genéticamente modificadas en laboratorios industriales– ampliará la expansión de los monocultivos y del consumo de carnes para
una población urbana en crecimiento acelerado y, desde 2007, ¡mayor que la población rural! Vaclav Smil, especialista en eficiencia
agrícola, afirma que “producir leche, huevos y carne alimentando los
animales con plantíos cultivados con ese objetivo inevitablemente
lleva a menos comida de la que podemos producir de la tierra en la
cual las plantaciones son cultivadas, si consideramos la energía que
el alimento ofrece o la cantidad de proteínas que obtenemos de él”
(Negrão, 2008). El mismo autor afirma que “suministrar soja como
alimento a los animales resulta en la conversión de apenas una parte
del valor nutricional original. Así, una dieta basada en productos
derivados de animales contribuye más para la destrucción de las
florestas tropicales que una dieta basada directamente en granos.
Ese mismo raciocinio se puede hacer en relación al maíz producido
ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II
68
alrededor del mundo […] El consumo diario per cápita de proteína
en los Estados Unidos es de 102g, siendo 70g de origen animal; sin
embargo, la recomendación de la Organización de Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura es de 41g. Si comparamos esta
dieta norte-americana con una dieta vegana es posible alimentar
veinte veces más personas con la misma área de tierra disponible. Y
podemos alimentar de seis a siete veces más personas con una dieta
ovo-lacto-vegetariana” (Fox, 1999).
Silvio Negrão nos alerta además que “no es ningún secreto que
del arroz, de los frijoles y del trigo (y sus derivados) todas las clases
sociales se benefician. Sin embargo, cuando se producen maíz y soja
para transformarlos en jamón, copa, salami, bacon o en pechuga
y muslo de pollo, entre otros productos, ¿cuál es el porcentaje de
la población que tiene oportunidad de disfrutar de esos alimentos?
[…] El cultivo de 12,6 millones de hectáreas de maíz y de 17,9 millones de soja, contra 3,1 millones de hectáreas de trigo (IBGE, 2002),
y de la producción de 2,43 millones de toneladas de carne de cerdo y
7,18 millones de toneladas de pollos industrializados (MAPA, 2003)
trae secuelas ambientales, sociales y económicas a corto, medio y
largo plazo para, absolutamente, todos los miembros de la sociedad,
a pesar de los lucros astronómicos de las agroindustrias. Incluso
aquellos que por decisión personal o por falta de medios no consumen, son igualmente afectados por los subproductos de esa producción, ya sea por la degradación de los suelos causada por el monocultivo, por los millones de toneladas de residuos generados o por
la mala producción y/o distribución de alimentos entre las clases
sociales. Eso sin contar el sufrimiento de los animales producido
en el sistema agroindustrial; es decir, en confinamiento completo”
(Negrão, 2008).
No olvidemos que la urbano-industrialización del mundo rural
provoca el aumento de los sin-tierra y de la población urbana, amplificando así la ruptura metabólica y acelerando el colapso ambiental.
Aumenta con ello la demanda urbana por agua, sea para fines industriales, para saciar la sed de los moradores o para producir alimentos
y energía. En definitiva, avanza una agricultura voraz en el consumo
productivo de fósiles y de agua. Ya no se busca agua en la capa freática, como señalábamos antes; ahora se busca agua en los acuíferos,
es decir, aguas de estoques geológicos, del mismo modo que se buscan los combustibles fósiles en el fondo subsalino a 5 o 6 mil metros
de profundidad. Se explota la materia en nivel nanoscópico y no microscópico, lo que quiere decir que se busca explotar la materia del
tamaño equivalente al diámetro de un cabello dividido 60 mil veces.
Vamos a buscar combustibles entre los poros del esquisto haciendo
Carlos Walter Porto-Gonçalves
69
fracking. En definitiva, se explota la materia en sus diversas formas ya
sea en el subsuelo más profundo, en sus intersticios o en los confines
del mundo.
Para explotar la materia en esa escala, en esas condiciones y en
esas regiones se necesita mucha agua y mucha energía, incluso para
transportar lo que se produce/extrae a distancias cada vez mayores. La
logística se convierte en tema de portada de los periódicos y elemento clave para la consolidación de los Gestores (geógrafos, ingenieros,
militares). Con las represas en los ríos se disminuye la productividad
pesquera y la vida de los ribereños se vuelve imposible; con el avance
de los monocultivos se necesitan insumos y fertilizantes químicos para
proporcionar condiciones para la plantación y la cosecha con una agricultura cada vez más sin agricultores (Miguel Teubal). El metabolismo
de un determinado geosistema (Sochava, 1978) ya no depende del flujo
de materia y energía que se da en una determinada área o región. Con
el uso de los agrotóxicos se contaminan el agua y el aire, y los pájaros
e insectos, no teniendo qué comer, se lanzan sobre los cultivos de las
comunidades étnicas y campesinas y, aunque de esto se hable poco,
sobre las ciudades (véase aedes aegypti). Esto es lo que declaró Julius
Lutwama, principal investigador del Instituto de Uganda de Pesquisa
Viral, sobre la epidemia de zika para el Foreign Policy:
Disponemos de amplia flora, amplia fauna y, claro, de buena temperatura, buen clima. Lo que es bueno para los humanos es bueno también
para el virus. No ha habido en Uganda, y tampoco lo hay ahora, un
surto de zika. Según Lutwama “el zika siempre fue una afección benigna. De cada 5 o 10 personas infectadas, apenas una o dos presentan un
poco de fiebre”. Y fue en Uganda donde se detectó por primera vez el
virus, en 1947, en la sangre de monos (Rossi, 2016).
No nos sorprendamos, por tanto, con la vaca loca (encefalopatía espongiforme bovina), la gripe aviar (H1N1, p.e.) o la gripe porcina (influenza C, p.e.), que deben ser comprendidas como parte de la ruptura
metabólica a la que estamos asistiendo y estamos sintiendo (PortoGonçalves, 2008). Nuestra comida de cada día está cada vez más llena
de conservantes químicos y de equivalentes sustanciales, término jurídico que se encontró para justificar que se trata de algo que no existe
en la naturaleza: é equivalente a. ¿Cómo alimentarnos, y alimentar a
nuestros hijos y nietos, con la seguridad de que los organismos modificados en laboratorio, mal llamados genéticamente modificados, son
saludables? La cuestión (de la reforma) agraria se convierte en urbana
por la comida saludable nuestra de cada día de la cual cada día tenemos menos certeza y control de que lo sea. La ruptura metabólica
pone en riesgo la salud ambiental y, de este modo, la salud de todos.
ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II
70
La ruptura metabólica no es un fenómeno ajeno a nosotros. Está
en nuestro cuerpo a través del aumento vertiginoso de enfermedades
degenerativas, por no hablar del stress permanente que se ha convertido ya en una segunda naturaleza.
Cuanto mayor es el crecimiento urbano y la demanda de materia
y de energía de todo tipo, mayor es la demanda por tierra-agua-energía-alimentos-minerales, todas juntas, porque ninguna de esas materias puede ser aislada de la otra y hacen parte del metabolismo del que
nosotros también somos parte. Finalmente, la ruptura metabólica se
profundiza con la expulsión de las comunidades étnicas y campesinas
de la tierra. ¡Con la tierra libre de esas comunidades y a disposición
del Capital en su obsesión por la acumulación incesante caminamos
con pasos firmas hacia el colapso ambiental!
LUCHA POR LA tierra, LUCHA POR LA TIERRA
La urbanización tardía del mundo, que se ha acelerado en las últimas
décadas, proporcionó en América Latina una aproximación entre dos
tradiciones de pensamiento que se desarrollaron conflictivamente en
Europa. Nos referimos a la relación entre Cristianismo y Marxismo.
Aquí, el CELAM –Conferencia Episcopal Latinoamericana– en sus reuniones de Medellín (1968) y Puebla (1979) afirmó su opción preferencial
por los pobres y daría origen a la Teología de la Liberación. La lucha
por la tierra y el apoyo a las comunidades étnicas y campesinas ganó
un nuevo aliado, en la medida en que muchos religiosos dejaron las
sedes de las fazendas y se aproximaron a las casuchas de paja y a los hogares rústicos y pobres. Dejaron la Casa Grande para aproximarse a la
Senzala22. En América Latina, entre 1960 y 2010 la población rural creció en un 45,4%, pasando de 84.850 a 123.352 personas. Mientras tanto,
la población urbana aumentó exponencialmente de 82.500 personas en
1960 a 475.419 habitantes urbanos en 2010, un aumento de 579%. Aun
así, observemos, la población rural en 2010 es mayor que la que había
en 1960, por lo que no tiene sentido hablar de vaciamiento del campo
aunque la población urbana se haya tornado mayor que la rural en el
período considerado y con un crecimiento más que espectacular.
En Brasil, la población rural decrece tanto en términos relativos
como absolutos en el período de 1960 a 2010, pasando de 40 millones
en 1960 (55,1% del total) a 26, 6 millones en 2010 (13,4% del total), una
22 Expresión que se refiere a la obra del escritor brasileño “Casa-grande e Senzala”,
en el que se refleja la formación de la sociedad brasileña. La Casa-grande hacía referencia a los grandes ingenios del azúcar mientras que la Senzala eran los alojamientos
comunes que se destinaban para los esclavos dentro de los propios ingenios azucareros (Nota del traductor).
Carlos Walter Porto-Gonçalves
71
disminución del 33,5% en 50 años. La población urbana pasó de 32
millones de habitantes en 1960 (44,9% del total) a 171 millones en 2010
(86,6%), un aumento de 534% en el mismo período. La r-existencia de
las comunidades étnicas y campesinas en América Latina se muestra
más relevante aún si se considera que Brasil, el país de mayor efectivo demográfico, pasó por el más intenso proceso de des-ruralización
de todos los países de la región. La revolución cubana tuvo un papel
importante como parte del espíritu de resistencia y rebeldía de las comunidades étnicas y campesinas de Abya Yala/América Latina y Caribe,
colocando la cuestión (de la reforma) agraria en el centro del debate
político. Varios países de América Latina desarrollaron políticas en este
sentido por parte de gobiernos nacionalistas revolucionarios, como en
Perú, Ecuador, Bolivia, Venezuela o Chile. En Brasil, a inicios de 1960,
los campesinos se harían presentes por primera vez en la historia del
país en la escena política a escala nacional con las Ligas Campesinas.
El Estatuto de la Tierra (1964) y el Estatuto del Trabajador Rural (1969)
son conquistas de un movimiento que, aun derrotado por el golpe civilmilitar de 1964, obligó a los militares, a su modo, a hacer concesiones.
En Brasil, en 1976, surge la Comisión Pastoral de la Tierra en un
momento difícil de la vida brasileña en el que la dictadura civil-militar
impulsó grandes obras de infraestructura como las represas hidroeléctricas de Itaipu, al sur del país, Sobradinho, en el río San Francisco,
Nordeste, y Balbina y Tucuruí, ambas en la Amazonia. Después de la
fundación de Brasilia y del proyecto geopolítico de integrar las capitales de las 27 unidades de la federación a la nueva capital, una compleja red viaria se extenderá por los cerrados brasileños, “la caja de agua
de Brasil” (Guimarães Rosa) y por la Amazonia, desencadenando una
ocupación violenta contra la naturaleza y los pueblos de esas regiones.
Es precisamente de esa tensión entre el avance/invasión del Capital
y las comunidades étnicas y campesinas (quilombolas, indígenas, de
fondo de pasto, de faxinalenses, retireiros, seringueiros, ribereños,
pescadores y otros muchos) de donde van a surgir tantos grupos de rexistencia. La violencia y la devastación son enormes con la expansión
de los latifundios productivos moderno-coloniales con sus monocultivos anti-indígenas, anti-quilombolas y anti-campesinos. El proceso
de des-ruralización promovió el fenómeno de los trabajadores rurales
sin-tierra y, dialécticamente, la mayor organización nacional de trabajadores rurales post-dictadura, el MST. Así como el Movimiento de los
Afectados por las represas y, más recientemente, el Movimiento de los
Afectados por la Minería en Brasil23.
23 En Perú también surgió uno de los más importantes movimientos de lucha contra
la minería, la Confederación Nacional de los Afectados por la Minería – CONACAMI.
ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II
72
Tenemos, así, dos movimientos diferentes entre los movimientos
sociales: por un lado, aquellos cuya identidad se remite a territorialidades ancestrales e históricas, como los pueblos indígenas, quilombolas
y varias comunidades campesinas como los faxinalenses, seringueiros, ribereños, pescadores y muchos otros; por otro lado, formaciones
de grupos sociales cuya identidad se construye en relación a los grupos que los agreden, como las empresas de minería –caso del MAM–
las empresas de construcción de hidroeléctricas – caso del MAB–, por
movimientos con identidades en negativo, como el MST –Movimiento
de los Trabajadores Rurales Sin Tierra– o por movimientos que se afirman a través de la mediación estatal en la tierra conquistada, como es
el caso de los Asentados. En Brasil ya hay cerca de un millón de familias en asentamientos ocupando un área aproximada de 85 millones
de hectáreas de tierras, números dignos de ser conmemorados si no
fuese porque la mayor parte de esos asentamientos están controlados
por el Estado, que manifiesta poco interés en garantizar la seguridad
alimentaria y nutricional24. Una cuestión que se está planteando en el
horizonte de los movimientos que luchan por la tierra es la necesidad
de configurarse como protagonistas en la gestión de los asentamientos
como unidades territoriales bajo control de los interesados directos.
La sociedad brasileña tendría mucho que ganar con eso porque el área
definida como asentamiento es mayor que el área total plantada con
soja, maíz, caña de azúcar o con eucaliptos.
No hay dudas de que muchos de estos grupos que se clasifican
como poblaciones tradicionales se afirman con/contra la expansión
del Capital y se apropian de reivindicaciones que están disponibles en
el espacio público, como es la cuestión ambiental, que se comenzó a
institucionalizar en la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente
en Estocolmo en 1972. Desde entonces, se ha constituido un mercado ambiental con la exigencia de las organizaciones multilaterales
para que cualquier financiamiento, sea del Banco Mundial o de otro,
incorporase obligatoriamente la variable ambiental. Grandes represas y carreteras construidas en la Amazonia tuvieron ya este apoyo
financiero una vez que fueron sometidas a los órganos financiadores
24 En 1966, la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) realizó
la Cumbre Mundial de la Alimentación, en la cual se aprobó una Declaración y un
Plan de Acción destinados a combatir el hambre en el mundo. En esta ocasión, el
concepto de Seguridad Alimentaria y Nutricional se definió como la forma de “garantizar a todos condiciones para el acceso a alimentos básicos de calidad, en cantidad
suficiente, de modo permanente y sin comprometer el acceso a otras necesidades
esenciales, con base en prácticas alimentarias saludables, contribuyendo así a una
existencia digna en un contexto de desarrollo integral de la persona humana”.
Carlos Walter Porto-Gonçalves
73
internacionales incorporando el vector ambiental25. El ambiente comenzaba a tornarse, así, en un negocio a partir de una nueva institucionalidad. Una vez más, el Estado creaba las condiciones para el
mercado.
Cuestiones como el agua, los manglares, la floresta, los cerrados,
comenzaron a ser objeto de la lucha de las comunidades étnicas y
campesinas. Un ecologismo de base popular (Martínez-Alier) introdujo nuevos/viejos personajes en la escena política. Nuevos desafíos
se presentan a los movimientos tradicionales de lucha por la tierra.
La lucha por el agua, para esos movimientos, no es una lucha aislada
de la lucha por la tierra. En realidad, no se planta la tierra sin agua y
muchos ríos están viendo sus aguas represadas inundando las tierras
y convirtiéndolas en improductivas.
En la Amazonia, la lucha ecológica fue reinventada como lucha
por las Reservas Extractivistas26, donde se afirmó que “no hay defensa de la floresta sin los pueblos de la floresta” (Chico Mendes), que
también dijo que la reserva extractivista era la “reforma agraria de
los seringueiros”. “No queremos tierra, queremos territorio” fue una
consigna que abrió un nuevo horizonte para la lucha política. Aunque
continúan reivindicando la tierra, quieren algo más que un medio de
producción, quieren la tierra para afirmar un determinado sentido de
la vida, como comunidad étnica o campesina. Otro léxico teórico-político está en curso. En 1990, en Bolivia y Ecuador salieron dos grandes marchas de las tierras bajas, de Amazonia más concretamente,
dirigiéndose a las capitales con la consigna “Lucha por la Vida, por
la Dignidad y por el Territorio”. Consideremos esto: no se trata de
una lucha por “igualdad, libertad y fraternidad” de donde emanan las
derechas y las izquierdas en la matriz del pensamiento político eeuurocéntrico. No, son otros horizontes de sentido para la vida donde: la
Dignidad indica que sean respetados como lo que son, comunidades
étnicas y campesinas (¿identidades?); la Vida indica la lucha por toda
la comunidad de vida (plantas, animales, montañas, glaciares, ríos,
lagunas), dialogando así con un tema como la ecología que, no siendo
suyo, permite el diálogo con sus cuestiones propias; el Territorio indica que la sociedad no existe fuera de la naturaleza porque necesita de
25 La dictadura civil-militar había creado una Secretaria Especial de Medio
Ambiente –SEMA– precisamente para incorporar lo ambiental en sus proyectos.
26 Fórmula político-administrativa que el Estado brasileño adoptó después de una
fuerte presión de los movimientos de seringueiros/caucheros en la Amazonia, y que
preserva modelos de convivencia en áreas de floresta en los cuales las comunidades
desempeñaban un extractivismo forestal sostenible y de bajo impacto ambiental.
Con las Reservas Extractivistas se superó la tendencia de extender sobre la Amazonia
la lógica de la Reforma Agraria convencional (Nota del Traductor).
ECOLOGÍA POLÍTICA LATINOAMERICANA. VOLUMEN II
74
las condiciones materiales naturales para su existencia. De ese modo,
la Cultura no se refiere exclusivamente a la cuestión identitaria, sino
que requiere también las condiciones materiales para su existencia.
Los movimientos indígena, quilombola y campesino desnaturalizaron
el concepto de territorio, hasta hace muy poco tiempo visto como la
base material del Estado. Incorporaron al debate otro léxico teóricopolítico en el cual dentro de un mismo Estado territorial, que se piensa
uni-nacional, existen en realidad múltiples territorialidades, múltiples
comunidades étnicas y campesinas. Es en este contexto que va a surgir la reivindicación de Estado Plurinacional y no ya estado Nacional,
como se refleja en las nuevas Cartas Magnas de Bolivia y Ecuador.
La lucha por la tierra, por tanto, es también la lucha por la Tierra.
La ruptura metabólica que destacamos antes comienza con la desterritorialización de las comunidades étnicas y campesinas, sometiendo
la tierra-agua-energía-mineral a los designios del Capital y su hybris
destructora. Continúa cuando esa hybris se hace más fuerte con el
dominio del fuego, es decir, de la fuente de energía fósil, creyendo
así poder dominar a la naturaleza. Para ello, colocó a la especie humana fuera de la naturaleza: antropocentrismo. Pero la Tierra existe
gracias a un equilibrio dinámico que se construye en la diferencia,
con el calor y con el frío, con las áreas húmedas y las áreas secas, con
un hemisferio de tierra y otro de agua, con áreas planas y con áreas
accidentadas.
La aventura humana por el planeta partió de África y se repartió por el planeta. Nuestra especie aprendió a inventar mundos para
responder a la diversidad de situaciones geográficas con las que se deparó. Inventó/creó saberes/haceres para curarse, porque es propio de
la naturaleza de todo ser vivo enfermar/morir; inventó/creó saberes/
haceres para habitar, porque había que protegerse de las intemperies;
inventó/creó modos de conservar la carne, salándola o deshidratándola; saberes/haceres para conservar la leche haciendo quesos, mantecas y otras cosas más; saberes/haceres para conservar la fruta, haciendo dulces cristalizados o en almíbar; inventó formas de religarse
con el cosmos y de belleza porque, al final, la pulsión a lo bello, a lo
maravilloso (Georges Bataille) acompaña a cada grupo humano que
siempre pintó, bordó, esculpió, danzó y cantó. En fin, hay que saber
cosechar, cazar, cultivar creativamente. Curarse. Habitar. Múltiples
Agriculturas, Múltiples Artes Culinarias, Múltiples Arquitecturas,
Múltiples Medicinas, tantas cuantos pueblos y saberes. Múltiples culturas. Humanidad diversa, pueblos diversos, geografías múltiples.
Diálogo de saberes con interculturalidad y no con multiculturalismo ¡Transmodernidad! ¡Buen Vivir, Suma Kawsay, suma qamaña,
Ubuntu… vida en plenitud!
Carlos Walter Porto-Gonçalves
75
Vivimos desde los años 60 una revolución de larga duración,
diría Immanuel Wallerstein. La crisis de “un modelo de poder” de
larga duración que comenzó en 1492, diría Anibal Quijano. Un “caos
sistémico”, diría Giovanni Arrrigui. Es una crisis epistémica y política. La ruptura metabólica de la que estamos hablando tiene una
dimensión epistémica, como viene insistiendo Enrique Leff, y que se
elabora con la separación sociedad-naturaleza. Esa separación no es
solo epistémica, insisten autores entre los cuales nos encontramos,
sino también una separación material que nos quiere ver separados
de las condiciones materiales/naturales de la vida. La cuestión de la
Tierra como planeta solamente será superada si somos capaces de
considerar que la Tierra no es una abstracción, sino algo que siente
y pulsa por ser diferente en sus geografías, en sus geo-grafías, grafiadas por las culturas que surcan la Tierra/tierra; por los ríos con sus
cursos, que hacen sus firmas con la tierra/Tierra, en sus caminos.
Firman la tierra, firman la Tierra.
En esta crisis societaria, las instituciones, como no podría ser de
otro modo, están en crisis. El Estado territorial, forma geográfica de
organización política par excellence en el sistema mundo modernocolonial patriarcal ya no da cuenta de la paz social que había prometido. Es más, al quererse como Estado nacional, no se dio cuenta de
que dentro de un mismo Estado territorial hay múltiples territorios
posibles por las múltiples territorialidades en tensión que los constituyen. El “colonialismo interno” (Pablo González Casanova) nos impide
reestablecer una inscripción metabólica amiga de los seres animados
e inanimados, incluso, de los pueblos y comunidades diferentes. Si,
por un lado, la ruptura metabólica se firmó con la separación y atomización/individualización de los hombres y mujeres de las demás condiciones materiales de creación/producción/reproducción de la vida,
por otro lado, es la reapropiación social de la naturaleza (Enrique
Leff) la que exige que la lucha por la tierra sea, también, la lucha por
la Tierra.
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