De los Campos Elíseos a la iglesia de la Madeleine, pasando por el pintoresco barrio de Montmartre. Los ‘chalecos amarillos’, que habían anunciado en un principio que se manifestarían ante el palacio de Versalles para despistar a la policía, finalmente descendieron el sábado al centro de París para expresar su descontento en el sexto fin de semana consecutivo de protestas.
“Emmanuel Macron ha ofrecido migajas a los chalecos amarillos”
22 DIC. 2018 19:44
El Mundo
De los Campos Elíseos a la iglesia de la Madeleine, pasando por el pintoresco barrio de Montmartre. Los ‘chalecos amarillos’, que habían anunciado en un principio que se manifestarían ante el palacio de Versalles para despistar a la policía, finalmente descendieron el sábado al centro de París para expresar su descontento en el sexto fin de semana consecutivo de protestas. Los “chalecos amarillos” lograron que Versalles cerrara sus puertas de “forma preventiva” por si se producían disturbios, pero la mayoría de comercios, bares y restaurantes de la capital abrieron el sábado en la zona donde se concentraban las protestas. A tres días de Navidad, los comerciantes se quejaban de que ellos son los que están pagando los platos rotos. “Hemos cerrado cuatro sábados seguidos. Hemos abierto hoy, pero hay menos gente de lo habitual. Los parisinos se han ido fuera a pasar las fiestas y la gente tiene miedo de venir al centro . Hemos perdido mucho dinero”, se queja el encargado de un restaurante de la plaza de la Madeleine, minutos después de que los antidisturbios hayan abandonado la zona. Aunque hubo enfrentamientos entre los manifestantes y la policía en los Campos Elíseos, el ‘acto VI’ de los “chalecos amarillos” fue más pacífico y tranquilo que en protestas anteriores. También eran menos numerosos. Según el ministerio de Interior francés, 38.600 personas se manifestaron este sábado en toda Francia, de los que 2.000 en París. El 17 de noviembre, hubo 282.000 manifestantes en todo el país. Un centenar de personas han sido detenidas el sábado en la capital francesa, entre ellos, Eric Drouet, figura destacada del movimiento. La protesta de los ‘chalecos amarillos’ parece perder fuelle a medida que pasan las semanas, quizá por el cansancio acumulado de los manifestantes o porque muchos de ellos tienen compromisos familiares estos días. Sin embargo, otros, como Pierre, un jubilado parisino, han vuelto a ponerse un fin de semana más el chaleco amarillo, la prenda fluorescente que se ha convertido en un símbolo de este movimiento social sin líder ni afiliación política. “Defendemos un aumento del poder adquisitivo porque mucha gente está en la miseria. Pedimos que los salarios aumenten, que los salarios más bajos permitan que una familia pueda vivir. Hay cada vez más miseria en Francia. Estoy harto”, explica Pierre, quien considera que Macron ha ofrecido “migajas” a los ‘chalecos amarillos’. Dominique, de 60 años, cree que el Gobierno francés ha intentado desacreditar a los ‘chalecos amarillos’ ante la opinión pública. “Al desacreditar al movimiento, no desaparece el problema. El problema queda latente. Y va a resurgir en otra parte, quizá cuando Macron ya no esté en el poder”, vaticina Dominique desde las escalinatas que llevan a la Basílica del Sacré Coeur.Este ‘chaleco amarillo’ considera “natural” que haya menos manifestantes que en citas anteriores, porque “la gente no tiene mucho dinero. Son gente que tiene dificultades para llegar a fin de mes. Y son las fiestas. La gente pasa su tiempo en familia”. Dominique pronostica que a partir del 1 de enero, el movimiento volverá a tomar impulso. Muchos sueñan ya con una lista de ‘chalecos amarillos’ para las elecciones europeas de mayo