Con las sobras del cadáver de la izquierda mundial pretenden armar este monstruo para reanimar a los derrotados con un baño de capitalismo bonachón: Pidieron mucho y la brutalidad se les ha subido encima, ahora hay que contentarse con el muerto andante, los zombis, y conformarse con las migajas que da el capital. A ponerse las camisetas del Che Guevara y caminar todos en fila con los partidos ya debidamente domesticados e integrados, y para los más cuadrados hay algunas dictaduras de izquierda para que puedan cantar el Venceremos.
El miedo de estos próceres está en que las izquierdas se están disolviendo no para ir a la derecha ni al halloween de las vanguardias, sino a colocarse chalecos amarillos, a abandonar los partidos de capas medias profesionales y lúcidos vanguardismos para sumarse al protagonismo social de los gaztetxes, de los municipios autónomos, de los autogobiernos, de los syntagmas, de las comunidades, ecoaldeas, en el despliegue de la potencia de los de abajo que han dejado las utopías, las promesas y los proyectos para construir otro mundo, como los mineros de Huanini que dieron paliza a los burócratas del MAS, los portuarios de Valparaíso que demostraron como la lucha social puede hacerse sin partidos y los mapuche que has pasado por encima de las divisiones partidarias e ideológicas para levantarse con la unidad del pueblo.
No, gracias señores de socialdemocracia, no nos vamos a conformar con la coexistencia con el capitalismo, sino que vamos despacito construyendo otro mundo desde abajo y ustedes quieren hacer ahora de miel para las moscas perdidas, como hizo el Forro de Porto Alegre, que acabó con la autonomía de las luchas antiglobalización para llevarnos a las derrotas y el extractivismo capitalista de los progresistas.