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El enigma del deforme. Introducción

Guiseppe Cocco y Bruno Cava :: 26.12.18

Introducción del libro. Los autores son de la Universidad Nómada de Brasil.
Nos proponemos la búsqueda de los grandes espacios abiertos, hacer un balance de larga duración de los impasses en que estamos, presentir los incoyunturales si con eso despegamos del infierno de las coyunturas. Contra los reformadores de la Izquierda y sus vitrinas con los mismos productos embalados de diferente modo, no tenemos ninguna salida para empaquetar y ofrecer al lector. Deje eso. Al contrario, nuestro objetivo aquí es entrar en los impasses, permitir que el esfuerzo recoja la resistencia y la plasticidad de las materias que enfrenta.
Aunque apelasen ideológicamente al Estado, al capitalismo social y al progresismo desarrollista, esos gobiernos reimpusieron al neoliberalismo como solución única e ineludible. Lo que no deja de ser una gubernamentalidad en crisis, aquí como en el mundo, y que, por no encontrar alternativa ni en la izquierda ni en la derecha, permanece nutriendo nuestro impasse,

El Enigma del Deforme

11-dic-18
Por Guiseppe Cocco y Bruno Cava / Universidade Nomade do Brasil
INTRODUCCIÓN del libro “O Enigma do Disforme” escrito por estos mismos autores.

Diez años después la crisis de los subprimes continúa siendo un rompecabezas. Del lado de adentro, de las burbujas del mercado inmobiliario y securitización en los Estados Unidos que estallaron en 2008, apareció la multitud de indignados que ocupó plazas, tomó las calles, levantó acampadas y llegó a derrumbar gobiernos. En la velocidad de la tercera revolución industrial, los nuevos bárbaros se expanden en un ecosistema de luchas singulares que se conectan en la misma diferencia entre sí. El último ciclo fue desde las primaveras árabes de 2010-11 a la revuelta de los paraguas en Hong Kong, pasando por las plazas Tahrir en Egipto, Perola en Bahrein, Syntagma en Atenas, Puerta del Sol en Madrid, Catalunya en Barcelona, Zuccotti Park en Nueva York, Taksim en Estambul y Maidan en Ucrania, entre miles de otras.

En Brasil la larga primavera de Junio de 2013 barrió de la coyuntura el consenso progresista que mantenía un gobierno de saqueo directo de las metrópolis, de los fondos sociales, de las esperanzas de los pobres. En seguida, el periodo de restauración fue tan violento en cuanto al grado destituyente y desterritorializante del arco de levantamientos que irrumpió en el mundo entero los años anteriores. Por aquí, la restauración aconteció, primero, a través de la represión directa, pura y simple, manejada por la reunión ecuménica de instituciones políticas y policiales y de varios espectros político-ideológicos en el comité unificado del Partido del Orden; después, por el Thermidor rojo de la reelección de 2014, y, finalmente, por la substitución de la tragedia de las luchas abortadas por la farsa: la multiplicación de falsas polarizaciones, fake news y post verdades, el empeoramiento del nihilismo comunicativo de las guerras culturales, la atmosfera denuncista, testimonial y policiaca en las redes de discusión, el uso instrumental y deliberadamente autofágico del “lugar del habla” para restituir a cada cual a su cuadrito y todos a la impotencia –en la que muchos análisis, al repercutirla como concepto, sucumben al diagnóstico vago de las ondas fascistas o del momento populista−. Todo para renovar ad vitam aeternam una polarización electoral cuya retorica es hinchada en la exacta proporción de su vacío de antagonismo real.

El neoliberalismo infiltró sus dispositivos en la piel, en el cerebro, en el inconsciente y nuestros sueños; proliferó los mecanismos de control, se expandió por toda la sociedad, desde dentro y en profundidad, una microeconomía financiarizada y un emprendedurismo difuso. Lejos, con todo, de caracterizarse por un totalitarismo molecular, sin chance para los cambios o las subversiones, la sociedad neoliberal mostró su rostro también de la mayor inestabilidad del ejercicio del poder: las sublevaciones y las indignaciones se acelerarán y extenderán como un saco perforado de esporas, con la misma velocidad alucinante del giro del capital en las bolsas de valores. Si, el capitalismo no es la tierra que gira en torno al Sol, sino que es el dinero que da la vuelta a la Tierra, los éxodos, las luchas y los levantamientos se deslizan con una velocidad aun superior y tendencialmente infinita.

Al final de la década de 2010, la situación es la siguiente: una sociedad global intensamente movilizada, que dispara lineas de desterritorialización en muchos sentidos, lo que no significa que -solo por eso- estemos a la altura de esos devenires o sepamos contar con ellos. Más bien se trata de que el régimen de funcionamiento de los levantamientos de nuevo tipo no sigue más esquemas mecánicos o dualistas, entre desorganización y organización, entre clase y partido y vanguardia, o entre sentimiento apolítico y su hegemonización política por fuerzas partidarias. El modo de existir de los ataques y de las fugas es el de un mosaico dinámico de cualidades y grandezas cuantitativas, una amalgama de colores y texturas que nos invita al poder de la tonalidad, las ritmologías, cromatismos y estratigrafías. El neoliberalismo, entonces, no puede ser entendido sólo como una totalidad cerrada en la que sus valores ya estarían dados, golpeable sólo desde el exterior, frente a lo que cabría reivindicar un afuera cualquiera, necesariamente mistificado y mistificante.

Las teorías contemporáneas sobre el neoliberalismo fueron picadas por el mosquito supercrítico: no cesan de alertar sobre nuevos y más sofisticados métodos de control o disciplina, como si se tratase de un deber moral. Es el mismo tono admonitorio de los anticomunismos a la derecha, que ven el enemigo en todas partes, como una sombra a ser denunciada al resto del rebaño. Estarían así exponiendo las lógicas de dominación para una sociedad supuestamente anestesiada o sin conciencia de aquello que la conduce. En este libro, quisimos romper con esa tradición de la impotencia, para colocarnos en la plaza de otro modo, a la espera de un devenir ambivalente, en zonas de indiscernibilidad que aun guardan algo de intempestivo ante los moralismos de izquierda o de derecha.

La crisis del capitalismo global, en su ambivalencia, no fue un trastorno momentáneo provocado por excesos especulativos del capital ficticio, como podría hacer creer la antigua dicotomía que divide a la economia en real y financiera. Pues no bastó, desde el punto de vista del capitalismo, reintroducir la regulación de los mercados financieros en otras coordenadas. La crisis de la gubernamentalidad neoliberal se dibujó en grandes tendencias o inflexiones, entre las cuales se destaca el descenso forzado de la economia china, después del exitoso paquete anti cíclico trillonario de 2008-09. En el Brasil del gobierno progresista, el ensayo de resurgencia keynesiana envolvió su propio paquete anti cíclico coyuntural con el nombre de fantasía de “nueva matriz económica”, lo que sería, en la retórica supervalorizada, la palanca a la china de salida del impasse, nariz orientada hacia el despegue en relacion al neoliberalismo. Aunque los ideólogos vean en la parodia desarrollista de Dilma, en 2011, alguna especie de extraño coraje, por ter cutucado onzas (1)… el dato concreto es que sus políticas fracasaron redonda y dramáticamente. Minando las bases sociales, económicas e institucionales, su gobierno a esa altura de viaje ya estaba comprometido con las peores prácticas de la politica brasileña.

El ciclo de los gobiernos progresistas en America Latina culminó en la peor recesión de las últimas décadas, por lo menos en Brasil, Argentina y Venezuela. La pretendida salida del neoliberalismo no sólo falló en sus propios parámetros de evaluación, sino que reforzó directamente la gubernamentalidad neoliberal. La crisis de la globalización es también la crisis de las anunciadas salidas de la crisis y de la propia promesa de una salida, fuese mediante el capitalismo progresista o por la izquierda o por la micropolítica. Ahora el neoliberalismo baboso es impuesto como solución única ante las izquierdas que se quedaron sin imaginación, sin pensamiento, sin clase. Pero la culpa, nos dicen, es de las derechas. Sin embargo, ellas, cuando fueron convocadas a renovarse por el evento prefirieron la defensa abstracta del altar ideológico repleto de sus propios colosos de pies de barro. El congestionamiento de las narrativas del fracaso hinchado por la matriz discursiva del golpe que no hubo y por los estilemas de una doxa universitaria, apenas realza aún más el fracaso general de lo que se pretendería legitimar: la identidad narcisista de la Izquierda, la pulsión autoritaria por el Estado tal cual el surco de una ballena blanca que incansablemente perseguimos, o bien un anti neoliberalismo moral y rigurosamente de almanaque.

Con el agotamiento del ciclo de gobiernos progresistas, seguido de la restauración conservadora en la que el propio arco progresista participó activamente, del ciclo de levantamientos que van desde las intifadas de Túnez en 2010 hasta las acampadas del Nuit Debout en 2016, parece arrojar a Brasil y a la America del Sur de vuelta a su prisión histórica y geográfica. Como lo sentencia, en términos directos, la teoría geopolítica más convencional:

Los académicos y los periodistas pueden escribir que el continente (sudamericano) se encuentra en una encrucijada, algo como el momento de embarcarse en su gran futuro. Hablan de lo geográficamente, continúa el autor, que más que una encrucijada, se trata del fondo del mundo. Muchas cosas están sucediendo en este vasto espacio, pero el problema es que la mayor parte de lo que está sucediendo está siendo determinado por un montón de lugares menos por él mismo. (2)

Es exactamente esta perspectiva, este fondo el que nos interesa. Para aprender del impasse, necesitamos releer al neoliberalismo y para eso volveremos, por un lado, a las lecciones de Michel Foucault de hace 40 años atrás y, por el otro, a lo que decíamos, en 2005 (3), sobre las trampas del neo desarrollismo.

En este libro nos proponemos la búsqueda de los grandes espacios abiertos, hacer un balance de larga duración de los impasses en que estamos, presentir los incoyunturales si con eso despegamos del infierno de las coyunturas. Contra los reformadores de la Izquierda y sus vitrinas con los mismos productos embalados de diferente modo, no tenemos ninguna salida para empaquetar y ofrecer al lector. Deje eso. Al contrario, nuestro objetivo aquí es entrar en los impasses, permitir que el esfuerzo recoja la resistencia y la plasticidad de las materias que enfrenta.

Sabemos que fueron muchos los colapsos de la modernización en el largo rosario de frustraciones y esperanzas fallidas en nombre del Brasil del Futuro, la vieja creencia milagrosa de un Eldorado mágico y seductor en los trópicos. De varias maneras, los que se propusieron pensar el país, desde aquellos afiliados al épico paradigma de la formación Nacional hasta los que abrazaran amargas dialécticas negativas, asimilaran en sus teorías los cuellos de botella persistentes, los obstáculos estructurales, los dilemas de lo inorgánico, los dramas dualistas y las desventuras dialécticas, en la historia politica, social y económica del largo amanecer del recorrido desarrollista que va de Vargas a Geisel. Todo ello sin olvidar la infinidad de formulaciones teóricas y arreglos institucionales de ese periodo de 60 años que, sin embargo, no nos debe cargar demasiado el análisis y sus conceptos, como recomendaba Nietzsche en sus consideraciones extemporáneas sobre los usos de la historia.

Preferimos tomar la tradición de pensamiento sobre el Brasil y comenzar a venir al revés, a las espaldas de la literatura de formación nacional, para entonces filtrarla en la criba fina de la lógica de los acontecimientos que definen nuestra realidad y su intempestivo. Entonces, en lugar de situar el pensamiento en la tension entre emancipación y modernización, en la investigación quimérica de un patrón de desarrollismo adecuado a un proyecto de país, o bien renunciar a la transformación en nombre de la negatividad de una crítica lírica, asumimos el más bien el arduo desafío programático de formular una teoría de la subjetividad en las condiciones de subdesarrollo o altermodernidad. Lo sub sustenta la misma consistencia ambivalente del post, en que respiran nuestros problemas. No es que seamos anti-modernos. Es que aquí, donde jamás fuimos modernos, lo pre-moderno salta directamente a lo postmoderno que siempre hemos sido.

En el capítulo I, retomamos al Foucault del curso sobre el Nacimiento de la biopolítica (1978-79). Publicado solamente 25 años después de la presentación en las aulas por el filósofo en el College de France, en Paris, ese curso es particularmente fecundo para nuestro propósito. Nos sirve de vacuna contra tres concepciones del neoliberalismo, que mezcladas en diferentes proporciones contribuyen a la parálisis del análisis y de la creación de alternativas. En primer lugar, las reducciones del neoliberalismo a la ideología o constructo simbólico, como si fuese un discurso elaborado al servicio del propio capitalismo, con el fin de camuflar la violencia de sus operaciones, esto es, a título de legitimación o buena conciencia. Bastaría entonces desenmascararlo para que pudiésemos tomar conciencia de los verdadero artificios con que el neoliberalismo opera, y de ese modo partir hacia la emancipación politica.

En segundo lugar, tenemos los análisis que privilegian un punto de vista geopolítico en términos de choque de imperialismo o neocolonialismo, en las cuales el neoliberalismo aparece como la economia discursiva de la hegemonía occidental en su fase financiera y flexible, bajo la dirección de Washington, sus aliados y satélites. El neoliberalismo, en esta lectura flácida, es un dispositivo de afirmacion de los mercados libres que se hace acompañar del poderío militar norteamericano. En esa presentación del problema, aunque el mundo bipolar de la Guerra Fría este extinguió, se adopta un clivaje mitigado de una macro polaridad determinante que sería interna al propio capitalismo global, entre posiciones más abiertamente neoliberales y financieras y lo que sería un capitalismo alternativo: progresista, social o desarrollista, representado por China, Rusia, India y Brasil.

Finalmente, la tercera corriente a ser confrontada es aquella que reconoce el régimen de funcionamiento molecular del neoliberalismo apenas para reponer una nueva totalidad formada por técnicas de dominación, vigilancia, alienación y explotación. Esto es, el neoliberalismo seria el nombre de la sociedad de control o biopolítica, cuyo principal aspecto seria la operación invasiva del poder sobre la vida, la subjetividad, el inconsciente. Cabría, en esta afirmacion conceptual, denunciar sus lógicas sofisticadas de dominación y colocarse fuera, atrás de un punto de des-subjetivacion para alcanzar el poder desde un exterior no subsumido.

A diferencia de esas tres vertientes, retomamos a Foucault para afirmar el neoliberalismo en su plena ambigüedad: el biopoder que compone su gubernamentalidad es el mismo que produce, suscita y moviliza, el mismo en que la formación de los sujetos está implicada. El problema es de estrategia y no de clivaje. Entonces, en lugar de un denuncialismo de contornos morales incluso otro totalitarismo de bolsillo, nuestro propósito con Foucault es reabrir la teorización del neoliberalismo también para apuntar las instancias de potencia y las lineas de fuga que se expresan por dentro de la matriz de poder.

En el segundo capítulo, retomanos a contracorriente del paradigma de formación nacional, para sondear los enigmas de un disforme que nos constituye y que, por eso, es una estructura inorgánica o una sustancia amorfa, a la espera de la llegada de las formas. Este disforme que pulsa en el interior de los proyectos de poder (biopoder) es lo que llamamos resistencias biopolíticas. En ellas, no se incluyen solamente las rebeliones, levantamientos y motines, sino que también la potencia ambivalente de las migraciones, fugas, mestizajes (en la acepción de Édouard Glissant), éxodos y diásporas. Nuestra hipótesis, en este capítulo, consiste en identificar en el Sur la operación generalizada del biopoder desde el descubrimiento.

El biopoder, como lo abordamos desde la literatura foucaultiana, funciona por medio de mecanismos flexibles, móviles, continuos e inmanentes, que a su vez es amplificado con las estrategias de conquista y poblamiento, de territorialización y estriamiento de la red de poderes, del racismo en proceso de cambio y de la organización biopolítica del trabajo, desde la empresa colonial portuguesa y la pax lusitania en el Atlántico Sur. En ese sentido, en lugar de despliegue del mercantilismo y de la raison d’état, identificamos en la empresa el embrión de dispositivos biopolíticos, que en la formación del capitalismo industrial serán globalizados poniendo en marcha integrada el mercado mundial. Nos parece especialmente pertinente el sobrevuelo de la lógicas de larga duración del poder en el Sur, para trazar el hilo negro de las resistencias que se levantaran siguiendo las más diferentes estrategias y dentro de los más diversos umbrales de sobreposición e interpretación de poderes y saberes.

Finalmente, en el tercer capítulo, existe un recorrido de mayor aliento sobre los gobiernos progresistas en America Latina, centrado en los brasileños, con Lula y Dilma, del PT. Vitaminados en su génesis por el impulso transmitido de luchas y movilizaciones democráticas, tales gobiernos encontrarán su fuerza en una específica composición de clase que pertenece a la gubernamentalidad neoliberal. Consecuentemente, algunas condiciones favorables en lo tocante a las políticas sociales, culturales y de renta dinamizaron circuitos productivos en un efecto multiplicador y virtuoso, que acabó inflando una multiplicidad de franjas de produccion de subjetividad. Eso llevó a las transformaciones internas de la composición social acoplada en la gubernamentalidad, parte de las cuales ocurrió a espaldas de los propios gobiernos y cada vez más divergentes en relacion a la dirección estratégica superior, deslumbrado con los primeros y engañadores frutos del proyecto neodesarrollista.

El resultado fue que la línea de fuga que podía romper con la gubernamentalidad neoliberal acabó explotando por fuera de las esferas de influencia de los propios gobiernos y finalmente contra ellos, como aconteció, sobretodo, en el largo Junio de 2013 brasileño. Los gobiernos progresistas, a su paso, aunque reivindicasen ser anti o post neoliberales, se fueron resueltamente antagónicos a esas fugas biopolíticas y buscaron forzar el re encuadramiento de los procesos de produccion de subjetividad en la matriz vigente, mediante una plétora de tácticas. O sea, al participar del golpe Thermidor contra el movimiento de movimientos “junhista”, y aunque apelasen ideológicamente al Estado, al capitalismo social y al progresismo desarrollista, esos gobiernos reimpusieron al neoliberalismo como solución única e ineludible. Lo que no deja de ser una gubernamentalidad en crisis, aquí como en el mundo, y que, por no encontrar alternativa ni en la izquierda ni en la derecha, permanece nutriendo nuestro impasse, tal como vimos en la huelga de los camioneros de mayo de 2018.

Notas:

Por ter cutucado onzas, expresion popular brasileña que significa saber que se está haciendo una estupidez y seguir haciéndolo. Abusar de una situación.
MARSHALL, TIM. Prisoners of Geography. Ten maps that tell you everything you need to know about global politics (2015). Londres: ed. Elliot and Thompson, 2016.
Nos referimos al libro que uno de los autores coescribió, con el filósofo Antonio Negri, publicado en Brasil en 2005, en medio del escándalo del mensalão. NEGRI, Antonio; COCCO, Giuseppe. Glob(AL): biopoder y lucha en una América Latina globalizada. Trad. Eliana Aguiar. Rio de Janeiro: Record, 2005

Traducción: Santiago de Arcos-Halyburton


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