Los gobiernos progresistas son patrón de dominación para América Latina. A pesar de las diferencias que tienen estos gobiernos, también podemos observar líneas comunes. Intentaron frenar la movilización social. Estos gobiernos fueron una especie de ensayo de dominación, para detener la protesta social, que a su vez pudo cambiar la historia de América Latina.
¿Cómo, a su criterio, se frenó la movilización social? Se lograron detener por todos los dispositivos de control que establecieron estos gobiernos a la población: criminalizando la protesta social, persecución, división de organizaciones, creación de organizaciones paralelas, códigos penales claramente punibles a la movilización. Nunca pudieron liquidarlas, pero si debilitar a las organizaciones.
¿Qué alternativa les queda a los colectivos? Volver a organizarse, defender los tejidos sociales, conversar y tratar de tener autonomía frente al Estado.
Los rasgos Keynesianos
Uno de los principios básicos de las tesis keynesianas es la necesidad de que el Estado intervenga activamente en la economía y la sociedad, complementando el funcionamiento del mercado y garantizando cierto bienestar básico a la población. En función de esta lógica estatal se plantean las siguientes políticas que se las pueden observar en los estados que están siendo reformados por los gobiernos “progresistas”.
Se han “recuperado” algunas empresas pú-
blicas de algunos sectores estratégicos de la economía como petróleo, minería, telecomunicaciones, etc., privatizada en la época neoliberal. Ahora bien, es necesario anotar que esta recuperación se la ha hecho en función de la formación de capital mixto, que en un futuro volverá a manos privadas.
La inversión en infraestructura es una de las políticas de corte keynesiano ejecutadas por los llamados gobiernos progresistas, que responde a las necesidades de circulación de capital en el región.
Durante las décadas perdidas de los 80 y 90, la región poco pudo invertir en infraestructura. Urge ahora, tras reanudarse el crecimiento, eliminar la brecha entre una producción en auge y sistemas logísticos y energéticos estancados. La urgencia estimula soluciones de gran escala, supuestamente más eficientes y con hartos resultados (Osava 2013, 1).
La inversión en infraestructura se basa principalmente en la construcción de carreteras, puentes, puertos aeropuerto, hidroeléctricas, más que en infraestructura sanitaria, educativa, cultural, recreativa. Lo nuevos ejes de transporte que se construyen buscan abrir vías para la circulación de mercancías, tanto de las primarias que se saca de la región cuanto de las elaboradas que entran a ella. Lo que se busca con esta inversión no es tanto la integración y cohesión social, sino bajar los costos de transporte para las transnacionales de agro negocios (biocombustibles), minería, petróleos, etc. De hecho, no hay mucha inversión en vías de transporte que faciliten las cosas a los pequeños y medianos productores agrícolas, que contribuyan ciertamente al desarrollo local o nacional. Es la gran minería y los hidrocarburos los que necesitan gigantes infraestructuras de transporte y de energía (Osava 2013, 1). Estos megaproyectos de infraestructura vinculan a empresas del sector extracti vo con mercados exportadores (Petras 2012, 1). Además hay que decir que toda la inversión en infraestructura se enmarca dentro del proyecto IIRSA concebido en el periodo neoliberal.
En su gran mayoría todas estas megas infraestructuras provocan gran daño ambiental y en consecuencia desplazamiento de los pueblos de sus territorios que no reciben beneficio de esta política, sino consecuencias negativas para sus proyectos de vida.
El rencauche del Estado, llevado adelante por los gobiernos progresistas, implica cierta recuperación de su papel en la Regulación Económica. Se han creado ciertas normativas obligatorias en ciertos aspectos de la actividad económica como el ajuste a la política de recaudación fiscal que han ordenado más a la clase media que a los grandes grupos económicos, cierta fijación de precios, control al sector financiero, al flujo de capital especulativo y la volatilidad de los mercados financieros. Es decir, se está consolidando al Estado, a partir del control y monopolización del poder fiscal y, naturalmente, de la violencia:
La sociedad a la que llamamos sociedad de la Edad Moderna, está determinada, al menos en Occidente, por un grado muy elevado de organización monopolista. Se arrebata a los individuos aislados la libre disposición sobre los medios militares que se reserva al poder central, cualquiera que sea la configuración de este, y lo mismo sucede con la facultad de recabar impuestos sobre la propiedad o sobre los ingresos de los individuos, que se concentra en manos del poder central. Los medios financieros que afluyen así a este poder central, sostienen el monopolio de la violencia; y el monopolio de la violencia sostienen el monopolio fiscal. Ambos son simultáneos; el monopolio financiero no es previo al militar y el militar no es previo al financiero, sino que se trata de dos caras de la misma organización monopolista. Cuando desaparece el uno, desaparece automáticamente el otro, si bien es cierto que, a veces, uno de los lados del monopolio político puede ser más débil que el otro.
[…] Sólo con la constitución de este monopolio permanente del poder central y de este aparato especializado de dominación, alcanzan las unidades políticas el carácter de ˂˂estados˃˃ (Elías, 344-345).
Dado que el Ecuador no ha sido modernizado en su totalidad como sociedad, el Estado-nación moderno tampoco ha logrado consolidarse como en Europa, por ejemplo. Es por eso que la modernización del país tiene que darse a partir de este afincamiento y fortalecimiento del poder central, el mismo que ayuda a la proliferación de un mercado nacional adecuado a los requerimientos del capital, y homogeniza condiciones políticas y culturales de la nación para que la misma sea parte de la sociedad global de acuerdo al rol que le corresponde.
Sin embargo, el Estado-nación no implica mayor autonomía o soberanía de esta nación de la periferia mundial, en relación a los centros económicos y políticos. Como se dijo, cada país cumple determinada función dentro del mercado global, y a ella se tiene que sujetar.
Ya lo sostiene Petras,
En lo referente a las normativas que rigen el sector extractivo, han sido flexibles para favorecer la afluencia a gran escala de capital y para que las empresas agrícolas puedan utilizar de forma masiva químicos tóxicos y semillas transgénicas. Han autorizado la expansión de la minería, de la agricultura y de la industria maderera en reservas indígenas y naturales (Petras 2012, 1).
Las concesiones que se hacen a las transnacionales extractivas se justifican, como en el caso de Ecuador, en nombre de garantizar ingresos que den estabilidad económica y sirvan para inversión en gasto social.
Quizá el rasgo keynesiano más llamativo que han de sarrollado estos gobiernos es la Política social. No hay lugar a duda que se ha incrementado la inversión en el gasto social que ha bajado el nivel de pobreza en algunos sectores de la población, no así en otros como es el caso de las comunidades indígenas en Ecuador. Se ha incrementado el salario básico sin que esto implique llegar al nivel del valor de la canasta familiar, se ha concedido títulos de propiedad legal a ocupantes de tierras y han distribuido parcelas de tierras públicas sin cultivar, como una pequeña “reforma agraria” (Petras 2012, 1). Ciertamente en Ecuador la política agraria ha sido nefasta, no se podría hablar ni siquiera de una pequeña reforma agraria. La inversión en salud y educación, vivienda, en el caso del Ecuador, se basa principalmente en mejorar la infraestructura.
Los subsidios de la pobreza son un rasgo que en sí mismo expresa una monstruosidad, producto de la mezcla entre una política de subsidios neoliberales envueltos en una retórica keynesiana. No hay que olvidar que el plan de bonos de la pobreza que intenta tapar la miseria producida por la aplicación de la Política de Ajuste Estructural y contener sus efectos políticos fue ejecutado por los gobiernos neoliberales. En el escenario político actual de América Latina, tanto los llamados gobiernos progresistas como los neoliberales continúan y mejoran la misma política de “inclusión” financiera de los pobres: Bono Juanito Pinto en Bolivia, Bono de Desarrollo Humano en Ecuador, Bolsa Familia en Brasil, Red Protección Social en Nicaragua, Tekoporâ y Abrazo en Paraguay, Chile Solidario en Chile, Acción familia en Colombia, Avancemos en Costa Rica, Familia Progresa en Guatemala, Programa de Asignación Familiar en Honduras, Juntos en Perú, Programa Progresas en México, Red de Oportunidades en Panamá, Solidaridad en República Dominicana, Panes en Uruguay.
Descripción Diseño Metas/ Consideraciones importantes
Pilzhum Provincia de Cañar.
Estudios de
Prospección. Encontrar yacimientos de oro, plata, plomo y zinc.
Determinación de zonas anomálicas.
Angas Provincia de Azuay
Estudios de
Prospección. Yacimientos de Oro y plata Exploración de prefactibilidad y factibilidad.
Alcanzar recursos geológicos de 300.000 onzas de oro.
San Miguel Provincia de Bolívar Estudio de
exploración básica en zonas anomálicas. Yacimiento de cobre.
Potencia geológico del 6% de cobre por 5.000 hectáreas.
Cordillera de Nanguipa Provincia de Zamora
Chinchipe Estudios de exploración básica en zonas anomálicas Yacimientos de oro, cobre,
molibdeno
Explotación masiva de minerales en la zona.
Telimbela Provincia de Bolívar Estudios de exploración básica. Yacimientos de cobre y molibdeno. Explotar cobre y molibdeno de la zona.
La Tola Norte Provincia de Esmeraldas. Estudio de exploración básica. Yacimientos de arenas ferrosas Alcanzar el nivel de factibilidad, diseños conceptuales para el diseño de una planta siderúrgica.
El Torneado Provincia de Bolívar.
Provincia de Los Ríos. Estudio de exploración básica Yacimiento de oro, cobre y molibdeno.
Futura explotación de oro, cobre y molibdeno.
Cuadro 5. Explotación minera8
8. Para la elaboración del presente cuadro se ha tomado como referencia, investigación bibliográfica y audiovisual de las siguientes fuentes:
- SENPLADES, Resumen Ejecutivo ¿Quién se beneficia del Gasto Social en el Ecuador?
- Ministerio de Inclusión Económica u social; Informe-Presentación: Red de Protección Solidaria, 2012
- ENAMI ; Informe de Gestión Empresa Nacional Minera, 2014
- Sacher William y Acosta Alberto, La minería a Gran escala en Ecuador: Análisis y datos estadísticos de la minería industrial en el Ecuador
Sitios Web
- http://www.telegrafo.com.ec/economia/item/ecuador-invierte-anualmente-484-millones-en-el-bono-de-desarrollo-humano-bdh.html
Inversión/Tiempo Actores
Operaciones desde 2012 Inversión Indeterminada. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
Operaciones desde 2012. Inversión indeterminada. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
Operaciones desde 2012. Inversión indeterminada. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
Operaciones desde 2012. Inversión indeterminada. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
Operaciones desde 2012. Inversión indeterminada. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
Operaciones desde 2012. Inversión indeterminada. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
Operaciones desde 2012. Inversión indeterminada. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
- http://www.telegrafo.com.ec/opinion/columnistas/item/bono-de-desarrollo-humano-para-adultos-mayores.html
- http://www.inclusion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2012/08/26-de-julio.pdf
- www.desarrollosocial.gob.ec
- www.vicepresidencia.gob.ec
- www.informatecuador.com
Esta política, como se observa, hace coincidir a los llamados gobiernos progresistas (Ecuador, Nicaragua, Brasil, etc.) con sus antagónicos los gobiernos neoliberales. (Colombia, Costa Rica, Panamá, Chile, México, etc.)
Descripción Diseño Metas/ Consideraciones importantes
Proyectos primera subasta minera:
La Sofía
Magdalena
Río Jalligua
Balzapamba
Alao
San Miguel de los
Cuyes
Paccha
Yacuambí
Namirez Alto Sucumbíos
Imbabura
Cotopaxi
Bolívar
Chimborazo Morona Santiago
y Azuay
El Oro
Zamora Chinchipe
Zamora Chinchipe Incrementar la exploración y explotación de estos proyectos. Incrementar el monto de regalías.
Impulsar contrataciones extranjeras para la explotación minera.
Seguimiento y evaluación de proyectos mineros.
Mitigar el impacto ambiental de las explotaciones.
Hay que poner mucho cuidado en el hecho de que esta política neoliberal implica una vinculación entre el Estado y el sector financiero privado, digamos una transferencia de la riqueza pública al sector privado. En todos los casos es el sector financiero privado quien ejecuta los pagos y de esta manera: por un lado, el capital de los bonos que es capital estatal termina alimentando a la banca privada y, por otro lado, los pobres quedan integrados al sector financiero formal, es decir integrados al marco capitalista, lo cual supone de una u otra manera una cooptación política-ideológica de esta población excluida potencialmente subversiva. Como es fácil darse cuenta tanto los gobiernos neoliberales cuanto en los llamados progresistas sostienen la lógica de transferencia de riqueza del estado al sector privado bancario, más allá de los discursos de izquierda que los segundos manejan. En Ecuador, por poner un ejemplo, en todos los años del gobierno de Alianza País el sector más beneficiado económicamente ha sido el bancario.
Inversión/Tiempo Actores
Operaciones comenzadas desde 2010. Proyectos en fase de explotación. Empresa Nacional Minera EP.
Alianzas Estratégicas.
Transnacionales.
Tanto los gobiernos neoliberales como los progresistas defienden el programa de bonos como una forma de aliviar la pobreza y la desigualdad, sin embargo lo que está detrás de esto es la voracidad del capital. El hecho de que los pobres queden articulados al sector financiero tiene implicaciones no solo económicas sino políticas e ideológicas que se debería tomar en cuenta. Las implicaciones económicas como se conoce son básicamente la concentración de capital en la banca privada, la incorporación de un sector amplio de la población a la lógica financiera mercantil lo que significa hacer circular capital en la totalidad del campo social. Cuando los estrategas de la economía capitalista se dieron cuenta que los hogares pobres pueden ahorrar y sobre todo endeudarse para consumir, descubrieron un nuevo nicho mercantil para mover capital y generar ganancia.
Más allá de lo anotado, la política de los bonos de la pobreza tiene un efecto político-ideológico preocupante. No es tan importante lo que los pobres puedan ahorrar y/o consumir de forma real, sino la idea (ideología) de que pueden ahorrar y consumir, este es el objetivo principal de esta política. Uno de los consejos más importantes que ha hecho la teoría neoliberal alemana es la necesidad de neutralizar a la población que, por efecto de la concentración de capital, queda excluida del marco mercantil capitalista de la competencia. Para cumplir con esta “recomendación”, el Estado debe asegurar que estas poblaciones, potencialmente peligrosas para la estabilidad jurídico política del país, queden integradas de manera ideológica al capitalismo. La ilusión de ser sujetos mercantiles, aun cuando sea en el último eslabón de la cadena mercantil, hace que acepten las reglas del capital y pierdan el deseo de otro mundo. Lo mismo pasa con los bonos productivos para los pequeños emprendedores, no hace falta hablar de esto, lo conocemos bien sobre todo cuando recordamos las “geniales” recomendaciones de Hernando de Soto en El Otro Sendero.
La modernización capitalista impulsada por estos gobiernos ha sido acompañada por un discurso nacionalista y antimperialista. Hay que precisar que el discurso utilizado ha sido en rigor una retórica para contentar al pueblo que venía demandando transformaciones con claro contenido revolucionario. Como dice Petras:
En resumen, han mantenido un doble discurso de múltiples caras: una retórica antimperialista, nacionalista y populista para el consumo interno, al tiempo que ponían en práctica una política de fomento y expansión del papel del capital extractivo extranjero en iniciativas conjuntas con el Estado y con una nueva y creciente burguesía nacional (Petras 2012, 1).
Los rasgos totalitarios estalinistas-fascistas
Con una retórica del socialismo del siglo XXI, muchos de estos gobiernos han implementado ciertas políticas fascista-estalinistas de control político de la población. La espantosa experiencia del fascismo europeo junto con los errores y desviaciones del más importante ensayo histórico de construir una sociedad socialista son tomados, por varios gobiernos progresistas, como modelo de dominación política.
Hiperpresidencialismo es una forma de la política asumida por varios gobiernos progresistas entre los que se puede destacar Venezuela, Ecuador y Argentina. El poder ejecutivo en la figura del Presidente concentra toda las decisiones por sobre el poder legislativo, judicial, electoral y, en el caso del país, ciudadano. Las atribuciones dadas y asumidas por el presidente son casi absolutas, sea de manera constitucional o inconstitucional. En el ejercicio real y práctico del poder, el presidente se convierte en legislador exclusivo, como sabemos en Ecuador, por ejemplo, la asamblea legislativa así como el consejo nacional electoral, el poder judicial, el ciudadano e incluso la corte constitucional funcionan bajo los requerimientos del presidente.
La mayoría parlamentaria que estos gobiernos han logrado gracias a la figura del presidente está absolutamente subordinada a los dictámenes del ejecutivo para la elaboración de leyes, la fiscalización o las reformas constitucionales. El poder judicial ha sido reconstituido y sus funcionarios nombrados bajo los intereses del poder ejecutivo. El poder ciudadano creado por el ejecutivo se ha convertido en una de sus dependencias, así también el consejo electoral. En última instancia, más allá de la apariencia democrática, el ejecutivo controla todas las funciones políticas del Estado.
La mayoría de los autodenominados gobiernos progresistas han contado con las condiciones económicas y políticas para ejercer y asegurar el poder concentrado. Por una parte, han podido ensanchar el aparato estatal y su consecuente incremento burocrático que garantiza el principal sector social de respaldo al gobierno. Por otra parte, el alto presupuesto estatal con el que han contado gobiernos como Ecuador y Venezuela, es fundamental para el ejercicio concentrado del poder, así como el respaldo de las FFAA. En el caso de Venezuela, el respaldo se ha logrado en gran medida por el origen militar de Hugo Chávez; y en el caso de Ecuador con un recambio estratégico de los mandos militares y policíacos y, a partir de allí, con una política bastante complaciente y generosa con las demandas del sector castrense.
Otros rasgo del hiperpresidencialismo es el abuso de los decretos de emergencia, a través de los cuales se toman decisiones por fuera de la normativa de la democracia liberal clásica. A la legislación delegada que convierte en ley la norma gubernamental se suma el inmenso poder que tiene el presidente sobre el presupuesto nacional. Todo esto supone la eliminación de la participación activa de las otras funciones del Estado, no se diga de la sociedad civil. En definitiva se puede hablar del poder absoluto del movimiento o partido en el gobierno, a través de un renovado centralismo de una élite tecnocrática y autoritaria sumisa al presidente.
Ligado a la característica analizada, en los párrafos anteriores, está el culto a la personalidad del presidente (léase el líder). Este rasgo es muy cercano a la tradición caudillista de América Latina, por lo cual no sorprende que se lo asuma con tanta facilidad. La imagen de varios presidentes de los autodenominado gobiernos progresistas, como es el caso de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, ha sido convertida en objeto de culto popular. Este hecho se ha conseguido por medio de la permanente e inagotable propaganda mediática, a través de la cual se enaltece los rasgos de la personalidad individual como signos de inteligencia, sabiduría, responsabilidad, autoridad (autoritarismo) y carisma propios del padre; de un super yo excesivo y asfixiante, guía del pueblo.
La imagen del presidente inunda la televisión, los periódicos, las radios, las vallas publicitarias colocadas por todo el país, así como en los espectáculos de masas donde la estrella principal y única es el líder. Los informes semanales que hacen a la nación (Sabatina, Aló presidente) no son más que espacios para la apoteosis del líder. El objetivo de toda esta publicidad política es presentar al presidente como el “Salvador de la Patria” humillada en la época neoliberal. Es claro que se usa la propaganda masiva para trasmitir al pueblo las ideas del presidente y provocar la adhesión irreflexiva de la población a las mismas. Hay que decir que los espectáculos mediáticos presidenciales son preparados con mucho cuidado por una gran maquinaria de marketing publicitario, que garantiza que la actuación del presidente afirme su imagen de caudillo. En el Ecuador, las últimas propagandas donde aparece el presidente tienen un toque contemporáneo, que las distingue formalmente de la vieja propaganda fascista y populista. La imagen vieja del líder y del caudillo es replanteada para el actual consumo mediático, con este fin se ha construido una imagen “fresca” del “salvador de la patria”, que se parece más a la de un artista de Hollywood que al envejecido líder caudillista.
La reutilización que algunos gobiernos progresistas hacen de la estrategia propagandística del “líder”, son, por decir lo menos, caricaturescas, pero no por ello ineficaces. En la época del fascismo, el culto al presidente era tan obsesivo que se lo llamaba, justamente, el líder, la versión criolla de esta obsesión en Venezuela es: “padre de la revolución”. De hecho:
El culto a la personalidad de Chávez, que llegaría a su apoteosis con su larga convalecencia en Cuba y su muerte a principios de 2013, acabaría ocupando el centro de la ideología del socialismo del siglo XXI, tal y como ha podido leerse en los principales medios de comunicación y círculos intelectuales de la izquierda latinoamericana (Rojas 2013).
En el Ecuador, un poco más sofisticado y personalizado, al jefe de estado se lo conoce como mashi Rafael, un nombre que recoge un término quechua y que intenta una cercanía con el pueblo. Al mismo tiempo el propio Correa asume y defiende para sí la “majestad del poder”, en un claro retorno a la monarquía inexistente en América Latina.
Algunos gobiernos progresistas, sobre todo aquellos identificados con lo que se conoce como el eje Chávez, asocian la imagen del “líder” a la idea de “padre” o guía de la revolución”. En el caso de Chávez, Ortega, Morales que vienen de procesos de luchas sociales es más fácil posicionar la imagen de “líder revolucionario”; sin embargo, en el caso de Correa, los Kirchner y Maduro, es necesario falsificar sus historias personales con la exageración mediática de su imagen. En base a esta falsificación se afirma y se sostiene el culto a su personalidad, la misma que es puesta como modelo a seguir por toda la masa, por supuesto, dejando claro que nadie podrá ser como el “gran líder”. En el Ecuador esta falsificación es mayor si tomamos en cuenta que el presidente no tiene otra presentación de su pasado político que ser un boy scout. La estrategia planteada como es de suponer tiene un gran limitante en el momento de la desaparición del líder. Como ya sucedió en Venezuela, el sucesor de Chávez difícilmente podrá sostener el apoyo de la población por mucho tiempo, pues es casi imposible que llegue a tener la imagen que se construyó de Hugo Chávez.
Las purgas, es decir la vigilancia, persecución y sanción estatal a aquellos que el partido o movimiento en el gobierno considera disidentes políticos peligrosos. Es absolutamente visible que las purgas son una práctica de los autodenominados gobiernos progresistas, muchos miembros de sus propios movimientos fueron y son sujetos de estas. En el Ecuador tenemos muchos ejemplos de dicha política represiva, Alianza País en sus inicios estaba conformada por muchos militantes de izquierda que no solo que fueron expulsados, sino que han sido objeto de vigilancia, persecución, descrédito, despidos, enjuiciamiento arbitrarios, encarcelamiento, etc. El discurso de justificación que han usado la dirección de los partidos y movimientos gubernamentales para eliminar a militantes de izquierda es muy parecido al utilizado en la época estalinista: “reaccionarios”, “agente de la CIA”, “saboteadores”, “contrarrevolucionarios” y otros inventados para la nueva época como: ingenuos, infantiles, primitivos, ineficientes, bobos, saboteadores, terroristas, etcétera.
Hay que destacar que los y las perseguidas no pertenecen a los sectores de la burguesía, sino principal y fundamentalmente a la izquierda disidente que busca ciertamente la transformación social. Ante esto, los gobiernos progresistas intentan con las purgas destruir toda oposición política e ideológica de izquierda, para lo cual se usan dispositivos estatales de represión en contra de movimientos y organizaciones sociales disidentes. En el Ecuador se ha llegado a perseguir a estudiantes secundarios, jóvenes universitarios, maestros, sindicalistas, periodistas, activistas sociales, dirigentes indígenas y campesinos acusándoles de rebelión, sabotaje, terrorismo. En esta política represiva está presente dos ideas: 1. Aquella idea que considera que los sectores populares (obreros, campesinos, indígenas, mujeres, jóvenes, etc.) son incapaces de dirigir su proceso de transformación y por lo tanto tienen que ser dirigidos por la “vanguardia tecnocrática” del gobierno. 2. La idea maquiavélica-estalinista de que en nombre de la “revolución” (léase poder del partido o del grupo gobernante) está permitido todo, incluso negar derechos humanos al propio pueblo, sujeto de la revolución. Concepción totalmente contraria al pensamiento de Marx al que se remiten, el cual sostenía que: la emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores.
Como es de suponer, el objetivo de la aplicación de la política de las purgas es la exclusión y el arrinconamiento de los movimientos sociales autónomos y de las organizaciones políticas de la izquierda independiente; así también de los dirigentes sociales más comprometidos y de los intelectuales críticos más creativos. En remplazo de los purgados se instalan en el gobierno funcionarios sumisos, fanáticos y tendientes a uniformar la sociedad, sin ninguna capacidad de actuar de forma libre y comprometida con la transformación social. En un real proceso de cambio de la sociedad, el Estado –mientras exista– no debe apropiarse de las organizaciones sociales ni del pensamiento crítico, menos aun, como hacen estos gobiernos, Estado ser usado para atrapar a la población en organizaciones sociales sometidas al proyecto gubernamental. En el Ecuador se ha cooptado o creado sindicatos públicos, organizaciones estudiantiles, juveniles, campesinas y de profesionales “aliadas” al gobierno de Alianza País.
Otra característica es la censura de los medios de comunicación implementada principalmente en Venezuela, Argentina, Ecuador. Si bien se conoce que los medios de comunicación privados trabajan al servicio o bajo el tutelaje de los grandes poderes económicos y políticos de la burguesía, los autodenominados gobiernos progresistas los censuran como espacios que pueden ser usados por la disidencia política e ideológica, no de la derecha sino de la oposición crítica de la izquierda.
El control de los medios de comunicación operado por estos gobiernos se lo ha hecho en base a regulaciones estatales, como es el caso de la ley de comunicación aprobada en Ecuador. Varios de los artículos de este instrumento legal tienen como fin persuadir a los medios de cualquier acción o expresión crítica a la política gubernamental. Como se sabe, el problema no es tanto la ley en sí misma, sino su interpretación y en regímenes autoritarios, que concentra todo el poder, la ley tiene la interpretación penalizadora del aparato gubernamental. Lo que se busca, más allá del discurso democrático sobre la regulación de la comunicación y el combate a la “prensa corrupta” como se la llama, es un instrumento legal para callar las voces disidentes que viene desde la izquierda, pues la derecha, en lo que compete al proyecto económico, está bastante a gusto con estos gobiernos.
Es importante anotar que, últimamente, en Ecuador se está proponiendo penalizar la expresión y comunicación en las redes sociales. Al parecer el control de los medios de comunicación tradicionales no es suficiente, pues el uso cada vez más amplio de redes sociales hace posible abrir un espacio donde la población puede, ciertamente, debatir los problemas del país, lo cual representa un peligro para la pretensión totalitaria de estos regímenes. Un ejemplo de esto son las movilizaciones en Brasil, en México, en Chile, en Colombia y en Ecuador en lo que tiene que ver con el debate sobre la explotación del parque Yasuní.
Combinado con la censura de los medios se ejecuta una política agresiva de publicidad política de los gobiernos, con el fin de controlar ideológicamente a la población. Sin lugar a dudas una de las preocupaciones fundamentales de varios gobiernos progresistas ha sido asegurar el control ideológico de la sociedad. Para este propósito han desplegado una estrategia sistemática de publicidad política del régimen cuidadosamente construida en laboratorios publicitarios. La ausencia de un proyecto real de transformación social es encubierta con una retórica mediática que combina tecnicismos económicos con ideas-signo de revolución y progreso. Es una estrategia de publicidad política con la cual se convoca al pueblo a apoyar una “revolución” inexistente, lo que supone un apoyo acrítico al gobierno y a su proyecto económico.
No hay duda que detrás de este tipo de publicidad política existe una bien estudiada sicología de masas que busca garantizar el control ideológico de la población
Un discurso nacionalista-“revolucionario” que combina la estrategia fascista y estalinista basadas en el uso de: 1. Frases, símbolos, himnos y líderes nacionales que alimentan el sentimiento patriótico de la población. En el Ecuador, por ejemplo, se ha reactualizado himnos casi olvidados o confinados a actos castrenses para ser utilizados en todos los actos oficiales y, obviamente, en la publicidad política que bombardea de manera diaria a la población. Se intenta crear una identificación ahistórica entre los presidentes de estos gobiernos con los generales de la revolución de la Independencia como Bolívar y de la revolución liberal como Eloy Alfaro. Así también, se utiliza símbolos como los colores de la bandera que se despliegan públicamente por todo el país, como fondo de cualquier propaganda o información oficial. 2. Revueltos con los símbolos nacionales, se manipulan signos alusivos a la revolución, como son: imágenes de luchas sociales, imágenes de dirigentes populares, canciones protesta de la época de los años 60 y 70 del siglo pasado, la imagen de Ernesto Guevara, Salvador Allende, etcétera. En los países andinos, también, se manipulan signos de las culturas ancestrales y de históricos dirigentes indígenas. Queda claro que la utilización publicitaria que se hace de los símbolos de las luchas anticapitalista, así como de las culturas indígenas, provoca el vaciamiento de su contenido histórico y político-revolucionario, de lo contrario no podían ser homogenizados e identificados con la vacuidad de la simbología nacional.
Un nacionalismo que a nombre de una revolución inexistente, digamos a nombre de la Patria, la masa de votantes y la “revolución” se vuelca en contra del pueblo (indígenas, trabajadores, campesinos, ecologistas, etc.), con una política absolutamente represiva, criminalizadora y autoritaria. Un nacionalismo que niega la plurinacionalidad existente en los países andinos, un nacionalismo que reedita la ficción ideológica burguesa de una sociedad sin antagonismos, sin contradicciones y por lo tanto funcional para la reproducción de la economía capitalista. A nombre de este nacionalismo “progresista” y del interés general que le es inherente, se renegocian contratos con las multinacionales capitalistas del sector extractivo.
A pesar del discurso anticorporativo, usado para deslegitimar a los movimientos sociales, y particularmente al movimiento indígena, estos gobiernos protegen el poder corporativo de los grupos de poder económico (en el caso de Ecuador grupos: La Favorita, El Juri, Nirsa, PRONACA, etc.) y sus negocios que se han fortalecido con estos gobiernos. No queda duda de que se ha establecido una muy beneficiosa relación económica-política empresas-gobierno a nombre de la nación. La protección al poder corporativo de los grupos económicos se encuentra enlazada con un rampante amiguismo y corrupción. Al igual que los clásicos gobiernos fascistas, los gobiernos progresistas están gobernando
…con grupos de amigos y asociados que se posicionan unos y otros en los cargos gubernamentales y usan el poder gubernamental y la autoridad para proteger a sus amigos de la responsabilidad de rendir cuentas. No es infrecuente que en los regímenes fascistas los líderes gubernamentales se apropien e inclusive roben descaradamente los recursos y tesoros nacionales (Britt 2004).
A estas alturas del proceso, no es un secreto para nadie la existencia de grupos de amigos y conocidos que conforman los gobiernos de Correa en Ecuador, Chávez en Venezuela, los Kirchner en Argentina. Igual que en los regímenes fascistas no es infrecuente que los líderes-presidente gubernamentales se apropien e inclusive roben descaradamente los recursos y tesoros nacionales (Britt 2004). Son públicos los escándalos de corrupción en los que han estado involucrados los primeros mandatarios de Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Argentina. Este rasgo fascista es compartido por los populismos de América Latina, quizá por eso no nos sorprende tanto.
Junto a esta alianza disimulada en el discurso tramposo del socialismo del siglo XXI, los gobiernos progresistas golpean, persiguen, criminalizan a las organizaciones sociales, entre ellas los sindicatos públicos, que representan peligro para el ejercicio de su poder. En el Ecuador este tipo de represión se va fortaleciendo en leyes, códigos y reglamentos como el nuevo código penal, la ley de comunicación y el decreto 016 con el que intentan eliminar la organización política de la sociedad.
A pesar del interés mostrado por estos gobiernos de hacer una reforma al sistema educativo superior y a pesar de que, al menos en el Ecuador, gran parte de los funcionarios del estado empezando por el presidente viene de la academia, manifiestan una abierta hostilidad a la educación superior y a la academia que no está dentro de los parámetros de la instrumentalización y mercantilización del conocimiento que ellos impulsan. Muchos profesores, académicos e intelectuales críticos a la política gubernamental han sido censurados, deslegitimados, perseguidos e incluso arrestados bajo la acusación de terrorismo.
Obsesión con el crimen y el castigo, bajo los regímenes fascistas se le dan poderes casi ilimitados a las fuerzas represivas legales. La gente a menudo es obligada a hacerse la vista gorda sobre los abusos policiales e inclusive a abandonar libertades civiles en el nombre del patriotismo. Existe a menudo una fuerza policial nacional con poderes ilimitados en naciones fascistas (Britt 2004).
La reedición de este rasgo fascista por los gobiernos progresistas tiene un deslizamiento más que dar poderes casi ilimitados los aparatos represivos del Estado, lo cual tampoco se niega, se otorga poderes ilimitados al aparato jurídico legal, como aparato represivo de la disidencia política. Se ha implementado la criminalización de la disidencia política de izquierda y su consecuente penalización judicial. Todos los abusos del aparato judicial en Ecuador (casos los 10 de Luluncoto, los estudiantes del Central Técnico, la condena de Mery Zamora, Pepe Acacho, Clever Jiménez, caso Gran Hermano etc.) han sido justificados por el régimen en nombre de la patria y la “revolución”. Como ya se dijo anteriormente, las leyes que se van aprobando tiene una clara intención castigadora. En esta lógica de poder se combina el fascismo y el estalinismo.
Elecciones Fraudulentas… algunas veces las elecciones en las naciones fascistas son un verdadero fraude. Otras veces las elecciones son manipuladas por campañas difamatorias en contra de los candidatos opositores e inclusive el asesinato de los mismos. También usan las legislaciones para el control del número de votos, el control político distrital y la manipulación de los medios de comunicación. Las naciones fascistas también usan típicamente a sus tribunales de justicia para manipular y controlar las elecciones (Britt 2004).
Casi todo lo citado ha sido la práctica de los últimos procesos electorales en Venezuela y Ecuador, lo único que no se ha hecho es asesinar a sus opositores y cometer fraude directo. Por lo demás, han manipulado, han difamado, han legislado para garantizar el triunfo, han controlado los medios de comunicación, han usado métodos de conteo favorables al régimen, han usado todos los recursos del Estado para su campaña. Todos estos mecanismos aseguran, sin lugar a dudas, un triunfo electoral, que después es utilizado para profundizar y justificar un ejercicio totalitario del poder.
La identificación entre Partido y Estado ejecutada tanto por el fascismo como por el estalinismo, es implementada y ampliada por los gobiernos de Ecuador y Venezuela que intenta una identificación entre Movimiento, Estado y Sociedad. Este mecanismo no solo que es contrarrevolucionario, sino que permite el control ideológico y político de la población.
Disgusto por el reconocimiento de los Derechos Humanos, debido al miedo a los enemigos y a la necesidad de seguridad, el pueblo en los regímenes fascistas es persuadido que los Derechos Humanos deben ser ignorados, en algunos casos por “necesidad”. El pueblo tiende a mirar de otra forma e inclusive a aprobar la tortura, ejecuciones sumariales, asesinatos, largas encarcelaciones de prisioneros, etcétera (Britt 2004).
Reconociendo que muchos gobiernos de occidente, básicamente el norteamericano han usado y manipulado cínicamente el discurso de los derechos humanos para intervenir militarmente en varios países, la Carta Universal de los Derechos Humanos es, en gran parte, resultado de la lucha de los pueblos oprimidos en todo el planeta y a lo largo de su historia. La conquista de los derechos ha permitido a los pueblos resistir la embestida del capitalismo y tener un marco normativo que les ha permitido luchar contra la opresión y la explotación. Curiosamente, los llamados gobiernos progresista y –específicamente el de Ecuador– atacan permanentemente los derechos que el pueblo reclama que se respeten. Por un lado, se han quitado y golpeado derechos de los trabajadores, de los campesinos, de los indígenas como es el derecho a la huelga, el derecho a la seguridad laboral, el derecho a la consulta previa, por citar algunos. Por otro lado, la política de criminalización de la lucha social y la disidencia política limita muchos derechos humanos como la libre asociación, la libre movilidad, la libre expresión, la libertad de pensamiento, etc. Además de la ejecución de esta política poco democrática y violatoria de derechos, en los discursos gubernamentales se la justifica en nombre de la “revolución, del pueblo, del socialismo”, mensaje que llega a ciertos sectores que comienzan a aceptar la pérdida de derechos a nombre de la Patria.
Identificación de los enemigos o chivos expiatorios como una causa unificada, el pueblo es conducido a un frenesí patriótico sobre la necesidad de eliminar un peligro percibido como común en forma de enemigo, ya sean las minorías raciales, étnicas, religiosas, liberales, comunistas, socialistas, terroristas, etcétera (Britt 2004).
El gobierno de la Revolución Ciudadana comenzó configurando como enemigo de unificación de su proceso a la oligarquía, denominada, “pelucona”, pero poco tiempo después desplazo la construcción del chivo expiatorio hacia el movimiento indígena, los grupos de ecologistas, la izquierda disidente, acusándoles de “terroristas, infantiles, primitivos, necios”. Incluso, en muchas ocasiones se ha llamado al pueblo a defender la “revolución” en contra de los “contrarrevolucionarios” de lo que ha calificado como la “izquierda boba”. En el contexto del conflicto en torno a la explotación del Yasuní, el presidente enfocó la construcción del enemigo en el cantautor Jaime Guevara acusándolo de anarco, virulento, mentiroso, malcriado e insinuando que el pueblo debería golpearlo.
Recogiendo la peor herencia del estalinismo
Más allá de los rasgos totalitarios que el estalinismo comparte con el fascismo, uno de sus peores legados es la perversa utilización del discurso y la ideolo-
gía marxista-leninista como desarrollo ortodoxo del “marxismo”, que quedaba así invalidado y desprestigiado como teoría de la revolución proletaria (Guillamón). Es justamente esta herencia la que recogen muchos de los gobiernos progresistas, los mismos que han hecho una obscena utilización del discurso de la izquierda revolucionaria y marxista de América Latina. El fin de este uso discursivo es justificar su marcado autoritarismo político que nada tiene que ver con el marxismo revolucionario, ni con las apuestas de transformación social gestadas a lo largo de la historia de lucha y resistencia por los pueblos de latinoamérica. Es pertinente comprender que la actual acumulación de capital en la región, impulsada por los gobiernos progresistas, se caracteriza por ser violenta y depredadora, carácter que exige un control autoritario de las poblaciones afectadas para evitar su resistencia y su reacción. En otras palabras la utilización del discurso de la izquierda busca justificar tanto la violencia depredadora de la economía capitalista extractiva cuanto la violencia de represión a las luchas de los pueblos en contra del capital. Al igual que en la época estalinista, hoy muchos intelectuales de izquierda denuncian las aberraciones del progresismo latinoamericano y su obsesión desarrollista basada en el extractivismo, que hace caso omiso de las propuestas transformadoras que viene de lo profundo del mundo agrario latinoamericano.
El estalinismo no entendió que “la liberación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores, que adquieren su conciencia en la propia experiencia histórica, sin necesidad de que unos intelectuales burgueses, desde el exterior de la clase obrera, y ajenos a ella, les enseñen la teoría marxista” (Guillamón). Estos gobiernos progresistas no entienden o no quieren entender que la liberación de los pueblos de América latina será obra de los propios pueblos con sus propias organizaciones políticas, con sus propias alternativas, con sus propios deseos nacidos en el seno de sus muchas historias de resistencia y de lucha, como es la apuesta por el Estado Plurinacional y el Sumak Kawsay. La liberación de los pueblos oprimidos no es un asunto de tecnócratas que saben las teorías del desarrollo, de la modernización, de la industrialización y el mercado, y que por ello tienen que enseñar a los pueblos a transitar por esos senderos. Menos aun de seudo-académicos que dicen saber la teoría del Sumak Kawsay, como si fuese un asunto de teorías burocráticas. Pensando mejor, creo que los gobiernos progresistas saben muy bien quienes son los sujetos de la liberación y, justamente, por eso recogen el error estalinista de la dirección burocrática del partido para impedir que los pueblos de la América latina conquisten su liberación.
De esta forma garantizan la rearticulación del capitalismo en la región, que es su real objetivo.
Otro error histórico del estalinismo fue “la explotación de los trabajadores, mediante un capitalismo de Estado, dirigido por el Partido-Estado, que militarizó el trabajo” (Guillamón). Es curioso como el gobierno progresista de Alianza País ha implementado la explotación laboral, vía extensión no pagada de la jornada laboral de los funcionarios públicos a nombre del proceso revolucionario. Al parecer los jóvenes funcionarios del “nuevo” Estado no tienen horario de trabajo, pues, como están haciendo la “revolución” el tiempo extra es el trabajo gratuito que ellos entregan al “proceso”. Se entiende que el trabajador del Estado burgués administra políticamente los negocios de la burguesía en contra la sociedad de los trabajadores, por lo tanto mientras más y mejor trabajen mejor irán los negocios capitalistas. Así como en el estalinismo el trabajo obrero iba en función de la acumulación capitalista en el Estado, hoy el trabajo de los funcionarios públicos va en función de la refundación y consolidación del Estado garante de los negocios de los grupos económicos nacionales en articulación con las transnacionales. Los procesos de acumulación de capital en América Latina ya no estaban funcionando con el débil Estado neoliberal, se necesitaba fortalecer al estado para abrir el marco mercantil que posibilite la nueva época de acumulación. Que mejor estrategia que consolidar el Estado capitalista sobre la base de la explotación del trabajo de la joven burocracia, ya que los obreros y los campesinos continúan siendo explotados como en la época neoliberal. Lo que se necesitaba en esta “nueva” época del progresismo es un aparato estatal fuerte y eficiente que garantice la reproducción del capital en la región.
En definitiva, los gobiernos progresistas, en distintos niveles, han recogido el patrón de dominación política del estalinismo, es decir la desviación de la Revolución de Octubre que, valga la pena aclarar, es el intento más importante del proletariado por liquidar el poder del capital e iniciar su liberación a nivel mundial, que lamentablemente se frustró. Y no digo que estos gobiernos volvieron a cometer el error del estalinismo (aunque de hecho debe haber muchos adeptos a estos gobiernos sobre todo los que vienen de los partidos comunistas que todavía no consideran que el patrón político estalinista fue un error entre otros que abortó la revolución de Octubre), creo que el proyecto económico que impulsan estos gobiernos requiere que asuman el error estalinista, pues las nuevas demandas de acumulación de capital por desposesión exige un patrón de poder totalitario. No nos olvidemos que fue gracias a ese patrón de poder que la Rusia agraria se convirtió en medio siglo en una potencia industrial y que fue su Estado totalitario el que hizo posible semejante desarrollo capitalista. Hoy que el capitalismo requiere para su reproducción un nuevo y más violento momento de acumulación “originaria”, basado no solo en la sobre explotación del trabajo, sino en la sobre expoliación de la naturaleza y el despojo social que ella implica, se necesita de un patrón de poder absolutamente autoritario. En otras palabras, se necesita convertir el error estalinista en una técnica de dominación, digamos asumir el modelo asiático de desarrollo capitalista. En este sentido, lo que parece que se está operando en América Latina es un experimento político que se basa en la formación de un Estado Frankenstein, un monstruo político que garantice que el trabajo muerto y momificado siga viviendo (el capital) sobre la base de succionar la vida de los trabajadores y de la naturaleza.
El Estado Frankenstein es una mezcla obscena de neoliberalismo-extractivista en el ámbito económico, seudokeynesianismo en el ámbito social y fascismo-estalinismo en el ámbito político-ideológico. Un Leviatán de la era cibernética con poder político absoluto que encaje con el poder económico absoluto del mercado mundial, es lo que se está construyendo en América Latina. Un Estado totalitario, legal y legítimo, capaz de dominar el devenir político e ideológico de la sociedad que asegure la acumulación de capital en momentos de alta resistencia social. Es una mezcla de diversos modelos estatales, pero que mantiene las funciones estructurales de las cuales necesita la modernidad capitalista: creación de un marco jurídico que propicie la reproducción del capital, así como el aseguramiento y protección de la propiedad privada, bajo la idea de preservar la paz para el bienestar común. A decir de Hobbes, la
…misión del soberano […] consiste en el fin para el cual fue investido con el soberano poder, que no es otro sino el de procurar la seguridad del pueblo […] Pero por seguridad no se entiende aquí una simple conservación de la vida, sino también de todas las excelencias que el hombre puede adquirir para sí mismo por medio de una actividad legal, sin peligro ni daño para el Estado (Hobbes T. L., 136).
Entonces, la legitimidad de este Frankeinstein se quiere lograr por efecto de: a) gobiernos elegidos con la mayoría de votación electoral, y b) por la aplicación de políticas sociales seudokeynesiano que pagan parte de la deuda social contraída en la época neoliberal. La legalidad se la consigue en base a reformas en el marco normativo constitucional y el marco jurídico legal. Así, se implanta un Estado “legítimo” y legalmente autoritario que intervenga y planifique la economía del país en atención a las demandas del capitalismo mundial, en su nueva articulación internacional.
Este proceso de mutación que vive el Estado capitalista actual, se puede comprender desde la perspectiva foucaultiana de la gubernamentalidad:
…Por ‘gubernamentalidad’ entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permitan ejercer esta forma tan específica, tan compleja, de poder, que tiene como meta principal la población, como forma primordial de saber, la economía política, y como instrumento técnico esencial, los dispositivos de seguridad (Foucault Michel en Rodríguez y Giorgi 2007, 153).
La gubernamentalidad es la forma en que el gobierno va modelando el Estado de acuerdo a los distintos momentos y requerimientos del capital. A partir del uso de saberes, de instituciones y técnicas de control sobre la ciudadanía (población), es posible mantener o adecuar el statu quo dentro de esta sociedad; y es esta capacidad de adecuación la que ha permitido que el capital y su estado se mantengan con vida hasta la actualidad:
…es probable que si el Estado existe tal como existe ahora, sea precisamente gracias a esa gubernamentalidad que a la vez interior y exterior al Estado, puesto que las tácticas de gobierno son las que permiten definir en cada momento lo que le debe concernir, lo que es público y lo que es privado, lo que es estatal y lo que no lo es. […] el Estado en su supervivencia y el Estado en sus límites sólo se deben comprender a partir de las tácticas generales de la gubernamentalidad (Foucault Michel en Rodríguez y Giorgi 2007, pág. 214).
De ahí que la mixtura de modelos de Estado devenga adecuada para el contexto actual ecuatoriano y latinoamericano, en un marco de crisis económica y civilizatoria global. Esto es lo que permite a un incipiente estado periférico, robustecerse y contener la fuerza social de cambio que estaba haciendo de América Latina una región en constante pie de lucha. No importa la posición política o si se desea hacer del Estado y el capitalismo, instituciones con rostro humano; mientras exista el poder estatal, su lógica siempre se tenderá hacia la conservación y reproducción de esta sociedad de clases.
Además de lo anotado, con el Estado Frankenstein se intenta cerrar la utopía comunista, es decir el deseo de otro mundo posible, en la medida en que el monstruo político que se está produciendo busca eternizar al monstruo capitalista, eternizar al muerto viviente. La obscena mezcla de restos putrefactos de los distintos ensayos estatales del capitalismo, en un mismo tiempo y espacio, crea la ficción de su eternidad, que es la eternidad del capital. Así mismo, la mezcla obscena entre formas políticas de la derecha con discursos de la izquierda falsifica una identificación perversa entre proyectos distintos. El que gobiernos supuestamente de izquierda administren la política depredadora del capital genera la falsa idea de que ya nada es posible hacer sino resignarnos a vivir el capitalismo por la eternidad. Al final lo que se intenta es clausurar la contradicción social, que en su apertura engendra la esperanza y la posibilidad de otro mundo.
Cuatro
La Realpolitik y la recolonización de la conciencia social
Construcción ideológica de la realidad y la construcción del sujeto
l capitalismo contemporáneo se reproduce como sistema hegemónico gracias a dos formas ideológicas.
Una hace referencia a la altisonante declaración del fin de las idolologías y la entrada de la era pos-ideológica, y otra tiene que ver con la llamada Realpolitik. Entender la actual reproducción del sistema exige, por lo tanto, la comprensión de estos tipos ideológicos, propósito de este texto.
La era pos ideológica
Desde el derrumbe del llamado Socialismo Real y el término de la Guerra Fría, la ideología conservadora de la derecha mundial lanza su ofensiva de dos maneras. Por una parte, impone la idea de que el mundo globalizado es profundamente diverso y que es políticamente correcto tolerar la diferencia; y, por otro lado, la idea de que el mundo ha entrado en la era pos ideológica, cuya característica fundamental es el fin de las ideologías políticas y su confrontación. Está claro que la estrategia denunciada es parte de una ofensiva político-ideológica de la derecha mundial, que busca invisibilizar las contradicciones articuladoras del sistema capitalista, principalmente la contradicción de clases. En la globalización capitalista, la diferencia de clases es encubierta por la diversidad mercantil, espacio donde lo diferente pierde su fuerza, su antagonismo, en nombre de la tolerancia liberal. Ya no hay clases ni enemigo, hay estilos de vida, opciones políticas y, cuando más, adversarios políticos dentro del juego de la democracia burguesa.
No es difícil entender quién sale ganando con todo este presupuesto ideológico, más aun si se toma en cuenta que la globalización capitalista conlleva la materialización total de la ideología mercantil. El encubrimiento del antagonismo de clases no ayuda en modo alguno a la clase explotada, pues naturaliza las condiciones de explotación; los explotados asumen su condición como absolutamente normal, como un destino que con suerte podrá cambiarse de manera individual. Los explotados se acostumbran a esperar un golpe de suerte que cambie su precaria situación vital, mientras tanto siguen ejecutando de forma automática las órdenes del sistema, sin siquiera querer entenderlas. Así, el poder hegemónico construye al “…sujeto puro imposible de la Ideología, al ideal de un sujeto en quien la ideología dominante funcionará enteramente” (Zizek 1997).
Invisibilizado el antagonismo de clase, el sujeto se sumerge en un océano de posibilidades mercantiles que ideológicamente las asume como opciones de su libertad individual. Opta por su sexualidad, por su carrera, por su estilo de vida, por una línea política, por un candidato, etc., opciones que lo convierten en un comprador de su propia vida, ya que en la sociedad globalizada todo se resuelve y se hace posible dentro de la relación mercantil. En ese inmenso mercado global no hay enemigos de clase, solo sujetos diferentes con sus “propias” elecciones, con sus “propias” posibilidades, con sus “propias” ideas a ser toleradas. Todo se relativiza y el sujeto entra en la levedad y estupidez de su existencia, al final con tanta diferencia liviana todo termina siendo lo mismo, todo flota en el espacio de las ofertas mercantiles, incluido él. En este espacio amorfo, por supuesto, no existen ideologías en disputa, ya que se ha impuesto el grado cero de la ideología, su absoluta materialización como una máquina sin sentido.
En este contexto, los ventrílocuos del aparato político-ideológico dominante repiten como cajas de resonancia el discurso que confirma el estado ideológico impuesto desde el derrumbe del Socialismo Real. Sin entender lo que dicen repiten una y otra vez que es necesario ubicarse en los nuevos tiempos, que ya paso la época de las ideologías de derecha e izquierda, que esas religiones ya no existen, que ahora es la época de apostar todos por la nación. Lo que parecen no comprender estos sujetos “pos ideológicos” que apuestan por el progreso de la nación es que: “…la referencia a la Nación es la forma suprema de ideología bajo el disfraz de anti-o no ideología” (Zizek 1997). Justifican su postura ideológica, que ni siquiera saben que la tienen, apelando al gran objetivo nacional y acusando toda postura política que recupera el antagonismo de clases y las luchas ideológicas como un burdo maniqueísmo. Dicen que los grandes desafíos del presente no se resuelven dividiendo al mundo entre buenos y malos, entre la derecha y la izquierda. De esta manera pretenden ocultar el antagonismo de clases reduciéndolo a una moral chata, que nada tiene que ver con las luchas ideológicas articuladas a la contradicción de clase.
Hablan hasta el cansancio de la necesidad de asumir una mirada no ideológica e incluso no política, sino una mirada técnica de la sociedad y sus problemas. Con esto intentan mostrarse como participantes amables extra ideológicos de la vida social, preocupados por la situación nacional más allá de sus propios intereses de clase (Zizek 1997). Lo que quizás ellos mismos no saben es que su supuesta posición no ideológica expresa la ideología en su estado más puro. La ideología que ya no funciona como ideas que disputan su reconocimiento como verdad, sino el hacer tecnocrático que practican y defienden como extra ideológico.
Sancionan el pensamiento utópico como ingenuo e ilusorio y apelan al realismo del mercado global, a la economía capitalista, como si fuese una realidad absoluta e indiscutible.
Este discurso parece acentuarse en la época actual, todos los populismos de derecha e incluso los que se autodenominan de izquierda usan el discurso del fin de las ideologías, en un intento de llegar al Estado, mostrándose políticamente sensatos. Esta supuesta coherencia política supone el abandono de posturas ideológicas inútiles cuando se trata de gobernar por el bien de toda la nación y mejorar la vida de todos sus habitantes sin distinciones ideológicas. Lo que no saben, o lo saben e igual no lo toman en cuenta, es que la promesa de mejores tiempos para todos dentro del marco del capitalismo es imposible. Lo que no saben o se hacen los que no saben es que sin un compromiso ético-político radical de romper el marco capitalista no hay promesa.
En esta aparente superación de las ideologías, lo que se intenta liquidar es la ideología de izquierda, pues la otra ya está estructurando la realidad capitalista. Esto quiere decir que se busca cancelar la ideología de la emancipación, de la transformación social, aquella que imagina un mundo distinto por fuera de las coordenadas del capital. La trampa del discurso del fin de las ideologías radica en creer equivocadamente que estas son un velo que encubre la realidad y no las ilusiones que la articula o que podrían desarticularla.
En el caso específico de la sociedad capitalista, es necesario saber que esta se organiza en torno a la ilusión del intercambio equivalente. Ilusión, esta, que instituye y constituye el orden social capitalista. De esta forma, todo aquel que proclame el fin de las ideologías y asuma la realidad social libre de velos encubridores o falsas conciencias, está aceptando plenamente la ilusión capitalista de la ley del valor. En este sentido, todas las acciones que este sujeto, supuesto no ideológico, lleve adelante serán confirmaciones rituales de la ilusión burguesa. Muerto el sujeto ideológico se alza el nuevo sujeto protagonista, aparentemente, no ideológico: por un lado, el tecnócrata y, por el otro, el político cínico de la Realpolitik.
El primero, sujeto tecnócrata, dice abordar la sociedad como un sistema dado, el cual hay que describirlo, explicarlo y reproducirlo instrumentalmente. La sociedad aparece de esta forma como algo rígidamente objetivo, idealización petrificante que establece una distancia metafísica entre el sujeto tecnócrata y la sociedad. Al interior de esta relación enajenante el sujeto pierde toda posibilidad de transformar el orden social, con lo cual se establece la confirmación del mismo. El poder tecnocrático tiene como eje articulador la ilusión ideológica que concibe el gobierno como un asunto de administración técnica del Estado y no de manejo político del mismo. Esta manera de ejercer el poder es propia de la sociedad tecnológica que se va imponiendo en el planeta desde el siglo pasado. En el caso de América latina, y particularmente del Ecuador, la lógica social y política discutida se implementa a partir del regreso a la democracia, tanto en su época neoliberal cuanto en su época pos-neoliberal. La presencia activa del sujeto tecnócrata, se estableció con los gobiernos neoliberales y se ha ratificado en algunos de los llamados gobiernos progresistas, particularmente en el gobierno de Alianza País.
La sociedad tecnológica y la administración técnica del Estado son expresiones de la ideología capitalista en su estado más puro, en razón de que ambos sistemas se organizan y operan en torno a la ilusión de la razón mercantil. Ideología, esta, que sostiene que la sociedad tecnológica ha eliminado la ideología, con lo cual intenta extraer el núcleo sintomático de la sociedad, es decir aquello que por una parte la configura y por otra la des configura. Este núcleo sintomático que se quiere extirpar no es otro que la ley del valor, operación que busca otorgarle existencia ontológica y no histórica a la forma-mercancía. Encubierto el núcleo sintomático, la sociedad tecnológica capitalista aparece como pos ideológica, es decir, como necesaria y no como una contingente construcción humana. De hecho, la sociedad tecnológica implica la supuesta eliminación de los intereses políticos de clase, en función de una reproducción mecánica del sistema aparentemente autónomo de decisiones político-ideológicas. De esta manera, se opera el tranquilo y exitoso funcionamiento de la lógica mercantil sobre la estupidez de los sujetos (Zizek 1997).
La ideología de izquierda, por su parte, es la ilusión que articula la existencia de individuos, movimientos y organizaciones críticos al orden capitalista. En razón de esto, la ideología de izquierda es una utopía, lo que no quiere decir simplemente una idea de un mundo distinto, sino la ilusión que organiza una práctica política contra-sistémica. La ideología de izquierda es ilusión de un futuro distinto y por lo mismo destotalizadora de la ideología dominante que reproduce el orden vigente. La ideología de izquierda abre el tiempo del devenir humano en la construcción permanente de su mundo, siempre en busca de la apuesta común, del destino común que haga menos ingrata la travesía de la vida.
La ilusión de izquierda saca a los sujetos de la alienación producida por el grado cero de la ideología capitalista, es decir, los sujetos dejan de experimentar la sociedad tecnológica como genuina, transparente y sincera y pueden identificar la coerción que se ha naturalizado en dicho orden social. Esta percepción crítica libera al sujeto de su sometimiento voluntario a la coerción tecnológica, en la medida en que su sumisión aparece como tal, y no como el cumplimiento de su deseo, como su auto realización personal. Es decir, el sujeto se da cuenta de que está cediendo al deseo de la gran maquinaria mercantil y renunciando a su existencia emancipada, en razón de que el mismo ha dejado de estar estructurado por la ilusión mercantil y se da el chance de estructurar su existencia en una otra ilusión menos deshumanizante.
Una nueva ilusión establece otras limitaciones al sujeto distintas a las coerciones mercantiles, de esta manera el sujeto alcanza su ser racional en otro orden social que empieza a constituirse, en el cual es ciertamente libre. No la libertad de venderse, sino la libertad de establecer nuevas coordenadas espacio-temporales (autocontrol) que le permitan ser-en-comunidad. Un ejercicio de libertad que pasa por suspender en su estructuración psíquica-subjetiva el compromiso con el interés del capital, encubierto en el cálculo utilitario de la satisfacción individual. La libertad por la que el individuo ya no está obligado “…a probarse a sí mismo en el mercado, como sujeto económico libre, la desaparición de esta clase de libertad sería el mejor logro de la civilización” (Marcuse 1971, 24), la desaparición de esta clase de libertad es el mejor logro de la ilusión ideológica de la izquierda.
La libertad que estructura la ideología de izquierda es la libertad de imaginar e inventar otro mundo, de ser capaz de salir de las coordenadas del capitalismo y emprender la construcción de una nueva manera de ser por fuera de las ilusiones ideológicas de la burguesía. Colocarse más allá de la ilusión del progreso, del desarrollo, del crecimiento económico, de la ganancia, del consumo compulsivo, de la industrialización a escala destructiva, del Estado nacional, del individualismo, del liberalismo y neoliberalismo económico, de la democracia liberal, salir en definitiva del campo ideológico articulado por la ley del valor, en otras palabras, romper con la ilusión de que no es posible otra forma de propiedad que la privada.
La ideología de izquierda abre el espacio de la utopía, que no quiere decir quimera, sino lo posible de ser realizado. La imaginación de un mundo por-venir que es capaz de articular una manera de ser distinta, relaciones sociales distintas, acuerdos sociales distintos, instituciones distintas, otra manera de ser y estar con la naturaleza. La utopía de izquierda abre ese espacio subjetivo liberado del reino del facto técnico capitalista, por donde el individuo en comunidad ejerce la soberanía sobre su destino. Esto significa que el individuo en comunidad recupera el control efectivo de su sociedad, tanto a nivel político, como económico e ideológico. Deja así de ser un instrumento del Estado, una pieza del aparato industrial, un átomo de la masa.
La ideología de izquierda supone, en este sentido, un compromiso ético con la existencia humana y no humana, que implica la producción de una ilusión, de una ficción simbólica que sea capaz por un lado de intervenir en la realidad social capitalista y aniquilarle y, por otro lado, de inscribir en lo real un nuevo orden social más humano. Por el contrario, la ideología del fin de las ideologías o en palabras de Marcuse:
…la unificación de los opuestos, pesa sobre las posibilidades del cambio social en el sentido abarca aquellos estratos sobre cuyas espaldas progresa el sistema, esto es las clases cuya existencia supuso en otro tiempo la oposición al sistema (Marcuse1971, 41).
Realpolitik
La otra estrategia ideológica que la derecha utiliza para para la reproducción del orden social es la llamada Realpolitik, o política real, cuya lógica interna implica la alianza entre la dignidad de la Ley y su transgresión obscena (Zizek 2011, 33). Por una parte se encuentra la defensa a ultranza de la Ley y el orden social y por otra el ejercicio de su violación para sostenerla. Esta paradoja revela el cinismo estructural que hoy domina la forma de hacer política de la burguesía mundial y/o de sus funcionarios. En los tiempos que corren, de desgaste de las formas simbólicas del capitalismo, por efecto de su propia expansión, la mejor manera de sostener el sistema no es defendiendo esas formas simbólicas desgastadas, sino completándolas con la obscena Realpoliltik de la manipulación cruel, del engaño, del enfrentamiento (Zizek 2011, 36).
La estructura jurídico-política e ideológica capitalista, es decir, el derecho positivo, la democracia liberal y todas sus expresiones e instituciones ideológicas, como ya se pudo constatar por medio de Hobbes, solo se aplican a la ciudadanía y no tienen efecto cobre el poder soberano. Es decir que la Realpolitik es inherente al gobierno del Estado, y la ley aplicada a la población funciona a partir de su excepcionalidad, o sea que para la conservación del orden social y lograr la agresiva expansión de la ley del valor que se ha visto en el capitalismo tardío, es necesario transgredir la norma a través de este pragmatismo político. Esta situación se observa con facilidad en hechos como los acontecidos en la intervención militar norteamericana a Irak en complicidad con la ONU, o en los fraudes perpetrados por el capital financiero en perjuicio de millones de personas. Hechos estos que muestran el fondo sucio del sistema, la discordia oculta que es lo único que puede sostener la armonía (Zizek 2011, 36). Otra práctica de la Realpolitik usada por el poder imperial es la violación de los derechos humanos en nombre de los derechos humanos, política que se ejecutó, de manera cínica, en Libia.
En el ejercicio de la Realpolitik se viola los propios principios que sostienen el orden liberal para contrarrestar el desgaste de la institucionalidad burguesa y mantener el orden capitalista. Se viola las libertades liberales como la libertad de información, caso WikiLeaks, para sostener la libertad mercantil promovida por los poderes políticos, se violan los derechos humanos para sostener los derechos mercantiles del gran capital. Son formas que pretenden contrarrestar la transgresión radical del orden capitalista, es decir la revolución, a partir de su lógica interna, con su transgresión inherente, con el crimen cometido en secreto para salvaguardar el Orden (Zizek 2011, 36).
La Realpolitik tiene su último desarrollo cuando se inauguran las intervenciones militares del estado norteamericano y sus aliados en contra del avance de la protesta social mundial y en contra de gobiernos que ya no se subordinan a sus demandas económicas y políticas. En este tipo de intervenciones militares antiterroristas se usan las formas más crueles del terrorismo del estado imperial para sostener el orden mundial capitalista. De hecho, cuando se lanzó la política norteamericana en contra del terrorismo, esta ya contenía como su núcleo central el terrorismo, no solo el legal del Estado sino, y sobre todo, el terrorismo ilegal de los aparatos paraestatales que funcionan en coordinación con el primero. Esta obscena alianza se muestra en personajes como Saddam Husein, Noriega, Osama Bin Laden, etcétera, que como se conoce en su momento fueron abiertamente aliados de la política norteamericana y luego se convirtieron en chivos expiatorios útiles para cumplir los propósitos de expansión del capital.
En su último desarrollo la Realpolitik se consolida como ideología del orden con el nuevo giro: la trasgresión es, cada vez más, objeto de goce directo por parte de la propia Ley (Zizek 2011, 36). Este desplazamiento es el que domina desde su lógica interna –como ya planteó con Hobbes– la política del Estado liberal, es decir, la trasgresión de la ley por quien se supone tiene que hacerla respetar. Dicha violación se la hace en nombre de un pragmatismo ciego hecho de decisiones ya tomadas por la maquinaria estatal. La frase “va porque va”, tan usada por los gobiernos actuales, revela la voluntad irracional de sostener el poder sin consideraciones éticas, propias de la Realpolitik. Así, se ejecutan todos los proyectos del gran capital: utilización destructiva de los bienes naturales, explotación criminal del trabajador, intervenciones militares, persecuciones políticas, asesinatos, criminalización de la protesta social, fraudes, traiciones, corrupción, violencia sistemática, etc. En otras palabras, todas las prácticas que sostienen la reproducción del capital.
Tal cual como lo muestra Hollywood, la ley tiene su contraparte obscena, que hoy es la que domina. En un lúcido análisis de la última película de Batman, Slavoj Zizek, muestra como la Ley, representada en el Estado y sus funcionarios, tiene una contraparte obscena representada por los héroes enmascarados. Es en este tipo de ficción ideológica donde uno puede rastrear el desarrollo de la Realpolik que domina la actual política del poder mundial. La trayectoria de los “héroes” enmascarados de Hollywood, específicamente de Batman, muestra la trayectoria de la ideología cínica de la Realpolitik, que no es otra cosa que el itinerario de la alianza entre la dignidad de la ley y su obscena transgresión. Para entender este planteamiento es pertinente describir dicho recorrido.
Los héroes norteamericanos, tanto los reales como los ficticios, han tenido la trayectoria que plantea Zizek:
En el primer momento, el héroe permanece dentro de las limitaciones de un orden liberal: el sistema puede ser defendido con métodos moralmente aceptables (Zizek 2011, 36), en otras palabras están funcionando únicamente los aparatos represivos del Estado. Claro está que estos aparatos estatales (fuerzas armadas y policía) ya son el exceso obsceno del régimen político de la democracia liberal. Un exceso que, sin embargo, está contenido en la ley. Este primer momento está representado en personajes de ficción como el agente 007 o Rambo, quienes defienden el orden como miembros del aparato estatal, y enmarcados en la ley.
En el segundo momento, para sostener el orden, el héroe ignora la verdad y basa su acción en una mentira-máscara, lo que supone romper la institucionalidad con el fin de defender el sistema. Se produce aquí lo que puede entenderse como la “ayuda” del héroe a los aparatos represivos del Estado que ya no pueden con sus métodos “legales” sostener el orden. En este momento, el héroe actúa en nombre de la ley sin legitimidad, es decir, no es parte del Estado lo cual, sin embargo, no implica que viole la ley. Ejemplos de este tipo de héroe son Superman o el mismo Batman de la primera película, ambos están fuera del Estado pero prestan su ayuda para defender el sistema sin transgredir la ley. De hecho, estos héroes cumplen la ley mucho más que el mismo Estado.
En el tercer momento, el héroe encuentra un rival en su función ordenadora dentro del mismo sistema institucional, es decir hay alguien dentro del propio Estado quien va a asumir el papel de héroe, pero transgrediendo la ley, siendo el exceso ilegal del Estado. Este es el papel que cumple Harvey Dent en The Dark Knight (la tercera película de Batman) …el “Caballero blanco”, el agresivo nuevo fiscal de distrito, una especie de vigilante oficial cuyo fanática batalla contra la delincuencia le lleva a matar a gente inocente y a su propia destrucción (Zizek 2011, 36). Este tipo de “héroes” han actuado en la vida real, es el caso de dictadores como Pinochet o de gobernantes democráticamente elegidos como Bush o Uribe, quienes desde el mismo Estado defienden el sistema transgrediendo el orden jurídico burgués. Basta recordar los genocidios cometidos por estos “héroes estatales” en nombre de la paz y el orden social. El Estado genera su propio exceso ilegal, su propio vigilante, mucho más violento que los héroes para estatales, directamente violando la ley (Zizek 2011, 36).
En el último momento, frente a la amenaza radical de la insurrección popular, el héroe vuelve a estar por fuera del Estado y asume él mismo la transgresión de la ley como única forma de mantener el orden y defender el sistema. Frente a la lucha de clases todo está permitido para defender al sistema cuando nos encontramos lidiando no sólo con gangsters maniáticos, sino que con un levantamiento popular (Zizek 2011, 36). Es el héroe que defiende la Ley por fuera de la Ley, es decir transgrediéndola, usando todas las prácticas prohibidas por la ley para asegurar la Ley. Esta figura recuerda a todos los aparatos paraestatales usados en latinoamérica por el poder, desde los grupos paramilitares hasta los carteles de la mafia, cuyo papel es crear terror en la población para desplazarla y usurpar las riquezas de los territorios y asegurar, de esta manera, los canales de circulación de capital.
Hasta aquí el itinerario de héroe cínico de la Realpolitik. Ahora bien, lo interesante es la observación que plantea Zizek en su análisis de la última película de la saga Batman. Después de salvar ciudad Gótica, Batman, representante de la gran burguesía financiera, se jubila y se retira a disfrutar tranquilamente su fortuna. Una fortuna que es producto de la expropiación y explotación de la riqueza social, una fortuna que es justamente lo que el héroe defiende cuando defiende la ley y el orden capitalista, esto indica que el héroe no es ni tan bueno ni tan sacrificado por el pueblo, sino que está defendiendo sus intereses de clase, más allá de la ley o trasgrediendo su propia ley. Lo que no hay que olvidar es que la riqueza del superhéroe proviene de la fabricación de armas y la especulación en el mercado de valores, que es la razón por la que los juegos bursátiles de Bane pueden destruir su imperio –traficante de armas y especulador–, ese es el verdadero secreto bajo la máscara de Batman (Zizek, 2012). Esta ficción hollywoodense se hizo real, entre tantos otros hechos, en la invasión militar a Medio Oriente, cuando la armada norteamericana, “héroes de la paz”, masacraba a un pueblo por defender los negocios de su gran burguesía traficante y especuladora. ¿Acaso Bush no es el gran negociante de armas y petróleos? ¿Acaso Bush no es un Batman?, ahora retirado disfrutando de su fortuna. Como bien dice Umberto Eco, no se sabe si Hollywood es la copia de la sociedad norteamericana o esta es la copia de Hollywood.
Como se puede observar el desarrollo de la Realpolitik ha culminado en el ejercicio cínico y la manipulación ciega del poder para proteger el sistema. Maniobras engañosas, mentiras, chantajes, amenazas, fraudes, todo vale cuando se trata de sostener el capitalismo. Una de las maniobras más cínicas que ha usado la Realpolitik norteamericana, junto a sus aliados, es el disfraz del humanitarismo, “el bombardeo humanitario”, “la guerra contra el terror”. Desde la intervención militar a Vietnam el estado norteamericano viene transgrediendo su propio derecho internacional, hasta prácticamente desconocerlo en la invasión a Irak.
En conclusión, la Realpolitik es la forma cínica del ejercicio de la política que se presenta como la alternativa obligada cuando se trata de resolver los problemas nacionales. La desideologización de la política por su visión pragmática conlleva cualquier tipo de práctica ilegal para sostener el sistema.
La Realpolitik, ejercicio político del gobierno de la Revolución Ciudadana
Más allá de las autodeclaradas diferencias ideológicas entre la derecha que gobierna y la que no, ambas comparten plenamente la ideología cínica de la Realpolitik. Cada grupo por su lado intentando atacar a su adversario político, al tiempo que justificando su política económica, asume la ideología de la política real. Argumento, este, que en rigor no es para deslegitimar a su adversario de la otra derecha, sino para deslegitimar la ideología de izquierda. Basta recordar los términos que el gobierno de la revolución ciudadana ha usado en contra de las organizaciones y grupos sociales que se oponen a su proyecto económico: “izquierda infantil, ecologista románticos, anarquistas, fundamentalistas, izquierda boba”, etcétera.
Todos estos descalificativos sirven, por una parte, para deslegitimar la posición de la izquierda y, por otra, para legitimar el proyecto de la derecha gobernante. Descalificativos que buscan establecer, por oposición negativa, una identidad política de la derecha en el gobierno supuestamente fundada en la “madurez”, la “sensatez”, la “racionalidad”, en definitiva el pragmatismo de la Realpolitik. Con la adscripción a la política real creen haber superado las distorsiones ideológicas de la izquierda “romántica”, lo cual lo asumen como un signo de madurez política. En una de sus últimas declaraciones, el presidente Correa en relación al artículo de la constitución que prohíbe los transgénicos en el país, sostuvo, con todo el pragmatismo cínico de la política real: “Cometimos un error en la Constitución” y dijo no haber tenido “la entereza” para oponerse a esa cláusula, impulsada, según él, por “el ecologismo infantil” (El Comercio 2015). Es por declaraciones como estas, y por políticas estatales coherentes con las mismas, que varios representantes del poder económico del país, al referirse al presidente, han afirmado que es un joven inquieto pero pragmático, que muestra madurez política en sus decisiones económicas, lo cual por supuesto aplauden.
La defensa que el gobierno hace de sus políticas económicas funcionales de la reproducción capitalista en la región y, específicamente, del modelo neo-extractivista que está impulsando, se basa en la justificación de que gobierna en función de necesidades prácticas, de intereses inmediatos y concretos del país. Con esto queda, creen, superadas posturas éticas infantiles o románticas de lo que llaman la izquierda trasnochada, sobre todo creen haber superado la ideología. En esto se adelantó Lucio Gutiérrez cuando dijo que no es de derecha ni de izquierda.
Así, a nombre de los intereses de la nación, la obscena Realpolitik les permite conservar el orden social capitalista sobre la base de la manipulación cruel del deseo de cambio de la población, del engaño, del enfrentamiento, de la humillación, del fraude y la traición. La lógica aplicada por este tipo de política es: “Reducir la oposición a la mera promoción y debate de alternativas dentro del statu quo. En ese respecto, parece de poca importancia que la creciente satisfacción de las necesidades se lleve a cabo por medio de sistemas autoritarios y no autoritarios” (Marcuse 1971, 24). El gobierno de la revolución ciudadana es un claro ejemplo de un sistema que está implementando ciertas medidas de redistribución del ingreso de manera autoritaria.
Esta forma autoritaria de gobernar establece para su propósito una inmediata identificación entre razón y hecho, verdad y verdad establecida, esencia y existencia, la cosa y su función que conduce a lo que podría llamarse un pragmatismo del lenguaje (Marcuse 1971, 105). Dicha estrategia se muestra en los discursos gubernamentales sobre la explotación minera, en los que este hecho, movido por claros intereses económicos capitalistas, se presenta como algo racional que interesa a toda la población ecuatoriana. O cuando la verdad establecida por el gobierno sobre la “necesidad de las renuncias obligatorias” aparece como la verdad inapelable. Esta identificación funcional del lenguaje entre los intereses particulares de la burguesía con los intereses universales del país contribuye a rechazar los elementos críticos de la palabra social. Este lenguaje de las cosas hechas pronto se convierte en el cliché dentro de la Realpolitik, como por ejemplo aquello de: Ahí, como dicen los expertos y los experimentados, no solo caben las palabras y las letras, sino las acciones (Pérez 2012). Como si las acciones no estuvieran atravesadas por concepciones ideológicas y políticas que expresan intereses particulares.
La política real justifica cualquier acción para defender el orden social capitalista en la supuesta “necesidad de tomar decisiones de Estado” que la revolución ciudadana justifica sus acciones antipopulares en la defensa de una revolución que nunca existió. Doble cinismo de la Realpolitik con el que se ha intentado contra argumentar los reclamos de la sociedad frente a políticas estatales que afectan sus intereses, como es el caso de la renuncia obligatoria que expulsó a miles de empleados públicos. Es interesante observar como esta expresión renuncias obligatorias cuya evidente paradoja, (pues una renuncia se supone que es voluntaria y no obligatoria) muestra, sin embargo, un mecanismo por el cual la contradicción se convierte en constante del habla y la publicidad política (Marcuse 1971, 109). Un constante propio de la lógica lingüística de la manipulación de la Realpolitik, basta recordar aquello del capitalismo con rostro humano o aquello de la minería limpia, para entender como la política real puede hacer a un lado la lógica básica y jugar con la destrucción de la sociedad y del medio ambiente. De esta manera, el interés del capital se identifica con el interés humano, el interés de las transnacionales mineras con el cuidado del medio ambiente, el interés del Estado con el interés de los trabajadores despedidos, el interés particular con el interés general. La contradicción que estructura la sociedad capitalista y que al estallar cuestionaría el sistema se oculta en la contradicción manipuladora del lenguaje de la Realpolitik, una caricatura realista de la dialéctica (Marcuse 1971, 110).
Los burócratas de la revolución ciudadana usan al socialismo como argumento para defender la reproducción del sistema capitalista, esa parece ser la máxima expresión del cinismo de la política real. Como dice Marcuse:
Orwel predijo hace mucho que la posibilidad de que un partido político que trabaja para la defensa y el crecimiento del capitalismo fuera llamado ‘socialista’, un gobierno despótico, ‘democrático’ y una elección dirigida ‘libre’, llegaría a ser una forma lingüística –y política– familiar” (Marcuse 1971, 109).
¿Acaso esta predicción no se está cumpliendo con el gobierno de la revolución ciudadana? La puesta en práctica de este tipo cínico de manipulación discursiva logra inmunizarse contra la expresión de protesta social y la negación del sistema. Que difícil le resulta hoy a la izquierda encontrar las palabras y el discurso adecuado cuando el gobierno que administra el Estado capitalista admite que la avanzada del capitalismo se la hace en nombre del socialismo, que el desastre de la explotación minera es limpio, que las renuncias son obligatorias, que la derecha es decente, que la foto del Che Guevara es prueba de conspiración terrorista contra el Estado gobernado por un gobierno de ”izquierda”, etc. Al exhibir
sus contradicciones como la clave de la verdad, este universo del discurso se cierra contra cualquier otro discurso que no se desarrolle en sus propios términos (Marcuse 1971, 110).
La manipulación lingüística de la política real del gobierno de la revolución ciudadana ha asimilado los conceptos y las imágenes propios de la izquierda y de los movimientos sociales a su discurso y, sobre todo, a su proyecto político articulado a la defensa del sistema. Esta maniobra favorece la detención de las contradicciones sociales en una especie de tolerancia implícita en la unidad represiva del lenguaje de la realpolitik, es decir, el significado del mensaje que se envía en estas aparentes paradojas del lenguaje –renuncia obligatoria– llega al pueblo sesgado y resumido y este lo recibe en la forma en que es ofrecido: una renuncia que es obligatoria y que no puede ser de otra manera. Este mecanismo autoritario usado por toda la publicidad política del gobierno, tan infinitamente repetido, busca fijar en la mente del pueblo de manera hipnótica ideas difíciles de rebatir por la contracción de la posibilidad connotativa, es decir de dar significados distintos.
No hay que olvidar que desde que llegó el gobierno de la revolución ciudadana a administrar el Estado puso en marcha, como parte de su “revolución”, la “mejor” estrategia de marketing de publicidad política nunca antes conocida en el país. Un bombardeo de imágenes fijas que se imponen a sí mismas con su abrumadora y petrificada concreción (Marcuse1971, 111) , “la revolución ciudadana está en marcha”, “la revolución avanza”, “la patria ya es de todos”. Este método publicitario intenta construir una imagen que se fije en la mente del receptor (pueblo) y en el producto (Revolución Ciudadana), con lo cual se busca garantizar el consumo automático del objeto vendido. Un lenguaje que impone imágenes dificulta el desarrollo y la expresión de conceptos, esto es de un pensamiento abstracto desde donde se pueda volver a establecer otro tipo de relaciones distintas a la planteada por el discurso del poder. Aparece así, el concepto revolución, reducido a la ciudadanía y esta a la imagen del presidente, cuyas iniciales de su nombre “coinciden” con las iniciales de la revolución ciudadana.
A esto se suma que los mensajes políticos toman la forma sugestiva de órdenes, son evocativas más que demostrativas (Marcuse 1971, 111). Muestra de esta lógica publicitaria son las dictámenes presidenciales en torno al tema de la exploración minera, cuando dice:
Compañeros seamos sensatos, No tiene sentido oponerse, los enfrentamientos son inútiles, no caigamos en esos absurdos, Si a la minería con responsabilidad ambiental, la gente no quiere el progreso si no atender a sus fundamentalismos mentales, seamos inteligentes responsables… (Correa Rafael 2015).
Obsérvese como todos estos enunciados son prescripciones, es decir, mandatos y no argumentos que manipulan e imponen la identificación inmediata entre la persona que recibe el mensaje y el precepto del mismo. En definitiva …el lenguaje cerrado de la publicidad política no demuestra o explica: comunica decisiones fallos órdenes (…) establece lo que es correcto y lo equivocado sin permitir dudas (Marcuse 1971, 109). Es el discurso usado por los nuevos líderes totalitarios populistas en América Latina sean estos tecnócratas o políticos cínicos y como es conocido …el lí-
der totalitario populista es una personalidad torcida que, por medio de su agresividad, muestra su pasado traumático personal, la falta de amor paternal genuino y el apoyo en su niñez (Zizek 1997).
El impacto que este tipo de publicidad política tiene en la psique del pueblo intenta convertirlo en consumidor del proyecto de la evolución ciudadana, un consumidor carente de todo procesamiento crítico del mensaje político.
Resignificando la colonización ideológica
Resulta curioso, por decir lo menos, observar la manera en que los altos funcionarios del gobierno “progresista” de Alianza País, circulan por el territorio ecuatoriano. Cual imitaciones falsificadas de la monarquía europea y de la aristocracia académica de los expertos metropolitanos, ostentan trajes impropios, peinados sofisticados, carruajes de lujo, escoltas, asistentes que les transportan papeles y carpetas que ellos en su importantísima función no pueden cargar, choferes, etc., cumpliendo en nombre de la “revolución” su más profundo y egoísta deseo de “éxito personal”. Un deseo articulado por el colonizador que enseñó a sus colonizados a desear su forma “civilizada” de vida. Una vida que el colonizado nunca la podía realizar, pues ahí radica su condición de colonizado, en desear ser como el colonizador, en amar la imagen del colonizador, en desear la vida de privilegios del colonizador, que este usurpó al colonizado.
Lo extraño resulta ser que los que hoy asumen esta precaria y risible política de distinción, asentada en la posibilidad de contar con carros de lujo, choferes, asistentes, secretarias, etc., son en su mayoría aquellos que antes decían combatir toda forma de discriminación y exclusión fundada en la desigualdad social.
Se entiende que la revolución socialista buscaba que los seres humanos nos liberemos de la estructura clasista de la sociedad actual, proceso de liberación que establece relaciones de justicia y equidad entre los seres humanos. Libertad para instituir alianzas de cooperación sobre la base de sabernos iguales en nuestra humanidad y diversos en nuestra cultura, sin que esto suponga ningún tipo de poder de dominación sobre el otro.
El socialista no solo que busca esta liberación, sino que su lucha es ya un proceso en que se libera de la estructura de poder que determina las relaciones humanas en el capitalismo, como relaciones de dominación material y subjetiva sobre el otro.
Lo curioso es que estos funcionarios del actual Estado reproducen las formas más obscenas y ridículas del poder burgués, en nombre del socialismo. No sabemos si es que nunca supieron los planteamientos socialistas o si, a pesar de saberlos, los niegan en su ejercicio político cotidiano como funcionarios de un Estado, que más que nunca se consolida como un estado de clases, como estado de la burguesía que se apuntala en América latina.
Esta aparente actitud subjetiva y personal de los funcionarios de Alianza País, en verdad, al parecer, responde a una estructura de dominación que se ensaya en el subcontinente. Ciertamente que existe una actitud personal de estos nuevos empleados estatales, que valga decir es estéticamente desagradable y éticamente reprochable, pero no debe ser pensada como casos individuales, no es un asunto de casuística, sino parte de una lógica de poder inscrita, como diría Foucault, en la microfísica del poder.
Si se establece una distancia estética y se observa desde lejos el comportamiento de estos funcionarios hasta resulta interesante, tal cual como ir a una representación teatral de la estética del ridículo. Visto desde lejos es cómica y grotesca su pose de aristocracia política, pues como son nuevos en estas infames posturas, aun no lo hacen bien, aun no tienen la experticia de los sectores de la vieja oligarquía, que por décadas han administrado el Estado.
Sin embargo, no estamos frente a una representación teatral, sino frente a un tipo de ejercicio del poder que combina algunas formas de discriminación y dominio, quizás propias del reencauchado estado de clases, que intenta consolidarse en el Ecuador, y, quien sabe, en América Latina. Es claro que la reproducción económica capitalista necesita de la dominación política e ideológica que la haga posible.
Por ahora, en la actitud de estos funcionarios, se distingue dos tipos de poder de dominación política emanada desde el estado. Dos tipos de dominación político-ideológica que asegura las nuevas necesidades de la actual concentración del capital en la región. Uno, es el que se lo puede ligar a lo que Lacan denomina el discurso del amo, que se va a llamar: la dominación del amo oligárquico; otro, es el que está ligado al discurso universitario, que se lo llamará: la dominación del amo universitario.
En el contexto de la revolución de Mayo del 68, Zizek leyendo a Lacan sostiene que:
Este pasaje también puede concebirse, en términos más generales, como el pasaje del ancien régime pre-revolucionario al nuevo amo post-revolucionario que no quiere admitir que es un amo, sino que se presenta a sí mismo como mero “servidor” del pueblo (Žižek 2004).
Intentando tomar esta tesis para pensar el contexto político actual de América Latina, y particularmente del Ecuador, bien se puede afirmar que entre el antiguo régimen de dominación, pre-levantamientos populares, y el nuevo amo, post-levantamiento, hay una asociación que vuelve al poder de dominación mucho más efectivo.
Los discursos del Poder: un ensayo de dominación para el subcontinente
La irracionalidad discursiva, la dominación del amo oligárquico autoritario
Mucho se conoce en América latina la lógica autoritaria del amo colonial y oligárquico. Han sido cinco siglos de esta práctica de dominación en la cual el amo se asume como tal sin ningún argumento, sin ninguna razón, a no ser la de su propia irracionalidad autoritaria. Desde Pizarro y Cortez hasta Velasco Ibarra, Febres Cordero, Uribe, Pinochet o Menem, los amos autoritarios e irracionales han ostentaban su poder sin pudor ni decencia.
Esta herencia colonial marcó toda la vida republicana, en la cual el autoritarismo, tanto del patrón “bueno” como del “malo”, mantuvo una paradójica distancia entre el “amo” y el “esclavo”. Por un lado, se mantenía la subordinación del subalterno y, por otro, se incubaba en él un creciente resentimiento e ira frente al amo, que con el tiempo se manifestaba como levantamientos populares de resistencia. Paradoja que puede ser mejor comprendida si se apela a la dialéctica del amo y el esclavo desarrollada por Hegel en la Fenomenología del Espíritu.
La distancia que separa al amo autoritario del subordinado se da en virtud de la falta de argumento del poder del amo, digamos por la irracionalidad del mismo. Gracias a esta distancia el subordinado mantiene cierto nivel de libertad (odio y resentimiento de clase) respecto del amo, misma que puede devenir en procesos de liberación social que rompen la opresión. Esta distancia implica la conciencia que el subordinado tiene de su situación de subordinación y, al mismo tiempo, la incomodidad con el lugar que ocupa en el espacio social, en relación al lugar que ocupa el amo en el mismo. Conocimiento que da lugar al proceso de construcción de la conciencia de clase y de la lucha de liberación respeto de la clase dominante.
La dominación del amo autoritario es claramente política e ideológica, identificación que ayuda al subordinado a mantener la prudente distancia subjetiva frente al amo, lo cual hace posible sus procesos de liberación. Esto quizás explica por qué en el Ecuador de los últimos 20 años, los pueblos movilizados defenestraron tres gobiernos, dos de ellos claramente amos autoritarios.
El discurso académico, la dominación del amo universitario: el experto
El discurso universitario, dominación del amo universitario, estrenado pos Mayo del 68 se caracteriza por que el amo:
…no quiere admitir que es un amo, sino que se presenta a sí mismo como mero “servidor” del pueblo. En términos de Nietzsche, es simplemente el pasaje de la ética del amo a la moralidad del esclavo, y este hecho quizá nos permita un nuevo enfoque de Nietzsche: cuando este descarta sarcásticamente la “moralidad del esclavo”, no está atacando a las clases bajas como tales, sino más bien a los nuevos amos, que ya no están dispuestos a asumir el título de tales: “esclavo” es el término nietzscheano para el amo fingido (Žižek 2004).
El amo fingido, poco conocemos de esto, sobre todo en Ecuador, quizás un solo gobierno haya respondido a esta práctica de dominación, el gobierno de Rodrigo Borja. Un ejemplo más claro puede ser Fernando Enrique Cardoso en Brasil, o Michelle Bachelet en Chile. Tipos de gobierno cuya gobernanza se basa en “nuevas formas de dominación, en las cuales el discurso científico legitima las relaciones de dominación” (Žižek, 2004).
La dominación del amo universitario, argumentada y justificada desde el conocimiento académico-científico, asume un carácter racional que la vuelve más eficaz y eficiente. Su aparente argumento racional le da la apariencia de objetividad política (real politik) y neutralidad ideológica, que la despoja, ante los ojos del subordinado, justamente, de su poder de dominación. Lógica que suprime la distancia que existe entre el amo y el subordinado, clara en la dominación del amo autoritario.
El argumento racional del poder del amo universitario penetra la conciencia del subordinado, hasta lograr que este acepte “consciente” y “voluntariamente” su situación de opresión y su lugar subalterno en el espacio social. Poder hegemónico diría Gramsci, biopoder Foucault. La conciencia del subordinado renuncia a su deseo de ser reconocida, convencida de la “verdad” del argumento del poder del discurso universitario, con lo cual renuncia a asumir su proceso de liberación.
La argumentación racional hace del discurso universitario un poder totalitario, que no deja fisuras que puedan resquebrajar su capacidad de dominación y control:
…basta con recordar al experto en mercados que defiende fuertes ajustes presupuestarios (recortando gastos en seguridad social, etc.) como si se tratara de una necesidad impuesta por sus conocimientos técnicos desprovistos de todo sesgo ideológico: lo que oculta es la serie de relaciones de poder (desde el papel activo de los aparatos del Estado hasta las creencias ideológicas) que sostienen el funcionamiento “neutral” del mecanismo del mercado (Žižek 2004).
Este tipo de dominación resulta más eficaz en razón de su aparente desideologización y despolitización. En declaraciones, un exitoso sociólogo ecuatoriano dedicado al marketing político en América latina, afirmaba, con la prepotencia propia de la autoridad académica al servicio del capitalismo: hemos superado la vieja época de las ideología de izquierda y de derecha; esas religiones ya murieron; hoy vivimos la época de la razón y la unidad del país en función del crecimiento económico. Para confirmar sus tesis sobre esta “nueva era de racionalidad política”, ponía de ejemplo, nada más y nada menos que, a Ignacio Lula da Silva y al milagro brasileño. “Brasil, decía, está creciendo como potencia gracias a que sus gobernantes dejaron atrás las viejas religiones e ideologías ligadas al marxismo y se dejan guiar por la razón científica y la sensatez política basada en el conocimiento.” Afirmación tan segura que puede persuadir, de no ser porque el marxismo ha enseñado a sospechar de las buenas razones de la burguesía y de sus funcionarios.
Lo más peligroso de este tipo de dominación es que crea la ilusión de que la sociedad está libre de contradicciones de clase, que los conflictos son entre adversarios y no entre enemigos de clase. Mucho peor, crea la ilusión de que el capitalismo puede ser más racional, si se lo sabe administrar científicamente, como si fuese un asunto de administración y no una lógica económica basada en la explotación humana.
Una mezcla efectiva: la articulación del discurso del amo y del discurso universitario
Coherente con la ideología del progreso, en el capitalismo todo evoluciona acumulativamente, esto incluye a los tipos y las formas de su dominación político-ideológica. Afín con esta premisa, los “nuevos-viejos” gobiernos que circulan por América latina van evolucionando y mejorando su poder de dominación. Para entender esta tesis se desarrollará la idea de lo viejo y lo nuevo que encierran estas formas de gobierno.
A. El tipo de poder implementado por estos gobiernos no es tan nuevo, si reparamos en las formas de dominación del amo autoritario que han venido asumiendo casi desde su llegada al Estado. Basta hacer un recuento de todas las leyes y reglamentos que se viene dictando a espaldas y en contra del pueblo y sus demandas. Sumado a esto sus formas autoritarias, en algunos casos rosando con prácticas fascistoides de comportamiento político, que no encuentran argumento, a no ser en su propia acción, en la irracionalidad y arbitrariedad de su ejercicio, de su facticidad. A esto hay que añadir actitudes tiránicas y displicen-
tes que los funcionarios estatales, desde los que ocupan los más altos cargos, han venido desarrollando en la perspectiva de distinguirse del pueblo llano y marcar la diferencia necesaria para el ejercicio de su dominación. En el caso del Ecuador no hay mucho contraste entre las actitudes patronales colonialistas de la vieja oligarquía que creía que el país era su hacienda y los ecuatorianos sus siervos, con las actitudes de los funcionarios del gobierno actual que parecen creer que el país es su empresa y el pueblo sus empleados. Es muy común, por ejemplo, oír a funcionarios en nivel de dirección hablar de los presupuestos estatales como si fuese dinero personal.
Lo viejo también se encuentra en el tipo de poder ligado al discurso universitario, al amo universitario. Esto es más fácil identificar si tomamos en cuenta que un gran porcentaje de los nuevos funcionarios, incluido el presidente del Ecuador, vienen del mundo académico, de las ONG y de la consultorías. Desde mucho antes de ser parte del estado ya eran conocidos como expertos de…, una tecnocracia que se formó en la época neoliberal bajo el paraguas de los organismos económicos internacionales. Son ellos los encargados de dar el argumento racional a la dominación, y de esta forma despojarla de su contenido político e ideológico que hace que se camufle en eufemismos y tecnicismos científicos. Son ellos los que hacen el trabajo más sucio con guantes blancos, los que ocultan el rostro perverso de la dominación y la convierten en formulaciones anónimas, casi imposible de identificar. Son ellos los que garantizan la hegemonía del capital, otorgándole un “rostro humano” a la infame y brutal dominación.
Este amo universitario tiene también sus formas propias de comportamiento político basadas en el autoritarismo del discurso tecnocrático, cuando algo se sabe de estas astucias de la razón, se sabe que el discurso es poder como bien lo anotó Foucault, y quien lo controla tiene el poder sobre los que ha sido despojado de su voz (Foucault, 1979). Aun más cuando el discurso es enredado e incomprensible lleno de tecnicismos extravagantes que solo los “iniciados” pueden descifrarlo. Es por decir lo menos ridícula la manera en que estos amos universitarios hacen participar a los ciudadanos de las decisiones políticas, reúnen de forma arbitraria a individuos y en pocos casos a organizaciones y proceden a informar lo que se ha decidido. Eso sí, utilizando la última tecnología informática, prenden el infocus y empieza el espectáculo de los datos y las cifras proyectadas en una presentación de power point, hasta allí llega y se acaba la participación ciudadana.
Este tipo de poder cuenta con sus propias actitudes de la élite académica del mundo de los expertos. Grandes y equipadas oficinas, asistentes, choferes, carros de lujo, viajes a los encuentros de los expertos, buenos salarios, buena ropa acorde con su status, nuevos amigos, nuevas casas. Acceso a toda la riqueza artística y cultural que su condición exige. Para qué decir más, basta
con recordar La Distinción, Criterios y Bases Sociales del Gusto para saber que la dominación económica está acompañada de la dominación cultural basada en la distinción (Bourdieu 1979). Qué mejor forma de distinguirse del pueblo que a través del acceso al saber y a su institución de privilegios.
B. Lo nuevo de esta forma de dominación que se implementa en América latina radica en dos hechos. El primero, y no muy sorprendente, es la conjugación del discurso del amo y el discurso universitario, la otra, al contrario, bastante sorprendente es la presencia de los ex militantes de izquierda en la dirección del Estado burgués.
La combinación de las dos formas de dominación ciertamente que genera un tipo de poder mucho más eficaz, en la medida en que se pone a funcionar la estrategia de dominación en base al miedo propio del discurso del amo autoritario, sostenido en un argumento racional. Ya los teóricos de la escuela de Frankfurt plantearon que el fascismo era una expresión clara de la irracionalidad de la razón, bien se podría decir de la razón de la irracionalidad. Parece ser que un signo del desgaste de la civilización moderna capitalista es la clara identificación entre su argumento racional y su práctica irracional. Identidad que hace de su poder de dominación un poder totalitario.
En el Ecuador, por ejemplo, tenemos cerca de 200 dirigentes populares procesados por terrorismo, juicios penales y civiles instalados desde el gobierno en contra de periodistas, acusaciones e insultos en tonos altisonantes en contra de toda persona o sector social que discrepe con la política gubernamental; una consulta popular tramposa que busca legitimar el control de la justicia por el ejecutivo, etc. Acompañando este autoritarismo irracional, el discurso de los tecnócratas y académicos que tratan de justificar lo injustificable con enredados discursos y “conceptos” sacados de los pelos, como ese de que el golpe de estado del 30S era un golpe de estado premoderno, posmoderno, transgénico:
El trabajo, realizado por el investigador Alexei Páez, publicado el 8 de octubre, titulado El magnicidio perfecto considera la modalidad empleada en el golpe de Estado como un golpe de Estado en red premoderno, posmoderno y transgénico(Agencia Andes, 2011).
Esta conjugación de formas de dominación aparentemente incompatibles es nítidamente observable en lo que podríamos llamar la “pluralidad ideológica” de estos gobiernos, tan plural y democrática que, en el caso de Ecuador, podemos encontrar cuadros de la extrema derecha oligárquica (partido socialcristiano), pasando por cuadros de la social democracia (Izquierda Democrática y Democracia Cristiana) hasta militantes de la izquierda (partidos Comunista, Socialista) e incluso ex guerrilleros, en un mismo proyecto de gobierno. Con esto cualquier despistado podría creer que se ha superado la sociedad de clases y hemos conquistado el reino de la libertad, donde las profundas contradicciones económicas propias del capitalismo, que se expresan en la lucha ideológica y política de las clases antagónicas, ya no existen.
Hay, incluso, algunos que aún creen en el cuento de que el gobierno está en disputa, basta con leer el libro que el gobierno publicó previo a la consulta popular del 7 de mayo del 201, para salir de esta ficción. Un libro de 302 páginas con artículos de Miguel Carvajal, Ricardo Patiño, Javier Ponce, Ximena Ponce, Doris Soliz, Rossana Alvarado, Virgilio Hernández, Galo Mora, Fander Falconí, Carlos Marx Carrasco, todos ellos antiguos militantes de la izquierda, o al menos cercanos a movimientos sociales, justificando la decisión autoritaria de su gobierno de apoderarse de la justicia. Lo que es aun más desagradable y reprochable, justificando la política fascista del partido Social Cristiano que pugnaba por endurecer las penas a los presos. La pluralidad democrática de la ideología del gobierno no llega hasta allí, increíblemente el artículo que introduce el libro es de Alexis Mera miembro del gobierno social cristiano de Febres Cordero. De hecho esto no debe sorprender tomando en cuenta que todos los funcionarios del gobierno apoyan la criminalización de la lucha social.
Esta mezcolanza sí que parece propia de los tiempos posmodernos, donde todo tipo de mezcla es posible cuando el pensamiento es débil, cuando todo es relativo a los intereses del gran capital.
El discurso de culpa y arrepentimiento, la dominación del ex militante de izquierda
Lo realmente novedoso es la nueva estrategia de dominación político-ideológica que se suma a estas dos anteriores. Si el discurso universitario justificaba la dominación en base a la argumentación racional, hoy en América Latina es el discurso de la “izquierda” el que se suma a esta justificación en base a la argumentación moral sostenida en la memoria histórica. Discurso que no solo se encuentra en los usurpadores del discurso, es decir en personajes que nunca supieron sobre la teoría revolucionaria y menos aun participaron en la lucha popular, y pese a eso hablan desde los referentes históricos de la izquierda, sino que extrañamente se encuentran en ex militantes de la izquierda latinoamericana, e incluso en algunos de sus intelectuales.
Hace algún tiempo sorprendió a muchos, ciertas ideas expresadas por Enrique Dussel en apoyo a los llamados gobiernos progresistas de América Latina, en el contexto de una conferencia que dictaba sobre “Los principios normativos de la ética en la política de América Latina”. Los planteamientos filosóficos en torno a la política y a la ética, coherentes con su pensamiento crítico, sin embargo no coincidían con sus opiniones respecto al actual proceso político de América Latina. Esta aseveración se la hace por cuanto la práctica política de los llamados gobiernos progresistas de América Latina, niegan de forma rotunda la ética que el filósofo plantea para la política; realidad que Dussel parece desconocer, pues solo así se puede entender que haya ensalzado la presencia de estos gobiernos en el subcontinente.
Sin embargo, lo que más despertó la preocupación fue cuando sostuvo que estos gobiernos de ninguna manera son igual que los anteriores, idea que se defendió por el hecho cierto que varios de los presidentes fueron ex guerrilleros, como es el caso de Dilma Rousseff en Brasil, José Mujica en Uruguay, Daniel Ortega en Nicaragua; o ex dirigentes de trabajadores como Evo Morales en Bolivia, o el mismo Ignacio Lula da Silva; peronistas como Néstor y Cristina Kishner ex militantes de izquierda cercanos a los Montoneros de Argentina; se podría agregar a esta lista los ex militares insurrectos como el Coronel Hugo Chávez de Venezuela y ahora Ollanta Humala en el Perú; también un ex teólogo de la liberación como Fernando Lugo de Paraguay; y, por último, hasta un boy scout y voluntario católico como Rafael Correa en Ecuador, que de lo que se conoce no ha participado en ninguna lucha social, menos aun popular.
La preocupación surgió justamente cuando se tomó conciencia de que es así, que los actuales gobernantes de la mayoría de países sudamericanos y muchos de sus colaboradores vienen de procesos políticos revolucionarios (a excepción del presidente de Ecuador, aunque si algunos de sus ministros, subsecretarios y asambleístas). La preocupación crece cuando se es consciente de que son, justamente, estos ex compañeros de lucha, los novísimos funcionarios del estado burgués que tienen como encargo trabajar en función de la expansión del capitalismo en el subcontinente. Qué gran confusión para el pueblo de América Latina, qué gran confusión para las organizaciones y movimientos sociales que siguen luchando por un mundo más justo y equitativo, por un mundo no capitalista.
Ex compañeros de la izquierda latinoamericana asumiendo altas funciones dentro del Estado burgués que están consolidado; llevando adelante el proyecto económico del capitalismo tardío, e implantando una política de dominación necesaria para garantizar dicho proceso. Todo esto a nombre de los ideales de la izquierda y con la legitimidad de su historia personal de lucha. Es difícil entender que es lo que sucedió, surgen ante tan insólita situación una serie de respuestas confusas y enredadas, que hay que irlas procesando con mucha atención.
Se ha oído decir en declaraciones hechas tanto por los ex militantes de izquierda en los gobiernos, cuanto por ciertos intelectuales de derecha que les ayudan a justificar su posición, lo siguiente: al fin muchos de estos antiguos militantes de izquierda maduraron políticamente y entendieron que la teoría revolucionaria estaba equivocada, que el conflicto de clases no conducía a ningún lado, que hay que trabajar todos juntos por el progreso de América Latina. Debe haber mucha ingenuidad política para creer en este argumento, lo cual obliga a seguir indagando la razón de este aparente absurdo.
Parece que la explicación no puede ir por el lado individual subjetivo, sin con esto decir que no haya en estos ex compañeros razones de ese tipo, mismas que pueden ir desde la culpa-arrepentimiento, pasando por el cansancio y el oportunismo, hasta llegar al cinismo. Sin embargo, es preferible tratar de encontrar una explicación de un orden estructural, que permita un acercamiento crítico a las nuevas lógicas de dominación que se están ensayando en América Latina.
Digamos que la fuerza irracional del autoritarismo oligárquico ya no funcionaba, pues el pueblo se levantó enfrentando el miedo del autoritarismo. La seducción del argumento racional usada por los tecnócratas del neoliberalismo de los 80 y 90 del siglo pasado tampoco pudo detener la movilización social; era necesario ensayar otra manera de control ideológico que se sume al miedo y a la seducción racional. Se requería el total control ideológico de la población para lo cual era necesario manipular su deseo de cambio, su deseo de otro mundo posible. Sin embargo, el discurso del amo ya estaba totalmente gastado, ya se había perdido el miedo al autoritarismo de la oligarquía; por otro lado, el discurso universitario de los tecnócratas se habían agotado en su propia exquisitez indescifrable. Ninguno de los dos tenía la fuerza de parar la movilización social, ninguno de los dos daba salidas discursivas a las demandas populares que se expresaban en las movilizaciones y levantamientos.
Qué mejor respuesta a las demandas del pueblo usando, manipulando e instrumentalizando su propio discurso al servicio de los intereses del capital, y mucho mejor si el individuo o los individuos que emiten el discurso tienen un pasado que les legitime a usarlo. ¡¡Eureka!!
La gubernamentalización del Estado, permite, como ya lo dijo Foucault, que el radio de acción del mismo sea variable, que sus límites se vuelvan difusos de acuerdo a los requerimientos de reproducción del orden social. Esto permite que retóricas de izquierda que promueven la lucha de los pueblos y la igualdad social, se puedan articular dentro del gobierno alrededor de políticas de corte neoliberal, basadas en la reprimarización de la economía y precarización de las relaciones laborales, con miras a la mercantilización de la sociedad. Desde el Estado, su discurso y sus políticas, constituyen sujetos funcionales a su poder, sin importar incoherencias políticas o de principios. Solo así se entiende que ex militantes de izquierda, formados por la radicalidad política del discurso de la teoría revolucionaria, hoy gobiernen en función de la reproducción del capital y argumenten su práctica en las tesis políticas de la izquierda.
La voz del ex militante de izquierda legitima la utilización que el proyecto de la burguesía latinoamericana hace del discurso de la izquierda. Legitima la implementación del extractivismo a nombre del pago de la deuda social, legitima la persecución política y la criminalización de los luchadores populares indígenas campesinos y trabajadores en nombre de la defensa de la revolución, etcétera. Estrategia magistral del poder que logró que la gente de izquierda se pelee entre sí, a la vez que los gobiernos “progresistas” con ex militantes de izquierda implementan una política divisionista al interior de las organizaciones y movimientos sociales. La “izquierda” enfrentado a la izquierda para defender la renovación del capital, y organizaciones sociales enfrentado a otras organizaciones sociales para defender los intereses del capital. Vieja estrategia del poder en la que se ha vuelto a caer.
Con la nueva triada discursiva de dominación, constituida por la fuerza irracional, el argumento racional y la legitimación moral, el poder capitalista domina en base a la conjugación del miedo, la seducción y la obligación. Red de dominación cuyo objetivo es neutralizar y eliminar la resistencia y lucha de los pueblos sometidos a sus devastadores intereses.
Desenredando la trampa
La lucha del pueblo por mejorar sus condiciones de vida no tiene tiempo, o su tiempo siempre es presente, es actual, nunca es ex, el ex les calza a los individuos que dejaron de luchar, no al pueblo que aun resiste y lucha por liberarse. La lucha nunca es pasada, nunca es extemporánea.
Parafraseando a Walter Benjamín, bien se puede sostener que el tiempo de la revolución no es un tiempo homogéneo y vacío que pasa, que puede estar en el pasado de lo ex, sino un tiempo pleno, “tiempo-ahora” (Benjamín 1973). Un tiempo ahora que salta del continuum de la historia, un tiempo que siempre retorna, por lo tanto no es ex.
El ex quizás expresa un cansancio, ya decía Bertolt Brecht:
Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles.
Hay los que no se cansan o no pueden cansarse, no son ex, son militantes de izquierda mientras las condiciones de injusticia se mantengan para oprimir y explotar al ser humano y al medio ambiente que lo hospeda. El cansancio aparece cuando el espíritu ha sido doblegado en razón de que el deseo se ha suprimido. El deseo que es utopía y promesa de futuro. Parece que la caída del Muro de Berlín no pudo ser procesada con dignidad, que no se entendió que el relato utópico es inherente a la condición humana, que el ser humano no es, sino en base a su deseo a su la utopía, pues esta es la fuerza del espíritu que hace que este persevere en su ser.
Puede ser que a algunos ex les agarró el arrepentimiento, la culpa pequeño-burguesa, el trauma del stalinismo que no pudieron leer críticamente y decidieron limpiar su pasado, pidiendo perdón y trabajado para el enemigo. La culpa pequeño burguesa que no permite comprender que el poder humano de reinventar mundo no tiene modelos acabados, únicos y definitivos; por lo tanto, la experiencia del socialismo real no clausura la radicalidad del sueño socialista que busca mundos mejo-
res. Por otro lado, la utopía anticapitalista tiene otros co mienzos que no están en Europa, sino en los tejidos comunitarios indígenas de América, esos tejidos que han resistido la avanzada del capitalismo y que hoy son alternativas de vida no capitalistas.
También puede ser que en un arranque de oportunismo propio de la clase media mestizada, decidieron cambiarse de bando y transformar su vida personal pero no el mundo. Quien sabe, quizás la idea, encarnizada en las relaciones mercantiles que han secuestrado al ser humano, de que con el capitalismo se acabó la historia humana haya influenciado para que muchos renuncien a la posibilidad de construir otro mundo. Ante este “fin de la historia”, decidieron tratar de acomodarse en su empobrecida continuidad y disfrutar de sus precarios privilegios. Decidieron estacionarse en el presente y renunciar a vivirlo como un presente en transición (Benjamín 1973).
Es posible que sean todas estas razones juntas, lo que hace la decisión mucho más firme y su peligrosidad mayor.
Es muy interesante y esclarecedor el artículo de Luis Mattini: “Madres de la Plaza de Mayo, Hebe una forma de derrota”, en el cual anota:
¿Qué pasó y que pasa con Hebe? ¿Cómo es posible que sea parte de ese deterioro? Recuerdo que cuando China rompió con la URSS y por lo tanto empezó a ser hostil con Cuba, a Fidel le preguntaron qué opinaba de Mao Tse Tung, quien había sido el gran timonel de la Revolución China; y Fidel dijo: “Ud sabe que la astronomía ha demostrado que hubo brillantes estrellas que se apagaron. Pues eso pasó con Mao, es una estrella que se apagó” Me pregunto si no será aplicable esta metáfora al caso de Hebe. Si es así, si es una estrella que se apagó, es posible pensar que podría recuperar la luz si se quitara el pañuelo, y dejara a otras madres “el símbolo” y se dedicara a lo que quiera como cualquier ciudadano que habita este suelo.
Y en tal sentido Hebe goza de los mismos derechos que cualquiera de nosotros, el derecho a tener ideas propias y a cambiar de ideas. Por eso es que si ella ha decidido apoyar el llamado “modelo” actual, este supuesto post neo liberalismo que claramente consiste en una base productiva agroindustrial dictada, no por los EE.UU, sino por el Imperio, es decir el capital mundial, del cual la burguesía argentina es parte y el gobierno de los Estados Unidos, su policía. (…)
…si ella ha decidido apoyar este modelo, está en su derecho. Porque puede ser que ella crea sinceramente, como tantos otros setentistas, que por ahí pasa el progreso actual. No sabemos tampoco qué pensarían sus hijos marxistas leninistas si vivieran, quizás también apoyarían, pero sí sabemos exactamente qué pensaban ellos en su tiempo, que fue también mi tiempo. Pero entonces le pido que deje el pañuelo para las madres que continúan su labor fieles a los ideales de sus hijos (Mattini 2015).
Esta explicación bien calza para muchos de los ex militantes de izquierda que hoy trabajan para el capital mundial, los cuales por dignidad deberían dejar el “pañuelo”, dejar los símbolos y la historia de lucha que ya nos les pertenece, que solo pertenece a la actualidad de la lucha del pueblo, al tiempo-ahora de los que siguen luchando por un Mundo no capitalista.
Ex militantes de izquierda que no tienen ninguna legitimidad ni autoridad ética, pues la partícula ex con categoría de prefijo y con el significado de fuera, más allá de cierto tiempo y espacio y con el de privación, según dice el diccionario de la Real Academia española de la Lengua, antepuesta a una dignidad, cargo o condición, significa que el sujeto dejó de tenerlos o dejo de ser algo. Dejaron de ser, ya no son, ya no están en el tiempo de la revolución, por lo tanto su discurso de izquierda no tiene legitimidad, lo están usurpando, lo están manipulando al servicio de los intereses del capital.
Si continúan insistiendo en utilizar la memoria his tórica y el discurso emancipatorio del pueblo al servicio del nuevo ensayo de dominación capitalista, serán encarcelados por el cinismo obsceno del poder, y habrán perdido toda su dignidad. No les tocará más que aceptar su destino de servidumbre e indignidad, habrán perdido su libertad y sobre todo su por-venir.
Cinismo político: instrumentalización y tecnocracia para el “progreso”
Las últimas elecciones (febrero de 2014) que confirmaron el proyecto de la revolución ciudadana, al contrario de lo que se podría pensar, no muestran el apoyo de la población a un proyecto de transformación social, sino el apoyo a la profundización y modernización del sistema capitalista.
Si se analiza con cierto cuidado el discurso del gobierno a lo largo de estos nueve años, sobre todo el construido para elecciones, se puede advertir un claro mensaje de promesa capitalista envuelto en una retórica de revolución socialista. Este hecho paradójico responde a la necesidad del poder burgués de traspasar y aniquilar la conciencia crítica de la sociedad que se forjó durante los últimos 30 años de lucha popular en contra del neoliberalismo. El retorno del país a la democracia, en los años 80 del siglo pasado, estuvo marcado por la imposición de las políticas económicas dictadas por el Consenso de Washington. Como es de conocimiento, el neoliberalismo devastó las economías nacionales de nuestros países, mucho más de lo que ya estaban, condenando a las mayorías de la población a situaciones de miseria extrema. Ante esta brutal arremetida del capitalismo, el pueblo profundizó su proceso de resistencia y construyó una conciencia social crítica al sistema neoliberal y el capitalista.
Los treinta años de resistencia y lucha en contra del modelo neoliberal permitieron altos grados de descolonización de la conciencia social ecuatoriana. El pueblo pudo mirar hacia dentro y lo profundo del país y empezó a redescubrir la legitimidad de su lucha y de su cultura, así como a imaginar posibilidades de una sociedad por fuera de las coordenadas del capitalismo. Es en este período donde surgen las propuestas más transformadoras de la lucha de nuestro pueblo, como es la exigencia de construir un Estado Plurinacional que cuestione la institucionalidad política burguesa del Estado Nacional, la perspectiva de un mundo humano amigable con la naturaleza, o la más subversiva que planteaba un nuevo horizonte civilizatorio expresado en la idea del Sumak Kawsay. Toda esta fuerza creativa de pensar otro mundo mostraba que la conciencia social y política del pueblo ecuatoriano había alcanzado niveles altos de criticidad, que la liberaban en gran medida del coloniaje mental heredado desde la colonia.
La descolonización de la conciencia implica un alejamiento de los paradigmas sociales impuestos en el mundo en la expansión del capitalismo. En este sentido, una conciencia social y política descolonizada supone primero una posición crítica frente a las tesis inherentes al paradigma del progreso. El crecimiento económico, el desarrollo ligado al mismo, el consumo desenfrenado, la explotación salvaje de la naturaleza fueron tesis que se comenzaron a cuestionar o al menos se pusieron en duda. Se hablaba de la posibilidad de ir construyendo otra forma de ser y estar en el mundo, lo que involucra la construcción de un mundo no capitalista. Se abrió de esta manera el gran debate acerca de la necesidad no solo de un cambio social sino de un cambio civilizatorio, de la necesidad de repensar la fuerzas productivas capitalista como fuerzas destructivas de las fuerzas de la naturaleza. Todo esto ponía en duda el destino tra zado por la modernidad industrial y planteaba la posibilidad de transitar hacia un mundo ciertamente distinto, un mundo pensado desde el pasado andino-agrario-indígena hacia un futuro más humano. De hecho, queda claro que todo este pensamiento crítico tiene un sustrato en nuestros pueblos ancestrales que, pese a la salvaje colonización, mantuvieron formas de pensamiento y de vida distintas a las impuestas por el capitalismo.
Este contexto marcado por el despliegue de una conciencia crítica social y ambiental, que reclamaba otro mundo más allá del marco capitalista, abrió el nuevo siglo. La conciencia social se encontraba en un importante proceso de descolonización y des-alienación, lo cual significaba un alto riesgo para los intereses capitalista en la región y el país. Es en este momento en que comienzan a asumir el poder los llamados gobiernos progresistas, que se presentaron como representantes legítimos de estas demandas sociales, como expresión de esta conciencia social descolonizada.
El pueblo eligió a los gobiernos progresistas y particularmente, en el caso de Ecuador, al gobierno de Alianza País creyendo que con su dirección podíamos empezar la mudanza hacia otro mundo. Cómo no creer en ello cuando los proyectos de gobierno parecían recoger tanto las demandas sociales cuanto la fecundas ideas transformadores que se forjaron en la lucha. Cómo no creer en ello cuando muchos de los participantes en estas propuestas de gobierno eran compañeros que venían de esa lucha. Lo que la izquierda no pudo ver es que los funcionarios del capital tienen todos los recursos a su disposición para abortar o pervertir alternativas a su dominio. No pudo ver que el proceso de descolonización de la conciencia social era un proceso que había que cuidarlo de la guerra ideológica capitalista; quizá no puso atención o no quiso ver el hecho innegable de que la explotación capitalista al ser humano y a la naturaleza se sustenta en la dominación ideológica y cultural.
A nueve años del gobierno de Alianza País, y a más de una década de los gobiernos progresistas de América Latina, se puede apenas mirar qué es lo que sucedió y está sucediendo. Apenas ahora, con el último triunfo electoral de la revolución ciudadana se perfila la estrategia utilizada por estos gobiernos para la realización del gran fraude político que está viviendo América Latina y específicamente el Ecuador.
La Revolución Ciudadana, el último proyecto colonizador
La defenestración del gobierno de Lucio Gutiérrez mostró que el pueblo ecuatoriano políticamente organizado había dejado de creer en la democracia burguesa, hecho trascendental en el quehacer político de nuestra sociedad que tenía un sustrato más profundo que era el serio cuestionamiento de la población al proyecto capitalista en su versión neoliberal. Como sabemos, la democracia burguesa es la forma política que hace posible la reproducción del capital, por lo tanto cuando el pueblo retira el apoyo y la legitimidad a esta forma política de alguna manera retira el apoyo a la reproducción económica capitalista. No es un secreto que la propia devastación social producida por el neoliberalismo debilitó sus formas políticas, un pueblo sometido a niveles extremos de violencia, pobreza y saqueo deja de creer en el rosto “amable” de la democracia burguesa. La total deslegitimidad de un estado debilitado por la propia política neoliberal supone que el poder burgués pierda hegemonía y la contradicción social ponga en riesgo las ganancias del capital, más aun cuando el pueblo está pensando en salir del marco civilizatorio capitalista.
Ante esta situación de riesgo para la reproducción del capital, el poder político de la burguesía mundial puso en marcha la estrategia del caballo de Troya. Cómo podían volver a invadir la conciencia social del pueblo y recolonizarla, en un momento en que este se encontraba en un importante proceso de descolonización ideológica. El caso ecuatoriano es sintomático al igual que la Bolivia de Evo, para analizar y entender cómo se operó esta recolonización. La revolución ciudadana es un buen ejemplo de la estrategia del caballo de Troya, si entendemos que la única manera de invadir una conciencia social que se estaba amurallando en contra de la colonización ideológica capitalista era, al igual que la estrategia de los griegos, hacer un regalo que el pueblo agradecería. Recordemos que después de ganar la guerra a los griegos, los troyanos encontraron en sus playas un gran caballo que los griegos vencidos les habían dejado como ofrenda. Sin mucho dudar, los troyanos abrieron las puertas de su ciudad y llevaron el caballo hasta el centro de la misma donde festejaron el regalo hasta quedar ebrios e indefensos, momento en que los griegos ocultos al interior de la gran estructura de madera salieron y se tomaron la ciudad. Exactamente esto sucedió en el país, después de que el pueblo ecuatoriano ganara la batalla al neoliberalismo impulsado por los tres gobiernos que defenestró, bajo la guardia y recibió el regalo de la revolución ciudadana. Confiado el pueblo lo dejo entrar en su conciencia festejó la ofrenda hasta quedar ebrio e indefenso, momento en que del interior del discurso de la revolución ciudadana salió la promesa capitalista y se tomó nuevamente la conciencia del pueblo ecuatoriano.
Esta particular versión del mítico caballo de Troya se la puede observar en las partes que le dan forma, que no son otra cosa que los dispositivos ideológicos de la revolución ciudadana como nuevo proyecto colonizador de la conciencia social.
El primer dispositivo es la retórica de izquierda utilizada en los discursos con los que la revolución ciudadana interpela al pueblo ecuatoriano. Se trata de dispositivos simbólico-ideológicos que recolonizan a los sujetos desde el paradigma de la modernidad capitalista y producen una retórica que despliega demagógicamente significantes como Socialismo, Plurinacionalidad, Soberanía, Equidad, Economía social y solidaria, Sumak Kawsay, Participación, Democracia Radical y Directa, Derechos de la Naturaleza, Justicia social y económica, etcétera. Todos estos significantes son como pequeños caballos de Troya que se introducen en la conciencia del pueblo que buscaba una transformación social, y cuando están adentro irrumpen los significados ideológicos reales que los significantes huecos esconden para recolonizar la mente del sujeto interpelado. Estoy hablando de significados ideológicos que tienen que ver con el rencauche de la promesa capitalista: crecimiento económico, explotación de recursos naturales, fortalecimiento del Estado y la identidad nacional, agroindustria, extractivismo, desarrollo industrial, consumo, modernización, etcétera, en definitiva el progreso basado en la economía capitalista.
El segundo dispositivo ideológico empleado por el gobierno es la imagen misma del presidente Rafael Correa. La figura del primer mandatario sirve como mediador simbólico-ideológico de lo que todo ecuatoriano debería llegar a ser para conseguir el éxito en el mundo moderno. La forma pura de la imagen del presidente –con sus camisas bordadas con motivos andinos, a veces con ponchos y guayabera, sus cantos revolucionarios, su aparente dignidad frente a los intereses del imperio norteamericano, su supuesta historia revolucionaria, en definitiva el “revolucionario maduro” del tercer milenio– invade la conciencia de los ecuatorianos que miran a diario la publicidad política del presidente. El pueblo como consumidor ideológico del producto Rafael Correa ignora el sentido oculto, el verdadero mensaje ideológico, dentro de la imagen del presidente. Cuando el pueblo ya ha consumido la imagen presidencial y la ha integrado en su conciencia sale del interior de esta el referente de blanqueamiento que nos han impuesto a lo largo de la historia colonial. De esta manera, se reinstala en la conciencia del pueblo la idea de que para ser alguien hay que blanquearse, tener estudios universitarios, mejor en el exterior y mejor en Europa y EUA, tener una esposa europea, hijos más blanquitos, ojitos verdes, posibilidad de consumo, etcétera. Lo que queda en la conciencia social, sin que el sujeto sea consciente de ello, es la idea colonial de que siempre es mejor ser blanco-mestizo que un indio o un afro, para triunfar en el mundo moderno, para ser “alguien”.
El tercer dispositivo de colonización ideológica es la instauración de una revisada y sofisticada estructura de privilegios, articulada a la juvenil burocracia estatal. La recuperación y fortalecimiento del Estado que es uno de las promesas de la revolución ciudadana es el caballo de Troya que ha servido para dos objetivos claros: por un lado, para abrir el marco mercantil en todas aquellas zonas que aun no estaban vinculadas plenamente a la economía capitalista y, por otro lado, para crear una estructura de privilegios ligada a los nuevos y jóvenes funcionarios del Estado. La imagen del burócrata va dejando de ser la imagen deprimente del empleado público viejo, mal pagado, lento y amargado, y se va estableciendo la imagen del joven burócrata universitario, bien pagado, elegante, eficiente, feliz y sobre todo con capacidad de consumo. Esta imagen se está convirtiendo en un referente para los jóvenes ecuatorianos, todos quieren ser funcionarios del estado, pues ven en ello la posibilidad del éxito capitalista ligado a la capacidad de consumo por una parte y, por otra, a cierto nivel de poder sobre la población que los distingue del pueblo común. Los jóvenes que durante los años de lucha se construyeron como sujetos de utopías que quería transformar el mundo, cuestionadores radicales del poder y profundamente ecologistas, hoy aspiran a un trabajo en el estado y a una vida de consumo desenfrenado. Tómese en cuenta que lo jóvenes de hoy marcarán el imaginario social de los próximos 40 años.
El cuarto y último dispositivo de colonización ideológica es la publicidad política que, con la retórica significante Socialismo del Siglo XXI/Buen Vivir, inocula en la conciencia social de los ecuatorianos el deseo del desarrollo capitalista en versión primer mundo. A través del sugestivo lenguaje de la imagen publicitaria de la información massmediática se vuelve a construir un deseo social enajenado, que establece que desear y como desear. No es sorpresa que el objeto de deseo es el progreso y desarrollo capitalista, cuya referencia son los países del mundo altamente industrializado: grandes carreteras, inmensos puentes, universidades de investigación industrial, mega puertos y aeropuertos, enormes infraestructuras para mover capital, aumento del consumo doméstico, etc. Se ofrece el mismo modelo civilizatorio que en los años de lucha se cuestionó por ser un proyecto destructivo tanto para la vida social como natural. Una vez más la metrópoli capitalista es el referente a seguir por nuestros pueblos, el viejo engaño colonial se repite en nuevos formatos.
Cinco
A modo de conclusiones
El Estado en Latinoamérica y otras posibilidades
espués de más de una década del experimento político puesto en marcha por los llamados gobiernos progresistas en América Latina, se puede afirmar
que este ha dejado una gran enseñanza para el pensamiento crítico del subcontinente: Nunca más repetir lo andado, dar vuelta y caminar para el otro lado, desde otro lado. En base a esta enseñanza histórica, el pueblo latinoamericano tiene la urgencia de asumir como verdad política y ética dos cosas:
1. Abandonar definitivamente la promesa del desarrollo y el crecimiento económico, inherentes al paradigma del progreso y a la lógica de la economía capitalista.
Atrapados en el paradigma del Progreso, los gobiernos progresistas9 de la América Latina han impulsado, una vez más de las tantas veces a lo largo de nuestra historia, las viejas promesas del desarrollo y el crecimiento económico capitalista. La promesa de salir del subdesa-
9. Es curioso, para esta reflexión, el adjetivo progresistas que se ha dado a los gobiernos del Socialismo del siglo XXI. Hay que poner atención en la semántica del término.
rrollo en base a la industrialización se presenta como la gran promesa que nos conducirá a los niveles de vida del mundo desarrollado. Y nuevamente la fórmula mágica del cambio de matriz productiva es profundizar y extender el extractivismo para salir de la economía primario exportadora, basada principalmente en el extractivismo. Este aparente absurdo a nivel del lenguaje expresa la contradicción de la economía capitalista, especialmente visible en las zonas del llamado tercer mundo debido a la relación asimétrica entre el centro y la periferia provocada por el intercambio desigual que articula el mercado mundial. La idea es la siguiente: necesitamos capital para iniciar el cambio de matriz productiva basada en la sustitución de importaciones o industrialización. El problema es que el histórico saqueo que han sufrido nuestros países, tanto por el capitalismo central como de los grupos de poder económico local articulado al primero, ha impedido la formación de capital nacional para iniciar el proceso de industrialización. En estas condiciones la intención de iniciar un proceso de industrialización implica conseguir el capital explotando y vendiendo materias primas, es decir más extractivismo. En todas las intentonas desarrollistas, los gobiernos progresistas de las distintas épocas han vendido los bienes naturales de nuestros países a nombre de la industrialización, hoy del llamado cambio de matriz productiva. El costo que ha significado para nuestros pueblos cada uno de estos intentos modernizadores, ha sido destrucción social, ambiental y más pobreza, pura hojarasca diría Márquez. Esta larga historia de destrucción me hace pensar que hoy no va a ser distinto, que la necedad de los progresistas nos va a pasar, quizá, la mayor factura de nuestra historia.
A nombre del progreso y la modernización, tanto en el occidente capitalista como en el capitalismo de Estado del socialismo real, el ser humano se ha autoflagelado. Los peores crímenes contra la humanidad, genocidios, etnocidio, comunicidios y ecocidios se han perpetrado a nombre del desarrollo. Esta historia, ya vieja, comenzó con el despojo social y ambiental de la acumulación originaria de capital perpetrado en nuestro continente, saqueo colonial que destruyó muchas culturas y grandes civilizaciones donde murieron millones de seres humanos, sacrificados en nombre de la civilización y el progreso. La Europa campesina vivió la misma destrucción social y ambiental con el mismo argumento del desarrollo industrial y el crecimiento económico. Millones de seres humanos murieron en el proceso de la revolución industrial, la misma que destruyo gran parte del ecosistema y los tejidos sociales agrarios bajo la hegemonía inglesa. En el siglo XX el crecimiento y desarrollo de norteamérica como potencia mundial ha significado la destrucción ambiental y social de gran parte del territorio del planeta donde la potencia imperial ha intervenido empresarial y militarmente hasta el día de hoy. El fascismo nazi estuvo muy vinculado al impulso del desarrollo industrial de Alemania, y es conocido el holocausto que provocó. El desarrollo industrial en la Unión Soviética generó destrucción cultural y natural; y lo que no logró la revolución cultural de Mao en China lo está logrando hoy el desarrollo acelerado del capitalismo: convertir al país oriental en la primera potencia industrial a costo de la destrucción social y ambiental de la China actual. Esta ha sido la historia del desarrollo moderno, el costo del bienestar capitalista, para ciertos sectores privilegiados de la población mundial, ha significado la miseria social y ambiental para la mayoría de habitantes del planeta. Un último informe de Oxfam sostiene que …la desigualdad económica crece rápidamente en la mayoría de los países. La riqueza mundial está dividida en dos: casi la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99% restante (Oxfam 2014).
Con el nuevo milenio los gobiernos progresistas de América latina retoman una vez más el sueño del progreso y el crecimiento económico vía desarrollo industrial. La modernización capitalista necesaria para hacer el sueño realidad ha implicado en esta última década: La radicalidad de la actitud instrumental: el asesinato (léase culturicidio, etnocidio, ecocidio, comunicidio)10 como parte del despiadado intento de alcanzar un objetivo, la reducción de las personas a medios disponibles11, y, obviamente, la reducción de la naturaleza a recurso disponible (Zizek 2011, 194).
Esta es la sorprendente lección de las últimas décadas, la lección de la tercera vía socialdemócrata occidental europea, pero también de los comunistas chinos que están al frente del que probablemente es sea el desarrollo más explosivo del capitalismo en toda la historia de la humanidad: nosotros podemos hacerlo mejor (Zizek 2011, 196).
El cumplimiento de la vieja promesa capitalista plantea un intercambio, ahora encubierto en el discurso de la ecoeficiencia, ciertos sectores de la población alcanzan niveles de vida del mundo desarrollado a cambio de destruir el medio ambiente y muchas formas sociales acogidas en él. Se reactualiza así el colonial intercambio desigual de baratijas por la vida que empezó con la Conquista. A este intercambio desigual se suma un nuevo intercambio desigual que supone una especie de condicionamiento “novedoso” implementado por los gobiernos progresistas: se ofrece crecimiento económico, desarrollo industrial, bienestar capitalista a cambio o con la condición de debilitar o suprimir muchos de los de-
10. El contenido del paréntesis es de este texto y no del autor citado.
11. Op. Cit. Zizek, Slavoj, En defensa de…, 194.
rechos y libertades humanas, como el derecho a protestar, a pensar distinto, a imaginar otro mundo más allá del progreso de la modernidad capitalista. Esta “novedad” en el ejercicio del poder es copiada del ejemplo de la China en su era industrial. Bien lo dice Zizek:
…China es en la actualidad el Estado capitalista ideal: el capital es libre y el Estado se encarga del “trabajo sucio” de controlar a los obreros. Por tanto, China, en cuanto superpotencia en ascenso del siglo XXI, parece materializar un nuevo tipo de capitalismo: indiferencia ante las consecuencias ecológicas, desprecio por los derechos de los trabajadores, todo ello subordinado al impulso de desarrollarse y convertirse en la nueva fuerza mundial (Zizek 2011, 197).
La forma de control político de la sociedad implementada por los socialismos del siglo XXI, se justifica a nombre del progreso y el desarrollo, a nombre de un crecimiento económico que según dicen ha logrado combatir la pobreza vía bonos de la miseria. Un crecimiento económico medido, curiosamente, con los mismos parámetro y fetiches, como el PIB,12 utilizados por los organismo de administración del capital (FMI, Banco Mundial, BID). Se dice a la población que todo esto es necesario para alcanzar el progreso, pero no se dice cuáles son las consecuencias sociales y ambientales del mismo, y a quienes quieren denunciar el coste del desarrollo simplemente se los silencia. Tampoco se dice que incluso si conquistaríamos los niveles de vida del mundo desarrollado habremos construido un mundo materialmente rico y espiritual y ecológicamente miserable. Basta mirar hacia el centro del desarrollo EEUU, Europa, China y observar lo que en las sociedades “soñadas” de la hiperproducción y el hiperconsumo acontece.
12. Referencia de Serge Latouche.
Una vez más, con los progresismos, América latina ha caído en la trampa del progreso y desarrollo capitalistas. Las consecuencias de esta necedad, como ya podemos observarlas y vivirlas es la destrucción ambiental y social. Ante esta constatación, que implica una toma de conciencia social y ecológica, la única posibilidad que le queda el pensamiento crítico de emancipación es decir NO a la promesa capitalista.
2. Imaginar nuevos sueños, nuevos deseos y sobre todo nuevas formas de desear y soñar el mundo por venir.
Es sintomático que pensadores de origen europeo, es decir pensadores testigos del bienestar y el progreso del mundo desarrollado, como el economista francés Serge
Latouche, entre otros,
…reclaman la liberación de la sociedad occidental de la dimensión universal de la economía, criticando, entre otras cosas, el concepto de desarrollo y las nociones de racionalidad y eficiencia económica.
Si desde el centro del desarrollo capitalista surge la crítica a su promesa, por haber conducido al planeta y a la humanidad al borde de su colapso, no se comprende la necedad del progresismo latinoamericano. Sorprende que los gobiernos autodenominados de izquierda no sean capaces de detenerse en su obsesión desarrollista y oír las intuiciones y los saberes colectivos que hablan desde la comunidades rurales. Sorprende más la capacidad de estos gobiernos de haber reducido el Buen Vivir a vehículo de las viejas promesas capitalistas.
El pensamiento crítico y emancipador de América Latina debe ser ciertamente radical, aun más hoy que debe enfrentar otra vez las ilusiones de la modernidad. Tan radical que detenga el frenesí desarrollista y vuelva su mirada a aquellos ensayos vitales que han sobrevivido al desastre modernizador. Volver la mirada a aquellas formas de vida social no subdesarrolladas, sino fuera del desarrollo, a las comunidades agrarias que siembran y se dedicaban a escuchar cómo crecen los cultivos, pues una vez sembrados, apenas queda ya más por hacer. A esos territorios fuera del tiempo donde la gente es feliz, todo lo feliz que puede ser un pueblo (Di Donato 2009). A esa vida feliz que es propia de las comunidades del buen vivir colectivo, a esas comunidades que saben mantener un sano equilibrio con el medio ambiente y que lamentablemente están siendo paulatinamente destruidas por el subdesarrollo y sometidas a la miseria a nombre del desarrollo. Es ese tiempo otro por fuera del tiempo de la historia moderna el que debe nutrir el pensamiento crítico y emancipador de la América latina, ese tiempo que es despreciado por los progresismo cada vez que persiguen a las comunidades agrarias que resisten y se oponen a su programa desarrollista, sean las del TIPNIS en Bolivia o las de la amazonía en Ecuador Venezuela y Brasil.
Es ese tiempo fuera del tiempo donde es posible imaginar otro modo de vivir, otro modo de ser y estar en un mundo otro. Es este tiempo fuera del tiempo, no intoxicado por la ilusiones del desarrollo y el progreso, el marco, el espacio vacío, donde la imaginación humana puede imaginarse distinta. Es desde ese hilo de tiempo proscrito por el desarrollo capitalista donde es posible pensarse, sentirse más allá de la producción y el consumo mercantil, más allá del bienestar ligado a la riqueza económica. Desde ese más allá quizás estaremos a salvo de la tentación de restaurar el viejo orden y abrirnos a la incertidumbre que genera el ejercicio de nuestra libertad de crear otra forma de existir, por fuera del marco capitalista y sus promesas. Esto, necesariamente, exige una transformación tan radical como radical es desaprender las percepciones, pensamientos, valores y prácticas aprendidas y convertidas en certezas y verdades universales, como aquello de que la felicidad depende del crecimiento económico y tecnológico. Es decir, desaprender lo aprendido en la colonización y neocolonización occidental, comprender que la civilización y la historia del progreso y el desarrollo son una más entre muchas y de ninguna manera el destino de la humanidad. La descolonización de la conciencia hace posible la distancia crítica necesaria para relativizar y negar los mitos occidentales que fundamentan la pretensión de control racional de la naturaleza y la fe en el progreso, el desarrollo y el crecimiento (Di Donato 2009).
El crecimiento no es sino el apelativo vulgar de lo que Marx analizó como acumulación ilimitada de capital, fuente de todas las contradicciones e injusticia del capitalismo. Puesto que el crecimiento y el desarrollo son respectivamente crecimiento de la acumulación de capital y desarrollo del capitalismo, por lo tanto explotación de la fuerza de trabajo y destrucción ilimitada de la naturaleza. El decrecimiento no puede ser sino un decrecimiento de la acumulación, del capitalismo de la explotación y de la depredación. No se trata tanto de relentizar la acumulación como de cuestionar el concepto mismo para invertir el proceso destructor (Di Donato 2009).
El pensamiento crítico y emancipador de la América Latina tiene el desafío de imaginar nuevos sueños, nuevos deseos, pero, sobre todo, nuevas maneras de soñar y desear. No basta negar los contenidos del viejo orden, hay que negar sus formas y su forma no es otra que la forma-mercancía. Negada la forma mercancía, se niega el progreso como ideología que la fundamenta y se niega el desarrollo y el crecimiento económico como las prácticas que la reproducen. Esto implica una transformación epistemológica, es decir una transformación de las percepciones y nociones básicas con las cuales el ser humano moderno se mira y se comprende. Esto hace referencia a una transformación cultural de dimensiones radicales. Se puede afirmar con Zizek, entonces, que
…el problema de los intentos revolucionarios habidos hasta ahora no es que hayan sido ‘demasiado radicales’, sino que no lo han sido bastante, que no han cuestionado sus propios presupuestos. Uno de los cuales es aquel de considerar que la emancipación humana se asienta en la misma racionalidad económica y tecnológica del capitalismo (Zizek 2011, 202).
A lo que el pensamiento crítico se enfrenta no es la construcción de una nueva sociedad, sino a la invención de una nueva vida, lo que implica la reconstrucción o mejor dicho la invención del deseo, no la realización del deseo capitalista. Ese es el gran reto, esa es la urgencia de la tarea. No basta cambiar la realidad para realizar los sueños de la sociedad moderna, hay que cambiar los sueños (Zizek 2011, 203). Para enfrentar este desafío es necesario ser disidentes ideológicos, disidentes epistemológicos, así como ser disidentes prácticos, lo que supone ir inventando la otra vida, aquí y ahora, desde los tejidos más delicados de la vida cotidiana. En ese andar nos iremos inventado como humanos, otros, distintos, humanos de otros mundos; en ese andar por fuera del tiempo, tiempo de nuestros ancestros, que no están en el pasado sino en el futuro o que por estar en el pasado están en los mundos por-venir. Los mundos y las vidas por-venir al igual que los mundos y las vidas proscritas de nuestros ancestros son la fuente que fecunda el pensamiento crítico de América Latina, la América Latina que dice NO más promesa capitalista.
Recuperar una relación sana con el tiempo consiste sencillamente en volver a aprender a vivir en el mundo. Conduce, por lo tanto, a liberarse de la adicción al trabajo para volver a disfrutar la lentitud, redescubrir los sabores vitales relacionados con la tierra, la proximidad y el prójimo. No se trata tanto de regresar a un pasado mítico perdido como de inventar una tradición renovada.
Serge Latouche.
Ética radical del compromiso
Frente a la ofensiva ideológica de la derecha mundial y la que gobierna en el Ecuador, no hay otra alternativa que asumir el compromiso ético radical por la transformación social. Justamente porque para la ideología de la Realpolitik y el fin de las ideologías el compromiso ético radical es percibido como ridículamente fuera de tiempo (Zizek 2011, 203), la izquierda debe asumirlo como condición fundamental de su tiempo de lucha política. En la época actual dominada por el sujeto cínico de la Realpolitik resulta ser la ética ‘la más oscura y atrevida de las conspiraciones’ y el sujeto ético aquel que efectivamente amenaza el orden existente (Zizek 2011, 203).
La izquierda no tiene otra elección que dar un salto de fe que la coloque por fuera de las coordenadas del sentido común y la pragmática capitalista, por fuera del marco de la realpolitik y su cinismo estructural. Asumir la gran causa y ser responsable con su deseo de otro mundo, que es el único camino para redimir el potencial emancipatorio. Hay que volver a creer en la causa perdida del comunismo, no del real ensayado por el bloque del Este, sino el utópico, el que nos hace caminar e imaginar mundos posibles donde objetivar otra manera de ser humanos (Zizek, 2011).
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Bárbara Natalia
Sierra Freire
Doctorado (Dr. Phil.) en sociología, de la Universidad Libre de Berlín.
Actualmente profesora universitaria.
Autora de los libros: El Deseo Negado, reflexiones sobre la frustración juvenil. Ed. Centro de Publicaciones PUCE, 2015.
Drogas y Universidad, Editorial El Conejo, Quito, 2013.
Ha publicado varios artículos en diversas publicaciones nacionales y extranjeras:
“Las dimensiones económicas sociales y simbólicas de la exclusión”, en el libro Enfoques Socioculturales sobre el Mundo Actual, 2016, España.
“Slavoj Žižek y la Sustracción Religiosa”, revista La Tendencia No.14, 2015, Quito.
“El reto de la Izquierda Ecuatoriana, descolonizar la conciencia social”, revista Opción Socialista, Quito, 2013.
“La Recuperación de la ética a través de la estética, cuestiones epistemológicas”, revista PUCE 95, Quito, 2012.
“Retroceder Avanzando, Agustín Cueva y su crítica al Progreso”, revista Agustín Cueva 20 años después, Ed. Campaña Nacional Eugenio Espejo, Quito, 2012.
“América latina: cambio de hegemonía y capitalismo global”, revista La Tendencia No. 13, Quito, 2012.
“Mudando hacia lo otro del Mundo”, en el libro Palabras para tejernos, resistir y transformar, Ed. Pez en el Árbol, México 2011.