Los pueblos no tienen una organizaci?n que los represente, ni un caudillo, ni un partido o movimiento. Esto puede ser positivo, ya que venimos de un periodo de unificaci?n de fuerzas que al homogeneizarse perdieron su capacidad de resistir y combatir. Tanto la resistencia como la creaci?n de lo nuevo son m?ltiples, heterog?neos en sus tiempos y modos de hacer y caminar.
Las diferencias son m?nimas: conservadores y progresistas gobiernan para los de arriba. Est?n ah? para ahogar las autonom?as de abajo porque, a la larga, saben que son las ?nicas capaces de transformar el caos sist?mico en mundos nuevos, donde los pueblos sean los protagonistas y no el capital. Ninguna transici?n en la historia se hizo desde arriba.
Caos geopol?tico y lucha de clases
Ra?l Zibechi
La Jornada
La crisis venezolana puede saldarse con una guerra civil e internacional si no se consigue frenar el militarismo rampante de quienes quieren voltear al gobierno de Nicol?s Maduro, apelando a un golpe de Estado que complemente la desestabilizaci?n que se promueve desde Washington. Ser?a un desastre para los venezolanos y para toda la regi?n.
Desde una posici?n de principios, la no intervenci?n en los asuntos internos de otros pa?ses es un asunto b?sico. El respeto a la soberan?a nacional es absolutamente independiente de la posici?n que cada quien tenga sobre lo que sucede en el pa?s, el car?cter del gobierno y la calidad de sus instituciones.
Quienes sufrimos las dictaduras en el Cono Sur, nunca pedimos la intervenci?n extranjera para derribarlas. Ni ahora pedimos que se intervenga en Arabia Saudita por ser una r?gimen deplorable que, adem?s, desat? una guerra genocida en Yemen.
Lo que est? sucediendo en Venezuela implica la interacci?n entre tres actores: el pueblo venezolano, el gobierno, las fuerzas sociales, pol?ticas y militares que lo apoyan y las grandes potencias, en particular Estados Unidos. Los tres tienen intereses distintos que en algunos casos convergen y en otros son antag?nicos.
Quien esto escribe apoya al pueblo venezolano, rechaza el intervencionismo pero no respalda al gobierno de Maduro, que muestra una deriva autoritaria y antipopular. El problema de quien mantiene esta posici?n, es que el concepto pueblo venezolano est? siendo manipulado desde todas las tiendas, pero adem?s no existen organizaciones o convergencias que encarnen una representaci?n significativa de ese pueblo.
Creo que la situaci?n actual amerita varias consideraciones.
La primera es que vivimos un periodo de hondo caos geopol?tico que durar? algunas d?cadas. Dos grandes grupos de pa?ses juegan sus intereses en Venezuela: Estados Unidos apoyado por la Uni?n Europea y China apoyada por Rusia. El que tiene la iniciativa (lo que no quiere decir que vaya a prevalecer) es Estados Unidos, que busca revertir sus derrotas en Medio Oriente y en el mar del Sur de China, hacerse fuerte en el Caribe y en el resto de Am?rica Latina para enlentecer su decadencia hegem?nica.
El nuestro es el ?nico continente donde Washington ha cosechado victorias en la pasada d?cada. Ha sido su patio trasero durante m?s de un siglo y desde finales del siglo XIX invadi? pa?ses, desestabiliz? y derrib? gobiernos que no le eran afines promovi? el ascenso de dictaduras y gobiernos conservadores. En las pasadas d?cadas apoy? y arm? la contrarrevoluci?n en Nicaragua en la d?cada de 1980, la invasi?n de Granada en 1983, la invasi?n de Panam? en 1989 y la invasi?n de Hait? en 1994, derribando gobiernos leg?timos e imponiendo a sus aliados. En 2002 Estados Unidos apoy? el fallido golpe de Estado en Venezuela.
En los pr?ximos a?os asistiremos a la profundizaci?n de este caos. Se suceder?n gobiernos de signos opuestos y llegar?n al poder ultraderechas que parec?an erradicadas del panorama pol?tico. El ministro de Educaci?n de Jair Bolsonaro se despach? con una frase que representa a esta nueva derecha: La universidad no puede ser para todos, hay que reservarla a una ?lite intelectual (goo.gl/Fu2aAp).
La segunda cuesti?n es que los pueblos no tienen una organizaci?n que los represente, ni un caudillo, ni un partido o movimiento. Esto puede ser positivo, ya que venimos de un periodo de unificaci?n de fuerzas que al homogeneizarse perdieron su capacidad de resistir y combatir. Tanto la resistencia como la creaci?n de lo nuevo son m?ltiples, heterog?neos en sus tiempos y modos de hacer y caminar.
Pero el hecho de que exista mucha dispersi?n y que las fuerzas y pueblos que resisten no construyan convergencias y establezcan c?digos comunes que les permitan dialogar y aprender mutuamente, es una desventaja en estos momentos en los que necesitamos reconocernos y encontrarnos entre los abajos.
Entiendo que estas confluencias est?n siendo muy complejas, y encuentran dificultades por las diferentes trayectorias y culturas pol?ticas de cada quien, por los egos de muchas organizaciones y de muchas personas entre las que resistimos. Pero sobre todo est?n jugando en contra las iniciativas de la banca mundial aplicadas por los gobiernos, conservadores y progresistas, que se resumen en pol?ticas sociales que alivian la pobreza aunque no la resuelven, pero garantizan la gobernabilidad y la divisi?n del campo popular.
La tercera cuesti?n son los gobiernos. Tenemos un buen pu?ado que practican el discurso antisistema. El principal es el de Brasil, pero la mayor?a han adoptado ese popular discurso. Las diferencias son m?nimas: conservadores y progresistas gobiernan para los de arriba. Est?n ah? para ahogar las autonom?as de abajo porque, a la larga, saben que son las ?nicas capaces de transformar el caos sist?mico en mundos nuevos, donde los pueblos sean los protagonistas y no el capital. Ninguna transici?n en la historia se hizo desde arriba.