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Bolivia: proceso desconstituyente

Ra?l Prada Alcoreza :: 11.02.19

En la Constituyente el documento de ?minor?a de izquierda? se cuestion? el car?cter unitario del Estado Plurinacional; proponiendo, mas bien, que el Estado Plurinacional corresponde a una Confederaci?n de naciones. A pesar de la burda maniobra de la mayor?a, el documento de ?minor?a de izquierda? es altamente sugerente y apropiado. Quiz?s fue el ?nico documento reflexivo y pertinente de la Asamblea. Sin embargo, lo que falt? reflexionar fue si un Estado Plurinacional, es m?s, Comunitario y Auton?mico, requer?a de una Constituci?n.

febrero 10, 2019
Proceso desconstituyente

Ra?l Prada Alcoreza

Lo que hay que explicar es por qu? la Constituci?n no se cumple, nada m?s ni nada menos por el ?gobierno de los movimientos sociales?. Se puede decir que este comportamiento desconstitutivo de parte del ?gobierno progresista? ya estaba contenido en el comportamiento del gobierno durante la Asamblea Constituyente. El gobierno de Evo Morales Ayma, incluso durante su primera gesti?n, cuando se convoca a la Asamblea Constituyente, no estaba a la altura de este acontecimiento fundacional. Se trata de un gobierno electo por amplia mayor?a en las elecciones de 2005; elecciones que son como el desenlace de la movilizaci?n prolongada (2000-2005). No era el ?nico desenlace posible, hab?a otros, como comentamos. Tampoco el partido que lleg? al gobierno era el m?s representativo de las movilizaciones desatadas en el quinquenio mencionado; se podr?a decir incluso que era el que menos expresaba las voluntades singulares de los movimientos sociales anti-sist?micos, que caracterizaron al periodo de la movilizaci?n prolongada. Sin embargo, en la medida que la tendencia pr?ctica al desenlace fue electoral, el Movimiento al Socialismo (MAS) se ubic? en situaci?n privilegiada para cumplir con la competencia electoral.

Como describimos en otros textos[1], sobre todo los relativos a la experiencia de la movilizaci?n prolongada, los ejes primordiales de la movilizaci?n emergieron de la guerra del agua, de la movilizaci?n ind?gena-campesina, de la guerra del gas, con el desemboque en la toma de Sucre por parte de los movimientos sociales. En estos acontecimientos sociales y pol?ticos de la movilizaci?n, el MAS no jug? un papel protag?nico, mas bien, fue como colateral o anexo su desenvolvimiento, circunscrito m?s a la defensa de la hoja de coca en la regi?n del Chapare. Las nueve marchas de la Federaci?n del Tr?pico de Cochabamba atravesaron la geograf?a pol?tica y llegaron a la sede de gobierno; empero, este desplazamiento, innegablemente valeroso, no las convierte en un eje primordial de la movilizaci?n prolongada. Si bien es cierto que el MAS apoy? a la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida, lo hace coloc?ndose como actor secundario de la movilizaci?n, siendo la Coordinadora el actor principal. Lo mismo sucede con los eventos cardinales de la movilizaci?n prolongada. Esto explica que cuando llega al gobierno no estaba equipado de la experiencia social y la memoria social de la movilizaci?n. El partido gobernante va a actuar de acuerdo con su propio paradigma heredado, paradigma barroco, conformado por los resabios del nacionalismo-revolucionario, as? como tambi?n por los resabios de la izquierda tradicional, marcadamente acr?tica.

El MAS en el gobierno hace lo que hace la organizaci?n pol?tica, que llega al poder empujada por la movilizaci?n social, aunque no haya sido la organizaci?n que expresa fidedignamente las voluntades singulares de los movimientos sociales anti-sist?micos. Un ejemplo para ilustrar; mientras los movimientos sociales incursionan abiertamente en el proyecto autogestionario, el MAS ten?a una imagen paternalista del Estado. El gobierno lo que hace es repetir lo que se encontraba en el almac?n de la historia: la convocatoria nacional-popular. Ciertamente esta convocatoria esta apoyada en el entusiasmo de las multitudes, de la gente, del pueblo, que considera que la victoria electoral es una victoria pol?tica. No cab?a en sus mentes, en ese momento de disponibilidad de fuerzas inicial, que la victoria electoral del MAS pod?a convertirse en la derrota pol?tica de los movimientos sociales anti-sist?micos.

En lo que respecta a la Asamblea Constituyente, el MAS hace lo que sabe hacer, a partir de la herencia pol?tica que se?alamos, busca controlar el desenvolvimiento de la Asamblea. No le entra en la cabeza que lo mejor era que los movimientos sociales, representados en la Constituyente, se desarrollen, organicen y funcionen libremente. Un celo estatal, sobre todo, patriarcal, la del caudillo, imprime la incidencia de un control que buscaba ser totalitario. Las decisiones que se tomen deber?an corresponder a los mandatos de la c?pula pol?tica; no cab?a en la mentalidad gubernamental la idea de la construcci?n colectiva de las decisiones pol?ticas. Empero, como en toda relaci?n, no solamente una parte de la misma relaci?n es la responsable de lo que ocurre; la otra parte, es decir, los constituyentes devenidos de los movimientos sociales, tampoco opuso gran resistencia a este celo estatalista, gubernamental y patriarcal, salvo en lo que respecta a las organizaciones ind?genas, de tierras altas y de tierras bajas, que intentaron incidir en las decisiones que se tomaban en la Asamblea Constituyente. Sin embargo, la representaci?n ind?gena era minoritaria en la Asamblea; la representaci?n mayoritaria era campesina y de otras organizaciones sociales, b?sicamente de trabajadores, preponderantemente cooperativistas mineros. El MAS ten?a sus representantes directos, del partido, principalmente en los constituyentes de Chapare y tambi?n en los constituyentes de las ciudades. En estas circunstancias, la mayor?a de los constituyentes estaban m?s propensos a la obediencia que a la decisi?n y actuaci?n propias.

Entonces, tal parece, ocurri? como que los dados estuvieran echados; con un gobierno paternalista, un partido de gobierno patriarcal y caudillista, adem?s con una mayor?a de constituyentes m?s propensos a la obediencia, la iniciativa en la toma de las decisiones quedaba a cargo de la estructura palaciega del ?gobierno progresista?. Por otra parte, no hay que olvidar que en ese entonces el gobierno gozaba de gran prestigio ante las masas. El pragmatismo de la mayor?a de los constituyentes del campo popular les hac?a pensar que, en todo caso, lo que haga el gobierno no estar?a mal, y si hab?a errores, eran ?nuestros errores? y se pod?an enmendar. Este pragmatismo fue una trampa en el funcionamiento de la Asamblea Constituyente. Gobernantes y constituyentes de la mayor?a cayeron en la trampa de este pragmatismo. La suma de los errores fue socavando la fuerza misma de la Asamblea; peor a?n, la falta de organizaci?n propia, en lo que respecta a las estructuras organizativas de la Asamblea, deriv? en una dependencia agobiante, a tal punto que los constituyentes de mayor?a no atinaban hacer nada solos sin contar con no solo con el visto bueno del gobierno, sino, sobre todo, sin contar con la decisi?n misma gubernamental.

Este es el contexto en el que se desenvuelve el proceso desconstitutivo. Una vez promulgada la Constituci?n, el gobierno y los ?rganos de poder ten?an la tarea de realizar y materializar, jur?dica, pol?tica e institucionalmente la Constituci?n. ?C?mo lo hacen? De la ?nica manera que sab?an hacerlo, de acuerdo con la herencia nacional-popular y de la izquierda tradicional; optando por un desarrollo legislativo vertical. La comprensi?n de la Constituci?n fue desechada; se prefiri? la interpretaci?n r?pida, improvisada, aunque con amplia difusi?n y propaganda, adem?s de la compulsiva publicidad. En estas condiciones, donde la iniciativa colectiva es inhibida, los ministerios cobran peso operativo y encaminan los primeros pasos del desarrollo legislativo. Aqu?, el saber de los ministerios, que es un saber burocr?tico, vinculado a la herencia de los aparatos del Estado, va no solamente empobrecer los alcances del desarrollo legislativo, sino que incluso va a impedir un desarrollo legislativo de acuerdo con el paradigma plurinacional, comunitario y auton?mico de la Constituci?n. En consecuencia, se va a tener un desarrollo legislativo que deriva del esp?ritu anacr?nico de la antigua Constituci?n.

Entonces, el proceso des-constituyente se desata de este contexto hist?rico-pol?tico, de esta correlaci?n de fuerzas, de esta composici?n pol?tica y social. Todos los engranajes de la maquinaria estatal estaban armados para des-constituir la Constituci?n, que es la expresi?n del pacto social logrado dram?ticamente, conllevando la configuraci?n de los deseos, esperanzas, pasiones y proyectos de las multitudes.

Cr?tica a la ?raz?n? constituyente

Usamos ?raz?n? en sentido metaf?rico, haciendo par?frasis pol?ticas a las cr?ticas kantianas. Como dijimos en Cr?tica de la ideolog?a jur?dico-pol?tica[2], se trata de una ideolog?a, no as? exactamente de una raz?n. Por lo tanto, no se hace menci?n de ninguna sin-raz?n, sino a un uso de la raz?n instrumental, que ayuda a construir una de las formas de la legitimaci?n, concretamente, la estatal. La Constituci?n, tal como fue concebida en el periodo inicial liberal, corresponde a la construcci?n del Estado-naci?n, mejor dicho, la rep?blica. En las comisiones de la Asamblea Constituyente no se plante? este problema, que era fundamental: ?El Estado Plurinacional requiere de una Constituci?n? La Comisi?n Visi?n de Pa?s present? un documento, de ?minor?a de izquierda?, conformada por lo que se consider? inapropiadamente una astucia de la mayor?a de la comisi?n, evitando un documento de minor?a de ?derecha? ? no era otra cosa que una maniobra burda -. En el documento de ?minor?a de izquierda? se cuestion? el car?cter unitario del Estado Plurinacional; proponiendo, mas bien, que el Estado Plurinacional corresponde a una Confederaci?n de naciones. A pesar de la burda maniobra de la mayor?a, el documento de ?minor?a de izquierda? es altamente sugerente y apropiado. Quiz?s fue el ?nico documento reflexivo y pertinente de la Asamblea. Sin embargo, lo que falt? reflexionar fue si un Estado Plurinacional, es m?s, Comunitario y Auton?mico, requer?a de una Constituci?n.

En los t?rminos del discurso liberal, sobre todo jur?dico-pol?tico, la Constituci?n es la Carta Magna, la matriz de las leyes del Estado. Al hablar del Estado-naci?n, el Estado moderno, liberal por excelencia, la Constituci?n supone el mito del Estado, la genealog?a de la naci?n. Cuando se trata de varias naciones, reconocidas no solo constitucionalmente, sino desde distintas perspectivas, enfoques y acepciones hist?rico-culturales, no parece adecuado poner como cimiento jur?dico-pol?tico una Constituci?n, sino, en todo caso, podr?a decirse, varias; es decir, por lo menos, una pluralidad de constituciones. Este parece ser un problema crucial hist?rico-pol?tico-social-cultural. Si consideramos que la movilizaci?n prolongada fue caracter?sticamente de inclinaci?n autogestionaria, entonces, se puede concluir que los imaginarios radicales, en el sentido de Cornelius Castoriadis, de los movimientos sociales anti-sist?micos fueron traicionados por la ideolog?a jur?dico-pol?tica estatalista subyacente.

La ?raz?n? constituyente corresponde, en su despliegue, a la raz?n de Estado. En otras palabras, para decirlo figurativamente, recordando a una pel?cula, el huevo de la serpiente, de Ingmar Bergman, se encontraba ya en la misma Asamblea Constituyente. Exagerando, atendiendo a la explicaci?n del proceso des-constituyente, podemos interpretar de que la Asamblea Constituyente, cuya tarea era la de establecer las bases jur?dicas-pol?ticas del Estado Plurinacional Comunitario y Auton?mico, nace des-constituida.

Volviendo a las reflexiones anteriores, no solo se trata de la repetici?n reiterativa del c?rculo vicioso del poder, que es la tesis principal de nuestra cr?tica del poder y de las dominaciones, tampoco solo de la responsabilidad gubernamental en la conducci?n del proceso de cambio, compartida con la responsabilidad de las organizaciones sociales, sino tambi?n de que el acto mismo constituyente est? ya pre?ado del proceso des-constituyente, cuando se trata de ir m?s all? del Estado-naci?n.
Como dijimos antes, no se trata, de ninguna manera, de que los gobernantes eludan su responsabilidad, tampoco de que lo hagan las organizaciones sociales, as? como no puede hacerlo el pueblo, sino de comprender de c?mo funciona el poder. En el crep?sculo de la modernidad, dadas las experiencias sociales acumuladas, as? como las memorias sociales, es sumamente pertinente e indispensable preguntarse sobre este apego de las sociedades institucionalizadas al c?rculo vicioso del poder. Esta cr?tica, de ninguna manera propone el fracaso de la utop?a, que es el principio esperanza de las sociedades humanas; mucho menos unge de valor a los escepticismos, pragmatismos y voluntades de nada conservadoras y liberales. Sino que busca comprender las condiciones de posibilidad, as? como las condiciones de imposibilidad, hist?ricas-pol?tica-culturales, de la realizaci?n de la utop?a en la civilizaci?n moderna.

Sabemos que no es exactamente una raz?n, ?sta la de la ?raz?n? constituyente; se trata, m?s bien, de habitus, de pr?cticas, de esquemas de conductas y comportamientos. Sin embargo, estas pr?cticas y estos esquemas de conducta vienen acompa?adas por formaciones discursivas, pr?cticas discursivas, imaginarios heredados, es decir, por la ideolog?a. La raz?n abstracta es usada como instrumento operativo en la construcci?n ideolog?a, en la pretensi?n de legitimaci?n. La ?raz?n? constituyente fue como la operaci?n ideol?gica que le jug? una mala pasada a los movimientos sociales anti-sist?micos que llegaron a la Asamblea Constituyente.

[1] Ver Cuadernos Activistas, Serie Acontecimiento pol?tico. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/stacks/715dbb6b8faf4b70bef012832f796319.
[2] Ver Cr?tica de la ideolog?a ii. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/cr__tica_de_la_ideolog__a_ii_de57ea240bb751.


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