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La revoluci?n de los chalecos amarillos es mucho m?s importante que Mayo del 68

Juan Branco :: 25.02.19

Juan Branco, rara avis intelectual de izquierdas entusiasmado con los chalecos amarillos, y hace fr?o en Par?s. Han sido dos horas de charla con el autor de Contre Macron(2019), asesor jur?dico de Assange y WikiLeaks, y abogado de uno de los m?s reputados chalecos amarillos del momento, Maxime Nicolle, alias Fly Rider. Pese a su juventud ?naci? en 1989, en Estepona (M?laga)? este activista independiente ha tenido tiempo de defender al l?der insumiso, Jean Luc M?lenchon, y de radicalizar sus ideas trabajando, brevemente, en la Corte Penal Internacional, en un par de ministerios franceses y para la ONU en la Corte Penal Especial (CPS) centroafricana.

Juan Branco: ?La revoluci?n de los chalecos amarillos es mucho m?s importante que Mayo del 68?

25 feb-19
Por Mar?a Luisa Gaspar // periodista e historiadora del arte.
https://ctxt.es/es/20190220/Politica/24551/chalecos-amarillos-macron-francia-juan-branco-gaspar.htm

Jueves, 14 de febrero, siete de la tarde. Termina la entrevista con Juan Branco, rara avis intelectual de izquierdas entusiasmado con los chalecos amarillos, y hace fr?o en Par?s. Han sido dos horas de charla con el autor de Contre Macron(2019), asesor jur?dico de Assange y WikiLeaks, y abogado de uno de los m?s reputados chalecos amarillos del momento, Maxime Nicolle, alias Fly Rider. Pese a su juventud ?naci? en 1989, en Estepona (M?laga)? este activista independiente ha tenido tiempo de defender al l?der insumiso, Jean Luc M?lenchon, y de radicalizar sus ideas trabajando, brevemente, en la Corte Penal Internacional, en un par de ministerios franceses y para la ONU en la Corte Penal Especial (CPS) centroafricana.

En el Caf? de Flore, el guerid?n donde nos sentamos clava como nosotros los pies sobre la acera, en plena calle. No la del bulevar Saint Germain, sino la mucho m?s estrecha y austera calle adyacente. Todo en orden, pues, para un radical gilet jaune a dos d?as del ?Acto XIV?. El lugar no es anodino ?aunque el barrio latino perdi? ya buena parte de su esencia en beneficio del turismo y la especulaci?n?: la fidelidad de Branco a esta legendaria brasserie del barrio donde se cri? ocupa un buen puesto en la lista de reproches vertidos en su contra.

Enemigos no le faltan al precoz y controvertido abogado de la Escuela Normal Superior (ENS), escritor, fil?sofo, profesor y periodista hispano-franc?s que parece decir y hacer lo que piensa con inusitada audacia, aunque el precio sea elevado. Tanto como para abandonar (o hacerse expulsar de) puestos prometedores, en busca de una coherencia sin la que a todas luces no puede vivir, y que en estos momentos le mantiene en una situaci?n personal y financiera bastante inc?moda.

Hijo de una pionera psicoanalista malague?a, Dolores L?pez, y del productor de cine portugu?s Paulo Branco, con quien comparte pasi?n por el cine y los caballos, el jurista tiene un envidiable CV que incluye masters e investigaciones en SciencesPo, Yale, la Sorbona, la Sapienza y la Sociedad Max Planck. Resplandor que le ha ocasionado m?s de un disgusto, como alguno de sus m?ltiples viajes, escritos y dichos, abruptos a voluntad. El arte oratorio tampoco le es ajeno a este autor de innumerables art?culos, por supuesto muy activo en las redes sociales, acostumbrado a moverse entre celebridades y que publicar? en marzo su quinto libro y el sexto en septiembre.

En 2018, la misi?n de seguridad de la ONU le despidi? del CPS por denunciar las masacres de los Cascos Azules ruandeses en Bangui; en 2013, dej? el Quai d?Orsay del socialista Laurent Fabius por estar en desacuerdo con la pol?tica de Fran?ois Hollande en Siria, y antes se fue del ministerio de Cultura de Aur?lie Filippetti, cuando esta traicion? su promesa electoral de retirar la ley Hadopi contra la pirater?a en internet. ?Por qu?, cuando pod?a haber disfrutado de tan c?modos puestos y ascensores sociales?

No s?, por integridad, creo. Porque la integridad me impide conformarme con un sistema injusto del tipo que sea. Hubiera podido dejarme integrar en mil aparatos de poder desde hace diez a?os, y quiz? en cierta manera lo he intentado, pero no lo soporto, llega un momento en el que no puedo.

?O el sistema le expulsa, como apuntan algunos detractores?

Las dos cosas, pero me expulsa porque no lo soporto, funciona en ambos sentidos, no somos compatibles.

En libros como Contra Macron y Cr?puscule, en entrevistas e intervenciones p?blicas, denuncia los mecanismos ocultos del poder y molesta a gente muy poderosa. ?Por qu? arriesga tanto?

Por sinceridad, porque son gente privilegiada. No pienso en mi posici?n social en ese juego, pienso en lo que est? bien y en lo que no, no en el efecto que va a tener sobre m? lo que digo. Dependo de la sociedad para sobrevivir, de una sociedad que funcione bien. En el momento en que no funciona estoy jodido. Mi relaci?n personal con la pol?tica viene de ah?. Y siendo un privilegiado, no es cuesti?n de decir que soy un proletario, pero s? de supervivencia personal. El no poder entrar sin comprometerte en periodismo, en ciertos sectores, me afecta directamente, porque son espacios sociales que se me cierran para vivir, para tener un salario. Cuando no puedes hacer pol?tica sin contribuir a algo negativo, te encuentras en tensi?n?

?De ah? su empat?a con los chalecos amarillos?

El saber siempre es importante, pero la intuici?n pol?tica del pueblo no necesita historia. Yo con mis armas he conseguido, creo, anticipar lo que est? pasando, la deriva autoritaria en curso, y que Macron se iba a confrontar a una ausencia de interlocutores que provocar?a esta violencia represiva. Y eso me ha servido para estar completamente aislado, para darme cuenta de que mis conocimientos no me aportaban nada. Hasta que llegaron los gilets jaunes iba gritando como un pollo sin cabeza, dando vueltas sin ir a ning?n lado. Quiero decir que ten?a menos rumbo que ellos, que intuitivamente han sabido d?rselo. ?En qu? pa?s del mundo los proletarios, la gente m?s desfavorecida de la sociedad, deciden que es leg?timo movilizase y expresarse pol?ticamente? Es magn?fico. Los chalecos amarillosreivindican los fundamentos del sistema: Libert?, ?galit?, Fraternit?. Son los m?s republicanos. Y la fuerza del movimiento son los elementos m?s marginales, ellos son el z?calo que permite al movimiento mantenerse cuando la gente un poco m?s favorecida, precaria pero con empleo, se cansa porque no puede trabajar toda la semana y adem?s movilizarse todos los s?bados.

Hay quienes hablan de agresiones antisemitas y tachan a los chalecos amarillos de xen?fobos, ultraderechistas, ultraizquierdistas?

Intentan hacerlo creer, pero no ha habido ninguna agresi?n grave de ese tipo. Hay tentativas de grup?sculos de utilizar el movimiento para intervenir en el espacio p?blico, pero est?n en los m?rgenes. El n?cleo duro de los gilets jaunes lucha contra ello sin ambig?edad y con vehemencia. Sigue habiendo conflicto en su seno con el tema del antisemitismo, pero han hecho una completa purga de los discursos islam?fobos y contra los migrantes. Si miras objetivamente a los gilets jaunes, estas son cuestiones casi inexistentes, mucho menos presentes que en el espacio medi?tico y pol?tico tradicional.

[Branco confirmar? m?s tarde, por tel?fono, que su pensamiento no ha cambiado tras las violentas injurias antisemitas proferidas por un peque?o grupo portador de chalecos amarillos contra el fil?sofo de origen jud?o Alain Finkielkraut, quien desde el 16 de febrero vuelve a acaparar la atenci?n medi?tica y pol?tica. El ensayista conservador ?que en 2016 protagoniz? un incidente similar al presentarse en la Nuit Debout? fue maltratado verbalmente durante el Acto XV. Este ataque, explica Branco, revela las violencias identitarias que existen en el pa?s].

?Con manifestaciones pac?ficas, los chalecos amarillos habr?an logrado la pronta anulaci?n de la tasa del carburante que lanz? el movimiento?

La violencia ha sido muy ?til, muy inteligente pol?ticamente, porque nunca se ha aplicado sobre un individuo, siempre han atacado s?mbolos, lugares, o fuerzas policiales que imped?an manifestarse. No ha habido linchamientos, ataques gratuitos, ni voluntad de herir.

?Por decir algo as? es por lo que la diputada de La Rep?blica en Marcha (LREM) Aurore Berg? le ha acusado de ?armar los esp?ritus??

S?, y por decir que es bueno asustar a los pol?ticos para que dejen de considerar la pol?tica como una carrera profesional, para que se den cuenta de que sus actos tienen consecuencias sobre millones de personas y sientan ese temblor cada vez que toman una decisi?n.

Hice mi doctorado sobre la violencia de masas con una obsesi?n, comprender por qu? se llega a la violencia pol?tica y c?mo evitarla. Por eso estoy tan sereno en mi discurso sobre el tema, porque s? bien lo que est? pasando. La violencia es omnipresente en la sociedad, hasta una palabra puede ser violenta. Con los chalecos amarillos no hay una violencia desmedida. Que haya habido algunos desbordamientos, tal vez, pero que sean tan ?nfimos, en comparaci?n con lo que, normalmente, hubiera debido pasar con masas tan importantes movilizadas, es la prueba, justamente, de que es una forma de expresi?n pol?tica superinteligente y supercontrolada.

Pocos artistas, periodistas e intelectuales han tomado partido por los chalecos amarillos desde que el pasado 17 de noviembre salieron por primera vez a la calle. Bueno, la actriz Juliette Binoche dice comprender su protesta.

?Eso ha dicho! ?Pero movilizarse, ir ah?? ?Correr el riesgo de ir a manifestarse? Uma Thurman se ha sacado una foto con ellos ?Qu? actor franc?s ha hecho eso? ?Y los sindicatos, d?nde estaban? ?Los artistas, d?nde estaban? ?Esa gente pseudo de izquierdas d?nde estaba? Se nota mucho la ausencia del espacio intelectual.

Hay tambi?n miedo a resultar herido o detenido sin m?s, v?ctima de una represi?n que hasta la ONU y el Parlamento Europeo han condenado?

La pol?tica es gesti?n de la conflictividad, gesti?n de la violencia y tentativa de evitar que la haya. Si hay violencia es que hay una deficiencia del aparato pol?tico. La violencia policial es fruto de una crisis pol?tica, simplemente de una crisis de legitimidad. Cuando est?s frente a un movimiento social y no quieres asumir sus demandas, env?as a la polic?a para no ceder. Y esta mantiene el orden cueste lo que cueste.

?Funciona la estrategia de concesiones relativas, represi?n y ?gran debate? que aplica el presidente Macron para afrontar la crisis?

Cuando una m?quina de propaganda se pone en marcha claro que produce efecto. La popularidad de Macron estaba entre el 20% y el 30% y ahora est? entre el 25% y el 35%. El ?gran debate?, que supuestamente es un avance democr?tico, es en realidad una campa?a electoral, un mitin cotidiano costeado por el Estado, lo que crea problemas muy importantes hasta en t?rminos de financiaci?n.

?Alguien lo ha denunciado?

S?, pero volvamos al origen de los chalecos amarillos: sucede que la sociedad francesa, y en particular los instrumentos de mediaci?n que te?ricamente deben hacer presi?n sobre el poder y evitar que derive ya no son funcionales, porque hemos entrado en un sistema olig?rquico, en el que el 90% de la prensa est? en manos de diez multimillonarios, que viven en Par?s, se conocen, cenan juntos, comen juntos: Xavier Niel, Bernard Arnault, Arnaud Lagard?re, Patrick Drahi? Sus fortunas dependen del Estado, y en 20 a?os se han hecho poco a poco con el control de la mayor?a de los medios del pa?s, del 90% en la prensa escrita y algo equivalente en radio y televisi?n.

Es una situaci?n delirante, en la que su poder no es solamente directo y de censura ?que utilizan todos menos Niel, aparentemente?, sino indirecto tambi?n, para controlar promociones, nombramientos, despidos y puestos de decisi?n en las redacciones, donde incluyen a directores generales a los que permiten intervenir en la fabricaci?n de la informaci?n. Sin que necesariamente los periodistas se den cuenta de que son sus instrumentos. Son mecanismos muy sutiles.

A este espacio muy restringido se a?ade algo todav?a m?s perverso, que es la precarizaci?n. Esa gente tiene cientos de millones de euros en sus cuentas bancarias, no pierden dinero, aparte de Bernard Arnault que pierde mucho con Le Parisien; pero, por ejemplo, Niel presiona en Le Monde, T?l?rama o Nouvel Observateur para ganar m?s dinero con menos periodistas, lo que degrada la calidad informativa, y adem?s termina con unos cuantos periodistas en la calle, lo que constituye una se?al para sus colegas, que piensan que les puede pasar lo mismo en cualquier momento, y para los de afuera, que temen no entrar nunca en esas redacciones si investigan sus abusos. As?, te aseguras un control social muy fuerte sobre la manera en la que se produce la informaci?n.

?C?mo condujo la pol?tica macroniana al estallido de los chalecos amarillos?

Las mediaciones democr?ticas no funcionaron, el Gobierno recurr?a a los decretos y el Parlamento votaba sin discusi?n las leyes. Cuando se instaur? la tasa a los carburantes, en medio de una aton?a medi?tica completa, la sociedad civil no ten?a capacidad de acci?n frente a ese esc?ndalo: era una transferencia de recursos de la poblaci?n entera hacia unos pocos. Los MacronLeaksconfirmaban que ese impuesto no iba a financiar transici?n ecol?gica alguna, a diferencia de lo que dec?a el Gobierno, sino medidas como el CICE, un dispositivo que reduce las cotizaciones principalmente a los grandes grupos y que se calcula que desde 2013 ha hecho perder unos 80.000 millones de euros a la sociedad.

Si a?ades a eso la retirada del impuesto de la fortuna (ISF), la ?flat tax?, la ?exit tax?, estaba claro que hab?a una evidente voluntad de sacar dinero de la mayor?a de la poblaci?n, en particular de los m?s fr?giles, para d?rselo a los m?s favorecidos. Algo posible porque ya no hab?a prensa que denunciara, ni partidos pol?ticos suficientemente estructurados para decir no?

La gente se dijo entonces que iban a movilizarse y a tomar la palabra directamente y sus primeras reivindicaciones se trasladaron pronto a cuestiones de representatividad y democracia, porque justamente se hab?an dado cuenta de que la causa de esa tasa a los carburantes y de esa injusticia fiscal ven?a de la ausencia de representatividad.

Obtuvieron casi de inmediato grandes cosas, como la anulaci?n de la tasa, m?s de 10.000 millones en ayudas y una revalorizaci?n de las prestaciones sociales m?nimas. Aunque fue poca cosa en relaci?n con lo que Macron hab?a ofrecido a las grandes empresas y a la gente m?s privilegiada; por ejemplo, solo la anulaci?n del ISF cuesta, como m?nimo, 8.000 millones de euros al a?o.

?Existe alguna relaci?n entre los chalecos amarillos, Mayo del 68 y la Revoluci?n Francesa?

Esta revoluci?n es mucho m?s digna y mucho m?s importante que la de mayo del 68, cuyo valor principal fue la movilizaci?n obrera, la huelga general, que fue algo incre?ble. Pero esta vez los sindicatos han cometido traici?n. No han querido participar y la gente se ha encontrado sola para defender sus derechos. Cuando entraron con la elevadora en el Ministerio del Portavoz (el de Relaciones con el Parlamento, donde tiene su despacho Benjamin Grivaux) no tuvo el mismo impacto, desde luego, pero fue una mini Bastilla. Entraron en un lugar de poder, un poco sin saber por qu?, ni c?mo, y luego se fueron tranquilamente. Su objetivo no era dar un golpe ni ocupar el lugar. Su gesto recordaba que Grivaux era ah? un inquilino y que esos palacios de la Rep?blica se hab?an construido con el dinero del pueblo para ser defendido, no denigrado.

?Habr?a habido chalecos amarillos sin Benalla ?supuesto guardaespaldas de Macron que fue filmado disfrazado de polic?a mientras golpeaba a manifestantes el 1 de mayo? y sin que el presidente se declarase en julio ??nico responsable? e invitase a los descontentos a ir a buscarle?

El caso Benalla tiene simb?licamente una fuerza inmensa. Son cuestiones muy evidentes de desequilibrios de poder y de injusticia que crean un resentimiento muy fuerte, pero habr?a habido algo. Ese mismo Primero de mayo hubo 15.000 personas movilizadas fuera de los sindicatos y, entre ellas, 4.000 vestidas de negro para desafiar a la autoridad del Estado. Entonces ya exist?a esa fuerza social enfrentada con el aparato de poder.

?Ha podido sorprender el estallido de la crisis a Macron? Pese ser considerado como ?el presidente de los ricos? y haber tachado a una parte de la poblaci?n de ?z?nganos y c?nicos, esos que no son nada, pobres que cuestan un dineral en ayudas sociales para nada, galos refractarios al cambio, que no tienen m?s que cruzar la calle para encontrar trabajo de camarero sea cual sea su oficio??.

?l est? convencido de tener raz?n y cree que lo que hace beneficia a todos. Cuando dice que los pobres merecen serlo porque no han hecho esfuerzos, lo cree sinceramente. Es alguien que funciona con la seducci?n individual, que se adapta al registro de su interlocutor para absorberlo. Tiene esa finura en el trabajo ret?rico y esa intelectualidad muy de la ENA (Escuela Nacional de Administraci?n), del que lo sabe todo, pero eso no crea un discurso pol?tico?

?Antes de hacer campa?a con la promesa de gobernar por decreto y ganar las elecciones con un m?nimo apoyo, gracias al miedo que inspira Le Pen, c?mo entr? en pol?tica este banquero de negocios de Rothschild, millonario desde 2012 gracias a la venta de una filial de la primera farmac?utica estadounidense, Pfizer, a la multinacional europea Nestl??

?l era ya un privilegiado desde la cuna, hijo de un gran profesor de medicina y jefe del servicio de un hospital que ganaba un sueldo que le situaba entre el 0,5 % que m?s ganaba en Francia. Pero se integr? en la ?lite nacional por concurso, esa ideolog?a de la meritocracia que te hace creer que llegaste a la cima por tu valor, y no por mecanismos de reproducci?n social, cuando, en realidad, en la ENA y la ENS hay solo un 1% de hijos de obreros y empleados. Es decir que son escuelas de reproducci?n de la ?lite y sus privilegios. Su proceso fue muy laborioso, pues tuvo que dedicar cinco a?os para lograr entrar en la ENA, al segundo intento, tras tres tentativas fallidas en la ENS. Ha gastado tanta energ?a para ser adoptado por ese r?gimen que ha terminado por creerse un genio.

Superada esta primera fase de cooptaci?n, fue propulsado al espacio pol?tico y nombrado ministro sin haber tenido un recorrido consistente. Los oligarcas le ayudaron con el apoyo de la prensa y la financiaci?n de su campa?a presidencial, que gan? a contracorriente, como no habr?a podido hacer si estuvi?ramos en un Estado realmente democr?tico.

Que fuese elegido por una minor?a de la poblaci?n es una ?violaci?n democr?tica?, pero lo interesante es comprender por qu? ha pasado. ?l dice ?yo no soy legitimo pero Le Pen, que ha perdido, lo es menos?, y entonces la ?nica alternativa surge naturalmente fuera del sistema: los chalecos amarillos nacen ah?, en la ausencia de representatividad de este sistema y de una fuerza pol?tica capaz de ser alternativa a Macron. De milagro son ellos, una estructura popular, muy fuerte, y no la extrema derecha.

?Macron es tambi?n Macron porque ha sabido rodearse de esa especie de clones que pueblan su partido, La Rep?blica en Marcha, y sus esca?os parlamentarios?

En cierto sentido, la macron?a es la prueba de la inexistencia de Macron. Se considera a los chalecos amarillos como ?gente oscura?, porque se han confundido los conceptos ?oscuridad? y ?profundidad?. Eso ha provocado miedo: donde cre?an que hab?a algo oscuro, hab?a, al contrario, algo profundo. Macron es lo contrario, es el luminoso, en el sentido de que s?lo hay reflejo, s?lo hay superficie. Es una persona carente de fundamento, que evidentemente, puede reproducir clones sin ninguna particularidad, porque son gente sin ideolog?a, que solo est?n ah? para defender sus intereses personales y los intereses de su clase, que es lo que da una posici?n en el sistema.

La lista de reivindicaciones es larga y va de la dimisi?n de Macron al restablecimiento del ISF y el ?cero sin techo?, pero la participaci?n ha pasado de casi 290.000 chalecos amarillos el 17N, a cerca de 50.000 en febrero, seg?n el Ministerio del Interior. M?s de 100.000, seg?n los organizadores ?Qu? futuro tienen?

Por el momento no se conoce un movimiento social que haya durado a escala nacional tanto tiempo, y su popularidad, que empez? en el 85%, ha bajado, evidentemente, porque siempre hay un cansancio de la sociedad, pero ronda ahora el 50%.

La crisis del sistema es tal que el poder actual no podr? sobrevivir sin cambios institucionales may?sculos. Da igual que sean los chalecos amarillos quienes lo obtengan u otro movimiento social que aparezca en un futuro. Pase lo que pase, va a haber rupturas fuertes en Francia, porque el nivel de ausencia de democracia ha llegado a niveles exagerados.


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