Los Estados Unidos han fracasado estrepitosamente en su pol?tica injerencista sin precedentes que han venido ejecutando en los ?ltimos a?os, que busca el derrocamiento de Maduro y la toma del poder por su marioneta Guaid?.
En una estrategia que estaba condenada al fracaso desde antes de iniciarse, los camiones con la “ayuda humanitaria” nunca pudieron ingresar al territorio venezolano por una raz?n muy simple: Maduro logr? mantener el control sobre el alto mando militar y repeler sin violencia directa la entrada de la “ayuda” extranjera.
El gobierno de Maduro, ya debilitado internacionalmente por el poderoso frente proimperialista de pa?ses latinoamericanos y europeos, no logr? mejorar su imagen luego de la batalla de C?cuta. El notable aislamiento de la c?pula gobernante madurista se ha acentuado a partir del 5 de enero, al desatar una represi?n implacable contra los medios y periodistas extranjeros y nacionales.
Un caso lamentable ha sido la represi?n contra el pueblo ind?gena Pem?n.
marzo 03, 2019
La batalla de C?cuta: derrota de Trump y debilitamiento de Maduro
Roberto L?pez S?nchez
Aporrea
El resultado de la llamada “Batalla de C?cuta” del pasado 23 de febrero ha sido la derrota pol?tica del gobierno de los Estados Unidos (y de su t?tere Juan Guaid?) y, aunque pareciera contradictorio, el debilitamiento del gobierno de Nicol?s Maduro.
Los Estados Unidos han fracasado estrepitosamente en su pol?tica injerencista sin precedentes que han venido ejecutando en los ?ltimos a?os, que busca el derrocamiento de Maduro y la toma del poder por su marioneta Guaid?. Los gringos calcularon, equivocadamente, que la presi?n pol?tica y psicol?gica generar?a el fraccionamiento del alto mando de las Fuerzas Armadas venezolanas, y concentraron su objetivo injerencista bajo la excusa de “ayuda humanitaria” en un solo sitio: C?cuta. Aunque hubo intentos de introducir por la fuerza esa misma ayuda por la frontera con Brasil y por el Mar Caribe, la “batalla” pol?tica principal fue dise?ada hacia C?cuta, acompa?ada del concierto de celebridades mayameras.
En una estrategia que estaba condenada al fracaso desde antes de iniciarse, los camiones con la “ayuda humanitaria” nunca pudieron ingresar al territorio venezolano por una raz?n muy simple: Maduro logr? mantener el control sobre el alto mando militar y repeler sin violencia directa la entrada de la “ayuda” extranjera.
Aunque en el desarrollo de los acontecimientos se produjo un fen?meno inesperado: la deserci?n no de altos oficiales, sino de oficiales subalternos, suboficiales y personal de tropa, adem?s de polic?as que, en medio de la confusi?n, desertaron hacia el territorio colombiano y muchos de ellos, acaso todos, desconociendo a Maduro y reconociendo a Guaid? como presidente.
Es decir, Maduro mantuvo el control sobre sus generalotes, pero ?stos han comenzado a convertirse en generales sin tropa. No tanto por la cantidad de deserciones (unos 500 militares y polic?as), que son m?nimas en porcentaje con relaci?n al total nacional de efectivos de las FANB, sino por el golpe moral que eso significa, y las dudas que genera para la eventualidad de que se presente un verdadero frente de batalla con fuerzas extranjeras o con fuerzas rebeldes nacionales, sobre c?mo se comportar?a esa tropa que pareciera no estar muy subordinada a los generalotes de Maduro.
Los Estados Unidos han vociferado desde enero su intenci?n expl?cita de sacar a Maduro del poder utilizando “todas las opciones”. Pues hasta ahora han salido derrotados por la calle del medio. Y la opci?n de la intervenci?n militar, usada por ellos como su amenaza fundamental, ha sido rechazada y desechada por todos los gobiernos de Latinoam?rica y hasta por sus aliados de la Uni?n Europea.
La circunstancia de que Guaid? haya quedado en C?cuta luego de la estrepitosa derrota sufrida en su objetivo del “s? o s? entra el 23 de febrero la ayuda humanitaria”, ha desarticulado la movilizaci?n interna de la derecha pro-yanqui. Aunque al mismo tiempo le ha servido al t?tere de Trump para contactar directamente con los pa?ses suramericanos que le apoyan: Colombia, Brasil, Paraguay, Argentina y Ecuador. Su eventual regreso a Venezuela la semana pr?xima obligar?a a Maduro a su inmediata detenci?n, so pena de arriesgar fuertes presiones y divisiones internas en su ya fr?gil frente interno partidista y militar. La detenci?n de Guaid? pudiera terminar de desarticular la movilizaci?n interna de los pro-yanquis, pero a la vez arriesgar?a una respuesta violenta de parte de Trump, que en lugar de una intervenci?n militar directa (no aconsejada por el rechazo de todos sus pa?ses aliados en el continente) podr?a recurrir a acciones de comando contra el alto gobierno o promover la entrada de fuerzas paramilitares mercenarias que se presentar?an como un ej?rcito alternativo que reconocer?a a Guaid? y establecer?a una “zona liberada” en alg?n lugar de Venezuela.
El gobierno de Maduro, ya debilitado internacionalmente por el poderoso frente proimperialista de pa?ses latinoamericanos y europeos, no logr? mejorar su imagen luego de la batalla de C?cuta. El notable aislamiento de la c?pula gobernante madurista se ha acentuado a partir del 5 de enero, al desatar una represi?n implacable contra los medios y periodistas extranjeros y nacionales, en donde han sido detenidos y expulsados del pa?s m?s de 30 corresponsales de medios internacionales; han allanado, saqueado y cerrado televisoras, emisoras de radio y p?ginas informativas (como Global TV, Aventura TV y Noticia al D?a en Maracaibo), y han sacado del aire a una serie de canales informativos extranjeros como Antena 3 y National Geografic.
Actuando a contrav?a de una estrategia sensata de buscar aliados para enfrentar la formidable amenaza del gobierno de los Estados Unidos, Nicol?s Maduro y dem?s dirigentes de su gobierno han acentuado el radicalismo y la violencia del discurso sectario y de la propia acci?n de gobierno, movilizando a juro y bajo amenazas de despido y hasta de c?rcel a todos los empleados p?blicos, amenazando igualmente a todo el alto mando militar y altos gerentes de las empresas estatales para que mantengan la “lealtad y fidelidad” al presidente Maduro, y acentuando toda la vigilancia policial-militar de los cuerpos de inteligencia, buscando traidores por todas partes y generando un muy negativo clima en toda la estructura de gobierno.
Un caso lamentable ha sido la represi?n contra el pueblo ind?gena Pem?n, en donde la fuerza armada nacional aparentemente asesin? al menos 4 de ellos, y m?s de 15 heridos de bala, durante los intentos de ingreso de ayuda humanitaria por la frontera con Brasil. Tambi?n destaca negativamente el despido del antrop?logo y consecuente luchador indigenista Esteban Emilio Mosonyi, de su labor en el Ministerio de Educaci?n, que se suma a su anterior despido como Rector de la Universidad Ind?gena, como represalias del gobierno a las posiciones cr?ticas que asume Mosonyi hacia el gobierno de Maduro.
Aunque Maduro insiste en su disposici?n a dialogar, al rechazar cualquier posibilidad de realizar nuevas elecciones (no se han pronunciado sobre la propuesta de refer?ndum consultivo, pero en su discurso queda impl?cito que tambi?n lo rechazan), echa por la borda cualquier soluci?n pac?fica de la actual crisis pol?tica. Quedando como alternativa la peligrosa opci?n de que Maduro se mantenga en el poder con un gobierno cada vez m?s represivo y militarista (adem?s de neoliberal), como de hecho ya pr?cticamente lo es. O la igualmente desastrosa posibilidad de que estalle una guerra civil de duraci?n y consecuencias impredecibles.
De manera que tenemos a un Nicol?s Maduro que canta su victoria en la batalla de C?cuta, sin darse cuenta que su piso de gobierno es m?s fr?gil que una gelatina. En el otro bando tenemos al brutal Trump esperando cobrarse la afrenta del fracaso de su “gentil ayuda humanitaria”. Y a Juan Guaid? que deshoja la margarita entre viajar por el mundo hablando zoquetadas como han quedado los dem?s l?deres de la MUD o regresar y enfrentar la c?rcel que seguramente le tiene destinada el madurismo.
Una tercera opci?n sigue siendo necesaria para salir de esta crisis pol?tica y econ?mica, y una tercera fuerza pol?tica tiene que conformarse necesariamente para evitar que Venezuela se desbarranque en escenarios de cada vez mayor violencia fratricida.