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Acercamiento a la metodolog?a del pensamiento complejo de Edgar Morin

Ra?l Prada Alcoreza :: 07.03.19

Edgar Morin llama pensamiento complejo al pensamiento que asume la complejidad, que no busca reducir la complejidad para explicarla a partir de corpus te?ricos operativos; sino, el pensamiento complejo piensa la complejidad desde la complejidad misma. Pero, ?por qu? llamarle pensamiento complejo? El pensamiento es de por s? complejo; es decir, el pensar comprende m?ltiples actividades concatenadas; el pensamiento supone la complejidad misma. Sabemos que se dice de este modo porque se contraste el pensamiento complejo con el pensamiento reductor de la episteme dual racionalista y empirista de la modernidad.

Pensamiento complejo

Edgar Morin llama pensamiento complejo al pensamiento que asume la complejidad, que no busca reducir la complejidad para explicarla a partir de corpus te?ricos operativos; sino, el pensamiento complejo piensa la complejidad desde la complejidad misma. Pero, ?por qu? llamarle pensamiento complejo? El pensamiento es de por s? complejo; es decir, el pensar comprende m?ltiples actividades concatenadas; el pensamiento supone la complejidad misma. Sabemos que se dice de este modo porque se contraste el pensamiento complejo con el pensamiento reductor de la episteme dual racionalista y empirista de la modernidad. No se trata, por cierto, de cuestionar el denominativo de pensamiento complejo, para rescatar al pensamiento de las reducciones sometidas por las teor?as operativas y las teor?as especulativas; no se trata de sugerir el denominativo que usamos, episteme compleja, correspondiente a los desplazamientos te?ricos y pr?cticos de las ciencias y sus consecuencias filos?ficas, haciendo emerger otro horizonte epistemol?gico, que comprende a lo que hemos llamado teor?as de la complejidad. No se trata de esto, de ninguna manera, sino de abordar uno de los n?cleos duros de este espacio-tiempo configurante que llamamos episteme compleja. Uno de estos n?cleos duros es el aparato te?rico-cr?tico-metodol?gico de la complejidad, elaborado por Edgar Morin. En adelante nos dedicaremos a interpretar el pensamiento complejo de este insigne fil?sofo y soci?logo franc?s de origen sefard?.

En Introducci?n a pensamiento complejo Edgar Morin escribe:

La necesidad del pensamiento complejo no sabr? ser justificada en un pr?logo. Tal necesidad no puede m?s que imponerse progresivamente a lo largo de un camino en el cual aparecer?n, ante todo, los l?mites, las insuficiencias y las carencias del pensamiento simplificador, es decir, las condiciones en las cuales no podemos eludir el desaf?o de lo complejo. Ser? necesario, entonces, preguntarse si hay complejidades diferentes y si se puede ligar a esas complejidades en un complejo de complejidades. Ser? necesario, finalmente, ver si hay un modo de pensar, o un m?todo, capaz de estar a la altura del desaf?o de la complejidad. No se trata de retomar la ambici?n del pensamiento simple de controlar y dominar lo real. Se trata de ejercitarse en un pensamiento capaz de tratar, de dialogar, de negociar, con lo real[1].

A la pregunta sobre el pensamiento complejo, tambi?n entones sobre la comprensi?n de la complejidad, Morin descarta apreciaciones prematuras:

Habr? que disipar dos ilusiones que alejan a los esp?ritus del problema del pensamiento complejo. La primera es creer que la complejidad conduce a la eliminaci?n de la simplicidad. Por cierto que la complejidad aparece all? donde el pensamiento simplificador falla, pero integra en s? misma todo aquello que pone orden, claridad, distinci?n, precisi?n en el conocimiento. Mientras que el pensamiento simplificador desintegra la complejidad de lo real, el pensamiento complejo integra lo m?s posible los modos simplificadores de pensar, pero rechaza las consecuencias mutilantes, reduccionistas, unidimensionalizantes y finalmente cegadoras de una simplificaci?n que se toma por reflejo de aquello que hubiere de real en la realidad.

La segunda ilusi?n es la de confundir complejidad con completud. Ciertamente, la ambici?n del pensamiento complejo es rendir cuenta de las articulaciones entre dominios disciplinarios quebrados por el pensamiento disgregador (uno de los principales aspectos del pensamiento simplificador); ?ste a?sla lo que separa, y oculta todo lo que religa, interact?a, interfiere. En este sentido el pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional. Pero sabe, desde el comienzo, que el conocimiento completo es imposible: uno de los axiomas de la complejidad es la imposibilidad, incluso te?rica, de una omnisciencia. Hace suya la frase de Adorno ?la totalidad es la no-verdad?. Implica el reconocimiento de un principio de incompletud y de incertidumbre. Pero implica tambi?n, por principio, el reconocimiento de los lazos entre las entidades que nuestro pensamiento debe necesariamente distinguir, pero no aislar, entre s?. Pascal hab?a planteado, correctamente, que todas las cosas son ?causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y que todas (subsisten) por un lazo natural e insensible que liga a las m?s alejadas y a las m?s diferentes?. As? es que el pensamiento complejo est? animado por una tensi?n permanente entre la aspiraci?n a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento[2].

Volviendo a la pregunta sobre el pensamiento complejo y tambi?n sobre la complejidad, redundando en la pregunta, ?se puede abordar la complejidad a partir de la articulaci?n multidisciplinar? Otra pregunta: ?Se trata de un acontecimiento m?s fuerte, de una manera de abordar distinta a la efectuada por la anal?tica de las ciencias, distinta, incluso, a reuni?n multidisciplinaria? Vamos a buscar las respuestas a estas preguntas en la exposici?n de Morin.

En el apartado La inteligencia ciega Edgar Morin escribe:

Hemos adquirido conocimientos sin precedentes sobre el mundo f?sico, biol?gico, psicol?gico, sociol?gico. La ciencia ha hecho reinar, cada vez m?s, a los m?todos de verificaci?n emp?rica y l?gica. Mitos y tinieblas parecen ser rechazados a los bajos fondos del esp?ritu por las luces de la Raz?n. Y, sin embargo, el error, la ignorancia, la ceguera, progresan, por todas partes, al mismo tiempo que nuestros conocimientos. Nos es necesaria una toma de conciencia radical:

1) La causa profunda del error no est? en el error de hecho (falsa percepci?n), ni en el error l?gico (incoherencia), sino en el modo de organizaci?n de nuestro saber en sistemas de ideas (teor?as, ideolog?as);

2) Hay una nueva ignorancia ligada al desarrollo mismo de la ciencia;

3) Hay una nueva ceguera ligada al uso degradado de la raz?n;

4) Las amenazas m?s graves que enfrenta la humanidad est?n ligadas al progreso ciego e incontrolado del conocimiento (armas termonucleares, manipulaciones de todo orden, desarreglos ecol?gicos, etc.)[3].

?Es el desarrollo de las ciencias y las tecnolog?as, las que han iluminado los caminos recorridos, las mismas que, ahora, han ocasionado nuevas cegueras? Sobre todo el desarrollo o la forma de desarrollo y organizaci?n de estas ciencias y tecnolog?as han llevado a la humanidad a errores e incomprensiones alarmantes. A prop?sito, Morin escribe:

Todo conocimiento opera mediante la selecci?n de datos significativos y rechazo de datos no significativos: separa (distingue o desarticula) y une (asocia, identifica); jerarquiza (lo principal, lo secundario) y centraliza (en funci?n de un n?cleo de nociones maestras). Estas operaciones, que utilizan la l?gica, son de hecho comandadas por principios ?supra-l?gicos? de organizaci?n del pensamiento o paradigmas, principios ocultos que gobiernan nuestra visi?n de las cosas y del mundo sin que tengamos conciencia de ello[4].

?Cu?les son estos principios supra-l?gicos? ?Articulaciones e integraciones din?micas de la complejidad? Eso parece ser, considerando la exposici?n de Morin. En el apartado La patolog?a del saber, la inteligencia ciega, Morin escribe:

Vivimos bajo el imperio de los principios de disyunci?n, reducci?n y abstracci?n, cuyo conjunto constituye lo que llamo el ?paradigma de simplificaci?n?. Descartes formul? ese paradigma maestro de Occidente, desarticulando al sujeto pensante (ego cogitans) y a la cosa extensa (res extensa), es decir filosof?a y ciencia, y postulando como principio de verdad a las ideas ?claras y distintas?, es decir, al pensamiento disyuntor mismo. Este paradigma, que controla la aventura del pensamiento occidental desde el siglo XVII, ha permitido, sin duda, los enormes progresos del conocimiento cient?fico y de la reflexi?n filos?fica; sus consecuencias nocivas ulteriores no se comienzan a revelar hasta el siglo xx[5].

Como se puede ver, el autor desprende la cr?tica al paradigma operativo de la simplificaci?n, que busca reducir la complejidad, para lograr el entendimiento. Esta reducci?n se efect?a por diversos m?todos, procedimientos y teor?as.

Edgar Morin contin?a la exposici?n:

Tal disyunci?n, enrareciendo las comunicaciones entre el conocimiento cient?fico y la reflexi?n filos?fica, habr?a finalmente de privar a la ciencia de toda posibilidad de conocerse, de reflexionar sobre s? misma, y aun de concebirse cient?ficamente a s? misma. M?s a?n, el principio de disyunci?n ha aislado radicalmente entre s? a los tres grandes campos del conocimiento cient?fico: la F?sica, la Biolog?a, la ciencia del hombre. La ?nica manera de remediar esta disyunci?n fue a trav?s de otra simplificaci?n: la reducci?n de lo complejo a lo simple (reducci?n de lo biol?gico a lo f?sico, de lo humano a lo biol?gico). Una h?per-especializaci?n habr?a a?n de desgarrar y fragmentar el tejido complejo de las realidades, para hacer creer que el corte arbitrario operado sobre lo real era lo real mismo. Al mismo tiempo, el ideal del conocimiento cient?fico cl?sico era descubrir, detr?s de la complejidad aparente de los fen?menos, un Orden perfecto legislador de una m?quina perfecta (el cosmos), hecha ella misma de micro-elementos (los ?tomos) diversamente reunidos en objetos y sistemas[6].

Si bien las ciencias logran, a trav?s de sus especializaciones, conocimiento anal?tico, pierden de vista los conjuntos de interrelaciones que no logran ver. Las ciencias iluminan; pero, tambi?n enceguecen.

Un de las conclusiones que saca Morin es la siguiente:

Tal conocimiento fundar?a su rigor y su operacionalidad, necesariamente, sobre la medida y el c?lculo; pero la matematizaci?n y la formalizaci?n han desintegrado, m?s y m?s, a los seres y a los existentes por considerar realidades nada m?s que a las f?rmulas y a las ecuaciones que gobiernan a las entidades cuantificadas. Finalmente, el pensamiento simplificante es incapaz de concebir la conjunci?n de lo uno y lo m?ltiple (unitas multiplex). O unifica abstractamente anulando la diversidad o, por el contrario, yuxtapone la diversidad sin concebir la unidad.[7]

Las ciencias extienden su anal?tica hacia la matematizaci?n de sus explicaciones. Se logra entonces conmensurar; por medio de la medida obtener indicadores que sustituyen a las relaciones efectivas.

En relaci?n a lo anterior, otra conclusi?n que saca Morin es la siguiente:

As? es que llegamos a la inteligencia ciega. La inteligencia ciega destruye los conjuntos y las totalidades, a?sla todos sus objetos de sus ambientes. No puede concebir el lazo inseparable entre el observador y la cosa observada. Las realidades clave son desintegradas. Pasan entre los hiatos que separan a las disciplinas. Las disciplinas, las ciencias humanas, no necesitan m?s de la noci?n de hombre. Y los ciegos pedantes concluyen que la existencia del hombre es s?lo ilusoria. Mientras los medios producen la cretinizaci?n vulgar, la Universidad produce la cretinizaci?n de alto nivel. La metodolog?a dominante produce oscurantismo porque no hay m?s asociaci?n entre los elementos disjuntos del saber y, por lo tanto, tampoco posibilidad de engranarlos y de reflexionar sobre ellos[8].

El saber circunscrito de las ciencias termina ignorando la complejidad, que podemos considerarla como sin?nimo de realidad.

Morin llega a la pregunta fundamental:

?Qu? es la complejidad? A primera vista la complejidad es un tejido (complexus: lo que est? tejido en conjunto) de constituyentes heterog?neos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo m?ltiple. Al mirar con m?s atenci?n, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenom?nico. As? es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambig?edad, la incertidumbre… De all? la necesidad, para el conocimiento, de poner orden en los fen?menos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de quitar ambig?edad, clarificar, distinguir, jerarquizar… Pero tales operaciones, necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera si eliminan a los otros caracteres de lo complejo; y, efectivamente, como ya lo he indicado, nos han vuelto ciegos[9].

La complejidad se da como tejidos entrelazados de fen?menos plurales; se presenta de una manera abigarrada, por as? decirlo. En perspectiva, Morin considera que en la actualidad se da un retorno de la la noci?n y el concepto de complejidad:

Pero la complejidad ha vuelto a las ciencias por la misma v?a por la que se hab?a ido. El desarrollo mismo de la ciencia f?sica, que se ocupaba de revelar el Orden impecable del mundo, su determinismo absoluto y perfecto, su obediencia a una Ley ?nica y su constituci?n de una materia simple primigenia (el ?tomo), se ha abierto finalmente a la complejidad de lo real. Se ha descubierto en el universo f?sico un principio hemorr?gico de degradaci?n y de desorden (segundo principio de la Termodin?mica); luego, en el supuesto lugar de la simplicidad f?sica y l?gica, se ha descubierto la extrema complejidad microf?sica; la part?cula no es un ladrillo primario, sino una frontera sobre una complejidad tal vez inconcebible; el cosmos no es una m?quina perfecta, sino un proceso en v?as de desintegraci?n y, al mismo tiempo, de organizaci?n. Finalmente, se hizo evidente que la vida no es una sustancia, sino un fen?meno de auto-eco-organizaci?n extraordinariamente complejo que produce la autonom?a. Desde entonces es evidente que los fen?menos antropo-sociales no podr?an obedecer a principios de inteligibilidad menos complejos que aquellos requeridos para los fen?menos naturales. Nos hizo falta afrontar la complejidad antropo-social en vez de disolverla u ocultarla. La dificultad del pensamiento complejo es que debe afrontar lo entramado (el juego infinito de ?nter-retroacciones), la solidaridad de los fen?menos entre s?, la bruma, incertidumbre, la contradicci?n. Pero nosotros podemos elaborar algunos de los ?tiles conceptuales, algunos de los principios, para esa aventura, y podemos entrever el aspecto del nuevo paradigma de complejidad que debiera emerger[10].

No hay una sola complejidad, sino muchas, hay complejidades m?s complejas, una de ellas es la complejidad antropo-social. Haciendo el balance Morin escribe:

Ya he se?alado, en tres vol?menes de El M?todo, algunos de los ?tiles conceptuales que podemos utilizar. As? es que, habr?a que sustituir al paradigma de disyunci?n/ /reducci?n/unidimensionalizaci?n por un paradigma de distinci?n/conjunci?n que permita distinguir sin desarticular, asociar sin identificar o reducir. Ese paradigma comportar?a un principio dial?gico y trans-l?gico, que integrar?a la l?gica cl?sica teniendo en cuenta sus l?mites de facto (problemas de contradicciones) y de jure (l?mites del formalismo). Llevar?a en s? el principio de la unitas multiplex, que escapa a la unidad abstracta por lo alto (holismo) y por lo bajo (reduccionismo). Mi prop?sito aqu? no es el de enumerar los ?mandamientos? del pensamiento complejo que he tratado de desentra?ar, sino el de sensibilizarse a las enormes carencias de nuestro pensamiento, y el de comprender que un pensamiento mutilante conduce, necesariamente, a acciones mutilantes. Mi prop?sito es tomar conciencia de la patolog?a contempor?nea del pensamiento. La antigua patolog?a del pensamiento daba una vida independiente a los mitos y a los dioses que creaba. La patolog?a moderna del esp?ritu est? en la h?per-simplificaci?n que ciega a la complejidad de lo real. La patolog?a de la idea est? en el idealismo, en donde la idea oculta a la realidad que tiene por misi?n traducir, y se toma como ?nica realidad. La enfermedad de la teor?a est? en el doctrinarismo y en el dogmatismo, que cierran a la teor?a sobre ella misma y la petrifica. La patolog?a de la raz?n es la racionalizaci?n, que encierra a lo real en un sistema de ideas coherente, pero parcial y unilateral, y que no sabe que una parte de lo real es irracionalizable, ni que la racionalidad tiene por misi?n dialogar con lo irracionalizable[11].

Morin avanza a desanudar los nudos de la complejidad a partir de la cr?tica a las patolog?as del pensamiento, patolog?as que encierran y enclaustran al pensamiento en s? mismo, quedando mutilado, incapaz de comprender la complejidad de la existencia parad?jica.

El dise?o y el designio complejos

Salir del paradigma de la simplificaci?n es tanto abrirse a la complejidad como aprender de las singularidades de esa complejidad. Por eso Morin dice:

La ciencia del hombre no tiene fundamento alguno que enra?ce al fen?meno humano en el universo natural, ni m?todo apto para aprehender la extrema complejidad que lo distingue de todo otro fen?meno natural conocido. Su estructura explicativa es a?n la de la f?sica del siglo XIX, y su ideolog?a impl?cita es siempre la del Cristianismo y el Humanismo occidentales: la sobre-naturalidad del Hombre. Que se entienda desde ahora mi camino: es un movimiento sobre dos frentes, aparentemente divergentes, antagonistas, pero inseparables ante mis ojos; se trata, ciertamente, de reintegrar al hombre entre los otros seres naturales para distinguirlo, pero no para reducirlo. Se trata, en consecuencia, de desarrollar al mismo tiempo una teor?a, una l?gica, una epistemolog?a de la complejidad que pueda resultarle conveniente al conocimiento del hombre. Por lo tanto lo que se busca aqu? es la unidad del hombre y, al mismo tiempo, la teor?a de la m?s alta complejidad humana. Es un principio de ra?ces profundas cuyos desarrollos se ramifican cada vez m?s alto en el follaje. Yo me sit?o, entonces, bien por afuera de dos clanes antagonistas, uno que borra la diferencia reduci?ndola a la unidad simple, otro que oculta la unidad porque no ve m?s que la diferencia: bien por afuera, pero tratando de integrar la verdad de uno y otro, es decir, de ir m?s all? de la alternativa[12].

En el paradigma de la simplificaci?n son evidentes dos procedimientos antag?nicos; uno, que borra la diferencia, otro, que s?lo toma en cuenta la diferencia. No logran comprender la relaci?n integral entre unidad y diferencia. Las ciencias retornan a la complejidad con las teor?as de sistemas:

Aqu?l que penetra en ella, revela al menos tres facetas, tres direcciones contradictorias. Hay un sistemismo fecundo que lleva en s? un principio de complejidad; hay un sistemismo vago y plano, fundado sobre la repetici?n de algunas verdades as?pticas primeras (?hol?sticas?) que nunca llegaran a ser operantes; est?, finalmente, el system analysis, que es el equivalente sist?mico del engineering cibern?tico, pero mucho menos fiable, y que transforma el sistemismo en su contrario, es decir, como el t?rmino analysis indica, en operaciones reduccionistas[13].

Sin embargo, no todas las teor?as de sistemas tienen el mismo alcance, las que logran mayor alcance, aquellas que podemos llamarlas teor?as de la complejidad, son denominadas teor?as sist?micas fecundas; por debajo de ?stas est?n las teor?as que expresan una concepci?n vaga de complejidad; por ?ltimo, est?n las teor?as anal?ticas u operativas de sistemas, cuyo referente es, mas bien, la m?quina. En este sentido, Morin escribe:

El sistemismo tiene, en principio, los mismos aspectos fecundos que la Cibern?tica (?sta, refiri?ndose al concepto de m?quina, conserva en la abstracci?n algo de su origen concreto y emp?rico). La virtud sist?mica es:

a) haber puesto en el centro de la teor?a, con la noci?n de sistema, no una unidad elemental discreta, sino una unidad compleja, un ?todo? que no se reduce a la ?suma? de sus partes constitutivas;

b) haber concebido la noci?n de sistema, no como una noci?n ?real?, ni como una noci?n puramente formal, sino como una noci?n ambigua o fantasma;

c) situarse en un nivel transdisciplinario que permite concebir, al mismo tiempo, tanto la unidad como la diferenciaci?n de las ciencias, no solamente seg?n la naturaleza material de su objeto, sino tambi?n seg?n los tipos y las complejidades de los fen?menos de asociaci?n/organizaci?n. En este ?ltimo sentido, el campo de la Teor?a de Sistemas es, no solamente m?s amplio que el de la Cibern?tica, sino de una amplitud que se extiende a todo lo cognoscible[14].

Las teor?as de sistemas tienen la virtud de comprender los campos de estudio a partir de la perspectiva de sistema; por otra parte, el concepto de sistema no pretende ser real, sino es un concepto metodol?gico. La manera de armar el sistema es transdisciplinaria y multidisciplinaria.

El sistema abierto

Un avance importante de las teor?as de sistemas es haber pasado de la idea de sistemas cerrados a la idea, m?s rica, de sistemas abiertos. Edgar Morin escribe:

La de sistema abierto es, originalmente, una noci?n termodin?mica, cuyo car?cter primario era el de permitir circunscribir, de manera negativa, el campo de aplicaci?n del segundo principio, que requiere la noci?n de sistema cerrado, es decir, que no dispone de una fuente energ?tica material exterior a s? mismo. Tal definici?n no hubiera ofrecido inter?s alguno si no fuera que se pod?a, a partir de all?, considerar a un cierto n?mero de sistemas f?sicos (la llama de una vela, el remolino de un r?o alrededor del pilar de un puente) y, sobre todo, a los sistemas vivientes, como sistemas cuya existencia y estructura dependen de una alimentaci?n exterior y, en el caso de los sistemas vivientes, no solamente material-energ?tica, sino tambi?n organizacional-informacional. Esto significa:

a) que se constituy? un puente entre la Termodin?mica y la ciencia de lo viviente;

b) que una idea nueva se ha desarrollado, que se opone a las nociones f?sicas de equilibrio/desequilibrio, y que est? m?s all? de una y otra, conteni?ndolas, en un sentido[15].

Al pasar a la concepci?n de sistemas abiertos, la misma teor?a sal?a, tambi?n, de los esquematismos dualistas; ya no se pod?a oponer equilibrio a desequilibrio, orden a desorden. Se avanz? entonces a un pensamiento complejo. El pensamiento complejo es un pensamiento din?mico, que parte del desequilibro y comprende que la organizaci?n aparece como las actividades, las operaciones, que construyen el equilibrio. Por otra parte, al no ser el sistema cerrado, al estar expuesto a su apertura, el ambiente del sistema, lo que com?nmente se llama entorno, forma parte del sistema mismo, es intr?nseco al sistema. Por eso Morin escribe:

Dos consecuencias capitales se desprenden, entonces, de la idea de sistema abierto: la primera es que las leyes de organizaci?n de lo viviente no son de equilibrio; sino de desequilibrio, retomado o compensado, de dinamismo estabilizado. Vamos a preparar el terreno para esas ideas. La segunda consecuencia, quiz? m?s importante a?n, es que la inteligibilidad del sistema debe encontrarse no solamente en el sistema mismo, sino tambi?n en su relaci?n con el ambiente, y esa relaci?n no es una simple dependencia, sino que es constitutiva del sistema[16].

El pensamiento complejo devela m?ltiples interacciones entre el sistema y su ambiente, interacciones materiales, interacciones energ?ticas, interacciones informativas, interacciones de interpretaci?n, interacciones organizacionales. En este sentido, la complejidad aparece como aleatoria y determinada, a la vez.

Finalmente, siendo la relaci?n fundamental entre los sistemas abiertos y el eco-sistema de orden material-energ?tico y, a la vez, organizacional/informacional, se podr?a tratar de comprender el car?cter al mismo tiempo determinado y aleatorio de la relaci?n eco-sist?mica[17].

Las teor?as de sistemas dieron lugar a las teor?as sist?micas de la informaci?n, que abordaron la comunicaci?n de una manera compleja. En colaboraci?n se acudi? a la teor?a de las probabilidades, la que encuentra regularidades en el azar, cuando se observan grandes n?meros, quedando la aleatoriedad contingente en la escala restringida. Sin embargo, la informaci?n, la decodificaci?n de la informaci?n, requiere para su comprensi?n sist?mica de entender que se trata de programas portadores de informaci?n.

La informaci?n surgi? con Hartley y, sobre todo, con Shannon y Weawer, en su aspecto, por una parte, comunicacional (se trataba de la transmisi?n de mensajes y se ha encontrado integrada en una Teor?a de la Comunicaci?n); por otra parte, en su aspecto estad?stico (basado en la probabilidad o, m?s bien, la improbabilidad de aparici?n de tal o cual unidad elemental portadora de informaci?n, o binary digit, bit). Su primer campo de aplicaci?n fue su campo de emergencia: la Telecomunicaci?n. Pero muy r?pidamente la transmisi?n de informaci?n tom?, con la Cibern?tica, un sentido organizacional: de hecho, un ?programa? portador de informaci?n no hace m?s que comunicar un mensaje a un ordenador que computa cierto n?mero de operaciones[18].

Podemos decir que las teor?as sist?micas m?s complejas son las que comprenden los sistemas autopoi?ticos. Cuando se estudiaron los fen?menos biol?gicos desde una perspectiva sist?mica, se requiri? avanzar a la comprensi?n de sistemas vivos, capaces de autocreaci?n.

M?s asombrosa a?n fue la posibilidad de extrapolar muy heur?sticamente la teor?a al dominio biol?gico. Desde que se estableci? que la autorreproducci?n de la c?lula (o del organismo) pod?a ser concebida a partir de una duplicaci?n de un material gen?tico o ADN, desde que se concibi? que el ADN constitu?a una suerte de doble h?lice cuyos escalones estaban formados por cuasi-signos qu?micos cuyo conjunto pod?a constituir un cuasi-mensaje hereditario, la reproducci?n pod?a entonces ser concebida como la copia de un mensaje, es decir, una emisi?n-recepci?n incorporable al cuadro de la Teor?a de la Comunicaci?n: uno pod?a asimilar cada uno de los elementos qu?micos a unidades discretas desprovistas de sentido (como los fonemas o las letras del alfabeto), combin?ndose en unidades complejas dotadas de sentido (como las palabras). M?s a?n, la mutaci?n gen?tica fue asimilada a un ?ruido? perturbador de la emisi?n del mensaje, y provocador de un ?error? (al menos con respecto al lenguaje originario) en la constituci?n del nuevo mensaje. El mismo esquema informacional pod?a ser aplicado al funcionamiento mismo de la c?lula, donde el ADN constituye una suerte de ?programa? que orienta y gobierna las actividades metab?licas. De ese modo, la c?lula pod?a ser cibernetizada, y el elemento clave de esa explicaci?n cibern?tica se encontraba en la informaci?n. Aqu? tambi?n una teor?a de origen comunicacional era aplicada a una realidad de tipo organizacional. Y, en esa aplicaci?n, hac?a falta considerar a la informaci?n organizacional, ya sea como memoria, ya sea como mensaje, ya sea como programa, o m?s bien como todo eso a la vez. M?s a?n: si la noci?n de informaci?n pod?a, por una parte, integrarse en la noci?n de organizaci?n biol?gica, pod?a, por otra parte, ligar de manera sorprendente a la Termodin?mica, es decir a la F?sica, y a la Biolog?a[19].

Los sistemas autopoi?ticos suponen una alta complejidad; la vida manifiesta de las mayores complejidades, pues manifiesta actividades diferenciales m?ltiples, entrelazadas, din?micas y simult?neas. La vida supone programa, capacidad de retener informaci?n, transferir informaci?n, transmitir informaci?n y decodificar informaci?n, que se da como si circulara un leguaje qu?mico, por as? decirlo. La vida retiene la informaci?n y la procesa como memoria sensible, responde, por medio de esta din?mica informativa, como organizaci?n, es decir, neguentrop?a.

En efecto, el segundo principio de la Termodin?mica hab?a sido formulado mediante una ecuaci?n de probabilidad que expresaba la tendencia a la entrop?a, es decir, al crecimiento, en el seno del sistema, del desorden por sobre el orden, de lo desorganizado por sobre lo organizado. Al mismo tiempo, se hab?a se?alado que la ecuaci?n shannoniana de la informaci?n (H=KlnP) era como el reflejo, el negativo, de la ecuaci?n de la entrop?a (S=KlnP), en el sentido de que la entrop?a crece de manera inversa a la informaci?n. De all? la idea explicitada por Brillouin de que hab?a una equivalencia entre la informaci?n y la entrop?a negativa o neguentrop?a. Es decir que la neguentrop?a no es nada m?s que el desarrollo de la organizaci?n, de la complejidad. Reencontramos aqu? de nuevo el lazo entre organizaci?n e informaci?n, sumado a un fundamento te?rico que permite aprehender el ligamen y la ruptura entre el orden f?sico y el orden viviente[20].

La vida es neguentrop?a, es decir organizaci?n; esta organizaci?n se da en el contexto de la entrop?a. La entrop?a es como el sustrato de donde emerge la neguentrop?a; es decir, la organizaci?n, la vida. En este sentido, la entrop?a es inherente, tambi?n, a la vida. La entrop?a no es opuesta a la neguentrop?a, como le pareciera al esquematismo dualista, sino que forman parte de la paradoja de la vida misma.

El organismo es tambi?n una m?quina en el sentido en que ese t?rmino significa totalidad organizada, pero de un tipo diferente al de las m?quinas artificiales, ya que la alternativa al reduccionismo no est? en un principio vital, sino en una realidad organizacional viviente. Vemos aqu? hasta qu? punto estamos totalmente desfasados con respecto a las alternativas tradicionales: m?quina/organismo, vitalismo/reduccionismo[21].

El referente de la teor?a de sistemas ha dejado de ser la m?quina, es ahora la c?lula, el organismo; aunque se puede considerar que se trata de una m?quina viviente, por lo tanto capaz de auto-crearse. Con esto tampoco habr?a oposici?n, como en el esquematismo dualista, entre m?quina y organismo, entre una perspectiva vitalista y una perspectiva anal?tica. Forman parte de la din?mica organizacional de la vida, as? como de la din?mica de la interpretaci?n compleja.

La auto-organizaci?n

Con el concepto de sistema autopoi?tico se ingresa propiamente al pensamiento complejo. Se conjunciona esta interpretaci?n biol?gica con la teor?a del caos y la ecolog?a, llegando as? a lo que llamamos teor?as de la complejidad.

La organizaci?n viviente, es decir la auto-organizaci?n, est? m?s all? de las posibilidades actuales de aprehensi?n de la Cibern?tica, la Teor?a de Sistemas, la Teor?a de la Informaci?n (por supuesto, del Estructuralismo…) y aun del concepto mismo de organizaci?n, tal como aparece en su desarrollo m?s avanzado, en Piaget, donde permanece ciego a su peque?o prefijo recursivo ?auto? cuya importancia tanto fenom?nica como epistemol?gica se nos revelar? como capital[22].

A prop?sito de este desplazamiento desde la teor?a sist?mica autopoi?tica hacia las teor?as de la complejidad, se pueden hacer algunas anotaciones:

1. Para empezar, Schr?dinger puso de relieve desde 1945 la paradoja de la organizaci?n viviente, que no parece obedecer al segundo principio de la Termodin?mica.

2. Von Neumann inscribi? la paradoja en la diferencia entre la m?quina viviente (auto-organizadora) y la m?quina artefacto (simplemente organizada). En efecto, la m?quina artefacto est? constituida por elementos extremadamente fiables (un motor de coche, por ejemplo, est? constituido por piezas verificadas, y hechas de la materia m?s duradera y m?s resistente posible en funci?n del trabajo que deben realizar). De todos modos, la m?quina, en su conjunto, es mucho menos fiable que cada uno de sus elementos tomados aisladamente. En efecto, basta una alteraci?n en uno de sus constituyentes para que el conjunto se trabe, deje de funcionar, y no pueda repararse m?s que a trav?s de una intervenci?n exterior (el mec?nico)[23].

Por el contrario, otro es el caso con la m?quina viviente (auto-organizada). Sus componentes son muy poco confiables: son mol?culas que se degradan muy r?pidamente, y todos los ?rganos est?n, evidentemente, constituidos por esas mol?culas; al mismo tiempo, vemos que en un organismo las mol?culas, como las c?lulas, mueren y se renuevan, a tal punto que un organismo permanece id?ntico a s? mismo aunque todos sus constituyentes se hayan renovado. Hay, por lo tanto, opuestamente al caso de la m?quina artificial, gran confiabilidad del conjunto y d?bil confiabilidad de los constituyentes[24].

El pensamiento complejo, como dijimos, est? m?s all? de los esquematismos dualistas, se trata de un pensamiento parad?jico, que no separa de la paradoja su composici?n, no la convierte en una apor?a. La paradoja es din?mica, integral y articulada en su dinamismo, tanto existencial como interpretativo.

Esto muestra no solamente la diferencia de naturaleza, de l?gica, entre los sistemas auto-organizados y los otros, sino que muestra tambi?n que hay un lazo consustancial entre desorganizaci?n y organizaci?n compleja, porque el fen?meno de desorganizaci?n (entrop?a) prosigue su curso en lo viviente, m?s r?pidamente a?n que en la m?quina artificial; pero, de manera inseparable, est? el fen?meno de reorganizaci?n (neguentrop?a). All? est? el lazo fundamental entre entrop?a y neguentrop?a, que no tiene nada de oposici?n maniquea entre dos entidades contrarias; dicho de otro modo, el lazo entre vida y muerte es mucho m?s estrecho, profundo, que lo que hubi?ramos alguna vez podido, metaf?sicamente, imaginar. La entrop?a, en un sentido, contribuye a la organizaci?n que tiende a arruinar y, como veremos, el orden auto-organizado no puede complejizarse m?s que a partir del desorden o, m?s a?n, a partir del ?ruido? (von Foerster), porque estamos en un orden informacional[25].

La paradoja, el dinamismo parad?jico, es inherente a la vida. A prop?sito Edgar Morin escribe:

Ese es un fundamento de la auto-organizaci?n, y el car?cter parad?jico de esta proposici?n nos muestra que el orden de lo viviente no es simple, no depende de la l?gica que aplicamos a todas las cosas mec?nicas, sino que postula una l?gica de la complejidad.

Una tercera anotaci?n sobre este desplazamiento al pensamiento complejo es la siguiente:

3. La idea de auto-organizaci?n opera una gran mutaci?n en el status ontol?gico del objeto, que va m?s all? de la ontolog?a cibern?tica[26].

Las consecuencias son:

a) Ante todo, el objeto es fenom?nicamente individual, lo que constituye una ruptura con los objetos estrictamente f?sicos dados en la naturaleza. La f?sico-qu?mica estudia, por una parte, las leyes generales que rigen a esos objetos y, por otra parte, sus unidades elementales, la mol?cula, el ?tomo, que est?n a partir de all? aislados de su contexto fenom?nico (es decir, que hay disociaci?n del ambiente, juzgado siempre como prescindible). Los objetos fenom?nicos del universo estrictamente f?sico-qu?mico no tienen un principio de organizaci?n interno. Por el contrario, para los objetos auto-organizadores, hay adecuaci?n total entre la forma fenom?nica y el principio de organizaci?n. Ese aspecto, tambi?n en este caso, disocia las perspectivas entre lo viviente y lo no viviente. Ciertamente, el objeto cibern?tico, trat?ndose de la m?quina artificial, dispone de una organizaci?n ligada a su principio de organizaci?n; pero ese principio de organizaci?n es externo, es debido al hombre. Es aqu? que la individualidad del sistema viviente se distingue de aquella de otros sistemas cibern?ticos.

b) En efecto, est? dotado de autonom?a, autonom?a ciertamente relativa, debemos recordarnos (sin cesar), pero autonom?a organizacional, organ?smica y existencial. La auto-organizaci?n es, efectivamente, una meta-organizaci?n con respecto a los ?rdenes de organizaci?n preexistentes, con respecto, evidentemente, a aquellos de las m?quinas artificiales. Esa extra?a relaci?n, esta coincidencia entre lo meta y lo auto merece meditaci?n. En este caso, somos llevados a inocular en el objeto, mucho m?s profundamente que lo que lo hac?a la Cibern?tica, algunos de los privilegios que, hasta ahora, eran del sujeto, lo que nos permite, al mismo tiempo, entrever c?mo la subjetividad humana puede encontrar sus fuentes, sus ra?ces, en el as? llamado mundo ?objetivo?. Pero, al mismo tiempo que el sistema auto-organizador se desprende del ambiente y se distingue de ?l, y de all? su autonom?a y su individualidad, se liga tanto m?s a ese ambiente al incrementar la apertura y el intercambio que acompa?an a todo progreso de la complejidad: es auto-eco-organizador. Mientras que el sistema cerrado no tiene nada de individualidad, ni de intercambios con el exterior, y establece relaciones muy pobres con el ambiente, el sistema auto-eco-organizador tiene su individualidad misma ligada a relaciones muy ricas, aunque dependientes, con el ambiente. Si bien m?s aut?nomo, est? menos aislado. Necesita alimentos, materia/energ?a, pero tambi?n informaci?n, orden (Schr?dinger). El ambiente est?, de pronto, dentro de ?l y, como veremos, juega un rol co-organizador. El sistema auto-eco-organizador no puede, entonces, bastarse a s? mismo, no puede ser totalmente l?gico m?s que introduciendo, en s? mismo, al ambiente ajeno. No puede completarse, cerrarse, bastarse a s? mismo[27].

El acontecimiento, que es complejidad, multiplicidad de singularidades entrelazadas, comprende los ?mbitos donde est?n insertas las singularidades y, a la vez, las multiplicidades donde bullen estas singularidades, sus asociaciones, sus composiciones, el juego parad?jico del azar y la necesidad.

La complejidad

Llegamos a la definici?n de complejidad. Edgar Morin escribe:

La idea de complejidad estaba mucho m?s diseminada en el vocabulario com?n que en el cient?fico. Llevaba siempre una connotaci?n de advertencia al entendimiento, una puesta en guardia contra la clarificaci?n, la simplificaci?n, la reducci?n demasiado r?pida. De hecho, la complejidad ten?a tambi?n delimitado su terreno, pero sin la palabra misma, en la Filosof?a: en un sentido, la dial?ctica, y en el terreno l?gico, la dial?ctica hegeliana, eran su dominio, porque esa dial?ctica introduc?a la contradicci?n y la transformaci?n en el coraz?n de la identidad. En ciencia, sin embargo, la complejidad hab?a surgido sin decir a?n su nombre, en el siglo XX, en la micro-f?sica y en la macro-f?sica. La microf?sica abr?a una relaci?n compleja entre el observador y lo observado, pero tambi?n una noci?n m?s que compleja, sorprendente, de la part?cula elemental que se presenta al observador ya sea como onda, ya como corp?sculo. Pero la microf?sica era considerada como caso l?mite, como frontera… y se olvidaba que esa frontera conceptual concern?a de hecho a todos los fen?menos materiales, incluidos los de nuestro propio cuerpo y los de nuestro propio cerebro. La macro-f?sica, a su vez, hac?a depender a la observaci?n del lugar del observador y complejizaba las relaciones entre tiempo y espacio concebidas, hasta entonces, como esencias trascendentes e independientes.

Pero esas dos complejidades micro y macro-f?sicas eran rechazadas a la periferia de nuestro universo, si bien se ocupaban de fundamentos de nuestra physis y de caracteres intr?nsecos de nuestro cosmos. Entre ambas, en el dominio f?sico, biol?gico, humano, la ciencia reduc?a la complejidad fenom?nica a un orden simple y a unidades elementales. Esa simplificaci?n, repit?moslo, hab?a nutrido al impulso de la ciencia occidental desde el siglo XVII hasta fines del siglo XIX. En el siglo XIX y a comienzos del XX, la estad?stica permiti? tratar la interacci?n, la interferencia. Se trat? de refinar, de trabajar variancia y covariancia, pero siempre de un modo insuficiente, y siempre dentro de la misma ?ptica reduccionista que ignora la realidad del sistema abstracto de donde surgen los elementos a considerar. Es con Wiener y Ashby, los fundadores de la Cibern?tica, que la complejidad entra verdaderamente en escena en la ciencia. Es con von Neumann que, por primera vez, el car?cter fundamental del concepto de complejidad aparece enlazado con los fen?menos de auto-organizaci?n. ?Qu? es la complejidad? A primera vista, es un fen?meno cuantitativo, una cantidad extrema de interacciones e interferencias entre un n?mero muy grande de unidades. De hecho, todo sistema auto-organizador (viviente), hasta el m?s simple, combina un n?mero muy grande de unidades, del orden del bill?n, ya sean mol?culas en una c?lula, c?lulas en un organismo (m?s de diez billones de c?lulas en el cerebro humano, m?s de treinta billones en el organismo). Pero la complejidad no comprende solamente cantidades de unidades e interacciones que desaf?an nuestras posibilidades de c?lculo; comprende tambi?n incertidumbres, indeterminaciones, fen?menos aleatorios. En un sentido, la complejidad siempre est? relacionada con el azar. De este modo, la complejidad coincide con un aspecto de incertidumbre, ya sea en los l?mites de nuestro entendimiento, ya sea inscrita en los fen?menos. Pero la complejidad no se reduce a la incertidumbre, es la incertidumbre en el seno de los sistemas ricamente organizados. Tiene que ver con los sistemas semi-aleatorios cuyo orden es inseparable de los azares que incluyen. La complejidad est? as? ligada a una cierta mezcla de orden y de desorden, mezcla ?ntima, a diferencia del orden desorden estad?stico, donde el orden (pobre y est?tico) reina a nivel de las grandes poblaciones, y el desorden (pobre, por pura indeterminaci?n) reina a nivel de las unidades elementales. Cuando la Cibern?tica reconoci? la complejidad fue para rodearla, para ponerla entre par?ntesis, pero sin negarla: era el principio de la caja negra (black-box); se consideraban las entradas en el sistema (inputs) y las salidas (outputs), lo que permit?a estudiar los resultados del funcionamiento de un sistema, la alimentaci?n que necesitaba, relacionar inputs y outputs, sin entrar, sin embargo, en el misterio de la caja negra. Pero el problema te?rico de la complejidad es el de la posibilidad de entrar en las cajas negras. Es el de considerar la complejidad organizacional y la complejidad l?gica. En este caso, la dificultad no est? solamente en la renovaci?n de la concepci?n del objeto, sino que est? en revertir las perspectivas epistemol?gicas del sujeto, es decir, el observador cient?fico; lo propiamente cient?fico era, hasta el presente, eliminar la imprecisi?n, la ambig?edad, la contradicci?n. Pero hace falta aceptar una cierta imprecisi?n y una imprecisi?n cierta, no solamente en los fen?menos, sino tambi?n en los conceptos, y uno de los grandes progresos de las matem?ticas de hoy es el de considerar los fuzzy sets, los conjuntos imprecisos (cf. Abraham Moles, Les sciences de l’imprecis, Du Seuil, 1990). Una de las conquistas preliminares en el estudio del cerebro humano es la de comprender que una de sus superioridades sobre la computadora es la de poder trabajar con lo insuficiente y lo impreciso; hace falta, de ahora en m?s, aceptar una cierta ambig?edad y una ambig?edad cierta (en la relaci?n sujeto/objeto, orden/desorden, auto/hetero-organizaci?n). Hay que reconocer fen?menos inexplicables, como la libertad o la creatividad, inexplicables fuera del cuadro complejo que permite su aparici?n. Von Neumann ha mostrado el acceso l?gico a la complejidad. Trataremos de recorrerlo, pero no somos los due?os de las llaves del reino, y es all? donde nuestro viaje permanecer? inacabado. Vamos a entrever esa l?gica, a partir de ciertas caracter?sticas exteriores, vamos a definir algunos de sus rasgos ignorados, pero no llegaremos a la elaboraci?n de una nueva l?gica, sin saber si ?sta est? fuera de nuestro alcance provisoriamente, o para siempre. Pero de lo que s? estamos persuadidos es que si bien nuestro aparato l?gico-matem?tico actual se adapta a ciertos aspectos de la realidad fenom?nica, no se adapta a los aspectos verdaderamente complejos. Esto significa que debe desarrollarse y superarse en direcci?n a la complejidad. Es all? donde, a pesar de su sentido profundo de la l?gica de la organizaci?n biol?gica, Piaget se detiene a orillas del Rubic?n, y no busca m?s que acomodar la organizaci?n viviente (reducida esencialmente a la regulaci?n), a la formalizaci?n l?gico-matem?tica ya constituida. Nuestra ?nica ambici?n ser? la de pasar el Rubic?n y aventurarnos en las nuevas tierras de la complejidad.

Trataremos de ir, no de lo simple a lo complejo, sino de la complejidad hacia a?n m?s complejidad. Lo simple, repit?moslo, no es m?s que un momento, un aspecto entre muchas complejidades (microf?sica, microf?sica, biol?gica, ps?quica, social). Trataremos de considerar las l?neas, las tendencias de la complejizaci?n creciente, lo que nos permitir?, muy groseramente, determinar los modelos de baja complejidad, mediana complejidad, alta complejidad, en funci?n de desarrollos de la auto-organizaci?n (autonom?a, individualidad, riquezas de relaci?n con el ambiente, aptitudes para el aprendizaje, inventiva, creatividad, etc.). Pero, finalmente, llegaremos a considerar, a partir del cerebro humano, los fen?menos verdaderamente sorprendentes de muy alta complejidad, y a proponer como noci?n nueva y capital para considerar el problema humano, a la hipercomplejidad[28].

?Qu? es la complejidad? Dijimos antes se presenta como abigarrado, usando esta configuraci?n como met?fora, sobre todo por su condici?n barroca, saturada, mezclada y entrelazada. Tambi?n hablamos de efecto collage, para describir la combinaci?n de distintos planos de intensidad, no solo representativos. En los escritos mencionamos la perspectiva m?vil, din?mica y simult?nea de acontecimiento, comprendido como multiplicidad de singularidades entrelazadas. Quiz?s sea este, el de acontecimiento, el concepto m?s complejo en las teor?as de la complejidad. Edgar Morin hace la arqueolog?a del concepto de complejidad, desde su presencia cotidiana en el sentido com?n hasta las elaboraciones m?s apropiadas, pasando por la teor?a de los grandes n?meros, las probabilidades, que estudian y calculan la aleatoriedad. Llega a la idea de incertidumbre, que, de alguna manera, recuerda al concepto de indeterminaci?n; aunque esta vez deviene de la f?sica cu?ntica. De este modo, la complejidad aparece en lo que las ciencias consideraron fronteras, los universos microf?sicas y los universos macrof?sicos. Sin embargo, Edgar Morin considera, que para el pensamiento complejo la complejidad no es ajena, no es fronteriza, sino es inherente a la vida misma. Con lo que asistimos no s?lo a una revoluci?n epistemol?gica, que connota tanto ruptura y desplazamientos epistemol?gicos, sino transformaci?n estructural del pensamiento mismo, que se integra a la complejidad existencial.

[1] Ver de Edgar Morin Introducci?n al pensamiento complejo. https://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/MorinEdgar_Introduccion-al-pensamiento-complejo_Parte1.pdf. P?g. 22.

[2] Ib?dem: P?gs. 22-23.

[3] Ib?dem: P?g. 27.

[4] Ib?dem: P?g. 28.

[5] Ib?dem: P?gs. 29-30.

[6] Ib?dem.

[7] Ib?dem.

[8] Ib?dem. P?gs. 30-31.

[9] Ib?dem. P?g. 32

[10] Ib?dem. P?gs. 31-32.

[11] Ib?dem. P?gs. 33-34.

[12] Ib?dem. P?g. 39.

[13] Ib?dem. P?gs. 41-42.

[14] Ib?dem. P?g. 42.

[15] Ib?dem. P?g. 42.

[16] Ib?dem. P?g. 44.

[17] Ib?dem. P?g. 45.

[18] Ib?dem. P?gs. 47-48.

[19] Ib?dem. P?gs. 48-49.

[20] Ib?dem. P?gs. 48-49.

[21] Ib?dem. P?g. 53.

[22] Ib?dem. P?g. 53.

[23] Ib?dem. P?g. 55.

[24] Ib?dem. P?g. 55.

[25] Ib?dem. P?gs. 55-56.

[26] Ib?dem. P?g. 56.

[27] P?gs. 57-58.

[28] Ib?dem. P?gs. 58-62


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