La autonom?a del movimiento feminista ha sido un posicionamiento pol?tico central, ha implicado que muchas organizaciones feministas y por tanto, parte importante del movimiento desde los 80? y con particular fuerza durante los 90?, se cuestionaran las articulaciones que inclu?an ONG?s, partidos pol?ticos y la pertinencia de exigir derechos a un Estado que estaba ya atravesado por los intereses del capital.
07-03-2019
Por un movimiento de mujeres y feminista que apueste por una transformaci?n radical de la sociedad
Nadia Poblete
Nosotras Decidimos
Sin duda en los ?ltimos a?os el movimiento feminista, en diversos pa?ses se ha situado como uno de los actores sociales m?s convocantes, logrando instalar diferentes problem?ticas asociadas al orden socio pol?tico y sexual que construye el Patriarcado. Desde mitad de la segunda d?cada del siglo presente, en Chile, ha sido notable el aumento de organizaciones feministas, sobre todo en el ?mbito universitario. Tambi?n, comenzaron las movilizaciones masivas, miles de mujeres en la calle movilizadas contra la violencia, contra la educaci?n sexista y a favor del aborto. En Argentina surge la consigna y la organizaci?n Ni Una Menos, las compa?eras realizan un gran y masivo llamado a parar actividades productivas y reproductivas, replicando experiencias hist?ricas como la desarrollada por las islandesas el a?o 1975. Igualmente en Chile, el llamado a huelga, ha sido replicado desde el a?o 2016, con menor impacto que lo sucedido en Argentina, Brasil o Espa?a.
No obstante, a la luz de lo que ha acontecido en estos d?as ad portas 8 de marzo, ese menor impacto de la convocatoria a huelga ha dado paso a diversas acciones que han evidenciado un movimiento activo. El trabajo de las compa?eras de la Coordinaci?n 8M ha logrado articular a muchas mujeres organizadas de distintos territorios, y eso, a lo menos en la Regi?n Metropolitana, ha quedado patente.
En este contexto de avance de la movilizaci?n asociada al feminismo, la decisi?n sobre qu? acciones pol?ticas y cu?les son sus sustentos en pos de fortalecer el movimiento son relevantes. Incluso m?s all? de la masividad o convocatoria que logren, la repercusi?n que pueden tener esas decisiones en la construcci?n de una apuesta pol?tica mayor es fundamental. Se podr?a adelantar, en este caso, que el llamado a movilizarse en un abanico de diversas acciones tendr? un impacto mayor que el llamado a paro o huelga propiamente tal ? dif?cil lograr algo similar a las islandesas: 90% de las mujeres se sum? al paro productivo y reproductivo, cerraron los bancos y varios servicios, y efectivamente el pa?s qued? detenido- e incluso, ese efecto puede diluirse sino se entronca con un relato que plantee la idea y la posibilidad de un proyecto transformador radical de nuestras realidades marcadas por la opresi?n.
Es as? que, adem?s de la masividad y la capacidad de irrumpir en la ciudad, el movimiento tiene que preguntarse -debemos preguntarnos- sobre el contenido pol?tico que las acciones portan y sus alcances. Urge proponernos construir el car?cter efectivamente revolucionario y transformador del movimiento y para ello es necesario mirar m?s all? de la agitaci?n en una fecha emblem?tica.
En este sentido, hay tres ejes pol?ticos que propongo a la discusi?n en tanto pilares fundamentales en la apuesta por la emancipaci?n:
Primero el car?cter aut?nomo del movimiento. La autonom?a del movimiento feminista ha sido un posicionamiento pol?tico central, ha implicado que muchas organizaciones feministas y por tanto, parte importante del movimiento desde los 80? y con particular fuerza durante los 90?, se cuestionaran las articulaciones que inclu?an ONG?s, partidos pol?ticos y la pertinencia de exigir derechos a un Estado que estaba ya atravesado por los intereses del capital. Ese cuestionamiento se mantiene vigente, toda vez que los intereses de las organizaciones pol?ticas que tienen como centralidad ocupar puestos en la institucionalidad gubernamental, incide en su por qu? y para qu? involucrarse con los movimientos sociales. Sus intereses son absolutamente distintos a los que se van entretejiendo en organizaciones sociales que van posicion?ndose cr?ticamente ante la realidad que viven.
Experiencias de lo anterior hay muchas, y no es el lugar aqu? evocarlas, sino simplemente se?alar que en el avance del movimiento feminista, la autonom?a entendida como la posibilidad de autodeterminar el actuar pol?tico y su horizonte, es sustantivo. La gran articulaci?n en la que cabemos todas es una creencia inocente. Entre nosotras hay diferencias que necesariamente nos posicionan en veredas distintas y eso puede ser un avance pol?tico significativo.
Segundo, superar el estatismo y la l?gica de la inclusi?n. Dado que la autonom?a del movimiento implica posicionarse desde una cr?tica profunda al Estado como instancia articuladora y gestora del bien com?n, seguir demandando a ?ste que genere las condiciones para nuestra inclusi?n es puro y simple reformismo. Demuestra que hay un movimiento que est? empantanado en el paradigma de la igualdad, que a?n cree en el aparato gubernamental cuando ya ha sido m?s que patente que ?ste no protege las vidas ni de las mujeres, ni de los ni?os, ni de las ni?as, ni de los pobres, ni los ind?genas; solo protege los intereses del capital.
Pensar m?s all? de la l?gica estatista es uno de los grandes desaf?os porque supone asumir la autonom?a como proyecto pol?tico y junto con ello, perfilar y construir formas distintas de nuestra vida, nuestras relaciones humanas y con el espacio que nos rodea. Supone pensar en otro orden social, en otros marcos ?ticos, en definitiva en nuevas formas de construirnos como seres humanos.
Tercero, la multiplicidad de rostros que tiene un proceso transformaci?n. Postular que las mujeres son las portadoras de la transformaci?n profunda y necesaria en este momento de la historia, es reproducir l?gicas ortodoxas que nos impide observar, por un lado, los diversos mecanismos de opresi?n, y por otro, las m?ltiples resistencias que una y otra vez emergen en distintos territorios.
La revoluci?n, las transformaciones profundas de esta sociedad que necesitamos con urgencia, no se sustentan ni dependen solo del feminismo, ni de las mujeres. La revoluci?n ser? feminista, pero tambi?n ser? negra, ind?gena, de los y las pobres, de los y las migrantes; de todos aquellos y aquellas que han sido explotados, excluidos, humillados, golpeados, que han sufrido por esta sociedad patriarcal y racista que se despliega en el marco de un capitalismo apocal?ptico que arrebata la vida.
Concluyendo, quiz?s el gran desaf?o pol?tico que nos impone este momento en el desarrollo de nuestra lucha, tiene relaci?n con c?mo el movimiento feminista se plantea en t?rminos pol?ticos mayores, c?mo el feminismo es un aporte en la construcci?n de una transformaci?n radical de la vida y c?mo esa forma que asume nuestra lucha se sustenta en una lectura y comprensi?n de lo que ocurre en Chile y en Am?rica Latina y que tiene como fuente de origen el avance compulsivo y sin l?mites del capital. ?Cu?les son las urgencias que debe asumir nuestra acci?n y nuestro posicionamiento pol?tico? ?Desde d?nde y desde qu? an?lisis se pueden levantar posibilidades de articulaci?n y de construcci?n de un proyecto transformador?
Un movimiento anticapitalista, como declara ser el movimiento feminista, no puede invisibilizar la pol?tica criminal que se despliega ante nuestros ojos. Abya Yala est? siendo arrasada por la colusi?n entre el Capital, el Estado y Fuerzas Policiales y criminales. El Estado y el capital mafializado, asesina a hombres, mujeres, ni?os y ni?as que defienden sus territorios, o que simplemente desarrollan sus vidas en lugares que el capital apetece.
Este movimiento feminista debe romper con la l?gica igualitarista que s?lo pide inclusi?n en el mismo sistema que hoy devasta territorios. Nuestra lucha por subvertir la invisibilidad y devaluaci?n generada por el Patriarcado, solo es posible imaginarla y proyectarla a partir de la lucha por la vida que hoy destruye el capital. Esa vida que no tiene nada que ver con la que defienden los fundamentalistas religiosos, ni la mercantilizaci?n instalada en los vientres de mujeres pobres.
As? desde las consignas, desde la acci?n que genera impacto y emoci?n, que disputa sentidos, desde la masividad, urge construir los contenidos profundos, esos que van perfilando la transformaci?n, que dan sustento a ese proceso revolucionario del que tanto hablamos, gritamos, susurramos y que se nos aparece como sue?o. Esperemos que la energ?a que inunda este hoy, se prolongue y genere espacios de discusi?n, de formaci?n, de autoformaci?n; momentos en que se tensione incluso lo que hoy nos mantiene con la esperanza arriba, que seamos capaces de ver nuestras limitaciones actuales para ser parte de los procesos que se van gestando en distintos lugares, siempre desde abajo.
(*) Nadia Poblete, militante de la Colectiva ?Nosotras decidimos? de Valpara?so.