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Balance de la movilizaci?n del d?a de la mujer

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 10.03.19

Pocos a?os atr?s, las movilizaciones de mujeres eran como un pelo de la cola, hoy d?a es lo contrario. Por ejemplo en Chile las mujeres han superado a las marchas estudiantiles y a las marchas de la izquierda. Recordamos que las din?micas universitarias decayeron bruscamente una vez que sus principales l?deres se incorporaron a las din?micas institucionales haciendo partidos pol?ticos, participando en las elecciones oficiales, integrando el parlamento, acerc?ndose y disputando espacios a la izquierda tradicional. Por su vez las organizaciones de izquierda han ido decayendo fuertemente a nivel mundial.

Balance de la movilizaci?n del d?a de la mujer

Jaime Yovanovic (Profesor J)
unlibre@gmail.com

Potente y multitudinaria fue la movilizaci?n en Chile, tal vez una de las m?s potentes a nivel mundial, aunque poco importe la comparaci?n ya que en todo el mundo adquiri? un grado superlativo, destacando las movilizaciones latinas, especialmente las de Madrid en Espa?a, de Buenos Aires en Argentina y de Santiago y Valpara?so, ambas en Chile. En este ?ltimo pa?s se contabilizaron 72 ciudades donde hubo marchas.

Pocos a?os atr?s, las movilizaciones de mujeres eran como un pelo de la cola, hoy d?a es lo contrario. Por ejemplo en Chile las mujeres han superado a las marchas estudiantiles y a las marchas de la izquierda. Recordamos que las din?micas universitarias decayeron bruscamente una vez que sus principales l?deres se incorporaron a las din?micas institucionales haciendo partidos pol?ticos, participando en las elecciones oficiales, integrando el parlamento, acerc?ndose y disputando espacios a la izquierda tradicional. Por su vez las organizaciones de izquierda han ido decayendo fuertemente a nivel mundial.

Todo ello ha generado lo que se llama el vac?o de la esperanza, los electores emigran de la izquierda a la derecha en b?squeda de soluciones y la utop?a ha bajado enormemente sus bonos.

De all? que las estructuras patriarcales comienzan a hacer agua por todas partes, la gente se aleja y presta m?s atenci?n a otros comportamientos y relaciones que no responden la ideolog?a patriarcal. Las ideolog?as cr?ticas finalmente muestran sus limitaciones y los partidos creen que montando departamentos femeninos o colocando una mujer en los cargos de las instituciones patriarcales, como una presidenta mujer, ya estar?a resuelto el problemas o al menos podr?as atraer a algunas mujeres m?s.

Sin embargo la crisis de las instituciones, del estado, los partidos pol?ticos y las iglesias, en fin, todas las instituciones patriarcales, demuestra que la gente se est? retirando del apoyo que le hab?a prestado, por una parte retir?ndose de las actividades pol?ticas partidarias y electorales (en Valpara?so la abstenci?n alcanz? al 70% de electores que decidieron no asistir) y por la otra incorpor?ndose a din?micas de denuncia que no se correspondan con los partidos, como ha sido la extraordinaria expansi?n de la participaci?n y combatividad de las mujeres de todas las edades en las actividades feministas (tomas, debates, marchas, etc).

Si en ?pocas anteriores la insatisfacci?n y la denuncia eran canalizadas por la pugna de los partidos, hoy evidentemente ya no lo es y el feminismo no viene a llenar un vac?o para ganar una disputa con los partidos pol?ticos, sino que simplemente les pasa por encima y los manda a las salas de museo, como antig?edades que ya cumplieron ?y no muy bien que digamos- su funci?n para la que nacieron.

Ahora es cierto que el movimiento feminista no ha venido a reemplazar la din?mica pol?tica de poder de los partidos, pero tampoco ha venido a gritar alto lo mal que estamos o a prometer soluciones, sino a mostrar otro modo de vivir, sin patriarcado, sin machismo, sin invidualismo, sin competencia, sin violencia, sin odio. Eso quiere decir que el movimiento feministas no es solamente una lista de lo que no quiere, sino m?s bien una lista de lo que si quiere, una actitud positiva, una actitud constructiva. Ello significa que no es un movimiento anti algo, pues no es libre quien tiene como centro u orientaci?n la oposici?n o la contradicci?n, sino que es un movimiento pro algo, a favor de. Y ah? viene lo m?s importante.

Ya sabemos lo que critica el movimiento: el patriarcado. Ya sabemos lo que no quiere: el patriarcado. Pero no sabemos lo que quiere, y eso tiene l?gica, pues ya estamos cansados de los que prometen o promueven este proyecto o el otro, esta estrategia o aquella. De all? que sin complicarse podemos decir que la mujer quiere ser ella y entregar lo que entrega. Sabemos que hay muchos feminismos y es claro que los m?s prudentes son los feminismos aut?nomos, que no est?n atrapados por una estrategia a priori o un conjunto de normas disciplinarias de que hay que hacer esto y no lo otro, en fin, sistemas normativos morales disciplinarios, conjuntos de reglas.

Hay que confiar en el instinto de la mujer, ella se pone en el lugar del que sufre, ella sabe amar sin condiciones, ella sabe si puede o debe tener al hijo, ella y el hijo o hija siempre est?n unidos de cuerpo, la ruptura del cord?n umbilical no significa que los separan.

Observemos con detenimiento la relaci?n madre-hijos, que es el punto nodal y esencial de la producci?n y reproducci?n de la especie. Aprendamos de esa relaci?n, pues est? presente todo el saber humano que atesoran los cuerpos en la memoria hist?rica de la especie. No es posible establecer en ese entorno un marco de regulaci?n normativa como hace el patriarcado y sus desboblamientos como la propiedad, el matrimonio, el derecho de pernada, los roles de g?nero, la encomienda, en fin, el millar o los millares de detalles que sustentan las llamadas costumbres sociales que luego se transforman en leyes obligatorias.

En esa relaci?n primaria es posible descubrir los hilos o circuitos de los afectos, el amor y la fraternidad del n?cleo afectivo donde es posible la circulaci?n energ?tica que irradia atravesando los cuerpos de las cotidianeidades y alcanzando lo que se llama la familia del barrio que ha tenido similitudes no casuales con las comunidades ind?genas, campesinas o afrodescendientes, habituadas a compartir territorios y formas de vida.

La construcci?n de esas maneras naturales o instintivas de vida compartida, la vida en comunidad, donde la mujer pueda ir recuperando plenamente su papel de eje y motor de la vida en com?n y de los circuitos afectivos en interacci?n con la madre tierra por medio de huertas, reciclaje, energ?a alternativa, lombricultura, salud natural, etc, es el rol de los que somos cr?ticos del patriarcado, pues con esos dos elementos: el eje de la mujer y el contacto de esa comunidad con la naturaleza, es que podemos trabajar con una vida en una sociedad-comunidad no patriarcal, sin odio y plena de amor.


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