El nuevo gobierno no parece haber tomado en cuenta las propensiones actuales del capital al despojo ni su ?mpetu destructivo, que arrasa todo a su paso. Pas? ya la era en que algo como el desarrollo estabilizador era viable. Muchos grupos, particularmente los pueblos indios, resistir?n por todos los medios a su alcance el desarrollo capitalista depredador que se les promete como soluci?n de todos sus males. No s?lo amenaza sus territorios y todos los bienes comunes, sino tambi?n y sobre todo sus modos de vida. La pol?tica oficial consiste expresamente en incorporarlos a otra forma de vivir, que considera superior.
Cien d?as de claridad
Gustavo Esteva
La Jornada
La inmensa popularidad de Andr?s Manuel L?pez Obrador (AMLO) al cabo de 100 d?as de gobierno se nutre de muy diversas fuentes: su nomadismo, su sencillez y sentido del humor, su lucha contra la corrupci?n y muchas m?s. Lo que m?s cala en la gente, empero, es que cumpla su promesa de ocuparse de los pobres. Millones reciben ya recursos que les hac?an mucha falta y sienten que vienen m?s. Es una pol?tica sumamente popular.
No le faltar? ese impulso. Puede durarle los seis a?os, a menos que se agoten los recursos que hoy se derraman sin desequilibrar el presupuesto, gracias a la austeridad y la lucha contra la corrupci?n. Y no faltar?, porque multiplica transferencias financieras para atender a los pobres y a la vez aumenta acciones para crearlos. Mientras alivia la grave situaci?n de algunos crear? otros, pues se apoyar? sobre todo en la inversi?n privada, incluso en Pemex, como acaba de declarar el jefe de gabinete, y seguir? el patr?n del desarrollismo convencional, que ha sido siempre f?brica de pobres. Quiz?s seguir? la austeridad de Ruiz Cortines o el desarrollo estabilizador, de Ortiz Mena, que tanto le atrae y culmin? en el 68.
L?pez Obrador mantuvo la calma durante el episodio de las calificadoras, que provoc? reacciones tan torpes como ansiosas de gente de sus propias filas. No le preocupan, porque sabe que pronto certificar?n que el capital aprecia el valor de su pol?tica.
No es solamente que cumplir? los mandatos neoliberales b?sicos: estabilizaci?n macroecon?mica, liberalizaci?n del comercio y la inversi?n y expansi?n de las fuerzas del mercado. Tambi?n recompondr? el estado de derecho, aunque no podr? ni querr? restablecerlo por completo. No se apartar? de esa ortodoxia, de la que forma parte atender a los pobres mediante transferencias que los incorporan al consumo.
La pol?tica por la que mucha gente lo clasifica a?n en la izquierda es la que apela al Estado, m?s que a las fuerzas del mercado, para conducir la econom?a y atender necesidades sociales. Lo inspira una especie de dirigismo cardenista, que estar?a devolviendo a los aparatos estatales la dignidad de un compromiso social y pol?tico con las clases populares y la justicia.
En realidad no est? rompiendo con la ortodoxia ni puede regresar al pasado. En la sociedad capitalista, el Estado tiene como funci?n principal crear y administrar los mercados y corregir los errores y excesos del capital. Por corrupci?n y por incompetencia, los gobiernos recientes dejaron de cumplir esa tarea y crearon el actual desastre. L?pez Obrador est? evitando el naufragio? pero en el mismo barco. Nada de lo que ha hecho o dicho puede considerarse anticapitalista. Al contrario.
Es una postura realista. En las condiciones actuales del mundo no parece posible que los gobiernos asuman otra pol?tica. Hay muchas variantes en la forma de hacerlo, pero hasta los m?s progresistas tienen que hacer compromisos con el capital y la ortodoxia financiera. Los de AMLO lo enfrentar?n cada vez m?s con un amplio sector de la poblaci?n. No est? claro c?mo manejar? las confrontaciones y rupturas que ya se observan.
El nuevo gobierno no parece haber tomado en cuenta las propensiones actuales del capital al despojo ni su ?mpetu destructivo, que arrasa todo a su paso. Pas? ya la era en que algo como el desarrollo estabilizador era viable. Muchos grupos, particularmente los pueblos indios, resistir?n por todos los medios a su alcance el desarrollo capitalista depredador que se les promete como soluci?n de todos sus males. No s?lo amenaza sus territorios y todos los bienes comunes, sino tambi?n y sobre todo sus modos de vida. La pol?tica oficial consiste expresamente en incorporarlos a otra forma de vivir, que considera superior.
No se trata de un choque de trenes que los conductores puedan evitar. Es una lucha abierta y m?ltiple en que un n?mero creciente de personas sabe que luchar hoy por la supervivencia es necesariamente luchar contra el capital. Desde muy diversas posiciones y condiciones, tengan o no conciencia clara de lo que est?n haciendo, resistir?n y enfrentar?n lo que se les quiere imponer, defendiendo ante todo sus vidas y territorios.
Los 100 d?as dejan claro, entre otras muchas cosas, que el nuevo gobierno no parece dispuesto a entender que mucha gente, precisamente aquella que cree estar beneficiando, no comparte sus convicciones y compromisos. ?Lejos de ver sus grandes proyectos co?mo una bendici?n, los resien?te co?mo amenaza. Son ya posiciones ?antag?nicas.
Est?n de moda las referencias hist?ricas. Quiz? valga la pena recordar una pertinente. El 24 de septiembre de 1913, en Hermosillo, Venustiano Carranza advirti?: Sepa el pueblo de M?xico que, terminada la lucha armada […] tendr? que principiar formidable y majestuosa la lucha social, la lucha de clases. No ha terminado la lucha armada que padecemos, muy poco revolucionaria, ni empieza ahora la lucha social. Pero s? ha entrado en una nueva fase, tan intensa como peligrosa.
gustavoesteva@gmail.com