El ?progresismo? del siglo XXI, no responde exactamente a la ideolog?a, como ocurri? con el socialismo del siglo XX, sino, mas bien, a este pragmatismo, oportunismo y utilitarismo, actitud proveniente del relativismo circunstancial de la vida cotidiana. Si se envisten de ideolog?a es m?s para aparentar o, mejor dicho, para presentarse adecuadamente de acuerdo con las circunstancias, cuando todav?a tiene un halo de romanticismo hablar de justicia, igualdad y libertad, luchar por los derechos sociales y colectivos, mejor si se trata de los ?derechos de la naturaleza?. Por lo tanto, en el siglo XXI, estamos m?s cerca de la era de la simulaci?n que de la era de la ideolog?a; la ideolog?a ha quedado como subordinada al oportunismo y pragmatismo campante.
marzo 13, 2019
Enajenaci?n pol?tica
Ra?l Prada Alcoreza
Dicho popularmente la pregunta podr?a ser: ?En qu? momento se perdi? la cabeza? Llega un momento en que se la pierde; cuando se deja llevar por las ficciones que genera la cabeza. A eso le ha llamado Karl Marx ideolog?a; esta m?quina de la fetichizaci?n. Volviendo al sentido com?n, se podr?a decir que la ideolog?a enceguece. Si se pierde la cabeza tambi?n se podr?a perder la vista; se dice en los refranes populares que la vista se nubla. Siguiendo las apreciaciones, se pierde la cabeza y se nubla la vista cuando la ?idea? toma el cuerpo, se apodera de su voluntad, entonces, el cuerpo responde a la voluntad de la idea. La ?idea? separa del cuerpo su voluntad, la sustituye por la voluntad de la ?idea?.
Hab?amos dicho que las ideas, que son s?ntesis de la raz?n, son instrumentos conceptuales de interpretaci?n; sirven para eso, para interpretar, para orientarse, en consecuencia, para mejorar las pr?cticas, acciones y operaciones en la realidad efectiva. El problema es que las sociedades humanas han convertido a las ideas en principio y fin de sus pr?cticas y acciones, invirtiendo la relaci?n; las pr?cticas se convierten en medios y las ideas en fines. Por lo tanto, el m?todo y el juicio ocasionan el siguiente procedimiento: la adecuaci?n de medios a fines. Las actividades sociales terminan subsumidas a la idea, ocasionando la acumulaci?n y el desarrollo de la idea, en detrimento de la espontaneidad de las pr?cticas, acciones, operaciones sociales. En pocas palabras, volviendo al sentido com?n, que no deja de ser ilustrativo y expresivo, podemos decir que los humanos se convierten en esclavos de sus ideas.
Hay ?ideas? que no son s?ntesis de la raz?n, mas bien, responden a la construcci?n narrativa de legitimaci?n; tejen una trama donde el desenlace es como la finalidad realizada, la realizaci?n misma de la promesa. Estas ?ideas? son operativas, est?n vinculadas estrechamente a las pr?cticas; las acompa?an y ayudan en las acci?n y ejecuci?n. Se podr?a decir que son ?ideas? que se cristalizan como esquemas de comportamientos. Hemos llamado a estas ?ideas? ideolog?a. Se podr?a decir que la ideolog?a subsume las conductas a la ideolog?a, al desarrollo y acumulaci?n de la ideolog?a. En el caso de la ideolog?a operativa, los comportamientos se subsumen a una masa ideacional un tanto ambigua y hasta mezclada.
Se podr?a decir que la ideolog?a obnubila la vista, la percepci?n, tambi?n la raz?n, por lo tanto, el juicio. No se piensa, por as? decirlo, con cabeza propia, sino desde los esquematismos dualistas de la ideolog?a. Dicho de manera popular, se piensa desde el arsenal de prejuicios acumulados y ateridos. Hay como una resistencia a reconocer lo que ocurre, la realidad efectiva; se prefiere construir una realidad a imagen y semejanza de la ideolog?a. Se sustituye la realidad efectiva por la ?realidad? que proyecta la ideolog?a. Cuando la ideolog?a es contrastada por la realidad efectiva, entonces los portavoces de la ideolog?a buscan hip?tesis auxiliares para explicar la no corroboraci?n de la trama ideol?gica. Entonces, la ideolog?a no es cuestionada; al contrario, se la reproduce con m?s ah?nco, pues es la verdad incontestable, as? como antes lo era la religi?n. Se puede concluir que la ideolog?a es la religi?n moderna.
Los ejemplos de estos comportamientos ideol?gicos abundan en las historias pol?ticas de la modernidad. Nos concentraremos en la historia reciente; sobre todo en la ideolog?a nacional-popular, particularmente en su versi?n neopopulista, m?s conocida como ?progresista?. Como se trata de ejemplos de versiones recientes de la ideolog?a, tambi?n nos ocuparemos de lo que se presenta como la ideolog?a opuesta al neopopulismo, hablamos de la ideolog?a neoliberal. Se trata pues de dos versiones opuestas de la ideolog?a moderna, en sus versiones recientes. Las formas expresivas de la modernidad se han caracterizado por presentarse como dualidades opuestas, incluso irreconciliables; sin embargo, comparten el mismo substrato ideol?gico. Lo que hace a estas dualidades opuestas, hermanas y enemigas o hermanas enemigas, as? como enemigas hermanas. Como dijimos antes, los opuestos duales son complementarios.
Como se sabe, en el esquematismo dualista hay dos polos, la perspectiva ideol?gica se halla polarizada, en efecto, solo se tiene en cuenta la perspectiva de uno de los polos; se pierde la visi?n del conjunto, no comprende el funcionamiento complementario de las polaridades. Se pierde en su perspectiva sesgada. Una polaridad ataca a su opuesta como enemiga, busca su aniquilaci?n; est? lejos de entender la complicidad de los enemigos en la reproducci?n del poder, tambi?n en la reproducci?n ideol?gica, aunque transcurra en dos versiones contrastantes. Por ejemplo, el neoliberalismo sostiene que tiene como proyecto antag?nico a lo nacional-popular, que considera proteccionista, adem?s de estatalista; de otro lado, el neopopulismo considera al neoliberalismo como proyecto antag?nico, partidario de la privatizaci?n de los recursos naturales, de las empresas p?blicas, de los ahorros de los trabajadores. Proyecto que hace concesiones onerosas al capital trasnacional. Ambos discursos se elaboran en la perspectiva antag?nica e irreconciliable; radicando el sentido inmanente de los discursos en el antagonismo mismo. Es decir, los discursos se emiten porque se sostienen en el antagonismo. Sin embargo, lo que no ven ambos discursos es que se sostienen en el substrato de las formaciones discursivas de la modernidad, en la episteme moderna, por excelencia dualista.
Comencemos las puntualizaciones. Primero, ambos discursos el neoliberal y el neopopulista tienen como referente primordial la econom?a capitalista, sobre todo su prejuicio fundamental, el desarrollo, con su pragm?tico crecimiento. La diferencia estriba en que apuntan a las mismas finalidades con dos ?m?todos? distintos; el neoliberalismo, a trav?s de la competencia, el libre mercado y la libre empresa; el neopopulismo, a trav?s, en el mejor de los casos, de nacionalizaciones, convirtiendo al Estado en el gestor de la econom?a, en un r?gimen jur?dico-pol?tico basado en los derechos sociales y del trabajo. Empero, ambos efect?an un mismo modelo econ?mico, el colonial extractivista del capitalismo dependiente. A los neoliberales les parece horroroso que se nacionalice, a los neopopulistas les parece horroroso que se privatice; sin embargo, estos son los medios, aunque distintos, que se ajustan a la misma finalidad.
En la econom?a-mundo, que es la perspectiva global adecuada para entender el funcionamiento del sistema-mundo capitalista, lo que importa es la articulaci?n, adecuaci?n y subsunci?n de las econom?as nacionales a la econom?a-mundo. Esto ocurre tanto mediante los procedimientos neoliberales como por los procedimientos neopopulistas; por lo tanto, son m?todos complementarios en el contexto de la geopol?tica del sistema-mundo capitalista extractivista. Se podr?a decir que los discursos se esmeran en destacar el antagonismo porque est?n en competencia; buscan, cada cual, convertirse en la administraci?n de la econom?a nacional para cumplir con lo mismo, la subordinaci?n de la econom?a nacional a la econom?a-mundo.
Volviendo a la cuesti?n ideol?gica. El discurso neoliberal y el discurso neopopulista se construyen sobre la trama del antagonismo. En el fondo el antagonismo del que hablamos data del esquematismo moralista del bien y el mal; para cualquiera de los discursos, el antag?nico es el mal, en tanto que se concibe a s? mismo como el bien. Por lo tanto, en la trama el mal est? de por s? descalificado, de antemano; el sentido perseguido por la ideolog?a especifica es lograr vencer el mal. Se puede decir que ambos discursos se alimentan de la tradici?n esquem?tica religiosa. En consecuencia, en sus pr?cticas, ambos tienden a ejercer la inquisici?n sobre los que consideran sus enemigos o, si se quiere, en la tonalidad ideol?gica, enemigos de la sociedad.
Se puede, entonces, comprender por qu? ambas ideolog?as especificas son incapaces de ver los errores de sus pr?cticas, mucho m?s, incapaces de cr?tica y, m?s a?n, de autocr?tica. Mas bien, persisten en los errores, justifican lo que hacen, peor a?n, convierten en apolog?a sus recurrencias. Ocurre como si se prefiriera vivir en el mundo imaginario y renunciar a vivir en el mundo efectivo; peor a?n, se efect?an pr?cticas como si se habitara en el mundo imaginario; sin embargo, estas pr?cticas desadecuadas se efect?an de todas maneras en el mundo efectivo. Las consecuencias son funestas, pues esas pr?cticas est?n dise?adas para el mundo imaginario, como si fuese real. Por ejemplo, los ?gobiernos progresistas? dise?an sus acciones como si la realidad efectiva funcionara de acuerdo con la leyes y reglas del mundo imaginario de la ideolog?a; las consecuencias son atroces. Los gobernantes, al estar atrapados en las burbujas de las ceremonialidades del poder, confunden el mundo efectivo con el espect?culo compulsivo de los ritos simb?licos del poder, y act?an en consecuencia, creyendo que el pueblo es la misma masa elocuente de llunk?us, que los adula zalameramente. No se dan cuenta que el pueblo reside fuera de los espacios ceremoniales del poder, que experimenta las leyes, por as? decirlo, del mundo efectivo, padeciendo los entramados din?micos de la realidad, sin?nimo de complejidad. Entonces, el pueblo al ver repetirse s?ntomas parecidos a los gobiernos derrocados comienza a desencantarse, despu?s a perder el entusiasmo; retoma el escepticismo, para derivar, despu?s en la interpelaci?n, la denuncia, la demanda, incluso la movilizaci?n social.
Cuando se evidencian los desajustes, las incongruencias y las inconsistencias, entre el mundo imaginario y el mundo efectivo, la explicaci?n de los ?gobiernos progresistas? no deriva de una evaluaci?n, no interesa, por nada, encontrar los errores, sino de la trama ideol?gica; se recurre a la tesis de la conspiraci?n, se deduce que se debe a la conspiraci?n de la ?derecha? y del ?imperialismo?. No se dan cuenta que ellos mismos pueden ser los sepultureros de la susodicha ?revoluci?n?. Ocurre como si se enamoraran del abismo, atra?dos por su oscuro fondo, inconmensurable, por eso mismo desafiante. No son aventureros, sino pragm?ticos y oportunistas, pero, pasa como con los jugadores empedernidos, enviciados por el propio juego; a pesar de que no tengan probabilidad de ganar, insisten, pues quieren encontrar en el azar el n?mero de la suerte.
La sustituci?n ideol?gica
No se pueden cambiar los hechos, sin embargo, los medios de comunicaci?n, que tambi?n pueden estar atravesados por los medios de informaci?n de los gobiernos, as? como por los servicios de ?inteligencia?, los servicios secretos, pero tambi?n por los intereses empresariales, pueden ocultarlos o inventarse otros hechos; vale decir, para hacerlo simple, diremos que lo que cambian son las interpretaciones de los hechos. Un campo apropiado para semejante manipulaci?n es el espacio d?ctil de las noticias, el modo de ?describirlas?, de trasmitirlas, de contarlas y de interpretarlas. Donde se hace visiblemente evidente esta manipulaci?n es en los medios y mecanismos de difusi?n de los gobiernos; de manera m?s velada, pero eficiente, se da en los medios empresariales, sobre todo en las grandes agencias de difusi?n internacional. Los usuarios est?n pues altamente expuestos a las manipulaciones medi?ticas. Entre los hechos y los usuarios median los medios de comunicaci?n de masa, sean gubernamentales o empresariales.
Luis Althusser hablaba de los aparatos ideol?gicos del Estado, pero habr?a que extender la acepci?n a todos los aparatos ideol?gicos de la sociedad; hacerlo expl?cito, a pesar de que, de alguna manera se sobreentiende; empero, Antonio Gramsci fue expl?cito al se?alar que no se trataba de tomar el Estado, sino de transformar la sociedad. Bueno, en todo caso, la m?quina de fetichizaci?n, la ideolog?a, es la que incide en los comportamientos y en las mentes. El Estado puede administrar sus propios medios de comunicaci?n y propaganda, pero tambi?n abundan los medios de comunicaci?n empresariales, as? como religiosos y de otro tipo, incluyendo los llamados alternativos. Los medios de comunicaci?n se han convertido, en la modernidad tard?a, en los aparatos ideol?gicos por excelencia. Pero, tambi?n est?n los partidos, dispositivos pol?ticos, que pueden contar o no con medios de comunicaci?n propios o acceder a espacios comunicativos de manera privilegiada. El conjunto de los aparatos ideol?gicos incide en los comportamientos y conductas, adem?s de incidir en la constituci?n de subjetividades.
Cuando hablamos de sustituir a la realidad, lo hacemos metaf?ricamente; ciertamente no se puede sustituir a la realidad, adem?s de que la ideolog?a misma forma parte de la realidad, en este caso, del mundo efectivo. La pregunta entonces estriba en c?mo funciona el mundo efectivo, concretamente el mundo social. La m?quina de la fetichizaci?n al incidir en los comportamientos y mentalidades afecta en las din?micas del mundo social; al hacerlo construye un mundo, que, aunque no sea el mundo a imagen y semejanza de la ideolog?a ? esto ser?a como la imagen en el espejo, lo que no ocurre plenamente, sino de manera parcial y mezclada -, deriva en mundo que tiene como los ?genes? de la ideolog?a, por as? decirlo. En otras palabras, la realidad es deformada por la ideolog?a.
Si bien la ideolog?a no puede abarcar las din?micas complejas de la realidad efectiva, lo que hace es incidir preponderantemente en los comportamientos y conductas. En el campo pol?tico esta incidencia aparece de manera patente. Los pol?ticos creen actuar seg?n su voluntad, pero no es as?; act?an de acuerdo con la voluntad de la ideolog?a. Por ejemplo, prefieren cerrar los ojos ante la evidencia de los hechos y tomar como ?realidad? la trama ideol?gica. Por ejemplo, es as? como los ?gobiernos progresistas? se perdieron en el camino; antes de ellos lo hicieron los gobiernos neoliberales. Se puede decir que hay como una enajenaci?n ideol?gica, un apego inaudito al mundo de las representaciones, dejando de lado el mundo efectivo, como si ?ste se encontrara descifrado en la esencia de su representaci?n. Llamemos a este comportamiento metaf?sica ideol?gica. Sin embargo, pecar?amos de enfoque sesgado si solo consider?semos a la ideolog?a como maquinaria de incidencia en las conductas, comportamientos y mentalidades; no es el ?nico factor y condici?n de incidencia en los comportamientos y mentalidades humanas, ni mucho menos. Se puede llegar a decir que el siglo XX, ultimatista, fue ideol?gico por excelencia, siguiendo a Alain Badiou. Pero, tambi?n va preponderar lo que llama Enrique Santos Disc?polo el ?siglo XX cambalache problem?tico y febril?. Podemos sugerir que esta caracter?stica, encontrada por el compositor del famoso tango, se acentu? a?n m?s en el siglo XXI; de mitad del siglo XX para adelante el pragmatismo exacerbado y el oportunismo compulsivo se hizo cada vez m?s ostensivo en las conductas y en los comportamientos. Empero, el pragmatismo no es exactamente una ideolog?a sino lo que podemos definir como esquema de conducta, enclavada en los cuerpos. Ocurre como si se tomar? consciencia que la ideolog?a es como la religi?n, por lo tanto, no del todo cre?ble, sino que aparece como fanatismo poco ?til en la vida cotidiana. Puede ser utilizada para darse importancia, para decir que hay preocupaci?n sobre temas trascendentales, empero, al momento de actuar aparecen como operativa.
El oportunismo, entendido como actitud de la persona que, en la acci?n social, se acomoda a las circunstancias para obtener provecho, subordinando, incluso, sus propios principios; el pragmatismo, como tendencia a conceder primac?a al valor pr?ctico de las cosas sobre cualquier otro valor; el utilitarismo, como tendencia a anteponer la utilidad a cualquier otra cualidad o aspecto de las cosas; resultan las tendencias impl?citas en la motivaci?n de los comportamientos, por as? decirlo. Entonces podemos hablar como de un modus vivendi, incluso, mejor, como un modus operandi, en el fragor de la vida cotidiana. Entonces, no se trata exactamente de ideolog?a, sino de una manera de apreciar las cosas, a la gente y a la vida. Hay como se dice com?nmente una cierta ?relatividad? en este punto de vista o variaci?n continua de puntos de vista pragm?ticos y utilitarios. Lo que queda es el pragm?tico ?equilibrio? del quehacer cotidiano. Lo que prepondera en esta actitud es la ponderaci?n del beneficio propio, que es el ?nico ?valor?, por as? decirlo, que se mantiene. Por eso, es tambi?n ?til aparentar, es decir simular, porque es una m?scara adecuada al momento de actuar pragm?ticamente. Por ejemplo, el ?progresismo? del siglo XXI, no responde exactamente a la ideolog?a, como ocurri? con el socialismo del siglo XX, sino, mas bien, a este pragmatismo, oportunismo y utilitarismo, actitud proveniente del relativismo circunstancial de la vida cotidiana. Si se envisten de ideolog?a es m?s para aparentar o, mejor dicho, para presentarse adecuadamente de acuerdo con las circunstancias, cuando todav?a tiene un halo de romanticismo hablar de justicia, igualdad y libertad, luchar por los derechos sociales y colectivos, mejor si se trata de los ?derechos de la naturaleza?. Por lo tanto, en el siglo XXI, estamos m?s cerca de la era de la simulaci?n que de la era de la ideolog?a; la ideolog?a ha quedado como subordinada al oportunismo y pragmatismo campante.