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La vor?gine libia. Un fracaso occidental. La tripartici?n: ?rabes salafistas pro-occidentales, ?rabes fundamentalistas y amazigh tuaregs (los famosos guerreros bereberes del desierto)

Agencias :: 10.04.19

Ej?rcito Nacional de Libia, que controla el este del pa?s dirigido por Khalifa Haftar, ha atacado al sector Noroeste del Gobierno de Acuerdo Nacional, los pro-occidentales apoyados por la ONU. No se han envuelto los temibles amazigh-tuaregs del Sur, eternos enemigos de Gadafi que se organizaban de forma federada y que se pueden comparar a los kurdos, pues como ellos son portadores de los modos pre-estatales y comunitarios de organizaci?n.

La vor?gine libia: cr?nica de un fracaso occidental

OK Diario
Santiago Mond?jar/atalayar.com
09/04/201920:40

El glamour que rodea la leyenda de Lawrence de Arabia no podr?a contrastar m?s con la aversi?n que sigue causando la ca?tica intervenci?n occidental en Libia, en 2011. Si Dante hubiese concebido un c?rculo infernal para alojar a los culpables de crear vac?os de poder, se parecer?a mucho a Tr?poli y sus aleda?os, regi?n esta que se plag? ipso facto de facciones armadas, con Al-Qaeda y el ISIS campando por sus respetos por todo el pa?s, causando una crisis humanitaria que a?n persiste, y cuyos refugiados han resucitado de rebote las miasmas de lo peor de Europa.

Menci?n aparte merece la OTAN, incapaz de influir decisivamente o con convicci?n en la zona, y que acab? dando apoyo junto con la ONU a un pasteleo denominado Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), trufado de elementos vinculados a las milicias radicales, y que controlan parte del sector noroeste de Libia. Con la excepci?n del suroeste, bajo dominio Tuareg, el resto de Libia qued? bajo el control del Ej?rcito Nacional de Libia (ENL), liderado, manu militari, por Khalifa Haftar. El ENL se distingui? en tiempos recientes por llevar a cabo operaciones m?s o menos quir?rgicas contra grupos terroristas en el sur de Libia. Este esfuerzo fue coordinado oficialmente con gobiernos extranjeros que se mencionan a menudo como patrocinadores entre bambalinas del ENL.

El pasado 4 de abril de 2019, Haftar anunci? oficialmente el inicio de una ambiciosa operaci?n militar a gran escala sobre Tr?poli, acci?n para la que se supone que cuenta con el pl?cet de Egipto, los Emiratos ?rabes y Francia, y en menor medida, de Nigeria y el Chad, lo que explicar?a lo que a todas luces parece como el intento r?pido y definitivo de Haftar de hacerse con todo el poder en el pa?s para establecer un nuevo status quo antes de que tenga lugar la conferencia nacional organizada por la ONU, que busca la formaci?n de un nuevo gobierno de transici?n, y que cuenta con el firme respaldo del ejercito oficial libio.

La clave para el triunfo de Haftar est? por lo tanto en imponer la l?gica y las consecuencias de una guerra rel?mpago abrumadora, que impida una reacci?n coherente de otros agentes internacionales que puedan ver confirmadas las suspicacias que les hac?an sospechar que la ofensiva de Haftar esconde un intento de los Emiratos ?rabes y, sobre todo, de Francia, de hacerse con el control de facto de la producci?n de petr?leo libio.

A d?a de hoy, las fuerzas leales a Haftar ya controlan los cuatro puertos petroleros en la zona oriental del pa?s, junto con los principales campos petroleros en esa zona, lo que convierte este sector en el principal corredor de crudo a lo largo del este libio. Pero naturalmente, la explotaci?n de estos recursos requiere unidad de acci?n nacional, y, sobre todo, precisa del cese de las violentas confortaciones que frecuentemente interrumpen el suministro petrol?fero. Adem?s de las componendas pol?ticas con actores nacionales, cuya colaboraci?n es necesaria para que, por ejemplo, los campos petrol?feros de Sharara, capaces de extraer 300.000 barriles diarios (el 25% de la capacidad extractora libia), reanuden su producci?n, lo cual depende de las decisiones que tome la National Oil Corporation, cuya sede est? en Tr?poli.

La estrategia de Haftar, buena parte de cuyas tropas recibieron entrenamiento militar sovi?tico, parece estar centrada en conseguir una r?pida supremac?a a?rea, para denegar el apoyo exterior a las tropas oficialistas. Si este es el caso, parecen estar teniendo un cierto ?xito, habiendo logrado que AFRICOM, el Comando de ?frica norteamericano anuncie la evacuaci?n de sus tropas en Tr?poli, lo que augura enfrentamientos en la capital y el riesgo de que el contingente de EEUU se encuentre aislado por las fuerzas de Haftar, que ya controlan 3/4 del territorio libio.

No obstante, a?n se enfrentan al formidable reto de la milicia de Misrata, que supera en n?mero a las tropas de Haftar, que no deja de ser un grupo armado heterog?neo, que hoy por hoy, dista mucho de poder ser tomado como un ej?rcito de corte tradicional, siendo m?s bien una alianza oportunista y vol?til compuesta por m?ltiples milicias que defienden intereses antag?nicos, con un alto componente tribal, religioso y salafista, y que para conseguir sus objetivos y metas, depende en gran medida de ?fait accompli? logrados gracias al desconcierto de sus enemigos y a la inacci?n de las potencias internacionales con intereses en Libia.
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Los tuaregs libios: los combatientes sin patria

Daniel Rossell?
https://elordenmundial.com/los-tuareg-libios/

Nunca en el mismo lugar, siempre en movimiento. Siempre arena bajo el ardiente sol. Temperaturas que rebasan los 50 grados a mediod?a y que descienden a bajo cero durante la noche. As? es el S?hara, un ecosistema ?nico, un desierto que se extiende del Atl?ntico hasta el ?ndico, ocupando un territorio mayor al de los Estados Unidos. Muy pocos se atreven a adentrarse en su inmensidad, y no todos los valientes regresan. Y menos todav?a son aquellos que han osado hacerlo su hogar, su patria, su forma de vida. Entre estos pocos elegidos se encuentran los tuaregs, que a lo largo de m?s de mil a?os, en constante navegaci?n, y siguiendo el ritmo de las dunas, del viento y de los astros, han convertido el vasto territorio sahariano en una parte de s? mismos.

Los tuaregs, Libia y Gadafi
Se cree que los tuaregs emigraron desde Libia en el siglo VII d.C. ante la presi?n de los invasores ?rabes. Organizados en una especie de sistema confederal, formado por unidades pol?ticas llamadas kels, desde entonces habr?an llevado una vida semin?mada, dedic?ndose al pastoreo, al comercio de todo tipo ?incluidos esclavos, armas y estupefacientes? y a la agricultura, desplaz?ndose entre las regiones des?rticas de lo que a d?a de hoy ser?an Argelia, N?ger, Burkina Faso, Libia y Mali. Constituyen al menos el 10% de la poblaci?n en todos los pa?ses por los que se mueven, alcanzando los 900.000 individuos en N?ger o en Mali. En Libia, en cambio, las cifras son mucho mayores, con n?meros que los sit?an en alrededor de 17.000 en condici?n de extranjeros, 600.000 documentados y m?s de un mill?n indocumentados. Esta notable presencia no es casual, y sus efectos, a lo largo de las ?ltimas cinco d?cadas, vendr?an a condicionar la pol?tica Libia tanto a nivel interno como regional, hasta la misma revoluci?n de 2011.

Cuando Gadafi conquistara el poder en 1969 iniciar?a una pol?tica de marginalizaci?n de las tribus que perdurar?a durante los diez primeros a?os de su gobierno, con el objetivo de minimizar la influencia de ?stas, a las que consideraba un factor de desuni?n nacional. En general, los tuaregs se ver?an inmersos en un ambiente hostil, reprimidos culturalmente y sometidos a procesos de ?xodo rural en el que se ver?an alejados de sus c?rculos familiares y tribales, generando procesos de exclusi?n social y econ?mica, vistos siempre por los habitantes ?rabes del norte como barbaros del desierto. A su vez, Gadafi articular?a una pol?tica nacionalista centrada en el elemento ?rabe, lo que terminar?a creando una estructura pol?tica que favorec?a a las tribus de esta etnia frente al resto. As?, tribus como los warfallah, los maghariha o los Gaddafah, a la que pertenec?a el dictador, ser?an las que ocupar?an posiciones de importancia en el ej?rcito, en el cuerpo burocr?tico y en el gobierno. A pesar de todo, las identidades de afiliaci?n tribal prevalecer?an, sobreponi?ndose a la fidelidad al Estado libio incluso hasta finales de los a?os, aunque el proceso de urbanismo las minimizar?a algo en la d?cada de los 80.

Y es que con Gadafi el tribalismo libio vivir?a su definitiva fusi?n con la conceptualizaci?n y las pr?cticas pol?ticas del pa?s africano. ?ste se manifestar?a no solo en la praxis y en la organizaci?n del Estado, sino en la propia simbolog?a utilizada por el gobernante, que fomentar?a una visi?n m?tica del n?mada, con la tienda sahariana como espacio para encuentros diplom?ticos internacionales, y que vender?a como una muestra de su humildad y de su posicionamiento igualitario en relaci?n a su pueblo.

En cuanto a los tuaregs, Gadafi proclamar?a en numerosas ocasiones su afinidad con el pueblo tuareg, llegando incluso a afirmar haber heredado sangre tuareg de su madre, y consider?ndoles aliados en su ut?pico proyecto panafricanista de convertir el S?hara en un espacio sin fronteras unido por la cultura ?rabe y el Islam. Adem?s, se convertir?an en un actor fundamental para el gobernante, que los utilizar?a como combatientes para culminar sus propios intereses geoestrat?gicos de la zona, haci?ndoles participes, por ejemplo, de las intervenciones militares de Libia en Sud?n y Chad a principios de los 80. Sin embargo, esto se entremezclar?a con pr?cticas de exclusi?n y represi?n dentro de las fronteras libias, as? como con verdaderas muestras de desprecio hacia la cultura bereber, de la que los tuaregs forman parte, llegando a afirmar que ensenar lengua amazigh a los ni?os era equivalente a inyectarles veneno.

En cualquier caso, a nivel regional Gadafi sin duda alguna se convertir?a en un claro aliado de los tuaregs, apoy?ndoles en sus aspiraciones nacionalistas. ?stas se manifestar?an en forma de movimientos independentistas en N?ger y Mali en la d?cada de los 90, con el prop?sito de desembarazarse de unas autoridades estatales que hab?an desarrollado tradicionalmente pol?ticas represivas y de marginaci?n hacia la minor?a. Gadafi defender?a la causa en las conferencias internacionales, actuar?a como mediador en las negociaciones de paz con los respectivos gobiernos, ofrecer?a el territorio libio como base para los distintos movimientos y aportar?a armas y suministros a los rebeldes.

Asimismo, tras un fallido golpe de estado y en medio de una crisis de popularidad Gadafi crear?a el Consejo de Liderazgo Social Popular (CLSP), una organizaci?n formada por los l?deres tribales y los jefes de las familias m?s importantes del pa?s. Aunque el objetivo de esta nueva instituci?n ser?a el asegurar la fidelidad de las tribus al r?gimen para mantener la estabilidad, lo cierto es que la inclusi?n en la misma de las principales tribus de la zona noroccidental de Tripolitania ?de mayor?a ?rabe? crear?a un sentimiento de marginalizaci?n entre las tribus orientales de Cirenaica y del Fezzan (al sur) ?especialmente entre los tebu y los tuaregs?. Esta instituci?n se combinar?a con unas agresivas pol?ticas de asimilaci?n arabizante hacia las tribus de etnia bereber ?la m?s fuerte en todo el Magreb? y la represi?n hacia determinadas tribus, cuya existencia intentar?a borrar de la historia de Libia a la vez que reprim?a sus derechos. Con todo ello el tribalismo se intensificar?a, pero tambi?n la posici?n privilegiada de los ?rabes frente al resto de etnias del pa?s.

En el caso de los tuaregs, y como ya hab?a ocurrido en los 80, el dictador intentar?a reclutarlos para el ej?rcito y los servicios de inteligencia, prometi?ndoles trabajo y derechos de ciudadan?a. A pesar de todo las promesas ser?an en su mayor parte incumplidas, neg?ndoseles los documentos identificativos y, por lo tanto, convirti?ndoles en ap?tridas, lo que les impedir?a acceder al sistema educativo, a gran parte de las oportunidades de empleo, a una cuenta bancaria o al derecho al voto y a la representaci?n pol?tica. Todo ello derivar?a en tasas de alfabetizaci?n muy bajas, en una enorme precariedad laboral y a la reclusi?n en el ?mbito de la econom?a informal y de las actividades ilegales, cre?ndose m?s n?cleos de pobreza en el seno de las comunidades tuaregs que en el resto del pa?s.

Aunque los tuaregs jam?s lograr?an culminar sus aspiraciones nacionalistas, ni tampoco poner fin a la discriminaci?n que sufr?an en los estados africanos, s? que conseguir?an cierto bienestar econ?mico, especialmente en los 80 y 90, particularmente gracias al desarrollo del turismo en la zona. Si bien las sociedades tuaregs seguir?an marcadas por profundas desigualdades econ?micas, enfrent?ndose a duras sequias y al desempleo.

Sin embargo, a todo ello seguir?an una serie de profundos cambios que se producir?an en el Sahel a ra?z del inicio de la guerra contra el terror islamista en el escenario post 11-S. Temiendo la conversi?n de la zona en un nicho para la ocultaci?n y el entrenamiento de militantes jihadistas, las potencias internacionales, con EEUU y Francia a la cabeza, iniciar?an un proceso de securitizaci?n de la zona, que afectar?a de manera determinante al modo de vida de los tuaregs. La econom?a del turismo colapsar?a y las leyes contra el contrabando y los controles fronterizos se reforzar?an, dejando a las comunidades tuaregs sin sus principales fuentes de riqueza y destruyendo su modo de vida tradicionalmente n?mada. Los gobiernos que por lo general hab?an marginado a los tuaregs intensificar?an la represi?n, acusando a los tuaregs de tener lazos con los grupos terroristas. Todo derivar?a en una sucesi?n de protestas y levantamientos tuaregs entre 2004 y 2008.

En este contexto, en 2005 Gadafi intentar?a cooptarlos de nuevo, afirmando que Libia era la patria de los tuaregs, ofreciendo residencia a los tuaregs refugiados de las guerras en N?ger y Mali. El l?der libio llegar?a a ofrecer hasta 1000 d?lares mensuales a los tuaregs que quisieran unirse al ejercito ?lo que multiplicaba por veinte sus ingresos habituales? afirmando en declaraciones p?blicas su vital importancia para poner freno al terrorismo yihadista en el S?hara.

En definitiva, a pesar de la exclusi?n socioecon?mica y pol?tica de los tuaregs en Libia durante m?s de cuatro d?cadas, lo cierto es que Gadafi conseguir?a posicionarse como el ?nico aliado para un pueblo que no recib?a m?s que represi?n por parte del resto de actores internacionales y regionales, alimentando sus esperanzas de salir de su condici?n de ap?tridas. Por todo ello, no debe sorprendernos que con la llegada de la revoluci?n en 2011 muchos tuaregs se unieran a las filas del r?gimen.

La revoluci?n de 2011
La revoluci?n supondr?a no solo la ca?da del r?gimen de la jamahiriyya y la muerte de Gadafi, sino la decadencia de la tribu del regente, la Ghaddafa, cuyos negocios y espacios pol?ticos ?que hasta entonces hab?an cuasi monopolizado? fueron ocupados por las tribus locales del Fezzan. Negocios informales como el contrabando cambiar?an de manos, alterando totalmente las rutas y qui?n las controlaba.

Por otra parte, Gadafi volver?a a acudir a los tuaregs como en el pasado, siguiendo con las mismas promesas tanto tiempo incumplidas, aferr?ndose a ellos como ?ltima esperanza para evitar su ca?da. Aunque la respuesta no ser?a unitaria, los principales l?deres tuaregs de Libia, N?ger y Mali acudir?an a su llamada, y hasta 10.000 combatientes tuaregs combatir?an en las filas del r?gimen, y de hecho ser?an los que ayudar?an al l?der libio a esconderse tras su huida de Tr?poli.

Finalmente, la estrategia de Gadafi fue en vano, y tras la revoluci?n los tuaregs simplemente se har?an cargo de lo que hab?a sido tradicionalmente suyo, haci?ndose fuertes en sus territorios del sur y organiz?ndose como un actor rebelde mas. A pesar de todo, su colaboracionismo con el r?gimen durante las d?cadas anteriores y su respuesta no unitaria a la revuelta tambi?n les pasar?a factura, y tras la revoluci?n vendr?an a verse perseguidos tanto por los grupos leales al antiguo r?gimen como por los grupos rebeldes, lleg?ndose a producir denuncias de genocidio por parte de las asociaciones tuaregs, y vi?ndose forzados cientos de ellos a huir y pedir asilo como refugiados en la vecina Argelia.

Los tuaregs, la geopol?tica y las potencias internacionales
Con la muerte de Gadafi, y tras el alzamiento independentista tuareg en el norte de Mali de 2012, muchos combatientes tuaregs marchar?an a luchar al pa?s africano, entremezcl?ndose con los independistas, pero tambi?n con grupos islamistas como Ansar al-Dine. Sin embargo, tras la intervenci?n francesa, junto a las luchas intestinas que surgir?an en el seno la rebeli?n, al comprobarse la diferencia de objetivos entre los tuaregs en b?squeda de la autodeterminaci?n y los grupos islamistas, muchos de los tuaregs volver?an a una Libia sumida ya totalmente en guerra civil.

Para ampliar: ?Mal?, ?el pivote geoestrat?gico del ?frica Occidental??, Fernando Aranc?n en El Orden Mundial

A esto se unir?a el enfrentamiento contra los Tebu en el suroeste libio, tras m?s de cien a?os de paz entre ambas tribus gracias a una cuerdo ?el Midi Midi, ?amigo amigo??, sellado a finales del siglo XIX, por el cual ambas se repartieron las rutas comerciales y de contrabando de la regi?n. Con este tratado, los tuaregs vendr?an a dominar las rutas hacia Argelia y Mali, mientras los Tebu se quedaban con las de N?ger y Chad. La guerra estallar?a a ra?z de la competencia por el control de los recursos petrol?feros de la zona, as? como del oasis de Ubari, punto geoestrat?gico clave para el control de las rutas por el desierto. En agosto de 2014 las tensiones alcanzar?an su punto ?lgido, inici?ndose los combates en el oasis de Ubari, y llegando a Sebha, capital del Fezzan, un a?o despu?s. La primera chispa de este conflicto la prender?a una decisi?n del Consejo Nacional de Transici?n al dar el control de las fronteras del sur a los tebu como recompensa por haberse posicionado mayoritariamente contra Gadafi en el proceso revolucionario. Asimismo, los tebu se har?an con el control de la plataforma petrol?fera de el-Shehara, privando a los tuaregs del acceso a sus beneficios a la vez que monopolizaban las rutas de contrabando, gracias al apoyo desde Bengasi. Todo ello, unido al incremento de los controles fronterizos y de seguridad por parte de actores como Argelia, alterar?a las rutas tradicionales y har?a colisionar los intereses de ambas tribus, rompiendo el pacto tradicional y las relaciones de poder tribal asentadas durante d?cadas. A pesar de todo, en noviembre de 2015 los tuaregs recuperar?an el control del el-Shehara y el conflicto se estancar?a, con Ubari como centro del mismo.

Por otra parte, tras la conformaci?n de dos gobiernos en competici?n por el poder, los tuaregs se ver?an de nuevo envueltos en las din?micas nacionalistas, as? como en los juegos geopol?ticos de las distintas potencias internacionales. Por un lado, el gobierno de Tripoli les apoyar?a con armas y municiones, as? como ayuda m?dica y combustible. Por otro lado los tebu recibir?an apoyo desde Tobruk, as? como de los Tebu chadianos y Francia. Por tanto, lo que podr?a haberse interpretado en un primer vistazo como un simple conflicto tribal tomar?a car?cter regional y, de nuevo, se entremezclar?a con el desarrollo general del conflicto libio.

La situaci?n libia actual, un ca?tico qui?n es qui?n
La situaci?n libia actual, un ca?tico qui?n es qui?n. Fuente: Geopolitical Atlas
Tuaregs y grupos extremistas en el S?hara y el Magreb
A todo este conflicto interno puramente libio, y a las intervenciones de potencias internacionales externas a la regi?n, se a?adir?a el hecho de que las din?micas tribales de los tuaregs quedar?a marcadas tambi?n por la emergencia de grupos radicales isl?micos como Al-Qaeda en el Magreb Isl?mico (AQMI) que, aprovech?ndose del car?cter remoto del Fezzan y de la porosidad de las fronteras entre los estados de la regi?n del Sahel, encontrar?an ah? un nicho seguro para llevar a cabo sus actividades, as? como un excelente puente en su camino hacia los frentes de combate en las ciudades del litoral libio. Una tendencia que se acentuar?a especialmente tras el empuje militar franc?s en Mali. La presencia de estos grupos constituye una preocupaci?n m?s para los tuaregs, que ven como las generaciones m?s j?venes podr?an observar un futuro mejor en estos militantes que en la precariedad del contrabando en los l?mites del desierto al que la historia ha condenado a estos n?madas de las arenas, as? como una v?a de escape de las dif?ciles condiciones que su situaci?n de ap?tridas les impone.

Flujos il?citos entre el Atl?ntico y el Mediterr?neo a trav?s de ?frica. Fuente: Global Initiative http://www.globalinitiative.net/programs/governance/atom-illicit-trafficking-from-the-atlantic-to-the-mediterranean/
Flujos il?citos entre el Atl?ntico y el Mediterr?neo a trav?s de ?frica. Fuente: Global Initiative
El propio Estado Isl?mico (EI) proclamar?a en su revista Dabiq que diversos grupos islamistas de tipo jihadista, asentados en Libia, hab?an jurado lealtad a la causa del califato, incluyendo en el propio Fezzan. A pesar de todo, y aun sabiendo que varios tuaregs han jurado lealtad al grupo, lo cierto es que sus progresos han sido mucho m?s reducidos que en el norte del pa?s, y han sido precisamente las particularidades de los tuaregs las que han protegido la zona contra el radicalismo. Y es que los v?nculos de los tuaregs con el EI y otros grupos jihadistas parece deberse m?s a factores de tipo econ?mico y log?stico que a simpat?as ideol?gicas. La alta capacidad de financiaci?n del EI habr?a sido aprovechada para conseguir la lealtad a corto plazo de las tribus tuaregs, que habr?an ofrecido a cambio sus conocimientos sobre las rutas comerciales y de navegaci?n por el duro ecosistema sahariano. No obstante, el Islam practicado por los tuaregs, de tendencia suf? y marcado por un fuerte sincretismo resulta muy incompatible con el islam salaf?. Por otra parte, la estricta y primordial lealtad a la familia y a la tribu tambi?n dificultan la adherencia a una ideolog?a que proclama la lealtad exclusiva a la comunidad universal de la umma y a la sumisi?n al califa.

El futuro: paz con integraci?n
M?s all? del conflicto tribal y de las din?micas pol?ticas, el contexto post-Gadafi ha permitido la configuraci?n de un espacio en el que, sin la represi?n del r?gimen, se han multiplicado las organizaciones tuaregs en pro de la reivindicaci?n de sus derechos tanto como minor?a ?tnica como de tipo econ?mico y social. El acceso a documentos que acrediten su ciudadan?a, la cesi?n de espacios de representaci?n pol?tica en las instituciones y el fin de la exclusi?n del sistema educativo son las principales demandas de un pueblo que lleva ya muchas d?cadas escuchando promesas nunca cumplidas.

Por todo ello, en definitiva, si las condiciones de los tuaregs no mejoran y su sentimiento de exclusi?n prevalece, se podr?a fomentar su deseo a buscar la autonom?a pol?tica, a?adi?ndose un factor de inestabilidad m?s a la ya de por s? convulsa regi?n. De forma similar a como ocurri? con el Movimiento de Liberaci?n Nacional del Azawad en Mali, que terminar?a torn?ndose en un conflicto regional al contar con el apoyo de toda la poblaci?n tuareg distribuida por los estados de la regi?n. Con todo, el gobierno que se encargue de la transici?n a la paz deber? tenerlos en cuenta, combinando derechos sociales, econ?micos y ciudadanos con reformas que reduzcan el miedo y la xenofobia de los libios del litoral hacia las poblaciones tuaregs, y que tambi?n fomentan su exclusi?n.
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La cuesti?n Amazigh
Introducci?n
Amazigh es el nombre con el que se denominan los pobladores originales del norte de ?frica y sus descendientes. Seguramente la mayor?a entender? mejor de qui?n estamos hablando si utilizan la denominaci?n de bereberes. A los imazighen (plural de Amazigh) no les gusta que se utilice la denominaci?n de bereberes, ya que esta es peyorativa.

“Bereber” deriva de la palabra griega b?rbaro, que era utilizada para denominar a todos aquellos que no hablaban griego y que, por tanto, eran considerados b?rbaros. Los romanos y los bizantinos continuaron utilizando este t?rmino. Despu?s de las invasiones ?rabes del siglo XVII, los ?rabes continuaron con la tradici?n grecorromana de considerar a los pueblos ind?genas como b?rbaros. Tambi?n los ingleses y franceses adoptaron el t?rmino bereber. Los nacionalistas Amazigh reivindican el uso del t?rmino con el cual ellos se autodenominan. Amazigh significa libre o noble; el plural de Amazigh es imazighen. Para definir la lengua que hablan, los imazighen usan el t?rmino de lengua tAmazight. Entre el pueblo Amazigh hay tendencias y posiciones diferentes en torno a su identidad, las reivindicaciones var?an en funci?n del pa?s y pueden ser desde culturales hasta nacionalistas y de reivindicaci?n nacional. Por ejemplo, los nacionalistas se caracterizan por la reivindicaci?n de la tierra nacional del pueblo Amazigh, que ellos denominan Tamazgha. M?s adelante explicaremos las diferentes manifestaciones culturales y pol?ticas del pueblo Amazigh (ver La cuesti?n Amazigh hoy d?a).

Los imazghen han sido siempre considerados los habitantes originales del norte de ?frica.
Su territorio se extiende desde Egipto hasta Mauritania y desde el Mediterr?neo hasta las fronteras del ?frica negra subsahariana. Diferentes imperios han conquistado porciones de la Tamazgha hist?rica, comenzando por los fenicios y los griegos y m?s tarde los romanos, v?ndalos, bizantinos, ?rabes, turcos, franceses, brit?nicos, espa?oles e italianos. Los imazighen han sido sometidos a diversas creencias religiosas: sus propios conceptos pante?sticos; los dogmas polite?sticos de los fenicios, egipcios, griegos y romanos; y a las tres principales religiones monote?stas, el juda?smo, el cristianismo, y el islam. Desde el siglo XIII, la mayor?a de los imazighen han profesado la fe isl?mica.

Las primeras colonizaciones
Los primeros antepasados de los Amazigh
Aparecen durante el primer milenio antes de Cristo, repartidos en las zonas costeras del Mediterr?neo africano y en amplias zonas del interior. Los primeros desarrollaron sociedades rurales sedentarias, mientras que los del interior eran pastores n?madas dedicados a la cr?a de ovejas, cabras y bovino. Se conoce muy poco sobre la organizaci?n social de estos primeros antepasados de los imazighen.
Los primeros colonizadores que llegaron a la zona fueron los fenicios (814 aC). En el siglo VI aC, esta colonia se convierte en un estado aut?nomo, con la ciudad de Cartago como capital. Durante este per?odo, los pobladores del interior pusieron en marcha una gran actividad comercial. El oro, la plata, y el esta?o africanos eran vendidos a cambio de los productos manufacturados cartagineses. Esta din?mica dura hasta el a?o 40 dC cuando la colonia pas? a manos romanas. Durante los dos primeros siglos despu?s de Cristo, la romanizaci?n lleg? pr?cticamente al desierto entre numerosas revueltas Amazigh. Los romanos nunca pudieron acabar con esta resistencia. Es por eso que en la ?poca romana la poblaci?n Amazigh qued? dividida en dos grupos: los imazighen romanizados (zonas costeras) y los imazighen que viv?an en clanes y tribus independientes en el interior. Estos ?ltimos proporcionaban a los romanos oro, esclavos, plumas de avestruz, animales salvajes y piedras preciosas, a cambio de vino, objetos met?licos, terracer?a, productos textiles y de vidrio. Por su parte, los imazighen romanizados fueron subiendo socialmente y en el a?o 170, los senadores africanos eran m?s de 100.

El cristianismo tambi?n conoci? un gran desarrollo en las zonas romanizadas. La figura m?s importante del cristianismo africano fue san Agust?n, obispo de Hipona, y las herej?as m?s extendidas el donatismo y el arrianismo. El juda?smo tambi?n encontr? numerosos adeptos, principalmente en las monta?as de la costa. En el a?o 429, tuvo lugar la llegada de los v?ndalos que result? desastrosa. Arruinaron gran parte de la cultura romana y detuvieron la vida urbana. En el 533, llegaron los bizantinos y restablecieron la administraci?n, la econom?a romana y la ortodoxia cat?lica.

Mientras todo esto suced?a, los imazighen del interior continuaron con su vida n?mada y organizaci?n tribal, atacando con frecuencia las ciudades cercanas. La introducci?n del camello (s. V-VI) revolucion? las comunicaciones saharianas y los imazighen del interior pudieron controlar mejor las rutas comerciales y llegaron a ser los intermediarios m?s importantes entre el ?frica negra y el mundo del Mediterr?neo.

Las conquistas ?rabes y la islamizaci?n del Magreb
El pueblo Amazigh, muy enraizado en sus tradiciones, marco geogr?fico y organizaci?n igualitaria, se opuso con una fuerte resistencia a la invasi?n ?rabe. En el a?o 649, los ?rabes llegaron por primera vez a Ifrikiya (T?nez). La resistencia bizantina fue muy reducida. En 675 el l?der Kusayla, jefe Amazigh de las confederaciones Awraba i Sanhadja, se convirti? al islam y con ?l, la mayor?a de sus seguidores en el Magreb central. Hizo un pacto con los ?rabes y juntos acabaron de expulsar a los bizantinos. Durante los a?os siguientes, los problemas fueron aumentando hasta que los ?rabes rompieron su pacto y conquistaron pr?cticamente la totalidad del Magreb, incluso la regi?n del Atlas. En el a?o 704, la pr?ctica totalidad del Magreb pas? a formar parte del imperio califal. Es en este proceso cuando se produce la islamizaci?n del Magreb, que tendr? importantes repercusiones en el pueblo Amazigh.

La tradici?n ?rabe y musulmana
En seguida entr? en contradicci?n con las fuertes tendencias democr?ticas y con el sentido de la igualdad del pueblo Amazigh. Los imazighen no soportaron demasiado bien el hecho de ser musulmanes de segunda fila, que pagaban tributos como los infieles y formaban el grueso de los ej?rcitos que conquistaban nuevos territorios, pero que no pod?an acceder a lugares de responsabilidad. Es por eso que las reacciones de los imazighen no eran contra el islam, sino contra la privilegiada aristocracia ?rabe. Los imazighen no s?lo no reaccionaron ante el islam, sino que hubieron muchos intentos de adaptar el islam al mundo Amazigh y sus peculiaridades. En el a?o 745, Ibn Tarif se autonombr? profeta, tradujo el Cor?n e introdujo nuevos rituales y restricciones de alimentos en consonancia con las tradiciones animistas locales. Muchos imazighen se adhirieron masivamente al jariyismo, que era una versi?n del islam que pregonaba la igualdad entre todos los creyentes.

A pesar de los intentos de adaptaci?n, el islam modific? las estructuras sociales de los imazighen. La atracci?n del mundo ?rabe hizo que muchas familias imazighen buscasen antepasados ?rabes como s?mbolo de prestigio. Por su parte, los imazighen del interior continuaron con sus tradiciones comerciales y fueron ellos los que introdujeron el islam en el ?frica subsahariana.

La tradicional aristocracia ?rabe se perpetu? en el poder y con ella se negoci? la descolonizaci?n y el nacimiento de los estados actuales. Esto se hizo sin tener en cuenta los derechos hist?ricos de los imazighen del interior, los ?nicos que todav?a reivindicaban su identidad (alto y medio Atlas en Marruecos; las monta?as de la Cabilia al este de Argel; las monta?as Aur?s al este de Argelia; la regi?n de Mzad al norte del S?hara argelino; los sectores tuareg de Argelia Ahaagar i Tassili-n-Ajjer; las monta?as Jabal Nafusa al sur de Tr?poli (Libia): Tebu en las monta?as Tibesti al sureste de Libia; el oasis Siwa sahariano al oeste de Egipto; el territorio tuareg de Azaouad al noroeste de Mali; las monta?as A?r, al norte de N?ger). Su lengua fue marginada en beneficio del ?rabe y del idioma colonizador, que se convirtieron en oficiales. Despu?s de muchos a?os de luchas y reivindicaciones, algunos pa?ses han declarado oficial la lengua tAmazight. (” Protagonistas y marginados” , Jos? Lu?s Cort?s L?pez. Mundo Negro, octubre de 1997).

La cuesti?n Amazigh hoy d?a

Antoni SEGURA i MAS
Catedr?tico de Historia Contempor?nea
Universitat de Barcelona

Hoy en d?a, en el Magreb, unos 16 millones de personas son consideradas imazighen, lo cual representa un poco m?s de la quinta parte del total de la poblaci?n. Los porcentajes m?s elevados los encontramos en Marruecos (Rif, Atlas y Sous), Argelia (Aur?s, oasis de Mzab y Gourara, Hoggar y Gran y Peque?a Cabilia) y en los desiertos de Mauritania y S?hara Occidental. Tambi?n encontramos n?cleos imazighen m?s reducidos en T?nez (isla de Djerba y algunos puntos del desierto), en Libia (Gabel Nefusa) y en Mali (en el desierto). Se trata pues, de una distribuci?n discontinua que ha dificultado la unidad ling??stica y cultural y ha favorecido, a menudo, una utilizaci?n pol?tica interesada de la ” cuesti?n Amazigh” . As?, la administraci?n francesa no dud? en oponer los ” buenos” imazighen a los ?rabes ” dominadores” con tal de debilitar la resistencia a la acci?n colonial. La m?xima expresi?n de esta actitud fue la proclamaci?n en Marruecos del denominado dahir berber de 1930, que pretend?a sustraer de la jurisdicci?n del sult?n a la poblaci?n bereber del Protectorado. El rechazo de la sociedad marroqu? oblig?, sin embargo, al cabo de poco tiempo, a dar marcha atr?s. Despu?s de la independencia, tambi?n Mohamed V utiliz? h?bilmente el fiel y berberista Movimiento Popular de Mahjoub Aherdane (ministro en diversas ocasiones y participante en la Marcha Verde) para oponerlo a la pol?tica radical del Istiqlal. En Argelia, la pol?tica de arabizaci?n impulsada por los ulemas y por el Movimiento por el Triunfo de las Libertades Democr?ticas en la segunda mitad de los cuarenta provoc? las cr?ticas de los militantes imazighen que fueron expulsados del partido mientras Hocine A?t Ahmed, acusado de estar m?s interesado en Masinissa y Jugurta que no en el profeta, hab?a de ceder la direcci?n de la lucha armada a Ben Bella. Despu?s de 1962, las cabilias se sublevaron (1963 i 1980) contra la pol?tica de arabizaci?n del Frente de Liberaci?n Nacional. En la campa?a electoral de 1991, fue el Frente de Fuerzas Socialistas (FFS) de Hocine A?t Ahmed quien denunci? el mensaje de exclusi?n (” el mestizaje es la decadencia” ) del Frente Isl?mico de Salvaci?n.

Hoy, el poder opone la intransigente Agrupaci?n por la Cultura y la Democracia de Said Saadi, que propugna una pol?tica de erradicaci?n de los islamistas, a la propuesta de di?logo y negociaci?n de la Plataforma de Roma defendida por el tambi?n Amazigh FFS. Mucho m?s al sur, en Mali (Azuad) y N?ger (A?r), los tuaregs, antiguos traficantes de oro y esclavos, han sido perseguidos, y, entre 1990 i 1995, la guerra ha golpeado la regi?n. Los gobiernos de estos dos pa?ses ven el apoyo del Congreso mundial Amazigh a los tuareg como una interferencia en un problema pol?tico interno.

En definitiva, la historia de los imazighen es un compendio de gloria y desdicha, de fragmentaci?n y olvido. Aliados y enfrentados a Roma en la ?poca de Masinissa y Jugurta (reyes de Numidia y Mauritania), fundadores de imperios (almor?vide, almohade) y dinast?as (hafsida, abdalwadita, benimer?); arabizados hasta la renuncia de los or?genes; doblemente colonizados por los europeos y por las pol?ticas arabizantes que siguieron a las independencias, sin estado, dispersados y aislados entre s?, de tal manera que la unidad ling??stica se perdi? hace siglos. Y de igual manera, las costumbres, la cultura, las artes, la cocina (el cuscus), la religi?n y el derecho no se entienden en el Magreb sin esta referencia Amazigh que lo impregna todo, que traspasa por todos lados. Hace falta, pues, esforzarnos en conocer esta mediterr?nea Amazigh para poder construir este espacio mediterr?neo de intercambios sociales, culturales y de ideas que los m?s imaginativos y esperanzados quisieron vislumbrar m?s all? de la zona de libre comercio definida en la Declaraci?n de Barcelona.


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