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Vidas gobernadas: la biopol?tica seg?n Foucault

Ester Jordana Lluch :: 16.04.19

La biopol?tica es un concepto introducido por Foucault para describir las transformaciones de las formas de gobierno modernas, caracterizadas por el despliegue de todo un conjunto de tecnolog?as, pr?cticas, estrategias y racionalidades pol?ticas que tienen como objetivo el gobierno de la vida.

Vidas gobernadas: la biopol?tica seg?n Foucault
La biopol?tica es un concepto introducido por Foucault para describir las transformaciones de las formas de gobierno modernas, caracterizadas por el despliegue de todo un conjunto de tecnolog?as, pr?cticas, estrategias y racionalidades pol?ticas que tienen como objetivo el gobierno de la vida.

ESTER JORDANA LLUCH
INVESTIGADORA Y DOCENTE

El Salto
2019-04-16 10:00:00

El uno de marzo hizo diez a?os de la muerte de Pepe Rubianes, el entra?able canalla cuyo corrosivo humor cr?tico salv? a m?s de una y m?s de uno de caer en manos de Paulo Coehlo. Si asomase la cabeza unos segundos para ver c?mo ha ido la cosa en estos a?os, probablemente se sonreir?a y dir?a algo as? como ?pues mira, qu? quer?is que os diga, viendo lo visto, igual mejor muerto que preso?. Durante una d?cada, Rubianes llen? una y otra vez el Teatro Capitol de Barcelona con el mon?logo ?Rubianes solamente?, una ficci?n autobiogr?fica a trav?s de la cual el actor efectuaba una hilarante cr?tica social (si no lo has visto a?n, lo tienes en youtube). Uno de los momentos m?s desternillantes del mon?logo era cuando, emulando un musical, teatralizaba a modo de coreograf?a colectiva la ?alegr?a social? que se desencadena todas las ma?anas de camino al trabajo. Rubianes evocaba a multitudes sonrientes y felices cantando y bailando juntas: ??Vamos a trabajaaaar!, ?a traaa-baaa-jaar!?. Una escena delirante que arrancaba una sonora carcajada en el p?blico. ?Semejante funcionamiento social?, dec?a para s? sonri?ndose.
Qui?n sabe las derivas que hubiera tomado ese mon?logo a lo largo de estos diez a?os. Sin embargo, no deja de tener sorna descubrir que las empresas de todo el mundo destinan hoy en d?a much?simo dinero a generar, efectivamente, alegr?a social en el trabajo. No es ninguna broma c?nica, parece que han demostrado que la felicidad incrementa la y, desde entonces, multitud de coaches han hecho el agosto. De hecho, no me extra?ar?a que a alguno de ellos se le haya ocurrido que hacer coreograf?productividadas conjuntas mejora la autoestima y la cohesi?n de grupo. Podr?a ser que, en alguna parte del mundo, un grupo de trabajadores dispuestos en fila con los brazos entrecruzados est?n ahora mismo bailando al un?sono y gritando motivacionalmente ??vamos a trabajaaaar!, ?a traaa-baaa-jaar!?. S?, querido Pepe, s?… ?semejante funcionamiento social?.

OBJETIVO: EL GOBIERNO DE LA VIDA
M?s all? de lo liberador de un ejercicio de s?tira como ese, la cuesti?n es preguntarnos c?mo somos capaces de vernos inmersas en esas actividades sin soltar una carcajada ante lo aparentemente irrisorio de esas propuestas. La respuesta es que esas t?cnicas de gesti?n de nuestras conductas, afectos o pensamientos no son una mera colecci?n de las estrategias de management empresarial de alg?n gur? de moda. Arraigan, mucho m?s profundamente, en aquello que Michel Foucault trataba de caracterizar como la transformaci?n pol?tica que acompa?a la constituci?n de las sociedades modernas: el despliegue de todo un conjunto de tecnolog?as, pr?cticas, estrategias y racionalidades pol?ticas que tienen como objetivo el gobierno de la vida.
En efecto, para que la econom?a capitalista funcione, no basta con instituir la propiedad privada y la divisi?n del trabajo; son necesarias todo un conjunto de tecnolog?as para hacer efectiva esa divisi?n del trabajo, es necesaria la selecci?n y clasificaci?n de las aptitudes y capacidades de la poblaci?n, organizar esas formas de producci?n colectiva. No basta tampoco con que el trabajo dependa de las contingencias empresariales obligando a una enorme masa de gente a desplazarse irremediablemente de un lugar a otro. Adem?s de eso, es necesario hacer que trabajen efectivamente, hay que supervisar las tareas a realizar, establecer mecanismos de rendici?n de cuentas, hacer rentable el tiempo de trabajo, etc.

Para que la econom?a capitalista funcione, no basta con instituir la propiedad privada, la divisi?n del trabajo y la organizaci?n social del mismo, son necesarias todo un conjunto de tecnolog?as para hacer efectiva esa divisi?n del trabajo, es necesaria la selecci?n y clasificaci?n de las aptitudes y capacidades de la poblaci?n.
Las tecnolog?as que organizan ese gobierno de la vida fueron fundamentales para el despliegue del capitalismo. Sin embargo, esas estrategias de gobierno no tienen por finalidad ?ltima garantizar el adecuado funcionamiento del sistema productivo. El gobierno de la vida constituye un ?mbito aut?nomo de actuaci?n y regulaci?n de la vida misma, sus formas y l?mites, sus amenazas y defensas. Para ello, la poblaci?n se constituir? como una categor?a que estar? en la encrucijada de todo un conjunto de saberes y tecnolog?as de gobierno a trav?s de la medicina, la sociolog?a, la biolog?a, la psicolog?a, la psiquiatr?a y, c?mo no, la estad?stica como aproximaci?n transversal a todas ellas. La escala biopol?tica permite, en efecto, conocer y gobernar fen?menos considerados hasta entonces como accidentales o azarosos a partir de poder determinar su frecuencia, incidencia o patrones de repetici?n a lo largo del tiempo. Se desplegar?n as? todo un conjunto de mecanismos destinados a gestionar la seguridad, detectar situaciones de riesgo o peligrosidad que permitan determinar el modo de intervenci?n pol?tica necesaria. Peligrosidad en t?rminos de enfermedad, a trav?s de la higiene p?blica, el control y gesti?n de las enfermedades, prevenci?n de las epidemias, pol?ticas de salud tanto en casas y lugares de trabajo como en barrios y ciudades. Peligrosidad tambi?n en t?rminos de criminalidad, necesidad de determinar qu? riesgos de criminalidad son inherentes a determinados sujetos, lugares o situaciones, el control y vigilancia generalizados de la poblaci?n como m?todos que permitan intervenir en caso necesario.
Esas estrategias de gobierno se despliegan tanto en la escala concreta de los cuerpos (las relaciones que establecen, los espacios que habitan, sus capacidades, conductas o afectos) como de la poblaci?n (sus movimientos, su volumen, sus afecciones y amenazas). En el seno de esa doble dimensi?n, la norma se erige el concepto vertebrador que articula la escala del cuerpo y la de la poblaci?n. En la escala del cuerpo, todo un conjunto de tecnolog?as destinadas a producir cuerpos y capacidades normales; en la escala de la poblaci?n, todo un conjunto de tecnolog?as destinadas a regular las relaciones de unos fen?menos con otros para mantenerlas dentro de los par?metros de la ?normalidad?. La biopol?tica va, pues, de la mano de la instauraci?n de la norma como un mecanismo de orden y organizaci?n social cuya centralidad pone en crisis el orden social que pivotaba en torno a la ley. En efecto, si la ley era concebida como un mecanismo que proh?be, impidiendo y limitando determinadas acciones, la norma actuar? positivamente prescribiendo o regulando qu? es lo que debe suceder y c?mo. Eso no significa que la ley desaparezca o retroceda en favor de la norma, pero s? quedar? resituada a partir de ese nuevo paradigma de gobierno.

No se trata de un poder que se ejerce de modo jer?rquico o vertical, se trata, por el contrario, de producir permanentemente determinados modos de vida apoyados en mecanismos que se deslizan hasta lo m?s ?ntimo de nuestra subjetividad, operando sobre nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras conductas y nuestros afectos.
LA ?LIBERTAD? SEG?N EL LIBERALISMO
A nuestro juicio, y contra ciertas lecturas sobre el autor, una de las cr?ticas pol?ticas fundamentales que se derivan del an?lisis de la biopol?tica como forma de gobierno es, justamente, c?mo esta permite impugnar los principios de gobierno enunciados desde posturas liberales y neoliberales. All? donde tanto el liberalismo como el neoliberalismo se presentan como formas de gobierno que tratan de defender las libertades de los individuos limitando lo m?ximo posible la acci?n gubernamental sobre ellos, Foucault muestra c?mo, justamente, esa racionalidad de gobierno basada en el c?lculo de cu?nto es necesario gobernar necesita apoyarse en una multiplicidad de tecnolog?as y pr?cticas de observaci?n, vigilancia, registro y monitorizaci?n constante de la vida. No se trata, en efecto, de un control coercitivo, de un poder que se ejerce de modo jer?rquico o vertical, se trata, por el contrario, de producir permanentemente determinados modos de vida y de relaci?n, intervenir sobre nuestras experiencias, operar movilizando nuestros deseos, inducirnos o disuadirnos de tomar determinadas decisiones. Ese gobierno de la poblaci?n no deja de apoyarse en mecanismos que se deslizan hasta lo m?s ?ntimo de nuestra subjetividad, operando sobre nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, nuestras conductas y nuestros afectos. Por tanto, resulta un tanto c?nico escuchar a los liberales hablando de la necesidad de preservar la libertad individual de toda injerencia gubernamental mientras no tienen reparos en impulsar pr?cticas de gobierno que tienen como objetivo operar sobre la conducta, el pensamiento o los afectos de esos sacrosantos sujetos.
Foucault situaba el desarrollo de la cr?tica moderna como una de las formas de resistencia a esas formas de gobierno que, hist?ricamente, han tratado de conducir la vida de la gente. Una cr?tica que, sin embargo, era necesario concebir y ejercer, a juicio del autor, como el modo de resistir, desafiar y cuestionar esas formas de ser gobernado: la cr?tica entendida como una actitud, una pr?ctica y herramienta de lucha, no como un ejercicio intelectual.
Volviendo a las carcajadas que nos sonsacaba Pepe Rubianes al parodiar nuestras formas de organizaci?n social, podemos afirmar que, en efecto, una buena s?tira encarna perfectamente esa actitud cr?tica. La s?tira nos permite observar nuestras costumbres o h?bitos sociales al tiempo que desautoriza de forma sacr?lega e irreverente aquello que los legitima y los sostiene. Esa actitud cr?tica nos invita a que nos llevemos esa experiencia del teatro a la propia vida, nos invita a reconocernos en esa misma situaci?n social que la s?tira pretend?a emular y ser capaces de sostener la carcajada ante esas formas de gobernar nuestra vida.
Ester Jordana Lluch es autora de Michel Foucault. Biopol?tica i governamentalitat . Barcelona: Gedisa, 2019.


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