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El tel?n de fondo de los l?os del norte de ?frica, Argelia, Sud?n, Libia, Marruecos y Mali: El combativo pueblo originario amazigh

El Orden Mundial :: 18.04.19

La prensa comercial y la de izquierda esconde esta realidad por temor a que los amazigh se levanten desde sus formas comunitarias: la problem?tica del Rif en Marruecos, regi?n habitada por los amazigh; la tentativa de la Rep?blica de Azawan en Mali, levantada por las comunidades amazigh-tuareg; las luchas de pueblos y aldeas amazigh de Kabilia en Argelia; la regi?n aut?noma del sur de Libia controlada por las milicias amazigh-tuareg, entre otras.

Los amazigs, supervivencia y lucha de un pueblo ancestral
Los amazigs, supervivencia y lucha de un pueblo ancestral
Marroqu? con la bandera amazig. Fuente: Airy Dom?nguez
18 abril, 2019
Airy Dom?nguez
@Airydominguez
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La base del contrato entre el Estado y la sociedad parece tambalearse en el norte de ?frica. El ancestral colectivo amazig y sus demandas han pasado a constituirse como uno de los principales retos a los que ha de hacer frente la regi?n.

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Antes de la colonizaci?n de los europeos, los ?rabes e incluso los romanos, el norte de ?frica estaba habitado por el pueblo amazig, m?s conocido como bereber, un ex?nimo derivado de b?rbaro del que el propio colectivo huye por considerar que posee una carga peyorativa. Diversas comunidades conforman esta poblaci?n ind?gena ancestral, a la que pertenecen en torno a 20 millones de personas geogr?ficamente concentradas en Marruecos ?en torno al 40%? y Argelia ?en torno al 20%?. Tambi?n cuentan con una presencia significativa en Libia ?alrededor del 9%?, T?nez ?2%? el oasis de Siwas en Egipto ?unas 20.000 personas?, y en N?ger y Mali, donde los n?madas tuaregs alcanzan el mill?n.

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Para ampliar: ?Los tuaregs libios: los combatientes sin patria?, Daniel Rossell? en El Orden Mundial, 2016

Su rasgo distintivo fundamental es el lenguaje, que cuenta con 26 dialectos, entre los que destacan los grupos dialectales del cabilio en Argelia y del tamazight, el tachelhit y el tarifit o rife?o en Marruecos. Sin embargo, lo que llama la atenci?n es la naturaleza combativa y la capacidad de supervivencia de este grupo etnoling??stico: los amazigs han conseguido permanecer en la Historia y hacer frente a m?s de un milenio de invasiones y reg?menes pol?ticos cambiantes sin dejar de hacer escuchar su causa. Tanto es as? que en la actualidad la cuesti?n amazig es parte de los retos pol?ticos, sociales y econ?micos a los que se enfrentan los Estados del norte de ?frica.

Localizaci?n de las comunidades amazigs m?s grandes en ?frica.

La marginaci?n amazig y la pol?tica descolonial
Las luchas por la independencia y los procesos resultantes favorecieron el nacimiento de un movimiento nacionalista e independentista ?rabe. En este contexto, Marruecos, Argelia, T?nez y Libia se autodefinieron oficialmente como ?pa?ses ?rabes?, se unieron a la Liga de los Estados ?rabes y en 1989 formaron la Uni?n del Magreb ?rabe. El ?rabe fue declarado el ?nico idioma oficial, el islam como la religi?n de Estado y la arabizaci?n en los ?mbitos educativo y p?blico pas? a ser prioritaria. En este contexto, el declive de la lengua amazig ?fruto de las pol?ticas de centralizaci?n y arabizaci?n? supuso el caldo de cultivo para el nacimiento de un movimiento identitario. Su demanda central ser? la afirmaci?n por parte de las autoridades estatales ? en ?frica del Norte, pero tambi?n en la di?spora bereber en Europa occidental y Am?rica del Norte? de la existencia del pueblo amazig como un colectivo y de la amaziguidad del territorio Tamazgha, definido como el ?rea que va desde el oasis de Siwa, en el desierto occidental de Egipto, hasta las islas Canarias y el Sahel.

Mapa del territorio definido como Tamazhga. Fuente: Tamazight forever

En t?rminos pr?cticos, el principal objetivo del pueblo amazig es el reconocimiento oficial de su lengua y la correcci?n de las injusticias que considera que se han cometido contra ellos en las pol?ticas educativas, econ?micas y sociales. Este movimiento, al igual que las comunidades que componen el colectivo, no ha sido uniforme en toda la regi?n. Por ejemplo, en el caso argelino el movimiento amazig ha estado hist?ricamente definido por su car?cter abiertamente pol?tico, mientras que en Marruecos las confrontaciones entre la comunidad y el Estado y el componente pol?tico han estado menos marcados ?a pesar de la deriva pol?tica que viene tomando los ?ltimos a?os?.

Si bien es cierto que existen marcadas diferencias en el desarrollo del movimiento y en su relaci?n con las autoridades en funci?n del pa?s y del contexto en el que se encuentra, en el momento de la independencia las ?lites gobernantes de los dos pa?ses que albergan el mayor colectivo de poblaci?n amazig, Marruecos y Argelia, ten?an la misma orientaci?n hacia sus respectivas comunidades amazigs: la construcci?n exitosa del Estado y la integraci?n nacional requer?an subsumir a los heterog?neos bajo la r?brica de la identidad araboisl?mica.

Amazigs en Marruecos: entre la arena pol?tica y cultural
Marruecos, el pa?s con mayor poblaci?n amazig, registra los efectos m?s acusados de la ?poca poscolonial en este colectivo. La marginalizaci?n de su lengua y su cultura afect? de manera clara a la econom?a de las ?reas rurales habitadas por amazig?fonos, como puede la zona del Alto y Medio Atlas o el sur del pa?s. Estas regiones permanecieron sin infraestructuras y sin educaci?n, con un analfabetismo cr?nico ?especialmente entre las mujeres?, pobreza y desempleo, un hecho cuyas consecuencias se extienden hasta la actualidad. Todo ello dio lugar al nacimiento del movimiento amazig en la d?cada de 1960. Uno de los sucesos m?s destacables de este periodo fue la revuelta del Rif de finales de los a?os 50, duramente reprimida por el entonces pr?ncipe Has?n. El Rif fue sometido a un estricto r?gimen militar que acrecent? la ya de por s? precaria situaci?n social y empuj? a los habitantes a emigrar a Europa.

La actividad del movimiento en Marruecos ?vacilante entre la arena cultural y la pol?tica? cuenta con tres periodos claramente diferenciados. Los primeros pasos del movimiento comenzaron con las actividades culturales iniciadas por universitarios en diferentes ciudades con el fin de promover lo que entend?an como la ?cultura popular de Marruecos?. En el contexto del momento, esto pod?a interpretarse como un intento de recuperaci?n de la pol?tica bereberista francesa, con la que los poderes coloniales intentaron separar a las comunidades aislando a los amazigs de las escuelas ?rabes y los tribunales de la ley isl?mica para debilitar el v?nculo religioso entre los amazigs y los ?rabes.

Para ampliar: ??Nosotros somos el poder?: un siglo de lucha estudiantil?, Mar?a Canora en El Orden Mundial, 2018

Acciones como la promoci?n francesa de la ?Vulgata de Cabilia? ?que postulaba que los amazigs de la regi?n eran de origen europeo y solo estaban unidos al islam de manera nominal, por lo que estaban preparados para volver al camino cristiano-europeo a trav?s de la ?misi?n civilizadora? de Francia? contribuyeron a que las afirmaciones de la identidad amazig resultasen sospechosas a ojos de los nacionalistas. Junto a esta supuesta vinculaci?n entre colonizadores y amazigs se encontraba la interpretaci?n de la preservaci?n y promoci?n de la lengua y cultura amazigs como un ataque a la unidad, por lo que estas actividades se desarrollaron en un ambiente de hostilidad. Su declive vino con la represi?n del r?gimen a partir de los 80, que oblig? a las asociaciones a trabajar clandestinamente o disolverse. Sin embargo, la persistencia de estructuras de apoyo permiti? el renacimiento amazig.

La firma en 1991 de la Carta de Agadir, primera compilaci?n y difusi?n de la ideolog?a amazig, ser? el primer paso para el comienzo de la segunda fase, en la que las discrepancias respecto a la deriva del movimiento, uno de los principales obst?culos para su avance, empezar?n a ver la luz. Unos prefer?an continuar con el desarrollo de la actividad cultural y otros se decantaban por el activismo pol?tico como v?a para una soluci?n. Es as? como durante los ?ltimos a?os de reinado de Has?n II comienza a producirse en Marruecos el tr?nsito de una militancia cultural a un activismo pol?tico, que en Argelia estuvo presente desde los inicios.

La ?ltima d?cada del reinado de Has?n, con quien la cuesti?n amazig fue tab?, vino marcada por el aumento de los cambios pol?ticos, sociales y econ?micos destinados a mantener la estabilidad del pa?s y preparar el terreno para la sucesi?n del trono en un contexto regional en el que, al otro lado de la frontera, Argelia implosionaba en un enfrentamiento civil. Esta posici?n tuvo una importante repercusi?n en la cuesti?n amazig, aunque en 1994 el arresto y la condena de activistas por promover la identidad bereber llev? a Has?n a abrazar parcialmente la herencia amazig de Marruecos para calmar los ?nimos y comprometerse a que los dialectos en Marruecos se ense?asen en las escuelas. Al mismo tiempo, la liberalizaci?n gradual de la esfera p?blica aument? la competencia entre un movimiento amazig y un islamismo cada vez m?s activo cuyo impacto en la esfera p?blica marroqu? no hac?a sino aumentar ?en gran parte, de manera no violenta, frente al caos en Argelia?.

Para ampliar: ?Arabization and Its Discontents: The Rise of the Amazigh Movement in North Africa?, Bruce Maddy-Weitzman, 2012

Amazigs en Argelia: una reivindicaci?n m?s pol?tica
En el caso argelino, segundo pa?s con mayor poblaci?n amazig, las primeras alarmas saltaron en la d?cada de los 30 y 40, cuando el componente amazig de la sociedad se puso a la defensiva con la emergencia del movimiento nacionalista. En un contexto de contestaci?n a las potencias coloniales en el que se hu?a de todo aquello que vinculase la regi?n con los colonizadores, los bereberes cabilios fueron ampliamente marginados por el Estado. El mensaje del primer presidente argelino Ahmed ben Bella, no dio lugar a dudas: ?Nosotros somos ?rabes?. El modo de construcci?n nacional del partido gobernante, el Frente de Liberaci?n Nacional (FLN), se bas? en una identidad nacional uniforme centrada en la hegemon?a del ?rabe y un r?gimen de partido ?nico antiimperialista y anticolonial alineado con las llamadas ?fuerzas progresistas? en el mundo ?rabe.

Ubicaci?n de la regi?n de Cabilia. Fuente: Wikipedia

Pese a las se?ales previas, la consideraci?n del cabilio como el otro y las tensiones con el FLN se vieron de manera clara con la revuelta de 1962, protagonizada por los disidentes cabilios que participaron en la guerra de independencia del FLN y que ahora respond?an a su situaci?n de marginaci?n. Sin embargo, ser? la conocida como primavera bereber ?iniciada tras la decisi?n del Gobierno en 1979 de aumentar la arabizaci?n del sistema educativo? la que supondr? el gran reto para la hegemon?a pol?tica y cultural del FLN y provocar? una dura contestaci?n del r?gimen. Este hecho resulta crucial: a partir de ese momento, los esfuerzos de arabizaci?n del r?gimen empezaron a fracasar y las acciones de los cabiles civiles y etnoculturales comenzaron a ganar fuerza, aunque no irrumpieron en la esfera p?blica hasta finales de los a?os ochenta.

En Argelia la d?cada de los 90 vendr? marcada por el enfrentamiento violento ?que resultar? en una guerra civil? entre islamistas y las nacientes fuerzas de seguridad tras el colapso del sistema de partido ?nico en 1988. En este contexto, la identidad moderna de los amazigs cabilios se convirti? en una alternativa en la que se representaban las dimensiones nacional y ?tnica. El crecimiento de las asociaciones culturales fue notable: en julio de 1989 se hab?an establecido 154 en Cabilia y exist?an en casi todos los pueblos grandes, adem?s de otras regiones de habla bereber. Pese a ello, la pol?tica ling??stica y cultural del pa?s se mantuvo orientada hacia los ?rabes pr?cticamente en su totalidad, al menos hasta mediados de los noventa. La principal prioridad del r?gimen era competir con la oposici?n islamista en la arena de los valores y de los principios isl?micos. Ello se tradujo en la marginaci?n y el olvido de la poblaci?n cabilia.

Poco a poco se fueron dando peque?os pasos. Las huelgas generales de 1994, que apoyaban la demanda de reconocimiento oficial del idioma y la cultura amazigs, suponen un punto clave, as? como la huelga escolar en Cabilia un a?o despu?s. Las autoridades argelinas reconocieron la legitimidad de la identidad amazig con el establecimiento en 1995 del Alto Comisariado para la Amaziguidad y en 1996 se a?adi? a la Constituci?n el reconocimiento del componente amazig de la identidad argelina, aunque en el fondo no dej? de advertirse la escasez de recursos y la falta de voluntad de las autoridades.

Un movimiento en auge
A la llegada del nuevo siglo, la cuesti?n amazig segu?a sin resolverse. La sociedad argelina en general y la regi?n de Cabilia en particular estaban profundamente alejadas de sus gobernantes. En la primavera de 2001 esta situaci?n estall? en Cabilia de un modo nunca antes visto en una gran revuelta conocida como la primavera negra. El resultado fue la constitucionalización en 2002 de la condición del tamazight como lengua del pa?s tras la muerte de 123 manifestantes y la disoluci?n de las ?lites pol?ticas nacientes que intentaron liderar el movimiento, encabezadas por el Movimiento Ciudadano de los Aarchs. No obstante, el cambio no estuvo acompa?ado por acciones efectivas para la instauraci?n del biling?ismo. Al igual que en el siglo anterior, la cooptaci?n, la manipulaci?n y concesiones vagas volvieron a jugar su papel aislando la causa cabilia de las grandes cuestiones del pa?s. La ense?anza del tamazight se limitar? a las escuelas de la regi?n de Cabilia y estar? ausente en otras regiones amazig?fonas y en las principales ciudades. En cuanto a los medios de comunicaci?n, tanto la radio como la televisi?n permanecer?n vigiladas.

Algo parecido parece haber sucedido en Marruecos, donde el gran impulso a la identidad amazig se produjo despu?s del ascenso al poder en 1999 del rey Mohamed VI. Como parte de una estrategia para contrarrestar el resurgimiento del movimiento islamista y mantener la hegemon?a de Palacio sobre un sistema pol?tico cada vez m?s liberalizado, el rey abraz? el movimiento amazig. Ser? precisamente a finales de siglo cuando el tercer estadio del movimiento amazig en el pa?s empiece su curso con la firma por estudiantes y militantes del Manifiesto Amazig, que persegu?a encontrar una posici?n com?n de la militancia. En este periodo la creaci?n de un partido pol?tico se convirti? en una asunto prominente que a?n no se ha visto materializado.

Grupos etnoling??sticos mayoritarios en Marruecos: ?rabes ?ocre?, amazigs ?naranja? y ambos ?amarillo?. Fuente: Joshua Project

Las revueltas de 2011 en Marruecos vuelven a manifestar el avance de la lucha amazig, esta vez a trav?s de la reforma constitucional que reconoce el tamazight como lengua oficial de Marruecos, seguida por Argelia. Sin embargo, la implementaci?n parece haber decepcionado a muchos. Un importante grupo de activistas, particularmente los m?s j?venes, entiende que los cambios constitucionales fueron un lavado de cara, otra serie de medidas destinadas a cooptar y contener al movimiento y prevenir la democratizaci?n genuina y la amaziguidad de la vida del pa?s. Las protestas tambi?n han servido para manifestar las discrepancias dentro del propio movimiento. En Marruecos ha surgido un nuevo dilema: continuar rechazando la participación en la política oficial o buscar un modo de inclusión en las instituciones políticas mediante la creaci?n de un partido político.

Las primaveras ?rabes son, por tanto, tambi?n primaveras amazigs. En este sentido, los cambios y oportunidades resultantes no se reducen a Marruecos, sino que podemos encontrarlos en toda la regi?n. Ese verano tuvo lugar en otros pa?ses del norte de ?frica el llamado verano amazig, durante el cual la poblaci?n amazig libia mostr? una gran capacidad de movilizaci?n y emprendi? acciones en las zonas liberadas para consolidar su presencia en la arena p?blica y el sistema pol?tico naciente aprovechando la ca?da del r?gimen de Gadafi en 2011. Durante 42 a?os, el coronel hab?a prohibido su lengua y las manifestaciones culturales del pueblo amazig.

Para ampliar: ?La primavera del Rif?, David Hern?ndez en El Orden Mundial, 2017

Resulta destacable que algunos de los avances m?s importantes de los ?ltimos a?os han venido de los m?rgenes geogr?ficos del territorio en el que se encuentran los amazigs, como Libia y el norte de Mali, mientras que en la tradicionalmente pujante Argelia la vanguardia tradicional de los cabilios ha sido fundamentalmente pasiva. Junto a la nuevas oportunidades ofrecidas por el contexto se encuentra el aumento de los retos, en gran parte debido al fortalecimiento del islam pol?tico. Si en la etapa anterior el obst?culo principal de estos movimientos eran las autoridades estatales, en la actualidad son los movimientos islamistas que han desafiado profundamente a los Estados en crisis. Los amaziguistas se alinean con las fuerzas liberales que buscan las democratizaci?n y la expansi?n de los derechos humanos, el otro polo fundamental de la sociedad civil tanto en Argelia como en Marruecos.

Hay lugar para el optimismo
Exceptuando a los tuaregs, la lucha armada no forma parte de las herramientas del movimiento amazig. Hist?ricamente, ha optado por la v?a pac?fica para su reconocimiento e inclusi?n igualitaria en los Estados en los que se encuentran. Las negociaciones e interacciones con los reg?menes cambiantes y la consecuci?n de un equilibrio entre su capacidad de resistencia y la evoluci?n de su grupo identitario les ha permitido sobrevivir y avanzar en una tensi?n constante con el desarrollo gradual de una identidad arabo-isl?mica desde la invasi?n ?rabe del siglo VII.

Independientemente de los avances, el ?xito de la causa no ser? f?cil. El colectivo cuenta con deficiencias y problemas que debe resolver, entre ellas la falta de cohesi?n, una escasa capacidad de movilizaci?n a gran escala y la debilidad de alianzas con otras fuerzas sociales y pol?ticas. En este contexto, hay dos adversarios fundamentales: los gobernantes y la corriente islamista.

Pese a ello, hay motivos para el optimismo. Si bien las primeras olas de globalizaci?n ayudaron a la marginaci?n de las comunidades amazigs, la ?ltima ha favorecido su fomento y ha reforzado una identidad etnopol?tica frente a estos obst?culos. Internet en particular se ha convertido en una herramienta importante para la construcci?n de una comunidad amazig a lo largo del mundo. La difusi?n de discursos favorables a los derechos humanos y los grupos minoritarios que inciden en la necesidad de promocionar un sistema democr?tico y multicultural favorece el avance del movimiento. Para la corriente liberal en el norte de ?frica, avanzar en la causa amazig encaja con la visi?n m?s amplia de promover una sociedad pluralista y democr?tica en la que la tradici?n y la religi?n, si bien tienen su lugar, no ser?n dominantes.

Airy Dom?nguez
Nacida en Barcelona (1991) y educada en Madrid. Graduada en Periodismo y Comunicaci?n Audiovisual (USPCEU), especializada en Conflictos Pol?ticos y Armados (UOC) y M?ster en Relaciones Internacionales, Seguridad y Desarrollo (UAB). Codirectora de MENAnalisis. Amante del mundo ?rabe y musulm?n e interesada en g?nero, movimientos sociales, conflictos y geopol?tica.
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Los tuaregs libios: los combatientes sin patria
Los tuaregs libios: los combatientes sin patria
14 junio, 2016
Daniel Rossell?
@DanRossello
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Nunca en el mismo lugar, siempre en movimiento. Siempre arena bajo el ardiente sol. Temperaturas que rebasan los 50 grados a mediod?a y que descienden a bajo cero durante la noche. As? es el S?hara, un ecosistema ?nico, un desierto que se extiende del Atl?ntico hasta el ?ndico, ocupando un territorio mayor al de los Estados Unidos. Muy pocos se atreven a adentrarse en su inmensidad, y no todos los valientes regresan. Y menos todav?a son aquellos que han osado hacerlo su hogar, su patria, su forma de vida. Entre estos pocos elegidos se encuentran los tuaregs, que a lo largo de m?s de mil a?os, en constante navegaci?n, y siguiendo el ritmo de las dunas, del viento y de los astros, han convertido el vasto territorio sahariano en una parte de s? mismos.

Los tuaregs, Libia y Gadafi
Se cree que los tuaregs emigraron desde Libia en el siglo VII d.C. ante la presi?n de los invasores ?rabes. Organizados en una especie de sistema confederal, formado por unidades pol?ticas llamadas kels, desde entonces habr?an llevado una vida semin?mada, dedic?ndose al pastoreo, al comercio de todo tipo ?incluidos esclavos, armas y estupefacientes? y a la agricultura, desplaz?ndose entre las regiones des?rticas de lo que a d?a de hoy ser?an Argelia, N?ger, Burkina Faso, Libia y Mali. Constituyen al menos el 10% de la poblaci?n en todos los pa?ses por los que se mueven, alcanzando los 900.000 individuos en N?ger o en Mali. En Libia, en cambio, las cifras son mucho mayores, con n?meros que los sit?an en alrededor de 17.000 en condici?n de extranjeros, 600.000 documentados y m?s de un mill?n indocumentados. Esta notable presencia no es casual, y sus efectos, a lo largo de las ?ltimas cinco d?cadas, vendr?an a condicionar la pol?tica Libia tanto a nivel interno como regional, hasta la misma revoluci?n de 2011.

Cuando Gadafi conquistara el poder en 1969 iniciar?a una pol?tica de marginalizaci?n de las tribus que perdurar?a durante los diez primeros a?os de su gobierno, con el objetivo de minimizar la influencia de ?stas, a las que consideraba un factor de desuni?n nacional. En general, los tuaregs se ver?an inmersos en un ambiente hostil, reprimidos culturalmente y sometidos a procesos de ?xodo rural en el que se ver?an alejados de sus c?rculos familiares y tribales, generando procesos de exclusi?n social y econ?mica, vistos siempre por los habitantes ?rabes del norte como barbaros del desierto. A su vez, Gadafi articular?a una pol?tica nacionalista centrada en el elemento ?rabe, lo que terminar?a creando una estructura pol?tica que favorec?a a las tribus de esta etnia frente al resto. As?, tribus como los warfallah, los maghariha o los Gaddafah, a la que pertenec?a el dictador, ser?an las que ocupar?an posiciones de importancia en el ej?rcito, en el cuerpo burocr?tico y en el gobierno. A pesar de todo, las identidades de afiliaci?n tribal prevalecer?an, sobreponi?ndose a la fidelidad al Estado libio incluso hasta finales de los a?os, aunque el proceso de urbanismo las minimizar?a algo en la d?cada de los 80.

Y es que con Gadafi el tribalismo libio vivir?a su definitiva fusi?n con la conceptualizaci?n y las pr?cticas pol?ticas del pa?s africano. ?ste se manifestar?a no solo en la praxis y en la organizaci?n del Estado, sino en la propia simbolog?a utilizada por el gobernante, que fomentar?a una visi?n m?tica del n?mada, con la tienda sahariana como espacio para encuentros diplom?ticos internacionales, y que vender?a como una muestra de su humildad y de su posicionamiento igualitario en relaci?n a su pueblo.

El mapa tribal libio, fundamental para entender el pa?s.
El mapa tribal libio, fundamental para entender el pa?s. Fuente: Geopolitical Atlas
En cuanto a los tuaregs, Gadafi proclamar?a en numerosas ocasiones su afinidad con el pueblo tuareg, llegando incluso a afirmar haber heredado sangre tuareg de su madre, y consider?ndoles aliados en su ut?pico proyecto panafricanista de convertir el S?hara en un espacio sin fronteras unido por la cultura ?rabe y el Islam. Adem?s, se convertir?an en un actor fundamental para el gobernante, que los utilizar?a como combatientes para culminar sus propios intereses geoestrat?gicos de la zona, haci?ndoles participes, por ejemplo, de las intervenciones militares de Libia en Sud?n y Chad a principios de los 80. Sin embargo, esto se entremezclar?a con pr?cticas de exclusi?n y represi?n dentro de las fronteras libias, as? como con verdaderas muestras de desprecio hacia la cultura bereber, de la que los tuaregs forman parte, llegando a afirmar que ensenar lengua amazigh a los ni?os era equivalente a inyectarles veneno.

En cualquier caso, a nivel regional Gadafi sin duda alguna se convertir?a en un claro aliado de los tuaregs, apoy?ndoles en sus aspiraciones nacionalistas. ?stas se manifestar?an en forma de movimientos independentistas en N?ger y Mali en la d?cada de los 90, con el prop?sito de desembarazarse de unas autoridades estatales que hab?an desarrollado tradicionalmente pol?ticas represivas y de marginaci?n hacia la minor?a. Gadafi defender?a la causa en las conferencias internacionales, actuar?a como mediador en las negociaciones de paz con los respectivos gobiernos, ofrecer?a el territorio libio como base para los distintos movimientos y aportar?a armas y suministros a los rebeldes.

Asimismo, tras un fallido golpe de estado y en medio de una crisis de popularidad Gadafi crear?a el Consejo de Liderazgo Social Popular (CLSP), una organizaci?n formada por los l?deres tribales y los jefes de las familias m?s importantes del pa?s. Aunque el objetivo de esta nueva instituci?n ser?a el asegurar la fidelidad de las tribus al r?gimen para mantener la estabilidad, lo cierto es que la inclusi?n en la misma de las principales tribus de la zona noroccidental de Tripolitania ?de mayor?a ?rabe? crear?a un sentimiento de marginalizaci?n entre las tribus orientales de Cirenaica y del Fezzan (al sur) ?especialmente entre los tebu y los tuaregs?. Esta instituci?n se combinar?a con unas agresivas pol?ticas de asimilaci?n arabizante hacia las tribus de etnia bereber ?la m?s fuerte en todo el Magreb? y la represi?n hacia determinadas tribus, cuya existencia intentar?a borrar de la historia de Libia a la vez que reprim?a sus derechos. Con todo ello el tribalismo se intensificar?a, pero tambi?n la posici?n privilegiada de los ?rabes frente al resto de etnias del pa?s.

En el caso de los tuaregs, y como ya hab?a ocurrido en los 80, el dictador intentar?a reclutarlos para el ej?rcito y los servicios de inteligencia, prometi?ndoles trabajo y derechos de ciudadan?a. A pesar de todo las promesas ser?an en su mayor parte incumplidas, neg?ndoseles los documentos identificativos y, por lo tanto, convirti?ndoles en ap?tridas, lo que les impedir?a acceder al sistema educativo, a gran parte de las oportunidades de empleo, a una cuenta bancaria o al derecho al voto y a la representaci?n pol?tica. Todo ello derivar?a en tasas de alfabetizaci?n muy bajas, en una enorme precariedad laboral y a la reclusi?n en el ?mbito de la econom?a informal y de las actividades ilegales, cre?ndose m?s n?cleos de pobreza en el seno de las comunidades tuaregs que en el resto del pa?s.

Aunque los tuaregs jam?s lograr?an culminar sus aspiraciones nacionalistas, ni tampoco poner fin a la discriminaci?n que sufr?an en los estados africanos, s? que conseguir?an cierto bienestar econ?mico, especialmente en los 80 y 90, particularmente gracias al desarrollo del turismo en la zona. Si bien las sociedades tuaregs seguir?an marcadas por profundas desigualdades econ?micas, enfrent?ndose a duras sequias y al desempleo.

Sin embargo, a todo ello seguir?an una serie de profundos cambios que se producir?an en el Sahel a ra?z del inicio de la guerra contra el terror islamista en el escenario post 11-S. Temiendo la conversi?n de la zona en un nicho para la ocultaci?n y el entrenamiento de militantes jihadistas, las potencias internacionales, con EEUU y Francia a la cabeza, iniciar?an un proceso de securitizaci?n de la zona, que afectar?a de manera determinante al modo de vida de los tuaregs. La econom?a del turismo colapsar?a y las leyes contra el contrabando y los controles fronterizos se reforzar?an, dejando a las comunidades tuaregs sin sus principales fuentes de riqueza y destruyendo su modo de vida tradicionalmente n?mada. Los gobiernos que por lo general hab?an marginado a los tuaregs intensificar?an la represi?n, acusando a los tuaregs de tener lazos con los grupos terroristas. Todo derivar?a en una sucesi?n de protestas y levantamientos tuaregs entre 2004 y 2008.

En este contexto, en 2005 Gadafi intentar?a cooptarlos de nuevo, afirmando que Libia era la patria de los tuaregs, ofreciendo residencia a los tuaregs refugiados de las guerras en N?ger y Mali. El l?der libio llegar?a a ofrecer hasta 1000 d?lares mensuales a los tuaregs que quisieran unirse al ejercito ?lo que multiplicaba por veinte sus ingresos habituales? afirmando en declaraciones p?blicas su vital importancia para poner freno al terrorismo yihadista en el S?hara.

En definitiva, a pesar de la exclusi?n socioecon?mica y pol?tica de los tuaregs en Libia durante m?s de cuatro d?cadas, lo cierto es que Gadafi conseguir?a posicionarse como el ?nico aliado para un pueblo que no recib?a m?s que represi?n por parte del resto de actores internacionales y regionales, alimentando sus esperanzas de salir de su condici?n de ap?tridas. Por todo ello, no debe sorprendernos que con la llegada de la revoluci?n en 2011 muchos tuaregs se unieran a las filas del r?gimen.

La revoluci?n de 2011
La revoluci?n supondr?a no solo la ca?da del r?gimen de la jamahiriyya y la muerte de Gadafi, sino la decadencia de la tribu del regente, la Ghaddafa, cuyos negocios y espacios pol?ticos ?que hasta entonces hab?an cuasi monopolizado? fueron ocupados por las tribus locales del Fezzan. Negocios informales como el contrabando cambiar?an de manos, alterando totalmente las rutas y qui?n las controlaba.

La muerte de Gadafi provoc?, adem?s de la descomposici?n del pa?s, todo un caos regional.
La muerte de Gadafi provoc?, adem?s de la descomposici?n del pa?s, todo un caos regional. Fuente: Le Monde diplomatique

Por otra parte, Gadafi volver?a a acudir a los tuaregs como en el pasado, siguiendo con las mismas promesas tanto tiempo incumplidas, aferr?ndose a ellos como ?ltima esperanza para evitar su ca?da. Aunque la respuesta no ser?a unitaria, los principales l?deres tuaregs de Libia, N?ger y Mali acudir?an a su llamada, y hasta 10.000 combatientes tuaregs combatir?an en las filas del r?gimen, y de hecho ser?an los que ayudar?an al l?der libio a esconderse tras su huida de Tr?poli.

Finalmente, la estrategia de Gadafi fue en vano, y tras la revoluci?n los tuaregs simplemente se har?an cargo de lo que hab?a sido tradicionalmente suyo, haci?ndose fuertes en sus territorios del sur y organiz?ndose como un actor rebelde mas. A pesar de todo, su colaboracionismo con el r?gimen durante las d?cadas anteriores y su respuesta no unitaria a la revuelta tambi?n les pasar?a factura, y tras la revoluci?n vendr?an a verse perseguidos tanto por los grupos leales al antiguo r?gimen como por los grupos rebeldes, lleg?ndose a producir denuncias de genocidio por parte de las asociaciones tuaregs, y vi?ndose forzados cientos de ellos a huir y pedir asilo como refugiados en la vecina Argelia.

El petr?leo libio y los intereses geoecon?micos han sido fundamentales en este conflicto.
El petr?leo libio y los intereses geoecon?micos han sido fundamentales en este conflicto. Fuente: Geopolitical Atlas

Los tuaregs, la geopol?tica y las potencias internacionales
Con la muerte de Gadafi, y tras el alzamiento independentista tuareg en el norte de Mali de 2012, muchos combatientes tuaregs marchar?an a luchar al pa?s africano, entremezcl?ndose con los independistas, pero tambi?n con grupos islamistas como Ansar al-Dine. Sin embargo, tras la intervenci?n francesa, junto a las luchas intestinas que surgir?an en el seno la rebeli?n, al comprobarse la diferencia de objetivos entre los tuaregs en b?squeda de la autodeterminaci?n y los grupos islamistas, muchos de los tuaregs volver?an a una Libia sumida ya totalmente en guerra civil.

Para ampliar: ?Mal?, ?el pivote geoestrat?gico del ?frica Occidental??, Fernando Aranc?n en El Orden Mundial

A esto se unir?a el enfrentamiento contra los Tebu en el suroeste libio, tras m?s de cien a?os de paz entre ambas tribus gracias a una cuerdo ?el Midi Midi, ?amigo amigo??, sellado a finales del siglo XIX, por el cual ambas se repartieron las rutas comerciales y de contrabando de la regi?n. Con este tratado, los tuaregs vendr?an a dominar las rutas hacia Argelia y Mali, mientras los Tebu se quedaban con las de N?ger y Chad. La guerra estallar?a a ra?z de la competencia por el control de los recursos petrol?feros de la zona, as? como del oasis de Ubari, punto geoestrat?gico clave para el control de las rutas por el desierto. En agosto de 2014 las tensiones alcanzar?an su punto ?lgido, inici?ndose los combates en el oasis de Ubari, y llegando a Sebha, capital del Fezzan, un a?o despu?s. La primera chispa de este conflicto la prender?a una decisi?n del Consejo Nacional de Transici?n al dar el control de las fronteras del sur a los tebu como recompensa por haberse posicionado mayoritariamente contra Gadafi en el proceso revolucionario. Asimismo, los tebu se har?an con el control de la plataforma petrol?fera de el-Shehara, privando a los tuaregs del acceso a sus beneficios a la vez que monopolizaban las rutas de contrabando, gracias al apoyo desde Bengasi. Todo ello, unido al incremento de los controles fronterizos y de seguridad por parte de actores como Argelia, alterar?a las rutas tradicionales y har?a colisionar los intereses de ambas tribus, rompiendo el pacto tradicional y las relaciones de poder tribal asentadas durante d?cadas. A pesar de todo, en noviembre de 2015 los tuaregs recuperar?an el control del el-Shehara y el conflicto se estancar?a, con Ubari como centro del mismo.

Por otra parte, tras la conformaci?n de dos gobiernos en competici?n por el poder, los tuaregs se ver?an de nuevo envueltos en las din?micas nacionalistas, as? como en los juegos geopol?ticos de las distintas potencias internacionales. Por un lado, el gobierno de Tripoli les apoyar?a con armas y municiones, as? como ayuda m?dica y combustible. Por otro lado los tebu recibir?an apoyo desde Tobruk, as? como de los Tebu chadianos y Francia. Por tanto, lo que podr?a haberse interpretado en un primer vistazo como un simple conflicto tribal tomar?a car?cter regional y, de nuevo, se entremezclar?a con el desarrollo general del conflicto libio.

La situaci?n libia actual, un ca?tico qui?n es qui?n
La situaci?n libia actual, un ca?tico qui?n es qui?n. Fuente: Geopolitical Atlas
Tuaregs y grupos extremistas en el S?hara y el Magreb
A todo este conflicto interno puramente libio, y a las intervenciones de potencias internacionales externas a la regi?n, se a?adir?a el hecho de que las din?micas tribales de los tuaregs quedar?a marcadas tambi?n por la emergencia de grupos radicales isl?micos como Al-Qaeda en el Magreb Isl?mico (AQMI) que, aprovech?ndose del car?cter remoto del Fezzan y de la porosidad de las fronteras entre los estados de la regi?n del Sahel, encontrar?an ah? un nicho seguro para llevar a cabo sus actividades, as? como un excelente puente en su camino hacia los frentes de combate en las ciudades del litoral libio. Una tendencia que se acentuar?a especialmente tras el empuje militar franc?s en Mali. La presencia de estos grupos constituye una preocupaci?n m?s para los tuaregs, que ven como las generaciones m?s j?venes podr?an observar un futuro mejor en estos militantes que en la precariedad del contrabando en los l?mites del desierto al que la historia ha condenado a estos n?madas de las arenas, as? como una v?a de escape de las dif?ciles condiciones que su situaci?n de ap?tridas les impone.

Flujos il?citos entre el Atl?ntico y el Mediterr?neo a trav?s de ?frica. Fuente: Global Initiative http://www.globalinitiative.net/programs/governance/atom-illicit-trafficking-from-the-atlantic-to-the-mediterranean/
Flujos il?citos entre el Atl?ntico y el Mediterr?neo a trav?s de ?frica. Fuente: Global Initiative
El propio Estado Isl?mico (EI) proclamar?a en su revista Dabiq que diversos grupos islamistas de tipo jihadista, asentados en Libia, hab?an jurado lealtad a la causa del califato, incluyendo en el propio Fezzan. A pesar de todo, y aun sabiendo que varios tuaregs han jurado lealtad al grupo, lo cierto es que sus progresos han sido mucho m?s reducidos que en el norte del pa?s, y han sido precisamente las particularidades de los tuaregs las que han protegido la zona contra el radicalismo. Y es que los v?nculos de los tuaregs con el EI y otros grupos jihadistas parece deberse m?s a factores de tipo econ?mico y log?stico que a simpat?as ideol?gicas. La alta capacidad de financiaci?n del EI habr?a sido aprovechada para conseguir la lealtad a corto plazo de las tribus tuaregs, que habr?an ofrecido a cambio sus conocimientos sobre las rutas comerciales y de navegaci?n por el duro ecosistema sahariano. No obstante, el Islam practicado por los tuaregs, de tendencia suf? y marcado por un fuerte sincretismo resulta muy incompatible con el islam salaf?. Por otra parte, la estricta y primordial lealtad a la familia y a la tribu tambi?n dificultan la adherencia a una ideolog?a que proclama la lealtad exclusiva a la comunidad universal de la umma y a la sumisi?n al califa.

El futuro: paz con integraci?n
M?s all? del conflicto tribal y de las din?micas pol?ticas, el contexto post-Gadafi ha permitido la configuraci?n de un espacio en el que, sin la represi?n del r?gimen, se han multiplicado las organizaciones tuaregs en pro de la reivindicaci?n de sus derechos tanto como minor?a ?tnica como de tipo econ?mico y social. El acceso a documentos que acrediten su ciudadan?a, la cesi?n de espacios de representaci?n pol?tica en las instituciones y el fin de la exclusi?n del sistema educativo son las principales demandas de un pueblo que lleva ya muchas d?cadas escuchando promesas nunca cumplidas.

Por todo ello, en definitiva, si las condiciones de los tuaregs no mejoran y su sentimiento de exclusi?n prevalece, se podr?a fomentar su deseo a buscar la autonom?a pol?tica, a?adi?ndose un factor de inestabilidad m?s a la ya de por s? convulsa regi?n. De forma similar a como ocurri? con el Movimiento de Liberaci?n Nacional del Azawad en Mali, que terminar?a torn?ndose en un conflicto regional al contar con el apoyo de toda la poblaci?n tuareg distribuida por los estados de la regi?n. Con todo, el gobierno que se encargue de la transici?n a la paz deber? tenerlos en cuenta, combinando derechos sociales, econ?micos y ciudadanos con reformas que reduzcan el miedo y la xenofobia de los libios del litoral hacia las poblaciones tuaregs, y que tambi?n fomentan su exclusi?n.

Daniel Rossell?
Palma de Mallorca, 1992. Graduado en Relaciones Internacionales. M?steres de especializaci?n en el mundo ?rabe e isl?mico y en comercio internacional. Me gustan las minor?as, los grupos insurgentes y los movimientos revolucionarios. Actualmente asentado en Egipto.
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